Partida Rol por web

Demonfly se encogió de hombros.

Eres un hábil negociador, no veo porqué no voy a soltarte primero...-dijo con despreocupación llevando los dedos peligrosamente cerca del nudo-¿Uh? Espera un momento, kolbo...

¿Rusha ubuk handu lila?-que se podría traducir por un "¿cómo sé yo que cuando te desate no me vas a atacar?"-¿Sutu marxifiark nano lorcondrot?-"¿Ves al enano idiota de ahí?", dijo en dracónico mientras señalaba a Alfrik-Nano shur palaca placa placa, oroak rhamand nursío ular rewelloganzu-traducible como "el enano es un paladín, nunca me permitiría matar a un prisionero"-Aghzer roponga-"tienes su palabra", le dijo.

- Pffgheser medtrghs. Li frestargh crieolsft.- " Se hacía llamar Alfanje"- . Li cartgh ujerts mik loert- "La carta la tiró por un puente después de leerla"- Ujier montyrgarg pfff...pffrtgs-" Nos pagaba para robaros algo"- kirjn eer thruksmn- " No nos dijo qué"- Yala yala in lil adu resthgag Sharn- "Nos contrató en los niveles inferiores"- Kliesarg tresgha- " Vivimos allí"-. Dina trag? Yala norearg...- "¿Quién es Dina? Nosostros no la conocemos".

Te señala sus propias ataduras...

¡Oye, amigo!-dijo toda indignada, cogiendo al kóbold por el cuello-No arreglas ná protegiendo a Dinna. Ugh... ¡Como m'entere de que has mentío! Grrrr... Bah, por ahora vale con eso-gruñó, volviéndolo a soltar.

Ná-se quejó, dirigiéndose a sus compañeros-. Son unos mierdecillas contrataos en los niveles inferiores, como los dos cambiantes de la sala de óvulas. El cara de lata se llamaba Alfanje, pensé que te gustaría saberlo, Powaqqatsi. Alfanje distruyó la carta y quería algo que nosotros teníamos... A saber, a lo mojó quería mi sombrero.

Esa vez sí, Demonfly desató las cuerdas. También sacó de su bolsillo tres piezas de plata.

Naira yoyova aunkdul, Demonfly, ¿axry?-"ahora trabajáis para mí, Demonfly, ¿entendido?"-Yuw koloak reajjj  jiljirk praeta azug kess xaurg thuariuloak-"ten los ojos abiertos por si alguien más contrata gente en los niveles inferiores"-Ratoa markette idinsu turr Dorasharn reiv gorovonoka, arfeyes prittt-"nos vemos en el Mercado de las Ratas de la Torre Dorasharn en una semana, y tendrás más".

Dió una pieza de plata al kóbold soplón, y despertó uno a uno a los otros kobolds para que lo primero que viesen fuera otra moneda de plata en los dedos de la semiorca, antes de entregárselo.

Ndrohxeen-dijo, señalando la puerta acompañado de su "marchaos" en el más aceptable dracónico que pudo, mientras volvía a enrollar su cuerda con las manos.

Ver a la semiorca interrogando al kobold era algo digno de guardarse en la memoría, pero pronto la diversión ante aquella extraña situación y los intentos de la cazarrecompensas por inculpar a la gnoma quedaron a un lado cuando la alimaña empezó a hablar. Aquellos reptiles no tenían ningún motivo para mentir, sobre todo cuando lo que decía no le daba ninguna ventaja sobre ellos y si les granjeaba un gran enemigo. 

Así que tenían que suponer que aquellos bichos les habían dicho la verdad, lo que significaba que tendrían más problemas en poco tiempo. Aquél "Señor de los filos" no parecía el tipo de ser que se rendía con facilidad, y por lo que había oído a sus compañeros tenía cierta fijación con ellos, y por ende, ahora con ella. No tenía muy claro hasta donde alcanzaba su poder, pero lo que si sabía es que no quería su espalda cada diez minutos en busca de algún forjado decidido a matarla. No, tendrían que hacer algo y tendrían que hacerlo pronto. 

Así que esperó a que los tres pequeños lagartos se fueran de allí - aunque ni confiaba en ellos ni creía que fuera una gran idea - y luego se acercó a la mesa donde estaba todo desperdigado y se sentó en una silla, sin perder de vista la puerta.

