Partida Rol por web

Volví junto a la hoguera donde había dejado a mis "compañeros" con un trozo de venado, seco, pero comestible. Y un cuerno de cerveza de malta que más parecía pis de vaca, pero que al menos calmaba la sed.

Justo a tiempo de escuchar el comentario del tal Einar... - ¿honor, dices? Por lo poco que se, no habrá nada de honorable en los días que se avecinan... - le dije, hilvanando más de dos palabras seguidas, algo que muy pocas veces hacía - Tan solo espero que no hagas que nos maten buscando tu "honor" para irte al puto Valhalla.

Tras esto, me encerré nuevamente en mi mutismo en espera de que apareciera alguien de una jodida vez... 

Nuestro futuro es incierto. Pero existe una gran probabilidad que el Valhala sea nuestro próximo destino. Respondo al hombre con la el cuerno de cerveza en la mano con un tono desesperanzado mientras mantengo la mirada perdida en el fuego. 

Me levanto del improvisado asiento alrededor de la fogata y logro ver cada uno de los rostros que conforman el grupo. Rostros de ira, rabia, pena, incluso esperanza. 

Digo lo que digo por que no sabemos a lo que nos enfrentamos. Es algo más oscuro que cualquier alma humana. Nuestro enemigo es la maldad misma. Digo apretando los dientes y los puños con fuerza.

 Al escuchar las palabras de Orvar empieza a invadir mi ira, comienzo a sentir el calor y un extraño picor por todo mi cuerpo, mi respiracion comienza a acelerarse y yo en una gran lucho interior por no sucumbir a mis impulsos

 !!!TU METETE EN TUS COSAS, TU TENDRAS TUS RAZONES Y YO LAS MIAS, NO PEDI TU OPINION!!!!

Aquellos que estáis algo más atentos a los alrededores, podéis comprobar como un hombre, uno de los muchos que se encontraban en aquel campamento, se acerca hacia vosotros.

- Buen día. - dijo en tono seco mientras os miraba. - No recuerdo haberos visto nunca por aquí. Y no soy muy dado a meterme en conversaciones ajenas, pero no he podido evitar escuchar los gritos -añade mientras dirige la mirada hacia Einar.

- Si sois granjeros en busca de ayuda, debéis continuar caminando en esa dirección, - dice mientras señala con la meno hacia los muros de la ciudad, - justo antes de llegar a los muros podréis ver una cabaña, allí os atenderán y os ayudarán.

Nada mas terminar la frase, se queda mirándoos, más concretamente a las armas que portáis. - Aunque no tenéis ni las pintas ni las herramientas como para ser granjeros desvalidos. Podría aventurarme en decir que sois de los nuevos reclutas... últimamente vienen muchos nuevos... cada uno con una mentalidad, propósito y educación diferente, pero ninguno se pone a discutir a voces el primer día. - termina volviendo a mirar hacia Einar.

Desvía la mirada hacia Björn, quedándose en silencio, como si le recordara a alguien, - tu cara me resulta familiar, pero no se muy bien de qué, probablemente te esté confundiendo con otro, no me hagas caso.

Dio un paso hacia atrás, mirándoos de nuevo a todos, - Los nuevos no suelen estar solos en este campamento, suelen ir acompañados de alguien con importancia dentro del ejército. Si no sois granjeros desvalidos, y no estáis acompañados... ¿quiénes sois?, y... ¿qué hacéis aquí?

Por fortuna, la aparición de ese soldado, interrumpió la discusión antes de que tuviera ocasión de intervenir yo o que fuera a mayores.

Al ver que ese hombre me miraba intuí que le sonaba de algo mi cara y justo lo confirmó así que vi la ocasión para tomar la palabra y responder a su pregunta.

- Soy Björn Sturluson, es probable que sí que te suene mi cara, hace algun tiempo luche junto a mis hermanos en no pocas batallas junto a muchos de vosotros. - Dicho esto me acerco a él y le tiendo la mano en señal de amistad y alianza y me dispongo a responder a su pregunta.

