Partida Rol por web

- Adelante...- os contesta una voz desde el interior.

Al retirar la cortina veis a un humano cómodamente sentado entre la niebla que forma el humo. Se trata de un humano flacucho con una frondosa mata de pelo rojo y con unos intensos ojos azules hundidos en sus cuencas. Su piel curtida y arrugada contrasta con su ropa, limpia y de buen corte. No parece que le falte el oro.

Está fumando de una gran cachimba de la que surge un espeso humo de un olor  suave y afrutado.

-¿En qué puedo ayudaros?

Los trasgos te han contado algunas cosas sobre el tal Failin. Parece ser que perteneció a la Casa Orien hasta que fue expulsado. Otros dicen que fue desheredado pero no consigues averiguar el motivo. También te cuentan que se gana la vida explorando las ruinas por todo Darguun y vendiendo reliquias a sus contactos del centro de khorvaire.

Antes de entrar a esa taberna tan de arquitectura halfling, el druida les había contado a sus compañeros lo que averiguó mientras vendía remedios a los trasgos: 

Failin parece ser que perteneció a la Casa Orien hasta que fue expulsado. Otros dijeron que fue desheredado pero no saben el motivo. En lo que todos coinciden es que se gana la vida explorando las ruinas por todo Darguun, vendiendo reliquias a sus contactos del centro de Khorvaire.  Lo que me hace sospechar que también debe saber entrar a las Tierras Enlutadas. 

Ahora, ya frente al hombre del que le habían dicho tantas cosas varias sus nuevos clientes trasgos, le dijo.  ¿Podemos hablar en privado?  Espero a que les dijera que sí y tomaran asiento.  Esperaba que hubiera magia contra el espionaje mágico en esa cortina y volteó a ver a Finn para ver si el podía aplicar alguna.  Una vez convencido o no tanto, le dijo en voz segura pero discreta.  

Lady Eladryen nos dijo que lo buscáramos.  Que usted nos ayudaría a encontrar unas ruinas de su interés.  Dijo que usted conocía la zona como pocos y que sabría guardar la discreción que se necesita para esta tarea. 

Si alguien se piensa que en aquella posada cochambrosa los reservados van a tener alguna protección contra el escudriñamiento mágico, lo lleva claro. De todas formas, el Señor de los Filos ya les había interceptado un correo con a dónde y a qué iban, así que Daisy Sue se sentía con libertad de hablar. Entró en el reservado y desplegó el mapa de Darguun que le había dado Rustal.

Nos ha mandao ir a Cantera Carmesí. La patrona dijo que tenía parientes allí, pero el tipo que me dió el mapa me dijo que en Cantera Carmesí ya no había ná. ¿Usté ha pasao por allí ricientemente? Entonces díganos cómo están por allí las cosas.

¿Se le ha acercao algún caradelata en la última semana o ha guiao alguna caravana a Cantera Carmesí o a las ruinas de Lyrenton? Cof, cof...

Con tanto humo, Demonfly no veía si más abajo había una mesa que golpear con el puño para soltar un "¡Conteste! No se está haciendo ningún favor risistiéndose a coloborar, Failin" con el que presionar al testigo. Esos exabruptos son lo que le gustan a la cazarrecompensas. Y da igual que Skully McBones no apruebe sus métodos, Daisy Sue Demonfly lleva más tiempo en este trabajo: la semiorca sabe lo que se hace. A veces.

Desde el mismo momento en que el druida había atraído las atenciones de todos los trasgos con aquella cantinela barata, había decidido quedarse al margen y seguir obediente al forjado sin llamar la atención demasiado. Estaba claro que ella estaba más cómoda en el bosque haciendo tiro al blanco con esos seres que teniendo que tratar con ellos, y para evitar terminar como el cadáver que les había dado la bienvenida supo que era mejor callar y dejar hacer a otros.