- ¿Crees que aparecerán para informarnos de lo que descubran? Si es que les da por investigar algo... - Preguntó dirigiéndose hacia Demonfly, intrigada sobre si de verdad aquella mujer pensaba que un soborno así iba a surtir efecto. Luego se dirigió a todos en general -. Imagino que querrían algo que tenía nuestra escurridiza dama - refiriéndose a Elaydren - y que ahora estará en esa mochila. Si descubrimos que es, podremos adelantarnos - Sonrió -. ¿Qué habéis encontrado?

Por supuesto, si no encontraban ninguna pista ahí, el siguiente paso debía ser claro. No podrían esperar diez días por algo tan poco fiable como unos monstruitos como aquellos. Deberían ir ellos mismos a los niveles inferiores de Sharn y preguntar por su cuenta. Los forjados llamarían allí la atención, y tal vez lograran seguir el rastro de alguno y atacar primero.

El semielfo estudió la mochila y el contenido de ésta que estaba esparcido por toda la mesa. Las damas estaban entretenidas en atar y amordazar, algo que podía despertar el interés de Finn, pero como todo en este mundo, el contexto era lo que importaba. Y francamente aquellos kobolds le importaban un comino. - ¿Algún día haréis el truco ese de las cuerdas conmigo? - Pregunta divertido, más por costumbre que por interés, pues no había levantado la mirada de la mesa tan siquiera.

Su antención estaba centrada en los objetos de la mesa y la misma mochila, así que dedicó ese tiempo a estudiar la extraña mochila, que seguramente fuese mágica, junto con el cetro con la exótica piedra. ¿Sería una llave como los otros cetros que habían tenido que utilizar en la forja olvidada? Parecía que los Cannith no tenían mucha imaginación y resultaban de lo menos originales.

Tras la pregunta de su compañera, cogió la carta y la leyó en voz alta. Necesitaba más tiempo para examinar los objetos pero el mensaje arrojaría algo de luz sobre lo que la dama Cannith necesitaba de ellos.

Alfanje. -repitió Powaqqatsi, en forma de respeto y reverencia por el hermano perdido.  Alfanje. -dijo en un susurro.  Luego fue y tomó una de las pequeñas placas metálicas grabadas con un símbolo que marcaban el centro de su frente.  La guardó en un bolsillo interior de su manto de druida.  Haré que tu comunidad reciba este tu recuerdo, no como afrenta sino como oferta de paz.  -le dijo en otro susurro, aún más inaudible, aunque sabía que el forjado ya no podría nunca escucharlo. 

Habrá que salir muy pronto.  -les dijo a todos.  Iré pidiendo, ahora si, una de calesas. Detuvo a Finn antes de que leyera la carta en alto.  Si las paredes tienen oídos, los de una taberna son de hobbit.  Mejor nos cuentas nuestro destino una vez que estemos arriba.  Dado que son 6 cartas individuales, adivino boletos a algún lado.  Movilicémonos. 

Con el cuerpo de Alfanje, el barril enano, el falso sombrero de Daisy y la lechuga para imitar los pelos de Adía, podría el druida ser el señuelo y que los demás lo siguieran en la siguiente aerocalesa, para perseguir a los perseguidores.  Pediré la primera y me subo.  Escríbeme Finn a donde me dirijo. 

Tomando el papel que el bardo le hubiera garabateado, salió y levantó la mano para detener a la primera aerocalesa que pasara.  Iba acompañado de sus protomonigotes, los cuales diría son para una feria de alguna de los aspectos de la Hueste.

Powaqqatsi abre uno de los 6 documentos para ver qué es.

Cuando Daisy libera a los kobolds estos caminan despacio hacia la puerta. Cuando creen que están a una distancia prudencial de vosotros salen corriendo por la puerta de la posada con un gran chapoteo.

En el mismo embarcadero donde os dejó la anterior aerocalesa os recogen otras. En la primera sube Powaqqatsi. El calesero le mira extrañado cuando ver cargar en su  embarcación aérea aquella extraña retahíla de muñecos y maniquíes. Sin embargo no hace preguntas.