- Quizá algun granjero si que haya entre nosotros - Digo refiriédome a mi mismo sobre todo - Pero hoy y aquí somos guerreros, pues venimos convocados por el príncipe Jorgen y se supone que nos deberíamos haber reunido hoy con Egil, su mano derecha, pero por más que preguntamos nadie parece saber nada sobre su paradero y no sabemos si ha pasado algo o simplemente se retrasa en su llegada.

Lo cierto es que llevaba apenas un par de horas junto al fuego, y ya me habían tocado los cojones en dos ocasiones... la primera era de esperar, pues cualquiera sucumbe ante los encantos de una mujer... pero el tipo que vino haciendo preguntas y tal, ese era harina de otro costal...

¿Granjeros... dices? - escupí más que decir las palabras - Considérate afortunado, amigo mio - añadí con ironía - pues me pillas comiendo. Pocos pueden mostrar tan poco respeto y seguir con su cabeza sobre los hombros... más cuando sois vosotros quienes nos habéis convocado... y no al revés.

Me levanté, y añadí con voz poderos - Soy Orvar Snorre, al que apodan la Flecha, he sido convocado por tu "principe" Jorgen para enfrentarnos a no se que amenaza que tiene al reino sumido en el miedo... el contacto, Egil, no está presente, y nadie sabe de él... así que, si esta es la organización del poderoso ejército que estáis levantando... más os hubiera valido no hacer levas y dejar que cada cual se cuidara de su propio pellejo...

Puse un mayor énfasis a mis palabras haciendo el amago de recoger mi liviano equipo de batalla para largarme de allí hacia las montañas que consideraba mi hogar...

Olssen escuchaba con atención las palabras de Björn, expresando cierta alegría cuando forzando algo más la mente, consiguió recordarlo en batalla, - Es un gusto volver a verte por aquí. Entonces vosotros sois el grupo de Egil. Lamento portar noticias preocupantes de Egil, noticias que...

Deja de hablar cuando es interrumpido por Orvar, pero no le contesta cuando termina de hablar, solo se queda mirándole con cara de circunstancia.

Ningún movimiento, ni ningún ruido, nada que corte el silencio incómodo que las palabras de Orvar han provocado. Hasta que tras un silencio tan corto como incómodo, se escuchan pasos que se dirigen directos hacia el grupo, del mismo lugar del que vino Olssen.

Todos aquellos que escucharais los pasos y mirarais en la dirección de la que provenían, pudieron ver como un guerrero enorme, de unos dos metros, y con brazos anchos como troncos de árbol se dirigía a paso veloz hacia vosotros, hasta que finalmente, cuando estuvo a poca distancia de vosotros, empezó a gritar, fijando su mirada llena de ira en Orvar.

- ¡NO HABLES ASÍ A MI HERMANO!, ¡Y MENOS SI VAS A PONER EN DUDA A LOS REYES, O A LOS PRÍNCIPES O AL MISMÍSIMO EGIL!

Cuando estaba a punto de embestir, Olssen se pone en medio, cortando la trayectoria, mientras miraba a su hermano con rabia.

Cuando finalmente Morud se detiene casi rozando a su hermano, Olssen busca sus ojos, para tener un contacto visual claro, - Ya basta, Morud. Antes que tu hermano, soy tu superior. Sabes perfectamente que no es forma de actuar, los nuevos no tienen por qué saber cómo se actúa en este campamento. Nuestro deber es dar ejemplo... - susurró a Morud, sin darse cuenta de que lo habíais escuchado.

Olssen se gira hacia vosotros, - Habéis recorrido un largo camino hasta llegar aquí y estaréis cansados. - Vuelve a centrar su mirada en Orvar, - es lo único que explica tu reacción. En ningún momento he dicho que fuerais campesinos o granjeros. Simplemente os he indicado el camino que siguen porque nunca os había visto por aquí, e innumerables granjeros vienen a diario en busca de ayuda, y por error entran en el campamento, eso es todo. Pero acto seguido, he dicho que no teníais mucha pinta de granjeros desvalidos.

