Partida Rol por web

— Bien hecho Keira, menos mal— respondo a mi compañera. 

Me siento muy aliviada de haber conseguido una pista. Con suerte podremos traer a Karinna sana y salva de vuelta con nosotros, volver a junto del anciano, aclara todo esto y volver al barco. El jueguecito ya ha durado demasiado. 

— Te sigo— digo con una sonrisa.

Echo un ojo a Edward para asegurarme de que sigue con nosotras y empiezo a caminar mucho más animada. 

Comenzamos a andar hasta que el buen anciano, a mitad de camino tras aproximadamente dos horas recorridas, nos lleva hasta una pequeña colina desde dónde se puede ver el barco del capitán. Se ve imponente con la bandera ondeando al viento, y aunque la vista es preciosa y me quedaría un buen rato en la colina mirando, al poco tiempo el buen anciano vuelve a reanudar la marcha, y lo sigo en silencio.

Al cabo de un rato, Lidia hace la pregunta que llevaba un rato en la cabeza pero que evitaba volver a formular, ya que si no me la había contestado en primera instancia, no imaginaba nada que le llevase a volver a hacerlo. Cómo fue Lidia la que la planteó, callé la boca y opté esta vez por escuchar.

"Me pregunto qué le pasará por la cabeza ahora mismo a este hombre. A simple vista parece inofensivo, pero he podido comprobar en mi propia cabeza que no es tan normal como pretende hacernos parecer. Espero que no sea realmente peligroso."

Camináis durante unas tres horas, siguiendo las huellas de la ussura que continúan remontando el río hasta que este se encauza de la montaña central de la isla, lugar donde, en lo alto, se hallará su nacimiento. Pero el rastro de Karinna vuelve a internarse en la selva que rodea el extraño pico.

Allí es más que probable que la pista se vuelva a perder, pero todo parece llevar a que la joven dio la vuelta a la isla. Edward suelta un bufido, como si se le hubiera ocurrido algo, pero no habla.

El viejo sigue andando, silbando tranquilamente una melodía algo arrítmica. Parece no prestaros mucha atención, hasta que Lidia vuelve a la carga con su pregunta. Tras unos segundos, el anciano para de silbar y responde tranquilamente, sin apartar la vista del camino ni un segundo.

- No sabía nada, no. Oí ayer a vuestros compañeros comentarlo, pero imaginaba que veníais a esta isla por algo. No suele naufragar mucha gente por aquí. En cuanto a qué hubiera pasado... Bueno, vosotros lo habríais intentando. Solo Theus sabe el resultado. Pero todas esas preguntas es mejor que se las sueltes a Blake, yo no se nada.

Durante aquellas tres horas, Keira caminó mucho más animada. Al haber encontrado el rastro de Karinna, se sentía más animada y esperanzada de poder hallarla.

Pero el tiempo estaba pasando, el sol ya empezaba a estar alto y todavía no la habían alcanzado. - De noche no puede haber caminado tanto. No se veía una persona acostumbrada a moverse por el bosque y más a la luz de las estrellas... - Murmuró, deteniéndose un momento al ver que el rastro se internaba en la selva. Se sacó el sombrero y secó el sudor de su frente. Ni siquiera habían desayunado y su estómago empezaba a requerir de sus atenciones, pero no iba a detenerse hasta que encontrara a la usura. 

Se volvió al escuchar el bufido de Edward y enarcó una de sus cejas.

- ¿Qué ocurre? - Le preguntó mientras utilizaba su sombrero como si fuera un abanico. Un suspiro salió de sus labios y volvió a calarse el sombrero. - No perdamos más tiempo, el sol continúa avanzando y tenemos que encontrarla... - Continuó adentrándose en aquella selva, siguiendo el rastro de Karinna y esperando no perderlo... 

Miro anonadada el rumbo que han tomado las huellas. No entiendo nada, ¿la ussura ha estado dando vueltas en círculo para volver a la selva? ¿Estará en la cabaña?