En una segunda aerocalesa montáis el resto. La lluvia ha cesado completamente pero eso conlleva una bajada de las temperaturas que os hace abrigaros lo máximo que podéis en vuestras capas. Finn se las apaña para entablar una conversación amable con el calesero. Os termina recomendando una posada a la que suele ir a menudo. Es un lugar llamado Forsyth's. Muy frecuentada por extranjeros y situada a una buena altura sobre el río daga. El viaje os lleva no poco rato teniendo que pagar 3 m.o por el mismo.

La posada tiene un acceso directo al embarcadero en el cual os deja. Hacia el sur veis la luna reflejarse en el mar en un amplio espacio que queda entre las torres limítrofes de la ciudad. Un hombre aparece por la puerta que da acceso a la posada y escupe al vacío. Entráis tras él al interior...

A pesar de las horas que son aún quedan algunas personas en el inmenso salón que tenéis antes vosotros. Tres camareras sirven con gran cansancio las mesas que quedan y discuten con aquellos clientes que dan problemas por dormir sobre las mesas. No tenéis problemas para encontrar un sitio o una esquina apartada en la que poder reuniros.

Con gran cansancio y algunas bebidas frente a vosotros esperáis la llegada del druida. A la media hora reaparece por la puerta acompañado de su compañía animal. Por fin, reunidos, os disponéis a poner un poco de luz sobre lo que os ha pasado esta noche.

Finn examina la mochila y el diminuto cetro que encontrasteis entre el contenido de la mochila. Ha escuchado algo sobre este tipo de mochilas en las que su interior es más grande que el exterior. Cree recordar que se llaman Morral Práctico de Heward. Pero sobre el pequeño cetro...bien, digamos que pide oro trago para ver si el alcohol le inspira algo más. 

Powaqqatsi examina uno de los documentos. Parece ser una especie de pasaporte de las casas Orien y Lyrandar para llegar a un sitio llamado Rukhaal Draal.

Finalmente Finn extrae la carta. Os acercáis entre vosotros para evitar que el bardo tenga que alzar la voz y que algún detalle pueda llegar a los pocos clientes que ocupan la posada.

Finn desdobla la carta...

"Amigos míos,

El objeto que recuperasteis para mí de las ruinas bajo Sharn es un esquema, un pedazo de un patrón mayor empleado para crear objetos mundanos y mágicos. He sabido que había otro esquema relacionado con este patrón, que estaba siendo estudiado en un laboratorio secreto de la casa Cannith en Cyre, llamado Albohogar. Me pregunto si esas investigaciones están relacionadas con el día del Luto...

Algunas facciones de mi propia familia desean este patrón para sus propios fines maléficos y no sé en quien confiar. Por eso acudo a vosotros. Necesito que viajéis a Cyre, encontréis el laboratorio y recuperéis el segundo esquema.

La ubicación de ese laboratorio era un secreto bien guardado que se perdió cuando el patriarca de la casa Cannith murió en la destrucción de Cyre en el Día del Luto. Pero existe una facción de la casa Cannith en el pueblo de Cantera Carmesí , en Darguun. Allí podréis recuperar un registro de todos los laboratorios secretos de los Cannith.

Buscad  a un hombre llamado Failin en el mercado Sangriento de Rhukaan Draal. Él podrá conseguiros transporte hasta Cantera Carmesí. Desde allí viajad hasta Cyre...hasta Las Tierras Enlutadas para encontrar Albohogar y el segundo esquema.

Este "esquema" es una placa de adamantita con forma de rombo y del tamaño aproximado de la palma de una mano humana. Una vez recuperada volved a Rhukaan Draal donde me reuniré con vosotros. Por favor...seréis espléndidamente recompensados por vuestro valor.

Dama Elaydren. "

La semiorca dió un puñetazo en la mesa.

¿Cyre? ¿En serio?

Se llevó la mano al ceño para rascárselo, meditabunda. Todo lo meditabunda a lo que les tenía acostumbrados la semiorca.

¿Cyre?-volvió a preguntar.

Había escuchado cosas feas de Cyre. Cosas posteriores al Día del Luto. Lo más probable era que todas aquellas cosas horribles fuesen propaganda de sus enemigos, pero aún así...

¿Cyre? ¿En serio?

