Partida Rol por web

La señorita Grant tomó la lámpara, ayudándose con ella para ver alrededor. No parecía haber más entrada o salida que la de aquel pasillo lleno de las jaulas de  los gatos del Show Gatuno, algunos de los cuales habían ya logrado sacar medio cuerpo, dejándose en el camino parte de un ojo, de una oreja, sus hocicos sin piel mostrando sus colmillos ensangrentado.

Al final de aquel pasillo, sin embargo, lograron ver otra luz de lámpara, y la voz del señor Popov llegó hasta ellos. -señor Falkenhorst, soy Alexey, escúcheme, venga hacia mi.- Efectivamente, pudieron ver la silueta del ruso en la entrada del Anfiteatro, sosteniendo una lámpara cómo la que cargaba la señorita Grant. El señor Popov fue entonces capaz de ver el horror al que estaban sometiéndose todos los gatos en sus jaulas, enloquecidos, intentando escapar de las jaulas a como de lugar, sus ojos ansiosos de sangre.

El señor Knight a su vez sostenía el sarcófago entre sus brazos como si la vida se le fuera en ello, mientras el señor Falkenhorst intentaba a duras penas salir de aquel estado de ansiedad a la cual aquella situación lo estaba llevando.

- Yo, yo solo quiero salir de aquí... No lo soporto. ¡No lo soporto! - digo entre gritos. - ¡Que se callen los malditos gatos! 

Sigo abrazado a mis piernas en un rincón, buscando no mirar hacia los presentes mientras intento buscar mi centro y creer que esto es la mente jugando una mala pasada. Pero no hay caso, ese maullido es aterrador y no puedo con ello. Me supera en todos los sentidos y siento una necesidad enorme de salir corriendo. 

Así que me incorporo y comienzo la carrera, no quiero escucharlos más. 

¡Tenemos que salir de aquí! ¡Falkenhorst, muévase, por el amor de Dios! - Empujo con el hombro al mercenario para incitarlo a moverse antes de cruzar yo mismo por el pasillo de gatos rabiosos, abrazando nuestro trofeo para que las bestezuelas no puedan tocarlo. Las afiladas garras me traspasan el abrigo y la camisa, desgarrando la piel de debajo. Intento mantener la mente centrada pensando en cómo le voy a explicar todos estos destrozos a Karen...

Definitivamente ese pobre hombre ha perdido la razón...

Mi mente no para un segundo mientras observo lo que están haciendo esas pequeñas bestezuelas. Los dos hombres se me adelantan y frunzo los labios intentando reunir el valor suficiente para cruzar. al final me cubro el rostro con el brazo que no está sujetando la lámpara y atravieso ese terrible corredor lo más rápido que puedo, intentando hacer caso omiso del dolor de las heridas que esos demonios peludos me están haciendo.

Por unos instantes, Popov se encontró confundido, puesto que dentro de lo que conocía de los Hombres Sombra no existía nada que dijera que ésto pudiera afectar a animales del modo que aquellos gatos parecían estar siendo afectados. ¿Cabía la posibilidad de que hubiera más de una criatura extraplanar en ese lugar?

De pronto le pareció lógico. El Crystal Palace, con sus muros de cristal, podía estar actuando como una trampa para contener lo que hubiera en aquel lugar. ¿Qué mejor lugar para mantener atrapados espíritus y criaturas míticas, ya fuera para su estudio o para evitar que desataran la locura en el mundo?

Los tentáculos en la sombra le hicieron pensar aún en otros mitos, de una criatura oscura cuyo nombre no podía ser pronunciado sin que éste trajera la locura a la mente de quienes lo miraran. Pero la manifestación de la misma en el lugar no parecía ser suficientemente poderosa, o no estaría en ese momento mirándolas y buscando una lógica al asunto.

Alexey mantuvo la calma férrea que le permitía observar todo con un ojo clínico. No sabía cuánto duraría éste estado mental que podía llamar de "gracia", "elevación" o "muralla" pero tenía que sacarle partido.

Revisó el espejo brevemente, pues era un momento perfecto para emboscarlos mientras los estremecedores maullidos asaltaban sus nervios; en su mente cruzó brevemente la duda de si su gato estaría entre esos animales poseídos.

Por lo pronto todos ellos parecían demasiado nerviosos y descontrolados para evitar a las bestias así que les siguió lo más rápido que podía cargado como iba mientras entre breves jadeos decía con el acento ruso extremadamente marcado -¡señores, controlen su miedo! ¡Lo que aquí nos acecha espera que nos haga perder la razón y atraparnos como a ratones!

