Partida Rol por web

Alfonso de Traba entró en la Taberna de Irati justo en el momento en que Iñigo comenzó a hablar. Se quedó en el umbral contemplando la escena y sin saber qué hacer. No tenía muy claro si lo mejor era salir de allí y pasar desapercibido todo lo humanamente posible. O entrar y sentarse para tomar algo en aquella repugnante posada.

Desde el umbral escuchó las palabras de aquel noble, que parecía la figura más importante de todo el lugar.

En seguida Alfonso se llevó la mano al cuchillo que tenía en la cintura. Aquel hombre parecía estar buscando hombres duchos en combate, y de Traba era uno de ellos. ¡Él estaba más que dispuesto a ganarse unos cuantos maravedíes! Sobre todo si todo aquello le alejaba del pasado que lo iba atormentando. ¿Qué forma hay mejor de dejar algo atrás, que enfrentarse a una nueva empresa?

Alfonso en seguida cruzó el umbral y se dirigió hacia la presencia del noble. Pero cuando se quiso dar cuenta, él no había sido el primero, un hombre que se acababa de presentar como Rafael de la Vera se le había adelantado. Tras él, Alfonso se dirigió hacia la mesa del noble. Hizo como buenamente pudo una reverencia, pues no estaba acostumbrado a tratar con altos cargos y sin decir hacer, ni decir, grandes florituras simplemente dijo: Mi nombre es Alfonso de Trabia, estoy deseoso de servirle a usted y a todo el reino. Dijo mostrando una amplia sonrisa.

¡Y más cuánta más sea la cuantía!

─Credo es hora de presentarnos. Non paresce pretender aqueste nada más allá de las sus palabras ─apuré la jarra y, tras devolverla con fuerza a la desgastada mesa, me levanté.

Con paso firme y rostro sereno me acerqué a la mesa del marqués; ─Su ilustrísima ─doblé ligeramente el torso ─Mikel Ramirez, ágil et ligero por extremo, curtido a todo trabaxo et fatiga, presto en la marcha, firme en la pendencia, se presenta. ─Tras la retahila me erguí por completo y, manteniendole la mirada al señor, esperé su veredicto.

Bieito vió como unos cuantos se acercaban al noble. Parecía que le ibana rodear de todos los que eran... Observó atento la escena, pero pensó que sería mejor a ver la reacción del noble antes de acercarse. Mientras tanto, terminó su caldo y se levantó, tranquilamente y aprovechando que las miradas estaban fijas en el ilustre paroquiano, para acercarse a una pared, a una distancia más cercana y poder observar al hombre  sus soldados algo mejor.

No pensaba desaprovechar aquella oportunidad de sacar unos cuartos por un trabajo (aunque fue más sucio que el suelo del local y más turbio que el vino que servían), ni mucho menos la oportunidad de hacerlo junto al tal Míkel, que el cabrón era capaz de sacarle al noble mucho más de la miseria que él hubiera estimado pagarnos si se ponía en el mismo plan que cuando intentó engañarme a mí. Me acerqué junto a él al noble y su comitiva, y miré extrañado al charlatán una vez soltó toda aquella retahíla. 

-Juan Entralgo -me limité a decir yo, encogiéndome de hombros y dirigiéndome ya al noble.

- Me siento muy dichoso de ver que no me equivocaba. Parecéis curtidos. Justo lo que andaba buscando. Mi fe a que os gustará ganar unas buenas monedas por este empeño y quién sabe, quizás muchas más cuando esto acabe. No tenemos mucho tiempo -se dirige a uno de sus hombres, un cuarentón equipado con un enorme espadón y le dice -Juan, despéjanos esto para que podamos hablar con tranquilidad.

Los soldados se ponen manos a la obra. Levantan bruscamente a los parroquianos y les dan empujoncitos para que se vayan yendo a otra parte.

- Las bebidas corren de mi cuenta, las de todos. Y ahora por favor,  hay muchas tabernas abiertas que estarán deseosos de servir a tan distinguida concurrencia -dijo con sarcasmo.

