Partida Rol por web

Tras un par de horas, finalmente llegáis a un pequeño riachuelo, que a lo lejos parece desembocar en el mar.

Olssen se detiene y se arrodilla, palpando con la mano el suelo. Cualquiera que mirara hacia el suelo podía ver que que estaba todo embarrado por la tormenta nocturna, y que sería muy complicado encontrar un rastro.

- Según la mujer, es aquí donde venía a pescar su marido. - dice Olssen con tono sombrío, mientras otea el horizonte. - Hay que encontrar algún rastro lo antes posible... Pobre niña, que disgusto se va a llevar la pequeña princesa cuando se entere... esperemos que su amiga esté bien.

Tras las palabras de Olssen, podéis imaginar que la pequeña niña perdida era amiga de la hija más pequeña de los reyes, ni más ni menos de la misma edad. Pero independientemente de este hecho, la situación no cambiaba demasiado, había que encontrarla a ella y a su padre.

Viendo el lugar, entendéis el nombre que recibe. Riachuelos de agua clara y limpia, que refleja los rayos del sol que asoman.

Un poco más adelante, veis como el río desemboca en el mar, y justo donde se unen río y mar, apreciáis una pequeña barca, varada en la orilla. Claramente no ha salido bien parada tras la tormenta, eso es evidente incluso viéndola desde la lejanía.

Os encontráis al lado del río, por delante tenéis el mar, y a vuestras espaldas una montaña. Si os fijáis en la parte más baja de las montañas, apreciáis lo que parecen ser pequeñas cuevas, algunas de ellas ocultas por zonas de espesa vegetación. No sabéis la profundidad que pueden tener, pero desde fuera parecen pequeñas. Quizás la reina tuviera razón y se resguardaron de la tormenta en una de esas cuevas...

La situación que se presentaba retorcía las entrañas de Krista, a pesar de que ésta mantuviese el gesto serio como era habitual en ella. Si de por sí era dolorosa la pérdida de un ser querido, como le había ocurrido a ella, no quería estar en las carnes de esa mujer puesto que, hasta el momento, parecía haberlo perdido todo. Inspiró suavemente, el paisaje era hermoso pero no había tiempo de disfrutarlo. Lo primero en lo que pensó fue en adentrarse en una cueva, obviamente no lo haría sola, era ágil pero la fuerza no le acompañaba.

- Si yo fuese ellos me habría resguardado en alguna cueva cercana.. - dijo examinando el terreno, en busca de alguna cueva.

Observando el lugar veo una pequeña y maltrecha embarcación en la desembocadura del río y me acerco en silencio hasta ella, puede que hubiera algo que nos ayudara a confirmar si perteneció al hombre que buscamos y hacia dónde pudieron dirigirse, o en el peor de los casos los cuerpos sin vida de esas pobres almas. Por un momento me pongo tétrico, pero procuro no pensar en ello mientras voy hacia allí.

- Antes de andentrarnos en alguna de las cuevas que hay por aqui, voy a echar un vistazo a la barca, a ver si hay huellas en el suelo o lo que sea que nos dé una pista por dónde buscar.

Apenas si llevábamos 36 horas al servicio de los reyes de Varakdar, y ya estábamos haciendo de niñeras. Un pescador y su hija, pobres de ellos, se habían perdido, ¿y para eso necesitaban a los mejores guerreros del reino? ¿Esa era la realidad tan dramática a la que nos enfrentamos? Bah... no se podía esperar otra cosa... - pensé.

Vi como Krista y Björn saltaban de sus monturas y se ponían como locos a buscar... corriendo de aquí para allá como pollos sin cabeza... de Krista, bueno, me lo podía esperar... ansiaba el yugo de Astrid y no haría otra cosa que acumular méritos a sus ojos. En cambio, tenía a Björn por alguien más cabal... 

