Partida Rol por web

Sombras de los muertos

Campamento de Varakdar

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08/05/2019, 09:40
Orvar "la flecha" Snorre

Escuché atentamente todo lo que nos fue relatando el que se hacía llamar Olsen... un relato conmovedor, sin duda, pensé con ironía, cuentos para contar a los niños en las largas tardes de invierno al calor del hogar, cargados de superstición y folklore...

Olsen... ¿devoradores los llamáis? Si devoran es que necesitan comer, y si necesitan comer se pueden matar... - dije con indiferencia mientras seguía "devorando" el trozo de venado que había tomado hacía ya un rato...

Súbitamente aparece cierto alboroto en una parte del campamento... nos giramos todos y vemos aparecer al tipo que faltaba, Egil creo que lo han llamado... no lo conocía de nada, y aparentemente, poco iba a conocerlo, pues era evidente que no le quedaban más que unos instantes de vida... tan solo la fuerza de voluntad lo mantenía sobre el caballo. Al menos, se merecía nuestro respeto por eso.

Siguió hablando y hablando... joder, parece que no saben hacer otra cosa los de por aquí que hablar... me senté sobre una piedra, indolente, pues parecía que la cháchara se iba a prolongar sin que los "reyes" nos hiciesen llamar. Al menos, pensé divertido, vamos a poder contemplar las habilidades de curación de nuestra compañera Krista...

Tras esto me dispuse a apurar los ya casi inexistentes pedacitos de carne que aun quedaban unidos al hueso... ¡Por los dioses! Esta gente sabe cocinar... 

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08/05/2019, 09:57
Krista Velvillig

Krista permaneció inmóvil tras escuchar aquellos murmullos, como si cualquier movimiento e incluso respiración pudiesen ocultar cualquier detalle. Era Égil, quien avanzaba a caballo junto a una joven. Cuando éste se acercó supo que algo no iba bien, no había que ser un lince para verlo. Con el ceño fruncido y haciendo una rápida exploración visual a Égil esperaba con aparente calma pero ligera tensión, echó un vistazo a sus pertenencias para alcanzar rápidamente aquello que pudiese necesitar.

Tal y como esperaba en el momento en el que Égil apartó su mano del vientre, se tambaleó. - Se va a desmayar... - susurró. El grito de Bjorn acompañó los pasos acelerados de Krista aproximándose hacia Égil - Permíteme, no tardaré demasiado, en cuanto acabe te aturdiremos a preguntas, pero no ahora.

- Ayudadme a llevarle dentro - dijo al aire - necesito examinarte - dijo mirando a Égil durante un instante para coger posteriormente unas gasas que portaba consigo y apretarlas sobre la herida sangrante con una mano y con la otra le agarraba por un costado, para llevárselo.

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09/05/2019, 18:44
Ottar "El Solitario"

Escucho con atención a Olssen. Al nombrar a los devoradores veo la reacción del grupo y es de suma impresión. Espero que esten preparados para lo que está a punto de acontecer. 

Ahora comprendo todo, el por que fui reclutado. La razón del porque estoy aquí. Necesitan mi sed de venganza, necesitan de mi dolor para combatir la oscuridad misma que destroza los pueblos. Necesitan de mi amor y de mi odio.

No los culpo, no me siento mal por ello. Me he convertido en una maquina de sobrevivencia y hasta ahora no tenía un rumbo. Ahora todo comienza a tomar sentido.

Veo como llega Egil a caballo con su acompañante, algunos lo reconocer de inmediato. Veo que sus heridas son profundas y como la curandera va a su socorro.

No son heridas hechas por un arma hecha por el hombre. Digo con un tono lúgubre mientras veo como se va formando de apoco el charco de sangre en el suelo.

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12/05/2019, 14:46
Olssen

Olssen permanecía en el sitio, observando la herida del explorador. El peto rasgado ocultaba parte de la herida, solo al fijarse bien, se podía entrever algo similar a arañazos profundos.

No, esa herida no la ha provocado una persona. - dice finalmente, rompiendo el silencio que guardaba, mientras se dirigía hacia Ottar. Ni de un animal... piensa, pero no lo dice. Debía examinar la herida antes de decir algo que podría alarmar aún más al grupo, aunque puede que algunos se rieran, creyendo que son historias que se cuentan a los niños para asustarlos... Historias... cuentos para niños... más bien pesadillas que mantienen a los adultos en vela toda la noche. Olssen os miraba, al mismo tiempo que rezaba por equivocarse, que esas heridas se las hicieran un oso o un jabalí en alguna zona de montaña o bosque.