No sabía si sus palabras alcanzarían a sus desdichados compañeros o todo estaba ya perdido en una mente enloquecida. La suerte quiso que casi trastabillease con algo que no había visto, mas en vez de caer espatarrado al suelo lograse recuperar el equilibro con un saltito descoordinado, pero suficiente para esquivar una de las criaturas gatunas. Apretando el paso decidió que las palabras seguirían en un momento mas adecuado para ellas.

Los investigadores corrieron a través del estrecho pasillo entre las jaulas de los gatos, o lo que quedaba de gato en aquellas viciosas criaturas que intentaban darles alcance. Sólo el señor Popov logró evitar que alguno de ellos llegue a tocarlo, más la señorita Grant, el señor Knight, y el señor Falkenhorst pudieron sentir en sus espaldas, piernas, y brazos las afiladas garras que rasgaron sus ropas y dejaron lineas ensangrentadas en su piel. La adrenalina era sin embargo más fuerte que el dolor, logrando dejar el auditorio atrás antes de que las moribundas casi cadavéricas de los felinos les hicieran más daño. Sospechaban, sin embargo, que no tardarían mucho en lograr escapar de sus prisiones. Detrás de ellos algunas de las jaulas comenzaban a tambalearse peligrosamente de sus soportes, pero al menos ya nos les caería encima.

Estaban fuera del Auditorio, hacia su derecha a unos metros estaba el mostrador donde se encontraba el guardia cuando llegaron por primera vez, hacia la izquierda el largo pasillo que llevaba a las distintas exhibiciones. La puerta por la que habían entrado y por donde debería estarlos esperando el señor Merriweather se encontraba al fondo del lado derecho. Frente a ellos, la salida del Crystal Palace, las puertas de vidrio cerradas y atravesadas por una barra, aunque quizás no imposible de abrir.

El señor Knight llevaba en sus brazos el sarcófago de piedra, en el cual se podía ver sobre la tapa un rubí como único adorno. A la luz de las lámparas y teniéndolo de cerca, pudieron notar las marcas que el señor Falkenhorst había mencionado, aunque no parecían más que trazados sin sentido. Tenían lo que habían sido encomendados de encontrar... pero aún quedaba un obstáculo a superar. Pues de pronto, a unos metros de ellos pudieron ver no dos, ni tres, sino siete figuras que se encontraban de espaldas a ellos, bloqueando el camino.

En un momento de lucidez se me ocurre que lo de controlar el miedo es algo fácil de decir cuando unos gatos chiflados no te están utilizando como afilador. Cuando finalmente conseguimos salir de ese infierno de garras y maullidos estoy tentado de ofrecerle a Emmaline mi gabardina para que se cubra, pero por nada del mundo quiero soltar lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir. Además, ofrecerle a la señorita Grant un abrigo roto y ensangrentado seguramente conduciría a que me contestase algo no demasiado edificante.

¿Están todos bi...? - es lo que quiero preguntar cuando llegamos a la entrada del auditorio, pero me interrumpo al ver a las extrañas figuras que nos aguardan en el lugar de Merryweather. Tras cerrar la puerta con la pierna para acallar por fin el ruido de los malditos gatos me cargo el sarcófago en el hombro durante un segundo para tenderle a Klaus mi revólver, ofreciéndoselo por la culata - Tiene todo mi apoyo en su propuesta de salir de aquí. Haga los honores.

Y cárgate a esos mamones si se ponen tontos, que estoy hasta aquí de este sitio, de este trabajo y de tantas estupideces - es lo que no me atrevo a decir con Emmaline delante...

Ah joder, putos gatos. 

Y sigo acojonado, pero no sé si el dolor real me ha devuelto un poco de raciocinio ya que lo factible de esta situación hace que la sugestión, el miedo propio a lo desconocido se convierta en terror. Pero no es lo mismo sospechar que sentir en verdad y heridas de guerra, joder sí que tengo muchas. 

Así que tras detenerme un breve instante para ver si todos están bien, intentando que no me tiemblen las piernas en el proceso o me haga pis encima, escucho las palabras de Knight. Eso sí que me da una buena dosis de moral, de confianza que ahora mismo flaqueaba debido a la situación reinante. Por esa razón, tras coger el arma asiento. 

