Partida Rol por web

La mañana empieza con el olor de la cocina del motel, que ya está preparando el desayuno para sus escasos huéspedes. Las noticias locales hablan de que anoche algunos vecinos de los Tomkin se quejaron a la policía de ruidos en la propiedad siniestrada. Sin embargo cuando la policía llegó no encontró nada ni a nadie, por lo que supusieron que se trataba de una pandilla divirtiéndose jugando a los Cazafantasmas. No hay noticias sobre nuevas muertes ni incendios misteriosos. Por esta vez los Cazadores le han ganado la mano al demonio...

Llevaba un rato despierta en la cama a medio vestir. Me estaba costando levantarme y prepararme porque aún me sentía algo cansada. Pude notar el olor de la cocina del motel. No recordaba que tuviese cocina. Eso daba igual, tenía prisa y cosas que hacer y miraba el techo del dormitorio, cuando el móvil sonó en mi bolsillo.

Me senté para ver que pasaba, eran mensajes de WhatsApp. Al principio temí que fuesen Énone o Tayen dándome la brasa, pero no, eran Henry y Barba, que me escribieron cuando se levantaron... eran un amor. Si pudiese me quedaría con todos, pero uno estaba vetado por lo que era y los otros dos... Henry no podría defenderse con su bastón y Barba no sabía nada de mi mundo. Leí sus mensajes y les contesté a los dos para luego ponerme en marcha.

Luego me di una ducha rápida para quitarme todo de encima. La crema que parecía barro y vi como los aguijones caían en la ducha y se iban por el desagüe. Me sequé y vestí tan aprisa como pude. El olor a café era cada vez más intenso, pero debía irme. Cogí mi mochila con mis cosas de cazadora y dejé lo demás allí. No sabía si me harían falta. No sería la primera Iglesia controlada por quien no debía. Luego miré en el móvil como se llegaba a la Iglesia que me mencionó Kerrel y salí fuera. El sol se estaba levantando, pero mi moto estaba en un buen refugio. Sostuve todo en ella y me subí, colocándome el casco.

Nuevamente el motor rugió con fuerza entre mis piernas y sentí esa sensación de libertad que solo una motocicleta puede darte. La saqué de frente, pues no había nada, di la vuelta al motel con la moto y salí a la carretera. Esperaba que el cura de la Iglesia fuese al menos de mi orden, con mucha suerte un Guardián, que me ayudase a recuperar la fe perdida de alguna manera. De lo contrario, el exorcismo no serviría para nada. Al menos para mí al no tener la fe que tenía cuando los realizaba.

Por esta vez los Cazadores le han ganado la mano al demonio... pero no siempre podría ser así y Énone lo sabía muy bien. Se levantó de su cama y miró por la cortina entreabierta al exterior. El fantasma seguía ahí estacionado, mudo testigo de los eventos que habían dejado atrás. Habían dado vueltas un momento por la ciudad discutiendo que era lo mejor que podían hacer. Quedarse vigilando a los críos y darle una visita al juez Chambers eran las dos principales opciones. Sin embargo el sentido común primó y terminaron volviendo al motel, a descansar, en cierto modo sentía que se lo habían ganado. 

Salió de la ducha sobándose el hombro. Le había costado lo suyo volver a ponerlo en su lugar, pero unos cuántos golpes contra la pared lo habían conseguido. Claro, no como él esperaba, pero habían llamado la atención de Tayen para que le echara una mano con eso. Después de todo era una especie de doctora ¿No?

Volvió a curarse las heridas de las picaduras y terminó de vestirse, su ropa que había quedado toda mojada con el asunto del hidrante estaba ahora estirada por diversas partes de la habitación secándose por lo que apenas tenía lo básico que ponerse, unas cuantas prendas que había logrado deshumedecer con el secador del motel. Cruzó los dedos para que la factura de la electricidad no se incluyera en el coste de la estadía. 

