Partida Rol por web

Muchas gracias por vuestro interés, esta escena es para vosotros cuatro, los que continúan con la partida.

Vuestros primeros pasos se encaminan al mugriento barrio industrial donde se encuentra la fábrica de Deverell Street, es en estas instalaciones donde se desarrollan los proyectos y Lord Ragland pasa sus horas de trabajo.

Tras acceder a las instalaciones, os indican que Walter Kehoe es el encargado, se nota que no pertenece a la clase social atribuida, y que estaría mejor con un traje de obrero que con el traje de lana escocesa mal ajustado que lleva actualmente puesto. Con su gruesa mano toquetea el cuello de su camisa y os pregunta que queréis.

 Saludé a nuestro anfitrión con una leve inclinación de sombrero, mientras le respondía educadamente:

 - Saludos, caballero. Venimos a hablar con Lord Ragland de un asunto privado. ¿Podíamos reunirnos con él, por favor?.

- Buenos días, en estos momentos Lord Ragland no se encuentra aquí, yo soy su adjunto, si puedo ayudarles en algo, el Sr. Linhart me advirtió de su posible llegada, espero que encuentren al asesino del Sr. Allen, era un caballero muy atento que no dudaba en dar oportunidades a personas que demostrarán su capacidad de trabajo. La mirada del encargado es sincera y sus manos llenas de callos, así como ciertos detalles delatan que hablaba de él mismo.
 

Señor Walter Kehoe mi nombre es Ronald West trabajo también con el grupo de investigación. - Dije con la debida presentación de costumbre con el gorro en mi mano y un leve inclinamiento de cabeza. - He obtenido información de que algunas armas, pistolas o revólveres militares se vendieron a los que participaron en el proyecto. Dado que el fallecido señor Allen murió a causa del impacto de bala de una de estas armas. Me gustaría saber si nos puede proporcionar los nombres de las personas a las que se les regaló dicho objeto. Ya que debería de hablar con cada uno de los integrantes hasta localizar cómo pudo el asesino hacerse con un arma de este tipo. 

Por otra parte también me gustaría saber si el señor Allen estaba trabajando últimamente en algún proyecto secreto o diferente. Ya que se pasaba hasta altas horas de la noche en su despacho, y es posible que a raíz de esto podría descubrir si el asesinato estaría enlazado con su trabajo. 

- Por favor, si son tan amables, síganme a mi oficina, el ruido del taller hará más fácil la conversación. Tras atravesar el taller, en el que varios obreros trabajan en las máquinas, una escalera da acceso a una planta los despachos exteriores con ventanales a la fábrica y los interiores reservados a directivos. Walter abre la puerta y os cede el paso. - Encantado, Sr. West, se suelen regalar replicas o unidades como detalle a las personas vinculadas al proyecto, miembros del Gobierno, Ejército, etc, esos detalles son más de directivos, yo me encargo de dirigir el taller. Respecto a proyectos secretos, estamos desarrollando un nuevo cañón para el Almiraztango. Precisamente el 9 de marzo, por la mañana, el Sr. Allen vino a ver a Lord Ragland, imagino que sería algo relacionado con el Proyecto nº 10, pero Lord Ragland no estaba aquí.
 

La señora Bennett anduvo con cuidado levantando el vestido para que no se ensuciara con el mugriento suelo del barrio industrial y miró con preocupación a su señorita. Sin embargo, no dijo nada ni hizo ningún ademán salvo arrugar la nariz y lanzar un hondo suspiro.

Tras las primeras conversaciones con el encargado y seguirle a su oficina, Joyce se adelantó un pequeño paso para tomar la palabra.

- Joyce Bennet, señor Kehoe, ama de llaves de la señorita Irene Adler - se presentó señalando a Irene - si me permite preguntarlo, ¿quien sabía que el señor Allen se quedaba hasta tarde? Especialmente, que ese día se iba a quedar hasta bien entrada la noche. ¿Habló con alguien sobre eso? ¿Sabe dónde estaba el señor Ragland en ese momento y si llegó a hablar con él? ¿Había discutido con alguien recientemente?

Se aclaró la garganta un segundo y miró hacia los papeles que había en la oficina antes de seguir.

- También me gustaría saber se encuentra el señor Ragland en este momento, si puede decírnoslo.

El encargado inclina la cabeza respetuosamente ante la presentación, tras echar una vistazo a su agenda, responde:

- Encantado señoras, los horarios del Sr. Adler eran imprevisibles, podía estar en una cita de negocios o de algún otro tipo, como reunido en asuntos de la fábrica, de todas maneras, al desarrollar su trabajo en la oficina no puedo decirle mucho al respecto, únicamente lo que he oído a su señoría, al Sr. Ragland. Respecto a la visita que efectúo en la mañana del nueve de marzo era relacionada a extrañas visitas, extranjeros y gente así, imagino que relativo al Proyecto nº 10, tras esperar unas horas me dijo que no le comentará nada de su visita. Podrá encontrar a Lord Ragland en su casa, al menos eso ha dejado dicho. Durante la conversación, Walter Kehoe ha estado mirando su agenda para corroborar los datos.

Irene retornó de sus pensamientos hacia la conversación que allí acaecía. Su ama de llaves, como en más de una ocasión, le había salvado del apuro y se pronunció antes de que nadie pudiese observar que sus pensamientos se encontraban completamente ajenos a lo que se producia en aquella sala.

Irene hizo una pequeña reverencia con la cabeza a modo de presentación y preguntó directamente - ¿Sería tan amable de facilitarnos la dirección del señor Ragland?  - dijo sonriendo y mirando fijamente a aquel hombre.

El encargado toma uno de los papeles de la mesa y anota en él, tras esperar que la tinta se seque, lo tiende a Irene Adler.

- Desde luego señora, seguramente podrán encontrarlo allí, o les dirán en que lugar se encuentra.

 Saludé cortesmente al empleado, mientras le daba una de mis tarjetas:

 - Muchas gracias por su ayuda, caballero. Si recuerda cualquier cosa de interés o oye algo, por favor, no dude en avisarnos, cualquier ayuda será bienvenida...

La señora Bennett volvió a un discreto segundo plano una vez que la conversación había concluido. Miró al resto del grupo esperando a que decisión se tomaba a continuación, aunque parecía bastante obvio que su siguiente parada sería el domicilio del señor Ragland.

El mayordomo de Lord Ragland, Bunting, os hace pasar y esperar en el despacho. La casa de Lord Henry Ragland es impresionante, casi tanto como el dueño cuando llega. Con treinta años, encarna la imagen misma del inglés refinado, con un encanto y un estilo seductor a la vez repelente. Una vez hechas las presentaciones, va a sentarse detrás de su escritorio y, desde allí, os invita a empezar.

Antes de que podáis hacer ninguna pregunta, se percata de un sobre encima del escritorio y llama inmediatamente a Bunting.

- La Drummond se ha vuelto a equivocar. Asegúrate de que esto sea enviado de inmediato. Pido disculpas, señoras y señores. Un débito en lugar de un crédito, o algo parecido. Empiecen se lo ruego.