Por supuesto, la que no estaba de acuerdo con seguir el mismo hilo de acción era la cazarrecompensas, que una vez pasada la timidez inicial al encontrarse en un lugar desconocido donde no entendía a nadie, había vuelto a disfrutar de los placeres de intimidar con sus formas a todo ser viviente con el que se cruzaba; por desgracia para ellos, los únicos otros humanos que debía haber en aquél lugar de mala muerte fueron sus víctimas: un mercader que no le dio buena espina y Failin, que más que un explorador y saqueador tenía pinta de noble rebelde que se hubiera escapado de casa para gastar el dinero en el peor fumadero de la zona, algo que en cierto modo concordaba con los rumores que habían sacado en claro sus compañeros. 

Aún así, era a quien Lady Eladryen les había hecho buscar, y confiaba en que tuviera una razón para ello, así que cuando el traficante de artefactos les ofreció entrar a aquél reservado lleno de humo hizo un esfuerzo para aceptar, sentándose de frente a las cortinas y poniendo su arco sobre sus piernas, en parte por comodidad y en parte como clara amenaza si aquél hombre decidía no cooperar; al fin y al cabo, había sido un camino muy largo, habían estado a punto de morir en un barco y ahora estaban en un infierno trasgoide dispuestos a meterse a las Tierras Enlutadas, no tenía paciencia para que su contacto se andara con rodeos.

Lo único que no tenía claro, y que le sorprendió, fue lo directos que fueron la semiorca y el autómata, contando sus planes y delatando a su mecenas sin pudor ninguno. Si allí alguien les espiaba, aquello les daría problemas innecesarios, estaba segura...

Finn se tomó un tiempo en sentarse. Tras quitarse el sombrero y sacudir el polvo del camino despreocupado, miró a su interlocutor después de que sus compañeros hablasen.

No le importaba que hubieran vomitado toda la información sin ninguna sutileza, pues al fin y al cabo él iba a hacer lo mismo. Le preocupaban más los extraños comportamientos de sus compañeros. Poco a poco se iba acostumbrando a las excentricidades del forjado druida, pero la nueva fascinación de la semiorca, que había adoptado un cráneo como guía espiritual, rozaba la demencia en su opinión. Pero, ¿quién era él para juzgar nada, perseguidos como estaban por una secta de forjados sociópatas, lunáticos nigromantes, y facciones dementes cannith?

- Maese Failin.- Dirige sus palabras al hombre de la sala.- Hemos recorrido un largo camino desde Sharn y como dicen mis compañeros, nuestro patrón nos paso su contacto. Necesitamos consejo y pasaje para alcanzar la Cantera Carmesí, y nos han comentado que usted es el mejor valor para lograr nuestra empresa. - Comenta con su icónica sonrisa tratándose de ganar al humano. - Como ve no somos amigos de preámbulos y adulaciones, así que podemos saltarnos esta parte.

 -Pasad y sentaos-. Tranquilamente sigue fumando mientras os ve sentaros y apretujaros en el pequeño espacio-. El último que cierre la cortina, que se escapa el humo. Gracias.

Failin parece tomarse unos segundos en los que parece recapacitar sobre lo que le ha dicho Finn, Powaqqatsi y para observar el mapa que la semiorca le ha plantado sobre la mesa. Desde luego parece un tipo tranquilo y difícil de alterar. Incluso pasados unos segundos en los que ya os habéis acomodado , el tal Failin sigue fumando con parsimonia.

-¿Cantera Carmesí?- responde finalmente-. Muy lejos. Unas 150 millas Cerca de la Frontera. Cerca de la Bruma Gris. Una ciudad minera. Puedo llevaros. La conozco. Por eso lady Elaydren os dijo que me buscaseis a mi. En esta ciudad podéis contratar a un trasgo para que os transporte a lomos de sus cabras roñosas o podéis contratar al único profesional que encontraréis. Yo- sentencia con total falta de humildad- Aunque ya no pertenezca a la Casa Orien, tengo una tarifa. Será más caro que las cabras, pero también podréis exigir un buen resultado.- Se detiene para dar una nueva calada a su cachimba. Expulsa el humo mientras os señala con la pipeta-. 60 piezas de oro por barba, 40 por adelantado. Cada uno lleva sus provisiones. Y si me contratáis os contaré lo que sé sobre ese lugar.-dice mirando a Powaqqatsi-. Bonita calavera...