Frunció los labios, Scarlett había pagado por todo, ella o su orden, al fin y al cabo era casi lo mismo. No le gustaba cómo habían terminado las cosas con ella, pero temía que si lo hablaban las cosas fueran a peor. Lo habían conversado con Tayen durante el trayecto de vuelta y —al menos él— había decidido que era mejor esperar a la mañana para aclarar las cosas. Trató de recordar lo que Tayen había dicho mientras se sentaba en la cama y cogía su espada. 

Puso la espada khopesh sobre sus piernas y se dispuso a limpiarla, era uno de los pocos ritos que su orden le había enseñado que le gustaba. Después de todo, ¿qué joven no ha soñado nunca con tener su propia espada? y mágica además. Buscó entre sus cosas el aceite y aprovechó de coger su móvil y revisó rápidamente los mensajes, ya los contestaría luego si no había nada urgente. Tomó un paño, tras limpiar la hoja, comenzó a frotar su arma con el aceite de choji suavemente, casi con reverencia. La hoja de acero meteórico relució al contacto con la tela casi como si la espada agradeciera el gesto. Luego de eso ya tocaría juntarse con los demás.

—Muy bien Ma'At… ¿ha sido suficiente para ti? Los niños están a salvo, por ahora. ¿y ahora qué? —preguntó distraídamente abstraído en el brillo de su propia espada. Aún no sabía si creer o no en aquellos seres a los que su propia orden veneraba. No como dioses al menos.

Al final el Fantasma había regresado al hotel, y nosotros con él. 

Pero Scarlett... Sabía que algo la rondaba la cabeza, y no sabía exactamente qué. Al volver al Motel, supe que ella estaba en su habitación, tan solo porque la moto seguía por allí. Siquiera la vi. Puede que la sintiera Psíquicamente, pero también notaba que "era mejor no molestarla" Al menos hasta el día siguiente. Si es que al día siguiente estaba y no se había marchado con... ¿Rafi?

Necesitábamos descansar. Unos más que otros. Yo tenía picaduras de abeja hasta en el culo, y Énone el brazo como la manguera de un bombero. Al menos hasta que se lo coloqué en su sitio. Después me piré a mi habitación, ¿y sabéis qué? Me sentí sola, por una vez en mi vida.

Ew´ah mantenía silencio, quizá como método de tortura. O quizá porque le metí un tapón en la boca durante el encuentro con las abejas cuando conseguí mantener el control. Pero lo peor era que no estaba Haniel. Había desaparecido y no tenía ni idea de qué coño había pasado en ese tejado o mierda de casa. Me había acostumbrado a ese Angel encarnado. Quizá durante demasiado tiempo. Ahora costaría volver a empezar... Sola. Al menos la pared contigua daba a la habitación de Enone y eso era, al menos, confortable.

Me tiré en la cama intentando no pensar en nada y así fue hasta que desperté a la mañana siguiente. Un sueño sin sueño. JOder, hacía años tuve no tenía uno tan tranquilo.

-¡Hey!- Dije tras la puerta llamando con los nudillos a la puerta de Enone. Normalmente, no llamaría ni pediría permiso. Normalmente. Pero me daba un poco de asco que Enone estuviera limpiando su sable. - Deja de pelártela que voy a entrar

La iglesia mencionada por Kerrel está en un rincón apartado de la ciudad, rodeada de un césped y un seto cuidados con mimo y esmero. La marquesina donde se ponen los anuncios está abierta y un hombre vestido con un traje negro a pesar del calor está retirando algunos de los papeles para sustituirlos por otros nuevos. Al escuchar la motocicleta se gira con un gesto de sorpresa. Al ver que la Cazadora se dirige hacia él aprovecha el tiempo que tarda en aparcar para terminar los cambios y volver a cerrar la marquesina. El cuello de su camisa está entreabierto y algo torcido debido a la ausencia del alzacuellos. Una pequeña cesión al calor que no termina de diluir ese aura especial que le señala como un miembro de la Iglesia.

Buenos días, hija mía ¿En qué puedo ayudarte?...

