Partida Rol por web

Los días pasaron bastante rápidos entre exámenes y estudiarse el guión para Yukino - ¡sin olvidarse de los duros entrenamientos con Fukiyose!- y terminó por llegar el día de puertas abiertas en el que el colegio se habría para futuros alumnos y padres.

Cada clase se había dedicado a una cosa y en el caso de la de Yukino, terminaron por organizar el salón maid junto a mayordomos. Separaron las mesas juntándolas de dos en dos y colocando un mantel por encima. Había té, dulces y muchísimas más cosas de las esperadas. La clase de segundo se había convertido de forma exitosa en un lugar donde la gente podría hablar tranquilamente y descansar después de tanto recorrido por el colegio. ¡Y además les atendían maids y mayordomos!

Lo cierto es que estaba teniendo mucho éxito. Los chicos estaban muy elegantes y las chicas lucían unos bonitos trajes de maid. El que Haruka le consiguió a Yukino era genial, todo había que decirlo. Tenía un buen acabado y era curioso que la talla fuera la adecuada.

En esos momento Yukino y Otoya estaban posando juntos para una foto. Él sonreía con los dedos en V. La mayoría de la chicas que había allí como clientes buscaba que él les atendiera. Mei apareció entonces. El traje le quedaba muy bien también y resaltaba su rubio cabello recogido en una coleta:

Mei:- ¿Puedo unirme a la foto? Es para el anuario. No tengo ninguna con vosotros.

Tras aquel accidente todo volvió a su cauce. La relación con Tezuka seguía en stand by y aunque Yukino seguía ansiando conocer sus sentimientos no se había atrevido a dar el paso. Lo cierto es que había estado tan ocupada preparando el día de puertas abiertas que aunque había tenido mucho tiempo para pensar en ello no se podía decir que lo hubiera puesto en práctica. A decir verdad, tampoco lo había intentado pues siempre había tenido una excusa para aplazarlo, aunque el motivo oculto en todas ellas era el miedo. Temía que todos sus sentimientos fueran machacados por el rechazo. Él sabía que le gustaba pero no había intentado nada pero por otra parte tampoco la había desalentado, aquello era lo que la mantenía confundida a medio camino entre el desánimo y la esperanza.

Tezuka siempre estaba en su mente pero aquel día sólo era un actor secundario. Yukino estaba demasiado ocupada como todos sus compañeros de clase. Lo cierto era que a pesar de sus perspectivas se lo estaba pasando genial, le dolía la cara de tanto sonreír, siempre con una postura adecuada, las manos cruzadas ante el delantal y atendiendo mesas sin parar, riendo en los descansos con sus compañeros.

En aquel momento se estaban haciendo una foto con Otoya, que iba muy guapo con su traje y estaba agotado por la incesante atención que atraía sobre su persona, aunque estaba claro que lo disfrutaba. Fue entonces cuando apareció Mei, preciosa con su cabello rubio, pidiéndoles para participar en la foto.

- Id haciendo una foto vosotros dos, ahora me uno que se me ha desabrochado el delantal.

Aquella era una excusa para que Otoya pudiera tener una foto a solas con Mei sin parecer inapropiado. Era lo máximo que podía hacer por Otoya en aquel punto a parte de escucharle y animarle.

- Ne, ¿sabéis lo que están haciendo las otras clases? ¿Alguien ha salido a investigar cómo les va?

Otoya le dio un pequeño empujón cariñoso ante el detalle de la chica antes de posar feliz y contento en la foto. Haruka, vestida muy linda con aquella vestimenta, fue la que respondió a Yukino ante su pregunta, sobretodo deseosa de que nadie la necesitara pues había muchos chicos que iban a las mesas que ella atendía:

- Veamos... tenemos un club de cine mudo al que nadie está yendo, una casa del terror de la que los niños salen riendose, el club de tenis y de baloncesto está haciendo una competición entre amateurs, zona de juegos de mesa, un karaoke con bastante éxito- seguía enumerando al tiempo que Momoshiro llegaba hasta ellas sin decir nada, sonreía entre ellas y un flash salía de la cámara de fotos antes de que el chico volviera a dejarlas tranquilas- también otros han hecho un lugar de charlas, un museo del perfume... Renji-kun se está encargando de investigar qué hacen.

