Partida Rol por web

Escuchó a una de las pasajeras gritar. Una niña con apariencia de adolescente. Intentó recordar si la conocía y se dió cuenta de que si. La había visto en tercera acompañando a la pequeña Sara. Aquella chica parecía tener valores y no estaba conforme con lo que Rhazes pretendía hacer.

Elaine no contó con la reacción de su madre comiendo de las mismas barritas que ella. Pero todo era irremediable. Madre e hija estaban conectadas y se entendían a la perfección.

Miró por última vez al monstruo de Rhazes, deseando que todo el mal que había provocado a las personas de abordo se le volviese en su contra. Pero nuevamente no importaba lo que ella quisiera porque el pobre siempre pierde, es así.

El regusto amargo y gelatinoso de la comida se deslizó por su garganta, y respiró acelerada abrazando su destino final, acompañada por la persona que más quería en el mundo. Rob ya no significaba nada para ella, no desde que había traicionado sus ideales y había pasado a servir como un perro faldero al monstruo que tenía por padre.

- Ya está mamá, todo irá bien... - cogió de la mano a Ellen, aguantándose las lágrimas. Un último respiro hondo para prepararse ante la muerte. Creyó que el veneno no tardaría en surtir efecto, cerró los ojos pues no quería que sus ojos viesen a aquel hombre mientras moría. Su madre no podía verla, físicamente no, pero espiritualmente si así que todo estaba correcto.  

Pero la muerte no vino a por ella. Una voz comenzó a agonizar, una voz que no había escuchado hasta ese momento. Abrió los ojos y fue su hermana la que cayó fulminada entre cuerdas de sangre y asfixia.

La joven se tensó sobre la silla que estaba sentada. Apenas podía respirar, el shock había colapsado sus pulmones haciéndole sentir dolor ante el horror presenciado. ¿Qué clase de padre asesina a una hija amada, supuestamente querida desde su concepción? Solo un monstruo.

Y de pronto ocurrió.

Algo que nunca creeríais que podría suceder. Rhazes permanecía impasible mientras recibía toda la rabia de Megan en forma de utensilios sobre la mesa. Miraba al frente, fijamente, a través de Megan, como si no la viera. Sus ojos se clavaron en madre e hija sentadas del otro lado. Ni siquiera hizo caso de Liz que se apartó de alli ante el huracan Megan, protegiendo a la pequeña Sarah de lo que pudiera pasar.

Rhazes lloró.

No como llora un niño al que le quitan la pelota. No como la mujer que espera al borde del puerto mientras ve partir a su marinero. Rhazes Crowell lloró por dentro y un lagrima cayo de sus ojos. Incluso cuando la gota cayó sobre su mano, se sorprendió a si mismo, restregándosela para secarla.

- Senia era mi hija. Pero era un sacrificio que tenía que hacer. La ley del tren no permite tener mas de un vástago. Y ella era... débil.- Dijo sereno en su exterior. Sus palabras sonaban sinceras pero su afilado sentido indicaba que seguían el patrón macabro de una ley marcial. -Y su debilidad amenazaba con contagiarse al resto. Mirada a Robb. Hasta el duda de esto cuando era mi mas leal soldado. No podía permitir que su debilidad llegara al resto del tren.

La ley, al final, es la ley.

- Elaine es fuerte- Miró a Hellen pese que ella no lo vería.- Mas que ninguno. Sobrevivirá a la purga. Vendrán tiempos mejores, Elaine. Con el tiempo lo verás de distinta manera. Dentro de 20 años, cuando llegue la próxima purga mirarás atrás. Veras que tus hijos han crecido y les darás la oportunidad de vivir y luchar.- Rhazes miró esta vez a Megan y después al resto, uno por uno, evaluando sus rostros a medida que iba soltando sus palabras como si fueran perros de presa tras el zorro. -Porque de eso va esto. De tener esperanza. La gente de 3º tiene la oportunidad de luchar por su vida cada 20 años en la purga o bien morir. De intentar cambiar las cosas a su favor. Es una pena que todo al final sea una trampa para ellos. Cuando lleguen a las puertas del la sección abandonada, no se abrirán. Los que queden vivos o heridos solo podrán volver atrás de nuevo. Morirán soldados de 1º y pasajeros de 3º juntos. Así fue como tu madre, Hellen sobrevivió a la última purga: soldado de 1º atrapada en un vagón de tercera.