Algo va mal. De alguna manera Énone ha airado a sus dioses patronos y éstos muestran ahora una de sus caras más terribles para responderle. La mente del Elegido se sacude por un rugido que ninguna criatura de este mundo podría producir. Un rugido que poco a poco se va articulando en palabras lanzadas en egipcio antiguo.

¡INSOLENTE! - la terrible voz es la de Ammyt, la diosa devoradora de las almas pecadoras que no superan el juicio de Ma'at y que es representada como una quimera con cabeza de cocodrilo, cuerpo de leopardo y cuartos traseros de hipopótamo - ¡Los mortales siempre os estáis quejando de vuestra inexistente falta de libre albedrío pero no dudáis en pedir que os guiemos a la primera dificultad! ¡Ábrete camino por ti mismo o húndete en la Dwat!...

—¡QUÉ YO NO ESTOY PE....

La voz de Énone se cortó de pronto. Cómo si algo más hubiera detenido su respiración de golpe. La respuesta a sus plegarias había llegado de forma abrupta, más fuerte por el hecho de que realmente no la esperaba, y esa visión, y ese rugido. Cuando volvió en sí notó que sus mano aferraba con fuerza la empuñadura mientras la otra estrujaba hasta la última gota del aceite con el que había impregnado el paño con el que limpiaba la khophesh. Perlas de sudor decoraban su frente ahora livida mientras el pecho le subía y le bajaba con dificultad. Quien no le conociera podría haber asegurado que Tayen tenía razón en sus acusaciones desde el otro lado de la puerta. 

Énone pestañeó un par de veces. 

Y un par de veces más.

Una terrible sensación de desamparo se apoderó de Énone quien no pudo evitar estremecerse. Volteó a ver hacía la puerta para hacer pasar a Tayen, si es que está no había entrado aún. 

Esperaba otra cosa, una iglesia de piedra, como le dije a Kerrel, no una vieja iglesia colonial restaurada no hacía demasiado por el blanco aún tan vivo de sus paredes. Estacioné la moto, dejé el casco en ella pero no mi equipo, el cual llevé en mi mochila deportiva. El cura parecía haber reparado en mi presencia, pero era normal, aquello era demasiado silencioso y se podía oír el aleteo de las mariposas. Cuando estaba llegando a la altura del cura, este me saludó.

- Buenos días padre. - Dije mirando la Iglesia. Ya tenía la vista acostumbrada a ver los glifos custodios a pesar de que no se notasen a simple vista. - Yo venía porque... - Miré hacia atrás, por si El Fantasma me había seguido hasta allí. - No sé por donde empezar... quizás... puede que mi nombre le diga algo... Me llamo Scarlett. Scarlett Van Helsing.

Esperé unos momentos la reacción del cura para ver si era de la orden o no. - Este no es lugar para hablar, necesito un lugar más privado... - Si era de la orden, sabría de Van Helsing, sino... solo sería un personaje de una novela.

Abrí la puerta y me quedé justo en el marco de la puerta observando al interior.

- Pues...- Abrí los ojos al encontrarme detalles importantes.- Sudores en tu cuerpo, olor a aceite... nose, pero juraría que...- Me recosté sobre el marco de la puerta en un intento de postura sexy. Incluso ladeé mi chaqueta de cuero haciendo entrever un hombro al desnudo.- ... Has empezado con los preliminares sin mí, cielo.

Pero mirando sus ojos, y fuera de la broma inicial, además del color de su piel que se había vuelto pálida, me hizo recuperar la postura y dejar de sonreír. Pase al interior y cerré la puerta.

- ¿Qué ocurre?- Pregunté sin más sabiendo que algo lo preocupaba, o más bien... lo atemorizaba.

Énone dejó la espada y el kit de limpieza a un lado. Sentado en la cama, donde estaba, apoyó los codos en las rodillas y se llevó una mano al rostro mientras se limpiaba la otra en las sábanas. No aclaró las cosas, sabía que en realidad no era necesario hacerlo con Tayen.

