Partida Rol por web

Te aseguro por los Creadores que no me voy a quedar aquí tirado para siempre, Q.

Pateó el cadáver en cuyo pecho había encajado el pie, y una vez liberado se volvió a poner en posición de ataque, levantándose como una auténtica fuerza de la naturaleza. De la naturaleza muerta, como los cuadros de bodegón, completamente rectos y verticales, pero con las naranjas como dos ojos que te miran mal. Así miraba Ariete al zombi. No con odio, ese era el efecto de la carcasa de la cara, que le dejaba los ojos inclinados como si tuviese el ceño fruncido. Los forjados no pueden fruncir el ceño... salvo los construidos con esas especificaciones.

Normalmente, Ariete era de atacar de frente, pero teniendo en cuenta lo resbaladiza que había quedado aquel palmo de hielo-vidrio con vísceras de zombi, Dió un paso para llegar hasta la pared y mantener mejor el equilibrio. No intencionadamente, terminó flanqueando al zombi como al druida tanto le gustaba hacer en combate. Allí soltó su golpe de maza. El golpe no fue muy fuerte, pues los circuitos de Ariete estaban más pendientes de calcular el ángulo con la pared que le permitiese apoyar el brazo del escudo embrazado y no resbalarse. Objetivo cumplido: no volvió al suelo esta vez.

De nuevo el enano no muerto golpea con fuerza a Powaqqatsi. El primer golpe parece haberlo aturdido hasta tal punto que no ve venir un puñetazo del enorme guantelete del enano no-muerto. En su visión y, a pesar de la oscuridad de las calles de Cantera carmesí, varios destellos de luz inundan su campo de vista. Son las consecuencias lógicas de ver golpeada su cabeza metálica con tales mazazos.

Adia desaparece en el interior del edificio y Alfrik intenta llegar al combate con el no.muerto. Pero igual que le sucediese a Ariete el enano no puede mantener sus pies en contacto con la resbaladiza superficie y resbala cayendo al suelo. Un instante después le sigue Powaqqatsi en esa más que desfavorable posición.

La gran sala contiene un un puñado enorme de bloques enormes de piedra roja sin pulir. Este lugar era, probablemente, donde se daba forma , pulía y preparaba el mármol para su distribución. Grandes chimeneas ocupan el centro de los muros norte , sur y oeste, cada uno construido con un tipo de piedra distinta: piedra roja en la norte, piedra blanca en el sur y piedra negra en la chimenea del oeste. Seis estatuas se alzan alrededor de toda la sala, una a cada lado de cada chimenea. El suelo de la sala muestra un mapa detallado del centro de Khorvaire, el continente en el cual os encontráis, que muestra las naciones de Aundair, Cyre, Karrnath , Thrane y Breland. Aunque las ciudades, los rasgos geográficos e incluso las minas más importantes están marcados en bajo relieve, no hay ningún nombre que las identifique.

No le pasó desapercibido el ruido sordo de pesados cuerpos cayendo al suelo en el exterior, algo que sólo podía significar que o bien habían levantado a los zombies sobre sus cabezas y les habían dejado caer a plomo – que podía ser, ya se lo esperaba todo –, eso, o que simplemente sus compañeros se estaban resbalando sobre el extraño hielo uno tras otro. Como no hubo seguidamente increpaciones hacia ella sobre porque había fallado el 90% de sus disparos, supuso que era lo segundo y que seguían ocupados, así que se internó en la sala y echó un ojo a lo que allí había. 

La escena la sorprendió por su sencillez y, a la vez, majestuosidad, y durante unos instantes se quedó simplemente inmóvil observando los grandes bloques de piedra en bruto y observando las fastuosas estatuas que guardaban las tres chimeneas. Ella no tenía ni idea de que significaba todo aquello, ni quienes eran los representados en aquellas imágenes ni el porque de los tres colores, pero había algo que la interesaba más, y eso si podía investigarlo.

Con pasos decididos, avanzó hasta el detallado mapa y se puso a observarlo con detenimiento, esperando encontrar algo poco habitual en él que la diera una pista de porque estaba aquella dura y peligrosa mujer allí. Marcas, señales, cualquier cosa podía ser útil para agilizar más adelante las cosas. 