Puede ver como Björn se acerca a Egil, ayudándolo a no desfallecer. Olssen no puede evitar hacer lo mismo, colocándose en el lado contrario al del guerrero, mientras grita hacia la lejanía, donde aún se encuentra su hermano, - ¡Morud!, ¡Ve a avisar a la reina!, ¡corre!

Justo al terminar de hablar, ya esta colocado al lado de Egil, y os mira. - Muy bien jovencita, trata de salvarlo. Pero primero debemos llevarlo dentro, lo llevaremos a la Cabaña Verde, seguro que allí podrán dejarnos un lugar que podamos usar.

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12/05/2019, 15:00
Director

Tras las palabras de Olssen, el grupo avanza hacia la Cabaña Verde. La mayoría no sabe donde está, pero os dejáis guiar por Olssen.

Tanto él como Björn, uno a cada lado de Egil, le llevan en volandas, mientras el explorador lucha por no desmayarse. Sin duda la situación es complicada, sin tener en cuenta la gravedad de la herida, había perdido muchísima sangre.

Con las prisas, solo algunos, los que os quedáis algo más rezagados, os dais cuenta de que os siguen. Aquella muchacha que había venido con Egil en el caballo, os seguía. Aunque no abrió la boca, ni hizo gesto alguno hacia el grupo.

Por otro lado, Morud corre hacia la Gran Casa, en busca de la reina. En el caso de que Krista no sea capaz de curar a Egil, o que necesite ayuda, sería bueno contar con la reina, cuya habilidad como curandera es bien conocida en el reino.

Como sea, finalmente llegáis todos a la Cabaña erde, cuyos muros se ven adornados con multitud de hierbas, que nacen en el suelo, y crecen hacia arriba, hasta ocultar por completo la piedra. Cualquiera que mirara hacia la cabaña, podría pensar que en vez de muros de piedra, son muros de plantas y ramas, de ahí el nombre que recibe.

Al entrar, veis que es una estancia grande. Alrededor de cuarenta camas, solo unas cuentas ocupadas por enfermos, siendo atendidos por un grupo de curanderos, no superior a una docena.

Tumbáis con cuidado a Egil en la cama más cercana, y le quitáis la ropa que le cubría de la cintura hacia arriba. Dejando a la vista la herida, y un pequeño hilo de sangre que continua emanando de ella.

La herida es casi de un palmo, está totalmente abierta, llena de suciedad, sangre seca y trozos de ramas o algún tipo de vegetación que pudo haberse metido durante el camino. La forma de la herida es extraña. Ottar estaba en lo cierto, no estaba hecha por una persona, nadie tiene uñas capaces de hacer tal cosa, y la herida era tosca y poco firme, tampoco pudo ser a causa de un arma afilada. Y por mucho que lo mirarais intentando pensar en todos los animales que eran capaces de atacar a una persona, esa herida no parecía encajar con ninguno de los posibles animales. Entonces... ¿cómo pudo hacérsela?

Sale poca cantidad de sangre, pero el rostro de Egil, pálido casi como el de un muerto, os hace pensar que poca sangre le queda en el cuerpo. La herida debe ser limpiada, la hemorragia debe ser detenida, y una vez conseguido... cerrar la herida. Para entonces la reina ya habrá llegado a la Cabaña Verde, y dirá que hacer. Una cosa era curar la herida, pero Egil estaba muy débil, tal vez solo un milagro podría salvarle.

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13/05/2019, 10:18
Krista Velvillig

Aquella herida tenía un aspecto que jamás había visto. A pesar de su experiencia en heridas de combate, no sabía si tendría los medios adecuados para curarle. Sin embargo, no era momento para pensar en aquello, haría todo lo posible para salvar la vida de su nuevo compañero.

Krista trabajó con velocidad, pidió a sus compañeros una bebida alcohólica, de alta graduación, y acercándose a Égil le instó a beber un trago - Aguanta.. esto podría doler. Sacó sobre la mesa un variopinto material de curación, desde gasas, hasta lo que podría llamarse material quirúrgico de la época. Limpió la herida en profundidad ayudándose de un chorro de agua limpia previamente hervida, con el fin de que ésta fuese lo más pura y limpia posible. Cuando comprobó el origen de la hemorragia se ayudó de una pinza ardiendo para cauterizar el vaso roto, mientras uno de sus compañeros sujetaba al débil Égil, y una vez se aseguró de que no sangraba, agarró el material de sutura. Tras una mirada seria hacia el compañero que sujetaba a éste y un suspiro, hábilmente sus manos se desplazaron por los bordes de la herida, seguidos del hilo que unía la carne de su compañero. Una vez finalizó, roció sobre la herida, ahora cerrada, un ungüento a base de hierbas para que facilitase la cicatrización así como eficaz para evitar la infección.