- Pues no parece que tuviese ayuda, las huellas son sólo las suyas- contesto a Keira.

Miro a Edward, que parece haberse callado algo.

-Edward, ¿qué sucede?- pregunto mientras examino el terreno en busca de otras huellas que se nos pudiesen haber pasado.

Escucho las palabras del hombre y no abro la boca. Sigo sumido en mis pensamientos.

"Así que de entrada, él no sabe nada. Y el capitán Blake nos dijo que lo matásemos. Desde luego, él me salvó la vida. Pero eso no le da permiso para disponer de mí como mano ejecutora. Si se quiere matar a alguien, debe hacerlo uno mismo, no mandar a secuaces que lo hagan por ti. Eso es cobarde, y deshonesto y la cobardía no es propia de un pirata, así como tampoco lo es la deshonestidad."

No dejo de caminar y contesto al anciano.

- No pienso preguntarle nada a Blake. Solo espero que disponga de ti como mejor le parezca. Por cierto, nada de movimientos en falso al llegar al barco.

"Me da mala espina que venga tan tranquilamente con nosotros, sabiendo lo que hay de Blake. ¿Quizá no se crea lo que le contamos? Quizá quiera que su antiguo amigo le de una explicación. O quizá sí sea tan peligroso como Blake predijo y esté yendo voluntariamente al barco para sabe dios qué. No me pinta bien."

Aún sumido en mis pensamientos, sigo, paso a paso, recorriendo el caminito que nos llevará a la nave de Blake. La hora de descubrir la verdad se acerca.d

Al final ellos mismos habían  soltado todo el cuento, menudos asesinos, Lidia rodó los ojos y se puso al lado del anciano, que tranquilamente iba donde el capitán, y ella soltó un gran suspiro, mirándolo de reojo, estaba demasiado tranquilo, quizás deseaba la muerte, o deseaba saber las razones de que su amigo quisiera su muerte.

- nos rescató, bueno, me rescató de la horca, y me exigió cumplir esta misión, no es nada personal - resopla la chica - tampoco es algo que no hubiera hecho antes... sin embargo, y para su fortuna, no se concretó, mucha gente inexperta  - miró hacia otro lado,  y colocó sus manos detrás de su nuca.

Ante la pregunta de las dos, y viendo cómo se internaban de nuevo en la selva, el hombre se plantó en el borde y contestó.

- Creo que Karinna ha vuelto a la playa, damas. Y si vosotras queréis seguirla hasta allí, tenéis un largo camino por delante... Os puede llevar todo el día. Eso si no os perdéis antes. Yo creo que volveré a la aldea y me dirigiré en sentido contrario. Si el nórdico y Lidia han hecho lo que dijeron, es muy probable que ya estén cerca del barco. - En ese momento dirigió la mirada hacia Keira, y esta casi pudo notar cómo se le erizaba el vello. - ¿No quieres saber qué pasará... cuando el anciano y tu padre se encuentren?

- ¿Otra vez amenazando? ¿Tu madre no te enseñó modales, grandullón? - Se queja el anciano a Eskjö, aparentemente molesto. Aunque luego suelta una carcajada y parece olvidar el tema de nuevo.

Poco tiempo después llegáis a una ancha playa, menos escarpada y con menos rocas que la que Blake escogió para desembarcar. Y allí están el Capitán y sus hombres, sentados alrededor de unas rocas, mientras comen algo. Pol también esta por allí, e incluso el cocinero. El joven pelirrojo es el único que parece algo nervioso, mientras lanza miradas de soslayo hacia la selva por la que venís.

Blake permanece con gesto sombrío, en silencio.

- ¿Y bien? - Susurra vuestro "acompañante". - ¿Cómo queréis proceder?
 

El anciano me increpa que lo amenazo, cosa que yo no veo así. Le respondo lo más claramente que soy capaz.

