Partida Rol por web

SEVEN

Hijos de cain

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04/01/2018, 21:29
Director

Notas de juego

Hola! Abro esta escena para ir comentándoos a los veteranos temas de la partida, he creado los PJs y los he asignado para que los vayais copiando.

Por cierto, empezaís todos con 20 ptos. de experiecia, para que los gasteis como os apetezca. Indicadlo en la ficha please.

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04/01/2018, 21:48
Joey
Sólo para el director

Guay!!!

En cuanto pueda me paso la ficha!!! Tienes por ahí a mano alguna tabla para el gasto de los puntillos??? :P

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05/01/2018, 12:16
Director

Luego os lo copio Joey, voy a ir poniendo aquí las historias que voy recibiendo de momento (tras una criba inicial) para que entre todos decidamos las dos que entran

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05/01/2018, 12:21
Director

Marcelle Laurent es francesa, aunque su familia posee orígenes argelinos a pesar de llevar varias generaciones en el país europeo. Su padre era instructor de artes marciales, concretamente savate, también conocido como "boxeo francés", en un pequeño gimnasio de barrio parisino propio en cuya planta superior vivían en un humilde estudio. Nunca tuvo hermanos, puesto que su madre tuvo grandes dificultades durante el parto y los médicos desaconsejaron que volviera a quedar en cinta por culpa del alto factor de riesgo. Marcelle se crió en un ambiente deportivo, creciendo con grandes habilidades atléticas. Su padre estaba empeñado en que siguiera sus pasos en las artes marciales, en las que había destacado en su juventud en numerosas competiciones, pero ella era más proclive a emplear sus aptitudes atléticas en diversos estilos de danza, así como practicando parkour con sus amigos. Sin embargo, continuó recibiendo clases de su padre, aunque para ella aquello fuera secundario. Tuvo algunos novios, e incluso coqueteó con la bisexualidad, pero nada realmente importante.

Cuando el negocio de su padre comenzó a ir mal, Marcelle trató de encontrar algún tipo de trabajo con el que obtener un dinero extra y poder ayudar en casa. A través de sus amistades en las calles, entró en contacto con un tipo de los bajos fondos de París, Herbert Olland. Era apuesto, atractivo, transmitía un aura de poder que le hacía ser temido, pero al mismo tiempo era tremendamente cercano cuando lo pretendía, ganándose fácilmente la confianza de Marcelle. Lo más probable es que no fuera más que un manipulador, un encantador de serpientes, pero la parisina era demasiado joven para darse cuenta. De algún modo, aquel hombre aparentemente poderoso se interesaba genuínamente por ella, hasta el punto de que cuando le ofreció empleo parecía más un favor que otra cosa. Comenzó a encargarle algunos trabajos, al principio extremadamente sencillos: recoger un paquete en una dirección, entregarlo en otra, y no hacer preguntas. Estaba claro que no era algo legal, pero estaba bien pagado y no parecía muy complicado. Marcelle prefería no saber nada más, nunca abrió ninguno de aquellos paquetes ni pensaba en ello tras cada encargo. Sin embargo, algunos trabajos se fueron complicando, y el transporte se convertía ocasiones en una carrera por la ciudad, corriendo a toda velocidad por las calles y parques, saltando por tejados,e incluso escondiéndose en callejones. Marcelle no llegaba a saber si quien le había perseguido era la policía o algún rival de Herbert, ni le importaba. Quería dejarlo, pero en cada ocasión en que intentó tratar el tema con Herbert, éste lograba convencerla de que continuase.

No todos los trabajos eran de idéntica índole, en realidad. Había ocasiones en que Herbert solicitaba de ella otro tipo de servicios. En alguna ocasión tuvo que seguir a alguien y hacer un informe de sus actividades, tomar algunas fotos y cosas así. Al parecer, Herbert no se fiaba de algunos de sus hombres. Marcelle nunca quiso saber lo que sucedía después, en base a la información que ella había obtenido. Otras veces, sus tareas eran mucho más sencillas. En una ocasión, tuvo que encargarse de ir a recoger al aeropuerto y guiar por París a una visitante extranjera, Jackeline Marceou, una empresaria canadiense. La acompañó a su hotel para que se acomodase, la llevó ante Herbert para que mantuvieran una dilatada reunión, y aquella noche la acompañó a disfrutar de los locales más selectos de París. Entre copa y copa, nació una gran complicidad entre ellas, aunque Jackeline era bastante mayor. Bebieron, bailaron, y aquella noche Marcelle volvió a coquetear con el sexo con otra mujer. De hecho, pasaron la noche juntas, disfrutando la una de la otra, y por la mañana la acompañó al aeropuerto. No volvieron a hablar, ni mantuvieron contacto. Aquello había sido solamente una noche, y nada más.

