Partida Rol por web

Entre trago y trago de ron, Keira había estado escuchando historia de Edward. Se quedó pensativa, con la mirada prendida en el mar, mientras la brisa marina acariciaba su rostro. 

Entrecerró los ojos mientras sentía como la rabia trepaba desde su estómago. El ron continuaba haciendo de las suyas. Quizás, si en otro momento hubiera escuchado aquella historia, le habría sabido mal pero era algo que no le atañía. Pero ahora, con el alcohol en su sangre y los sentimientos a flor de piel, se sintió enfurecida.

- No soporto a los esclavistas... Nadie tiene derecho a interponerse en la libertad de la gente... Siento que no te saliera bien y que todo fuera una trampa. Yo hubiera hecho lo mismo... - Le dijo, lanzándole una mirada de soslayo. En aquel momento se escuchó la campana que indicaba el toque de queda. Los marineros empezaban a moverse, dirigiéndose hacia sus respectivos sitios. Keira se volvió a mirar nuevamente a Edward y enarcó una ceja mientras le volvía a llenar la copa. 

- Tenemos que ir a descansar... - Le dijo guiñándole un ojo y dándole un último trago a la botella... 

Eso parece... levanta el rostro para sentir por ultima vez la refrescante brisa del mar, y se prepara para marcharse a su camarote. El comentario de Keira sumado a los efectos del alcohol lo habían desorientado un poco. Ahora realmente no sabía que pensar de aquella joven pirata. 

¿Realmente ella pensaba igual, o solo le decía lo que quería escuchar? Demasiadas interrogantes y muy poco tiempo para resolverlas. Edward nunca busco la aprobación de nadie, y era muy extraño recibirla, pero a su vez se sentía muy agradable. 

Un placer Ma Dame Lemarcks hace una torpe reverencia obviamente afectada por el exceso de alcohol, derramando el contenido de su copa -vuestra presencia a resultado tan dulce como el ron de esta botella.

Se dispone a entrar nuevamente para dirigirse al camarote de Pol, mientras decide beber el último trago. Enarca una ceja y una peculiar expresión de decepción se apodera de su rostro al descubrir su copa vacía. mierda...

Keira se rió al ver a Edward intentando beber de su copa vacía. - Buenas noches... - Le dijo con un guiño de ojos y se dirigió hacia los camarotes. Caminaba haciendo eses y tuvo que apoyarse un par de veces en la pared para esperar que todo dejara de dar vueltas. Finalmente entró en su camarote y cerró la puerta tras de sí...

Keira entró en su, otrora, camarote. Ahora ya no podía decir que era de su propiedad, aunque actuara como si así lo fuera. Abrió la puerta, entrando de espaldas para despedirse de alguien. Había olvidado la presencia de las otras mujeres y tropezó con una una de las esterillas, haciendo que trastabillara y estuviera a punto de caer de culo. 

Miró hacia sus pies y empezó a maldecir en voz baja.

Caminó hacia su cama. Pero ésta parecía estar más lejos de lo que acostumbraba a estar. En su mano portaba una botella de ron prácticamente vacía, quizás le quedaban dos tragos que la joven no tardó en apurar. Caminaba haciendo eses y riéndose por lo bajo.

Cuando llegó a la cama se quitó las botas, dejándolas por allí en medio, y se estiró sobre ella, con los brazos completamente abiertos y la mirada vidriosa.

- Todo da muchas vueltas... - Se quejó y aspiró con fuerza, intentando centrar su mirada... Aunque una risa salió de sus labios...

Os levantáis al amanecer, con el repiqueteo de la campana llegando a vuestros oídos desde la cubierta. Apenas tomáis agua y una fruta para desayunar y os colocan en las tareas que os asignaron el día anterior. Salvo que os mováis a algún lado en concreto podéis interactuar de la siguiente forma: Eskjiö, Lidia y Karina pueden hablar entre ellos al estar en cubierta limpiando. Les han dado utensilios para ello (Paños y cubos con agua de mar). Por la cubierta pasa continuamente gente, aunque ésta es bastante grande, así que podéis intentar hablar con otros marineros.

Clady va sola, hacia el timón, donde esta el contramaestre. Al pasar por cubierta puede hablar con los otros tres que están limpiando. Keira esta sola, en lo alto de la torre vigía. Pol y Edward, libres, están en el camarote.

-Buenos días...- murmuro en cuanto abro los ojos.

Me despierto con pocas ganas de hablar como siempre. Antes de que Keira se de cuenta siquiera de que he dormido allí, recojo la esterilla y el resto de mis cosas. Hasta antes de tomar la fruta y el agua, estoy bastante callada pero en cuanto ingiero algo, vuelvo al acostumbrado bien humor de siempre.

