El corte de Jules sobre el cuello del monstruo y el posterior ataque de Trevor acaban por destruir al monstruo, arrancando literalmente su cabeza y enviándola lejos hacia el abismo. La criatura se desploma sin energías, dejando caer de sus fétidas ropas una navaja punta cortada, fabricada dentro de la prisión con una cuchara de acero.

Jane recuperando la noción y advirtiendo el peligro de muerte reacciona a tiempo para dar cuenta al monstruo que la empuja hacia el precipicio que comprende el hueco de la escalera circular. Sacando energías de su interior se libra de la presa de la aberración justo para devolver el golpe. Sus heridas son superficiales pero meritorias de tratar ya que podrían infectarse.

Quizás fue su imaginación pero en el momento que ella gana la puja contra el monstruo y la baranda es cuando vio por un instante a una pareja de mediana edad luchar contra la criatura, ayudando a Jane al empujar junto a ella al monstruo. La mujer se parecía mucho a ella y el apuesto hombre tenia una mirada que le es muy familiar. Desde luego al volver a mirar ya no estaban allí.

Desde luego James dispara contra ese monstruo, acabando con su existencia imposible. El impacto del arma de gran calibre empuja a la criatura lo suficiente para que esta caiga por el abismo hasta perderse de vista.

Quedando solo un monstruo, el que atacaba inútilmente a Jules, este decide acabar el trabajo del otro que por poco mata a Sophie. En su intento es frenado por la espada de Jules y por las balas de James.

La radio, que era de Harry, yace en el suelo junto a un bolso con algunas de sus pertenencias. El aparato deja de chillar, cesando lentamente el sonido de estática que al parecer anuncia la cercanía del peligro. Al no haber monstruos cerca la radio enmudece otra vez.

Sophie estaba segura que iba a morir, nunca antes había visto tanta sangre suya... desperdigada por el suelo, el dolor había sido tan intenso que pensó que el bicho la había partido por la mitad o diseccionado el hombro, con respecto a su cara estaba segura que al menos ahí no había podido tocarla al menos que ella supiera.

La pelirroja no quería morir pero en aquel momento quizás la muerte fuera una liberación, lo único que deseaba era salir de aquel espantoso lugar, y lo deseaba con todas sus fuerzas y si encima podía volver a ver a su madre y a su padre, sería aún mejor... los echaba de menos,especialmente a su padre cuando él estaba todo iba bien. Sí, definitivamente aquello sería mejor... abandonarse a la muerte, ya había pasado por el dolor y la pena en todas sus facetas, tanto las mentales como las físicas, lo siguiente sólo sería dejarse ir.

" De verdad crees que es tan sencillo"

Una voz tremendamente familiar resonó en su cabeza

"Soph, mi pequeña, no debes rendirte. La muerte no te garantiza la salida de Silent Hill"

La voz continuó resonando en su cabeza y sólo podía ser de una persona

"¿Papá?"

"Sí, pequeña. Estoy aquí, contigo"

La visión del rostro de su padre hizo que el corazón de la joven Stark latiese con más fuerza, mientras un cúmulo de sensaciones mezcla de alegría, nostalgia e interrogantes se agolpaban en su mente.

"Tranquila, no tengo mucho tiempo princesa. Sólo he venido a pedirte que luches y que no mueras aquí, no lo permitas. Encontrarás todas las respuestas más adelante, se fuerte Sophie... Despierta." 

Los ojos de la joven Stark se abrieron de par en par al tiempo que se afanaba en respirar.

- Papá...- dijo con suavidad mientras varias lágrimas se escapaban de sus ojos, la niña de antes le había dicho que estaba allí y ella lo acababa de ver, tenía que encontrarlo y para eso tenía que vivir.

