Partida Rol por web

A los pocos pasos, el ruido de la fuente se superpuso a la de las voces de la señorita Grant y el guardia. Confiando que aquel ruido cubriría sus pasos, pudieron avanzar sin tanto cuidado, pero teniendo que adaptar la vista a la oscuridad del lugar. Sólo la luna les permitía ver los contornos de las paredes cristalinas que dividían las distintas exhibiciones.

Avanzando hasta la exhibición más cercana, lograron leer no sin esfuerzo que se trataba del Salón Medieval (13). Pudieron notar la silueta de maniquies llevando ropa de la época, así como también varias cajas organizadas sin orden ni método, sin poder discernir si pertenecían o no a esa exhibición.

- Perdone, buen día. Soy participante en la competición de los felinos y tuve que ausentarme un segundo para... Hacer uso de los baños, y me temo que me he perdido.- Salí de las sombras abiertamente y tratando de mostrarme mínimante preocupado por mi propia torpeza. Mis años teniendo que trampear en territorio enemigo o engañando por mi propia vida han hecho algo de callo y espero poder echar mano de estas dotes para entretener al guarda, tratando de compatibilizar la distracción de mi compañera, empleando una ristra de preguntas comunes con las que mantenerlo entretenido. ¿Sabe sónde guardarán a los gatos? ¿Es este el clima común en esta época dle año? Es mi primer viaje a la capital del imperio ¿Ha participado en anteriores muestras similares como vigilante? ¿Dónde están situados el resto de los baños públicos del edificio? ¿Hay algo en las inmediaciones que sea de obligatorio visionado? Y similares...

Dwight se movía con autoridad en aquel allanamiento. Bien parecía acostumbrado a tales situaciones, aunque procuraba no adelantarse a Terry, el sudafricano calculaba cada uno de sus pasos antes de darlos. Todo muy profesional. Aunque claro, por muy profesional que pudiera ser, no veía en la oscuridad, así que avance era lento y, ante todo, procuró no perder el contacto con tus compañeros de allanamiento.

Siempre hay un algo emocionante en ver cosas que se supone que deben mantener ocultas, y es el motivo por el que me detengo durante unos segundos a escudriñar la exposición medieval. Sin embargo está demasiado oscuro y sólo acierto a ver vagas sombras tenuemente silueteadas por la luz que llega del otro salón. Chasqueo la lengua con fastidio y sigo adelante hacia el salón egipcio...

Si ya Alexey se sentía estresado por caminar en silencio el hecho de tener que hacerlo a oscuras atentaba contra su sanidad mental. Cada paso lo enervaba lo suficiente como para decidir que correr el riesgo era mejor, así que hizo a sus dos compañeros un gesto para que se detuviesen.

Dio la espalda a la dirección del guardia y empezó a rebuscar en el bolso que llevaba colgado a la cintura, de él sacó minúsculos frasquitos que abrió y olfateó -bicarbonato sódico... aquí está el peróxido de hidrógeno y... agua azucarada- era difícil ver lo que hacía en la oscuridad pero parecía estar moviendo el contenido de un frasquito a otro, guardar frasco y sacar otro, volver a mezclar, guardar frasco.

Cuando hizo eso un único frasco del tamaño de una mandarina quedaba en su mano, lo agitó con fuerza y de pronto un leve fulgor empezó a surgir del frasco creciendo hasta convertirse en una fluorescencia blanquecina similar a la de una vela fuerte que pegó a su cuerpo para evitar que la luz se viese desde la zona del guardia.

Casi suspiró de alivio cuando pudo ver algo mejor sus alrededores, hizo un gesto a sus compañeros para seguir adelante.

En segundos quedó claro que el guardia estaba encantado con tener alguien con quien conversar en ese momento. -Ah, pues si habeis venido también al Show, seguramente podreis escoltar a la señora de vuelta, me temo que se supone que no debo dejar mi puesto... ¿Habéis estado alguna vez en el Crystal Palace?- Con una seña, el guardia indicó a la pareja a que lo siguieran hasta su pequeña garita. Mientras caminaba, respondía a las preguntas del señor Von Faulkenhorst. -No sé donde estan los benditos* gatos, con el perdón de la señora por mis palabras.- Dijo, volviendo a llevarse el pañuelo a la nariz. -Seguramente en la Sala de Concierto, o quizás en el Anfiteatro. Como sea, mientras más lejos mejor.- Comentó que llevaba haciendo ese trabajo veinte años, y que siempre era igual. Dos espantosas semanas de alergias e incomodidades. También comentó que el clima era el usual de la época.