Olssen - llamé a nuestro "guía", sin ni siquiera desmontar - ¿sabemos algo más del pescador y su hija? Veo que nuestro amigo Björn va a ver las barcas... ¿para qué? Salvo que viniesen río abajo en el bote. Si vinieron a pie, ¿para qué inspeccionar la barca? ¿Para ver si unos maleantes los asaltaron? - añadí con cierta ironía - Excepto que los seres monstruosos eligiesen un pequeño esquife para cometer sus asesinatos... en ese caso si, inspeccionemos todos el bote.

Salté con agilidad al suelo y observé los rastros que siempre quedan en el suelo, alguna rama rota de manera no natural, alguna piedra que no ocupara su lugar... era algo que se repetía, siempre queda algún rastro, solo hay que saber mirar... y eso hice mientras esperaba que Olssen nos diera más información.

Al acercarte a una de las cuevas, te das cuenta de que hay muchas más de las que pensabas en la ladera de aquella montaña. En la parte inmediatamente exterior de la cueva puedes apreciar alguna que otra pisaba. Huellas que el temporal de la pasada noche no pudo borrar.

Se trataban de huellas pequeñas. Pies de pequeño tamaño, tal vez de un niño y de una niña, tal vez la joven hija del pescador estuviera con vida.

Si inspeccionas un poco las inmediaciones de la cueva, puedes distinguir que todas las entradas que se veían desde el exterior, parecen conectarse. La cueva es mucho más grande de lo que parecía desde fuera. Tal vez, entrar sin conocer una ruta, sería tan peligroso como enfrentarse a las criaturas que podían habitar ahí dentro.

La pequeña barca estaba hecha polvo. Maderos y astillas reposaban en las zonas más cercanas, meciéndose suavemente con las tenues olas que llegaban a la orilla.

Al acercarte un poco más, ves una caña, sedal, y algún que otro pez. Estaba claro que la tormenta los sorprendió. Pero algo te llama la atención. Varios de los peces parecen tener mordiscos, como si algo les hubiera hincado el diente. Parece una mandíbula pequeña, como el de un niño o una niña.

Ves manchas de sangre por la barca, pero parecen más de los peces que del pescador o su hija.

Por último, ves algunas marcas en el suelo. Como si algo se hubiera arrastrado en dirección a las cuevas. Además de pisadas. Apenas puedes apreciar cómo son las pisadas, ya que la tormenta había borrado gran parte de ellas, y las que aún se podían ver, no era muy nítidas. Pero algo sí que aprecias, son muchas y de un pie pequeño.

Ves como Krista se dirige sola hacia las cuevas, y como Björn hace lo propio en dirección a la barca. Sin embargo, no sigues a ninguno de ellos. Decides rastrear el lugar en que estás tu, y el resto del grupo que aún no se ha movido.

A simple vista, no parece haber nada raro. El riachuelo con agua cristalina da cierta paz ante la tempestad que esta tierra debió vivir durante la noche. Los alrededores al riachuelo estaban embarrados. Era muy poco probable que encontraras huellas tan a la intemperie. Pero al avanzar un poco, en uno de tus pasos, casi resbalas con algo que hay en el suelo.

Al mirar, solo ves montañitas de barro, pero al agacharte y apartar la parte más superficial de ramitas, tierra y barro, distingues un pez. Podría ser señal de que el pescador y su hija habían conseguido pescar algo antes de refugiarse en alguna cueva. Pero ese pez, tenía algo que te escamaba. Le faltaba parte del cuerpo, como si se hubiera partido.

Al mirar más detalladamente, ves que el corte no es recto como el de un cuchillo, y errático como si alguien o algo lo hubiera partido a la fuerza. Era un mordico. Un mordisco de una mandíbula pequeña, como puede ser el de un niño o una niña.