Pasó algunos años en aquella situación, hasta que un trabajo salió horriblemente mal. Alguien la descubrió, y una noche al regresar a casa se encontró a su padre tendido en el suelo del tatami del gimnasio, sin vida. Dos tipos sujetaban a su madre mientras esperaban la llegada de Marcelle, exigiéndole al llegar que les dijera dónde había entregado el último envío que le había encargado su jefe. Desesperada, les dio la información, esperando poder salvar a su madre, pero no fue así. Una vez tuvieron lo que querían, mataron a su madre ante sus ojos, y se dispusieron a hacer lo mismo con ella. Sin embargo, no les resultaría tan sencillo. Marcelle, totalmente fuera de sí, se enfrentó a ellos, y acabó con sus vidas uno a uno, separándolos en una interminable carrera por las instalaciones que conocía como la palma de su mano. A uno de ellos le abrió la cabeza con una mancuerna cuando intentó estrangularla; al otro se enfrentó con una barra de pesas, acabando finalmente con su vida empleando el cuchillo del propio agresor.

Al registrar los cadáveres, tratando de entender mejor lo que había sucedido, descubrió que aquellos dos tipos eran en realidad agentes de policía. Más concretamente, inspectores. Estaba claro que eran corruptos, quizás tratando de sacar tajada a su costa arrebatándole a Herbert su mercancía, o trabajando a sueldo de algún rival. Se sintió perdida. En su casa había dos policías muertos, y los había matado ella. Estaba perdida. Fue corriendo en busca de Herbert, y le pidió ayuda para desaparecer. Éste se mostró contrariado, y quizás se llegó a plantear hacerla desaparecer definitivamente. ¿Por qué no? Matarla y echar su cuerpo al río... Sin embargo, por algún motivo que la propia Marcelle no pudo comprender y achacó al cariño que ella creía que el mafioso le profesaba, decidió ayudarla. La envió al otro lado del charco, muy lejos, a tierras canadienses. Le entregó una dirección y un nombre, el de una mujer, así como una carta cerrada y sellada que debía entregar únicamente a ella. Jackeline Marceou. Según Herbert, la empresaria canadiense le ayudaría a obtener una nueva vida, en Montreal.

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05/01/2018, 12:22
Director

Enfoque: Toreador antitribu
Nombre: Stacey Paine
Edad: 28
Oficio: Camarera de día, cazadora de noche
Descripción física: De constitución normal, tanto peso como medida dentro de la media, pelo largo rubio. No aparenta tener fuerza pues no se le denota musculos, pero algo de fuerza si que tiene. Suele ir con ropa atrevida y a veces alguna comoda.
Descripción psicologica: Es una chica un poco mentalmente inestable. Descubrió en su vida que al provocar daño no se sentía mal, ni incomoda, sino que le gustaba. Las sonrisas eran algo efimeras pero rápidamente sabía comportarse para que todo fuera normal. Por otro lado sus padres medio la abandonaron, quería que fuera culta, pero le gustaba mucho el arte y ellos no la ayudaron a explotar esta faceta, por lo cual se vió sola y se independizó a temprana edad, en un mundo caotico. (Creo que el resto se ve mejor en la historia al igual que la explicación de esta)
Historia:
Cocaina, heroina, tabaco, marihuana, alcohol, LSD, sexo, emociones fuertes... Hay muchas addicciones en este mundo, y muchas que las comparte mucha gente, pero mi addicción, es un tanto diferente y extraña... Pero no os quiero adelantar ningún detalle, empecemos el libro por su inicio, por su introducción...

Infancia

Mi infancia fue un tanto normal. Nací en el seno de una familia "humilde" se podría decir, no nos faltaba de nada y aún nos quedaba dinero mes a mes para caprichos varios. Mi padre jugaba mucho conmigo y mi madre me educaba bastante bien, enseñandome los valores adecuados de la sociedad y llevandome a museos para que adquiriera cultura básica. Lo bueno, es que mis padres me enseñaron lo que en mi vida me acompañaría día a día, el arte. Ese maravilloso mundo me fascinó desde que ví las primeras pinturas, escuché canciones de muchos estilos que me fascinaron, y leía obras que me gustaría haber escrito yo.

Lo malo es que sembraron la semilla equivocada. Si bien era bueno para que yo aprendiera a ser como soy, yo quería en un futuro, vivir del arte, y ninguno de los me apremiaba a ello, solo me hundían poco a poco entre ejemplos e insultos mientras decían "No puedes vivir del arte". Eran buenos padres, pero eran mejores haciendo daño, un daño que si bien no era físico, odiaba que fueran capaces de hacerme, y eso fue lo que me hizo odiarles poco a poco.

Adolescencia

Al crecer, yo ya tenía mi grupo de amigos hecho, con los cuales saliamos a dar vueltas, y hacer las cosas propias de nuestra edad. Por otro lado en mi casa, mientras estaba en mi cuarto, yo aprendía más de la pintura, principalmente, al igual que trataba de escribir pequeñas obras, que no llegaban a mucho más que eso. Incluso llegué a buscar más información por internet llegando a encontrar obras grotescas y oscuras que me llegaron a gustar incluso más. Por desgracia, tanto en la literatura como en la pintura, así como en el cine, solo es ficción.