- Anciano, no amenazo, solo le digo que no intente nada raro. Parece usted demasiado inofensivo, y no se cuáles son sus intenciones o por qué nos ordenó Blake que lo asesináramos. Y su historia, si es cierta, los convierte en amigos, y no se por qué Blake ordenaría matar a un antiguo amigo que él mismo dejó en esta playa a su petición. No es que quiera amenazarlo, es que quiero ser precavido. Así que por favor, compórtese y no intente nada raro.

Cuando nos acercamos a la playa, vemos de lejos a los hombres de Blake y al propio capitán. Le lanzo una mirada de soslayo a Lidia. 

- Un momento, nos detenemos aquí. - Digo antes de que nos divisen los hombres del capitán. - Lidia, ¿tienes un arma contigo? Si es así, pónsela bien cerca del cuello, y si intenta hacer algo como, por ejemplo, correr hacia el capitán, mátalo. Su historia de que es amigo del capitán podría ser falsa, una argucia para que lo acercásemos al capitán para que pudiese matarlo, así que deseo corroborarla. Ten cuidado, este hombrecillo es muy ágil. Realmente no te puedes fiar de él.  Si no tienes un arma yo te dejaré la mía, aunque no se si podrás levantarla. - Señalo la gran espada que siempre porto a la espalda, o en ocasiones a la cintura, si se que hay posibilidad de un combate pronto.

El motivo de intercambiar el espadón entre cintura o espalda es que portarla a la espalda es más cómodo que hacerlo a la cintura, siendo una ventaja cuando viajo, pero es más difícil de desenvainar, siendo un inconveniente cuando se que voy a tener que defenderme, y entonces la cambio a mi cintura. Espero un rato mirando hacia la playa por si los hombres del capitán nos viesen mientras reflexiono aún en los motivos de llevar el arma a la espalda o a la cintura, algo que aprendí hace ya mucho tiempo en la escuela de Leegstra de Vestenmannavjnar.

- Y bien, ¿tienes o no tienes ese arma? - espero una respuesta por parte de la muchacha morena, sin apartar los ojos de los hombres del capitán, que siguen esperando nuestro regreso.

Entrecierro los ojos. 

—¿Qué la llevaría a ir hasta la playa? Cada vez esto es más raro

—Creo que iré hasta la playa, no quiero dejarla tirada. Puede que le pasase algo y prefiero asegurarme. Preferiría no ir sola pero si ninguno de los dos quiere acompañarme, será así— expongo a mis compañeros. 

Miro a lo lejos, calculando el largo camino que me queda por delante. Por suerte, en la isla hay agua dulce y nos han dado provisiones. 

Al escuchar a Edward, Keira abrió los ojos como platos y se volvió a mirarle. Sus iris ambarinos brillaron y sus cejas se fruncieron, mientras sus mejillas adquirían una suave tonalidad rojiza. Creía que nadie se había dado cuenta y había bajado la guardia. Pero de todos, Edward era con el que más había congeniado y ahora le hablaba de aquella manera, desvelando su secreto en vez de preguntárselo aparte. 

Se había quedado tan bloqueada, que por un momento no supo cómo reaccionar. Sentía rabia y desengaño a la vez...

- Dile al capitán que vamos a buscar a Karinna a la playa - . Él lo entendería, siempre le había dicho que un capitán sin sus hombres no era nada y tenía que cuidar de ellos. Él no dejaría a un hombre abandonado a su suerte... 

Tras eso, volvió a mirar a Clady y asintió con la cabeza. - Voy contigo... - Le dijo y empezó a caminar a su lado, adentrándose en la selva...

Lidia se molestó enormemente por la prepotencia de Erkjo, aunque lo dejó hablar, hablar todo lo que quisiera, pero cuando le volvió a hablar de  las armas y de la manera en que debía llevar anciano, no aguantó más, sus mejillas se sonrojaron de la rabia, y se sacó el machete que tenía y lo puso sobre el pecho del hombre, empujándolo en el proceso.