- De todos modos, no comprendo tu enfado. ¿Acaso te molesta que te consideren un granjero o un campesino?, ¿acaso te crees mejor que ellos?. Trabajan cada día sin descanso para poder llevar comida y que sus familias no mueran de hambre. En pocos oficios se trabaja tan duro para conseguir un objetivo tan honorable. Muchos de los aquí presentes hemos sido granjeros antes de estar aquí...

Morud había permanecido inmóvil escuchando las palabras de su hermano, y sólo cuando éste terminó de hablar, Morud tomó la palabra, de una manera mucho más tranquila y relajada que la vez anterior.

- Y además tú... ¿qué sabrás tu del trabajo duro y del honor de llevar a cabo un trabajo como el que acabas de despreciar?. Tu nombre no es desconocido en este campamento, muchos dicen que serías capaz de cortarte la lengua y arrancarte los ojos por unas monedas... ¿hay algo que no harías por dinero?, ¿queda algo de honor en ti?

Olssen vuelve a girarse hacia su hermano, visiblemente molesto y enfadado, tanto que ya ni se preocupa de quienes le puedan escuchar, - ¡He dicho que ya basta! El príncipe en persona le escogió para esto... ve algo en él, que quizás aún no vea ni él mismo... ni tu ni yo somos nadie para poner en duda el buen juicio de nuestro príncipe, ¿no crees?

Da un paso hacia atrás, buscando la atención de todos, - Ahora relajaos. Ya habrá tiempo de pelar, pero contra el verdadero enemigo, no entre nosotros. No podemos matarnos los unos a los otros, ni desconfiar... llegará el día en el que tengáis que pelear mano a mano, y deberéis ser uno para no caer. Eso puede que Orvar no lo sepa, ya que no ha entrenado nunca con nosotros, pero tu, hermano, deberías haber aprendido esa lección hace mucho. Ahora vete a entrenar, yo me quedaré con el grupo y les pondré al día.

Se queda en silencio mientras ve como Morud se aleja a paso lento. Cuando su hermano ya esta lo suficientemente lejos, os mira, - Os pido disculpas por el comportamiento de mi hermano. Es un guerrero eficaz y no hay nadie más leal que él, pero a veces le pueden los impulsos. - desvía la mirada una vez más hacia Orvar, - si hemos dejado ya de discutir, os pondré al día de los últimos acontecimientos, y... de Egil.

La repentina discusión entre sus compañeros puso a Krista en tensión. Apenas habían comenzado a conocerse y ya había disputas. Se alejó del fuego y suspirando se fue a tomar el aire, lejos de los gritos. Pero antes de que pudiese avanzar un par de pasos, apareció Olssen, seguido, unos minutos más tarde, por su hermano Morud.

Krista escuchó con atención, a ella también le parecía extraño que Égil no hubiese llegado aún. - Adelante.. por favor, estoy segura de que esta situación no se volverá a dar - concluyó, más bien con un tono amenazante que tranquilizador.

Orvar ni se inmutó cuando la inmensa mole del guerrero cargaba hacia él... sabía por experiencia que un tipo tan grande, una vez que iniciaba una carga, se volvía un peso carente de agilidad y fácil de esquivar, sobre todo cuando actuaba cegado por la ira... 

Si, no me importaría tenerlo a mi lado en un muro de escudos... pero fuera de él... demasiado volátil e imprudente... su hermano en cambio... ha permanecido frío y ha manejado bien la situación... - pensé, sacando partido del incidente para evaluar las capacidades de los que estaban llamados a ser mis compañeros en la batalla.

Mis disculpas - dije, con cierta ironía al que se hacía llamar Olssen, observando como Ottar sonreía ante la escena que se acaba de producir...

Te escuchamos - añadí, sentándome nuevamente en actitud totalmente relajada

Me había apartado ligeramente buscando un buen lugar para observar a todo el grupo, escuchar sin problemas lo que se decía y a la vez mostrarme un poco alejado de ellos aunque seguía llegándome el calor de la hoguera. Sentado en el suelo con la espalda apoyada en un árbol, había sacado mi pequeño cuchillo que, aparte de cortar un poco de queso me servía para tallar madera, algo que hice en esos momentos con una de las ramas que había bajo el árbol.

