Partida Rol por web

Siempre nos quedará Paris

4. La resistencia

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20/09/2013, 17:02
Justine Girard

Suspiré, con la humeante taza de té aún en mi mano.

La pregunta de Dominique flotaba aún en el aire sin ser contestada. ¿Si mis padres dejarían todo atrás? Dolía pensarlo. Pero qué remedio. Cuando me embarqué en esto, sabía que los riesgos eran muchos, pero también la recompensa. Que nuestro país fuese libre, haber ayudado a conseguirlo.

Quizás.. quizás alguno de los mensajes secretos que yo llevé eran órdenes para alguna liberación, o planos para combatir a los alemanes.

Prefería pensar eso, y me animaba. Ojalá mis padres lo entendiesen así.

-No lo sé, Dominique. Les contaré todo lo que ocurrió, y espero que entiendan por qué os ayudaba. Yo no me arrepiento de ello. Jamás hubiera querido que ellos sufriesen por mí, pero ya no soy una niña-acerqué la taza a mis labios y tragué un sorbo en silencio-. Quise ayudar, y ojalá haya servido de algo.. Todo lo material se habría perdido igualmente si hubiesen bombardeado la ciudad, por ejemplo. ¿Sabes?-recordé con nostalgia -. Mi abuelo solía decir que no había que tenerle afecto a cosas que podamos perder en un incendio. Que más valía tener cariño y amigos, que objetos. Espero que mis padres opinen igual..

Miré a mi interlocutora. Permanecía en silencio, escuchándome.

-¿Y qué hay de ti? ¿Qué harás cuando acabe la guerra?

Cuando acabe la guerra.. Un futuro deseable para todos, en estos aciagos días. Suponía salir con bien de todo esto, y no todo el mundo lo lograría. Las noticias llegaban difusas, no se sabía bien qué ocurría en el frente, y sólo podíamos esperar con el corazón en un puño qué sucedería mañana.

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20/09/2013, 20:23
Dominique Durreaux

No hay que tenerle afecto a las cosas que podamos perder en un incendio.” Escuché esas palabras con una media sonrisa clavada en el rostro que escondí tras la taza. En realidad era una mueca a medio camino entre el sarcasmo y el dolor que pretendía ser, sin lograrlo quizá, una sonrisa irónica. Entrecerré los párpados, ladeé la cabeza y escruté a la muchacha en silencio.

Aquella frase, sabia en su esencia, jamás había contemplado el horror, la muerte, el miedo, el dolor y la desesperación. Aquella frase no sabía de esta guerra atroz ni de los nazis. Yo no había perdido mi hogar y sus muros permanecían firmes e impertérritos; los muebles seguían allí, acogedores como siempre; mis libros y mis escritos descansaban en los estantes de la biblioteca; mi trabajo en el hospital no corría peligro alguno; y sin embargo… Hubiera cambiado todo eso  porque mis hermanos estuvieran aquí, junto a mí, saboreando un poco de té caliente, y no allá, desaparecidos en el frente tras el arrollador avance de los tanques alemanes. O por mi abuela y mi tía, devoradas por la atroz maquinaria nazi, arrojadas como basura en un infame gueto en Varsovia. Hubiera dado todo eso y mucho más porque ellos estuvieran a salvo. Pero no era así, y nada podía hacer por cambiarlo. Y eso quemaba más que mil incendios…

No hay que tenerle afecto a las cosas que podamos perder en un incendio.” O quizá sí. Quizá era precisamente eso. Había entregado mi afecto a personas que habían sucumbido a las llamas de una guerra, y que había horadado muy hondo en mi vida. Tal vez por eso me costaba el amor, tal vez por eso plantaba un cerco en torno a mí. Llamas que destruían más que simples cosas materiales, llamas que arderían por siempre en mi memoria, llamas que arrebataban vidas, sueños, recuerdos, esperanza, futuro. Pero Justine no sabía nada de eso, y yo no iba a contárselo.