Poco a poco, mis padres estaban aún más preocupados por mi, y casi al limite de estar controlandome, pues querían saber que iba a hacer de cara a un futuro. Yo siempre trataba de evitarlos con respuestas no muy claras, quería poder decidir por mi misma ya que lo que eligiera, lo tendría que hacer yo, y tendría que vivir de ello yo. Sin embargo, ellos parecian solo querer controlarme una y otra vez, como si mi vida les perteneciera.

En aquellos momentos ya a punto de terminar el instituto y tener que entrar a la universidad estaba demasiado agobiada, y trataba mal a cualquiera que intentara animarme. Tal fue esa situación que en un momento dado a un amigo que trató de calmarme, le fui a dar un guantazo para que me dejara en paz. Yo juraría que lo esquivó, pero tenía un arañazo en la cara, el cual lo produjo mis uñas mal mordidas debido a los nervios y agobio. Por mucho que me disculpé y pedí perdón, este me tenía miedo por lo que le había hecho y, obviamente, estaba molesto...

Sin embargo ese día aprendí una cosa. Por dentro no me sentía arrepentida, de hecho me sentía mucho mejor. El hecho de que ese chico que era mi amigo, me mirara con temor y dolor, me produjo esa sensación de bienestar que me hizo decidirme por mi futuro. Aunque pensaba que era una locura ver bien este acto, me pasé semanas en una debacle personal, sintiendome mal y bien al mismo tiempo, sin saber quien era al no entenderme a mi misma y el por qué me sentía así, hasta que lo investigué un poco.

Era una sadica, me gustaba el dolor, y había leido sobre ello, pero era muy diferente leerlo y hacerlo. Sin embargo no podía dejar de pensar en lo que hice, sabía que estaba mal, y sabía que tendría repercusiones sobre mi. Lo peor de todo aquel tiempo que me comía la cabeza, era que me hacía un daño personal masivo, y al contrario que el que provocaba yo misma en los demás, este lo odiaba e incluso me daba miedo, además estaba sola, sin padres que me apoyaran ni amigos que me animaran, lo cual me hacía hundirme en un temor mayor de soledad.

Madurez

Me independicé cuando tuve la edad necesaria, encontrandome medianamente sola en un mundo que conocía a medias, pero libre. Podía hacer lo que quisiera, y aunque a mis padres no le pareciera bien, estaba harta de ellos. No sabía que alejarse tanto de la comodidad familiar fuera tan dificil, pero con unos ahorros que me dió mi padre para sobrevivir al principio, al menos, y con un trabajo que encontré de camarera, salí al paso.

Los estudios estaban ahora en un segundo plano, aunque por suerte estudié arte, aunque no la más básica y normal que quería en un principio. Entre el trabajo y las clases, conseguí una nueva vida en la que ahora si que era libre para hacer lo que quisiera. Estar sola hasta ahora fue dificil, pero finalmente no lo volvería a estar, me hubiera dado miedo quedarme así en ese momento. Con los nuevos amigos que tenía comenzamos a salir por las noches a pasarnoslo bien, incluso descubrí que canto bien.

Por otro lado, conseguí superar aquel trauma. Sabía que era una sádica, pero para no sentir una culpa y a la vez gusto por aquello que me gustaría seguir probando poco a poco, simplemente tendría que evitar a las personas que me importan. Así lo hice. Una vez al mes salía sola y buscaba a alguien para hacerlo... pero no todos se dejaban herir, me dí cuenta que necesitaba encontrar gente que no le importara, lo cual era dificil, pero cuando encontraba alguien, disfrutaba mucho con ello.

Con el paso de los años aprendí que era mejor ahondar primero en la persona para saber si se dejaría o no, y muchas veces me volvía a casa sola, otras, encontraba a alguien conocido y me cortaba.

El día en que todo empezó

Ese día, había una sensación especial en el ambiente. Era invierno y hacía un frio horrible, por lo cual el abrigo era obligatorio, aunque esto no me quitaba opciones para seducir. Tenía preparado todo para una noche fuera de control y solo estaba deseando llegar al centro de la ciudad. Ya tenía ganas de conocer a mi próxima victima

El dolor era mi adicción, aunque tenía limite, a fin de cuentas en una sociedad humana, no podías sobrepasarte de muchos limites establecidos y restringentes.

Ese día sin duda fue especial para mi cuando salí a buscar a mi victima, aunque, lo que no sabía era que... yo iba a ser la victima.

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05/01/2018, 12:24
Director

Nombre: Jakob Kramer.

Clan: Tremere antitribu

Sinopsis: La conferencia de la Sociedad Nocturna de Ocultismo y Artes Oscuras en el Centro de Conferencias de Montreal se había suspendido por la nevada. Al parecer, los tíos - frikis o realmente adoradores de lo oculto - que asistían no tenían problema en conjurar grimorios, cantar coros, o elaborar rituales para llamar a Demonios del inframundo, pero un poco de nieve los desalienta a todos. - Es la señal de nuestros tiempos. - Pensó Jakob, mientras se guarecía del frío ajustándose su abrigo. En su mochila tenía un tomo del Malleus Maleficarum, un ejemplar del Demonolotría de Remy, y un muy deteriorado Nocturnicón que pensaba intercambiar por otro libro similar.