Me encontraba pelando aquel palo cuando la discusión se desató entre nosotros, o más bien entre un par de los que serían mis compañeros. Enarqué una ceja, observando a unos y a otros, en especial al tal Orvar, y esperando que la sangre no llegara al río pues cuando se mentaba el honor a los hombres del norte, bien se sabía que perdían la razón.

Pero la interrupción por parte de un soldado, al cual sí presté toda mi atención, en lugar de calmar los ánimos los exacerbó aún más, sumándose a la trifulca verbal otro más llegado por el mismo camino que el soldado. Ese fue el momento que aproveché para ponerme en pie, no porque me fuera a unir a una hipotética pelea si llegaban a las manos, pero sí me interesaba saber qué nos contaban aquellos dos recién llegados. Sin embargo, viendo todo aquel jaleo, comenzaba a hacer una idea de a quién me gustaría tener a mi lado llegado el momento y de quién preferiría guardarme las espaldas.

Guardé el cuchillo en el cinturón y, con el trozo de madera que había comenzado a tallar en la mano, me acerqué más al grupo escuchando de esa forma mejor el motivo de toda aquella pelea. Suspiré negando con la cabeza. Todo aquel jaleo por una supuesta ofensa, uno por mentarle el honor y el otro por algún problema con los granjeros.

—Yo soy granjero —dije con orgullo— y también sé usar un arma, por eso estoy aquí. Por eso he acudido a la llamada de Egil —hablé sin mirar a nadie en concreto, no fuera que alguno se sintiera ofendido—. Contadnos qué le ha pasado y porqué aún no ha acudido a la cita —esta vez sí me dirigí al hombre llamado Olssen—. Por cierto, mi nombre es Úlf Gunnarson.

Me tranquiliza un poco que Orvar se haya disculpado, aunque intuyo que no ha sido sincero, no me gusta que haya tensión en el grupo antes de que hayamos siquiera empezado a hacer nada.

Miro a Olsenn a los ojos intentando vislumbrar la naturaleza de las noticias que nos tiene que contar...

- ¿Porqué tengo la sensación que no nos va a gustar lo que nos vas a contar? - le digo.

La situación tensa al fin cesó. Me da mala espina por el grupo que pudo reunirse. Si no se logra una buena sinergia, lo único seguro es que nuestra muerte será más sangrienta. 
Si bien no reaccioné en ese momento, los comentarios acerca de los granjeros me llegaron profundamente. Me limité a fruncir el ceño ante tal injusto juicio mientras veía como la discusión iba subiendo de tonos.

De todas formas Olssen se encargó de poner al guerrero en su lugar. Me parece correcto. Las personas más nobles que he conocido en mi vida son granjeros. Leales y preocupados. Honrados y perseverantes. Mi amada Heimi era una de ellas, ella y toda su familia. 

Sin decir una palabra me cruzo de brazos en señal de atención hacia Olssen. 

Viendo que los ánimos se habían calmado un poco. Olssen empieza a caminar con paso lento hacia los muros de la ciudad, abandonando poco a poco el campamento militar, esperando que el grupo le siguiera.

- La misión de Jorgen y Egil fue una iniciativa del propio príncipe. La idea era sencilla, viajar al norte para intentar reclutar a tres guerreros. El principal era Björn, un gran guerrero ya conocido por Jorgen. Un hombre solitario con un pasado tormentoso, y que no se negaría a enfrentarse y vengarse de su pasado, y que fuera una vía de escape para que recuperara su fortaleza. Y un conocido y hábil asesino, que aunque si reputación de hombre sin honor le precede... el príncipe cree que la misión adecuada puede reconducirle... algo ventajoso tanto para el reino, como para él mismo.