Esperó a que sus hombres terminasen el trabajo. Poco a poco todos los parroquianos, resignados, iban ahuecando el ala.
 

Cuando Bieito vió que el noble comenzaba a hablar más en privado con los que se le habían acercado, se espabiló. "Esos van conseguir unas moedas e eu non. Ha!. Antes que deixarme atrás prefiero meter la cabeza..."

Se acercó y le dijo al noble. Arcos no se ven muchos, quizás éste pudiese ser de utilidade al buen señor... Dicho esto, esperó de pie a algún gesto que le indicase que podía sentarse juanto a ellos. No quería despertar la ira de un noble...

El pirata se quedó boquiabierto en cuanto vio como los soldados de aquel noble sacaban casi a patadas a los parroquianos de aquella concurrida taberna. No es se opusiera a ello, ni tampoco que le molestase. Simplemente le había soprendido que actuara de aquella manera. Podrían haberse ido ellos mismos a otro lugar. ¿Qué pensaría el tabernero de aquella reacción del noble? Realmente seguramente que se quedaría callado, cuantos menos problemas tuvieran con la nobleza, seguramente fuera mejor para ellos.

Esperé a que abandonara la mugrienta taberna el último de aquellos parroquianos que, como gallinas espantadas, iban ahuecando el ala.

Formulé entonces la pregunta que a buen seguro rondaría la sesera de todos los allí presentes; ─Ilustrísima ─dije sumisamente ─¿Qué menester vos place que fagamos por vuesencia?.

En silencio, esperé a que el tal Íñigo escupiese de una vez qué quería de nosotros. No soy hombre de muchas palabras, ni de aguantar a nobles, por lo que toda su palabrería, protocolo y pomposidad me hervían bastante la sangre. ¿Tan difícil era ir al jodido grano desde el principio?

Asintió el noble al ofrecimiento del cazador y esperó apenas unos segundos antes de que la taberna por fin quedase despejada, quedando tan sólo sus hombres , cinco parroquianos e Irati, quien no se atrevió a decir ni mú.

Finalmente, cuando todos hubieron salido, cerraron las puertas del establecimiento e Íñigo por fin os contó qué buscaba de vosotros. Hacía bastante calor a puerta cerrada y pronto empeazásteis a estar incómodos y a sudar.

-He sido enviado por uno de los Principales de la Corte. La persona que me envía, tiene un hijo al que daremos el nombre de Carlos. Sabed que este Carlos ha sido embrujado por una bruja, una arpía, una alcahueta, una copuladora de Satán. La bruja se llama Birutia de Aralar y atrajo al joven Carlos mediante engaños y sucios ardides para que se casase con su discípula: Indarr. La boda está concertada para muy pronto al parecer. La misión que requiero de vosotros es que vayáis a Aralar y saquéis de allí al joven Carlos.

No sonaba del todo bien aquello, pues seguro que aquella puta del Diablo escondía mucho más de lo que Íñigo nos contaba. Si nuestra misión fuese tan fácil como aquello sonaba, le habría valido cualquiera de esas niñas que lleva por hombres de armas.

A pesar de no haberme cruzado nunca con ninguna, leyendas había escuchado yo miles sobre brujas: algunas aterradoras, otras no tanto. Pero si se trataba de bruja poderosa, no era en absoluto un asunto baladí. Habríamos de guardarnos bien las espaldas.

-¿Et nosotros qué sacamos de todo aquesto, Señor?

Miré al de Entralgo al esuchar su pregunta. Sabía yo la respuesta...

...y no era otra que una dolorosa muerte a manos de brujas impías. Eso claro, si primero conseguíamos llegar con vida a la cima de la sierra de Aralar, cuyos oscuros y frondosos bosques, y peligrosas barranqueras, eran tan alentadores como la idea de enfrentarnos a las hijas del demonio.

─Si la paga es buena, contad conmigo. ─que demonios, no podía haber lugar peor que el antro de Irati.

¿Serían bellas la tal Birutia y la Indarr?. Aquello me intrigaba.

*Mientras estoy sentado escuchando a los demas, asiento con la cabeza mientras repiqueteo mis dedos en la mesa y a continuacion me dispongo a hablar...