Entonces fue cuando preguntó sobre qué haría cuando la acabara la guerra. Pestañeé un par de veces, confundida. Nunca había pensado en ello, me parecía algo muy lejano e irreal. ¿Inscribirme en el Collège de France? Cursar las cátedras de los profesores Ribot y Henri Vallon me parecía un sueño disparatado en estos momentos. ¿Viajar? Tal vez. Imaginaba una guerra larga y dolorosa y, después de años de sufrimiento, de años de mirar sobre el hombro, de años de incertidumbre y miedo, de años de obligada supervivencia, ¿qué querría entonces? Cerré los ojos y suspiré.

Vivir ―susurré.

Deposité la taza vacía sobre la mesa, me eché hacia atrás contra el respaldo de la silla y estiré los brazos, desperezándome. Luego abrí los ojos y sonreí. Una sonrisa sincera afloró en mis labios.

Vivir, ¿qué otra cosa sino? ―y me eché a reír.

Vivir, sí. Una vida libre de preocupaciones por el mañana, por un incierto futuro plagado de miedos e incertidumbre. Vivir el día a día, gozar del simple hecho de ver amanecer… No necesitaba más.

¿Y tú? ¿Sueñas con algo más que solo vivir? ¿Tienes a alguien que sueña un futuro junto a ti? ―inquirí, y posé mi mirada en los ojos azul cielo de Justine.

En algún punto me recordaba a Edouard, siempre esperanzados, siempre soñando un mundo mejor para todos. Idealistas. Gente con alas. Yo estaba hecha de otra materia, más terrenal y algo cínica. No creía posible un mundo mejor, no confiaba en el hombre y en su insaciable sed de poder.

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22/09/2013, 09:42
Master

El padre asíntió a las palabras de Dominique tratando de sonreír, aunque tampoco le salió muy bien. Parecía ser que cada uno guardaba sus propias condenas, no comparables por igual, pero cada uno sabía lo que soportaba. A la postre, al padre si herida casi le servía como redención – Gracias – Entonó con brevedad y sus palabras salieron un poco roncas y demostrando así, sin querer, que tenía la garganta un poco seca.

La conversación y los pensamientos alrededor de una humeante taza de te, dejaron en el espacio y el tiempo el sentir de cada uno. El preciado líquido se agotó, quedaba más en la tetera pues se había hecho de más, y cortando los pensamientos con rapidez un leve sonido irrumpió entre las dos mujeres. Sonaron unos leves golpes en la puerta exterior ¿Pero habían sido de la forma que dijo Edouard que haría? Difícil precisar.

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23/09/2013, 15:08
Justine Girard

Dominique me preguntó si tenía a alguien con quien compartir un futuro, y el rostro de Françoise me vino a la cabeza. Los días de escuela juntos, las miradas, las risitas. Acompañarme a casa después de la escuela, a pesar de que él vivía hacia el otro lado.. Un café en el pueblo, hablando de tonterías.. Françoise.. Era tan detallista.. Me devolvía los libros que yo le prestaba con pétalos de rosa en su interior.

La despedida fue tan horrible.. Sus padres huyeron del pueblo, y él tuvo que irse con ellos. Lloré ríos enteros, pero hoy.. hoy me alegro. Seguro que hubiera sido reclutado en el ejército. Ojalá esté bien. Me dijo que volvería a buscarme cuando tuviera la oportunidad, y yo.. Sé que lo hará.

-Espero que sí -respondí a Dominique-. Ojalá que..

Unos leves golpes me interrumpieron, Edouard ya estaba aquí. ¿Habría ido todo bien? Mi corazón se aceleró de golpe, y casi derramo el té al incorporarme, ansiosa.

Pero los demás estaban demasiado alerta. En mi precipitación y mis ganas, no recordé la contraseña de Edouard.

Susurré:

-¿Ha sido Edouard? No hagáis ruido, es mejor comprobarlo sin que nos vean -por suerte, habíamos estado hablando en tono bajo, puede que quien llamase no nos hubiese oído desde fuera.