Hace una pequeña pausa en lo que saluda a uno de los soldados con el que os cruzais en el camino a los muros. - Egil decidió acompañarlo, ya que conoce mejor las rutas del reino de Varakdar. Pero la misión de Egil no termina ahí... debía desplazarse al este, a la antigua ciudad de Krigare para preparar una barcaza que pudierais usar en la primera de las misiones que os encomendarían. Me figuro que en el camino se encontró con vosotros tres, - dice girándose levemente hacia Einar, Krista y Úlf. - Siempre son bienvenidos aquellos que deseen ayudar. Y si Egil vio algo en vosotros cuando os reclutó, nadie pondrá en duda su decisión.

Olssen se para justo cuando llegáis a las puertas del muro, se da la vuelta hacia vosotros, y continua hablando, - Hace tiempo, la ciudad de Krigare era conocida por ser una ciudad de grandes riquezas. Cerca se levantaban grandes montañas, por las que fluían largos ríos de oro líquido, si sabías donde buscar. El rey de Krigare picó cada piedra de la montaña hasta hacerse con todo el oro que había... Pero cuando la oscuridad llegó a la isla, fue la primera ciudad en caer. Los exploradores que fueron enviados a Krigare volvían con historias de casas derruidas, algunas de ellas convertidas en cenizas y polvo, otras quemadas con las estructuras a punto de ceder. Y lo más perturbador de todo... - hace un silencio, mientras se acerca un poco más a vosotros, y con un tono de voz más suave y bajo, añade... - ... hablan de extrañas criaturas que parecen personas, pero que no actúan como tales. Algunos han empezado a llamarlos "Devoradores". - Olssen vuelve a su posición previa, y alzando de nuevo la voz a un tono normal, continúa, - Muy pocos sabemos los detalles, solo los que ocupamos rangos altos dentro del ejército. Todo parecía leyendas o imaginaciones de mentes cansadas de cabalgar durante días, pero las mismas descripciones llegaron de otros exploradores, y de otras zonas periféricas al territorio de Varakdar... aldeas calcinadas y extrañas criaturas... No podía ser coincidencia. Y temo que Egil se viera emboscado en la antigua ciudad de Krigare por un grupo de esas criaturas... él nunca llega tarde, es el más puntual de todos nosotros... algo le ha debido retrasar.

Olssen desvía la mirada hacia el suelo, con una leve expresión de desesperanza, para pasados unos segundos, volver en sí y miraros. - Los reyes han enviado un grupo para encontrarle, esperemos que vivo. Pero de momento, me temo que debo pediros paciencia. Aquí os darán comida y bebida, tanta como necesitéis. - dice señalando una tienda donde parecía haber un pequeño almacén de comida - Yo entraré a la ciudad para decirle a los reyes que habéis llegado. Descansad cuanto podáis, en breve tendréis audiencia con los reyes. Esperemos que para entonces, Egil esté de vuelta.

Olssen se da la vuelta, hacia el muro, iniciando el camino hacia la ciudad, cuando de golpe, como si se hubiera acordado de algo se voltea y os vuelve a mirar, - Perdonadme. ¿Tenéis alguna duda?, cualquiera, por tonta que parezca.

Algo parece ocurrir en la otra punta del campamento.

Se escuchan a muchos de los soldados hablar, murmurar, y algunos de ellos hasta festejar algo. ¿Qué estaría ocurriendo?

Olssen acababa de preguntar si teníais alguna duda, sin embargo, la incertidumbre de lo que está ocurriendo en el campamento, lo absorbe por completo. Trata de distinguir a lo lejos lo que ocurría, sin mucho éxito.

Avanza un par de pasos tratando de conseguir mejor visibilidad, hasta que finalmente, su cuerpo pierde la tensión a la que parecía haber estado sujeta durante días, su mirada se relaja mientras expulsa un suspiro que deja entrever que algo bueno a pasado.

Aquellos que os deis la vuelta, podréis ser testigos de como un caballo se abre camino entre los soldados, mientras ellos le miran sonriendo. El jinete dejaba el rostro al descubierto... los que fuisteis reclutados por Egil, podéis comprobar como al fin a llegado, le reconocéis al momento.

Pero cuando os fijáis un poco más en detalle, veis que no está solo. Veis que hay una joven de aspecto algo sucio montada con Egil en el caballo, justo tras él.