—¿Crees en Dios, Tayen?

La pregunta era totalmente anticlimática, lo sabía, y una parte de su cabeza, aquella que pugnaba aún por volver a su vida normal, a aquella vida que ya nunca podría retomar, le repetía al oído que prestará atención, una chica —y no cualquier chica— en su habitación, guapa, sexy y simpática ¿No había soñado con eso hace años en aquel campamento? Pero la voz se perdía en el fondo de la conciencia de Énone, aplastada por un poderoso rugido antediluviano que aún reverberraba en el fondo de su cabeza. Le explicó a la chica lo que había pasado. 

—Tú sabes que he estado tratando de mejorar esa conexión psíquica o lo que sea con aquella cosa que supuestamente me guía para volver a encontrar a Suzie ¿Verdad? —ya le había hablado de su antigua compañera a Tayen y de como se había perdido bajo la conciencia del ángel que habitaba en su cuerpo y como había desaparecido luego. Esa era la forma en la que se había cruzado con Haniel también—, pues resulta que me han hablado... no ha sido una visión como antes. Sino una conversación. La cosa esa se presentó como Ma'At, me encargo que cuidara a los chicos, que iban a estar en peligro... yo aún dudaba de ellos, pero... ahora traté de comunicarme, la verdad no esperaba nada... pero no me respondió Ma'At sino algo más... oscuro. 

Reprimió un escalofrío y se arrepintió un poco de abrirse con Tayen ¿No cargaba ella misma con una entidad oscura en su interior? ¿Sería tan terrible Ew'Ah como Ammyt?

—Parece que los he ofendido. No sé cómo, pero lo sé. De repente es como si ya no los sintiera alrededor —pasó la mano por la hoja de su khophesh, como si quisiera sentir el poder que ésta tenía en su interior, como si quisiera estar seguro de que eso aún seguía ahí. La hoja vibró imperceptiblemente bajo sus yemas.

El apellido borra la sonrisa del sacerdote - Sí, será mejor que hablemos dentro.

La vivienda del sacerdote es un pequeño y sencillo adosado a la parte posterior de la iglesia. La sala principal está dominada por un relieve del escudo de armas del Vaticano con las Llaves de San Pedro y el tocado del Sumo Pontífice.

El cardenal Jinetti me dijeron que la rama americana de los Van Helsing había desaparecido - explica el padre Sommers - La última descendiente murió a manos del asesino infernal Bazruthuz. Iban a enviar a alguien desde Europa, pero aún tardaría un mes ¿Tienes alguna prueba de ser quien dices ser?...

- Mi familia es de Canadá, pero suelo operar por NY normalmente, aunque a veces salgo de mi zona de confort, como ahora. Es curioso que el mismo demonio que mató a mi familia hace unos años en NY haya acabado con la rama de los Van Helsing de Estados Unidos. - Me quedé pensando un momento. Aquel malnacido... - Espero que yo sea la última Van Helsing con la que se encuentre, porque no le dejaré pasearse más por este mundo.

Mis ojos ardieron en rabia y se leía el odio en ellos. Por mucho que quisiera a Henry, a Harry o a Rafi, mi familia me había marcado para siempre y no pude evitar que mi ojos se empañasen en lágrimas al recodar a Juan y a los niños. Coloqué la mochila sobre la mesa y saqué de ella la Tanto dejando su funda en la mochila y dejando ver que no era la única katana que viajaba conmigo.

Me recogí el pelo y pasé con cuidado la hoja por la nuca, dejando caer parte de mi pelo cortado al suelo. Luego me di la vuelta. Bajo mi cabello, en un lugar seguro, donde nadie lo viese y preguntase por él, estaba tatuado el sello del Arcangel San Gabriel, el primer Van Helsing de nuestra línea de sangre. Un sello que todo Van Helsing que se dedicase a la caza, debía tener tatuado si realmente era un descendiente real de esa línea de sangre, algo que solo los Van Helsing, Guardianes y ciertas personas autorizadas en el Vatinano, sabían que se hacía como ritual al terminar el entrenamiento de nuestro destino.

