Partida Rol por web

William, tras unos instantes, abandona la taberna para pasear por el exterior tras pagar su cuenta. McMaster parece contento de poder hablar.

- Sí, frío y húmedo como dicen. Y como debería ser, ¡no como éste calor pegajoso que te roba las fuerzas! -ríe contestando a Santiago, y sigue charlando animadamente sobre temas ahora más mundanos y del gusto de todos.

Berenguer trae más jarras llenas. El grupo se anima, mientras otros van cayendo en el silencio provocado por el alcohol y el sueño.

William tenía el ánimo oscuro, y el ambiente que encontró al subir al barco no ayudó a mejorarlo, no esperaba que nadie le recibiera y el acto de subir la pasarela añadía más incógnitas al viaje.

-Me alivias por un momento creí que en vez de embarcar entraba en un hostal para ricos, no te jode.

Tras las breves palabras y sin esperar más conversación, sus pasos lo hicieron recorrer la cubierta del barco, sabía que podría dormir en cualquier lugar. Con el hatillo al hombro observó con detenimiento el mástil, no sabía que pensar de aquel cascarón, mejor dormir y descansar.

Deshizo su hatillo y montó su hamaca donde pudo, ya conocía la falta de espacio para dormir y siendo marino experimentado, siempre era bueno portar su propio lugar de descanso. Trató de desechar los comentarios sobre el capitán que había realizado el escocés para descansar mejor, pero eran demasiadas incógnitas y dudas. Una tripulación totalmente nueva, sin rastro de la que había llevado a puerto el Arcana, un capitán aun desconocido, la reunión de los peniques, que había de diferenciarlos del resto de la tripulación, la bruja Ekao e incluso Jack Dew que no embarcaría, del que no lograba recordar nada, pero que tenía la impresión de conocer. Tratando de esclarecer algo de su nuevo viaje, finalmente por el cansancio, O´Linch se quedó dormido, no profundamente, pero a fin de cuentas dormido.

Las casitas cenicientas, ahí, como ganado esperando su turno para el matadero, y sus manos manchadas de sangre, gimiendo por acumular la deuda y multiplicar el dolor. EL DOLOR. La sensación de mutilar una vida es demasiado... no hay palabras que lo definan.

Con aire calculador y desentendido, como si todo aquello no fuera consigo, el pirata se detiene delante de la puerta más débil que logra deducir. Y tras una mirada en derredor, asegurando la quietud de su infamia, desenvaina el sable y descarga una potente patada sobre la cerradura abriendo la puerta de par en par para entrar por ella, acto seguido, como una maldita centella.

Después de unas cuantas rondas Berenguer se notó suficientemente borracho para poder pasar la cortina y encontrarse con alguna bella dama o al menos alguna mujer que no fuera demasiado grande ni fea.
La mayoría de la tripulación se había ido poco a poco de la taberna, algunos habían hecho el mismo camino que Berenguer tomaba ahora pero la mayoría ya se habían ido, una vez detrás de la cortina Berenguer busco la chica menos fea, encontró una que pese a sus ropas parecía tener buenas curvas así que se dirigió hacia ella, con unas cuantas palabras y una pequeña negociación del precio los dos pasaron a una sala aparte.

Después de una hora Berenguer salió de las cortinas una vez comprobó que todas sus pertenencias seguían en su lugar, salió de la taberna para encontrarse con una noche aun más oscura que cuando había llegado, después de mirar un poco a su alrededor guardo su pequeña daga en la manga y se dispuso a ir hasta el barco. Durante el camino Berenguer se cruzo con un borracho que estaba demasiado bebido como para ser una amenaza, poco después llegó al Arcana.

Berenguer intento recordar si John les había dicho alguna seña para subir al barco, al no conseguir recordar nada Berenguer optó por lo más básico.
- ¡Ah del Arcana - Berenguer se quedó en silencio esperando alguna respuesta.

Uno a uno y en la oscuridad de la noche, antes de que la marea marque la hora de salida, los marineros vuelven al barco. Como siempre que hay marineros cerca, ha habido peleas en el pueblo. Sin embargo, en esta ocasión un límite ha sido traspasado. Algunos de los que embarcan hablan de que, en lo que parecía otra de las algaradas, en una pequeña casucha a las afueras , una familia entera ha sido asesinada. El horrible relato, adornado por unos y otros, se va adornando cada vez más, y se entrelaza poco a poco con la desconfianza de los marinos. Sin embargo -Ekao, la bruja negra que dios sabe qué hará en el barco, llega justo antes de que las amarras se retiren- la marea marca el momento y el Arcana, conducido como una bestia gigantesca por un tercio de los casi cien marineros que ahora tienen en él su hogar temporal, comienza a moverse.

El ejercicio hace bien a los marinos. Algunos de ellos, rendidos y borrachos por la última noche en el puerto, descansan en la habitación comunal. Tienen todavía casi ocho horas de descanso antes de que la rotación les haga tener que trabajar.

El barco, lentamente, sale del puerto. Atrás queda Port-de-Paix con sus miserias. Sin embargo, el ánimo de los marinos no es alegre. Todavía no han visto a su capitán. ¿Ha subido a bordo? ¿Estaba ya allí todo el tiempo?

El sol comienza a brillar sobre el agua cuando la puerta del camarote de los mandos se abre. Por ella aparecen dos figuras que ya conoceis: el cuerpo abotargado de John Roach, con una sonrisa sucia en sus labios, y la esbelta silueta de Jack Dew. Las miradas de los tripulantes se detienen en ellos, interrogantes. John Roach, sonriente, se sube al castillo de popa y grita con toda la fuerza de sus pulmones:

- ¡A todo trapo! ¡Nos esperan en Port Royal!

Port Royal, aquel era el primer destino del Arcana, una pequeña sorpresa, aunque mayor fue ver a Jack Dew embarcado, William no sabía porque razón imaginaba que él no subiría. Durante aquellos días hasta la llegada a puerto sería bueno acostumbrarse a la tripulación y al barco. Como todos, O´Linch realizó sus tareas con mayor o menos ainco según fueran de su gusto, consiguió pasar gran parte de la travesía al mando de las velas, como señor de las alturas, pero no se libró de limpiar.

El Escocés era un buen comienzo para conocer al resto, de manera que O´Linch no dudo en entablar una buena relación con el supersticioso marino. participó de las apuestas aunque evitando perder demasiado ni ganar mucho, en un momento no dudó en participar en una carrera trepando la mayor, o disfrutar de una pequeña pelea por un quitame aquí.

Pese a su compañerismo su mayor interés era ver como el resto de compañeros de la reunión se movían a bordo, en quienes podía confiar para según que cosas y cómo se llevaban con la tripulación. Además de el especial interés que sentía por Ekao y Jack Dew, al que estaba seguro de conocer, pero era incapaz de situar.