La conversación iba por buen camino, sobre todo teniendo en cuenta la estoica actitud del nada humilde explorador que permanecía impasible ante el despliegue de salvaje metodología de sus prácticamente interrogadores. Estaba empezando a caerle bien el anciano saqueador cuando, de repente, sintió que se atragantaba, y nada tenía que ver con el humo ni el poco espacio. 

60 piezas de oro era prácticamente todo lo que tenía, una verdadera fortuna que aquél individuo esperaba que le pagasen como si se tratara de un nimiedad. Si le daban aquél tesoro, ni siquiera podrían pagarse las raciones que el muy miserable pretendía que encima compraran ellos.

Su tensión se notó en el duro rostro que se convirtió en una pétrea máscara, en los fríos fríos ojos que miraban a través de la neblina gris y en los poderosos músculos de los brazos que se templaron como las cuerdas de los mástiles del barco en el que habían viajado. Si no hubiera sido porque confiaba en que sus compañeros lograrían ablandar al guía para bajar aquél precio, habría disparado en ese mismo instante, así que no disparó su flecha ni movió un solo dedo, pero observó, convertidas sus pupilas en dos finas rendijas que esperaban con una paciencia a punto de agotarse.

Como ve no somos amigos de preámbulos y adulaciones, así que podemos saltarnos esta parte., dijo Finn.

A Powaqqatsi si le gustaban las adulaciones, pero no dijo nada y mejor se quedó inexpresivo al respecto. Ser forjado le ayudaba.

Cuando oyó el precio tuvo justo la cara contraria a la de Adia. ¡Perfecto, somos un equipo de dos barbas! las de Finn (un poco chamuscadas) y las de Alfrik.  Por 120 monedas de oro cerramos el trato ahora. 

Sí... dos barbas...-masculló, subiéndose un poco el cuello de la capa para tapar un incipiente vello facial a ambos lados de la parte baja de la mandíbula-Solo vamos a viajar los que estamos aquí.

El precio no preocupaba a Daisy Sue. Estaba ahorrando para comprarse una casa en Sharn, así que no había gastado su parte de la recompensa por encontrar el primer esquema de adamantina. Incluso podría invitar a todas las barbas, y a todos sus compañeros (no así a la nueva, "esa" que se lo pagase ella).

¿"Cuarenta por adelantao" en total o sobre cada barba? Tenemos esto...

Demonfly dejó caer sobre el mapa la carta de pago con el que Elaydren d'Won le costeaba el viaje, aunque no estaba muy segura de que tuviese validez en un sitio como Darguun, alejada de toda civilización.

Háblenos de las chotas. Me gustan las chotas: se pueden ordeñar. Si el trasgo tiene chotas roñosas, y usté no tiene animalejos pa ordeñar, nos llevaremos nuestro dinero al trasgo de las chotas roñosas.

Skully McBones iba a interrumpirla en ese momento, pero se quedó pensativa, y aguardó la respuesta del diletante. Le caía bien Failin, era todo huesos.

- Ya os he dicho que tengo una tarifa- responde Failin extrayendo humo con cada palabra-. Os aconsejo contartarme...no encontraréis nada mejor. Tengo el trasporte más rápido de Darguun y no soy trasgoide. Por otra parte dudo que un goblin cabrero conozca la localización de Cantera Carmesí...-sonríe con la pipeta de la cachimba entre los dientes-. Yo si...¿¡Qué es eso!? - pregunta al ver la carta de pago que le tiende Daisy-. Eso no sirve aquí, amiga. Está escrito. Y los que viven por aquí no son muy de letras, te lo puedo asegurar.