Al llegar a la garita, dejó la lampara sobre el mostrador y revisó entre los distintos papeles hasta dar con lo que parecía un folleto amplio que puso junto a la luz. -Aquí está.- La señorita Grant y el señor Von Faulkenhorst pudieron ver que se trataba de un mapa para turistas del Crystal Palace. -Estamos aquí, la salida debería estar por allí.- Les fue señalando en el mapa. -O podéis dar un rodeo por los jardines, así no tendréis que escuchar mucho más del discurso del señor Lansky. ¡Ahem!- Carraspeó, haciendo entrega a la pareja del folleto. -Lamento no poder ayudaros más. Si necesitáis de alguna otra cosa, no dudéis en acercaros. Para las exhibiciones de este área os recomiendo esperar a que acabe el Show Gatuno en dos semanas. Para entonces habrán reorganizado las cajas en sus debidos lugares.-

Luego de unos minutos en el que el señor Knight y el señor Paxton sólo pudieron ver la silueta del señor Popov mover sus manos por sus múltiples bolsillo, de pronto como en un acto de magia observaron la botella que empezaba a emitir luz. El nivel de educación de los dos hombres era lo suficientemente alto como para entender que consistía en un proceso químico, pero seguía siendo algo nuevo a sus ojos.

Con la nueva luz, Popov pudo observar en el interior de la exhibición. Aunque la luz no alcanzaba un gran rango, permitió a los presentes ver mejor las siluetas dentro de aquella exhibición. Pudieron ver algunas armaduras armadas o en trozos, elegantes vestidos y capas que debieron haber pertenecido a la nobleza de la época. Pudieron confirmar, sin lugar a dudas, que allí no estaba la caja que buscaban.

Algo decepcionados por el descubrimiento, comienzan a avanzar por las distintas exhibiciones de aquel lado del ala Norte. La siguiente exhibición aparece señalizada como "Salón Huno" (12), seguida por el "Salón America del Sur" (11). Las salas cerradas a ambos lados de la entrada principal hacia el parque están señaladas como "Casa de la Opera" y "Sala de Conciertos" (9 y 10 respectivamente). Un poco más adelante hay cuatro exposiciones más, pero ninguna resulta ser la egipcia. Estos salones tenían los titulos de Salón Aleman, Italiano, Chino, y Frances (8-5).

Continuando su camino sin detenerse, dan vuelta a la fuente del fondo, y comienzan a realizar el recorrido del lado contrario. Salón Bizantino (4), Salón Romano (3), Salón Griego (2), y finalmente para alivio de los caminantes, alcanzaron la exposición marcada como Salón Egipcio (1).

Pese a la inmensa curiosidad que siento por las exposiciones la luz de Popov puede atraer atenciones no deseadas, de modo que me obligo a seguir adelante hasta llegar al salón egipcio, donde debe estar nuestro objetivo.

Popov, acerque usted la luz, por favor - le pido al ruso en susurros. Cuando éste se acerca (1) echo un vistazo intentando ver el objeto que estamos buscando

Ante la pregunta de si he estado alguna vez en el edificio niego con la cabeza mientras perfilo una agradable sonrisa. Con un gesto angelical miro al mapa mientras busco lo que nos interesa en ella y miro al señor Falkenhorst.

-Entonces...- Señalo con el dedo enguantado en el mapa.- si vamos por aquí encontraremos la salida pronto...- Me giro dubitativa hacia los dos caballeros.- aunque el discurso era bastante...aburrido. Sería mejor hacer algo de tiempo, si el caballero es tan amable de acompañarme...- Sonrío al guarda.- Quizás sí que podríamos dar una vuelta por los jardines...- Termino la frase, coqueta. Mi dedo está puesto en el habitáculo con el número 1 marcado...

- Oh, pues yo también necesitaría airearme un poco... Tantos... Gatos.- Miré de reojo al pobre guarda, sabiendo que aquello le causaría sarpullido. - Espero que no le importe que un desconocido, pero también amante de los gatos, se una a un corto paseo, este mapa ha avivado mi curiosidad, aparte de eso, y teniendo una sola copia...-

Me cuadré junto a la señorita Grant, dispuesto a salir a los jardines. Imaginaba que nuestros compañeros necesitarían ayuda slo para entrar, teniendo más fácil la salida, aparte de que no habíamos quedado en que saliesen por este mimo punto, así que un segundo grupo de exploración parecía la mejor idea para tratar de acelerar la búsqueda. 

Fui caminando hacia la salida que daba a los jardines, abriendo su puerta a la dama. - Muchas gracias, caballero.- me despedí del guarda deseando poner pies en polvorosa en busca del pabellón egipcio.

El atisbo de calma que Alexey había sentido al hacer algo que se le daba bien se desvaneció casi al instante y más tenso que la cuerda de un violín siguió a Terry de la forma más silenciosa que podía lograr un manojo de nervios ruso que jamás lo había intentado.

Cuando éste le pidió la luz su mente que tardaba en reaccionar susurró -​​​​​​-tutéeme se lo ruego-al tiempo que obedecía y echaba un vistazo a su alrededor con los ojos casi bizqueando por intentar verlo todo rápidamente.

Para el ruso en este momento cualquier atisbo de familiaridad era deseado. 

Hago un leve gesto de agradecimiento al caballero que me está sosteniendo la puerta y le sonrío al guarda a modo de despedida. Una vez que sé que nos encontramos solos miro de nuevo el mapa.

