Partida Rol por web

Saturday Night Vamp

Christine Lamas / Conrad Jackson

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11/06/2010, 20:24
Director

Escena privada para Christine Lamas y para Conrad Jackson. Momentos de intimidad, dudas, ideas... Todo lo que ocurre cuando están sólo, o dentro de sus cabezas.

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16/06/2010, 17:23
Christine Lamas

Christine iba y venía acelerada, el trabajo la estaba sobrepasando. Más todo no eran penurias. Había conocido a Rody y a Seth y apenas unos instantes antes Vladimir había besado su mano.

Es cierto que era extraña su palidez, así como la falta de calor que sintió en su beso... tanto como cuando el señor francés* la había saludado. Estaba por archivar en un rincón de su mente estos hechos cuando creyó ver al que parecía ser el capo pronunciar una palabra que la hizo palidecer. No... no puede haber dicho ghoul... Debe ser el cansancio que me está jugando una mala pasada. Este horario de trabajo tan extraño, tanta gente, tantas corridas... ya veo fantasmas. Mejor, me pongo a lo mío que para eso me pagan...

A pesar de descartar la inquietud que la había invadido, Christine no olvidaría lo que aquella noche comenzara a molestarla.

Notas de juego

*Nunca se presentó Villepame con Christine, así que ella no tiene idea de quien se trata, aunque asume que es alguien importante por cómo bailan todos a su alrededor.

Además, a pesar de que Villepame y cia están posteando para todos, asumo que la cacofonía es tal, que de las conversaciones la niña no caza una.

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08/07/2010, 14:46
Christine Lamas

Notas de juego

Dudas... como se zafa una del control vampírico? sí o sí la sangre de Villepame me hace obedecerle? tengo forma de darme cuenta de que estoy siendo controlada? hasta dónde llega ese control?

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08/07/2010, 15:13
Director

Notas de juego

Con una vez que tomes de su sangre, nada malo te pasará. Durante un rato, serás algo más fuerte, tendrás los sentidos más alerta, y se curarán tus heridas, nada más.

Eso sí, si bebes tres veces, en días distintos, de su sangre, quedarás a su merced mediante un vínculo de sangre... algo parecido a un enamoramiento, pero algo más radical. Si has leído o visto Drácula, puedes acordarte del personaje de Renfield, el abogado que va a ver al conde antes que Jonathan Harker, y que se conviete en su esclavo. De una forma un poco menos bestia, eso es un vínculo de sangre.

Edit: Viendo el post en Despacho de Producción, veo que ya has tomado un camino. Lo que estás acusando es algo muy posible y lógico; un efecto más suave de un Víncluo de Sangre, que se te pasará en un rato. Es muy buena forma de jugarlo, pero voy a tener que darte una ventaja si vas a ir por ese camino. Todo llegará... ;)

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08/07/2010, 15:24
Christine Lamas

Notas de juego

Okis, me quedo a la espera! XD

PD: espero no haber metido la pata con la improvisación XD

 

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08/07/2010, 15:27
Director

Notas de juego

No, no has metido la pata en absoluto; todo lo contrario. El hecho de que ambos postéeis de forma 'pública', y seáis inteligentes para no meta rolear, hace que todo sea mucho más interesante. Sólo veo el riesgo que corre tu personaje rodeada de estos tiburones, y no puedo dejar de preocuparme... XDD

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08/07/2010, 15:34
Christine Lamas

Notas de juego

Mmmm, no te preocupes, Christine es una chica de muchos recursos.

En cuanto a lo del metarol: en gral yo siempre hago públicos los pensamientos y actitudes de los pjs, pues aunque en teoría los demás no pueden leer su pensar/sentir, las personas, con sus gestos, mal que mal pueden dar pistas de lo que está pasando en su interior (salvo que sean muy buenos actores, pero este no es el caso XD), entonces creo que le da más juego al otro para interpretar la interacción. Es cierto que es bastante arriesgado pues entre la buena interpretación y el metarol hay una línea muy delgada que separa a ambos. Las únicas cosas que no posteo son los pensamientos conspiratorios, peeeero, siempre trato de dejar una pista de que algo pasa por la cabeza del pj :)

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26/10/2010, 00:40
Director

CONRAD JACKSON

La fiesta termina. La gente se dispersa y se acerca, poco a poco, el amanecer. Sales a la calle con una buena sensación encima. Mañana empezará el caos, y pasado ya será rutina. Los nuevos sufrirán a manos de los veteranos y todos a manos de François. Es el ciclo de SNL, tal y como lo conoces.