- Vale, intentaré encontrar el camino. - respondo decidido y al ver las sombras, siento un nudo en el pecho. - ¿Pero... que cojones? Avancemos, no le demos lugar. - 

Termino por decir, caminando hacia delante, hacia eso a lo que tanto le temo. 

El señor Alexey soltó un gemido ahogado al ver las figuras, una cosa era tener los nervios bajo control y otra verse de cara a cara con ellos de nuevo.

¡Mantengánse siempre de cara a esos seres!- exclamó antes de añadir alarmado -¡y no se acerquen por dios! - preparó la plancha con el cristal de jade en la mano, no sabía muy bien como usarla, quizá reflejando a los seres en ella, quizá de un modo mas mundano golpeándoles, pero desde luego sería mas efectiva que la pistola.

Sería mejor salir por el lateral - dijo algo entrecortado - usen la luz como barrera. No quieran convertirse en uno de ellos- estaba seguro que si revisaba el espejo encontraría el amargo destino del guardia, así como su antiguo compañero. Pero no quería comprobarlo.

Oh, si. Claro, por supuesto que voy a pasar por ahí. Ni en un millón de años, compañeros...

Me enjugo la sangre que cae por mi mejilla cuando el señor Knight empieza a preguntar lo de rigor.

-No, me temo que no estoy b...- Al levantar la cabeza veo las figuras encapuchadas, y palidezco notablemente.- Oh...

Asiento a lo que dicen mis compañeros, y me quedo parada ante sus miradas expectantes. Luego miro la lámpara que aferro en mi mano derecha.

-Oh, bueno...supongo que yo iré primero y haré de escudo. Soy la que lleva la luz, al fin y al cabo. Síganme, caballeros.- Sonrío de forma débil y asiento de nuevo.- Nada de darles la espalda, no acercarnos y por el lateral.- Doy un par de pasos y me paso la lengua por los labios resecos.- Sé que no va a pasar nada...pero si pasa recuérdenle a Merryweather que cumpla su promesa y cuide de mi padre.- Digo, en un impulso irresistible antes de empezar a avanzar para salir de allí. 

Las palabras de Emmaline me hacen ruborizar. Se supone que yo debía coordinar este equipo, no esconderme detrás de ninguno de sus miembros. Por eso me pongo junto a ella sin dejar de abrazar el sarcófago de piedra.

Desde luego que sí - le prometo a Emmaline - Si a Merryweather se le ocurre faltar a su promesa la pesadilla de esta noche no será nada comparada con la que le haré vivir en los tribunales...

Los cuatro investigadores empezaron a avanzar. Lentamente. Con las miradas clavadas en las figuras de espaldas, que a cada paso parecían querer acercarse a ellos, sólo mantenidos a raya por la luz proveniente de las lámparas; el señor Popov mantenía tan alto como le era posible aquella luz, intentando bañar con ellas tanto a él como a sus compañeros.

La señorita Grant, por otro lado, llevaba la luz al frente, acompañada por el señor Knight a su lado. El señor Falkenhorst, ahora con un arma con el cual creía que podría defenderse, avanzaba un poco más adelante del señor Popov. Los maullidos que creían haber dejado atrás pronto fueron nuevamente aumentando, junto con el ruido que froducían sus uñas contra la puerta. Si las jaulas no los habían detenido, sin duda no tardarían en abrir en aquella puerta un agujero lo suficientemente grande para poder salir. Tendrían que apurar el paso, o no tardarían en ser alcanzados por las pantomimas de lo que alguna vez fueron nobles animales, ya habiendo probado el filo de sus garras en las carnes de los investigadores.

Sólo hubo un detalle en el cual la señorita Gran no había pensado, y era en la sombra que proyectaba su propio cuerpo y el del señor Knight sobre el señor Falkenhorst. Con horror, el hombre pudo ver como de la espalda del señor Knight surgía una mano de garras afiladas en su dirección.

¿De verdad vale la pena todo esto? - Me pregunto durante unos segundos. Las sombras por delante, los gatos endemoniados por detrás, el pobre Paxton con la cabeza arrancada. Desecho rápidamente ese pensamiento apretando aún más el sarcófago de piedra. No quiero ni imaginar qué podría pasar si toda Londres quedase expuesta a semejante pesadilla.

¡Ya estamos cerca! - digo para animar a mis compañeros - ¡Vamos, no se detengan ahora!...

De alguna manera la tensión es constante, esos maullidos me exasperan y hacen eco en mi mente. Sus garras filosas, arañando las jaulas y esas sombras. Joder, lo que acojona todo este escenario tan perturbador y por esa razón avanzo, sólo que hay una sombra que se revela ante mi. Es la de mi compañero y sé que no tengo demasiada alternativa, es como un encuentro cercano con lo que tengo delante y no puedo evitarlo. 