Un examen más detallado te revela que las estatuas son un dragón y un león tallados en mármol rojo, un lobo y un halcón tallados en mármol blanco y un caballero con armadura y un grifo tallados en mármol negro. Frente a una de las chimeneas de color negro encuentras que ha sido destapado , de los escombros que debían taparlo, un sello de la casa Cannith. Está incrustado en el suelo y es de la misma piedra negra que forman las estatuas. No te cuesta mucho tiempo darte cuenta que frente a las otras dos chimeneas hay otros dos sellos...

Adia desparece de vuestra vista. La veis partir, aquellos que estáis en el pasillo, al fondo del edificio de donde vinieron la mujer y el hombre. Ariete consigue levantarse sin importarle mucho los manotazos que el zombie, sin comprender si le está causando algún daño o no, le propina en la espalda y la nuca. El gigante de adamantita consigue sostenerse sobre sus pies a pesar de los golpes y a pesar de aquel maldito vidrio que recubre la villa.

Powaqqatsi, herido, no ve nada bien sus alrededores, por lo que mejor decide adoptar una posición de defensa total en lo que percibe mejor la situación.  Cubierto por su escudo, pacientemente espera una oportunidad de atacar cual cobra. 

Durante un instante se quedó maravillada ante semejante despliegue; el mapa, los decorados, los sellos. Todo era de una belleza y magnificencia impresionantes, y justo eso es lo que la hizo sospechar. Su primera impresión había sido la de que aquello fuera un mero taller de distribución, pero algo no encajaba, y por algo quería decir que nada allí cuadraba. 

En primer lugar, no veía sentido a que algo tan mundano fuera tan impresionante. En segundo lugar, tampoco entendía porque aquél edificio, contrariamente a los demás, seguía en buenas condiciones. Y por último, estaba la presencia de aquella poderosa guerrera y sus esbirros. Por separado, podían ser muchas cosas: un orgullo desmedido lo primero, un derroche de poder lo segundo, y suerte de novatos los tercero, encontrándose justo en aquél lugar. Pero en conjunto, sólo podía ser una cosa, y es que allí había algo oculto, algo escondido a plena luz. El que, es lo que estaba a punto de descubrir, costara lo que costara, y a ser posible antes de que los demás acabaran con los últimos zombies, así les sorprendería con sus hallazgos. 

Decidida a ello, primero echó un rápido vistazo a los tres sellos, aunque sin pararse demasiado, ya que algo la decía que su importancia radicaba más en lo que tenían detrás que en ellos mismos. Y lo que tenían detrás eran las chimeneas y sus estatuas guardianas.

Así, lo primero que hizo fue acercarse, eligiendo al azar, al grupo de piedra negra, metiendo la cabeza en el hogar y palpando con sus manos los bordes, tanto internos como externos, en busca de algún mecanismo oculto. Después, hubiera resultado o no infructuosa su búsqueda, pasó a la primera de las estatuas, el oscuro halcón, y empezó rodeándolo para observarlo primero, justo antes de ponerse a palpar también en busca de algún resorte. 

Enseguida acuden a tu mente las palabras que la dama Elaydren dejó escritas en aquella carta:

"El objeto que recuperasteis para mí de las ruinas bajo Sharn es un esquema, un pedazo de un patrón mayor empleado para crear objetos mundanos y mágicos. He sabido que había otro esquema relacionado con este patrón, que estaba siendo estudiado en un laboratorio secreto de la casa Cannith en Cyre, llamado Albohogar. Me pregunto si esas investigaciones están relacionadas con el día del Luto...

Algunas facciones de mi propia familia desean este patrón para sus propios fines maléficos y no sé en quien confiar. Por eso acudo a vosotros. Necesito que viajéis a Cyre, encontréis el laboratorio y recuperéis el segundo esquema.

La ubicación de ese laboratorio era un secreto bien guardado que se perdió cuando el patriarca de la casa Cannith murió en la destrucción de Cyre en el Día del Luto. Pero existe una facción de la casa Cannith en el pueblo de Cantera Carmesí , en Darguun. Allí podréis recuperar un registro de todos los laboratorios secretos de los Cannith..."

En una ocasión, en Sharn, pasaron cerca de Ariete dos elfos que charlaban tranquilamente. Hablaban de la naturaleza muerta de los bodegones, de los clarioscuros y el difuminato. Seguramente eran mercaderes de vino. El caso es que el término "naturaleza muerta" le llamó la atención. En aquel momento se miró la mano, metálica, libre de venas y arterias, sin lunares ni arrugas en la piel, sin uñas que crecían...

¿Era Ariete naturaleza muerta?

Hubo un tiempo en el que pensó que sí. Que era un engendro, que ni estaba del todo vivo ni del todo muerto.