Me giré para que el cura lo viese bien. Si lo identificaba como debía, es que era algo más que un simple cura y con la información que manejaba ya se me antojaba raro que así lo fuera.

- Hace años que no lo ve nadie y nadie debe saber de su existencia, padre. Creo que entenderá el motivo si entiende lo que es. - Le dije, aún con mi Tanto en mi mano diestra. Aquel hombre tenía más información de mí que mi trío de amigos en aquel momento juntos y todo en menos de cinco minutos. Pero tampoco tenía mucho tiempo que perder y tampoco es que fuese con rodeos por la vida. Me giré para que me viese de nuevo el rostro, soltándome el cabello de nuevo.

- Ahora hablemos claro, padre... hay un niño en el pueblo que ha sido poseído por un demonio. Hubo un tiempo en el cual yo hacía exorcismos, pues creía en lo que hacía. Sabía que era lo que Dios quería, al igual que su Santo Hijo Jesús... pero o bien Dios me dio la espalda y dejó que, precisamente Bazruthuz masacrase a mi familia... o bien fue cuando desapareció de su esponjoso trono de nubes blancas. - Se notaba el resentimiento en mi voz por la herida creada precisamente por quien debió cuidar de mi familia mientras que yo cuidaba de su rebaño.

- Desde entonces no pude hacer más exorcismos. No es que se me olvidase hacerlos, es que se convirtió en algo que, simplemente, no podía hacer pues ya no creía en la benevolencia ni en el poder de quien debía expulsar a ese demonio de ese cuerpo. Así que en esos casos los capturaba y los dejaba en manos de quienes aún podían hacer algo por ellos. Yo no sé si está preparado, padre, para esa criatura impía que ahora controla a ese niño. De ser un adulto, quizás ahora su cabeza estaría separada de su cuerpo. Pero es un niño con un poder demasiado alto como para que usted le salve o alguien como yo pueda hacerle volver y eliminar ese mal de su inocente cuerpo. Por ahora se ha cobrado la vida de una familia, casi mata a dos chicos de su edad y creo que sé quien será su próxima víctima. Pero necesito estar preparada de nuevo para expulsar a esa cosa de su cuerpo, porque quizás la próxima vez que le vea... y no es por Dios por quien no le mataría. Es por mí y mis dos hijos que perdí por lo que no quiero que ese niño muera.  - Guardé silencio y miré al pastor a los ojos.

- Quizás sea una causa perdida y mi destino sea el de acabar siempre con cualquier demonio. Puede que cuando muera vaya al infierno por las almas inocentes que haya mandado allí, pero un niño... si usted no puede hacer nada por él, si no conoce a nadie que pueda hacerlo... va a tener que ayudarme a encontrar el camino que perdí hace años y no, no quiero volver al rebaño, pues un Van Helsing que se dedica a la caza nunca ha sido parte de él. Necesito volver a... - Y sonreí de golpe, recordando al punto donde debía volver realmente ese que no era Dios, sino el que fluía por mi sangre.

- ¿En Dios?- pregunté extrañada.- ¿Qué Dios?

Cuando Enone se ponía en ese plan, realmente me intrigaba. Sabía de su papel de Elegido, aunque nunca había entendido para qué. Alguna vez me había intentado explicar algo, pero... no podía ver todo más allá de "ser el peón de otro". Y ahora era... ¿Dios?

- Los Cheyenne no creemos en un... dios. No como vosotros. Creemos en los espíritus.- Cogí una silla y me senté del revés, con el respaldo entre mis piernas, pudiendo apoyar los brazos sobre el respaldo.

Seguí atentamente su explicación sin decir nada más. Tan solo escuchando. Joder, si me viera mamá Scar diría que parecía una niña buena. Bueno, en realidad, lo era, de no ser por aquella cosa que tenía en mi interior, susurrándome casi de constante. Pero... ¡Hey, era doctora en Veterinaria! Eso suponía prestar atención a los profesores, ¿no?

