Partida Rol por web

Notas de juego

Lázaro es un tipo de estatura media y más bien delgado. Pelo oscuro y rizado y ojos claros. No es alguien muy agraciado, aunque es ágil y tiene buena vista. Es un tipo discreto y callado, aunque a veces muy impulsivo. Asaltante impasible, posee un gran manejo del arco, lo cual le ha reportado su sustento(cazando y robando) en su continuo mal vivir por los caminos de Castilla.

INICIOS
Lázaro nació en una familia de campesinos en Arbelo, una diminuta aldea en lo profundo del valle del Mena, en Burgos. Sus padres eran pastores de ovejas, cuidadores del rebaño de don Marcial, noble cuyo castillo se erigía en mitad de aquella zona del valle. Lázaro y su hermano Honesto acompañaban desde muy pequeños a sus padres al campo, y adoptaron la vida de pastor conociendo el oficio y sus dificultades. A la edad de ocho años sabían mover el rebaño con facilidad y mantener a raya a las ovejas a través de sus perros. Aquel oficio permitía a Lázaro moverse de un lado a otro y deleitarse con las vistas del valle cuando subía a los montes. Claro que, en las frías noches de invierno, trasnochar a la intemperie o en pequeñas chozas no era sino harto insufrible, por no decir peligroso. En pocos años Lázaro y Honesto se hicieron pastores de pleno derecho: conocía el valle, los pájaros, las tierras y también las alimañas. No faltó el momento en que hubieron de dar cuenta de sus arcos para proteger su ganado de los lobos salvajes.

Durante un lluvioso otoño se contaba en Arbelo y más al norte que una partida de alimañeros había llegado al valle para acabar con la plaga de lobos que don Marcial sufría en sus tierras. Honesto aseguró que había visto a alguno de esos cazadores: tipos fuertes y muy bien armados.

Ocurrió que antes de la llegada del verano una de las manadas de lobos expulsadas se dirigió al sur, hacia las zonas de pastoreo de Lázaro y su familia. Durante una de las noches, cuando estaban todos dispuestos a refugiarse en una cabaña de piedra, dos lobos se abalanzaron contra Honesto, haciéndole rodar por la ladera de la montaña. Lázaro se encontraba ya durmiendo en el interior. Sus padres, que se se recogían las últimas ovejas, corrieron con sus cayados y cuchillos tras su hijo y junto a sus perros se abalanzaron contra las bestias. Más lobos aparecieron y en el borde del peñasco les dieron muerte a los padres. A Honesto lo hicieron caer por el precipicio. Lázaro despertó entonces alertado por los aullidos y los gritos y tomó su arco. Cuando llegó al lugar de los hechos encontró los cuerpos de sus padres y dos lobos atravesados con la hoja de los cuchillos. Vió al resto de la manada huir hacia unos árboles. Fue entonces cuando Lázaro escuchó la voz de su hermano: estaba tendido en el vacío del precipicio. Sin tiempo de llorar a los suyos, el joven bordeó el peñasco en una zona próxima aunque de gran altura y consiguió tomar de la mano a Honesto, aupándole y poniéndole a salvo. Habiéndose recuperado, pusieron esa misma noche caza contra las alimañas que habían devorado a sus padres. Ambos hermanos, expertos arqueros consiguieron localizar a tres de ellos y darles muertes.

INFLEXIÓN
Tras la muerte de sus padres Honesto y Lázaro siguieron ese verano con el pastoreo en el Mena, aunque la situación se complicó con don Marcial: las manadas de lobos estaban acabando irremediablemente con sus ovejas, pues cada vez llegaban más de la zona norte del valle. La solución de los cazadores había sido remedio en una parte de las tierras del noble, pero desastre en los lugares donde los hermanos pastoreaban. Cuando apenas hubo rebaño que cuidar, Honesto y Marcial hubieron de buscarse la vida en otros oficios: como mozos de cuadra, porqueros, alimañeros en ciertas ocasiones y hasta de aprendices de herrero.