La paz que sucede a la tormenta puede ser incluso más desoladora. La ausencia de aquella amenaza inminente permitió a James tomar consciencia de la situación. Harry había desaparecido, quizá avocado a una muerte fatal mientras era devorado por dos criaturas, luego de una caída imposible. O quizá había sobrevivido...en aquel lugar todo era posible. Sophie yacía sobre un charco de sangre; probablemente muerta...y luego estaba ese extraño que había surgido como procedente del más profundo de los infiernos precediendo a aquellos engendros para unirse a ellos en su lucha.

No podía saber a ciencia cierta lo que había sido de su amigo. Eso tendría que esperar, pero ahora lo prioritario era atender a Sophie.

James se arrodilló al lado de la joven haciendo que la herida de su abdómen le doliese. Rasgó una manga de su camisa y taponó la herida y presionó para evitar la pérdida de sangre. Con dos dedos tomó su pulso en el cuello. Existía, pero era débil.

Y de pronto, la muchacha abrió los ojos.

"Papá"

-No, pequeña. Soy James. Pero saldrás de esta.

Trevor asintió con la cabeza a la chica de la katana, por supueso era demasiado orgulloso como para pronunciar un simple "gracias". Se agachó para coger la navaja que había soltado la criatura, la miró para después mirar la gran espada japonesa de Jules, se encogió de hombros aceptando su suerte y la guardó en el bolsillo. Aprovechó para limpiarse los puños con un trozo de tela de las vestimentas de aquel ser.

Cuando fue a reunirse con James y ver el estado de Sophie no pudo quedarse callado:

-¡La virgen! menuda escabechina. - Vió que el viejo le tomaba el pulso y le hablaba, la chica seguía viva. -Vaya, es dura de roer. Bueno, mejor que se mantenga alto el censo de tías buenas.- Quiso bromear pero no sabía hacerlo, solo pudo soltar una grosería. Por un momento se siente ridículo por lo que saca un cigarrillo. y se lo mete en la boca sin llegar a encenderlo, toca con sus dedos el zippo que suele llevar, creía haberlo perdido.

-Mierda, deberíamos movernos de aquí.- Dice como si recordara algo -Tenemos que buscar como moverla- Siguió diciendo ahora ya más para si mismo. Entonces como mecánico manitas que es  comenzó a buscar el modo de montar una camilla para mover a Sophie, por suerte había materiales tirados, telas, palos... con ayuda de la navaja recien adquirida comenzó a construir una burda parihuela, podría servir aunque Sophie no iría demasiado cómoda. Podía ser un machista maleducado pero le gustaba hacer cosas, arreglar cosas, durante unos instantes se pudo sentir fuera de aquel lugar y quien sabe, si la pelirroja se curaba a lo mejor hasta se le ponía a tiro.

James acabó de hacer la cura como buenamente pudo y miró hacia el resto.Jules se había defendido sin problemas de las criaturas y el recién llegado parecía un tipo duro, difícil de roer. Sin duda la peor parada de aquel encuentro y no tanto por las heridas físicas como por las psíquicas, era Jane. 

Se acercó a la muchacha.

-Lo encontraremos, te lo prometo-dijo apoyando una mano sobre su hombro en gesto afectuoso-.

Se arriesgaba a recibir otra de las clásicas respuestas tóxicas y destructivas de Jane; a saber cualquier combinación de gritos, insultos, acusaciones...pero pese a todo, pensó que se merecía algo más que la indeferencia. No, la ausencia de Harry no le resultaba indiferente a James en absoluto, pero tenía la convicción de que se reencontraría con su amigo dentro de no mucho tiempo.

Las palabras del recién llegado interrumpieron el momento.

-Buena idea. Por cierto, pelea usted bien. Yo soy James ¿y usted...quién es y de dónde viene?¿De ahí abajo?

James bajó su mirada hacia los pisos inferiores con incredulidad.
 

Todo de momento ha acabado en manos de ella, como así también alguno de los presentes, que valientes dieron una batalla sin miedo a caer en medio de aquella vorágine sanguinolenta. Pero siempre este lugar se muestra como una antesala, una que diferente a lo antes concebido, ahora resplandece bajo el tono lúgubre que la destaca. 

