Partida Rol por web

Ramón, casi como si fuese un zombi, abre el tapón y se bebe el contenido... es un líquido viscoso con un sabor que nosabría definir, le hacía sentir como su cuerpo cambiabadesde dentro, notabacomose curaban heridas y golpes, como los huesos se recolocaban, como los múscilos se relajaban... era casi como volver a nacer... no sabía explicarlo de otro modo.
 Aunque no había podido salvar a su amigo, almenos sobreviviría por él para poder honrarle con su propia vida....

Comenzáis a subir los tres por la cuesta hacia la ciudadela con paso decidido hasta que, de repente, un chillido horroroso suena a vuestras espaldas. Al giraros veis a lo lejos una hueste de ángeles castigadores, montados en bestias aladas, que están cruzando la laguna de las lágrimas con el aparente propósito de asaltar la capital del Infierno.

Los gemelos os arden con cada paso, pero corréis todo lo que vuestras fuerzas os permiten y llegáis a las puertas de Dite, que se abren dejando ver en su umbral a un hombre que ya conocéis con una serie de criaturas demoníacas a sus espaldas.

—¡Jajaja! ¡Es triste que hayáis llegado tan lejos para nada! —dice Hierónimus sin poder aguantar las carcajadas—. Gracias a Belzebuth he logrado llegar antes que vosotros y he abierto las puertas de la prisión de las bestias de Abbadón. ¡Ha llegado el Apocalipsis!

Y con vosotros en medio, las huestes del cielo cargan contra las bestias demoníacas y los muros de la ciudadela.

A Alarico poco le falta para que los ojos se le salgan de las cuencas. Al ver el panorama, se queda petrificado, Hierónimus resulta ser un agente del demonio y no de Dios, como decía en vida, o en la tierra...a estas alturas ya no discernía.

Ya no entendía nada, pero no pretendía morir por nada, si el propósito de entregar el cáliz los había llevado hasta allí, terminaría con su cometdo, para bien o para mal, aferrando fuerte el zurrón, comenz´0 a correr, intentando traspasar las huestes del demonio, y quedar de espaldas al combate. Su intención: llegar a junto Lucifer, y entregarle el cáliz.

-Por aquí chicos!!!

Todoro había quedado impactado por lo que le había ocurrido a Roderic y al igual que Alarico pensaba que la única forma de salir de ahí no era correr y quedarse parado. Hacía unos años, tras la vuelta de el asalto a un castillo por parte de los soldados de Don Ramón, Teodoro había preguntado por curiosidad a uno de ellos como eran capaces de luchas en medio del combate cuando un numero indeterminado de espadas surcaban el cielo. La respuesta del soldado fué que eran capaces de luchar por que desde el principio se consideraban muertos y eso les hacía perder el miedo a algo que ya eran y es ahora cuando Teodoro comienza a entender esa frase...

- VAMOS ALARICO! VAMOS RAMÓN! NO MORIRÉ SIN INTENTARLO NI DEJARE QUE RODERIC SE AVERGUENCE DE NOSOTROS!

Dice mientras carga una flecha en su arco y comienza a correr a realizar la entrega.

 Ramón desnfunda su espada y fija su mirada en el infinito tras las hordas del infierno con Heironeus a la cebeza... Tenía una cuenta pendiente... muy grande con el Sacerdote, pero tendría que postergarlo...

 Con la renovada fuerza de sus músculos, gracias a la poción, Ramón corrió hacia alante como perseguido por todos los demonios del infierno... que casi era el caso...

- Vamos chicos!! tenemos que logralo! arrasaremos el infierno!

Corréis, esquiváis y golpeáis con un claro objetivo: pasar al otro lado con vida. A vuestro alrededor las criaturas de ambos bandos luchan con una ferocidad nunca antes vista por vuestros ojos tanto en tierra como en el aire. Cabezas, brazos, alas y otros miembros surcan por encima de vuestros cuerpos azuzándoos a que os deis prisa.

Finalmente, cruzáis el portón de la ciudad y dejáis atrás el combate. Sin duda el bajo número de combatientes y el hecho de que gran parte de ellos volase os han facilitado las cosas, aunque no tanto como para que no hayáis tenido que salir a rastras acompañados de golpes y cortes. Antes de que os alejéis por completo podéis distinguir un grito horroroso que sin duda sale de la boca del monje.

Y corréis como alma que lleva el diablo mientras la realidad se deforma y, sin saber cómo, vais a parar a un salón con un trono de roca volcánica. En el os espera un ser de aspecto de muchacho joven, casi adolescente, con un par de alas de águila negra a su espalda. Su rostro es tan inhumanamente hermoso e impasible que no podéis mirarlo fijamente más que un instante. Tembloroso le arranca de las manos a Alarico la copa de barro, llena inexplicablemente de un líquido claro, y se la lleva a los labios para beber largamente…

El Infierno se estremece y, antes de sumergiros en la piadosa inconsciencia y el olvido, podéis ver como un puño negro surge del Infierno y otro blanco baja de los Cielos a su encuentro para estrecharlo.