A comienzos de Septiembre Lázaro supo que los cazadores contratados aún segúian peinando el valle de Mena. Movido quizá por la falta de recursos, éste le propuso a su hermano requerirle a aquellos hombres un dinero en compensación con lo sucedido. Honesto rechazó cualquier disputa y advirtió a Lázaro que no se metiera en problemas. Claro que, el joven Lázaro hizo caso omiso: una noche de luna llena siguió a la partida de hombres hasta el monte del Remoral, donde se encontraban rastreando a unas bestias, y escondido entre los árboles comenzó a disparar contra ellos, sin siquiera advertir palabra. Abatió a tres sin problema, refugiado en la oscuridad de la noche, e hizo lo propio con los otros dos restantes mientras corrían monte abajo (los cuáles se habían percatado de que alguien les emboscaba y ahora huían).

Al día siguiente Honesto, que trabajaba ya regularmente en una herrería en una aldea cercana a Arbelo colocando herraduras y ayudando al maestro de la fragua, se encontró en su zurrón una bolsa con cien maravedíes de oro. Cuando divisó asombrado el inaudito tesoro, Lázaro ya se encontraba muy lejos, huyendo por los caminos profundos del valle del Mena con la mitad de la recompensa de aquellos hombres. Y asaltar en los caminos comenzó a ser un buen negocio para él.

FINAL
Aquellas tierras burgalesas parecían realmente olvidadas y eran perfecto lugar de fechorías; eran realmente transitadas a través de sus veredas por aldeanos, carretas, viajeros, jinetes y otras gentes de mal vivir. Lázaro no podría regresar a Arbelo por miedo a una posible represalia (aunque nadie le hubo de ver al atacar a aquellos cazadores). Un tiempo pensó en volver al pastoreo que su padre le enseñó, pero en poco tiempo logró hacerse con más dinero que el que había podido ver junto alguna vez en su vida: esperaba agazapado tras árboles o rocas grandes y disparaba su arco contra los jinetes solitarios que se aventuraban en los caminos, aprovechando luego para saquearles todo lo posible. Se dió cuenta que muchos de ellos eran comerciantes y ricos burgueses, pues la ciudad de Burgos, no muy lejos de Mena, era un lugar en auge de negocios crecientes. En poco tiempo pudo vender caballos, pequeños objetos de valor y alguna que otra joya, aunque lo que más le interesaba era el propio dinero, pues prefería acumular efectivo que posesiones para luego vender. Su vida pendía de los asaltos, aunque a veces alguno de ellos le reportaba tal riqueza que podía esconderse algún tiempo en las recónditas posadas del valle antes de volver a las andadas.

Durante un tiempo hubo de asociarse con otros tres tipos, asaltadores como él que manejaban tan bien el bracamante o las hachas como Lázaro el arco. Apodaron al joven “el Randa”. De esta manera consiguieron botines más grandes y suculentos. Ocurrió que una vez uno de estos maleantes se enteró de la marcha hacia Burgos de varios hombres con un cargamento tirado por mulas. En un estrecho y largo recodo entre dos peñascos Lázaro y sus compinches se abalanzaron sobre ellos asaltándoles. Uno de ellos era Honesto, que llevaba piezas para vender en la ciudad. Cuando Lázaro se percató de ello ordenó desesperado detener la emboscada, pero los tipos hicieron caso omiso. Por ello comenzó a disparar contra los bandoleros con los que compartia fechorías. Uno de ellos cayó, y los otros dos huyeron. Honesto miró con tristeza a su hermano, y aquella mirada le empujó a marchar definitivamente del valle del Mena, llevando sus pasos hacia el norte, hacia los caminos asturianos antes de llegar a Oviedo.

Notas de juego

Edit: Bueno, realmente no importa demasiado que no lleves montura, incluso viene bien sobre todo para la primera parte de la historia.

Notas de juego

Una vez corrijas eso le hago una revisión más definitiva.