- Seh.- Dije ladeando afirmativamente con la cabeza.- Suzie.- La verdad sabia poco. Tan solo que... Desaprecio. Y por un momento pensé en Haniel. ¿Será que aquel grupo estaba gafado y siempre "desaprecia alguien"?

- Bueno, y protegiste a los niños. ¿Por qué deberían de estar enfadados tus... tus... emm... dioses? ¿Jefes?.-Me rasqué levemente el mentón.- O puede ser simplemente que estemos tan cerca del demonio que tenemos que detener que su propia influencia te aísla de ellos.

Para ser un Elegido era un cagao. Bueno, era mono y eso lo compensaba. Sonreí ahora levemente.

- No te preocupes. Haremos que tus papás estén orgullosos de su hijo predilecto, ¿vale? Yo...- chasqueé la lengua como si lo que fuera a decir no fuera del agrado de nadie. A fin de cuentas había un peligro y un coste.- Puedo contactar con el demonio y quizá podría ver su siguiente paso, pero... si la cosa sale mal... bueno, ya sabes. Quizá es peor el remedio que la enfermedad. Y seguramente necesite de Scarlett para contenerme, si fallo.

—Creo que fui insolente con ellos... —Nada más decirlo Énone sintió lo ridículo que sonaba eso, aquel orgullo propio volvió a subirle por el pecho, la precencia de Tayen le.oblugaba a mostrarse menos desvalido. Cosas de ser humano—, pero tienes razón... además, si fuese tan importante seguro meterán mano como siempre. 

Se alzó de hombros y sonrió mientras levantaba la vista, un brillo de gratitud cruzó su mirada, sin embargo la mención de Scarlett y Ew'Ah le hizo ponerse tenso.

—No, tratemos de dejar a Ew'Ah lo más escondido posible... creo yo —le sonrió de vuelta—, tengo el presentimiento de que deberíamos poder deducirlo solos. Después de todo no creo que los entes esos me hubieran dejado tranquilo de no estar bien encaminados. 

Se pusó de pie e instintivamente buscó su bolso deportivo para guardar la espada, pero recordó que estaba goteando en la ducha así que envolvió su arma en una toalla y se la puso bajo el brazo.

—Deberíamos ir a hablar con Scarlett, ver si ha averiguado algo más¿No? —su mirada dejo entrever su preocupación, la cazadora se había mostrado reacía a comunicarse con ellos— ¿Crees que siga por acá Tayen?

El sello San Gabriel Van Helsing - dice el sacerdote con mucha seguridad - Creí que sólo volvería a ver uno fuera de los libros con la llegada del enviado del Vaticano. Como te he dicho, allí creen que toda la rama americana de la familia está extinta. Y no hablo sólo de los Estados Unidos, sino de los Van Helsing de todo el continente. Bazruthuz no fue el único artífice de la matanza pero sí quien la lideró tras poseer a Rudolph Van Helsing, el cabeza de la familia en Seattle. Fue gracias a los conocimientos de Rudolph que el demonio consiguió encontrar y exterminar a todos los Van Helsing antes de ser eliminado a su vez por Abigail Harker - Harker es un apellido que ha acompañado a la familia Van Helsing desde los tiempos de Vlad Tepes, alias "Drácula" - Por lo que Abby Harker pudo averiguar, Bazruthuz actuó por orden de alguien a quien llamaba Rowenna, la Reina del Infierno. Nada más sabemos hasta ahora.

Tras esta pequeña aclaración el sacerdote escucha la historia de Scarlett - Sé lo del niño poseído. Por eso alerté al Vaticano y esperaba la llegada de un Van Helsing. Pero eso fue hace menos de una semana y el cardenal Jinetti me dijo que tardaría un mes, de ahí que desconfiase de ti - Asiente con tristeza cuando Scarlett le habla de su crisis de fe - La fe consiste en creer cuando dicha creencia se halla más allá del poder de la razón. Tú dudas y sin embargo aquí estás, pidiendo ayuda para salvar el alma de un niño cuando lo más fácil sería matarlo directamente ¿Eso no te dice nada?...