Levantó la vista, y, volviendo a sumergir sus delicadas manos en su bolso, sacó un tarro con un contenido rojizo dentro. Se acercó a Égil y, haciendo una ligera presión sobre su barbilla, le introdujo un par de gotas sobre la lengua.

- Debe descansar.. - dijo mirando hacia sus compañeros. Se deslizó hacia el interior de las habitaciones para lavarse las manos y secarse el sudor y volvió. Quedándose junto a Égil, esperando que su corazón no dejase de latir y sus respiraciones continuasen su curso natural.

- Tiradas (1)
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13/05/2019, 11:16
Björn Sturluson

Junto con Olssen y Krista, llevamos a Egil a la cabaña verde, que más parecía una arboleda que un edificio. El pobre Egil desfallecía por momentos y una vez tumbado en la cama veo a Krista trabajar rápidamente y con una precisión abrumadora. Se me pasa por la cabeza que si estamos en sus manos cuando nos hieran en combate, podré luchar mucho más tranquilo.

Por alguna razón me quedo absorto observando como Krista cura a Egil mientras sujeto al herido para que no se mueva demasiado, y no soy capaz de retirar la mirada de sus manos, tan pequeñas pero a la vez tan firmes y diestras.

Cuando Krista ha acabado la miro con la mirada de grata sorpresa - Qué pasada, chica... - és lo único que consigo decir. Y mi mirada reposa ahora en Egil, que parece estar a medio camino al entre el lecho y el Valhalla. 

- Que conste que en ningún momento había dudado de tí y tus habilidades para el grupo pero, por si me quedaba algún resquicio de duda, acabas de despejarlas completamente.  - Le digo a Krista con una sonrisa.

- Si me disculpáis voy a informar a los demás mientras esperamos a la Reina. Hago una ligera reverencia con la cabeza a Krista y a los demás y salgo fuera  para buscar a mis compañeros e informarles de que de momento hemos conseguido estabilizar a Egil.

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14/05/2019, 00:23
Úlf Gunnarson

Había seguido a Olssen, junto a los que serían mis compañeros, escuchando con atención sus palabras, sorprendiéndome en algunos casos y disimulando una sonrisa escéptica en otros. No es que dudara de que algo estaba atacando las ciudades, sino más bien del nombre que se les daba a nuestros enemigos.

Pero cuando llegamos a la altura del muro donde las puertas daban acceso a la ciudad, mi atención se desvió hacia un jovenzuelo que pasaba, reconociéndolo como el hijo menor del viejo Snorri. Me acerqué a él para saludarlo extrañado de encontrarlo por allí, y me mantuve charlando amigablemente con él hasta que vi el revuelo que se montaba con la llegada, por fin, de Égil. No me despedí del muchacho hasta que no vi cómo llevaban a rastras a nuestro reclutador, lo que me hizo pensar que algo grave había sucedido y yo, en lugar de atender a lo que contaba, me había dedicado a una cháchara banal.

Llegué junto al grupo justo a tiempo de escuchar a Olssen hablar del tipo de herida, profunda y bastante fea, que tenía Égil, y una mueca de preocupación apareció en mi cara. No era temor, pues aún no sabía qué había sucedido, pero aquella herida si no había sido producida por una mano humana, y un animal lo hubiera destrozado aún más, ¿qué podía haber sido?

Seguí al grupo hasta la cabaña, fijándome en la joven que nos seguía junto al caballo de Égil. Sentía curiosidad, pero estaba claro que no era el momento de preguntar de quién se trataba y si estaba allí sería porque alguien la había traído, seguramente el propio Égil que, viendo el grupo tan heterogéneo de reclutas que había conseguido, no me extrañaría que la hubiera cogido a ella también. Los motivos porque lo habría hecho, sólo Égil lo sabría.

Por suerte teníamos a una curandera entre nosotros y aquella iba a ser una buena oportunidad de que nos demostrara a todos su destreza y, mientras Krista atendía al herido, tuve oportunidad de fijarme mucho mejor en la herida, confirmando de esa forma lo extraña que resultaba.

Éramos demasiados allí dentro, sobre todo viendo que otros heridos necesitaban reposo, y pretender ayudar todos me parecía una estupidez ya que, en casos como ese, demasiadas manos sólo servirían para entorpecer la labor de la curandera que, haciendo honor a lo que había visto Égil en ella, demostró con creces el porqué se encontraba en el grupo. Me aparté quedando donde la puerta, cerca del resto por si se necesitaba echar una mano, pero lo suficientemente apartado para no molestar.