Y allí mismo, donde diversas situaciones caminan a la par, Jules puede observar en la lejanía como el camino va tomando forma, perdiéndose a través de un pasillo que revela dos bifurcaciones. En ese instante la curiosidad hace mella en su interior, pero su ética profesional la impulsa a mantener la mirada perpetua al nuevo descubrimiento mientras se acerca para curar a Sophie. 

- Deja Padre, puedo ayudarla. -  afirma al ofrecerse mientras le indica con la mirada el sitio a observar. - ¿En la vez anterior transitaron por un laberinto? -  pregunta al señalar. - Es lo que parece aquel pasillo, no me genera nada bueno pero una vez que termine con ella, intentaré investigar... No veo otra salida viable Padre. 

Afirma al terminar de limpiar la herida con un trozo de camiseta mientras revisa el estado de las mismas, si el daño es profundo o superficial.

Tal vez fuese un delirio de mi mente, o tal vez fuese a causa de aquel maldito lugar, pero lo cierto es que por un instante, fui testigo de la presencia de dos figuras, una pareja, aunque sabía por qué los consideraba como tal, que parecían ayudarme a luchar contra aquel ser… pero aunque cuando la criatura cayó al abismo a causa del disparo de James, la pareja ya había desaparecido, su imagen, extrañamente familiar, no se borró de mi mente,  claro que en ese momento, no era capaz de darme cuenta de ello.

Desaparecida la criatura, también lo hicieron las fuerzas que me habían sostenido, provocando que cayese al suelo de rodillas sin saber qué hacer. Primero mi madre… luego mi padre… lo había perdido todo y aunque el ataque de la criatura había encendido un abrasador fuego en mi interior que se rebelaba contra aquel lugar, ahora apenas si quedaban meros rescoldos de aquella energía. Tanto era así, que ni siquiera reaccioné cuando James apoyó su mano sobre mi hombro y me habló.

Era como si me hubiese ido muy lejos, como si estuviese observando algo lejano, algo que no estaba allí… o que al menos, nadie más podía ver. O casi nadie, pues Jules, que había acabado de tratar a Sophie, miraba ahora al mismo punto… donde se encontraba la pareja que antes me había ayudado. Y la pareja nos devolvió la mirada… durante un segundo, un mero instante hasta que, de pronto, las hermanas se encontraban mirándose a sí mismas… solo que superpuestas con sus cuerpos estaban las figuras que habían observado.

En ese momento, me levanté… o más bien mi cuerpo lo hizo, pues no era yo quien lo movía, y desde luego, yo nunca hubiese podido poner una expresión como la que ahora se mostraba en mi rostro. Una expresión fría, dura, carente de emociones, la de alguien que está acostumbrado a controlarlo todo y que hará cualquier cosa por lograr sus objetivos.

Debéis salvarlas- dijo mi cuerpo, con mi voz pero con un tono que, al igual que la expresión de mi rostro, no era mío -Protegedlas con vuestra vida… o nos espera algo pero que la muerte- añadió, tras lo cual, dirigió su mirada a Jules… o más bien a quien ahora se encontraba en su cuerpo.

Mischa…- susurró, con un anhelo en la voz que nada tenía de frio y desapasionado… pero que desapareció cuando desvió su mirada hacia la entrada al laberinto que se estaba formando más allá.

Ya viene…- dijo, mientras mi cuerpo, falto de energía, empezaba a temblar y a amenazar con caer -La sangre es la clave…- añadió.

Cuando abrió los ojos, Sophie creyó ver a su padre, su mirada pasó de un atisbo de alegría a la decepción al darse cuenta de que el hombre que había acudido a ella para ayudarla no era su progenitor.

-No, pequeña. Soy James. Pero saldrás de esta.

Sophie con los ojos acuosos por el dolor y el miedo asintió ante las palabras amables de James, seguía viva y eso era lo que importaba, de manera que se quedó quieta dejando que primero la ayudara James y después su hija. 

