Alexey ya se estaba recuperando, en gran medida gracias al reconfortante vodka. A diferencia del resto no ayudó al Señor Merryweather, por un lado porque no tenía conocimientos médicos y por otro porque ya había "multitud" con el, eso y un vago resentimiento por haberle hecho arriesgar la vida con algo como lo ocurrido.
Sin embargo si que contestó a sus compañeros de desventuras, en concreto a la obstinada Emmaline -quizá tiene una base científica, mas si nuestra mente no posee la capacidad de comprensión necesaria... se convierte en magia, dioses y fantasía, en un acto de fe. ¿Podríais aceptar algo así?
Las heridas le dolían, aunque aún poseía el vigor de la juventud para soportarlas, el tiempo necesario para marcharse por lo menos.
Señor Knight, Señor Von Falkenhorst ¿me ayudan a cargar con el Lord si este no despierta con las sales? Su sugerencia es acertada y si no tienen donde ir yo tengo la "suerte" de vivir en el barrio rojo, una suerte porque nuestro aspecto no llamaría la atención en exceso. Una vez adecentados y con un te corregido podríamos decidir que hacer con lo vivido aquí.
¿Se estaba recuperando? Bueno si, no. En cuánto empezó a sentirse mejor el cansancio debido al sobresfuerzo físico, mental y emocional decidió que era el momento de hacerse patente en una arrolladora oleada que amenazaba con tumbar al alquimista ruso.
La magia sólo es ciencia que aún no podemos comprender - comento mientras observo la respuesta de Merryweather a las sales de amonio de Emmaline - La sugerencia está bien, pero habrá que esperar a ver si Merryweather tiene alguna idea mejor. A fin de cuentas es el que paga y espero que lo haga bien. Muy bien.
Me acerco renqueando a Falkenhorst y le tiendo la mano - ¿Le importaría devolverme mi revólver, por favor?...
Los hombres hablan pero yo sigo manteniéndome un poco ajeno de todo. Es que lo vivido ha calado demasiado hondo en mi y tardaré un poco en reaccionar. Es lo que tiene salirse de esa línea donde la vida te pasa factura y lo que menos espera, allí está dándote una clara señal de que puede pasarte cualquier cosa a la vuelta de la esquina. No obstante es Terry quien me ayuda a regresar y tras mirar sus ojos, me encojo de hombros.
—Tendrá que disculparme, pero lo he perdido cuando una de esas cosas me atacó feo—confieso—. Le doy mi palabra buen hombre de que le compraré un revólver en compensación a mi afrenta. Lo siento mucho.
Tras estrechar la mano finalmente, voy sellando aquello con mis palabras y una promesa que estoy dispuesto a cumplir.
En mitad de esta pequeña conversación, las sales de la señorita Grant surgieron efecto, y el señor Merriweather despertó con rápidos parpadeos. Intentó levantarse en un gesto inmediato, pero tuvo que sostenerse al brazo del señor Falkenhorst, soltando un jadeo y un quejido de dolor. Su mirada se dirigió hacia la puerta primero, y luego hacia el sarcófago. Tragó fuerte, y miró a cada uno de los presentes asintiendo suavemente, murmurando un "Bien hecho, bien hecho" bastante ahogado. Miró entonces al señor Popov. -Cerrad la puerta, por favor.- Indicó, señalando aquella entrada que ahora parecía sumamente pacífica.
-Hay un carruaje esperando en una de las puertas laterales del Crystal Palace. Os diría que volvierais al salón y os mezclarais entre los asistentes, más temo que vuestro...- Los miró a todos, deteniéndose especialmente en el señor Knight, antes de mirarse a si mismo. -...aspecto en estos momentos sólo despertaría alarmas, y sería mejor que no os encontraran aquí cuando se descubra los cadáveres de los gatos.-
Aydándose con el señor Falkenhorst, logró ponerse de pie. -Os pido que no habléis jamás de lo ocurrido esta noche.- Comenzó a toser, manchando un pañuelo de sangre. Se recompuso y miró hacia el señor Knight y el señor Popov. -Este ritual ha tomado parte de mi, así como de vosotros. Pero está contenido... por ahora.-
Su mirada cayó sobre el sarcófago. El objeto parecía tan pacífico e inmovil, que de no ser por la experiencia vivida ninguno podría entender qué interés podría guardar más que como antiguedad decorativa tras un cristal. -Id a por el señor Gallach, estará esperando en el pasillo. Desde aquí nos encargaremos él y yo.-
Extendió su mano en pose digna hacia el señor Popov para que éste le devolviera el medallón; luego se dirigió a todos. -Es posible que os vuelva a contactar en el futuro. Entenderé si no deseáis saber más de esto, pero si tenéis preguntas, venid a verme mañana y os responderé lo mejor posible.- Con estas últimas palabras, indicó a los cuatro investigadores a dejar la habitación.
Las dudas sobre lo que había ocurrido esa noche tendrían que quedar para el día siguiente, ahora sólo podrían intentar curar las heridas lo mejor posible, aceptando quizás la invitación del señor Popov o tomando sus propias medidas. Quizás, por esta noche, la luz de sus habitaciones permanecería encendida...
Fin del Capítulo III