El chico, Jakob, no era especialmente un creyente de que se pudiera invocar demonios haciendo un pentagrama de sal en el suelo con velas rojas en las puntas y un sacrificio de sangre en el medio, pero era un bibliotecario obsesionado con los libros prohibidos cuando era un simple estudiante. Era su pasatiempo. Eso y que las únicas chicas con las que conseguía ligar eran las góticas que frecuentaban esa sección particular de la biblioteca.

Estudió Historia del Arte y Literatura medieval en la Universidad de Montreal, y con un Doctorado en el área es un catedrático de la Universidad, pero como las viejas costumbres tardan en morir, pasa la mayor parte del tiempo en la biblioteca, añorando su antiguo trabajo, mucho más calmado y solitario que el actual. Vive en Saint-Lorent, y no usa coche - pues nunca aprendió a conducir - para ir a ningún lado. Quizá por eso ahora estaba atrapado en esa ventisca, sin poder salir de allí.

El frío de la noche empezaba a calar en sus huesos, y ya estaba cansado de caminar sin divisar un taxi o algún autobús que se dirigiese a su destino. Estaba acostumbrado a caminar de noche (la mayor parte de sus clases son en horario nocturno), pero sin duda la noche de Montreal en el centro era un sitio peligroso de andar. Habían muchos garitos nocturnos y restaurantes en esa zona, pero ninguno de su estilo.

Esa noche, decidió entrar a un simple local de comida de esos que abren las 24 horas y tienen una campanita que anuncia la llegada de un nuevo comensal. Pidió un café y encendió un cigarrillo mientras esperaba. Todavía no existía la prohibición de fumar en espacios cerrados.

Y esperó.

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05/01/2018, 12:25
Director

Kali, Mohawk, nació y creció en la reserva de Kahnawake, en Quebec, en una familia humilde que se dedicaba a la caza y a la artesanía con cuero. Tuvo una infancia más o menos normal, salvo por la grandes broncas entre sus padres cuando la cacería no proporcionaba lo suficiente a su padre o la venta de la artesanía que hacía su madre no aportaba demasiado a la economía familiar. Dichas discusiones siempre eran comenzadas por su padre, adicto al alcohol, quien se volvía bastante agresivo cuando bebía; si bien por fortuna nunca llegó a pegar a su madre.

Kali se revolvía en cada una de esas ocasiones, colaborando sin darse cuenta a que las discusiones se volvieran aún más tensas, pero no podía evitarlo. Era como si en su madre viera a un pequeño cervatillo que proteger del gran y descontrolado lobo, y no podía evitar interponerse.

Sin embargo, un día ya no hubo cervatillo que proteger. Su madre falleció de forma repentina por una enfermedad que tardaron en diagnosticarle, y Kali tuvo que adoptar las responsabilidades de esta; obligándole su padre incluso a dejar los estudios. Comenzó entonces a tratar de mejorar en sus habilidades para trabajar el cuero, pero nada de lo que hacía estaba nunca bien para su padre, quien había comenzado a beber más aún y a montar trifulcas de manera más continuada. Sin su madre para calmar los ánimos, las peleas entre ambos eran cada vez más fuertes, hasta que un día el padre de Kali la golpeó; en repetidas ocasiones.

La chica apretó los puños, los dientes, y aguantó los golpes hasta que su padre cesó. Acto seguido, metió algunas cosas en una mochila y se alejó de la pobre cabaña en la que vivían. Haciendo autostop logró llegar hasta Montreal, donde tuvo que gastar casi todo su dinero en alquilar una habitación, poniéndose en marcha en seguida para conseguir más.

Sin descanso, empezó entonces a deambular por la ciudad tratando de vender los elementos de artesanía que se había llevado y otros que conseguía ir elaborando, sobre todo por las zonas más céntricas, donde los turistas abundaban en restaurantes y locales de ocio.

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05/01/2018, 19:18
Director

Saludos. Voy a optar por el personaje 1, tremere antitribu.

Historia:

Jhon Leblanc... Un joven de veintitrés años cuya vida es la definición perfecta de Bala perdida.

Hijo de padres adoptados fue un buen muchacho, cariñoso, educado y el que salía a defender al “nerd” o las chicas si había pelea en el recreo. Su coeficiente rozaba el de un súper dotado cosa que se reflejaba en sus notas y era ese niño que soñaba con ser policía o médico para ayudar a la gente, Hasta que llegó esa etapa difícil que es la adolescencia.

Se alejó de los estudios por las malas compañías. Se escapaba de clase para beber cerveza y fumar maría con los amigos, empezó a llegar o de madrugada a casa, le gritaba a sus padres, se metía en peleas y un espiral de autodestrucción con un final muy previsible. El problema y punto de no retorno fue cuando a los 17 junto con unos amigos en una fiesta, se hicieron con una chica que estaba borracha y la violaron. El no llegó a tocarla, se limitó a grabarlo por lo que cuando la policía lo detuvo y fue juzgado, cumplió solo un año en el correccional por cómplice.