- Gracias...- susurró cuando se vió más recuperada

Entonces Jules hizo algo que la pilló descolocada, parecía estar hablando por otra persona. Con el gusto metálico por su propia sangre y debilitada por el mordisco, la joven Stark se incorporó amagando un mareo.

Ya viene…- dijo, mientras mi cuerpo, falto de energía, empezaba a temblar y a amenazar con caer -La sangre es la clave…-

- ¿Quién?- exclamó débil mientras se levantaba con toda la rapidez que fue capaz- ¿Que viene?- insistió tambaleante...la urgencia por preservar la vida era más urgente que su propia debilidad

Los pisos inferiores son todo un misterio, con excepción de Trevor que conoce esas catacumbas disimuladas por asquerosas celdas rodeadas de oscuridad. Hacia arriba es un misterio y hacia adelante, sorteando la escalera espiralada, un pasillo abre al laberinto recién descubierto por Jules.

Mientras James y su hija atienden las heridas de Sophie, quien gracias a ellos ahora puede andar, es Jane quien comienza a delirar luego de haber perdido a su familia en cuestión de horas.

Su voz cambio radicalmente para dar lugar a palabras, en apariencia inconexas, para luego caer sin energías al frio suelo de la prisión.

Si Trevor en un momento escucho algo andar por las sombras, ahora las voces de Jane advierten algo no muy distante.

Los últimos dos monstruos caen directamente sobre Harry, quien cubre la retaguardia y es sorprendido en el ultimo momento al recargar su arma. Sus reflejos no son los mismos que en aquella isla cuando un peligro similar estuvo a punto de acabar con su vida. Entonces fue rescatado por los soldados de la Orden y por Sara, la reciente encarnación de su fallecida esposa.

Ahora, forcejeando con las fieras que amenazan con devorarlo, Harry es empujado hacia la baranda de la escalera junto a sus atacantes. Todo sucede muy rápido, al punto que nadie se percata de la fugaz lucha hasta que es muy tarde. Finalmente el avejentado investigador privado y padre adoptivo de Jane es arrojado por el hueco de la escalera junto a sus enemigos en un abrazo mortal hacia la oscuridad perpetua.

Posteriormente el investigador abre sus ojos, algún tiempo después sin determinar, solo por acto reflejo ya que la oscuridad lo rodea todo. Sin monstruos y amigos por igual, y sin poder ver nada, como en su primera vez en Bar Harbor, comienza a avanzar tanteando una pared.

En la distancia Harry alcanza a escuchar el sonido de unas cadenas y el sollozar de una mujer. El corazón le da un vuelco cuando adivina con exactitud de quien es la voz. Es Sara.

Es difícil de precisar la distancia, pero debe intentar llegar hasta ella, aunque deba vagar por la oscuridad.

La prisión Toluca...

Al principio, no tenían nada.
Sus cuerpos les dolían, y sus
corazones sólo contenían odio.
Lucharon incesantemente,
pero la muerte nunca llegó.
Se desesperaron, paralizados
en el atolladero eterno.

Un hombre ofreció una serpiente
al sol y rogó por la salvación.
Una mujer ofreció un junco al
sol y pidió alegría.
Apiadado por la tristeza que
dominaba la tierra, Dios nació
de aquellas dos personas.

La prisión Toluca…

En algún lugar del lago Toluca, Silent Hill...

Despertar...

Al principio llegó la oscuridad, luego la humedad y el frio. El tacto con la losa congelada y la privación de la visión es suficiente para aterrar al más valiente.

El escaso silencio también agrega su condimento a la abstinencia de sensaciones, en donde tan solo el callado sonido de una maquina en la distancia otorga el puntazo de la realidad. Esto no es un sueño, en lo absoluto...

Tal como al inicio de una pesadilla, algo mantiene el cuerpo de cada uno de los presentes, en unión permanente con el suelo. Y aunque es difícil de percibir en la total oscuridad, en primera instancia parece ser un grillete seguido de una cadena cuyo gélido tacto se percibe en el tobillo derecho; pero hay algo más...