-Tened una buena mañana- digo a mis compañeros antes de irme con el contramaestre.

Con paso seguro, me dirijo hacia el hombre que me dará las órdenes a lo largo del día.

- Buenos días, soy Clady. Me han dicho que debía hablar con usted...- me presento.

No... ¿Ya...? Keira escondió su dolorida cabeza bajo la almohada, esperando que la campana dejara de repiquetear. escuchó a Clady moviéndose por el camarote y abrió un ojo, apartando ligeramente la sábana y mirándola con curiosidad. Entonces todo volvió a su memoria y con un gruñido volvió a esconder la cabeza bajo la almohada.

Le tocaba vigía. Le tocaba estar toda la mañana sola bajo el ardiente sol y con aquel dolor de cabeza. Intentó hablar, pero tenía la lengua pastosa y ligeramente inflamada.

Genial, Keira... 

Se incorporó con un gemido y se quedó sentada en medio de la cama, intentando separar las pestañas y saludando a Clady con una mueca, que intentaba ser una sonrisa, y un ligero alzamiento de la mano. Aunque ésta cayó nuevamente sobre el lecho.

- B...Buenos días... - Dijo con voz ronca. Se levantó, arrastrándose por la cama, hasta llegar al suelo. Movió la cabeza de un lado a otro y sus ojos se abrieron como platos, mientras se la sujetaba con ambas manos. 

Se vistió con una camisa limpia y unos pantalones ajustados. Se calzó sus botas y salió del camarote, sorteando los cuerpos de Lidia y Karinna. Estuvo a punto de caer sobre ésta última y tuvo que dar un par de ágiles botes hasta la puerta. 

Tras desayunar algo en el comedor, se dirigió a su puesto de vigía.

Ya era de día, la noche había pasado sin pena ni gloría en otro día más en su vida. Parecía que una manada de elefantes revoloteaban a su alrededor, antes de abrir los ojos recordó donde estaba.... Perfecto, la manada de damás estruendosas ya se han levantado...- Pensaba mientras deseaba estar en algún lugar donde poder permitirse el lujo de estar a solas con sus pensamientos.

Oh, Señor, que poca gracia....- Pensó al segundo siguiente cuando al abrir los ojos una inestable Keira casi caé encima de Karinna, la cual dormía como un oso en pleno invierno...Espero no entrar en combate con mis ¨nuevas compañeras¨.

Instantes después continuó haciendo como si estuviera dormida, para que el resto de sus compañeras no se dieran cuenta. Cuando Keira salió después que Clady del camarote decidió levantarse.Con cuidado de no hacer ni siquiera un sólo ruido, decidió poner en práctica sus buenas dotes de sigilo mientras se vestía y recogía la ¨cama¨ sin hacer siquiera un amago de despertar a Karinna. Al terminar giró sobre sí misma echando un ojo a la habitación de Keira.

Con Karinna dormida y las demás fuera de juego echo un vistazo a la habitación y comienzo a abrir con cuidado los cajones para ver si encuentro algo interesante.

Después de recoger las cosas intentando que no se despierte la bella durmiente, me dispongo a buscar algo de interes sobre hacía donde nos dirijimos o que tipo de gente es con la que hemos topado.

Pues no encuentras nada de nada. No, no hay muebles, hay un pequeño arcón donde está guardada la ropa de Keira, algún que otro libro (de aventuras, novelas), y pertenencias personales (jabón, peine, etc). Nada que te diga lo que buscas.

Habría seguido al joven nórdico y resolver sus diferencias de una vez por todas cuando el gesto de Lidia hizo que cambiara de idea. Hacerlo en ese momento llamaría demasiado la atención y crearía una imagen distorsionada de lo que ocurría en realidad. A solas con Lidia, Karinna había sonreído como toda respuesta en su breve encuentro en los pasillos, considerando que había demasiada curiosidad por un hecho que a ella le parecía completamente obvio.

Tras la cena, y con el regreso de las cuatro mujeres al camarote vio como Keira trastabillaba al tiempo que ella misma necesitaba encontrar apoyo en las paredes de madera del camarote.

Pues sí que vamos bien, pensó entre divertida y estresada, como un pájaro en una jaula de oro... o de madera, agua y sal.

Karinna soñó con extensas tierras bañadas por la nieve, con bosques que cambiaban su ubicación y con el fuego de un hogar. Soñó con canciones en su idioma natal y con pieles de animales cubriendo las camas.