El correccional rara vez logra corregir algo y si que consigue terminar de echar a perder un alma.

Tras cumplir condena sus padres le repudiaron y ya mayor de edad no tenia donde ir. Volvió con sus amigos y uno le ofreció piso, se dedico a vender María o setas para pagar el alquiler de la habitación hasta que, el año pasado pudo entrar en un curso de mecánica.
Las últimas semanas y meses de Jhon estaba siendo muy monótona: Salir a la calle a vender, entrar al taller, ir su único lujo que era es al gimnasio donde “le da” a las pesas y clases de defensa personal.
Justo estos días se ha topado con el temporal de invierno pero no tiene ni para un autobús y ya que tiene la suerte que todos los sitios estaban cerca unos de otros puede desplazarse a trote.

Concepto:
J.L. Es retraído y parco de palabras, le gusta estar solo o en grupos reducidos. Además tiene un humor negro que pocos comparten. Le gusta el rock y Metal de los 70/80. Es bisexual pero nunca ha podido mantener una relación seria por su forma de ser. Es un muchacho que esta intentando salir adelante como puede y vive las consecuencias de sus errores. Vende drogas pero ya no las consume. Trata de estar en buen forma para defenderse si tiene algún problema vendiendo o para huir de la policía. Se recuerda a si mismo que es temporal y cuando tenga una oportunidad de algo mejor cogerá el tren sin dudar.

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07/01/2018, 12:52
Director

Samantha es una muchacha a la que nunca le faltó de nada, de familia poderosa y dinero por doquier. Si quería algo, lo conseguía, ya fuera mediante la persuasión, el dinero o el miedo. Siempre tuvo la mejor educación, con las mejores universidades disponibles, pero le ocurrió lo mismo que a todo joven en su situación privilegiada: hedonismo.

Siempre acudía a las mejores fiestas, siempre aparecía con las mejores galas, los mas caros coches y se entretenía con los mas caros vicios. Algunas de estas cosas no eran del gusto de la familia, pero quien no había tenido algún desliz de juventud?

Esa noche era una gran noche, la primera fiesta tras la gran tormenta, y nada iba a impedirle asistir.

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07/01/2018, 12:54
Director

Iba pelada de frío, embutida en uno de los abrigos de Chanel que Enzo, mi representante, se había empeñado en hacer que vistiera ( porque según él da caché y Agata Christie usaba uno de esos) y que abrigaba, lo que venía siendo bastante poco, por no decir nada. Así que no solamente habían empezado a helarse me las manos y los pies, sino que notaba como el frío entraba por la garganta y el pecho, casi congelándolo todo a su paso, en precioso contraste con la ira que hervía desde mi estómago y amenazaba con estallar, haciendo que todo mi cuerpo se diseminase por parte de la ciudad y distritos colindantes.

¿Y por qué me encontraba, muriéndome de frío en una noche desapacible, con menos ropa de la deseada, y un cabreo de mil pares de demonios, tratando de no romperme una pierna con el hielo de las calles de Montreal?

La culpa la había tenido Enzo y su maldita idea de venir a presentar mi última novela a este antro de tercer mundo que es Canadá, todo porque resulta que había descubierto que el tatarabuelo del abuelo del primo segundo de mi tía en tercer grado ( o sea... nadie) tenía raíces canadienses de alguno de los bosques que rodeaban Otawa del Norte. Vamos, el tema sentimental, que para una escritora de novela negra y de asesinatos venía que ni de lujo. Sinceramente, empezaba a inspirarme bastante para un nuevo proyecto: representante muere desangrado con las tripas colgando.

Si, pero esta vez estaría basado en hechos reales (cosas que a las malas lenguas les encanta rumorear, pero puedo asegurar que si alguna vez pasó algo, no son más que pura casualidad) solo de la mala leche que me estaba entrando por el cuerpo. Tres días. Tres días llevamos encerrados en un motel más cutre que los de carretera, con cucarachas en el colchón y ropa de cama en un estado bastante cuestionable, sólo y exclusivamente, porque en vez de hacer su trabajo en condiciones, comprobar el tiempo y cancelar el viaje con el temporal de nieve que se nos venía encima, él decidió buenamente, correrse una juerga de las épicas, con un putón verbenero de tetas operadas, rubia de bote menos estilo que Bush bailando zumba, donde pasó dos dias bajos los efectos de no se qué droga nueva que le había dado un viaje monumental.

Había salido del motel con lo primero que llevaba puesto, por no partirle la cara con la champanera y terminar protagonizando mi novela gore, pero en la portada del Montreal Herald, después de que, no solo me hubiera fastidiado el turno de trabajo (puesto que hace dos días que debía estar de vuelta en San Diego) sino que se le hubiera ocurrido la peregrina idea de pasar el frío, haciendo una actividad más... cálida.

Hombres. Ni matarlos, ni vivir con ellos. Eso si, a la vuelta de este paseo para enfriar los ánimos me iba a escuchar. Y tanto que me iba a escuchar....