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25/09/2013, 17:31
Dominique Durreaux

“…Un golpe, dos golpes y un golpe con los nudillos en la puerta,” había dicho Edouard, pero, quizá porque estábamos sumidas en la conversación o porque Edouard golpeó muy suavemente, no reconocí la contraseña. Los demás dormían o estaban demasiado lejos como para escuchar nada. Solo estábamos Justine y yo para decidir qué hacer.

La muchacha sugirió ir a comprobarlo con sigilo, y yo no repliqué en contra. Pero me encontraba alerta, casi al acecho, otra vez. Los músculos crispados y mi cabeza trabajando a mil. Cabían tres posibilidades: era Edouard con los padres de Justine (lo más probable), era algún feligrés en busca del sacerdote (pese a que era atea, tenía conocimiento de que ante peligro de muerte se estilaba una ceremonia a la que llamaban extremaunción, santos óleos o unción de los enfermos) o… Eran los alemanes (pero ellos no estilaban llamar a las puertas, sino a derribarlas a culatazos y a mancillar con sus botas cualquier rastro de inocencia). Si estaban aquí era porque venían tras nuestra pista. De todas formas, la presencia de cuatro mujeres (entre ellas una española armada) a tan altas horas de la noche en el domicilio del un sacerdote era más que suficiente para despertar muy fundadas sospechas y que todo terminara de la peor forma. Si eran ellos, ninguno de nosotros saldría indemne de esto; no había vuelta atrás. Pensé en mis padres. No, si eran nazis no dejaría que me atraparan con vida…

Muy silenciosa y lentamente, me desplacé hacia el armario y recogí uno de los fusiles que había escondido; acto seguido, me parapeté tras la puerta de la alcoba del padre André y apunté hacia la entrada.Pacientemente, esperé que Justine verificara quién se encontraba allí, detrás de las puertas. 

Sentía el miedo trepar por mi columna, pero si eran alemanes... dispararía sin dudarlo. 

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26/09/2013, 09:34
Jules Girard

Justine se dirigió titubeante hacia la puerta y mientras Dominique fue a por uno de los fusiles por precaución. Pero una voz precipitó los acontecimientos - ¿Justine?

La chica reconoció de inmediato la voz de su padre y abrió. Habían regresado sanos y salvos sus padres y Edouard. Dominique pudo bajar el arma al no haber ninguna señal de peligro. Los dos padres se adelantaron a abrazar a su hija – Justine… - Parecían no saber muy bien que decir, la situación había dado un buen giro ¿Cómo lo tomarían sus padres?

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26/09/2013, 09:35
Edouard

Edouard se aseguró de cerrar bien la puerta y se acercó a Dominique

¿Ibas a dispararnos? – Dijo en una especie de medio broma y luego la abrazó también – Ha ido todo bien, pero he escuchado vehículos militares por el centro, hay algo de movimiento para las horas que son.

Se separó del abrazo y alisó un poco su pelo - ¿Cómo está el padre?

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26/09/2013, 19:11
Justine Girard

Su voz se coló entre las rendijas de la puerta. Esa voz que tantísimas veces me había acunado, y que me imaginaba tranquilizándome cada vez que tenía miedo..

-Justine.. -dijo, y noté como por fin pude respirar. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras abría la puerta, y me fundía en un abrazo con quienes tantísimo había echado de menos.

No pude hablar, al menos no en ese momento. Tras unos segundos, me separé y los miré a ambos.

-¿Estáis bien? ¿No os ha ocurrido nada? Pasad adentro, por favor..-Edouard venía con ellos, y casi ni me había fijado, con todas las emociones. Le tendí una mano, y espontáneamente también lo abracé un instante.

-Gracias por traerlos, gracias.. ´-no tenía palabras, se me acumulaban todas en la cabeza, pero no sabían cómo salir de allí.