Por último, al estar agachado observando al pez, te percatas de una extrañas marcas en el suelo. Como si algo se hubiera arrastrado. Con algo de esfuerzo, consigues distinguir una ruta que va desde la barca a las cuevas. Pero no eres capaz de averiguar qué era lo que se arrastraba, ni el tamaño. Lo que sí puedes deducir es que era lo suficientemente pesado como para hacer unas marcas en el suelo que no se hubieran borrado con la tormenta.

Al llegar al lugar, Olssen baja del caballo sin poder retirar la mirada de la pequeña barca. Su gesto parece preocupado, era evidente que no tenía buena pinta.

Ve como Krista se dirige hacia las cuevas, y Björn hacia la barca. Orvar decidió rastrear el lugar donde se encontraban. El resto parecen haberse quedado paralizados ante la situación, quedándose en el mismo sitio, sin bajar de la montura, aunque tal vez estuvieran tratando de otear los alrededores, usando la altura que les brindaba estar encima del caballo.

- Este es un lugar donde los pescadores suelen venir. Y siempre hay una o dos barcas amarradas en aquella orilla. Hay días en los que se pueden encontrar peces en estos riachuelos, pero la mayoría de los días, es necesario ir a agua algo más profundas. Por eso se dejan barcas, para cualquiera que las necesiten. - Responde a las palabras de Orvar, mientras no deja de mirar la barca.

- Si se hubieran resguardado en alguna de las cuevas más pequeñas, nos habrían oído llegar. Deben de haber buscado refugio en las más grandes. - dice un un tono algo lúgubre. - Sea como sea, si entramos en las cuevas, debemos ir juntos.

Estoy nerviosa. La noche ha sido mala y hay cosas en esta situación que me escaman. ¿Qué hacemos aquí buscando a esta gente si nuestra verdadera misión es tan importante? Empiezo a impacientarme. Aunque conozco algunos detalles que mis compañeros desconocen, me los callo, ya que no creo que sea el momento ni el lugar.
-seguro que están muertos
Después de decir esto, me dirijo al bote. De nada servirá quejarme de esta ridícula situación. Cuanto antes encontremos sus cuerpos, antes podremos seguir. Aunque no se me da muy bien leer las olas, intento encontrar algun rastro bajo el agua. Meados, o tal vez arena revuelta.

Me había mantenido en todo momento en silencio, algo poco habitual en mí, pero saber que quizás lo que de alguna forma se me había dicho no se cumpliría como yo esperaba, me había hecho enmudecer y, sobre todo, rumiar si en verdad había hecho bien enrolándome en esa misión. Eso sin contar con que la reina imponía bastante y su autoridad, así como la magia o curación o lo que fuera que había empleado con Egil, me habían dejado bastante impresionado.

Había estado todo el tiempo sumido en mis pensamientos, alejándome de los que serían mis compañeros y husmeando por el campamento cómo era la verdadera vida militar, algo que para mí era completamente desconocido.

Después de beber y comer lo que tuve gana, a saber por cuánto tiempo estaría privado de esos placeres, me fui a descansar cayendo rendido nada más que quedé en posición horizontal y ronqué hasta que la voz de la reina volvió a sonar. En un principio había creído que era un sueño pero estaba muy equivocado, se nos requería para una misión, la primera que íbamos a tener y la que decidiría si Egil había acertado con nosotros o, por el contrario, sería mejor que volviéramos a nuestros hogares con el rabo entre las piernas.

Nuestra primera misión. Encontrar a un hombre y a su hija era la tarea que nos habían encomendado y, por mucho que me pareciera algo un tanto banal, debía demostrar que, por el momento, iba a demostrar mi validez.

En silencio, como solía mantenerse el grupo que me había tocado, llegamos al lugar donde supuestamente se había esfumado el pescador y su hija y, tomándomelo con más calma que el resto, me bajé del caballo y oteé todo a mi alrededor fijándome en las cuevas especialmente, pero también olfateé el aire, una costumbre que tenía cuando iba a cazar y, mirando hacia el suelo, busqué cualquier tipo de rastro que nos pudiera servir para saber hacia dónde habían tirado aquellos dos.