Por otro lado, Elaydren era una estupenda pagadora, y la mochila de Howard, o morral o lo que sea, tenía suficiente dinero para que mereciese la pena.

¿Y cómo diablos llegamos a Rukaldral? ¿Hay rayocarril hasta allí? No sepo ni situar Rukaldral en un mapa-ni tampoco pronunciarlo bien, por lo que se veía.

Sin el druida haciendo de las suyas, tras haberse despejado haciendo tiro al kobold y con el cese de la lluvia, el viaje en aerocalesa - pese al frío que le calaba los huesos - había sido mucho más agradable y llevadero, casi a la par que largo. Por suerte, Finn demostró una vez más su habilidad para hacer amigos - al menos mientras no fueran forjados - y pronto estaban en otra agradable taberna, donde esta vez si pudo sentarse, relajarse y beber una copa de ron. El oscuro y ardiente líquido bajó por su garganta hasta su estómago y la hizo entrar en calor al segundo trago. Sólo entonces supo que podía estar tranquila y, con la llegada de Powa, podían también empezar a obtener respuestas sobre el lío en el que se habían metido. 

El bardo leyó la carta con voz clara y perfectamente audible, aunque en un tono perfecto para que nadie fuera de esa mesa pudiera escuchar siquiera una palabra. Cuando acabó, el druida abrió otro de los sobres y mostró su contenido, reafirmando lo que acababan de oír. Ya tenía un destino claro, pero no era para nada agradable ni carecería de peligros; si no era suficiente con tener que cubrirse las espaldas del Señor de los Filos, también tendrían que protegerse de la mitad de un país en ruinas, destruido por la guerra, cuyos habitantes - marginados, desposeídos y desesperados - eran capaces de apuñalar a uno por sólo creer haber visto el brillo del oro en una bolsa. Por supuesto, el Mercado Sangriento de Rhukaan Draal, no sonaba mucho más alentador.

Al final, dándose cuenta de que tampoco tenía ningún plan mejor, se recostó y suspiró.

- ¿Nunca os mandan a algún lugar agradable? Empiezo a pensar que hasta aquellos infames kobolds tienen más suerte que nosotros en los niveles inferiores - Negó con la cabeza, sabiendo que la vida de una mercenaria era así -. Bueno, como sea, ¿descansaremos aquí? Mañana tendremos que descubrir como viajar hasta allí, o tendremos un largo paseo.

De Sharn a Rhukaan Draal y de ahí a las Tierras de Luto.  Ese es nuestro trayecto, y tenemos billetes para ello. Todo en orden. Mañana a primera hora salimos entonces, ¿no?  

¿Viajamos con Lyrandar, mi estimado Finn? ¿Son de confiar? -dijo con una sonrisa de giro de placas metálicas. 

Se le vio pensativo al druida, y luego habló. Un punto nada fácil será encontrar en el MercadoSangriento de Rhukaan a ese Cannith subterráneo llamado Failin, pero bueno, es nuestra mejor pista para saber cómo llegar a la tal Cantera Carmesí.  Y de ahí, pues de arqueólogos, a buscar las ruinas de una forja perdida.  No es sorpresa que el Señor de los Filos nos persiga si buscamos secretos de nuestra creación.  Casi me dan ganas de hacer una alianza con ellos.

Por otro lado, tenemos otros actores en esto: la facción Cannith opuesta a Eladryen.  Quizá el mismo Alfanje venía de ellos y no como suponíamos del SdF.  Habrá que estar atentos.

Me quedaré haciendo los monigotes, pues parece haber funcionado esta vez, al fin que no necesito dormir.   Miró con cuidado a la puerta para adivinar otra entrada sorpresa.  Había dejado a Ch'om perchado afuera, para avisarles de visitas inesperadas, pero aun así.  Pidió un estropajo para imitar la barba de Finn.  Le quedarían bien.

.  

Pronto surgen dudas entre todos vosotros ¿Darguun? ¿Rhukaan Draal? Al principio no recordáis mucho sobre estos lugares pero poco a poco y entre todos vais poniendo un poco de luz a todo esto.

Sharn se encuentra al sur del reino de Breland, muy próximo a la desembocadura del río Daga en los Estrechos de Sargón. Al oeste de Breland encontramos la nación gnoma de Zilargo. Esta es una tierra de gente curiosa y fiel aliada del reino de Breland. Más al este encontramos la nación Trasgo de Darguun, vuestro destino.