¿Qué iba a decirles a mis padres? Lo había pensado mil veces, y ahora se me había olvidado cualquier atisbo de conversación ensayada conmigo misma esas mil veces. Lo que quiera que fuese, ojalá pudieran entenderlo..

-Papá, mamá.. Os preguntaréis qué ha pasado, ¿no es así?

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26/09/2013, 22:53
Dominique Durreaux

Mientras Justine abría la puerta, bajé el fusil y me apresuré a esconderlo otra vez en el armario. Entre tanto Edouard dirigía sus pasos en mi dirección. No acoté ningún comentario a su broma (estaba demasiado tensa para ello y ni siquiera esbocé una sonrisa), pero acepté su abrazo y me relajé un poco.

—Ahora descansa. Está estable, pero tendré que controlar cómo evoluciona en los próximos días. Aprovecharé que tengo libres las mañanas: esta semana trabajo por la tarde —Luego, volviendo mis ojos hacia Justine y los recién llegados. —Creo que es mejor que regrese a casa, ahora mismo. Necesitarán un poco de intimidad —susurré esto último, solo para Edouard.

Suponía que Justine y sus padres permanecerían allí, al menos hasta la mañana. Por otra parte, las otras muchachas habían ocupado el escaso espacio disponible para descansar. Ignoraba cómo iban a arreglárselas, pero intuía que en estas circunstancias ninguno de ellos podría conciliar el sueño y que amanecerían conversando sobre lo acaecido y lo que harían a continuación.

Entonces recordé que aún desconocía dónde se encontraba el arma que había utilizado Edouard esta noche y si aún la portaba encima, así que le pregunté en un susurro quedo:

—¿Qué hiciste con el revólver?

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27/09/2013, 09:26
Madeleine Girard

La madre de Justine se abrazaba a si misma como si tuviese más frío del que hacía – Justine… ¿Porqué no nos dijiste nada? – Dijo con el ceño levemente fruncido, pero en su rostro había más pena que enfado.

Sus palabras demostraban que algo les había contado Edouard – Todo lo bien que se puede estar en nuestras circunstancias… ¿Qué vamos a hacer ahora?

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27/09/2013, 09:27
Edouard

- Lo siento, tuve que contarles que te habían atrapado y lo de la resistencia – Dijo Edouard a Justine tratando de justificarse

- Aquí – Edouard levantó su chaqueta y se vio como asomaba la culata de su arma metida parcialmente en su pantalón. Con respecto a la otra cuestión – Dominique… hay muchas patrullas ¿No crees que es mejor esperar hasta el amanecer? Junto con todos los vecinos que comienzan a salir de sus casas pasaremos más desapercibidos – “Pasaremos” En plural, y supiste que no dejaría que fueses hasta tu casa sola.

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28/09/2013, 00:08
Dominique Durreaux

Todo el miedo y la incertidumbre acumulados durante la espera mutaron en una oleada de confusas emociones que me sacudieron de pies a cabeza. Mientras terminaba de ocultar el fusil, de espaldas a Edouard y a los demás, sentí como se me crispaban los dedos y los nudillos blanqueaban de furia. Si no fuera porque lo conocía bien (o eso creía) sus palabras hubieran caído en mis oídos como una burla cruel.

Había salido en busca de los padres de Justine portando ese revólver, el mismo con el que había acabado con dos guardias alemanes hace apenas unas horas. ¿Y ahora me hablaba de seguridad? Me giré lentamente, muy lentamente, y clavé mis ojos en los suyos, con toda la furia desbordando en lágrimas que apenas podía reprimir. Y me odiaba por eso. No quería llorar, no quería que él viera mis lágrimas. En ese momento creo que también odiaba a Edouard…

—¿Y qué crees que hacías paseándote con eso por las calles? susurré bajo, pero con un clarísimo tono de reproche y, acaso, desprecio.