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07/01/2018, 12:57
Director

-Hey, ¿qué demonios haces ahí?- el grito provino de detrás suyo, seguramente del tipo del bar. Había pensado que tardaría mas en llegar. Decidió hacerse el sordo y darle la espalda, no tenía ninguna excusa en mente y había actuado por impulso. El otro no se tragó que estuviera sordo, por lo que se le acercó a paso rápido, con malas intenciones de seguro. Le hizo girar agarrándolo con fuerza de hombro, por lo que “Hawk” acompañó el movimiento alzando el puño y estrellándolo contra la nariz del pobre diablo. Este cayó redondo al piso, con el rostro bañado en sangre. Después de lanzar un escueto “lo siento”, el joven salió de allí con rapidez.

Otra pista en vano. En verdad había pensado que el rumor era cierto y que aquel tipo estaba con su hermana. ¿Cuánto tiempo hacia que la buscaba? ¿Dos años? Nunca fue alguien apegado a su familia, apenas tuvo edad se marchó de casa y vivió de lo que podía y en donde podía. A veces hablaba con ella o su madre, pero era prácticamente un desconocido para ellos. Con el tiempo, incluso dejo de comunicarse y terminó de perder el contacto con ellos. Como nunca estaba en el mismo lugar mucho tiempo, era imposible que le contactaran. Pero un día cualquiera, mientras reparaba una cerca para ganar unos dólares, un tipo se le acercó y le dijo: “¿Es usted Robert Blacktree?” Y ante su respuesta afirmativa, le tendió una carta de su madre. En ella le decía que Erika había huido de casa con un tipo. Nada más. No le pedía ayuda ni se quejaba ante él, simplemente le informaba lo ocurrido. Como siempre, su madre intentaba darle una lección, dejarle elegir a él que hacer, para así no tener que reprocharle nada. Con una maldición, volvió a casa para informarse bien sobre lo ocurrido. Allí apenas pudo sacar algo en claro, su padre le acusó de ser todo su culpa y bla bla, su madre, más estoica, solo afirmó que Erika sabía lo que hacía. Después de revisar la habitación de su hermana, que prácticamente conservaba ese aire infantil de cuando se fue, encontró unas cartas de un tal Charles de New York. Ahí comenzó su búsqueda. Recorrió medio país, rastreando a su hermana, encontrándose con muchos callejones sin salida y de vez en cuando metiéndose en más problemas de los que debería. Sus pasos le llevaron a Montreal, donde esperaba encontrar al fin a su hermana. Ya no sabía bien no el porqué, después de todo él mismo se había ido y no habría vuelvo por nadie. Quizás solo quería saber que ella estaba bien o simplemente era una forma de arreglar todo el tiempo que la había “olvidado”.

Por eso se había metido en la casa de un desconocido, rompiendo una puerta y rebuscando entre cajones y fotografías algo que le indicara que su hermana estaba allí. En el ínterin fue descubierto y después de una corta pelea, se encontró corriendo por una calle oscura. Lo peor es que era una pista falsa, su hermana nunca había estado allí. Si era un callejón sin salida, se metió en uno bien profundo. Apenas le quedaba algo de dinero en los bolsillos, no tenía donde dormir y el frio le calaba hasta los huesos. Por más fuerte y resistente que fuera, no podría estar mucho tiempo así.

Antes de pensar en algo, escuchó las inequívocas voces de varios hombres. Le estaban buscando. Seguramente amigos del que dejó con la nariz rota, debería haberse asegurado que no estaba consiente. Le tocaba correr otra vez. Como no conocía en profundidad esa ciudad, le costaría perderles.

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07/01/2018, 13:02
Director

Llevaba ya cuatro días en Montreal, y a mis esperanzas iniciales las había seguido un duro golpe del que me estaba costando recuperarme. La dirección que me había facilitado Herbert no era lo que esperaba, respondía a un edificio de oficinas en el que una oficina inmobiliaria había abierto sus puertas pocos meses atrás. Nadie allí reconocía el nombre de Jackeline Marceou, y me remitieron por activa y por pasiva a que pudiera haber poseído el negocio anterior, que se había trasladado sin que nadie en aquellas oficinas supiera con qué destino.

Aquello fue lo que desató mi locura y desesperación. ¿Me había engañado Herbert? ¿Acaso era Jackeline quien, descubriendo el favor que éste le solicitaba, había decidido desaparecer? En seguida descarté tales ideas, pues me sabía lo bastante poco importante en el mundo de los negocios que aquellas dos personas regentaban como para merecer tantas molestias. ¿Era una simple cuestión de mala fortuna? Era lo que parecía... Al fin y al cabo, un empresario tenía cierta facilidad para trasladar sus negocios, bien por oportunidades de mercado o bien por mantenerse en movimiento, especialmente si había asuntos ilícitos detrás. Desconocía si la señora Marceou estaba o no metida en ese tipo de cosas, pero su relación con Herbert, fuera la que fuera, me hacía sospechar que sí.