Vas dando un paseo hasta llegar a tu hogar, tu sitio de descanso, preparado para dar por cerrada una noche especial, preludio de un año intenso. En la calle, se mezclan los mendigos con los locos que bailan con radiocassetes; los policías obesos que extorsionan a cambio de donuts, con los proxenetas que hacen la labor de sus putas; los ruidos de los pocos coches que quedan, con los silencios de los callejones más oscuros. No temes a nada, y nadie te teme. Estás en paz con el mundo, todo gracias al humor. Te cruzas con un Vástago, un Toreador de la Camarilla que frecuenta con la misma pasión galerías de arte y peleas de perros clandestinas. Sólo una mirada de reconocimiento y cada uno sigue su camino. Estás amparado por SNL; todos los Vampiros te tratan como si fueras intocable o como si tuvieras la peste. Cualquiera de las dos opciones te sirve para mantenerte lejos de sus intrigas eternas, de su lucha infinita por un poder que no existe en la realidad.

Llegas a tu casa. Terminas de preparar tus últimos detalles domésticos, propios de cualquier tipo de vida, y te vas a dormir. Sin embargo, algo frena tu camino. Una extraña visión. Sobre tu cama hay un maletín negro, uno que no has visto en tu vida. Eso te da una pauta que no te gusta nada: alguien ha entrado en tu casa.


CATHERINE LAMAS

La entrevista con Villepame te deja confusa y aturdida. Esta gente es extraña. Son conocidos, aparecen en la prensa rosa, los has visto por la tele... y te resultan casi alienígenas. Incluso los técnicos tienen un aura sospechosa. Es cierto que son graciosos, pero hay algo más... algo enfermo. Villepame te produce una pasión inexplicable, algo animal se despierta en ti sólo de pensar en él, un sentimiento de deseo y sumisión. Te aterra, y te atrae profundamente.

Sales del estudio con la cabeza algo embotada y te diriges hacia tu casa. Todo lo hablado y ocurrido en este día te tiene excitada e intrigada, y apenas prestas atención al Nueva York nocturno que te rodea. Alguien te ofrece drogas, otro te intenta pagar por sexo desde un coche en la acera, pero permaneces impermeable a estos eventos. Sólo SNL ocupa tus pensamientos, y casi tus sentidos.

Por fin llegas a tu casa, a poco tiempo del amanecer. Hacía años que no trasnochabas tanto y, por lo que has podido entender, en SNL se trabaja de noche, princpalmente. Deberás acostumbrarte a ese ciclo de forma obligatoria. Después de todo, no es fácil conseguir un trabajo como el que tienes. Te preparas una infusión y te dispones a dormir un rato, a dejar reposar toda esa nueva información que te ha llegado tan de repente.

En tus sueños, las secuencias vividas ese día se repiten una y otra vez, pero van transformándose en hechos terroríficos. El punto cumbre de estas pesadillas es la entrevista con Villepame, que va transformándose de galán afrancesado en monstruo inhumano. Te repele. Su piel se hace escamas. Su olor es el de la putrefacción misma. Todo el deseo que sentiste por él, se va transformando en odio, miedo y xenofobia. Despiertas bañada en sudor frío, con la gélida convicción de que algo no es correcto ni decente, y que Villepame es una parte esencial de todo ello.
 

Notas de juego

Complicada continuación, contando con que es un dos en uno. No defino los hogares de ninguno de los dos personajes, dejo eso a tu imaginación y creatividad.