Rhazes desvió la vista momentáneamente a una de las ventanas que daban al exterior, por las cuales el paisaje nevado corría impasible a lo que ocurría al interior del tren.

- Es la mjor oportunidad que hay. Es mas de lo que nuestros antepasado tuvieron allí fuera.-

A Briss la explicación no pareció conmoverla mucho.

Si por ella fuera se podrían ir al infierno todos con el tren. Ella solo quería una cosa: matar a Rhazes. Así que cuando Rhazes giro su vista se abalanzó sobre el único objeto que Megan no se atrevió a coger y lanzarla al señor Crowell.

La pistola.

Rápidamente empuño la pistola, intentó a puntar a Rhazes pero esté se dio cuenta rápidamente y empezó un forcejeo entre ambos por el arma. Algo peligroso que no termino hasta que...

BLAM!!!

El sonido asustó a Sarah que cayó al suelo tras Liz.

Realmente sonó en todo el restaurante de tal manera, que tras el jaleo del forcejeo, todo quedó en silencio. Rhazes se levantó de la silla, con la pistola en la mano y dió un par de pasos hacia atrás.

Delante, una herida Briss se quejaba de una herida sangrante en el hombro. Lloraba rabiosa pues sabía que no había conseguido lo que quería. Si, había conseguido disparar la pistola, pero erró en su objetivo, siendo ella su propio objetivo.

-Hijo... de... puta...- Tosía Briss.

La buena noticia era que la bala había entrado en su hombro y no había tocado un órgano vital. La mala, que había salido por su homóplato y había continuado su camino.

¿Quien estaba detrás de Briss?

- ...Elaine...-

La mancha empezó tiñendo el pecho. Al principio un pequeño punto no mas grande que un dedal. Después la sangre se extendió hasta mas allá del abdomen y Ellen, giró su vista hacia su hija, intentando en vano verla... sin ver.

Unos ojos que haci mucho tiempo no tenían visión se vidriaron con las lagrimas hasta cerrarse, sin volver a abrirse mas.

Todo se había descontrolado demasiado rápido, tanto que apenas había procesado entrar en el restaurante cuando Senia, alguien con quien tampoco había intercambiado más de unas corteses palabras, yacía sobre la mesa y unas mujeres que no conocía, aterradas por la amenaza que suponía Razhes, luchaban por sobrevivir.

Estaba en shock pensando en Jack, si ese breve encuentro sería el primer y único que tuviéramos cuando escuché a Sarah caer, recomponiéndome y ayudándola a levantarse. ¿Estás bien? – Se aseguró que la pequeña no tuviera daños antes de dirigirle una mirada tanto a Megan como a la pequeña de tercera.- Esconderos, rápido.- Actuaba más lento de lo que quería, esperando que me hicieran caso y no salieran heridas de la trifulca.

Estaba furiosa, podía transmitirlo en mis pupilas dilatadas enfocadas en los de Razhes y los puños cerrados, clavándome las uñas en la piel marcándome pequeñas gotitas de sangre.

- ¿De qué sirve todo esto? Iniciar una… “purga”.- La palabra me daba asco, todo lo que representaba, tan solo cinco letras que contenía cientos de vidas detrás, algo que parecía no importarle.- Repetir el ciclo una y otra vez, ¿no te das cuenta que eres un peón de tus antepasados que sólo comete los mismos errores? – Me acerqué un par de pasos con el mentón alto y los dientes apretados, sin miedo a morir al saber que la persona que amaba podría caer también.- Es un acto de cobardes que no saben aceptar la realidad. Antes creía que los de 3º eran la clase inferior, ahora veo que lo eres tú, no ellos.

Megan estaba en estado de Shock, sólo veia la sangre salir sintiendose paralizada. Liz trataba de razonar con una persona muy muy mala. Una que dañaba a la gente y no le importaba nada.

Megan busco en la mesa un cuchillo o un tenedor, cualquier cosa que pudiera clavar a ese hombre malo. Tenía que hacer que parara de hacer daño a la gente y como en los cuentos, el lobo malo debe morir.

^{Me enseñaste el coraje de las estrellas antes de irte
Como la luz continúa interminablemente aún después de la muerte...}

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Lo escuchó con el alma encogida, sintiendo que jamás tendría que haber existido y mucho menos llevar la sangre de ese monstruo por sus venas. La humanidad había perdido su rumbo.

