Partida Rol por web

Nikita supo como caer y no hacerse daño, pero debía reconocer que el chico era rápido. Se le quedó mirando unos segundos pensativa.

Sorpréndeme. ¿Cuales serán tus misteriosos deseos teniéndome aquí debajo? Pregunta con un aire de repelente con una ceja levantada. Los hombres eran bastante transparentes. Se veía a leguas lo que querían. Hizo un ademán de beber pero lo único que quería era distraerle y hacerle bajar la guardia para poder dar la vuelta a la tortilla y acabar ella encima. ¿Han cambiado ahora que estoy encima? Pregunta de nuevo, bastante divertida.

Escuchó el relato de Bill con atención. Para lo sociable y jovial que se mostraba el cazarecompensas con ellos, le soprendió ver lo frío que podía llegar a ser a la hora de dar muerte a alguien. Aunque suponía que debía de ser algo necesario cuando uno se decantaba por ese tipo de trabajo.

Luego fue el turno de Nathan. Se explayó más que Bill, pero también tenía más que contar y se notaba que estaba reviviendo el momento en su memoria. Asintió en respuesta al piloto, con un nuevo grado de respeto por él y con una prueba más de que había hecho bien en dejar la Alianza también, viendo que cuanto más alta era la jerarquía más podrida estaba esta.

La respuesta de Kaine fue la que más le sorprendió, como seguramente a todos. Jun desde luego no se lo creía, pero, conociendo al capitán, todo cuanto había dicho había de ser tomado en su sentido más literal, por increíble que pudiera parecer. Así que problemas de matrimonio... Quién se lo habría imaginado.

Con Nikita se puso en pausa el juego. Se negaba a responder mientras la Acompañante estuviera presente y no participara en la partida, aún si eso implicaba quedarse sin bollos. Cuando uno vivía en el espacio, y se alimentaba de lo que se aliementaba, esos bollos caseros cobraban un significado distinto. incluso cuando no fueran recién horneados. Sabía que su pregunta la había molestado por como le había respondido gestualmente, así que trató de explotar aquello y decidió ofrecerse como sacrificio. Se recostó en la silla de nuevo y miró a la mujer - Quizás unos bollos no sean de tu agrado, pero a cambio de la presencia de Jun, yo te ofrezco algo distinto... Independientemente del que gane la siguiente ronda, puedes hacerme una pregunta - le estaba dando la oportunidad de devolvérsela si quería. Por duplicado, si conseguía la victoria en la siguiente ronda.

El clima estaba denso y el piloto escucho los relatos de todos, hasta que llego el Turno de Stark y ella se rehusó, haciendo que Kovacs diera un paso adelante. Antes de que otro opinase, Faraday metió su bocadillo.
- Disculpe Capitán, su relato fue interesante y asombroso dijo, ya reparando la sonrisa para lo que venía después. Aunque lo más asombroso no es que su esposa haya querido matarlo, creo que no tiene el monopolio femenino en ello, lo que más me cuesta creer, es que se haya querido casar con usted.
Observo a Stark, y levanto al brazo, como pidiendo algo y observando a todos Si ella no lo quiere, me pido su bollo. se inclino a Kovacs y le susurro. Lo compartiremos, no te preocupes.
Y miro a Stark. – También puedes hacerme una pregunta a mi.
Dejo pasar un momento, y bebió su bebida de un trago. Pero si no ganas, no te la responderé.

No soy un acompañante, como bien lo sabe. El piloto pensó en aquella vez que perdió una apuesta con su unidad y debió hacer un show de streaptease para la audiencia del lugar, mayoritariamente femenina. Malditos. ¿Contaba? Probablemente no.Pero tengo ojos. Paso de irse casi sin interés a sentarse, observarme en detalle y realizarme la misma pregunta dos veces. No es un proceso deductivo largo, Srta Vasilis. De todas formas, no la culpo. Somos un grupo de truhanes. Usted desentona…el la observo cuando dijo eso.y debe sentirse en la necesidad de protegerse. Perfectamente comprensible.
¿Había culpa en ella? En fin, no lo sabía. No era tan bueno con los interrogatorios como pilotando naves.
¿Uno no puede ser un admirador de las Artes? No tengo problema en que me use de audiencia. Asi que si quiere, y no tiene inconveniente, hágalo. Recupero su arma, que puso en la funda de la espalda.