- si quieres hacerlo, hazlo tú, no recibo órdenes de nadie y mucho menos de ti - gruñe, y mira al anciano - yo iré al barco, es momento de arreglar las cosas - arrugó el ceño y se fue hacia el barco.

- ¡Oh, dios, esto es estúpido! ¿Qué pasa si os perdéis en la isla? - Grita el hombre, ya agotado. - Blake dio tres días para llegar allí, casi han pasado dos y no llegaréis a la playa antes de la noche.

Se da media vuelta con gesto hosco y un rugido de rabia.

- En fin, haced lo que queráis, pero me parece que no pensáis en vuestros actos con lucidez, señoritas.

Empieza a alejarse, volviendo por el camino en el que habéis venido.

El anciano ríe ante la actitud de Lidia y mira a Eskjö, realmente divertido.

- Es una chica de armas tomar... Y tu hablas mucho. Deberías contar tus planes en secreto. Si realmente fuera tu enemigo ya te habría matado, solo por la de tonterías que dices... - Vuelve a reír y tranquilamente se encamina hacia el barco, intentando alcanzar a la muchacha.

Al parecer le sienta mal a la muchacha que tenga iniciativa. Se toma por órdenes lo que es una simple petición.

- Está bien, yo me quedaré aquí. Pero no tienes por qué molestarte. Si doy órdenes es porque tomé yo la iniciativa. Si la hubieses tomado tú, no me hubiese molestado en absoluto que diseñases el plan. Y no es el momento para pelearse.

Miro de vuelta al viejo cuando habla. Cuando empieza a caminar detrás de Lidia, corro detrás de él y le pongo una mano delante para que no siga avanzando hacia la playa.

- Sí, es una mujer de armas tomar. Y, si fueses mi enemigo, posiblemente ya estuvieses muerto. Si fueses mi enemigo, o nuestro enemigo, te hubiésemos matado entre los seis cuando te vimos. Pero como no lo eres, estás aquí. - Tomo un respiro y le pongo la espada delante para que no pueda seguir avanzando. - Aquí quieto. No se por qué te ha mandado ejecutar el capitán, tal vez seas una amenaza para él. Y aunque no sea mi amigo, me salvó la vida, así que no voy a ponerlo en potencial peligro. Así que aquí quieto, por favor.

Me mantengo alerta, por si el anciano intenta golpearme como en la última ocasión o salir corriendo.

Al escuchar los gritos de Edward, Keira arqueó ambas cejas. No se había esperado esa salida de tono. ¿Dónde había dejado su amabilidad y su galantería? No era el mismo hombre con el que había compartido una botella de ron hacía dos noches. Negó con la cabeza y se volvió a mirar a Clady, dejando que Edward se fuera sin hacer ningún movimiento para detenerle. 

- Conozco al capitán - . Empezó a decirle, sin hacer referencia a lo que había dicho hacía un rato el francés. - Le conozco muy bien y sé que él no dejaría a sus hombres atrás. Nos esperará, no te preocupes. Y si por algún motivo no aprobara lo que estamos haciendo, le diré que la culpa es mía... - 

Suspiró y continuó caminando junto a Clady.

Niego con la cabeza al escuchar a Edward. Parece que los varones de este grupo son incapaces de aceptar las decisiones del resto sin faltar al respeto. Sin contestar nada, me encojo de hombros y empiezo a caminar con Keira. No tiene ningún sentido intentar razonar con una persona tan alterada.

- ¿Crees de verdad que el capitán nos esperará? No es que me emocione la idea de quedarme para siempre en una isla con un anciano...- expongo sin dejar de caminar.

Avanzáis hasta la puesta del sol, rodeando la isla. Clady parece desenvolverse bien por estos terrenos y es la que guía el paso.

Pero aún así estáis obligados a deteneros. El cansancio es demasiado grande y no tenéis claro que vuestro objetivo se encuentre cerca. Es más, salvo por alguna rama rota o alguna huella, casi diríais que no ha pasado nadie por aquí en días.