- No, no lo veré de distinta forma. No te das cuenta de nada. Esto no era lo que nuestros antepasados querían cuando subieron al tren para intentar salvarse. Lo habéis enfocado todo desde el punto equivocado "padre". - evidenció la última palabra en tono sarcástico. - Has matado a tu propia hija. - señaló con su mano temblorosa a Senia. - ¿Solo la supervivencia importa, de verdad? - preguntó enarcando las cejas. - Te equivocas, crees que lo sabes todo, pero la realidad es que no sabes nada y vas a arrastrar contigo a muchas personas inocentes de este tren.

Miró a la pequeña Sara. Bajó la cabeza y cerró sus ojos, como si el hecho de hacerlo ayudase a contener su dolor.

- ¿Qué hay de nuestra identidad como humanos? ¿No significa nada verdad?. Siento vergüenza por ti, sin embargo no me importa. No significas nada para mi como padre, igual que sé que yo tampoco significo nada para ti como hija. De lo contrario no me habrías abandonado en tercera. Pensándolo bien, fue lo mejor que pudiste hacer, gracias a eso fui libre para estar con mi madre y me crió con amor, cosa que tú jamás podrías haber hecho.

Había visto una lágrima caer por su mejilla pero no se inmutó de ningún modo. - La esencia de mi mente, mi ser, no se relaciona contigo. - fue entonces, cuando al girar la cabeza para buscar los ojos de su madre, contempló la sangre en su pecho.

Entró en shock. Quiso encontrar los ojos de Elen, pero sus ojos, aunque miraban hacia ella estaban vacíos, no podía verla, no podía como solía hacer, a pesar de no tener la capacidad de visión. La luz de su madre se apagaba...

- No... - negó con la cabeza impotente ante la situación. - ¡Mamá! - gritó desgarrada acercándose a ella. - Mamá por favor... - la tomó entre sus brazos abrazándola con todo su corazón, dándole calor y un último beso en la frente. - No me dejes, no me dejes aquí... no me dejes con él...

Su padre trazaba la línea que debía seguir. Confiaba en ella para procrear una estirpe fuerte de Crowell. Después de todo, Elaine había sobrevivido en tercera e indiscutiblemente era más fuerte que Senia.

- La has matado... ¿Por qué? si me querías a mi... no era necesario. Habría ido contigo. - lloró mientras hablaba sin sentido acunando el cadáver de su madre entre sus brazos. Cerró los ojos abrazándola fuerte y sucedió algo inesperado.

En las estrellas estaba escrito, que aunque siempre pensó que su futuro no era ser madre en ese tren, debía serlo.

La vió, a su hija. Tenía sus mismos ojos y su gran fuerza de voluntad. La fuerza de la abuela también la acompañaba.

^{Duerme tranquila mamá.
Duerme, algún día, haré justicia por ti.}

Elaine se desplomó al lado de su madre.

La cara de Rhazes era un poema.

No se sabía si sonreía o bien maldecía por dentro. Por un lado disparar la pija calva de Briss había sido todo un gustazo. Lamentablemente no la había matado. Aún así había matado sin querer a Helen, el amor de juventud, con la que tenía una hija, Elaine, en común.

Dio un paso hacia adelante, mirando primeramente a Megan. Pobre cría infantil. Tenían que haberse deshecho de ella en cuento dejó de ser útil en primera. Levantó el arma y se la enseñó en alto, como para que no hiciera nada loco.

- Querida Elaine. Siento... esto no debería haber pasado pero aun así, no interrumpe mis planes. - Alzó los ojos para mirarla.- Tarde o temprano cederás. Y si no lo haces.- Miró a Megan, seguido de Liz y por último a la pequeña Sarah.- Tengo a quien mas disparar. Pero de momento, el tiempo es oro.

Guardó la pistola en su cartuchera y se dirigió a la puerta que conducía al interior de 1º.

- Señor Rob.- Dijo secamente al su mano derecha.- ¿Rob? - Preguntó nuevamente para asegurarse de que estaba cuerdo y la escena anterior no lo había alterado.-¡Soldado! Céntrese- Terminó por gritar para hacerle recapacitar la postura que aun parecía estaba meditando al respecto.- Lleve a la Señorita Elaine a su nuevo cuarto. Al de Senia. Si se resiste... - Miró a Megan.- ...empiece por ella. Salvo que...- Rhazes miró a Elaine con cara de asco e ironía a la vez.-... espero que no haga falta pedirtelo, Elaine.

