Partida Rol por web

Scripta Barchinone

Preludio: El prelado Charles de Lupo

Cargando editor
Cargando editor
19/08/2010, 18:27
Director

—Mi señor, tres encapuchados montados en mulas solicitan que se les abran las puertas del castillo.

— ¿Tres encapuchados? —Richard parecía molesto por la interrupción—. ¡Pues qué esperen! ¿Acaso no veis que estoy aun cenando? Ni siquiera he tenido tiempo de probar la gallina en espetón.

—Pero señor —el criado bajo la mirada—, afirman ser representantes del Papa Luna.

—Maldita sea, ¿por qué no lo dijiste desde el principio? —el tono brusco había desaparecido— Abridles las puertas de inmediato y traedlos ante mi.

—Sí, mi señor.

—Disculpa la intromisión —dijo Richard dirigiéndose a Ramón—, no esperaba que fuéramos a tener visita esta noche. Me temo que tendrá que esperar para escuchar el final de la historia del asedio… 

Varios minutos después, el criado volvió a aparecer por el arco de la puerta anunciando la llegada del diácono Charles de Lupo, junto con sus dos servidores, así como la solicitud de licencia de estos para hablar a solas con el señor del castillo. Rápidamente y de buen grado el barón se levantó —no sin antes disculparse de nuevo con el joven noble que le acompañaba en la mesa— y se dirigió hacia la sala adyacente, preparada para visitas y reuniones más privadas, mientras hacia un gesto al criado para que trajese a los invitados hacia allí. 

Al instante, y seguidos por el criado, entraron al salón tres hombres vestidos con hábito. El más viejo de ellos dedicó una pequeña reverencia a Ramón, a modo de disculpa, antes de desaparecer tras la puerta de la sala contigua. El joven infanzón continuó con la cena sin su señor, tal y como este le había pedido, escuchando levemente las voces que intentaban atravesar la roca, salvo cuando el criado, que iba y venia ajetreado, abría la puerta para servir al señor y a sus invitados.

Notas de juego

Puedes tratar de escuchar algo superando una tirada de escuchar (con un bonus de 20% por las idas y venidas del criado).

Para hacer la tirada tienes que darle al D20 blanco que hay en la esquina superior derecha. Seleccionas el tipo de dado necesario, escribes el motivo para que quede claro y en dificultad pones tu porcentaje de habilidad más los bonus o malus que haya podido darte (teniendo en cuenta que hay que poner "sacar igual o menos que").

Por último, no olvides marcar en destinatarios "Solo para el director".

PD: Te recomiendo que te descargues la imagen de la ficha de personaje para así tenerla a mano a la hora de escribir las dificultades.

Cargando editor
19/08/2010, 21:30
Ramón Díaz
Sólo para el director

En ocho años de servicio como guardia de Ricardo, nunca había dejado una cena a media, ¡ni mucho menos una historía sobre el asedio!, sabía que él había venido aqui para servir al Papa Luna, y en estos ocho años tampoco habíamos recivido noticias directas de sus representantes así que esto debía ser verdaderamente importante... debido a que tratar de escuchar abiertamente sería una descortesía, estuve tratando de escuchar mientras mareaba la cena y daba algún bocado casual. Simón, el viejo sirviente, no paraba de entrar y salir de la habitación llevando y trayendo cosas con mucha más prisa de la habitual, gracias a eso, y a la potente voz de Ricardo, conseguí sacar algo de información, ya que de los emisarios era imposible, hablaban demasiado bajo...

 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: escuchar
Dificultad: 55-
Resultado: 55 (Exito)

Cargando editor
19/08/2010, 22:43
Director

Rámon continuó comiendo sin hambre por puro disimulo, mareando la comida y tratando de alargar la cena para poder escuchar el asunto que había traído aquí a esos representantes del Papa Luna. Era difícil no oír la fuerte voz del barón, especialmente cuando negó que la Orden de Montesa —de la que es miembro— tuviera algo que ver con el ataque que habían sufrido. Por lo que pudo oír a continuación, Ramón supo que el anciano Papa siente que sus días se acaban y esta dispuesto a dejar la mitra y las llaves de San Pedro a quien corresponda, para acabar de una vez por todas con el Cisma que sufre la Iglesia Cristiana, antes de reunirse con el Creador. 