Aquellas huellas podrían ser de la chica, si bien fuese cierto, también lo era que lo más sensato se trataba de volver con el grupo e informarles de lo que había visto, esperando que le acompañasen. A pesar de no tener miedo, Krista no era tonta, sabía perfectamente que la naturaleza era hermosa pero, a la vez, podía ser peligrosa, más aún las criaturas que pudiesen esconderse en aquellas cuevas. Tras volver, se dió cuenta de que Ulf también estaba investigando las cuevas, por lo que se dirigió hacia él primero para decirle - he visto huellas de tamaño pequeño.. podrían ser de la niña, se encuentran en aquella cueva de allí - dijo señalando hacia el lugar de donde había venido - voy a informar al resto, es mejor que no vayamos solos.

Volviendo hacia el grupo y alzando ligeramente la voz para ser escuchada, puesto que cada cual estaba buscando por diferentes lugares dijo - he encontrado unas huellas.. parecen del tamaño de un niño pequeño, se encuentran en aquella dirección - dijo señalando hacia la cueva de donde había venido. Y esperando a que alguien más experto que ella en el terreno se pronunciase, se quedó allí de pie, algo impaciente pues deseaba terminar cuanto antes con esto y de la mejor manera posible.

Vuelvo casi a la vez que Krista y escucho lo que dice sobre las pisadas y cuadra con lo que he visto en la barca.

- Yo también he encontrado las huellas en la barca, pero parecían ser muchas, quizás ha estado yendo y viniendo a por pescado además he visto que hay algún que otro pez mordisqueado, pienso que la niña pueda estar viva pero el padre... en el mejor de los casos puede que esté herido, hay un rastro como si se hubieran arrastrado hacia las cuevas de las que vuelve Krista. Digo dirigéndome al grupo.

- Será mejor que vayamos a las cuevas al menos 3 de nosotros, alguien ha visto algo más?

Asentí a las palabras de Krista y Björn. Coincidían sus indicios con los que yo había descubierto... aunque no estaba de acuerdo en que las huellas fuesen de la pequeña... más bien, parecían de algo más pesado, y por supuesto, quienquiera que fuese quien las dejó, no caminaba, o se arrastraba o lo arrastraban...

Björn, acércate - dije dirigiéndome al guerrero, mostrándole los restos del pez que había encontrado - Los peces que has visto mordisqueados junto a la barca, ¿presentaban un aspecto como éste? ¿Dirías que por el diámetro y la fuerza de la mordida, podría tratarse de nuestra amiga desaparecida? Además... bajo todo este montón de lodo revuelto, se aprecia un rastro en dirección a la cueva mayor, que coincide con lo descubierto con Krista, un rastro de algo pesado arrastrándose. Que se moviera así, o que fueran tirando de él, no puedo precisarlo. En ambos casos, creo que deberíamos comprobarlo. Nuestra reina espera que nos portemos como caballeros y encontremos al pescador y su hija - dije con cierto sarcasmo - o lo que quede de ellos... - terminé añadiendo en voz algo más baja.

Me levanté en toda mi estatura y me giré para tomar el camino de la cueva - No deberíamos ir todos, de hecho, os dejo mi caballo al cargo de quien se quede, y ay de él si algo le ocurre...

Te acercas al la orilla mientras que el resto de compañeros parecen buscar cualquier rastro del pescador y de la niña. Poco hay que ver en la zona en la que te arrodillas, la cercanía a la masa de agua a provocado que toda huella que pudiera haber se ha eliminado.

No obstante, ves algo en el agua, un reflejo extraño. Casi como un impulso, diriges la mano hacia el agua, llegando a tocarla durante unos segundos, solo con el dedo índice. Pero al entrar en contacto con el agua, algo extraño sucede.