Me pilla, desgarra, duele... Y corro. 

Pero...en qué lío nos habíamos metido. Desde un principio no parecía algo muy legal, pero una cosa era una legalidad un poco turbia y otra muy diferente los asuntos demoníacos que estaba presenciando. La ciencia podía explicar algunos de ellos, pero que todos se sucedieran a la vez era...extraño.

Esas malignas bolas de pelo parecen haberse zafado de las jaulas, una parte de mi cabeza tiene un leve pensamiento sobre Bismuto, al que no había visto en aquella cámara de los horrores. Espero que mi pequeño esté bien…

Sonrío levemente a la contestación del señor Knight, si me pasa algo no dudo que torturará al señor Merryweather para que mi padre esté bien atendido.

Ante las palabras de mis compañeros no me ando con remilgos: con una rapidez que avergonzaría a mi madre y a su concepto de “modales” uso la mano que no está sujetando la lámpara para recogerme las faldas y echar a correr lo más rápido que puedo, teniendo buen cuidado de seguir iluminando con la lámpara.

-Ánimo, compañeros. ¡Ya casi estamos!

Correr, siempre correr.

¡No cedan al temor! ¡La luz se agita si corren!- exclamó el señor Popov antes de maldecir en ruso algo que hubiese escandalizado a los hombres, por no decir a la mujer y salir detrás de ellos. Casi tropezó, maldita sea la situación y las prisas. Alexey era alguien metódico que detestaba las prisas, especialmente las físicas.

Sin embargo quizá su temor a que si tropezase implicaría que su lámpara acabase quien sabe donde y seguramente apagada hizo que un estallido de energía le permitiese recobrar el equilibrio antes de salir como una centella en dirección a sus compañeros ganando incluso terreno.

Entre jadeos añadió -¡tengan cuidado con las sombras de sus lámparas! ¡No dejen su cuerpo sin iluminación! ¡La luz es nuestra salvación!

Los investigadores empezaron a correr. El señor Knight, sosteniendo el sarcófago como si su vida dependiera de ello. Lo cual, quizás, no estuviera tan lejos de la verdad. La señorita Grant, a pesar de no llevar el atuendo más adecuado para una carrera, mantenía el paso de frente, con la lampara en alto, intentando que la luz siguiera protegiendo a quienes iban detrás. El señor Falkenhorst había logrado esquivar por los pelos las garras que por poco perforaron uno de sus ojos. Sin embargo, la garra logró golpear la mano en que sostenía la pistola, la cual escapó de su mano y se deslizó por el suelo, lejos de él[*].

El señor Popov iba detrás, intentando seguirles el paso aún a pesar de la diferencia de edad. Al mirar hacia su espalda, ve como una dos de las figuras que los rodean avanzaban en su dirección, a una velocidad impresionante.

Sus manos intentaron atrapar al ruso y arrastrarlo a las sombras, pero Popov, en un momento de adrenalina, logró zafarse a tiempo, viendo con horror como de la nuca de aquel ser aparecía una boca grotesca, llena de dientes, que le dio un mordisco en el hombro, arrancando piel y músculo. [**]

Aún así, Popov no se detuvo, dando alcance a los otros tres. La señorita Grant fue la primera en llegar a la puerta, y giró el picaporte...

Debieron parpadear un instante, sus ojos acostumbrados a la oscuridad recibiendo de pronto la luz, aunque suave, del cuarto de almacenaje por el que habían entrado. Revisando su reloj de bolsillo, pudieron ver al señor Merriweather en mitad de la sala, quien al escuchar el ruido de la puerta alzó su cabeza hacia ellos, empezando con una sonrisa. -Ah, ya comenzaba a pre-- ¿¡Qué demonios está ocurriendo!?- Su rostro se ensombreció con horror al mirar a la espalda de aquellos cuatro investigadores.

Siguiendo su mirada, la señorita Grant, el señor Popov, el señor Falkenhorst, y el señor Knight, pudieron ver como las criaturas de sombras parecían cubrirlo todo, incluso paredes y techo acristalado. Desde aquella horrorosa perspectiva, el portal que acababan de atravesar parecían la monstruosa boca de un antiguo Leviatán, las sombras parecían ser colmillos y tentáculos; y felinos ojos salvajes comenzaban a correr en su dirección.