Sin embargo, reconocer tal posibilidad no hizo que me sintiera más tranquila, o no por demasiado tiempo. Traté de contactar con Herbert, pero el teléfono que tenía de él aparecía como fuera de servicio. Para cuando escuché aquella voz grabada de la compañía telefónica por tercera vez, la desesperación inicial se había adueñado de nuevo de mí. ¿Es que Herbert estaba desaparecido? Volví a repetirme que yo no valía tanto esfuerzo, y eso me llevó a temer por él. ¿Y si estaba metido en algún lío? Sin embargo, dada mi precaria situación, no podía permitirme pensar en eso. Era yo quien estaba en un buen lío.

Estaba en una ciudad que me era desconocida, a un océano de distancia de todo mi mundo, y con el dinero justo para pasar una breve temporada. Necesitaba encontrar a Jackeline Marceou, y todo lo que tenía de ella era una dirección en la que no podría encontrarla, una carta para ella que no podía abrir, y lo que sabía de ella tras pasar menos de veinticuatro horas en su compañía. Por supuesto, la dirección había quedado descartada, y si bien la idea de abrir aquella misiva y comprobar su contenido en busca de alguna pista útil, era también consciente de la gravedad de hacer algo así. De modo que ¿qué me quedaba? Lo que sabía sobre Jackeline no era demasiado, pero sabía el tipo de ambiente en que le gustaba moverse, el tipo de bebida que le agradaba, y de música, el tipo de locales que la atraían para cenar, que no estaba dispuesta a desplazarse sino en vehículos de lujo con chófer...

¿De qué me servía aquello?

Tan sólo lo justo para no dar, estrictamente, palos de ciego. Supuse que, en caso de salir a las calles, lo haría de noche y en la zona más céntrica de la ciudad, a los mejores y más exclusivos restaurantes o locales de marcha, y que lo haría en un vehículo de alta gama con conductor. De modo que me alojé en una pensión lo bastante económica para estirar mis menguados ahorros todo lo posible. Durante las tardes me dediqué a recorrer la ciudad, algo que descubrí que podía hacerse en bicicleta del servicio de préstamo municipal con suma facilidad, dados los casi quinientos kilómetros de carril específico que surcaban la ciudad. Por las noches, sin embargo, dejaba de lado mi vestimenta deportiva más habitual, y me arreglaba lo justo para no desentonar en el ambiente nocturno.

Como aquella noche, en que nuevamente me sumergí en la fría noche de Montreal con la esperanza de descubrir entre la gente aquella melena rubia sobre la que depositaba mis esperanzas. Me movía de un local a otro, primando las terrazas o los locales con grandes cristaleras desde las que se pudiera observar el exterior. La noche había comenzado como las anteriores, con una copa suave con demasiado hielo, que podía alargarse hasta que los cubitos se derritieran del todo. Me apoyaba en la barra de aquel garito sin dejar de observar sobre mi hombro, prestando más atención de lo que sería habitual en la clientela de aquel sitio. Llevaba un vestido sencillo, una chupa de cuero y me había maquillado más de lo que era normal en mí, y quizás por ello me había visto obligada a espantar a un par de moscones que se habían acercado creyendo tener posibilidades. Y uno de ellos no era desagradable del todo, pero yo no estaba por la labor.

Notas de juego

El jugador que opta con Marcelle ha enviado algo más

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07/01/2018, 13:50
Director

SRG310 escribió (05/01/2018, 12:33):

Eso es, mortales comunes que no hayan tenido contacto anterior con los vampiros.
Saludos

Pues bien, mi concepto será de un joven cirquero. Huérfano y adoptado por un circo ambulante que hacía vida en América del Norte, creció entre las acrobacias, el peligro y las ovaciones del público. Sin embargo, todo se hizo peor cuando, en su adolescencia, el circo cambió de dueños a unos explotadores casi esclavistas, tanto con los humanos con los animales. Los demás integrantes del circo se callaban la boca al no tener otro lugar al que ir; sin embargo, mi personaje sentía el impulso de la libertad que su alma pedía a gritos. Odiaba la bota represora de los dueños y la pasividad de sus hermanos. Una noche, todo pasó de la raya: el dueño del circo llegó a azotar hasta la muerte a su loba amaestrada favorita, Noche. Montó en cólera así que a medianoche se escabulló al trailer del sujeto y le rebanó el gaznate. Luego, echó el cadáver a la jaula de los leones famélicos y se fue sin mirar atrás. Esto ocurriría en Estados Unidos, y para cuando empezaron a buscarlo por asesinato, ya había cruzado la frontera por los bosques, llegado a la carretera y viajado haciendo autostop.

Dos años después, vive su vida como quiere, valiéndose de sus actuaciones callejeras y largándose cuando el sitio ya no le agrada. Para el momento del inicio de la aventura, pasaba cerca de Montreal y con el temporal que se avecinaba, decidió refugiarse en la metrópolis. Estuvo durmiendo en una de las entradas del subterráneo, pero le dio mala espina y se le acababa la comida, así que decidió aventurarse a buscar cualquier cosa para comer, incluso con el frío, el cabrón es resistente.

Maldita sea, si hubiese sabido que haría tanto frío, habría cazado una rata como vi hacer a ese sujeto barbudo. Quizá la carne de rata es el secreto para soportar el frío en los huevos usando shorts pensé.