Pero una vez cada cuatro lunas seguro que pasa por aquí algún mercader de Sharn pa comprarte ricas riliquias, ¿verdá? Las demiselas lo llamamos la visita del mes. Y a ese sí le sirve la carta criditicia, ¿a que sí? Lo que hay aquí en letras es el dinero de la patrona, y no nos importa dispilfarrarlo ni inflar los precios.

Demonfly recogió la carta de pago. La sostuvo en el aire, solo sujeta por un par de dedos, balanceándolo como un cebo tentador.

Si prefieres dinero contante y sonante, no hay problemo. También tenemos de eso. Pero es nuestro, no de la patrona, así que si lo quieres ver, vas a tener que ponernos una tarifa razonable al sirvicio que estamos contratando.

Primero, danos un calendario: cuándo podríamos partir y cuántos días tardaríamos en llegar con su trinsporte.

Segundo, inséñanos ese trinsporte pa viajar que dices que tienes. Antes de eso no vas a ver ni un proaldelantao. A ver si es verdá que el pasaje vale los sisenta oros por barba.

Tercero... yo no sebo multiplicar. Ya te dije que los que viajamos semos los que ves. Dinos lo que cuesta el total del viaje y lo que cuesta el proaldelantao, sin barbas ni desglosaos ni hostias.

Y cuarto...

¡Clonk!

Demonfly puso a Skully McBones sobre la mesa. Las púas de acero que sobresalían por las cuencas oculares de Skully hicieron dos agujeros al clavarse en la madera.

Apaga de una vez la cachimba, que a mi amiga y a mí se nos están empezando a hinchar las narices con tanto humo, y ella ni siquiera tiene cartílago.

Mm, a lo mejor es una cortina de humo, que simbólico. 

Daisy, cuidado con Skully, si le picas las dos cuencas de los ojos al mismo tiempo te empezará a brillar con luz de antorcha unos minutos.  -se encogió de hombros, si es que podía hacerlo más en ese pequeño espacio.-  Soy artífice, y mientras dormías le eché el hechizo para practicar.  Es sólo una carga, son mis pininos.  Explicó.  

Y en eso se le ocurrió.  Si usted es de Orien a lo mejor tiene algo artificioso para movernos, ¿verdad?, o algo en su equipo de camellos o lo que tenga que requiera de cuidados veterinarios.  Bueno, pues soy druida también, druida-artífice.   Si nos hace un descuento, en el camino me comprometo a ayudarle en lo que haga falta para reparar su equipo o dar cuidados a sus bestias.  

Imagíneselo como mantenimiento móvil mientras da servicio a sus clientes, todo queda en conjunto.  Sonrió, alegre de que podría probar sus habilidades con algo nuevo, en la frontera tan inhóspita de las Tierras Enlutadas. 

Finn sonreía nervioso mientras sus compañeros actuaban como... bueno... ellos mismos.

Decidió intervenir antes de que Ariete demostrase por qué había elegido ese nombre o que al paladín le diese por quemar algo mientras gritaba que fumar era uno de los caminos del pecado.

- Lo que mis queridos compañeros quieren recalcar, maese Failin, es cómo podemos ayudar a nuestra pequeña empresa. - Comenta con su sonrisa y entrelazando las manos. - Somos nuevos en este entrañable lugar - A finn le encantaba utilizar esa expresión en lugar de cloaca - pero dudo que por este lugar exista demasiada clientela dispuesta a pagar esos honorarios.