Momoshiro:- Vamos chicas, no os quedéis paradas, hay que atender a los clientes. ¡Tenemos que conseguir que nuestra clase sea la ganadora! Así ganaremos un viaje de excursión.

Comentó pasando por allí nuevamente, una nueva pose, un nuevo flash, y se volvió a ir.

Haruka:- El año pasado ganaron los de la clase de Kunimitsu-sempai y se fueron a Alemania. Pero este año podemos ganar. Estamos teniendo bastante éxito.

Sabía que alguien haría una casa del terror, era imposible que fuera de otro modo. Siempre había alguien que pensaba que asustar a la gente sería de lo más divertido. Por más que dijeran que no daba miedo no pensaba acercarse por ahí, no fuera a ser que la enredaran para entrar y quedara en el más absoluto de los ridículos. Por lo demás, no había ninguna idea demasiado novedosa, la única el museo de los perfumes pero no sonaba demasiado atractiva de modo que era fácil que la gente acabara pasándose por ahí, donde por lo menos había posibilidades de descansar, comer bien y disfrutar del extraño espectáculo que suponía estar en un café de maids sin sentirse avergonzados.

Momoshiro no tardó en darles un toque de atención, con bastante razón, aunque Haruka no parecía con demasiadas ganas de volver al trabajo.

- Momoshiro-kun no puede vivir sin nosotras - le bromeó a Haruka con la voz lo suficiente alta para que la escuchara el chico, que ya se alejaba de ellas. Aprovechó para anudarse bien el delantal, dispuesta a volver al trabajo, pero no sin antes preguntarle a Haruka -. Oi, ¿qué hizo la clase de Kunimitsu-sempai el año pasado? La verdad es que ir a Alemania me parece excesivo, debió ser un viaje muy caro.

Mientras una de las compañeras colocaba en la bandeja que Haruka sostenía en sus manos un par de tazas de té y un trozo de tarta con muy buena pinta, Haruka se ruborizó ligeramente y esta vez no tenía que ver con tener que ir a servir a la mesa de los tres chicos emocionados del fondo:

-No sé cómo lo consiguieron pero... los profesores les dejaron hacer una caseta del amor. Es decir...la gente se acercaba, pagaba y recibía un beso de los que estuvieran en la caseta en ese momento...- sacudió la cabeza para olvidar la imagen que se había formado en su cabeza siendo ella la protagonista- ¡De-desde luego prefiero ir vestida de maid!

Y tras el comentario, se marchó para servir las mesas.

Una caseta del amor. En realidad no era una mala idea pero lo de los besos le parecía excesivo, le resultaba extraño que los profesores hubieran permitido ese tipo de actividad pues no estaba demasiado segura de que la imagen que daba de la escuela fuera buena. En todo caso fue inevitable imaginar a Tezuka besando chicas, estaba claro que era atractivo y que seguramente tuvo un buen número de visitas.

De repente, la imagen de ellos dos besándose la asaltó con todas sus fuerzas, haciéndola sonrojar de forma furiosa. ¡De ninguna manera! Ella nunca se hubiera sometido a semejante vergüenza ni que fuera para besar al chico que le gustaba. Ni hablar. No, lo de la caseta del amor no era tan buena idea después de todo.

Se abanicó un poco el rostro con la bandeja que llevaba y cuando estuvo segura de poder esbozar una sonrisa agradable salió de nuevo para atender a los clientes.

Y hablando del rey de Roma... en cuanto Yukino salió de nuevo se encontró con una discusión entre Hayane y su hermano que estaba allí plantado de pie:

Hayane:- ¡Oni-chan! ¡O te sientas o te largas!

Tezuka:- Ya te he dicho que no quiero sentarme ahí.

Hayane: - ¡No sé qué hay de malo en que te atienda yo en mí zona!

Tezuka:- ¡Qué no quiero, pesada!

La chica entonces intentó empujarlo sin mucho éxito llegando a quedarse en diagonal con los brazos extendidos en la espalda de su hermano.