El piloto se distrajo señalando la cabina, Ohh, tengo una lista en la cabina llega de misteriosos deseos. Puede que haya incluso ilustraciones. pero señalar fue lo que ella necesitaba para distraerlo y cambiarlo a una posición incómoda abajo, donde ella era la que dominaba y retorcía alguna extremidad del piloto. “Maldita” Encima no bebió nada. “Tramposa.”
Aguantando el dolor, haciendo una mueca, dijo.
En absoluto. También tengo una lista de deseos con cosas que se pueden hacer estando tu arriba.Elevando la cabeza miro encima la parte en que los cuerpos estaban en contacto, y medio con dolor medio riendo, exclamo. Ademas, estoy perfectamente… cómodo asi… dijo, sin hacer ningún movimiento para cambiar la posición.

No tengo problema en que me use de audiencia. Asi que si quiere, y no tiene inconveniente, hágalo.

-Sólo si se porta bien -resuelvo, con una sonrisa divertida, antes de retomar mi camino hacia la puerta-, y puede llamarme "Jun", señor Faraday. 

Se lo repito como si no se lo hubiese dicho otras veces, con el mismo tono que emplearía regañando a un niño pequeño. Por supuesto, bromeando.

Que parte de Truhanes no habia entendido esa mujer. “Tomalo todo, no dejes nada”
Alguien tendría que enseñarme como se hace eso de “Portarse bien”, Srta Vasilis.

Señor Faraday says:Disculpe Capitán, su relato fue interesante y asombroso dijo, ya reparando la sonrisa para lo que venía después.Aunque lo más asombroso no es que su esposa haya querido matarlo, creo que no tiene el monopolio femenino en ello, lo que más me cuesta creer, es que se haya querido casar con usted.

Quedo mudo unos segundos antes de no poder evitar esbozar una tenue sonrisa ante las atrevidas palabras del piloto.

- No hay nada que disculpar, señor Faraday. Podría decir que hay personas que saben ver virtudes más allá de la visión limitada de alguien como usted... Pero sin duda sería una mentira. Supongo que se casó conmigo por otros motivos que sospecho pero que nunca alcanzo a comprender del todo.

Quizá un día pueda preguntárselo usted mismo.

Levanto la jarra de café y me sirvo un poco más en la taza casi vacía. Pego un trago lento antes de mirar a los jugadores ligeramente aburrido.

- Señorita Vasilis, es usted adorable y sabemos que no quiere irse. - alzo los hombros y cojo el cigarro con la mano que tengo las cartas. - pero la señorita Stark tiene razón. Es injusto y no podemos continuar aunque el amable señor Kovacs se preste a manchar su chaqueta en el barro.

Le señalo una silla vacía y sonrío ladeando la cabeza - Tome asiento y juegue, por favor. Siempre podemos volver a jugar con créditos si tanto miedo tiene a contar sus cotilleos. Aunque puedo asegurarle que a nadie le interesan sus prácticas con clientes.

Estamos entre amigos. No tenga miedo.

Stark: Quizá a vosotros la princesita os ha comprado con unos estúpidos pastelitos que a mi, ni me van ni me vienen. Pero yo no suelto ni un secreto más, hasta que todos nos pringuemos por igual. 

Bueno, está claro que nunca llueve a gusto de todos. Aunque Faraday y Kovacs se ofrecen a sacrificar sus secretos por los míos, el Capitán tiene una idea muy diferente para mí.

Kaine: Señorita Vasilis, es usted adorable y sabemos que no quiere irse. pero la señorita Stark tiene razón. Es injusto y no podemos continuar aunque el amable señor Kovacs se preste a manchar su chaqueta en el barro.

 Exhalo un suspiro por la nariz, y me levanto.

Kaine: Tome asiento y juegue, por favor. Siempre podemos volver a jugar con créditos si tanto miedo tiene a contar sus cotilleos. Aunque puedo asegurarle que a nadie le interesan sus prácticas con clientes. Estamos entre amigos. No tenga miedo.