- Como ve - Continúa abarcando con los brazos a sus compañeros. - Podemos beneficiarnos mutuamente de nuestra sociedad. Somos un grupo que no necesita protección y con nosotros puede estar seguro que ningún bandido será lo bastante loco como para atreverse a acercarse, sobre todo con los dos metros de pura adamantina de nuestro compañero aquí presente. - Dice señalando con la mirada a la temible presencia de Ariete. - Además... - Añade mirando fijamente a su interlocutor y haciendo una pausa premeditada.- Puedo asegurarle que donde vamos es tierra bien conocida por sus reliquias olvidadas... Objetos que carecen de interés para nosotros, pero que estaremos encantados de hacer negocios con un amigo... o socio... a la vuelta de nuestro viaje y devolver el favor. Qué me dice Failin... ¿Le interesaría ser el primero en ver esos objetos que podamos encontrar en nuestro peregrinaje? - Pregunta con una sonrisa lupina

-Mmmmm...- duda Failin mirando con sus ojos vidriosos la mesa. Se toma unos segundos para haceros lo que parece será la oferta final-. Protección, servicios de un artífice y el derecho de compra en primer lugar de aquello que encontréis. Mmmmm. es interesante. Os lo dejo en 38 piezas de oro por cabeza entonces.¡ Es mi última oferta!¡Aceptadla chicos! No os defraudará el transporte ni el servicio. Como ya os he dicho contratáis lo mejor de Darguun.

Sus músculos se relajaron y la tensión poco a poco abandonó su cuerpo. La vena de su cuello, que se había hinchado ligeramente, volvió a la normalidad, y hast se permitió un suspiro de tranquilidad. Aquél precio seguía siendo excesivo, pero era mucho más adecuado, sobre todo si la otra opción era ir con un puñado de trasgos que les acuchillarían en la noche. Al menos Failin era de confiar, o lo sería mientras tuviera algún interés en que su misión saliera bien. 

Además, al fin y al cabo iba a ser dinero sacado de las arcas que su señora había tenido a bien de darles, así que dolía menos pagar cuando realmente no era de uno mismo el oro. Unos cálculos rápidos la hicieron ver que de las 500 monedas que había en el pequeño cofre dentro de la mochila que Finn llevaba, apenas gastarían la mitad en aquél guía y provisiones. 250 monedas, más los tesoros que encontraran por el camino, a repartir más adelante eran una recompensa más que de sobra, o lo sería si sobrevivían a aquello.

Con un asentimiento dio a entender que estaba satisfecha con aquello, y esperó que los demás dieran también el visto bueno o presionaran un poco más al humano...

Volteó a ver a sus compañeros asintiendo con un ligero movimiento de cabeza que ellos entenderían como su aprobación al nuevo trato. 

Y si quiere los servicios de reparación de artífice creo que se va a tener que traer herramientas, pues creo que no tengo toda la colección, bueno, dependiendo de lo que tenga para llevarnos.

A ver si lo tengo claro... ¿rebajas a trintiaocho el total, el por barba o el por barba por adelantao? Uhm... Entre el humo y las matemáticas me se está levantando dolor de cabezolo. Vale... tú ganas, Failin. Acepto. Lo que sea pa no seguir dándole vueltas a todo esto.

Ya había tres votos a favor sobre la mesa. Si ahora Ariete, Alfrik y Finn votaban en contra, habría empate, y el voto decisivo sería el de Skully Mcbones. Daisy Sue no quería tensionar más las negociaciones. Eran demasiado complicadas, y ella quería dar carpetazo al asunto antes de que le saliese humo por las orejas. Guardó la maza. Si alguno necesitaba más motivos para votar a favor, no sería la buena de Skully la que le arrearía por las buenas una hostia para que recapacitase, sino que el tema se arreglaría por las malas, y se las verían con la mismísima Demonfly, no con la señorita McBones.

Al recoger también el mapa de Rustal para guardarlo, lo miró atentamente. No había trazo que fuese relevante ni punto que llamase su atención. Daisy Sue veía el mapa, pero solo pensaba en él. En Rustal. Suspiró. Luego enrolló el pergamino y lo guardó en su mochila, pero lo primero, lo principal, fue suspirar de amor.