Y entonces un día te sorprendes al ver los movimientos de unos enanos zombificados con escarcha en los bigotes, y comprendes que no hay naturaleza más muerta que la de un no-muerto.

Btzzzzz...-parpadeó, o a falta de párpados, las luces de sus ojos amagaron con apagarse.

Golpeó al zombi, y cayó. Trató de maniobrar para caer hacia delante, un modo definitivo de poner punto final al combate, pero estuvo torpe y falto de reflejos. Sin un oído interno que controlase su equilibrio, caer hacia atrás no era muy distinto a ver el mundo alejarse para zambullirse en el firmamento.

Ser despreciable, engendro del mal. ¡Te purificaré con el fuego sagrado de la gloriosa Flama de Plata! - le increpo al zombi mientras invoco el poder de la flama.

Afirmando mi hacha con ambas manos, observo con furia a mi adversario y con un potente grito, descargo mi hacha justo sobre su putrefacto cráneo.

¡Regresa a tu tumbaaaaaa!

Con un golpe preciso y potente mi hacha abre un forado en el cráneo del zombi, el cual estuvo a punto de partir su pútrida cabeza como un melón.

Daisy Sue Demonfly empezó a cachear el cuerpo sexy acorazado de la mujer muerta. Sintió los ojos de Skully McBones clavados en la cazarrecompensas, juzgándola.

No me mires así, Skully... No es lo que parece. Mis tocamientos son totalmente profesionales.

Lo eran. La semiorca estaba buscando la documentación de su enemigo. Saber su nombre, y quizás profesión, o rango sacerdotal o militar. Y mapas. Cartas. Informes. Un diario. La información era primordial para preparar el interrogatorio del soldado capturado. Una lengua hábil hacía pensar a los demás que sabían más que lo que realmente sabían.

La mano de Demonfly llegó a la coquilla de la armadura, y se detuvo. Su piel verduzca se sonrojó. Tal vez la señorita McBones tuviese razón, y la cazarrecompensas no estuviese actuando tan profesionalmente como creía. Daisy Sue apartó la mano y la limpió contra la pechera de la gabardina. A partir de ahora buscaría en otros recovecos menos íntimos. Hay que trazar una raya en este tipo de temas.

Aún con el cuerpo herido el paladín no tiene tiempo para lamentarse.Su Fe y sus convicciones son su única preocupación y su única motivación. Lo que queda de la cabeza ese enano se parte en dos con un nuevo poderosos golpe de Alfrik. El zombie cae violentamente al suelo. Media asqueados y medio aliviados observáis el cuerpo destrozado del no-muerto. Por fin, ha caído...

Os preparáis para ser atacados de nuevo. Seguramente alguien que no habéis visto os aceche esperando el momento adecuado para abalanzarse contra vosotros o tal vez nuevos engendros andantes despunten de entre las sombras. Puede ser el instinto, o la experiencia , lo que os lleva a prepararos para lo peor. Al fin y al cabo , "lo mejor", no va a  mataros.

Y sin embargo nada sucede. No acuden más hombres armados ni se presentan más no-muertos con sus grotescos gemidos. Fuera del edificio reina la calma y la oscuridad de esta noche de Darguun.

Daisy pasa a buscar entre las pertenencias de la mujer ya que, los enanos no-muertos, no tienen nada que deseaseis llevar con vosotros, francamente.  La mujer cuenta entre sus posesiones con una cota de malla,un imponente escudo pesado de acero, daga, una espada larga de excelente forja, una poción etiquetada como "curativa", otro tabardo con la marca de la garra y un saquillo con 5 pp y 12 po.

En seguida os disponéis a buscar también entre las pertenencias del hombre. El hombre, en apariencia una especie de soldado, porta una ballesta ligera con 20 virotes , un mangual ,cota de mallas , escudo pesado de madera, cetro solar, un tabardo con el símbolo de la garra, un saquillo con 7 pp y 4 po.

En una de las habitaciones cercanas encontráis un cofrecillo con 50 ppt y una botella con un etiquetado que reza.

"Compuesto 12. Ungüento de Volubilidad"

El resto de habitacions parece haber sido saqueado por quienes quiera que sean esta gente. No obstante, desde el mismo momento en que encontrasteis la presencia pútrida de muertos andantes en esta villa de Cantera carmesí, no habéis podido evitar recordar , con repentino terror, el ataque que sufristeis a bordo del Exhaustless... 