Sin esperar respuesta, Rhazes se giró para marcharse a la cabeza del tren.

- Espero que vuelvas pronto con tu padre, niña. Seguro que te echará mucho de menos.- Susurró a Sarah al Pasar.

- Mi padre... te cortará el cuello con el tenedor- Dijo Sarah envalentonándose apretando fuerte la mano de Liz. Después le sacó la lengua de modo ofensivo.

-¿Tu padre?- Rio Rhazes con seguridad mientras cerraba la puerta del vagón.- Tu padre, morirá allí atrás, porque en cuanto la luz se vaya de nuevo, quedarán él y sus amigos encerrados allí para siempre.

La risa de Rhazes se oyó como un eco metálico entre los mamparos del tren cuando la puerta se cerró tras él.

Rob no sabía que hacer.

Lamentablemente tenía que obedecer. Necesitaba obedecer. Rhazes le había enseñado muy bien. Pero bien era cierto que Senia también le había mostrado un lado mas amable del que nunca había recibido. ¿Eso era cierto? No del todo, pues Rob había tenido otra vida, otra identidad tiempo atrás. Una que se llevó y olvidó cuando recibió aquel golpe, justo en la sien, donde ahora tenía una cicatriz que el pelo le tapaba, dejándolo como un papel en blanco sobre el que poder escribir.

Rhazes había construido en el un soldado duro, fuerte e impasible. Pero si los recuerdos borrados fueran el alma, esta, arañaba la superficie de la mente de Rob, dejando marcas en su cabeza, en sus sueños. Y Elaine le recodadaba a él. Mas él... sentía que la debía algo, pero...¿el que?

- Elaine.- dijo firmemente Rob con el arma abajo.- Acompáñame... por favor. Cuando la luz se vaya, cualquier sitio será peligroso.- Cogió del brazo a Elaine y tiró de ella, suavemente, sin querer forzarla a apartarse de su madre. Pero tenía que hacerlo.- Vosotras... - Miró a las chicas-... Si queréis que Briss viva tendréis que llegar a la enfermería, pero claro, eso está lejos. Espero que llegéis antes de que las luces se vayan. Lo...siento.- Se disculpó.

¿Rhazes tenía otra hija, y era de tercera?

No entendía nada, mirando a un lado y a otro esperando por la extraña lucha familiar que estaba pasando ante mis ojos sin prestar demasiada atención, más atenta a lo que decían sobre la situación de tercera.

Aferré con fuerza la mano de Sarah, pasando el pulgar por su dorso para calmarla cuando mencionó lo que todos pensaban, admirando la fortaleza que la pequeña tenía a pesar de su corta edad.

Entrecerré los ojos al comentario del monstruo, quedándome con que no debía irse la luz y pensando en qué debía hacer para que volviera en el peor de los casos. Debo ir a avisarles. Esperé estática en el sitio a que se fuera, escuchando los pasos tras la puerta alejarse para girarse hacia el secuaz que quedaba, Robb.

- Piensa por ti mismo, Robb, deja de ser el perro de Rhazes. No estarás solo en esto.- Me agaché unos segundos para estar a la altura de Sarah.- Vamos a tercera, debemos correr lo más rápido posible, ¿de acuerdo? Tenemos que avisarlos.- Luego alcé la mirada de nuevo a Robb, preguntándome si iba a detenerme o seguiría siendo el soldadito fiel.

Al levantarme, agarré de nuevo la mano de Sarah y, si nadie me lo impedía, corrí rumbo a 3º.

Rob esperó hasta que Rhazes se fuera para bajar el arma.

Miró a Elaine, de la que aún mantenía por el brazo, y bajó la mirada levemente antes los ojos de Ella. Puede que avergonzado.

-No puedo- Señaló la cicatriz que tenía en la cabeza, levemente tapada por el pelo. Como si es herida fuera la clave de todo. Un indicio de una accidente casi mortal.- Le debo la vida a ese... monstruo. Es como un mal padre para mi.-Suspiró Rob como si no tuviera mas elección.