  Esta tierra tiene su frontera norte en contacto con Breland y su borde occidental en   contacto con Zilargo. La mayoría de su población son trasgos, grandes trasgos, osgos...Pero también pueden encontrarse algunos humanos. La mayoría de naciones del continente consideran esta nación trasgoide un mal necesario. Mejor tener a estas especies concentradas en una región que campando en partidas por todas partes. Para un viajero es posible adentrarse en estas tierras con más o menos seguridad si conoce los requisitos que debe cumplir y por donde debe moverse.

Más al este se encuentran Las Tierras Enlutadas. Así se les conoce ahora pero antes del Día del Luto estas tierras era el magnífico Reino de Cyre. Fuese lo que fuese lo que provocó aquella explosión arcana que arrasó el Reino, sigue siendo un misterio. Lo que si se sabe es que las leyes físicas y lógicas parecen quedar retorcidas en este lugar. Una niebla cubre esta inmensa región a perpetuidad.

Finn se rascó la barba, algo nervioso. Cyre… ¿En serio? Asentía mentalmente a las palabras de la semiorca. Las tierras enlutadas no tenían nada que llamaran mínimamente al semielfo.

- ¿Lyrandar? ¿De fiar? Casi tanto como yo mi amigo metálico.- Contesta al druida con una sonrisa divertida. – Estoy casi seguro de poder mover algún contacto y encontrar pasaje en algún aerobarco. – Comenta pagado de si mismo.- Pero me temo que los papeles no son billetes, sino meros documentos identificativos para poder viajar entre naciones… Yo ya tenía los míos en regla, supongo que vosotros también ¿no? – Pregunta con un guiño y una ligera risa. – Algo encontraremos, y si es con Lyrandar podré intentar buscar el mejor precio.

Tras una pausa para aclarar su garganta con un generoso trago de cerveza, continúa. – Parece que nuestra amiga está metida en más mierda de la que pensábamos. Una guerra civil entre los Cannith, las Tierras enlutadas y enemistados con el Señor de los Filos.- Silba, preocupado.- Encima hemos aceptado el pago sin saber en qué consistía la misión… Pobre dama en apuros. – Añade irónico.- Parece que nosotros mismos nos estamos poniendo la soga al cuello. ¿Qué pensáis compañeros, debemos aceptar?

Extrae el mapa que consiguieron en la forja olvidada, a ver si ahora con el nuevo conocimiento podía esclarecer algo del mismo. – No me gusta ir de aquí para allá sin saber qué esta pasando… Deberíamos investigar en que facción esta nuestra dama y en quién podemos confiar dentro de la casa Cannith… Eso y averiguar algo del tal Failin ese… Y pertrecharnos como si fuéramos a la guerra…- Finaliza sombrío. 

Viajar a Darguun era algo que harían con los billetes en los transportes formales; eso estaría más o menos fácil.  De ahí en adelante sería por su cuenta y riesgo (seguramente muy altas ambas).  Así que Powaqqatsi durante la noche usó sus últimos hechizos del día para convocar una serie de búhos y murciélagos que llevaran sus preguntas a las comunidades de druidas y sus aliados faericos en la zona (si, hay mucha naturaleza aún cerca de las ciudades).  Esperaba que con mensajes atados a las patas de estos alados amigos, mensajeros de la noche, le contaran lo que sabían sobre la naturaleza en las Tierras en Duelo y cómo sobrevivirla (y de paso ayudar a su restauración, si se podía). 

Escribió también algo a las comunidades independientes de forjados que conocía, las más liberales, más aliadas de otras razas y reinos, a los moderados.  Quería saber sobre la presencia del Señor de los Filos tanto en Dargúun como en las Tierras del Duelo para estar prevenido.  De paso preguntó por su presencia en Xendrix y las tierras halflings, para despistar por si había espías. 