Rodeas la estatua y buscas mecanismos en la estatua. No parece haber nada de esa naturaleza oculta en esa estatua que representa un oscuro halcón.

 Pero al pasar la mano por su cuello topas con una superficie más rugosa que el resto. Al asomarte ves que se trata de una inscripción...

  " Negrohogar, Sello Negro, SE 12"

Con dificultad se quitó Powaqqatsi de encima a los restos del zombi.  Ahora si descansa en paz, hermano minero.  Lo hizo con la dignidad que se podía dado el estado de las entrañas. 

Se sentó en el vidrio y sacó uno de los pergaminos que había traído para reparar forjados.  Ahora se lo aplicaría a si mismo, tratando de recuperar algo de la integridad estructural de antes.  Y vió como, al acabar de leer, runas mágicas de colores brillantes saltaron del pergamino a su cuerpo, trenzando de nuevo las fibras dañadas en sus músculos y tendones. 

Necesitaré más.  

Pero antes, se incorporó, iré con Ch'om.  ¿Cómo estas tu Ariete?  ¿Entero todavía o te leo uno de estos pergaminos? 

Desesperada en un primer momento al no encontrar ningún tipo de mecanismo que pudiera activar – ni palancas, ni botones, ni siquiera un compartimento secreto que ocultara alguna visto –, estuvo a punto de darse por vencida hasta que, de improviso, notó en las suaves yemas de los dedos el cambio de superficie que, sin duda alguna, sólo podía ser un grabado.

Eufórica de repente, asomó la cabeza tras el cuello del majestuoso halcón de piedra negra, descubriendo así la inscripción. La leyó, una vez, sonrió, y entonces se dio cuenta de que lo que allí había escrito no tenía ni idea de que significaba. La orgullosa mueca por haber encontrado la primera vista desapareció a la par que se apagaban los sonidos de la batalla en el exterior, sustituidos por las palabras lejanas de sus compañeros, que debían de estar volviendo ya tras vencer finalmente sin demasiadas complicaciones. 

_^<<¡Eso es!_^>>

Lo estaba haciendo difícil, su mente estaba buscando extrañas alteraciones de aquello como si fuera una pista, pero no lo era. Era mucho más sencillo que todo aquello. Al ver el enorme mapa en el suelo, la posición de los sellos, y leerlo una segunda, o tal vez tercera vez, se dio cuenta; no había que pensar, sino obedecer. El atlas era lo suficientemente grande, y la dirección coincidía. 

– Negrohogar, Sello Negro... Sureste, 12. – se repitió en voz alta, para sí misma –. ¿Doce que? ¿Grados? No, seguiría faltando algo. Doce, doce..., ¡pies!, directamente al sureste desde el sello negro. ¡Eso es!

_^<<¿Acaso es lo que buscaba esa sacerdotisa?>> Algo la decía que si. Como ellos, buscaba la dirección de las bases. Las palabras de la dama Elaydren habían sido claras, sólo que esperaba encontrar algo distinto, algo así como un documento. Por supuesto, el papel se podía perder, o podían encontrarlos quienes no debían. Aquello, oculto a simple vista, era toda una obra de arte.

Con aquello nuevo en mente, salió corriendo, casi tratabillando por las prisas, hacia la siguiente estatua, y luego la siguiente, y la siguiente, buscando directamente en los cuellos de aquellas figuras las siguientes instrucciones. 

Demonios, estoy hecho talco, pero es mejor que nadie lo sepa. 

Malditos no muertos ¿Qué les cuesta quedarse en su tumba? Esos bastardos de la garra esmeralda no saben respetar el descanso de otros. - digo desdeñosamente.

Miserables chupasangre, si por mi fuera los arrojaría a todos al fuego eterno. - agrego mientras intento detener la sangre que mana de mis heridas.

Bebe una de las pociones curativas Alfrrik.  Señaló a la que recién habían capturado de sus enemigos.

Creo que hacen menos efecto en estas tierras, así que no te sorprendas si pasa esto.  Tendrás que tomar el doble.  

El druida le estaba macerando a su compañero animal una de las pocas cosas que no disminuían de efecto en las Tierras Enlutadas, las buenasbayas.  Le dio suficientes para que se parara y volviera a agitar las alas, contento de estar de regreso.  Tenía mucho zombi del cual alimentarse, era lo bueno.

 Adía, ¿que encontraste allá atrás? ¿Que buscaba esta gente?  -lo dijo en el doble sentido de lo inmediato y de sus razones de estar aquí.