Hayane:- ¡Qué... te... lar...gues!

En ese momento pasó por el lado de Yukino Mei directa a donde estaban los otros dos Kunimitsu. La clientela había estado observando la discusión entre los dos hermanos y por ello Mei llegó, cogió a cada uno de una oreja y los sacó afuera entre quejas.

Sintió una oleada de felicidad recorrerle el cuerpo cuando vio a Tezuka, acompañada de la típica tensión que acostumbraba a albergarle cuando estaban cerca. Por desgracia, no era el momento de decirle nada pues estaban discutiendo con Hayane como niños pequeños por algo que no parecía tener sentido alguno, afectando a la percepción de la clientela sobre el lugar.

Aquello era malo, pero por suerte Mei sabía cómo mediar entre los dos hermanos aunque si lo que pretendía era acabar con el espectáculo lo cierto es que dio uno aún peor. De repente se encontraron con los clientes con los ojos como platos y dos camareras menos, así que Yukino tampoco podía salir para satisfacer su curiosidad pues hubiera sido bastante peor.

- Ne, ne, Mei-san sabe cómo tratar a los clientes problemáticos - comentó con una voz engañosamente dulce, sintiéndose ridícula. Pero, ¿qué más podía decir? Por lo menos así la rubia, que estaba teniendo bastante éxito, ganaría en reputación por su carácter.

Mei estaba riñéndoles en voz baja, con cara de pocos amigos mientras Hayane miraba hacia abajo llorando al tiempo que tocaba la oreja magullada y Tezuka se rascaba la nuca mirando hacia el techo.

Mei:- Y ahora pedid disculpas...

Hayane y Tezuka:- Haai...

Pero en ese momento, desde fuera, se escuchó  todos los chicos del interior gritando el nombre de Mei:

- ¡MEI-SAMA! ¡MEI-SAMA! ¡Me he portado mal! ¡Por favor, castígame!

Las palabras tan dulces de Yukino habían tenido un efecto devastador en el interior y por ello los tres hermanos asomaron la cabeza, extrañados por esos gritos y peticiones. Sea como fuere, estaban pidiendo que Mei entrara y les atendiera y si querían ganar, la chica debía hacerlo.

- Hai, hai. Ya voy, amos.

Entre Mei y Otoya tenían en aquellos momentos el salón dominado. ¡Podría ser que ganaran! Una voz al lado de Yukino la alertó de que Tezuka se las había apañado para colarse y colocarse a su lado:

Tezuka:- Ne, ¿ya puedes atenderme

No había esperado que la gente fuera tan pervertida, no se podía decir de otro modo. La reacción a sus palabras acerca de Mei había sido exageradamente positiva, de hecho parecía haber desencadenado las fantasías ocultas de muchos. Yukino seguía sonriendo sin saber qué hacer cuando Mei entró con aire profesional a servir a los clientes.

Estaba a punto de echarse a reír por la extraña situación cuando la voz de Tezuka la sorprendió por detrás. Le miró medio intrigada, sin acabar de entender el número de antes si al final sí que quería que le atendieran. Abrió la boca para preguntar cuando de repente recordó su papel en todo aquello y devolvió la sonrisa a su rostro, con los ojos entrecerrados.

- Hai, amo, por aquí - con un gesto de mano le indicó que le siguiera hasta una mesa libre -. ¿En qué puedo servirle?

Curiosamente, aquello le costaba mucho más con Tezuka que con un desconocido. Para empezar porque las palabras se le hacían inapropiadas para él, pero tampoco estaba en condiciones de hacer diferencias. Además, de repente era demasiado consciente de su vestimenta.

Y aún así, se sentía feliz. No había esperado verle aquel día, sabía que iban a estar todos muy ocupados pero ahí estaba, sentado en el café maid que habían organizado. No quería engañarse pensando que estaba allí por ella, por supuesto, hubiera ido igualmente a ver a sus hermanas con o sin su presencia, pero aquello no empañaba su alegría.