Empiezas a escuchar la voz tosca de un hombre adulto, distinta a la voz de tus compañeros y distinta a la voz que escuchas en sueños. Te cuesta entender que dice la voz, lo que tienes claro es que está gritando, nombrando a los dioses y pidiendo clemencia. Distingues algo más, voces más lejanas aunque más que voces parecen gruñidos de un número elevado de seres, gruñidos extraños que nunca habías escuchado antes. Y, por si no fuera poco, acabas escuchando un grito ayudo de dolor. Un grito que perfectamente podría ser de la niña qué andáis buscando.

Es el grito el que te hace retirar la mano del agua, algo asustada.

Ves como tus compañeros se han repartido por el terreno, tratando de encontrar cualquier indicio que indique el paradero del pescador y de su hija.

Tras unos momentos oteando los alrededores sobre tu montura, desmontas y empiezas a buscar algo que pueda resultar útil. Tratas de oler el lugar, pero lo único que eres capaz de reconocer es el olor a humedad, cosa lógica teniendo en cuenta la tormenta que había caído durante la noche.

Pero a medida que avanzas ligeramente hacia las cuevas, empiezas a distinguir un nuevo olor, a pútrido. Algo podrido había en los alrededores, tal vez algún animal muriera durante la tormenta, era algo que podía ocurrir, una ráfaga de viento quiebra una rama pesada y cae sobre algún animal.

Pero el olor era fuerte, aquello que se estaba pudriendo debía de llevar días muerto.

Tratas de averiguar de dónde sale ese olor, dirigiéndote cada vez más a las cuevas. Pero en uno de tus pasos, estas a punto de tropezar. Algo había en el suelo, algo que al estar enterrado en el barro, no habías visto.

Te arrodillas y tratas de retirar todo el barro para ver de qué se trata. Una vez terminado, te das cuenta de que es una capa de color oscura. Roída y desgastada con multitud de pequeños anzuelos guardados en los bolsillos. Lo que si llama tu atención, es que en la capa hay cortes. Cortes limpios, cómo de un cuchillo o una espada.

Krista no pudo evitar sentir un escalofrío cuando Orvar hizo referencia a que las pisadas parecían arrastrarse. Por un momento imaginó el cuerpo sin vida de una niña siendo arrastrado hacia la cueva. Se sorprendió ante la precisión de sus compañeros para examinar el terreno y se sintió aliviada por tenerles en el grupo, de estar ella sola en esa misión lo único que podría hacer sería rezar una oración por la pequeña. Cuando Orvar pasó por su lado para dirigirse hacia la cueva no pudo evitar fijarse en su rostro, curiosamente teñido de negro, algo que le parecía gracioso. Por lo que cuando éste insinuó que ya se lamentarían si no cuidaban de su caballo no pudo reprimir una carcajada. No era lo idóneo en aquella situación pero la suma de ambos hechos resultaron en una risotada alegre y aparentemente despreocupada. Al darse cuenta de que no era el momento, volvió a su gesto serio habitual y, dirigiéndose al resto del grupo les indicó - andaos con mil ojos, no quiero tener que venir corriendo a curar a nadie - a pesar de parecer una reprimenda, era su forma de decir que tuviesen cuidado.

Dicho esto avanzó a la cueva tras Orvar y Bjorn.

Cuando me quise dar cuenta, Orvar ya estava andando hacia las cuevas *maldito sea, siempre tiene que ir a su bola?* - pienso para mis adentros.

- Espera Orvar, vayamos juntos, no te alejes tanto! - le digo alzando la voz para que me oiga.

Krista también parece dispuesta a venir, casi mejor de hecho, si estan heridos, ella podría ayudar más que todos nosotros juntos.

- Que venga alguien más por si necesitamos cargar con ellos poder defendernos también, los demás vigilad los alrededores. Si en media hora no hemos vuelto venid a por nosotros!

Dicho esto, me encamino junto con Krista y Orvar hacia las cuevas.