Al menos las manos y el otro pie se encuentran libres de movimiento, lo suficiente para descubrir un liquido viscoso y familiar que impregna el suelo y cae desde arriba en ocasionales goteos.

Desde luego que es difícil ,pero no imposible, distinguir el entorno. Tal vez recurriendo al tacto, porque el olfato solo revela hacinamiento y putrefacción más allá de lo evidente...

El desconcierto de Sara -pese a que no se ve absolutamente nada pero sabe que no está sola en donde sea que esté- la lleva a recordar los últimos sucesos, siendo material amargo que con gran esfuerzo apenas alcanza a superar.

Sara aun revive los eventos de la llegada al pueblo, seguido de la aparición del gigante de la espada y el accidente automovilístico seguido del fuego. Entonces el calor, el ardor sin fin y la asfixia completan el panorama de pesadilla para luego “despertar” en medio de la oscuridad actual.

Aparte de este segundo comienzo, un sonido de pasos en la oscuridad asustan a Sara, quien se descubre sollozando e inmediatamente intenta contener sus emociones por temor a que algo horrible la encuentre en la oscuridad.

-Buena idea. Por cierto, pelea usted bien. Yo soy James ¿y usted...quién es y de dónde viene?¿De ahí abajo?

-Joder viejo, de ahí abajo ni de puta coña, soy de Portland- Dijo molesto por la pregunta de James. Trevor miró las catacumbas y tuvo una sensación de familiaridad que no era capaz de comprender.- Aunque este sitio, ¡mierda! es como si lo reconociera.- Sacudió la cabeza dando esa idea por absurda - Mi nombre es Trevor. - contestó intentando ser amable pero sin relajar su gesto ceñudo, siguió mirando alrededor para orientarse.

Entonces a las chicas empezaron a decir cosas sin sentido, o al menos no lo tenía para Trevor.- ¡Joder!, ahora a estas se les va la olla - Protestó hastiado.

Al ver caer a Jane se acercó a ella de mala gana, había hecho una camilla improvisada para una pero si tenían que cargar a otra más irían muy lentos y él quería irse de ahí. - ¡Joder tía!¿Estás bien?- Miró a James - Viejo, será mejor que nos vayamos de aquí cagando leches. 

La presentación de Trevor se ve interrumpida de pronto por la extraña reacción de Jane. Raro le pareció a James que no reaccionara con un exabrupto comentario de los suyos cuando se dirigió a ella para intentar, sino consolarla, al menos hacerle ver que no le resultaba indiferente y que tenía esperanza en volver a encontrar a Harry con vida. Pero esto era nuevo. Lo cierto es que se había acostumbrado a esperar cualquier cosa del otro lado pero el ver a Jane, que para él era prácticamente como de su familia en trance, lo cogió completamente por sorpresa. No sabía como interpretarlo, si se trataba de alguien hablando a través de ella o de su propio subconsciente. Nada nuevo en el mensaje, salvo una cosa.

La sangre es la clave.

Había demasiadas formas de interpretar aquella frase. La sangre además de lo obvio, podía referirse a la familia, a su asdendencia o descendencia o a saber qué.

Y una advertencia.

-Ya viene

Sophie hizo la pregunta que todos tenían en mente. ¿Quién o qué viene? No parecía que mereciese la pena repetirla, porque Jane ni siquiera parecía estar preparada para contestar preguntas. Pensó en intentar sacarla del trance, pero se le ocurrió que lo mismo podría ser traumático para ella, así que James recargó su pistola y se mantuvo alerta pendiente de lo que pudiese venir.

-Ya estoy harto de escapar-dijo James respondiendo a Trevor-Llevo 30 años escapando. Para mí la salida, la única salida, es hacia abajo.
 

Sophie no sabía como era capaz de mantenerse en pie, la pérdida de sangre la tenía mareada, sentía nauseas y las piernas le temblaban, al ver como Jane caía al suelo quiso acercarse a ella, pero sencillamente no pudo. Con mantenerse donde se encontraba ya era bastante esfuerzo, se sentía desfallecer pero no podía hacerlo, y menos después de lo que había dicho la chica antes de caer.