Tienes buenas manos muchacha —le dije a Krista cuando ésta regresó después de asearse—. Suerte tenemos de contar contigo en nuestras filas —le dediqué una sonrisa y una inclinación de cabeza, demostrándole de esa forma mi admiración, antes de salir de la cabaña para dejar reposar tranquilamente a nuestro reclutador.

Una vez fuera, volví a fijarme en la muchacha que había visto junto al caballo de Égil, observándola con más atención. ¿De dónde habría salido? Quizás fuera una superviviente de alguna aldea atacada que Égil había traído a la ciudad para que estuviera a salvo.

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15/05/2019, 12:24
Orvar "la flecha" Snorre

Casi nunca he sido capaz de reconocer hechos meritorios en los demás, excepto auténticas proezas en una batalla. No se si por mi carácter huraño o, sencillamente, por la incapacidad de sentir fe en los demás. 

Puede que esta fuese la primera vez, ver trabajar a la curandera resultó impresionante... Quizás fueron sus habilidades, quizás la destreza que demostró, quien sabe, quizás tan solo por la seguridad en si misma... aunque, conforme pienso en ello, toma más fuerza el hecho de que me encontraba en un estado impresionable.

Si, he de reconocerlo, la herida que el hombre al que llamaban Egil tenía era, cuanto menos, peculiar. Conocía la fauna de estas tierras, es más, había cazado todo lo que se puede cazar, e incluso había entrenado con algunas de las bestias más fieras de Varakdar, y nunca, nunca, vi una herida similar. Si, debía de ser eso... - pensé

No se por qué me han mandado llamar... realmente no acabo de encajar en este grupo. Soy un berserker, un guerrero si, guerrero, y muy bueno, por cierto, pero era un guerrero más bien solitario... - mientras me devanaba los sesos buscando una razón de porqué estaba aquí abandoné la Cabaña Verde y me dispuse a esperar...

 

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16/05/2019, 23:56
Director

Todo ha salido a pedir de boca. La hemorragia se cortó, y la herida está limpia y cosida. Lo único algo más desconcertante son alguna marchas entre moradas y negras que han surgido al rededor de la herida.

Tal vez fueran a raíz del procedimiento de Krista, o tal vez ya estuvieran ahí y no se apreciaron con las manchas de sangre...

De lo que estáis seguros es de que la herida está cerrada. Pero lo que no tenéis tan claro es si la cantidad de sangre que ha perdido podría hacer que la situación se complicara.

Tras unos minutos, de silencio y tranquilidad, tres personas entran a toda prisa en la Cabaña Verde. Una vez dentro podéis ver como los curanderos que allí se encontraban atendiendo a los enfermos, se inclinan, e incluso uno de los enfermos, al ver quien acaba de entrar, saca fuerzas de donde ya no le quedaban para incorporarse e inclinarse ligeramente.

Aquellos que desvíen la mirada hacia la entrada, podréis distinguir al grandullón Morud, acompañado de una joven con gran físico, claramente un guerrero experimentado, al que algunos ya conocéis. Y una mujer, algo más mayor, pero realmente hermosa, que con ojos de preocupación, parece buscar a alguien en una de las camas.

Finalmente, los dos se dirigen hacia Egil, dejando atrás a Morud.

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17/05/2019, 00:08
Jorgen

El príncipe es el primero en llegar al lado de Egil. Arrodillándose o casi cayéndose se queda a muy poca distancia de él, mirando el rostro pálido del explorador. Casi ignorando la herida de su vientre.

¿Qué... Qué demonios ha pasado? - dice sabiendo que no llegará respuesta. Para a continuación girarse hacia la mujer, que le ha seguido con un paso algo más lento. - Esto no es obra de hombres, ni armas, ni animales, ni siquiera los devoradores. ¿Qué ha provocado esto, madre?

Acaba añadiendo mientras su mirada alterna entre la mujer y Egil.

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17/05/2019, 00:12
Astrid

Avanza tras su hijo hacia la cama donde reposa Egil. Al llegar, lo primero que hace es examinar la herida, mientras Jorgen trata de comprender lo sucedido.

No hijo mío. Esto no lo ha hecho nada de lo que has mencionado... Hay criaturas mucho peores que los devoradores en algunas zonas de esta isla. Por desgracia, Egil parece haberse topado con una de ellas... Me preocupa que esté al este, cerca de la antigua ciudad...