La siguió con la diversión interna al escuchar las palabras de Yukino y se sentó en la silla como acostumbraba, nada de estar recto, más bien repanchingado con un tapón de bolígrafo en la boca. La miró de abajo arriba con disimulo antes de centrarse en sus ojos:

- Estás muy guapa, Kazehaya-san.- justo en ese momento Hayane pasaba por detrás con una bandeja vacía sujeta como una carpeta y le arreaba de forma "disimulada" a su hermano en la cabeza. El chico volvió a poner la misma cara de hacía unos momentos cuando discutía y fulminó a su hermana con la mirada, que ni siquiera se dignó a discupalrse. Luego se volvió a centrar en Yukino- Quiero lo que me traigas. Me da igual lo que sea.
 

¡Lo hacía expresamente! Su sonrisa no disminuyó un ápice pero se sonrojó de forma irremediable al escuchar el cumplido. No es que le diera importancia pero se había dado cuenta de lo contentos que estaban los clientes con Mei y con Haruka, ella no tenía ese tipo de belleza llamativa, si es que tenía belleza de algún tipo, por eso las palabras de Tezuka fueron recogidas con sorpresa y regocijo por su parte.

- El amo estaría mejor sin la tapa de bolígrafo en la boca - no pudo evitarlo. Él sabía que se ruborizaría con sus palabras, estaba segura de que aquel había sido parte del objetivo al decirlas, de modo que ella aprovechó para dejar caer el comentario -. ¿Sería de su agrado un té verde y galletas con pasas? Es lo que más han pedido los otros clientes.

Paró de masticar el extremo de la tapa, mirándola un momento, intentando permanecer normal en vez de sacar a relucir la sonrisa que luchaba por aparecer en su cara. Tras unos segundos se colocó más recto en la silla, se sacó el tapón del bolígrafo de la boca y lo guardó en el bolsillo de la cazadora antes de acercar la silla a la mesa para parecer mucho más refinado.

- Y yo que pensaba que me hacía sexy...- lo cierto es que en su interior estaba pensando si realmente le quedaría tan mal aquella manía. ¡Pero no podía evitarlo! Habia sido una costumbre cada vez más arraigada desde pequeño.- El té verde estaría bien. Esperaré aquí, recto...- Hayane regresó por la misma zona hacia donde le iban a dar los pedidos y le dio otro bandejazo.- ... y con dolor de cabeza.

Su sonrisa era sincera con Tezuka, a pesar de que fuera difícil apreciar la diferencia. Le dedicó una leve inclinación de cabeza antes de marcharse a la cocina improvisada, donde aprovechó para regañar a Hayane una vez hecho el pedido, aunque la verdad sea dicha sin demasiada fuerza.

- Ne, Hayane, que ya me ha costado explicar lo de Mei-chan, deja de dar bandejazos a un cliente, que los demás no saben que es tu hermano.

Si los pedidos hubieran tardado más en realizarse, Yukino habría salido a seguir atendiendo a los clientes pero lo cierto es que el menú era tan minúsculo y sencillo que la preparación de los pedidos no llevaba más de treinta segundos de modo que esperó allí hasta que le dieron todo y lo colocó con cuidado en la bandeja, saliendo de nuevo en dirección a la mesa que ocupaba Tezuka.

- Aquí tiene - dijo colocando ante él el té y un plato con cuatro galletas -. ¿Desea algo más, amo?

Fue un minuto escaso pero lo cierto es que mientras esperaba se había vuelto a dejar caer por la silla, por lo que en cuanto Yukino apareció nuevamente, tuvo que volver a colocarse recto en la silla. Fue a tocar la taza de té pero ardía:

- De hecho sí.- jo. Ahora tendré que esperar para hacer mi salida triunfal por culpa de este volcán de té...- ¿Te apetece quedar en una hora, más o menos en tu cambio de turno, para ensayar? Porque supongo que una maid tan obediente y elegante debe de tener ya practicamente aprendido el guión.

La obra. Lo cierto es que había estado tan ocupada que aquel día había desaparecido de su mente, a pesar de que durante los últimos días había estado repitiendo las frases en su memoria de forma incesante, confiando en que de aquel modo quedaran grabadas a fuego en su cerebro.