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31/10/2010, 02:19
Conrad Jackson

La fiesta había terminado. Aunque la noche todavía era joven, Conrad decidió volver a casa. No tenía hambre, no necesitaba compañia y un buen descanso antes del primer día de trabajo no le vendría nada mal.

Bajó hasta el estacionamiento del canal pero al llegar frente a su Dodge se frenó y lo miró durante unos cuantos segundos.

Es una buena noche para caminar.

Sonriendo, sacó su atado de cigarrillos, puso uno en su boca, lo encendió y comenzó a andar. No era la primera vez que lo hacía ni sería la última. Algo de lo que disfrutaba siendo vampiro es que la noche era toda suya, siempre suya.

New York, la ciudad que nunca duerme. Comenzó a avanzar entre la gente, esquivando noctámbulos y yonkies, dandole profundas caladas a su cigarrillo. Más de una vez se preguntó por qué aún continuaba con la costumbre de fumar; en noches como aquella redescubría el por que, el sencillo placer que conllevaba quemar tabaco mientras se desplazaba por la calle, sintiendo el aire fresco en la cara, desplazándose sin pensar.

Se internó en una zona roja. Estaba dando un rodeo para llegar a su casa, ya que la noche invitaba a caminar. Las putas se le ofrecían, pero con una sonrisa y un par de palabras amables, él las iba rechazando. No tenía hambre, no se sentía solo, solamente quería caminar.

Observó el glamour de la quinta avenida que convivía con la miseria de los linyeras que revolvían en la basura de los elegantes restaurants. Sonrió al cruzar una patrulla del NYPD que simulaba cumplir con su deber y que miraba para otro lado cuando un chulo le pegaba a una de sus chicas. Dejó atrás a un caco, arrinconando a un yuppi medio borracho y tiró unos dólares en la lata de un vagabundo que buscaba el significado de su mísera existencia en el fondo de una botella.

Desde que había aceptado su no vida, los seres humanos le parecían una linda fauna de zoológico, monos con trajes y corbatas inmersos en una ilusión de civilización. Corrupción y bondad, egoísmo y amistad, odio y amor... toda una ensalada rusa de valores contrapuestos coexistían codo a codo, en perfecta armonía.

Inmerso en su contemplación de la humanidad, percibió tarde la llegada de un igual. Otro vampiro, con muchas cosas en común y a la vez de mundos distintos. Él era libre. El otro estaba atado a una sociedad tan arcaica y anacrónica como la que regía a su alimento. 

Se acercaron, se enfrentaron, se cruzaron, siguieron su camino. Conrad sonrió sin mirar atrás. Si hubiera pertenecido a esa sociedad, sería un paria sin derechos. Como era parte de SNL era un paria... pero intocable por la Camarilla o quien fuera en la sociedad vampírica. Otro elegante logro de Villepame.

Siguió caminando, reflexionando, disfrutando. La noche era estrellada pero los neones de las calles las ocultaban a la vista. Esto es New York Baby.

Llegó a su piso al tiempo que acababa su tercer cigarrillo. Tomó sus llaves y entró. Arrojó su abrigo sobre un sillón y fue a la cocina por un poco de agua. Otra antigua costumbre de su vida pasada que no lograba descartar.

Chequeó los mensajes de la contestadora mientras prendía la tele para ver las últimas, o las primeras noticias del día, según se quisira interprertar. Saludó a su pez dorado y se dirigió a su habitación dispuesto a tomar una ducha antes de dormir.

Se frenó en seco en la puerta del dormitorio. Alguien había profanado su refugio. Alguien, sin ser invitado, había entrado allí. El maletín sobre la cama lo había puesto en evidencia. 

Disgustado al extremo entró en la habitación y se encaró con el intruso.


Notas de juego

*El o la, lo que corresponda (suponiendo que aún está dentro de la casa, si no, se borran las dos últimas oraciones).

Luego sigo con Christine! 