Empieza a palmar la herida con suavidad, - Por suerte, uno de vuestros reclutas sabe sanar. Y con gran destreza debo añadir. - dice mirando hacia vosotros, hasta detenerse en Krista, viendo como sus manos aun están algo manchadas de la sangre del explorador. - Me agrada ver que Egil encontrara a una joven con tus dones, dispuesta a ayudar. - desvía su mirada de nuevo hacia la herida viendo las extrañas manchas negras... 

Veis como saca un pequeño frasco de cristal de su peto, y con extremo cuidado levanta la cabeza de Egil, y derrama un par de gotas sobre la garganta.

Aquellos que os fijéis en las gotas, podréis ver que no es un líquido cualquiera. Aquello que contenía ese recipiente era líquido, si... pero su color... entre amarillo y naranja, muy brillante, casi como si fuera luz pura.

Lo que le atacó dejó pequeños trozos de hielo dentro de la herida. No te preocupes, pequeña. No tenías por qué saberlo. Este líquido tiene sustancias mágicas, pero solo tiene efecto cuando la herida está cerrada. Si la herida esta abierta, el líquido no tiene fuerza suficiente para actuar. - dice mientras guarda el frasco de nuevo en el peto.

- Y sus efectos son... - dice, aunque se detiene mientras señala la herida. - ... los que podéis ver.

Veis como las marchas negras van desapareciendo en cuestión de segundos. La herida se cierra poco a poco, despareciendo las últimas manchas de sangre seca, y desapareciendo todo rastro de quemadura, provocada por la curandera para cortar la hemorragia. 

En cuestión de un minuto, cualquier rastro de la herida ha desaparecido. Como si no hubiera pasado nada. - Ayuda en la cicatrización y a limpiar lo que queda por dentro. Pero solo eso, si no lo hubierais atendido y la herida hubiera seguido abierta... ni bebiendo todo el frasco se hubiera curado. Y solo afecta a heridas y rasguños. Egil aún tiene que pelear. No sé cuanto tiempo lleva cabalgando con esa herida abierta, pero está muy débil y sus fuerzas son muy escasas.

Suelta un suspiro mientras se levanta. - Ahora solo podemos esperar, y rezar a los Dioses para que su corazón permanezca fuerte. Mi hijo Jorgen se quedará con él.

Astrid se gira hacia Olssen y Morud, - preparad una tienda y colocadla en el campamento. Nuestros invitados necesitarán un lugar donde dormir cuando la noche caiga.

Ambos asienten y corren fuera de la Cabaña Verde, dispuestos a cumplir su nuevo cometido. - Dejemos descansar a los enfermos. Salgamos fuera, el sol ya está a punto de desparecer por el horizonte, e imagino que tendréis hambre y muchas preguntas.

Salís y acompañáis a Astrid de nuevo al campamento, donde se sienta en una zona céntrica, alrededor de una hoguera con troncos de distintos tamaños colocados para hacer las veces de bancos. - Por favor, sentaos. Ahora os traerán comida y bebida. Permitid que me presente como es debido. Soy Astrid, la reina de Varakdar, y el joven que me acompañaba era mi segundo hijo, el príncipe Jorgen. Aunque me figuro que algunos ya os lo imaginabais.. - hace una pequeña pausa, mientras os mira, - no hay duda de que sois el grupo de Egil, imagino que tendréis preguntas. Preguntas que quizás no os hayan respondido como es debido. Esta es vuestra oportunidad, preguntarme lo que queráis saber.

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17/05/2019, 10:33
Krista Velvillig

Krista agradeció las palabras de reconocimiento de sus compañeros, en cierto modo, deseaba romper las expectativas iniciales que hubiesen podido tener de ella, pues, su aspecto, joven y delicado, podía dar lugar a dudas.

Cuando Jorgen y Astrid entraron a la estancia donde se encontraban, Krista se inclinó en señal de respeto. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver el contenido del frasco y emitió una apenas audible exclamación al observar cómo mágicamente las heridas de Égil desaparecían. Esperó pacientemente el momento adecuado para plasmar sus dudas, pues en las guerras que había batallado jamás había visto tales heridas y, mucho menos, remedios como el de aquel frasco.

- Si me permite.. mi nombre es Krista Velvillig - dijo haciendo una ligera inclinación con la cabeza - Tengo diversas dudas.. exactamente, ¿a qué nos enfrentamos? - en su mirada no había miedo, más bien expectación - y, si me permite preguntarle, ¿de dónde se obtiene ese contenido que portaba en el frasco?, jamás vi nada así.. .