En la habitación de Scarlett sólo hay una camarera del motel limpiando y haciendo la cama. La ausencia de la motocicleta de la cazademonios indica que se ha marchado antes de sus compañeros se levantasen...

- ¿Mamá Osa?- Pregunté inclinándome un poco hacia atrás, en la silla hasta poder tocar con los dedos el dosel de la ventana.

Lo aparté un poco y al mirar hacia afuera no vi la moto. Desde donde estaba podía ver la entrada de su habitación y a la señora de la limpieza entrando en su cuarto.

- Nah.- Regresé a mi posición en la silla, aunque casi de inmediato, me levante despacio- O al menos eso espero durante los próximos... ¿20 minutos?- Pasito a pasito me dirigí sensualmente hacia Enone.-¿15?- Me incliné sobre el hasta rozar su oreja y susurrarle -Está bien, Enone. Me conformo con 10... Uff, no aguanto más. Así que tendrémos que hacerlo... rápido. Estoy tan, tan, pero tan...

Dirigí mi índice por el hombro, como si diera pasitos con los dedos, hasta tocar su nariz.

- Me estoy cagando.- Rápidamente pase al baño de Enone y cerré la puerta.

Diez minutos después, salí de hacer lo mío, y con un gesto de la mano invité a Enone a que era hora de irnos. El Fantasma esperaba. Teníamos la dirección del Juez y sin Scarlett por allí, era la mejor opción.

-No tardes.- Apremié a Enone a sabiendas de que tenía que coger el bolso ese tan raro suyo del baño. Un baño que había usado como si no hubiera otro en kilómetros a la redonda.

Dirigió la vista había la ventana cuando Tayen negó con tanta vehemencia y vió —o mejor dicho no vió— lo que ella quería decir. Regreso a mirarla solo para encontrar su mano, sus dedos, que se acercaban lentamente había él. 

—Tayen... yo... —dijo en una frase que, con lo que le costó echar fuera, duró lo mismo que todo lo que ella le había dicho, solo para quedarse a medias cuando la chica remató su conteo regresivo.

Énone se quedó quieto, inmóvil, mientras la veía desaparece por la puerta del baño y soltó el aire retenido con una relajada risa. Momento que al parecer Tayen también aprovecho de soltar el aire relajadamente.

—¡Por Dios Santo Tayen! ¡Tenía pensado usarlo también después! —alegó en voz alta esgrimiendo una sonrisa de complicidad. Negó con la cabeza divertido mientras comenzaba a doblar la ropa que tenía repartida y estirada por todos lados, las medicinas, los snacks y todo aquello que creía podría serle útil en una misión. Tayen salió del baño y le apremió a partir mirando sospechosamente hacía el baño. 

—No, no pienso siquiera mirar... solo tomaré mi bolso y... oh no... hubiera preferido las abejas. 

No sé atrevió a reír para no abrir demasiado la boca y salió corriendo del baño con el bolso colgando haciendo aspavientos como si espantara algo que venía persiguiéndolo. Le sonrió a la joven Cheyenne con malicia y dejó que partiera hacía el fantasma mientras él pasaba por recepción. Quería saber si después de esto tendrían un lugar adónde llegar considerando que Scarlett parecía haberse marchado definitivamente del motel. Se montó en el fantasma minutos después tirando el bolso al asiento trasero. 

—Muy bien, dónde el juez entonces. Trataremos de hablar con ese niño —sacó el móvil para enviarle un mensaje a Scarlett y revisar los propios. Mientras tecleaba preguntó levemente preocupado—Voy a escribirle a mamá Osa, ¿No has recibido mensaje de Haniel? ¿O de Dick?

El motor del fantasma sonó musicalmente como si quisiera prestar su ritmo a la banda sonora de su vida. 