Hmmm, Brujas, deberian estar todas ardiendo en el infierno, es la lucha de nuestro dios que ha llevado muchos años, y siguen habiendo, malditea sea, contad conmigo Don Iñigo, necesitaras a alguien con fuertes brazos y una fe por encima de la maldad que rodea esa mision, un De la Vega siempre cumple sus promesas, y yo prometo que acabaremos con esas rameras de satan y salvaremos de sus garras a ese chico

*Tras esas palabras miro hacia un lado y mi mente se queda con todo lo que he escuchado sobre las brujas mientras apreto mi puño derecho.

Por lo que sabía Bieito, las brujas podían ser buenas, malas, o las dos cosas... ¿Se iría el joven Carlos por los engaños y hechizos o porque dos buenas tetas le tiraban más que su noble vida? Eso tendrían que verlo. Por lo pronto, le parecía un buen trabajo. No tenía dinero y esto er atan válido com cualquier otro...

Con un pago adecuado, allí iré a sacar a ese muchacho, señor, dijo escuetamente Bieito.

- ¡Bien dicho Muchacho!

Habrá esperando ciento cincuenta maravedís de plata para cada uno. El dinero a recoger a la vuelta, para evitar la tentación de alguno de tomar el dinero y salir huyendo... veinte de los hombres de Su Majestad os seguirá a cierta distancia para protegeros. Cuando lleguéis a Aralar, ellos esperarán fuera del pueblo por si las cosas se ponen feas. No os asustéis, no creo que tengáis muchos problemas con la bruja y su protegida, pero nunca se sabe con la hechicería.

¿Podéis partir al alba?

Los ahora mis nuevos camaradas se habían interesado primeramente por el pago, cosa lógica. Todos menos uno; el tal de la Vega. No me gustaba ese hombre que hablaba de fe, promesas, y todo ese tipo de cosas que tan inutiles me habían parecido siempre...

─Al alba partiremos ilustrísima. ─dije sin terminarme de convencerme del todo el asunto. Nunca fui bueno haciendo números, pero mi corta sesera si llegaba a descifrar que ciento cincuenta por cabeza era una suma que ascendía a setecientos cincuenta maravedíes. Una pequeña fortuna para un grupo de delincuentes de mal vivir.

...Algo me decía que nunca veríamos aquel pago, pero la curiosidad y ganas por salir de este agujero me hicieron aceptar el "trato".

Si aquello ya olía mal, cuando aquel Íñigo Garcés nos dijo la cifra del pago, la taberna empezó a oler a putas rosas comparado con aquel asunto. Ningún hombre en su sano juicio pagaría tal suma a cinco desgraciados por ocuparse de una misión fácil, ni mucho menos teniendo ya hombres de armas a su servicio. Aquella bruja y su aprendiz debían ser dos buenas víboras de las más venenosas si valían ese dineral.

Sin embargo, quizá mereciera la pena. Con tal suma habría podido retirarme de los caminos por una buena temporada, y no podía ni contar las copas de vino, los banquetes y los coños que podría pagarme con aquello. Me miré las botas, llenas de mierda, y reflexioné: mucho que ganar y poco que perder.

-Al alba partiremos -secundé las palabras del jovenzuelo Míkel.

Partiremos al alba, pues. Cuando vosa merced así lo diga, contestó Bieito.

"Moitas moedas para un traballo supostamente tan fácil. Quérennos dar gato por lebre..." pensó Bieito. Si tantos hombres tenía, ¿por qué no iban ellos?

Señor, e partindo al alba, ¿cuanto tardaremos en llegar a Aralar? preguntó Bieito al final...

Veo que todos los presentes estamos de acuerdo, partiremos a alba pues, alguno de vosotros conoce esta zona bien?? quiza alguno de vosotros nos hara de guia por estas tierras

*Dicho estas ultimas palabras me termino mi jarra, y me levanto, le hago una breve reverencia y con lo dicho cojo mis cosas y me dispongo a apartarme a un lado para hablar con estas personas que me acompañaran en el viaje...