-La pondré a salvo. - Sentenció con un tono duro de firmeza.- Si la dejo ir con vosotros, no solo me matará a mi. También a todo el que la proteja. Incluso a ella misma, quizá. Cuando Rhazes vea que no llevo a Elaine, vendrá a a buscarla. Nos encerraremos en un sitio seguro y Rhazes no la tocará. Lo prometo.

Rob rebuscó entre sus bolsillos y sacó una llave con una forma extraña. La lanzó a las chicas para que la cogieran.

- Con ella activaréis el control manual de las puertas que queden bloqueadas del tren. Después, solo tenéis que accionar la palanca que abra las puertas. - Suavemente empujó a Elaine a través de las puestas que conducían a los camarotes de 1ª - Intentaremos aguantar lo máximo posible. Espero que tengáis suerte y lleguéis a tiempo.

El dolor en el brazo empeora mientras pasamos al siguiente vagón, pero la decoración de este me aturde durante algunos instantes. ¿Qué es todo este...? ¿Por qué las paredes tienen ese color? Tanta luz y fastuosidad casi me hacen daño a los ojos, y deambulo por entre las mesas, mirándolo todo como una chiquilla que descubre el mundo por primera vez.

Aunque... ¿realmente no es así?

Sobre las mesas hay platos, y sobre estos, alguna especie de composición humeante, cuyo aspecto no me llama demasiado la atención, pero su olor activa mis instintos primarios, y comienzo a salivar con glotonería. 
Al fondo del vagón, alguien grita al vernos aparecer y se marcha corriendo, dejando su comida donde está. Me rugen las tripas.

¿Debería...?

Insegura, alargo una mano y cojo un trozo de carne de uno de los platos. Aún está tibio. En cuanto lo muerdo, un mundo nuevo de sabores y sensaciones se abre ante mí, y prácticamente se me llenan los ojos de lágrimas mientras mastico y trago, chupándome los dedos después. Cojo el plato entre las manos y continúo avanzando.

La abracé, la abracé como si fuera lo último que me mantendría con vida en éste maldito tren-He tenido por tu vida todo este tiempo-le susurré al oído mientras volvía a oler su perfume-No te preocupes por eso has hecho lo que has podido y te estaremos eternamente agradecidos por ello-dije separándome de ella unos centímetros para darle un breve beso, de repente me importó todo un comino olvidé todo lo que me rodeaba salvo ella y yo. Deseaba que fuera más largo, más apasionado, pero ahora no había tiempo para eso.

-Lo que me importa es que estés bien Liz- continué con una triste sonrisa por todo lo que habíamos perdido en éste tortuoso camino vagón por vagón, pero feliz a la vez por estar al fin con ella-Tenemos que seguir adelante y dar caza a ese bastardo-gruñí con hostilidad al recordar la cara de aquel asesino y de lo que había hecho-Vamos-dije con una suave sonrisa cogiéndola de la mano pasando al siguiente vagón, que era el del comedor.

El espacio estaba completamente decorado con tapices y cubertería de plata, copas de cristal y tapices de colores llamativos. Me quedé mirando la decoración estupefacto. Rodeado durante años de una penumbra perpetua, rodeado de miseria y desesperanza ver todo éste lujo parecía pertenecer a un sueño. Caminé unos pocos paso junto a los demás, los platos aún humeantes emitían un olor delicioso y apetito hizo acto de presencia, cosa que pareció extenderse por todos nosotros observando como Olya no se resistía y daba un bocado, pero más allá vi una imagen horrible, Helen y Denis muertas, pero Senia... parecía envenenada...¿Habría sido la comida?-Olya! Escupe eso, puede estar envenenado, mira a Senia!- exclamé rezando porque Olya no siguiese el mismo destino que Senia.

Habían pasado demasiadas cosas en ese restaurante y, en esos momentos, no quería pararme a rememorarlas, pero ver el cuerpo de Senia hizo que un nudo se formara en mi estómago, preguntándome cómo ellos podían comer tan tranquilamente como si fueran animales.

- No toquéis nada.- Sobre todo miré a Olya, quien parecía la más hambrienta del grupo.- Rhazes manipuló la comida, no sé qué está envenado.- En realidad sí lo sabía, pero no quería arriesgarme a que hubiera más platos infectados.- Dejé aquí a Elaine, posiblemente esté en su habitación. No tenemos tiempo que perder.- Agarrando con fuerza la mano de Jake, seguí caminando hasta el siguiente vagón.

