Partida Rol por web

Sean vio acercarse a su protegido, tenía un porte distinguido y se notaba a la legua sus buenas maneras.

- Efectivamente señor Taylor, soy Sean Blackwood- le tendió la mano- no tiene porqué disculparse, yo también intenté escabullirme,a pesar de mi trabajo no me gustan las aglomeraciones juveniles.

Arqueé una ceja ante la falta de decoro. En mis tiempos lo hubiera azotado en la plaza pública. Pero los tiempos habían cambiado... a peor.

- Sir Taylor para usted, joven. Adelante, no perdamos más tiempo.

Y con esas palabras empecé a andar, apoyándome en mi elegante y escandalosamente caro bastón, en dirección a la fiesta. Williams me las pagaría, antes o después.

A Sean le hubiera gustado darle un buen puñetazo a aquel SIR, el individuo se había molestado y el escolta no sabía porqué. Lo peor es que encima tendría que velar por su seguridad. Respiró hondo y lo siguió en silencio, si podía evitaría volver a dirigirle la palabra.

Un acorde, dos, tres, cuatro ... y el apoteosis. Por fin el ídolo de masas había aparecido y había dedicado sus primeras palabras al gran público.

No se podría decir que a Sandro le disgustase el rock duro. De hecho lo encontraba estimulante y sentía cómo sus neuronas se activaban con la sobrexcitación producida por los decibelios. Lo que le asqueaba era la actitud borreguil de la gente.

Mientras escuchaba de fondo los estridentes latigazos de la voz del cantante y de su guitarra, el hombre echó un nuevo vistazo alrededor. Por un lado, el grupo de peleles que rodeaba al alcalde seguía junto, apartado del follón y había acrecentado su número. Por otro, una gran mayoría de los asistentes se había apelotonado junto al escenario y saltaba, gritaba y se retorcía con el sonido del grupo. Desde su posición se asemejaban a una masa amorfa que fluctuaba y cambiaba constantemente de forma.

- Borregos, borregos por todos los lados. -con ese pensamiento ratificó su opinión sobre sus congéneres y el disgusto que sentía por la raza humana. Cada año que pasaba Sandro notaba que iba radicalizándose en este aspecto y, con la edad, el asco que le daba la estupidez de la gente se le iba haciendo cada vez más insoportable.

La cámara de Emma echaba ya humo y ella, sin querer, se movía al ritmo de la música. No era que aquel tipo de música le gustara en especial, pero el ambiente al final hacía que el cuerpo se moviera solo intentando seguir algunas de aquellas notas tocadas con energia y vibrase con los gritos de la gente.

Era el primer concierto de rock al que asistía Emma y desde su posición tenía una visión perfecta de todo el escenario improvisado en el que se estaba desarrollando y del público que saltaba coreando las canciones y gritándole al anfitrión cosas que Emma estaba segura de que no iba a transcribir en su artículo.

Genial... Genial... va a ser un reportaje estupendo... Al final tendré que invitar a ese tipo a una cerveza y todo por recomendarme este sitio. Seguro que más de una vez ha hecho aquí algún trabajo de vigilancia o cualquier otra cosa que le hayan encargado.

La cámara de Emma retrató a cada uno de los componentes del grupo por separado, algunos tambien junto al cantante cuando este se acercaba a ellos en el momento en el que el instrumento que tocaban era el protagonista o bien porque simplemente montaban espectáculo y animaban de esa forma al público.

Emma se divertía. Por que sabía que las fotos le estaban saliendo bien, porque había visto de cerca a los dos anfitriones y porque, aunque estaba en mitad del concierto, estaba reservada de los empujones y los gritos que se producían debajo suya entre el público.

Cuando hizo suficientes fotografías del grupo, dirigió su objetivo hacia el público, pero no en general, sino en particular, buscando caras o situaciones que sirvieran para su reportaje.... buscando a algunos rostros en concreto...

¿Donde estará la jovencita del beso en la mano? ... Venga guapa... dame una pista de que estás haciendo.... ¿Estás con Viktor ahora? ¿Donde se habrá metido el anfitrión número uno...?