Aquello había sido un acto tan innecesario y estúpido como la anterior propuesta de Justine de disfrazarse de muchacho, pero venía de Edouard. De alguien perfectamente conciente del peligro que eso entrañaba. Por un momento, la idea de que él (como Clara) disfrutara con la idea de “cazar ratas alemanas” surcó mi cabeza… y sentí náuseas.

—Estaré bien, no te preocupes por mí. No necesito un revólver para caminar por París. Aún no —concluí, con toda la intención de herirlo.

No pensaba, no podía hacerlo. Solo sentía el miedo y la incertidumbre que me habían embargado durante horas. "Cuídate" le había dicho; ¿era así como creía que iba a cuidarse? ¿A cuidarme? ¿A cuidarnos? ¿Era realmente así como pensaba? Yo no quería eso en mi vida. Definitivamente no.

Dicho esto, no esperé respuesta, simplemente le volví la espalda y me dirigí con pasos apresurados hacia la puerta de salida. Realmente estaba furiosa. Conmigo, con él y creo que hasta con el mundo. Pasé a un lado de Justine e intenté esbozar una sonrisa (quizá solo fuera una mueca cansada), al mismo tiempo que le decía:

—Mañana por la mañana regresaré para evaluar cómo se encuentra el padre André. Bonsoir

Y precipité con pasos apresurados hacia la calle.

Necesitaba estar sola.

Necesitaba correr.

No pensaba.

No quería pensar...

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28/09/2013, 10:42
Justine Girard

Me tomé unos segundos antes de responder a mi madre, y, cuando iba a hacerlo, a escasos centímetros de nosotros se produjo una discusión entre Dominique y Edouard, que por unos instantes me dejó sin palabras, hasta que la muchacha salió por la puerta, diciendo que volvería mañana.. Todo ello me descolocó más todavía.

Cuando me giré, encontré de nuevo la mirada de mis padres.

-Eemm.. Yo.. No os dije nada porque precisamente quería que si algo ocurría, no os sucediese nada. Yo.. quería ayudar, mamá. Desde casa ví a una familia refugiarse en la noche, llevaban también a sus niños, y pensé que nadie debería tener que hacer algo así nunca.. Esconderse. Tener miedo -suspiré, triste-.. y míranos ahora a todos. Precisamente escondidos, y con miedo por lo que pueda suceder. Yo sabía que podía pasar algo malo, pero creí que no os culparían por ello a vosotros. Me equivoqué. Siento haberos arrastrado a esta situación. Yo..-no había dejado de mirarles mientras hablaba, pero justo ahora noté cómo una lágrima se escapaba rodando por mi mejilla-.. Yo sólo quería ayudar, sentirme útil en esta lucha.. Espero.. Espero que podáis entenderlo.

Notas de juego

Como Dominique ya no está en la escena, no la marco. Si hubiera que hacerlo, agradecería que ya la incluyeses tú

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29/09/2013, 10:49
Master

- Dominique… - Es lo único que pudo pronunciar Edouard ante tus demoledores palabras y no te quedaste para comprobar más.

Saliste de forma precipitada, sentías el viento surcar tus mejillas. Al girar una esquina casi te da un infarto. Casi te das de bruces con un par de solados alemanes con sus imponentes gabardinas que te dan el alto – Stoppen!. Tu corazón se desbocó en tu pecho.

Uno de los soldado te apuntó a la cara con una linterna, quizás buscando una descripción física, en este caso además quizás las lágrimas jugasen un papel a tu favor - Was macht diese Zeit in der Nacht?

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29/09/2013, 10:50
Edouard

- Dominique… - Es lo único que pudo pronunciar Edouard ante las demoledores palabras de la chica que se marchó sin mirar atrás.

El chico se quedó abatido, no lo podía disimular. Tardó unos pocos segundos en dirigirse a ti y a tus padres – Si no vais a necesitar nada de mi esta noche creo que me marcharé a casa – Su cara estaba tiesa como el cartón.