Cj estaba cansada.

Había perdido mucha sangre, al igual que algunos de vosotros, pero le podían las ganas de salir de allí. Al menos continuar y acabar con todo. De vez en cuando se apretaba los vendajes, y cuando creía que debía descansar solo miraba a John. Ver su rostro herido, le daba fuerzas para seguir.

Debería haberse quedado atrás, con los heridos, prestándoles atención. Pero esto era una guerra de un solo carril. Literalmente. Los heridos debían esperar un poco mas. Ya casi estábamos!

Por su paso por los vagones hasta al cabeza no pudo disimular su sombro al ver todo de lo que disponían. Los lujos. Pescado! Animales y plantas que creía extintos, tan solo vivos en los recuerdos de los libros de Gilliam. Mientras tanto ellos malviviendo en la parte trasera del tren, como ratas.

No pudo evitar sentir rabia.

Pero cuando llegaron al vagón restaurante, todo cambió.

- Hellen!- Gritó haciendo a un lado, como podía, al resto, hasta llegar a la mesa donde reposaba el cuerpo de la madre de Elaine.

Un disparo en el corazón. Eso la había matado. Estaba mas claro que el agua. Su sangre manchaba el suelo del asiento donde estaba sentada, con la cabeza ladeada sobre el pecho. La anciana y ciega madre de Elaine reposaba en paz. De nada servía que la hubiera salvado del veneno.

- Que ha pasado? Donde está Elaine!?

Frente a ella estaba Senia, derrumbada sobre un plato de comida, cuyo interior estaba negruzco. Veneno sin duda. Los ojos de Senia estaba aún abiertos y en su rostro había una expresión de ¿Por que? que no pareció llegar a sus oídos nunca. En cambio lo que su obtuvo es un regerillo de sangre en la comisura de sus labios y manchas negras sobre su cuello, como la que Cj había encontrado en Hellen anteriormente en el vagón de cola.

Cj miro a Liz cuando dijo lo de Rhazes.

Él. Siempre él. Era el maldito monstruo debajo del armario que nunca desaparecería. Sus pensamientos de rabia terminaros abruptamente cuando Briss se dejó caer en la silla de al lado de Hellen, visiblemente cansada y agotada.

La pija de Briss hacía lo que podía agarrándose a las paredes, dejando manchas de sangre donde ponía la mano. La herida de su hombro le estaba asando factura, y el hecho de estará punto de ahogarse, tampoco la ayudaba con su cansancio.

Iba en la retaguardia de los rebeldes. Nadie se preocupaba por ella. Se lo había ganando a pulso el ser tan hija de puta. Miraba como todos los pasajeros de 3ª adulaban las decoraciones y demás cosas del resto de los vagones, como si fueran niños en un parque de atracciones. Algo que parea ella era absurdo: desde pequeña lo había podido disfrutar. Por eso no podía evitar una ligera sonrisa cuando alguno se quedaba embobado mirando algo... plantas, fruta, peces...comida...

Por ello cuando llegó al vagón restaurante y vio los dos cuerpos sin vida de Elaine y Senia, supo que había llegao el final para ella. Se dejó caer al lado de Ellen, cansada y sin fuerzas.

La herida de su hombro tenía mala pinta.

- F-Fue mi culpa...- balbuceó Briss.- Quise quitarle la pistola a Rhazes, forcejeamos y...y... la pistola se disparó.- Era la primera vez que Briss reconocía su error y eso se notaba pues una lágrimas empezaron a recorrer su rostro, dejando marcas visibles en su maquillaje ya no tan impoluto.

 Luego miró a Liz y asintió a sus palabras también. Miró a la Doctora y suspiró, sabiendo lo que sentía en su interior.

- Yo me quedo aquí. Ya no puedo mas... Liz. - Llamó a la chica- Nuestro trato... tengo que romperlo... no puedo seguir. Mata por mi a ese cabrón de Rhazes, ¿vale?

No espero mucho mas. Simplemente Briss cerro los ojos y se recostó sobre el hombro de Hellen, respirando con dificultad, mientras gimoteaba. Sentía que su final estaba cerca, y debía ser verdad, pues Cj se levantó e hizo un gesto al resto de que no sobreviviría mucho mas.