- Como maid obediente y elegante que soy - cierto tonillo irónico se traslució en su voz al repetir sus palabras -, debo decir que efectivamente tengo el guión estudiado, quizás no a la perfección como se espera del amo pero todo lo bien que ha podido una humilde maid como yo. ¿Dónde desea el amo que nos encontremos?

Sin duda alguna se estaba divirtiendo con aquella conversación. No podía evitar que le gustase ser llamado "amo". Cogió la taza de té por el asa.

- El aula de ensayo está libre. Nos vemos ahí.- se levantó con la taza de té.- Me la llevo.

Y tras ello se marchó, ahora sí perseguido por Hayane que le instaba a que devolviera aquella taza de inmediato. Otoya aprovechó el momento para acercarse a Yukino:

Otoya:- Ahí va... nuestro cliente favorito gorrón con taza de té en mano...- comentó en plan bromista. Luego acercó la mano con una fotografía recién hecha de él y Mei a la cara de Yukino.- Lo siento pero no puedo sentirme culpable por poner esta foto en mi habitación.- la abrazó super fuerte de improviso y luego la soltó para decirle con voz cantarina antes de ir a atender a otro cliente.- Gracias.

Estaba loca de contento con la idea de ensayar con Tezuka pero no se permitió demostrarlo, despidiéndose de él con la mano sin percatarse de que no había pagado. Hasta que llegó Otoya y a modo de recordatorio se lo hizo ver, logrando que se golpeara la frente. Se había dejado cegar por la alegría pero no importaba porque Otoya parecía igual de feliz por lo de la foto.

- Esa era la idea - le susurró guiñándole un ojo, gesto al que él correspondió con un abrazo, provocándole una sonrisa, feliz, valga la redundancia, por verle feliz.

Tenía una hora de trabajo antes de reunirse con Tezuka. ¡Iba a trabajar duro y así el tiempo pasaría más rápido!

Una hora más tarde y sin tener tiempo siquiera de cambiarse de ropa, Yukino se dirigió a la sala de ensayo. Estaba siendo un día de lo más agotador pero también divertido. Se había hecho muchísimas fotos, se habían divertido con el café de maid y lo mejor, el dinero recaudado era muchísimo. ¡Quizás hasta hubieran ganado! Hayane se había pasado gran parte de la tarde, cada vez que se cruzaba con Yukino, preguntándole qué quería su hermano, mientras que Mei no daba a basto. ¡Los reyes del café Otoya y Mei!

Cuando Yukino llegó a la sala Tezuka ya estaba allí, de pie apoyado en una mesa con el guión en la mano, dando los últimos retoques a su memoria. La vio llegar y se quitó el bolígrafo de la boca:

- ¿Ya estás aquí? Perfecto. ¿Estás lista?

Al final lo del café de maids había resultado ser una idea genial. Otoya estaba en su salsa, Mei cosechaba éxitos, Hayane era Hayane, Haruka triunfaba con su timidez... El resumen rápido era que la diversión estaba servida. A excepción de los incesantes interrogatorios de Hayane a quien no le dijo nada, más por chincharla que por otra cosa, todo iba viento en popa, el salón estaba lleno de gente todo el rato y aunque Mei y Otoya acabarían agotados estaba segura de que a los dos les parecería gratificante.

Yukino estaba cansada aunque sólo lo suficiente como para desear sentarse. No estaba muy convencida de cuándo llegaría ese momento deseado de descansar los pies pero por ahora estaba por venir uno aún más ansiado: el ensayo con Tezuka. ¡Iban a estar solos! Estaba tan emocionada con aquella tontería que no podía evitar lucir una sonrisa de oreja a oreja mientras caminaba por los pasillos hacia el aula de ensayo.

Cuando por fin entró, Tezuka ya estaba allí, mucho más descansado que ella.

- Un momento - se quitó el delantal y se soltó el cabello que había llevado recogido en una coleta tirante. Se pasó las manos por el pelo, separándolo del cuero cabelludo con inmenso alivio. No llevaba el guión como Tezuka pero estaba casi segura de que podía recordar bien su texto -. Vale, bien. ¿Por qué escena quieres empezar?