Y el guardaespaldas... o chico de seguridad, a saber que es realmente. Aunque pinganillo tenía... ¿Donde estás tambien tú?

Emma revisaba los rostros entre el público buscando a aquellos dos rostros en concreto, sobre todo el femenino y el de Viktor, por si detrás de ellos se encontraba una buena historia que contar al día siguiente...

Tras tantos empujones la joven Anette,sintiéndose un poco fuera de la "onda" de estas celebridades se apoya a la pared mientras cogía otra copa a uno de los camareros que pasaban por allí, pero esta vez de un vito tan exquisito, que al sentirlo en el paladar se quedó algo perpleja. 

Glamour hasta en las bebidas... hablaré bien en mi Hospital de esta extravagante fiesta.

Tras terminarse la copa de tres sorbos se unió a la gran congregación para ver si podía escuchar mejor a aquel grupo tan "especial" para muchos y "extraño" para otros tantos.

Entonces se acercó a una joven rubia muy bonita con una cámara enorme en sus manos.

¿Haciendo algún tipo de reportaje sobre este evento? No me extraña sólo sucede una vez al año.

Ves a Viktor, que sigue cerca del cuadro y vuelve a estar junto a su primera acompañante, la modelo. Esta mirando el concierto, aunque no parece seguir el ritmo de la música ni nada por el estilo. Al menos, se le ve sonriendo.

Al guardaespaldas lo pillas en ese momento entrando de nuevo en la sala de la fiesta. Por lo visto había salido a recoger a un VIP, porque escoltaba a un hombre alto, mayor, con porte, que avanzaba con la confianza del que se sabe superior y no tiene reparos en demostrarlo, usando un bastón, aunque sin aspecto de necesitarlo en absoluto

La joven que había hablado con Viktor... bueno, no tardas en ver que esta andando hacia ti, y de hecho te dirige la palabra

Sean se mantuvo a una prudente distancia de Sir Taylor, el primer encuentro no había sido bueno, pero al fin y al cabo le pagaban por proteger a gente como él y gracias a eso su familia podía llevar el tipo de vida que siempre había deseado. 

Adquirió su tono más profesional, dejando a un lado su opinión personal sobre el personaje en cuestión y volvió a hablarse.

- Sir Taylor- le dijo formal y educado una vez entraron en la abarrotada sala- si me permite la sugerencia el lugar más adecuado para usted sería al fondo a la derecha cerca de esas escaleras, es una especie de rincón VIP, que le permitirá ver el concierto sin estar rodeado por el resto de asistentes- lo miró a los ojos esperando su respuesta, en actitud respetuosa- si gusta puedo acordonar la zona para su mayor seguridad y proporcionarle asiento y algún tipo de refrigerio. 

Simplemente asentí con la cabeza ante la sugerencia del guardaespaldas y me dejé guiar. Aquel ruido espantoso, que Edward se empeñaba en llamar música, me mantenía  lo suficientemente distraído como para que me diera igual todo. Sólo buscaba un poco de tranquilidad en aquel mar de caos

La música llegaba hasta la calle, amortiguada, pero aún así, distinguible. Edward nunca cambiaría. Tan previsible. Tan manipulable. Había sido pan comido convencerle de que organizara también la exposición en su fiesta. Prácticamente sólo lo había tenido que dejar caer, y él solito se había autoconvencido.

Desde mi posición, en la azotea de uno de los edificios colindantes, espero mientras las notas del veterano músico llegan hasta mi. La práctica hace al maestro, al fin y al cabo, y Edward había tenido tiempo para practicar. Ya falta poco. Casi una década de planificación e investigación culminarían en unos pocos minutos.

Por fin recuperaría las riendas de mi destino. Sería libre... o al menos todo lo que alguien como yo podia ser en un mundo como aquel. Un mundo de tinieblas, donde cada acción tiene su inexorable y terrible consecuencia, donde la confianza se pagaba con traición y el honor con la muerte.