Tras varios minutos más de conversación inaudible para Ramón, salieron por fin los tres clérigos guiados por el criado y desaparecieron igual que llegaron. El barón, después de demorarse unos minutos más murmurando para si, salió derecho hacia el asiento que había dejado libre. Por un momento pareció que los representantes nunca habían llegado aquí. Incluso Ramón esperaba que el barón retomara la historia por donde la había interrumpido, como si nada hubiera pasado. 

—Me temo que tendréis que viajar a Barcelona —Richard terminó la copa de vino que había dejado a medias—. Deberéis escoltar a Charles de Lupo hasta allí, Ramón.

Cargando editor
21/08/2010, 15:36
Ramón Díaz
Sólo para el director

Aunque un poco sorprendido por la forma de desprenderse de él y dejarlo marchar hacia Barcelona, no tuvo Ramón más remedio que aceptar, pues estaba dispuesto a cumplir con las órdenes de su señor como si su propio honor estubiese en juego, eran ya muchos años de conocerse, y si algo era tan importante para Richard como para separarse, debia ser una empresa digna de ser llevada a cabo.
 

 - Está bién, yo mismo lo escoltaré hasta Barcelona, estará tan seguro como con vos mismo, mi señor.

¿Estaba tan seguro de eso como con la seguridad qu sonaba su voz?... en verdad casi tenia miedo por dentro...

Cargando editor
21/08/2010, 17:45
Barón Richard MacCormak

 —Sabía que podría contar contigo —el barón estaba satisfecho—. Procúrate tres de mis hombres, cualesquiera de la fortaleza, que creas necesarios.

—Sí, mi señor —el rostro de Ramón parecía albergar dudas.

—Os proporcionaré caballos para quienes sepan sostenerse encima de la silla y mulas para el resto. Siguiendo la ruta de la costa no tardareis más de cuatro días en llegar a la ciudad Condal —dijo Richard con toda seguridad.

—Estaremos de vuelta en seis días —contestó Ramón, siempre servicial.

—Bien —Richard sonrió antes de llevarse la copa de vino a los labios.

Cargando editor
21/08/2010, 17:46
Director

El olor y humo de la leña rodeó a Ramón al entrar en la taberna. Ya era bastante tarde, pero el infanzón esperaba encontrar allí a ese cazador. Ni siquiera era capaz de recordar su nombre —de hecho le costaba hasta recordar su cara—, pero sabía que no encontraría a nadie mejor que él por aquí en cuestión de supervivencia. Aunque el viaje iba a ser corto, Ramón prefería ser ante todo precavido. Aun se avergonzaba recordando aquella vez que él y sus soldados tuvieron que huir de su posición, abandonando todo en el campamento, y ninguno de sus hombres fue capaz de encontrar comida ni agua en dos días. 

Por suerte para Ramón, Teodoro «el certero» no era alguien dispuesto a faltar una noche a la taberna y allí estaba él.

Cargando editor
22/08/2010, 12:28
Ramón Díaz

 Aunque la taberna no estaba atestada había aun bastante gente para la hora que era. Tratando de no perder mucho tiempo empezó Ramón su búsqueda, sabía que... el cazador... solía sentarse por la zona cercana a la lumbre y relataba historias de cazadores a los que estaban dispuestos a escucharle.

Tras recorrer el sitio un par de veces con la mirada y no dar con él, hubo de preguntar a un hombre cercano, no fue pequeña la sorpresa de Ramón cuando le indicó que era el hombre que en ese momento salía por la puerta y acababa de pasarle por al lado. Con un par de pasos largos consiguió alcanzarlo.