Notas de juego

En cuanto pueda pongo las negritas

Arreglado

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22/05/2019, 17:24
Orvar "la flecha" Snorre

Rara vez había llegado a sentir algo por alguien que no fuese yo... y hoy, pese a lo temprano del día y lo poco que realmente había ocurrido, ya había tenido dos fuertes sentimientos, tan fuertes que eran como trozos de ascuas en los pantalones... la herida del explorador, y como se la habían curado... y luego la reina Astrid... jamás pensé que pudiera experimentar algo diferente a la mayor indiferencia ante los nobles, pero esta mujer, desprendía un aire de magnanimidad digno de su posición. Casi podía decirse que tenía un aura...

Traté de enterrar estas sensaciones, pues se acercaba la hora en que tendríamos que combatir, y todo lo que no fuese odio, ira, rabia, concentración, te hacía lento y torpe, te hacía pensar demasiado, y aquel que piensa demasiado, muere pronto...

No obstante, estos pensamientos acabarían volviendo a mi cada noche... probablemente.

Me levanté y me dirigí a la reina en actitud de cierto respeto... - Señora - incluso hice una cierta reverencia, y tratándose de mi, era todo un logro - Hablé con su hijo, y accedí a luchar por vos y vuestro reino. Me hizo la promesa de que se le haría llegar una petición por mi parte, justa, me atrevo a decir, espero que así lo hiciera. Orvar Snorre, a su servicio - concluí.

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23/05/2019, 23:30
Ottar "El Solitario"

Cuando veo entrar a la dama siento que una paz inunda mi ser. Todos hacen reverencias y gestos de respeto. Yo por mi lado me limito a juntar los dedos y a mirar hacia abajo sin saber mucho como actuar ante tal situación. 
Me mantengo alejado mientras veo con extrañeza como introduce en la garganta del paciente un líquido tan luminoso como el brillo del sol en primavera. Lo que da como resultado una desaparición completa de la herida en cuestión. Es algo increible.

Ante el ofrecimiento de aclarar dudas escucho atentamente a mis compañeros. Cuando Krista habla pregunta acerca del líquido asiento con la cabeza. Que bueno que lo pregunta.

Emm si. No se bien a que nos enfrentamos, pero se que no es como enfrentarse con alguna tropa de bárbaros. Esto es algo que desafía a la naturaleza misma. Es por eso que quiero preguntar algo que quizás es incómodo. Digo mientras me acomodo el traje que llevo puesto. Me gustaría saber si existe algún tipo de compensación en caso de perder alguna parte del cuerpo en batalla... o la vida... Miro a los presentes, la verdad no me gustaría incomodar a nadie. Menos en este momento.

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23/05/2019, 23:47
Indra

Todo este tiempo me he mantenido algo atrás del grupo. No he mirado a nadie a los ojos ni he abierto la boca. Pero en cuanto les he visto he sabido bien que son. Guerreros. Mercenarios. Hombres de armas y destrucción. No me gusta la idea de compartir viaje con ellos, pero mis motivos son mas importantes que mis dudas. He observado con fascinación la sutura de la herida de Egil por su precisión y especialmente por los extraños artefactos que esa desconocida ha usado para curarle. Siempre he curado mis propias heridas pero de forma muy rudimentaria y ver material y suturas de esa calidad me hacen sentirme fascinada y avergonzada por haberme hecho tantas chapuzas. Y ahora me encuentro frente a una reina. No se muy bien que decir, ni quiero dar demasiada información ante casi completos desconocidos, de modo que digo lo justo y necesario. -mi nombre es Indra. Estaba perdida en los bosques hasta que Egil me recogió de camino. ¿Cree que Egil se pondrá bien?

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25/05/2019, 17:07
Astrid

La reina sonríe ante las palabras de la joven curandera. - Algunos lo llaman magia, otros lo llaman ciencia y conocimiento. Se podría decir que es un poco de ambas cosas...

Astrid se gira hacia Orvar y Ottar, con un tono algo más serio, pero en ningún momento hostil. - Sí, mi hijo me lo comentó. Mi hija se rió y abandonó la estancia en la que nos encontrábamos, jurando que no recibirías nada en absoluto. Pero por suerte para ti, ella no es la reina, aún no.

Vuelve a fijarse en el grupo entero. Sólo dos lo habían mencionado, pero tal vez alguno más se lo preguntaba, - todos aquellos que habéis crecido en los territorios de Varakdar, sabréis que nunca hemos destacado por tener grandes riquezas. Es más, apenas tenemos oro. Nuestras tierras siempre han destacado por ser muy fértiles, tal vez las más fértiles de toda la isla. Hemos conseguido sobrevivir gracias al cultivo durante generaciones, sin necesidad del oro o de la ayuda de otras ciudades. Gracias a ese cultivo y a lo poco de ganado que tenemos, somos capaces de seguir adelante. No tenemos oro con que pagaros, no puedo daros tierras de nuestro territorio.