Soñó hasta que las voces de sus compañeras de camarote la sacó de su ensoñación y, pese a que estaba despierta se tomó unos instantes que fingió no estarlo, intentando recordar dónde estaba y cómo había llegado allí.

-Buenos días-dijo en voz baja y áspera por el sueño.

...maldita sea, rezongó en su interior levantándose. Antes de nada, se trenzó la larga melena negra  haciendo que el recogido colgara por su espalda hasta donde ésta perdía su nombre y se ajustó sus ropas. Ropas de hombre modificadas para entallarse al cuerpo de una mujer y no limitar su movimiento o entorpecerlo. Una vez se hubo puesto lo último, es decir, las botas. Enrolló su esterilla, dejándola a un lado donde no incordiara, bebió agua y tomó su pieza de fruta.

-que os sea leve -deseó a Keira y a Clady, cuyos turnos no coincidían con el suyo.

*Turno de limpieza: cubierta*

Karinna se reunió con Lidia y Eskjö cuando les dieron sus utensilios, sus labios se curvaron en una sonrisa divertida cuando su mirada se cruzó con la del hombre.

-¿Qué tal la noche?-preguntó en general por educación aunque esperaba que él entendiera que no podía haber acudido a terminar su reunión y quizá con ello sacara algo de conversación de sus compañeros mientras sostenía sus enseres de limpieza. Se alejó un poco de ellos para comenzar con la labor mientras la trenza en la que tenía recogida el pelo se balanceaba a su paso siguiendo el vaivén natural de las caderas. El andar como le habían enseñado era una de esas cosas que, a no ser que estuviera pensando en no hacer, le salían solas.

Cuestión de educación, suponía.

Tras levantarme en mi camarote con aún mucho sueño, me acerqué a la cubierta algo cansado, hacía tiempo que no dormía en un barco y eso lo había notado. Sin mucha prisa, me acerqué a los utensilios de limpieza, momento en el que Karinna saludó. Tardé un poco en responder, y para cuando lo hice, ella contoneaba sus caderas ante mí, y la trenza del pelo se movía de un lado para otro. La seguí, hipnotizado, en su vaivén, viendo como se movía de un lado para otro, acompañando las voluptuosas caderas de su dueña. - B... Bien... - logré balbucear aún algo atontado. Luego meneé la cabeza en gesto negativo, cogí un cubo de agua, y comencé a limpiar la cubierta fregando con ganas. - En realidad, no dormí del todo bien, hace tiempo que no dormía en un barco. Pero me acostumbraré. - afirmé con contundencia.

Un pie sobre el otro con las piernas extendidas, y una manzana mordida. Edward disfrutaba otro día libre reposando sobre la cama. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de días que había pasado sin hacer absolutamente nada, y realmente se estaba poniendo incómodo. 

Mira a Pol de reojo mientras le da otro mordisco a su manzana y apura la lengua antes de terminar de masticar -Y que soléis hacer en vuestro día libre?

Ya su cuerpo había perdido algo de estado físico tras tanto tiempo encerrado y realmente necesitaba algo de entrenamiento.  -Estaba pensando en entrenar un poco, que dices? Se anima a preguntar, aunque realmente no estaba seguro si el capitán le iba a facilitar las armas de entrenamiento.

- ¡Buenos días! - Saluda el hombre, con una voz extremadamente estruendosa. - Ya me avisó el capitán, si. Una mujer ayudando a navegar. Hoy en día se ven cosas disparatadas. - Su voz no es burlona pero realmente parece que cree en lo que dice. Tiene un toque de socarronería a la vez que de autoridad en su forma de hablar.

- Bien, ¿Y qué es lo que sabe hacer este pequeño pescado de aguas dulces?

Pol te mira por encima de un viejo y pequeño libro, que lleva leyendo un buen rato. Se rasca un poco el pelo, pensativo. - Mmm, hablar con Keira, leer... entrenar... esas cosas. La vida en el barco es sencilla, cuando el tiempo está tranquilo, claro.

Deja el libro a un lado y se levanta del camastro, desperezándose.

- ¿Entrenar? Claro, me encantaría. Pero tendrá que ser sin armas. ¿Sabes pelear?

La dama ussura sonrió mientras limpiaba. Al frotar algunos mechones se escapaban del recogido y tenía que soplar para apartárselos.

-¿Cómo acabaste la primera vez en un barco? Espero que no como la segunda-dijo con acidez en una muestra de su peculiar sentido del humor, como si de una broma privada se tratara. Alzó la vista hacia el puesto de vigía y, terminado el lado de cubierta en el que estaba, caminó para abarcar una nueva zona.