 Uno de esos papeles lo arrugó e hizo una pelota compacta entre sus manazas de metal.  Lo echó al fuego rápido, como una tentación, para que ardiera en la chimenea antes de que un impulso lo hiciera enrollarlo y ponerle una tira de hilo.   Había escrito una oferta de alianza al Señor de los Filos para buscar el squema juntos, para beneficio de todos los forjados, no solo de su grupo, no sólo para los Cannith de Eladryen.  La iba a mandar en el "mensajero alado" que había capturado de Sable.  Vio aquel papel tornarse naranja en el fuego agradable de la taberna, sus letras desapareciendo hasta volverse cenizas.  

Hay que hacer esta alianza lenta e indirectamente.  No puedo confiar en quien nos ha mandado matar una, o quizá dos, veces ya.   Miró a sus compañeros con extrañeza, ¿ternura?, duda; algunos ya dormían.  Todas las razas, todas. 

Con el mapa que Finn había sacado todo se aclaraba a sus ojos. Por sus viajes más o menos sabía donde estaba el lugar al que iban, pero nunca estaba de más asegurar su viaje y planificar las rutas. Desde donde estaban, y gracias a los contactos del bardo con su Casa, llegarían en poco tiempo a la frontera con Zilargo y después atravesarían el país de los gnomos; Si Daisy no acusaba a cada uno de aquellos pequeños humanoides mientras lo hacían, tendrían un camino despejado y a salvo, al menos hasta llegar a Darguun. 

Aquél reino era considerado un peligro para cualquier raza civilizada, y un refugio para todos los monstruos que necesitaban de un lugar donde escapar de cazarrecompensas como ella. Los grandes trasgos controlaban las ciudades y convivían con otra gran multitud de razas, todas cortadas por el mismo patrón. Aparentaban un intento de humanización y avance, pero en el fondo seguían siendo las mismas bestias que asaltaban caravanas y viajeros por el resto de territorios. Vivir cerca de los restos de Cyre, por supuesto, tampoco eran la mejor manera de desprenderse de lo salvaje de su naturaleza. 

Pero  eso importaba poco, y no eran más que un obstáculo hasta llegar a su destino. Ahí, seguramente, sería cuando empezaran los problemas; seguía pensando que entrar en las Tierras Enlutadas era un error, uno que bien podría matarles a todos. Y sin embargo allí iban, pues como había dicho el semielfo, parecía que ya habían aceptado el pago y el trabajo. Todo lo demás, al fin y al cabo, era darle vueltas a algo que estaba decidido. 

Por otro lado ya empezaba a anochecer, lo que significaba que habían pasado varias horas desde el ataque en la casa de postas. Quien hubiera mandado a Alfanje ya sabría que había fallado y volvería - pese a los monigotes del druida - a encontrarles en poco. Si volvería a atacar o esperaría un momento más oportuno estaba por ver, pero ellos tendrían que estar descansados cuando eso pasara.

Como aquella taberna eran tan buena como cualquier otra para dormir y desde la que empezar a la mañana siguiente, decidió no darle vueltas a la situación y acelerar aquello. Se levantó mientras los demás terminaban de debatir y se acercó mientras hasta la barra. Allí pidió a la camarera cenas para los cuatro que lo necesitaban, una ronda más de bebidas y que les preparan habitaciones para dormir*, esta vez incluyendo a los dos forjados; sabía que no necesitaban hacerlo, pero también que seguramente se dedicaran a hacer algo que era mejor que no quedara a ojos del resto de personas que pudieran estar por allí. De puertas para adentro podían divertirse haciendo muñecos de trapo o lo que quisiera que hiciera Ariete en su tiempo libre, pero no cuando había público. 

Cuando llegó la hora y subió al cuarto le costó dormir. Al menos había comido y el vino especiado - con el que había preferido sustituir al ron - le había hecho entrar en calor. Mientras el sueño acudía y se sumergía en él, dejándose llevar por el dulce sopor, pensó en como había había cambiado en tan poco tiempo - para los estándares elfos - su vida, y como había pasado de ser una simple cazadora más de su pueblo a convertirse en una mercenaria solitaria al servicio del mejor postor, hasta llegar ahí, a trabajar para una de las familias en una misión que auguraba una guerra civil que podría cambiarlo todo. Se estaba metiendo de lleno en un peligroso cauce que no sabía como iba a acabar...

Entonces cerró los ojos y todo rastro de pensamiento desapareció para dar paso a sueños intranquilos que después no recordaría.