Egil baja del caballo y parece decirle algo a su acompañante. A paso lento se acerca a vosotros, dejando atrás al caballo y a la joven. Se va acercando, con una cojera bastante marcada en su pierna derecha, y ligeramente encorvado.

Cuando finalmente Egil llega a vuestra altura. Modifica la posición del cuerpo, estirándose, aunque dejando la mano izquierda apoyada en el vientre, haciendo presión.

- Me alegro de veros a salvo. Lamento mi tardanza, la situación se complicó. Pero lo importante está hecho, la misión ha sido completada, ya tenéis una barca preparada en el este, para cuando los reyes os encomienden la primera misión. Supongo que serán ellos mismo los que os pongan al día de la susodicha misión... si no lo ha hecho ya Olssen. - dice mirando al soldado, con una sonrisa de medio lado pintada en la cara.

Veis como hace un movimiento extraño, y parece a tambalearse levemente, como si estuviera mareado. Para aquellos que ya lo conocisteis tiempo atrás, notáis como su tez está mucho más pálida que la última vez.

- Y además hay otro motivo que explica mi retraso. - dice girándose hacia la joven que la había acompañado. - Se llama Indra, aunque supongo que cuando venga se presentará. Una nueva recluta... me la encontré por casualidad, e insistió en acompañarme... Deberéis tener algo de paciencia con ella. Por lo que sé, ha estado perdida en los bosques durante bastante tiempo, quizás la cueste un poco socializar.

En el último movimiento, cuando Egil estaba tornando su cuerpo hacia vosotros tras mirar a la joven, desvía su mano del vientre durante unos instantes, dejando a la vista una gran herida llena de sangre, que aún sigue sangrando mientras habla con vosotros. Tal vez fuera esa la razón de su aspecto...

- Responderé a todas las preguntas que tengáis, si Olssen no lo ha hecho ya. - dice con voz tenue y débil. Se veía como luchaba por mantener los ojos abiertos, pero cada vez parecía costarle más, además de que su balanceo se iba marcando más y más con cada respiración, sin embargo seguía quieto en el sitio.

Escucho atentamente a Olssen hablar de los 'devoradores' y me vienen a la cabeza las historias que nos contaban de pequeño junto a mis hermanos sobre dioses, gigantes y monstruios y me parece estar viviendo una situación por un momento irreal, me quedo mudo y sin saber muy bien como reaccionar.

Por un lado no terminaba de creerme lo que me estaban contando, pero estos soldados eran hombres de honor y no podía dudar de su palabra, para qué nos iban a mentir con algo así?

De pronto un murmullo generalizado me saca de mis pensamientos y veo a Egil acercarse, no era capaz de relacionar su nombre con su aspecto hasta que le he visto, algo pálido y desvencijado, claramente agotado del duro viaje que seguro llevaba a sus espaldas. Junto a él me parece ver una muchacha que a simple vista asumo que es una pobre muchacha victima de los horrores de los que hacía referéncia Olssen hasta que Egil nos cuenta que es una recluta para el grupo, y no es que dude de la capacidad de Egil para recultar, pero la pobre muchacha no parecía estar en la mejor de las condiciones para lo duro que sería la misión.

En uno de los movimientos de Egil me doy cuenta de la profunda herida de su abdomen y me apresuro a tenderle mi hombro para que se apoye, no parece que vaya a durar mucho consciente.

- Por todos los dioses Egil, parece que te hayas peleado con un oso, estás hecho unos zorros! Ya nos contarás lo que nos tengas que contar cuando hayas decansado y te hayan mirado este rasguño que tienes ahí sangrando - Digo a Egil como quitando hierro al asunto para aliviar la posible tensión del ambiente. Y entonces me acuerdo de que Krista se había presentado como curandera y la busco con la mirada. - Por fortuna habéis hecho un gran trabajo recultando, Krista! - La llamo y le señalo la herida del abdomen - Dijiste que eras curandera, ¿verdad? seguro que puedes ayudar más que nosotros a Egil ahora mismo. - Le digo Krista con mirada expectante.