Tras mirar con curiosidad a Trevor y lo que dijo sobre que conocía aquel sitio la pelirroja fue caminando de manera torpe hacia sus compañeros, que se encontraban todos al lado de las hermanas, para tratar de recibir la protección de su compañía... antes no le había servido de mucho pero era lo mejor que tenía, pues no portaba ningún arma con la que defenderse.

-Ya estoy harto de escapar-dijo James respondiendo a Trevor-Llevo 30 años escapando. Para mí la salida, la única salida, es hacia abajo.

- Si... si usted dice que es... abajo, vamos... pero vamonos- dijo con voz débil, no quería estar cuando lo que fuese que se estaba acercando apareciese.

James miró a Sophie suspirando.

-Por lo que a mí respecta, este viaje lo empezamos Harry y yo para salvar a nuestras dos hijas. Ese y ningún otro es mi objetivo. No sé cómo llegasteis el resto aquí y por lo tanto, no tengo responsabilidad sobre vosotros, ni me debéis nada y mucho menos soy vuestro líder. Quiero decir con esto, que mientras nuestros intereses coincidan, estoy de acuerdo en colaborar. Pero nadie debe verse en la obligación de seguirme.

-Ya estoy harto de escapar-dijo James respondiendo a Trevor-Llevo 30 años escapando. Para mí la salida, la única salida, es hacia abajo.

Sorprendido por la reacción de James, Trevor se asomó a la oscuridad inferior y ladeó la cabeza.

-No se, viejo. Eso está muy oscuro.- No le gustaba la idea de seguir bajando, aunque tampoco sabía dónde estaban. Por otro lado no consideraba prudente separarse del portador de la pistola, podría ser muy necesaria si sufrían otro ataque. Vió que Sophie estaba de acuerdo y se fijó en qué opinaban las demás pensando si podrían convencerle.

-Por lo que a mí respecta, este viaje lo empezamos Harry y yo para salvar a nuestras dos hijas. Ese y ningún otro es mi objetivo. No sé cómo llegasteis el resto aquí y por lo tanto, no tengo responsabilidad sobre vosotros, ni me debéis nada y mucho menos soy vuestro líder. Quiero decir con esto, que mientras nuestros intereses coincidan, estoy de acuerdo en colaborar. Pero nadie debe verse en la obligación de seguirme.

-Hombre, no se ponga así, entiendo que a su edad la vida se ve de otra manera pero mire estas chicas, están en su mejor momento.- Dijo esto con un leve tono lascivo y guiñó un ojo al viejo.- Vamos hacia arriba y, si no aparece otra salida, acabaremos saliendo por la azotea.- Forzó una sonrisa, no era lo suyo parecer agradable.

Jules tras haber curado a Sophie, escucha las conversaciones mientras guarda su katana con delicadeza. Todo lo que su Padre sugiera o diga, es palabra santa, más aún siendo el único de los allí presentes que conoce de que va este lugar. 

- Padre, sigo tus pasos. - se atreve a decir, atenta al entorno. 

De esta forma, ya espiando un poco más aquella sala, le echa un vistazo bastante minucioso. Siempre con sus sentidos puesto al inicio de aquel laberinto, le atrae como abeja a la miel.

De pronto, dejé de ver mi cuerpo para solo ver oscuridad… no, no era oscuridad, era el suelo de aquel lugar, suelo sobre el que había caído y del que apenas si podía separarme. En ese instante, no recordaba nada de lo sucedido, nada después de que aquella criatura cayese al abismo siguiendo los pasos de Harry… de mi padre.