Vamos a la casa del Juez Chambers ¿Haz descubierto algo?

- Espera... espera un momento... ¿TODOS los Van Helsing muertos? ¿Bazruthuz muerto? - Se notaba a la legua que no estaba bien. Mis piernas temblaron, mi arma cayó al suelo al darme cuenta de lo que significaba aquello. - No, no puede ser... mis padres... si ellos estuviesen muertos yo... yo lo sabría... - Saqué mi móvil, me temblaban las manos. Llamé a mi madre, era ella quien estaba ya siempre en casa y no dio ni señal. Saltó el mensaje avisando de que el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura. - Ellos... ellos seguían operando, solo en nuestro pueblo y alrededores, cosas pequeñas ya para su edad... aunque la sangre de los Van Helsing parecía mantener a mi padre siempre más joven que a mi madre... - Le conté al cura mientras buscaba el número de mi padre una y otra vez...

- Bazruthuz, que él esté muerto... que haya matado a mis padres incluso... pero que ya no esté en este mundo... me convierten en alguien sin... ¡Aquí está! - Llamé al número y dio tono. Al tercero descolgaron. - ¿Papá? ¿Estáis bien mamá y tú? - La voz no me resultó conocida y no me gustó nada escuchar aquellas palabras.

- Policía de Montreal. Le atiende el inspector Leclair. Entiendo que es la señorita Scarlett Van Helsing. Debería venir a Montreal lo antes posible. Me temo que, como ya se habrá dado cuenta, ha ocurrido una desgracia. - Me dijo el hombre. Después de darle mis datos y decirle que en cuanto resolviese algunas cosas iría para allá de inmediato miré al cura para buscar una ventana y despejarme con las vistas. 

- Mis padres muertos, ese maldito demonio muerto... si antes me encontraba perdida, padre, imagínese donde me encuentro ahora que solo deseaba acabar con Bazruthuz y así vengar a los míos mientras hacía limpieza en este mundo. - Recogí mi arma del suelo en cuanto me recompuse y la guardé con las demás en su vaina.

Aún asimilaba lo de mi familia, lo de aquel demonio al que tanto odiaba cuando el cura quiso verme dar un salto de fe. Uno que no existía. - Sí, que no mato niños y que si usted no puede hacer un exorcismo, tendré que saltarme mi propia norma. Porque después de esto dudo que pueda recomponerme. - Mi mente estaba ofuscada por  las noticias. No pensaba con claridad y lo sabía. Hacía un momento había tenido la solución en mis manos, pero saber así de la muerte de mis padres... de la muerte de quien era mi vida buscar y matar... todo se volvía contra mí de golpe. Solo faltaba que estuviese embarazada de Harry para completar el círculo y que tuviese en mi vientre una pequeña manada de peludos lobeznos.

El móvil sonó y respondí deprisa a Énone, a ver si así me dejaba en paz de  una vez por todas. Y fuera de toda razón, miré al cura. - Si tuviese que ir a Montreal, con quien iría: ¿con un hombre-lobo, con un médico que sabe de todo esto pero que solo es un médico o con un abogado que no sabe nada de esto ni a lo que me dedico? Cabe decir que con dos de ellos si tengo algún tipo de romance, con el tercero no hay nada... - Por ahora. - Yo creo que voy a necesitar a los tres... aunque el abogado sea un fiscal del distrito de NY, supongo que sabrá sobre leyes para mover armas y antigüedades por la frontera...

Aquello me había dejado completamente descompuesta y rota y ahora si que no sabía por donde seguir. Si toda mi familia conocida por mi apellido, había sido eliminada por completo del continente, es que lo que me quedaba, el legado más íntimo, la sangre del Arcángel San Gabriel, no serviría tampoco para protegerme y menos aún para sacar a un demonio del cuerpo de un crío. Que aún viviese no me convertía en especial, sino en el último Van Helsing con una diana en la espalda y sin fe ni motivos para luchar.