Acabo de despertar de uno de mis lapsus. No tengo nada claro qué ha provocado las cosas que he oído, pero tengo muy claro lo que significan.

Enfoco la mirada y veo a Orvar y a Krista avanzando. Bjorn corre tras ellos algo rezagado, se dirige al resto, llamando a un acompañante más.

Corro hacia él y le agarro con fuerza del brazo, impidiéndole avanzar.

-no vayáis.

Estoy aterrada. No puedo ni siquiera disimular que me tiembla la voz.

-están muertos. No vayáis o acabaremos igual

Apenas presté atención al resto de mis compañeros y sólo oí de pasada lo que estaban diciendo sobre unas huellas, no era que no me interesaran sus descubrimientos sino que estaba siguiendo mi olfato. A medida que me acercaba a las cuevas había notado un olor distinto al de la tierra mojada, el olor de la descomposición, de la podredumbre, un olor que no auguraba nada bueno.

Era consciente que podría tratarse de cualquier animal muerto en la tormenta o los restos que hubiera dejado una alimaña, pero algo en mi interior me decía que no se trataba de nada de eso. Mientras me acercaba a las cuevas olfateando el ambiente, mis pies se enredaron con algo en el suelo y a punto estuve de dar con mis huesos en el suelo.

Con curiosidad comencé a remover el barro que cubría el objeto enterrado y que a punto había estado de hacerme caer. Para mi sorpresa pude comprobar que se trataba de una capa rasgada pero que, en lugar de ser las roturas propias del roce, del tiempo o de haberse enganchado en cualquier rama, se trataba de cortes limpios hechos seguramente con un objeto afilado, una espada o un cuchillo tal vez. Revolví en los bolsillos y me encontré con varios anzuelos, lo que me indicaba que su dueño había sido un pescador.

Mal asunto, muy mal asunto.

—Mirad lo que he encontrado —exclamé mientras elevaba ligeramente la capa para que el resto la viera.

Pero tanto la curandera como Orvar ya habían avanzado hacia las cuevas y, al escuchar a Björn, yo también tomé la decisión de acompañarlos, aunque me temía que si encontrábamos algo sería sólo cadáveres. Negro pensamiento que se vio confirmado en la voz de la extraña muchacha que nos acompañaba y que apenas había abierto la boca en todo aquel tiempo.

—¿Por qué estás tan segura de que están muertos muchacha? —Pregunté, aunque reconocía que yo tenía la misma convicción que ella pero, a pesar de que los dos pensábamos igual, no pude evitar un estremecimiento al escuchar sus palabras, o quizás simplemente había sido la forma en que las había dicho—. ¿Crees que ahí dentro se esconden aquellos que los han atacado? Dinos, ¿qué sabes tú de todo lo que está sucediendo? —Acabé por preguntar pues tenía la impresión de que aquella jovencita conocía de primera mano el mal al que nos teníamos que enfrentar.

Todos habláis de lo que vais encontrando. Pero Olssen se muestra nervioso. Todo lo que vais diciendo son malas noticias sobre la situación del pescador y de la niña... Las palabras de Indra, le hacen especial daño, aunque la posibilidad de que no siguieran con vida era alta, debíamos comprobarlo.

Realmente la joven no da explicación alguna, simplemente parece dar su opinión, pero había que hacer algo. - Estoy de acuerdo contigo, Orvar. Hay que entrar lo antes posible y esperar que estén aún con vida. Sois muchos los que estáis dispuestos a entrar, por lo que Ottar, Einar y yo nos quedaremos fuera y exploraremos los alrededores. Las cuevas suelen tener habitantes, algunos indeseados, tened cuidado. Y tranquilo, los caballos estarán a buen recaudo. Mucha suerte.

Olssen se despide de vosotros, mientras vuelve a otear el territorio, buscando cualquier indicio de animal o criatura que esté al acecho.