 - Ejem... eeh... hola, soy Ramón, infanzón al servicio del Barón Richard y tengo una misión para ti.

Cargando editor
22/08/2010, 17:42
Teodoro

Teodoro pretendía ir ya a casa, pero al salir por la puerta un caballero bien peripuesto le dijo algo que apenas pudo escuchar por habersele subido el vino pero comprendió la palabra "misión", a lo que Teodoro contestó:

- ¿Una misión? (miro al hombre de pies a cabeza), Yo solo trabajo para mi señor el Barón Ricardo, aun así tengo algo de tiempo para escucharos si lo aderezais con una copa de vino peleón.

Cargando editor
24/08/2010, 12:52
Ramón Díaz

Ramón condujo dentro al cazador, Teodoro, de vuelta a la taberna. Se sentaron en una zona un poco apartada, donde poder hablar a gusto. 

—Precisamente se trata de un encargo del barón —dijo el infanzón con una copa de vino entre las manos—. Debo escoltar a cierta persona hasta Barcelona y para ello Richard me permite llevar dos de sus hombres. Partiremos al alba, seguiremos la ruta de la costa a caballo y estaremos de vuelta en seis días. Eso es todo lo que necesitas saber la misión, ahora bien, ¿qué me decís? 

Notas de juego

Editado por el director. Para la próxima intenta hacerlo de esta forma, en lugar de decirme a mi lo que haces.

Cargando editor
25/08/2010, 00:27
Teodoro

Teodoro siguió lo que el caballero le indicó y entro de nuevo, escuchó sus palabras y dijo:

- No digáis más, si mi señor lo ordena allí estaré yo, pero no quisiera meterme en camisas de once varas con este asunto, ¿Podríais mostrarme una prueba de lo que decís? y si no es molestia, ¿Por qué yo para tan dura tarea?. Si contestais a estas preguntas mañana al alba partiré con vos donde Dios quiera destinarme.

Cargando editor
25/08/2010, 10:50
Ramón Díaz

Aunque un poco perplejo por la respuesta de Teodoro, Ramón trata de seguir adelante.

 - Carezco de "pruebas" más haya de ser un infanzón al fiel servició del Barón, y que es su orden y mandato que parta al alba con sus caballos y mulas, y si de verdad pensais que es "tan dura tarea" quzás no seais el adecuado, peusto que estamos hablando de un simple viaje a Barcelona... Disculpadme...

 Tras eso Ramón se levanta léntamente, esperando algún tipo de respuesta...

Cargando editor
25/08/2010, 12:20
Teodoro

Teodoro se da cuenta de su error al oir las palabras de Ramón, y rapidamente se pone en pie y dice:

Perdonad mi desconfianza, pero debeis entender mi sorpresa por una tarea tan fuera de lo común, nunca he salido de esta villa y de sus bosques. Me despediré de mi hijo y partiremos al alba si aún deseais mis servicios.

Cargando editor
25/08/2010, 19:49
Ramón Díaz

 Con media sonrisa Ramón volvio a sentarse y apuró su copa de vino.

 - Bien, mañana al alba en la misma entrada de esta taberna nos veremos. Ahora debo irme a buscar a otro miembro para nuestro grupo. Buenas noches Teodoro.

 Ramón se levantó y se despidió con un gesto de cabeza de Teodoró, dejando una moneda encima de la mesa, para pagar los vinos. Salió de la taberna y se encaminó a la búsqueda del otro miembro del grupo, un viejo conocido de juventud...

Cargando editor
26/08/2010, 09:19
Teodoro

Teodoro devolvió el saludo, terminó su vino y se fue a casa meditando sobre el viaje que le esperaba, era la primera vez en mucho tiempo que se separaba de su hijo y quería tener tiempo para despedirse de el antes de partir además de praparar todos los aparejos y el poco equipaje que un cazador necesitaba.