Edward ya se acercaba al final de la canción...

- Alea iacta est- no puedo evitar susurrarlo... el viejo dicho viene como anillo al dedo para esta ocasión

Todo o nada. La suerte está echada.

Sean guió a Sir Taylor hacia el lugar indicado, estaba a una prudente distancia del escenario y de la aglomeración, por su gesto, el veterano guardaespaldas sabía que aquel espectáculo no era del agrado de su cliente, por eso le había sugerido aquel sitio. Vio de reojo como la reportera le había hecho caso y estaba haciendo las fotos desde el lugar que le había indicado, que no estaba muy alejado del sitio que tenía destinado para Sir Taylor.

Tras dar instrucciones a sus hombres para que preparan un sitio adecuado a Sir Taylor. Le hizo un gesto a su protegido una vez que hubieron terminado de prepararle el asiento para que lo ocupara, pero algo le hizo que se le erizara la piel, miró hacia ambos lados como si se tratase de una presa que está siendo rodeada por un depredador invisible. Sus expertos ojos inspeccionaron todo el perímetro de la sala, aparentemente todo seguía en orden, pero su voz interior le estaba gritando "Peligro".

Su mirada se cruzó unos segundos con los de Sir Taylor, lo principal era no poner nervioso a su cliente así que hizo como si no pasara nada y llamó a sus ojos mediante el walkie para que vigilaran bien la zona, tenía un mal presentimiento y sus hombres sabían lo que eso significaba. 

La cámara encontró uno de los objetivos que estaba buscando y disparó. El rostro que buscaba quedó retratado junto al de un hombre mayor, pero que transmitía un aura de seguridad y autoridad que bien pocos sabian llevar de aquella forma, pero que no conocía de nada, por lo que no le dedicó mayor atención.

Emma se dispuso a seguir buscando a su otro objetivo, pero no tardó en encontrarlo, ya que la chica estaba caminando hacia ella.

Menuda suerte...No puede ser verdad...

Emma escuchó sonriente la pregunta, no era para menos, aunque no pudo dejar de mirar a sus lados y atrás por si no era a ella a quien se estaba dirigiendo la muchacha.

-Sí, sección de sociedad del Denver Post. Versión digital, por supuesto. Saldrá publicado conforme termine la fiesta, haga el artículo y lo maquete junto con las fotos elegidas de todo el repertorio. Que no son pocas,... no. Mi nombre es Emma, Emma Williams -se presentó tendiéndole la mano a la muchacha mientras le sonreía- Una fiesta genial, ¿verdad? No llega a ser mi tipo de música, pero el ambiente es bueno y está claro que a los dos anfitriones les gusta quedar bien delante de sus invitados.

Correspondió al apretón de mano tan formal para su gusto de la joven que se había presentado como Emma Williams y sonrío educada y dulcemente mientras esta se presentaba a su ves.

Mucho gusto, Emma, me llamo Anette, Anette Becker. Y la verdad estaría interesada en leer ese artículo cuando se publique, seguro que será magnífico jeje. Sí, la fiesta en una verdadera maravilla, pero entre usted y yo, a mi tampoco es que me llame mucho la atención este tipo de música, pero vengo en representación del hospital al que trabajo, así que... jijiji

Río tranquila mientras conversaba con aquella reportera tan simpática. 

Sandro decidió abandonar la posición en la que estaba. Poco se había movido del sitio desde que llegó al hotel, ya hacía un rato. Únicamente un par de incursiones a distintos puntos para luego volver a la discreción de los márgenes de la fiesta. El gracioso rockero crítico de arte había volado, seguramente a primera línea de fuego, así que a Rosselly se le había acabado aquella distracción.

Se acercó de nuevo a la mesa donde estaban las bandejas, no pudiendo evitar el tener que saludar a un par de conocidos por el camino, clientes ambos, altos ejecutivos de fuertes multinacionales. Un par de palabras corteses, una sonrisa falsa, y un "ya nos iremos viendo, qué fiesta más fantástica".