Editado para sacar la línea de dialogo que Conrad es bohemio pero no loco XD

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01/11/2010, 23:21
Director

Te giras sobre ti mismo, pero no hay nadie. Sólo un maletín, esperando sobre la cama. Quien quiera que haya entrado en tu refugio, se ha ido hace tiempo, o está escondido. Algo más llama tu atención. La ventana de tu dormitorio está abierta. Fuera, lejos de la tradicional escalera de incendios neoyorquina, hay una espantosa caída que haría confitura a quien quisiera lanzarse desde ahí. De alguna forma, descartas que el intruso haya escapado por ahí pero... No dejas de darle vueltas a la cabeza. Mientras, el maletín te observa fijamente desde la cama, con sus inexistentes ojos de cuero. Por tu cabeza pasan imágenes de Starsky & Hutch, Los Hombres de Harrelson y todas las series funkies de policías de los 60 / 70, donde los maletines con dinero eran tan habituales como los maletines bomba. 

El amanecer se acerca, y sientes el cansancio de la luz del sol apoderándose de ti. Te quedan menos de diez minutos de mantenerte despierto con comodidad. Luego, son todo esfuerzos incómodos.

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10/11/2010, 03:08
Christine Lamas

Christine salió de la oficina de Villepame totalmente aturdida. En un principio lo atribuyó al cansancio, pero lo que sentía hacia su nuevo jefe iba más allá de lo que podía cargarle al estrés de su primera jornada laboral en algún tiempo, una jornada fuera de los horarios y los cánones habituales.

Ella sentía que deseaba complacer al francés a como diera lugar, satisfacer todas sus demandas, sin importar la índole de las mismas. Deseaba servirle. Lo deseaba.
Ese deseo le resultó totalmente natural, lo cual le pareció aterrador. En aquel momento, si el productor ejecutivo de SNL le hubiera dicho que debía ser su esclava en cuerpo y alma, lo hubiera aceptado gustosa.

Tomó su bolso y buscó algunas monedas para el viaje en subte, pero al llegar a la calle y ver la bella noche decidió caminar hasta su casa, no muy distante de allí.

Las estrellas, perdidas entre los neones, titilaban suavemente. El mundo alrededor de Christine era confuso, como si parte de una nebulosa se tratara. La realidad le llegaba desde lejos, fragmentada.

-Hey, guapa ¿cuanto por una mamada?- Christine miró al tipo que la llamaba desde un viejo deportivo, con ojos vacíos, desprovistos de lucidez, sin dejar de caminar. El auto siguió su recorrido lentamente, acompañándola toda una cuadra. -¡Tú! ¡Puta! ¿mi dinero no es bueno para tí?- la joven siguió su camino sin preocuparse en volver a mirarlo. En otras circunstancias, hubiera respondido de mala manera si el tío parecía inofensivo; hubiera huido hacia algún bar abierto si no lo hubiera parecido. Pero ahora ella estaba en otro mundo, aún extasiada por su trabajo, por su jefe.

El tipo dejó de insistir, creyendo que Christine estaría demasiado drogada como para serle útil; pisó el acelerador y siguió su camino. Ella, por su parte, continuó entre nubes de algodón, acortando cada vez más la distancia que la separaba de su casa.

Esquivó a un dealer desde su vacuidad y pasó junto a un grupo de chicos chick sin apenas percatarse de ellos. Por un momento volvió la realidad al ver a Conrad Jackson en la vereda de enfrente tirando unos dólares a un vagabundo, pero apuró su paso y a los pocos minutos el guionista estaba fuera de sus pensamientos.

Puf, que larga ha sido la noche.

La muchacha arrojó su bolso sobre el sillón de dos cuerpos que ocupaba la mitad de la cocina comedor que componía el ambiente principal de su pequeño piso y se preparó un te bien cargado. Su departamento de una habitación, era modesto pero agradable, y estaba adornado con algunas plantas y cuadritos comprado en cadenas de supermercado.

Con el té en una mano, buscó su cuaderno con la otra y se dirigió a su habitación. Necesitaba darse un baño, pero el cansancio podía más. Tendría que posponerlo hasta la mañana siguiente.