¿Qué… ha… pasado?- pregunté a duras penas mientras el agotamiento de mi cuerpo y el dolor procedente de las heridas empezaban a llegar a mi mente con fuerza. A su lado estaba tirado el remo que había estado cargando, por lo que lo cogí para usarlo como apoyo y levantarme… o al menos esa era mi intención, pero lo cierto es que, cuando intenté apoyarme con él, mis manos, faltas de fuerza, resbalaron por su mango y me hicieron dar de bruces contra el suelo -¡Jo... der!- maldije a causa del golpe mientras volvía a agarrar el remo con intención de intentarlo de nuevo, pues aunque no recordaba nada de lo sucedido, sí que era consciente de una especie de sensación de urgencia que me impelía a moverme aunque apenas pudiese hacerlo -Hemos…. de… irnos…- conseguí decir, con un tono de urgencia en mi voz que resultaba evidente a pesar del agotamiento, intentando con ello apremiar al resto.

¿Cuánto tiempo…llevo inconsciente?

Al detective le dolía la cabeza, pero ese era el menor de sus problemas. Había perdido a sus amigos y estaba solo en medio de la oscuridad.

Esto me resulta familiar…

Asegurándose de que no había perdido el arma, se la enfunda y empieza a andar a ciegas, tanteando las paredes hasta que un grito de mujer le alerta.

No… no puede ser. ¡Sara!

Aunque el detective la había visto arder en el coche, o eso creía. Conocía demasiado de este lugar parar saber que no siempre todo era lo que parecía. Pero ya habría tiempo de filosofar con calma, parecía que necesitaba ayuda.

Así que el detective marchó decidido, todo lo aprisa que podía ir en aquella oscuridad, intentando seguir el ruido.

El silencio a su alrededor se había extendido como si hubiese navegado largas eras a través de un cenagoso mar enraizado en antiguos ecos. El cuerpo de Sara flotaba tranquilo por aquellas calmadas aguas, descansando al fin, creyendo (!pobre ilusa!) que llegaría a aquel deseado lugar, a la luz, al eterno sol.

Pero nada de eso llegó, nada sucedió.

En su lugar, un frío metálico se enrolló de pronto alrededor de su tobillo derecho y algo duro, sólido y pegajoso apareció bajo sus pies. Sara exhaló un breve grito de sorpresa, pero haciendo acopio de su fuerza de voluntad, consiguió calmarse lo suficiente como para comenzar a tantear con las manos, con lágrimas aún cayéndole por las mejillas y resonando contra el suelo como si de bombas se tratase en medio de aquel silencio sepulcral... 

Sara tanteó, el suelo, la cadena en su tobillo, la siguió para ver a dónde la conducía, cerrando los ojos para concentrarse, sus manos lo inspeccionaron todo, los materiales, la sensación, la temperatura... siempre atenta a todos los detalles que pudiesen darle una pista del lugar en que se encontraba.

"?Dónde estoy?" se preguntó, hablando sin palabras en aquella burbujeante y absorbente oscuridad que olía a cerrado, a polvo silente y a eterno llanto. "?Qué es este lugar? ?No he muerto... aún?"...

No obstante, nada respondió a aquellas mudas preguntas. Nada, salvo el lejano eco de unos pasos decididos, sutiles, agazapados en los recovecos de las sombras. Sara se encogió cada vez más y más en su rincón, el cual desconocía si se situaba en el mismo centro o en una esquina del lugar en que estuviese.

Concentrándose en aquellos pasos, trató de discernir de dónde venían, cómo sonaban, si eran amigos o enemigos, si llevaban zapatos, si iban a dos patas, si pesaban mucho o poco... y de pronto... de pronto comenzaron a resultarle familiares... había algo en ellos, en esa forma de caminar, que... ?Harry? ?Podría ser posible? ?Estaría él muerto también? Sara suplicó que aquello no fuese así... Pero entonces, ?acaso ella no lo estaba? ?Era verdad? ?Podría vivir aún?...

..."?Harry? ?De verdad eres tú?".

Sus labios resecos y cortados se despegaron, escociéndole las llagas mientras se estiraban por primera vez desde hacía lo que a Sara le parecían siglos.

—?Harry...? —se atrevió al fin a murmurar...