Notas de juego

Creo que aquí termina esta parte master.

Cargando editor
26/08/2010, 13:13
Director

Ramón salió de la taberna y se encaminó a la búsqueda del otro miembro del grupo, un viejo conocido de juventud. Tras media hora de búsqueda por las murallas de la fortaleza, consiguió encontrar al almogávar haciendo guardia frente a la vieja torre romana. Roderic vio al noble encaminarse hacia él y rápidamente se puso más derecho, mirando hacia la infinita noche.

Cargando editor
26/08/2010, 17:03
Ramón Díaz

 Ramón subiendo la escalera con una sonrisa saludó a su viejo amigo Roderic.

 

- Descansa Roderic, descansa y déjame pedirte un favor. He recivido una misión del Barón y me ha pedido que escoja a dos de sus hombres para acompañarme. No es nada complicado, pero me da seguridad llevarte conmigo, ya sabes. Solo tenemos que acompañar a unos monjes hasta Barcelona... bueno, escoltarlos, por si pasase algo, son emisarios del mismísimo Papa Luna...¿aceptarás unirte una vez más a las aventuras con tu amigo Ramón?

 Con una sonrisa y la mirada perdida en el horizonte, Ramón esperaba la respuesta de su amigo...

Cargando editor
27/08/2010, 12:32
Roderic

Roderic tardó unos instantes en salir de su ensimismamiento – llevar horas mirando la quietud de la torre era, cuanto menos, soporífero – y reconocer el rostro y la voz de su interlocutor. “¡Vaya, Ramón!” Reconoció sin duda la sonrisa de su amigo, que le hacía una pregunta sabiendo con creces que aceptaría.  Era la última visita que Roderic esperaba recibir aquella noche, y seguramente la más grata que tendría. El almogavar asimiló alguna de las palabras de Ramón y se apresuró en contestar:

 

-         ¡Ah, Ramón! ¿del mismisimo Papa Luna diux? Clar que si, amic, compta amb mi, que vos acompanyare amb molt gust. Será bo estar otra volta en moviment. Solo diume cuando partim y estaré list.

 

Estrechó la mano de Ramón, acordandose de aquellas inventadas trifulcas de amigos que sin duda les habían llevado a las que ahora eran sus vidas, y esperando ultimar los detalles de la mencionada misión.

 

Cargando editor
27/08/2010, 13:42
Ramón Díaz

 Ramón estrechó la mano que Roderic le tendía y empezó a irse mientras le decía los datos de la salida.

 - Mañana al amanecer, frente a la taberna de la calle de las islas, ve con equipo de viaje, tardaremos unos 6 días con los caballos y mulas del Barón.

 Y siguió abanzando sin mirar atrás, camino a su casa, a su cama, donde le esperaba una corta noche de sueños tranquilos...

Cargando editor
27/08/2010, 18:56
Director

Ramón no tuvo demasiado descanso. Tal y como había ordenado a su criado, fue despertado tras un par de horas de sueño. El alba aun no había llegado, pero faltaba poco y aun tenía que bajar a los establos para seleccionar las monturas y terminar todos los preparativos del viaje. Apenas tomó un poco de agua y pan, pues antes de un viaje siempre tenia el estomago cerrado, especialmente si partía temprano. Después del corto desayuno trató de reunirse con el diácono, pero no hubo manera. Lo máximo que consiguió fue dejarle el recado al criado del barón que les atendía, confiando en que este informaría a Charles antes del alba. Terminados todos los preparativos, Ramón partió hacia el lugar de encuentro a pie, guiando a los tres caballos. Cuando llegó, la calle estaba desierta. 

—Aun es pronto —dijo Ramón mirando al este. 

Tras pocos minutos, con los primeros rayos de luz despuntando, Ramón se percató de algo que había pasado por alto. Había una niña en el suelo, bocabajo, en el callejón de enfrente.