Mientras se desvestía, fue repasando mentalmente su jornada de trabajo. Al principio,todo había ido bien. Mucha gente, todos famosos en mayor o menor grado, excéntricos, diferentes. Había conocido a casi todo el elenco y a los que estaban detrás de cámara también. Mientras evocaba sus rostros, una sensación indefinida, mezcla de temor y repugnancia la asaltó. No podía definir el por qué, simplemente estaba allí.

Agitó la cabeza, como para ahuyentar la sensación, pero persitentemente continuó allí.

Terminó de alistarse para meterse a la cama al tiempo que sus recuerdos evocaban la entrevista con Villepame. Su cuerpo reaccionó violentamente ante la evocación de su imagen. Su corazón se aceleró. Un nudo grande y opresivo se instaló en su estómago. Un deseo insoportable se adueñó de todo su ser.

Necesitaba desesperadamente yacer con él, satisfacer todas sus demandas en la cama como hacía un rato había deseado satisfacer sus demandas laborales. Quería tenerlo, sentirlo, poseerlo... y a su vez quería someterse a Villepame. Involuntariamente comenzó a temblar mientras el té se enfriaba en su mesa de luz, aún intacto.

Corrió a la ducha, y con su pijama y todo se metió bajo el agua helada para calmar su confusión. Al cabo de un minuto o dos el frío se impuso a todas sus emociones y tiritando, tomó una toalla y volvió a la habitación.

Rendida por el cansancio, ya sin poder pensar más en su extraño comportamiento, se acostó desnuda y se arrebujó entre las frazadas. Casi automáticamente se durmió.

Al principio su sueño fue reposado. Pero a medida que avanzaba la noche y el amanecer se sentía más próximo, los sueños de Christine comenzaron a volverse oscuros, dolorosos, angustiantes.

Se vio arrastrada en una interminable espiral que repetía una y otra vez la noche anterior, donde todo el elenco, productores, guionistas, incluso el personal de la limpieza se iba transformando poco a poco en monstruosidades que la perseguían, la acosaban, la apresaban y la ofrecían a un terrible Villepame.

Poco quedaba del deseo que había experimentado por él. Ahora, esa versión distorsionada que habitaba en la interminable pesadilla sólo le provocaba asco y repulsión. Sin embargo no podía alejarse de su abrazo, y con desesperación sentía como sus manos, viejas, ajadas, casi sin carne, la tocaban en forma lasciva por dentro de su ropa y su boca putrefacta sellaba la suya con un beso que apestaba a muerte al tiempo que su lengua viscosa y negra profanaba su interior, impidiéndole gritar, dejándola sin respiración, drenándole la vida, succionando su alma.

Cuando ya creía que iba a morir, un grito agudo escapó de su garganta y sus pulmones se hincharon de aire fresco, al tiempo que, del susto, se sentaba repentinamente en la cama.

Todo había sido un sueño. Un maldito, un fucking sueño. Sin embargo, la muchacha tenía la certidumbre de que allí algo no andaba bien.

Mientras su corazón se tranquilizaba y el sudor frío que la invadía se iba secando, se levantó para buscar el cuaderno que siempre la acompañaba. Aquel que solo ella podía leer, ese que contenía todo lo que había podido averiguar de ese otro mundo desconocido para el común de la gente, ese que sólo se veía en los films de terror.

Con la cabeza más despejada decidió que debía investigar qué extraños sucesos habían alterado su comportamiento la noche anterior. Hasta ahora no había nada que indicara a las claras que SNL era una tapadera del inframundo, pero su instinto, finamente desarrollado por noches de paranoia e investigación, comenzaba a tirar de ella como un imán. De alguna manera sabía que Villepame y su séquito de adoradores algo malo ocultaban y ella lo sacaría a la luz a como diera lugar.
 