Llevaba ya cinco días atrapado en esta maldita ciudad. No había podido sacarle ni un duro a la gente pues nadie salía a la calle gracias al maldito temporal. Incluso aunque saliesen, no podía actuar en los semáforos: si me quitaba de encima la gruesa capa de ropa llena de chinches que ahora mismo llevo puestas, corría el riesgo de quedarme sin cerebro. Era obvio que probablemente ya me fuese a quedar sin uno o dos dedos, gracias al congelamiento. El subterráneo era un poco -sólo un poco- más caluroso, pero estaba fuera de servicio gracias a la helada.

La brisa cortante estaba a punto de hacerse verdaderamente cortante. Empecé a preguntarme por primera vez en dos años si había hecho lo correcto en matar a ese gordo hijo de puta y en huir del circo. Definitivamente sí, ¿cómo podía preguntarme eso? Seguro que el hambre y el frío me estaban haciendo delirar.

Estornudé. — ¡Maldita sea! —Dije, en voz alta— ¡Yo nunca estornudo! —Y era cierto. En dos años que llevaba viviendo a la intempérie no había enfermado ni una sola vez. Pero eso me hizo tomar consciencia de mi propia debilidad, pues inmediatamente sobrevino otro estornudo.

Un sujeto me miraba. Había dejado de hurgar en un montón de basura para observar mi pelea conmigo mismo y mi ahora notoria enfermedad. Le devolví la mirada, frunciendo el entrecejo durante un rato.

— ¿Quieres un poco de gripe, guapo? —Le pregunté— Te la cambio por un pan en mal estado, un pescado congelado, o lo que sea que hayas encontrado en ese montón de basura —no me respondió, por lo que supuse que me tomaba por un loco, era francófono, o ambas. En esta ciudad no podías hablar en buen inglés con nadie. Putos canadienses.

Seguí mi camino en busca de algún sitio donde estuviesen dispuestos a venderme las sobras por un dolar, que era básicamente todo mi capital en ese momento.

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07/01/2018, 13:55
Director

Aquella noche Leonor no lo pudo soportar más. Habría pasado las ultimas madrugadas sin poder pegar un ojo, cubierta de llanto y angustia. El amor de su vida, su tesoro más preciado la había abandonado, y ella tenía la certeza de que había sido por otra persona. De la angustia poco a poco fue pasando a la desesperación, y a la ira. Todos los sentimientos por los que pasó desde que fue abandonada estaban viciados por el efecto de la traición.

La verdad es que el joven James no tenía la culpa, el corazón quiere lo que el corazón quiere, y el simplemente se había enamorado perdidamente de otra persona. No fue algo personal contra Leonor, tampoco tuvo la intención de lastimarla, pero la muchacha no entendía esto. Para ella, la ruin mujerzuela había seducido a su novio, y él la había traicionado cruelmente. Probablemente, pensaba, se estarían divirtiendo a costa suya en ese momento.

Con esa imagen en mente, Leonor tomó un cuchillo y salió disparada a la calle. En ropa de cama, pantuflas, y con un largo tapado en el que escondía el arma blanca, salió a la fría noche en busca de venganza, segada por la locura del corazón roto.

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07/01/2018, 16:29
Joey

Un montón de historias interesantes! Sin embargo mantengo mi voto para Marcelle y Kramer...
Aunque muchas de las otras son buenos mimbres, estoy viendo amenazada la leve ventaja que la antigüedad me confiere!!! XD

Notas de juego

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07/01/2018, 22:09
Director

Si, yo opino igual, y ya empiezan a ser demasiadas! Sigo quedándome con Marcelle o Kramer. Me gustó el detalle de que Kramer esperara en un Dinner... y el de Marcelle a parte de escribir bien aporta datos para una posible trama. Pero sigo pensando en Kali. De cara a incluir un PJ que tenga un papel que ayude a la trama general es el mejor concepto. Así que creo que me voy a quedar con ella y vosotros elegís al otro.

A parte de esos algunos me han gustado pero no lo suficiente... voy a dejar unos días a ver si se mueve, aunque creo que voy a cerrarlo en una semana. A ver si dais señales Rous y Katie, si no dejo tranquilitas a vuestros PJ en la catedral. Estoy deseando empezar!

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08/01/2018, 09:38
Faith

Una cosa que me ha llamado la atención, al menos por lo que he entendido, es que casi todas son mujeres? Ya sé que estamos en un matriarcado en Montreal (mami Carol, te quiero, dame paga de navidad <3) pero me hace gracia ver la mayoría.

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08/01/2018, 10:29
Director

Sep, incluso hay varios jugadores masculinos que llevan féminas

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08/01/2018, 15:55
Joey

Ok!
Kali fijo... Entre Marcelle y Kramer... Fua! Qué dilema! Los dos sacan muy buena pinta aunque tal vez el de Marcelle se lo haya currado más aunque los dos son interesantes... No sé qué decir al respecto, en tus manos lo dejo! :P

Notas de juego

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08/01/2018, 16:02
Faith

Esperemos también al resto, que querrán opinar! xD