Sabía perfectamente que sus palabras no serían del agrado del grupo, pero era la verdad. No podía ofrecerles algo que no tenía. - Pero Jorgen te habló de otra opción, una que puede ser beneficiosa para todos, ya que vosotros podríais sacar algo de esta aventura, y nosotros podremos contar con que la misión avance. La ciudad de Krigare está al este de aquí, es posible que en estos años escuchárais las historias de la Montaña Dorada. El rey de esa ciudad picó cada roca de aquella montaña hasta sacar todo el oro que se ocultaba tras su dura coraza. La ciudad de Krigare fue la primera que pereció ante la oscuridad y extrañas criaturas habitan esas zonas. Pero si conseguimos el objetivo y derrotamos la oscuridad, esas tierras volverán a ser lo que eran, con una diferencia. Tanto el oro como las tierras, no tendrán dueño alguno.

Esta parte quizás si que podía interesar más a aquellos que la escuchaban. - Si salimos con vida, doy mi palabra como reina de Varakdar de que podréis repartir todo el oro y las tierras de la ciudad de Krigare entre vosotros, con una condición. Ni el rey ni yo queremos el oro, es algo que nunca nos interesó, y creemos que es un poder que pocos saben administrar. Tampoco estamos interesados en las tierras, hasta ahora hemos vivido bien y en paz con los cultivos y el ganado. Lo que si os pediré si llega el momento es que esas tierras pasen a pertenecer al territorio de Varakdar. Estarán a vuestro nombre, podréis hacer lo que queráis en esas tierras que serán de vuestra propiedad, y no se os impondrá impuesto alguno, pero debe pertenecer a Varakdar.

Era una oferta justa, ya que la reina sabía la cantidad de oro que había en aquel lugar. Había sido invitada alguna vez a Krigare y había visto con sus propios ojos salones llenos de monedas, platos, cubiertos, jarrones, armaduras, colgantes y muchos objetos más, tan relucientes que ante el más mínimo foco de luz, las paredes de los salones se pintaban de dorado por el reflejo de tal tesoro. - Y en el caso de caer, doy mi palabra de que vuestras familias, en el caso de que las tengáis, serán invitadas a la ciudad de Varakdar. Serán acogidas y atendidas. Se les proporcionará comida, bebida y alojamiento. Quedarán bajo el amparo y protección de los reyes.

Finalmente, Astrid mira a Indra. La mira fijamente, como si tratara de recordar algo, como si de alguna forma, la sonara. Pero tras unos segundos, vuelve a mirarla normal para a continuación añadir, - ¿Indra?, que nombre más interesante. De hecho me suena de algo, pero no caigo en qué. Aunque sin duda es un nombre poco frecuente. En cuanto a Egil... me temo que todo lo que puede hacer un mortal, ya está hecho. Ya sólo depende de la fuerza que aún corra por sus venas, y de la ayuda de los Dioses.

Astrid da un paso para atrás, para miraros a todos. - Pronto partiréis hacia el este. Os daremos más información pronto. Pero por el momento, podéis quedaros aquí, comer y beber cuanto queráis, y sobre todo descansar. En pocas horas el sol se ocultará, y mañana es un día importante, es la festividad de la Diosa Madre. Como es tradición, todas las gentes de Varakdar, independientemente de su estatus podrán venir al campamento militar, donde se organizará la festividad, con música e hidromiel. Si nunca habéis estado, es mucho más divertido de lo que parece. Por lo que descansad bien esta noche, sé que no es el mejor momento para festejar, pero también sirve para que todos podamos desconectar un poco de todas las preocupaciones que han traído estos últimos años sombríos.

Al terminar de hablar, la reina se da media vuelta, e inicia el camino hacia la Gran Casa, lugar donde vivían los reyes con su familia. Pero tras unos pasos, se detiene y se gira hacia vosotros. - Pensad en la oferta. Mañana durante la festividad podréis decirme si os parece bien o no. Por lo demás, nos vemos mañana. Pasad una buena noche.

Notas de juego

El ritmo se ha ralentizado un poco por las fechas y otras razones.

Tenéis un par de días para charlar entre vosotros. El miércoles llegará el nuevo día y la historia continuará, hasta entonces podéis charlar entre vosotros lo que queráis. De aquí al miércoles, el ritmo de posteo es libre, quien quiera postear una vez al día podrá hacerlo, quien quiera postear una vez cada dos días podrá hacerlo, como si queréis postear tres veces un mismo día. Hasta el miércoles, posteo de ritmo libre.