Notas de juego

Buf, quedó super largo... pero sabés que me encanta desvariar en mis escenas privadas XD

Lamento la tardanza, la semana pasada he cambiado de área de trabajo (siii, por fin lo conseguí) y aún estoy adaptándome al nuevo ritmo XD

Ahora deberé meterle caña con Conrad... aunque aún no sé que hacer con el maletín ese XD (podría usar Auspex para saber sobre la naturaleza de lo que contiene? es decir, si es peligroso o no... supongo que visión de rayos x no tengo XD) 

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10/11/2010, 22:57
Director

Notas de juego

 No te preocupes por la longitud del post. Como siempre, es un placer. Echaba de menos estos posts! ;)

Con Chrsitine seguiremos cuando todo el mundo esté preparado para el nuevo día. (Falta muy poco!). Respecto a Conrad y su Auspex... sí, podrías utilizar esa disciplina para saber cosas acerca del maletín. Así, por lo pornto, puedo decirte que, mediante el uso de psicometría, Conrad sabría algo de la historia reciente del objeto y de la última persona que lo tocó.

Siendo que es algo inocuo, te adelanto los resultados de dicho uso del Áuspex. La última persona que lo tocó es vagamente familiar, y estaba cargada de buenas intenciones, alegría y mariposas en el estómago. La sensación es nebulosa y, al entrar en ese trance, Conrad puede sentir cómo las esquinas de la habitación parecen combarse hacia dentro, y susurrar balbuceos incomprensibles. Lo que es indiscutible es que hay algo de felicidad casi infantil en el maletín.

Mañana más, que me reclama mi estómago.

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18/11/2010, 22:00
Conrad Jackson

Al entrar en su habitación, decorada de manera muy minimalista y modernosa, no halló a nadie. Tan sólo un maletín negro descansaba sobre la cama king size que dominaba la estancia.

Revisó rápidamente los placares por si alguien se había ocultado allí y luego reparó en la ventana abierta. Él nunca dejaba sus ventanas abiertas.

Se asomó al agujero, aún bañado por la luz de las estrellas y los neones esperando encontrar a alguien en la cornisa, pero no había nadie. Miró hacia el piso y a ambos lados de la calle ya que no había otro sitio donde esconderse. La escalera de emergencia hacía años que había sido qitada de allí con lo cual quien quisiera que hubiera entrado en la casa de Conrad, no podría haberla utilizado para huir.

Salvo que... No, no podía ser... ¿quien se atrevería a irrumpir en el refugio de uno de los de su clase con tanto descaro? Con una mala premonición, volvió a meter la mitad de su cuerpo que colgaba en el vacío dentro de su dormitorio y se acercó al maletín.

El alba se acercaba, podía sentirlo en los huesos. ¿Qué hacer? No podía arriesgarse a abrir el maletín. Quien fuera que lo hubiera dejado allí podría quererlo muerto. Una repentina paranoia comenzó a invadirlo mientras hacía fuerza por mantener los ojos abiertos y su cuerpo comenzaba a pesarle.

Debo descansar... ahora... pero antes medesharé del maletín.

Con cuidado tomó el asa del objeto y como otras veces anteriores, algo extraño ocurrió.

Una especie de trance invadió a Conrad. La realidad parecía distorsonada, todo a su alrededor parecía combarse, replegarse sobre si mismo, volverse difuso. Mientras sus ojos le mostraban esa estrambólica visión, el resto de sus sentidos y su psique se vieron invadidos de igual manera. Dulces aromas, la suavidad del algodón, una nana de su infancia, alegría aniñada, algo parecido al enamoramiento adolescente. Buenas intenciones. Familiaridad.

Mientras el astro rey anunciaba su llegada, un Conrad congelado en el espacio, balbuceaba cosas incomprensibles al vacío mientras su ser experimentaba una conexión extravagante con la persona que había llevado hasta allí el maletín. El trance terminó, justo un par de minutos antes de que el sol empezara a extender sus poderosos rayos.

Con la mayor rapidez posible, el guionista se aseguró de que la oscuridad fuera completa en su habitación y, dejando a un lado el maletín se entregó al sueño de la muerte que lo invadía cada amanecer. No sabía quién había llevado el portaflios a su casa, pero la seguridad de que no se trataba de una amenaza lo hizo relegar el asunto hasta la llegada de la noche siguiente.