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29/09/2013, 10:51
Madeleine Girard

Tu madre sacó un pañuelo y limpió tus lágrimas – No llores cielo, al menos estamos juntos, y juntos encontraremos una salida a esto

Viendo la situación de Edouard añadió – Vamos a ver como está el padre André– Y agarró a tu padre del brazo para meterse dentro del edificio

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30/09/2013, 15:43
Justine Girard

Agradecí con una sonrisa a mi madre el mimo con que me había tratado. Al encontrarla tan receptiva la abracé levemente, porque sentí que yo lo necesitaba. Sentir de nuevo algo familiar en lo que refugiarme, como tantísimas veces había hecho..

-Juntos.. -murmuré. Claro, cómo no. Juntos. Ésa era la clave de todo.. Tenía suerte de poder contar con ellos aún en tan malos momentos.

Después, se dirigieron a ver al padre André, y me fijé en Edouard, siempre tan atento y animoso, que ahora mostraba un aspecto taciturno.

-Edouard, ¿estás bien? Dominique volverá, disculpa sus palabras, ella.. Bueno, ya sabes que han sido muchas cosas de repente, y creo que la situación la ha superado por momentos.. Regresará más calmada, ya verás.. -dije, tratando de tranquilizarle. Yo sabía muy bien que las palabras de Dominique podían sentar como latigazos certeros, y me pareció que eso había ocurrido con el muchacho.

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30/09/2013, 23:12
Dominique Durreaux

No pensaba, no quería pensar... Solo corría, una precipitada carrera intentando dejar atrás emociones y pensamientos. "J'sais pas son nom, je n'sais rien d'lui" decía una canción. De pronto, eso que había sido sencillamente una singularidad se transformó en un interrogante. Un interrogante que me corroía por dentro. ¿Y si "Edouard" fuera solo una creación mía? Sabía poco de él, muy poco, casi nada. Pero eso nunca me había importado, incluso me gustaba. Y ahora... 

Ahora nada. Ahora solo corría huyendo de mí misma, hasta que casi doy de bruces contra unas gabardinas que vociferaban en alemán. Alcé la cabeza y un haz de luz me encegueció. Confundida, solo atiné a alzar una mano hacia mi rostro y a balbucir:

D-désolé...

Aturdida y asustada, tardé un poco en entender lo que preguntaban. ¿Qué hago aquí corriendo bajo los velos de una noche cerrada? me pregunté también. Me sequé las lágrimas con una mano temblorosa. ¿Qué hago aquí? No lo sé. En verdad, no lo sé. Intenté serenarme, pero no lo logré. Edouard... Temblaba como una hoja al viento. No sé su nombre, no sé nada de él. No pensaba, no quería pensar. Entonces dije la verdad, en mi alemán de academia, desprovisto de tonos y matices:

De pronto me sentí sola, tuve miedo y corrí.

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01/10/2013, 09:10
Edouard

- No sé… estoy confuso la verdad – Te dijo el muchacho que apenas había levantado la mirada del suelo. Murmuró algo muy bajo que entendiste algo así como “no es la primera vez que lo hace”.

Respiró hondo, negó con la cabeza y viste como hacía acopio de fuerzas aunque su mirada ahora era más fría – Volveré mañana para ver que hacemos con el coche y con… bueno, con lo que se decida hacer. Hasta mañana – Edouard salió y cerró la puerta tratando de no hacer mucho ruido.

Sin más que hacer aquí volviste a dentro, tus padres estaban sentados al lado de la cama del Padre André.

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01/10/2013, 09:57
Master

Por si tenías pocas cosas en la cabeza, las cosas parecían amontonarse.

Los soldados dudaron y se te quedaron mirando, chapurrearon entre ellos algo rápido entre ellos y bajaron un poco el foco de su linterna. Más lento para que los entendieras te dijeron – Métase en casa, no se puede salir por la noche ¿Entendido? – Por lo visto el incidente no iba a tener mayores consecuencias, por esta vez habías tenido suerte. De todos modos no se podía decir que había sido un día muy bueno.

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