Y el miércoles ya empieza lo interesante de verdad.
 

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28/05/2019, 08:25
Björn Sturluson

En cuanto la reina se marcha, caigo en la cuenta de que ni siquiera he dicho ni una palabra. Pero no me ha hecho falta, no hago esto por fama ni dinero, el oro no se come y como bien dice nuestra amada reina, el oro es un poder que pocos saben administrar y yo aquí sólo soy un guerrero dispuesto a darlo todo por su hogar y sus gentes.

Por otra parte la perspectiva de un dia de festividades me animó bastante, hacía mucho que no oía música, no he sido capaz de tocar un instrumento jamás en mi vida, y oír tocar y cantar me fascina y me anima muchísimo. Espero que empezar un viaje después de animarnos con una fiesta nos ayude a lo largo del camino.

- ¿Ha dicho música, verdad? ¡Esta no me la esperaba! - Digo con una gran sonrisa en mi cara -  ¡Vamos a pasarlo bien mañana y olvidémonos por un momento de las amenazas!

La cosa me había animado y tenía ganas de moverme así que probablemente me venga un poco arriba cuando digo:

Ya que tenemos vía libre para quedarnos aquí... ¿A quien le apetece combatir un poco, a modo de entrenamiento? ¡Necesito descargar tensión! - Digo sonriendo y mirando a todo el grupo a ver quien me sige el juego mientras empiezo a estirar las articulaciones y desentumecerme.

 

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29/05/2019, 17:43
Orvar "la flecha" Snorre

Como era de esperar... los reyes siempre hablaban con buenas palabras, pero rara vez hacían algún tipo de concesión. Esta vez no iba a ser menos. La reina Astrid. Más de lo mismo. Un regio discurso, noble y sincero... e igualmente hipócrita. Había que leer entre líneas. Bajo sus amables palabras, había un discurso duro y egoísta en el que, sirviendose de nuestro esfuerzo, sangre y por que no, vidas, buscaba acrecentar el poder y dominio de su reino, Varakdar, sin dar nada a cambio, tan solo aquello que pudiésemos conseguir... 

Yo había hecho una petición respetuosa, quería unas tierras determinadas, donde me he criado, y son tierras yermas, que no se pueden cultivar. Tan solo se puede vivir de la caza, de cierta caza, ellos lo saben, saben que son tierras que no dan ningún tipo de rendimiento y, sin embargo, ni siquiera por esas son capaces de cederlas. Si muero en esta empresa, ni siquiera tendrían que hacerlo, pues no tengo ni familia ni allegados... más de lo mismo.

Pero esta vez no iba a permitir que fuese así. Puede que hubiese sido un lapsus, o puede que lo haya hecho a conciencia, pero ha dicho delante de un grupo importante de personas, que podemos tomar las tierras que consideremos del dominio de Krigare, y que no nos las gravará con impuestos. Pues pensaba hacer mi capa un sayo, y tomar como mías las que considerara, y ¡ay de aquel que osara desdecirse! 

Ahora, solo quedaba hablar en el campo de batalla. Y vaya que hablaríamos... mi espada ansiaba saciar su sed de sangre.

Asentí con grave gesto a la reina Astrid, con el rostro imperturbable. Ella no era la única que sabía jugar a las dobles intenciones. Lucharía por ella, por ellos, ganaría esta guerra por ella, por ellos... pero obtendría mi premio... lo juro.

Miré a Björn... ¿un duelo? - bah, paso... - dije, escupiendo un pequeño hueso de venado que seguía royendo y dirigiéndome a llenar mi cuerno con más cerveza, al menos eso era gratis.

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30/05/2019, 00:36
Director
Sólo para el director

Tras la charla con la reina, os retiráis al amparo de la hoguera mientras un grupo de personas parecen preparar una tienda para que paséis la noche.

A medida que la tarde avanza, cada vez refresca más y más. Algo está claro, se espera una noche tormentosa. Poco a poco veis como el cielo empieza a encapotarse, pero no llueve, al menos por ahora.

Os sirven a cada uno un plato con carne y una jarra de un tamaño bastante considerable llena hasta arriba de hidromiel. Y es entonces, justo cuando termináis de comer, cuando las primeras gotas de lluvia empiezan a caer, aunque es solo el principio. En cuestión de minutos, una lluvia intensa os obliga a refugiaros en la tienda.

Ante la perspectiva de lo que ocurría fuera de la tienda, lo mejor era permanecer dentro, y tratar de descansar lo más que se pudiera.