Sonaba el último acorde de una de las canciones, prolongado hasta el delirio para la ocasión, cuando Sandro alcanzó la mesa y dejó la copa vacía, dispuesto a tomarse otra.

La canción de Seventh Son, la banda de Edward, estaba llegando a su clímax final. Los acordes de las guitarras se entremezclaban con armonía técnica con las melodías del resto de instrumentos, y con la propia voz de Edward, tejiendo un único conjunto vibrante, que conseguía transmitir parte del sentimiento de la propia canción. La batería dio los últimos golpes y Edward alargó la última nota de su canto antes del final.

Pero el final no llegó. Antes de que la música del grupo se extinguiera por sí sola, una gran explosión en la entrada principal la acalló. Varios de los invitados más cercanos a aquella posición salieron despedidos por los aires, otros simplemente se volatilizaron, consumidos en segundos por el fuego y convertidos en cenizas. El resto de la gente entró en pánico. Los presentes se intentaron abrir paso hacia las salidas de emergencia, arrollando a todo o todos lo que se pusieran por delante. Aquello fue un error.

En rápida secuencia, explosiones similares se produjeron en todas y cada una de las salidas, matando a gente y bloqueando la huida del resto. Todas salvo la entrada que había usado Viktor Swanson para hacer su aparición.

Por aquella puerta, aparecieron un grupo de hombres fuertemente armados, vestidos completamente de negro y con los rostros cubiertos. Eran al menos una treintena, y se movían con rapidez y disciplina. Varios de ellos se dirigieron directamente al público, disparando sin previo aviso. Un pequeño grupo, en cambio, se dirigió en seguida hacia donde se encontraban Viktor Swanson y el tríptico.

Una última explosión, especialmente violenta, destruyó completamente el escenario justo cuando Edward y algunos miembros más de Seventh Son se disponían a abandonarlo para ayudar a la gente. Las llamas los engulleron en el acto y, tras la tremenda sacudida, parte del techo se derrumbó sobre ellos, ahogando las llamas.

Con la primera explosión el veterano escolta ya se había puesto en acción, lo primero que hizo fue saltar sobre su protegido arrojándolo al suelo y posicionándose encima suyo, consiguiendo con ello que el anciano no resultase herido.

Sean se irguió los justo para ser testigo de lo que ocurrió después, gracias a la posición en la que se encontraban, Sean y su protegido se habían podido mantener al margen de la riada de gente que habían bloqueado las salidas, pero debía moverse rápido, ignorando lo que Sir Taylor pudiera pensar de él, lo agarró de un brazo y lo condujo hacia el fondo de la sala entre unas gruesas columnas, no le habían gustado las grietas que había visto en el techo originadas tras la primera explosión. Las siguientes explosiones no hicieron más que corroborar lo que se temía, aquello era una encerrona, pero debía intentar mantener a salvo a aquel pedante compatriota suyo el máximo tiempo posible, así que buscó un escodrijo entre unas grandes mesas de madera situadas al lado de las columnas y obligó por las malas, al cada vez más indignado abuelo a meterse debajo. Cuando los encapuchados aparecieron ambos se encontraban a una prudente distancia. Sean cogió el revolver dispuesto a usarlo y comenzó a buscar a su hombres a gritos, dió órdenes a diestro y siniestro para que redujesen a aquellos asesinos, más o menos había conseguido reunirlos y organizarlos cuando un casquete del techo lo hizo dar una salto hacia atrás. Gracias a lo cual la gran explosión que derrivó el techo no lo alcanzó, pero el impacto lo lanzó contra la pared más cercana a la mesa donde había metido a su testarudo cliente, el cuerpo y la cabeza de Sean rebotaron contra el muro y lo hicieron caer de bruces al suelo, trató de levantarse pero su aturdimiento sólo le permitió arrastrarse hacia una posición más segura, sintió un martilleo en la cabeza y el sabor férreo de su propia sangre en la boca, pensó en su familia y se sumió en la oscuridad.