-Bien, vamos a ver si conseguimos encontrar ese objeto...

Me encantaba la determinación de aquella dama, poco más le faltaba que haberse remangado un poco la falda para caminar con la decisión de un toro hacia la avenida de los jardines. Siguiendo la iniciativa que ella misma había expresado caminamos hacia el pabellón egipcio mientras yo trataba de enfocar mis sentidos en la empres que nos ocupaba.

- Sé que esto no es una competición peor aún así me haría gracia que nosotros, que eramos un simple señuelo, diésemos con este oscuro objeto de deseo antes que nuestros comparsas.- Le sonreí.

Aún así estaba distraído con la cantidad de novedades con que se abría mi jornada de trabajo y poco más podía hacer que ir a rebufo de mi encantadora compañera.

Esa sección había sido dividida para dar un aspecto más íntimo, con una sensación de santuario. Había reconstruido una parte de un arco de lo que obviamente son piezas tomadas de un templo y su altar, y había intentado reconstruirlo lo mejor posible, dando la sensación a quienes entraban de estar adentrándose no en una exhibición egipcia, sino en un antiguo templo.

Mientras los tres hombres avanzaban, podían ver figuras de un lado a otro, tabletas de piedra con inscripciones jeroglíficas en ambos lados; estatuas de dioses y diosas egipcios que flanqueaban el camino hasta el altar, en cuyo centro uno junto a otro se encontraban la estatua de Osiris e Isis.

Hacia ambos lados del altar se encontraban unos cajones de madera, y sobre una de estas cajas había tres lámparas de aceite que parecían ser aún funcionales. El sonido de pasos cerca los hizo mirar hacia la entrada de la exposición en el momento que dos figuras llegaban allí.

En la precaria luz, el señor Poppv pudo ver a los pies de una de las estatuas un cinturón de herramientas, seguramente el descuido de alguno de los trabajadores del lugar.

Además, había algo extraño, atrayente, en la figura de la diosa Isis. Ésta sostenía frente a ella en sus manos lo que parecía ser un sol de mediano tamaño, pero éste era de color negro, ligeramente cóncavo. La superficie era reflectante como un espejo negro, mostrando a las figuras de los tres hombres frente al altar.

Mientras revisaba el mapa, a mirada forzada debido a la penumbra sólo interrumpida por los rayos de la luna, los ojos de la señorita Grant se detuvieron sólo unos instantes en donde estaba señalado el "Salón de Electricidad". El recuerdo de los eventos de meses atrás, el día en que su padre tuviera que ser llevado al hospital... ¿Era allí donde habrían expuesto su proyecto de haber sido otra la circunstancia? Quizás habría tiempo para ver...

Sin demasiada prisa en un principio para mantener las apariencias, y también debido a que lo oscuro del lugar les impedía ver por donde avanzaban, la pareja conformada por el señor Von Falkenhorst y la señorita Grant continuaron avanzando hasta detenerse frente a la entrada de la exposición del Salón Egipcio.

Esa sección había sido dividida para dar un aspecto más íntimo, con una sensación de santuario. Había reconstruido una parte de un arco de lo que obviamente son piezas tomadas de un templo y su altar, y había intentado reconstruirlo lo mejor posible, dando la sensación a quienes entraban de estar adentrándose no en una exhibición egipcia, sino en un antiguo templo.

Sin luz para ver bien, sólo podían adivinar las formas de las estatuas que precedían el camino hasta lo que al fondo parecía ser un altar. Frente a éste, la pareja pudo reconocer a las tres figuras de sus compañeros, el señor Popov tenía además en su mano algún objeto que brillaba con luz luminiscente, no muy fuerte pero ciertamente llamativo para quienes no hubieran visto antes las maravillas de la alquimia.

Vaya, estaba siendo demasiado fácil. O bien nos han descubierto o Emmaline y Klaus han conseguido burlar al vigilante.

Popov, detrás de mí. Intente... intenta encontrar el objeto - me pongo entre el ruso y la salida y desenfundo el revólver. Aunque espero sinceramente no tener que usarlo.

- Vaya, volvemos a encontrarnos.- Río amigablemente al ver a Knigth, Paxton y Popov a la luz de aquella improvisada linterna. - No solo conseguimos distraer al vigilante, si no que el hombre, con toda su buena intención, hasta nos dio un panfleto con un desglose de los pabellones del jardín, por eso hemos dado con ustedes.- Miré en derredor, observando la escena.

- Un poco tétrico, espero que no sea necesario hacer un sacrificio para abrir la compuerta secreta donde esté nuestro objetivo.- Tan pronto como dije esto, haciendo referencia a los típicos escenarios de novelas baratas de aventuras que en ocasiones compraba para entretenerme antes de los viajes por un penique.

Al escucharme en voz alta una extraña idea pasó por mi cabeza, pero desconocía el folclore de Egipto. Sabía que momificaban gatos, peor no acababa de recordar por qué motivo. Por un momento imaginé al pobre Teufel momificado pero deseché la imagen al momento.