-Xie xie, pero no me interesa. El juego es pernicioso y, como el alcohol, arrastra al hombre más honrado a cometer actos deleznables. Además, no me gusta ganar dinero sin haber tenido que trabajar para conseguirlo.

Avanzo hacia la puerta, dirigiéndole una última mirada a la mesa de juego y a sus ocupantes.

-Que se diviertan. 

- Una auténtica lástima. - Sonrío a la acompañante hasta que sale de la habitación.

Cuanto más teme uno que descubran sus secretos, más truculentos son.

Cuando la señorita Vasilis abandona la habitación me pongo serio y mi vista se centra en la señorita Stark. Mi mirada es fría como el hielo y bien podría atravesar el casco de la nave. Me acerco la taza  de café y comienzo a sorber lentamente.

- Le toca pagar, señorita Stark.

Nikita se dio por satisfecha, no sin antes poner los ojos en blanco cuando los babeadores oficiales de Jun se sacrificaron para que la princesita se quedara. Como odiaba a los caballeros de caballo blanco y armadura. Por suerte, o no, el capitán estaba de su lado y puso las cosas claras. Esa mujer cobraba por acostarse con hombres y descubrir secretos. Estos hombres eran tontos si se los estaban dando de gratis. La princesita se marchó con la cabeza bien alta, y eso obviamente solo hizo que algunos todavía quisieran saber más. Quizá ella ya sabía lo suficiente de la princesita, seguramente más que alguno de los presentes, y por eso, le dio igual que se fuera.

El capitán pareció muy interesado en la respuesta. De nuevo, dirigió una mirada de odio a Kovacs y esta traición se la haría pagar caro. Pero se dispuso a cumplir su palabra y responder a la pregunta. Lo que hacía allí no es muy diferente de lo que hago aquí. No era culpa suya si la pregunta había sido mal dirigida o mal formulada. Allí me dedicaba a disparar y matar, y a veces también ayudaba a curar. Después de verla curarse a ella misma, que tenía conocimientos de medicina tampoco era ningún secreto. Seguramente todos se quedarían decepcionados por la respuesta, pero sinceramente, en cuanto a qué hacía en la Alianza no tenía nada que ocultar. Era una soldado más.

Nikita medio sonrie de lado y se le queda mirando mientras cuenta lo cómodo que está así. ¿Si? ¿Pues sabes qué? Yo también podría acostumbrarme a estar así... dijo apretando los labios y asintiendo mientras miraba alrededor. Se ve todo mucho mejor desde aquí. Añade, ya que las últimas veces ella era la que estaba abajo. La satisfacción no era plena, pues lo había conseguido gracias a un descuido, pero algo era algo.

Se acerca para susurrarle, aunque aún queda algo de distancia. Pequeña venganza por lo del beso. Se refería al engaño de no haber bebido y haber acabado así. Algo a lo que quizá también podría acostumbrarme. Añade finalmente con una pequeña sonrisa. Pero en lugar de estrechar la distancia, la vuelve a separar. Parece que hacía falta algo más para encender la chispa en la morena.

Saco la petaca de mi chaqueta y le añado un poco de toque de madera al espesado café, rebajando la intensidad oscura para añadir un toque más rústico a mi bebida. Luego miro a los demás para ver si alguien quiere servirse un poco de ambrosía - ¿Desean un trago? No es la mejor bebida que he probado pero supongo que supera con creces a toda esa orina destilada que beben cada vez que atracamos en un espacio puerto.

Noto el calor bajando por mi garganta y cierro los ojos degustando la ira del alcohol abrasando mi esófago. - Nada mejor para matar neuronas y recuerdos desagradables.

No miro a la señorita Stark cuando por fin hace gala de su prenda, como siempre información ladina y casi tan irrelevante como si hubiese comentado el clima actual de cualquier absurdo planeta al otro lado de la puta galaxia. - Que extraño... - digo sin mirarla y cogiendo el mazo de cartas para barajar de nuevo - creía que en el ejército los soldados mataban, y los médicos de campaña... - muevo una mano buscando las palabras adecuadas, ya que decir que salvaban vidas era sin duda una exageración mayúscula - trataban de mantener con vida a los heridos. Pero no conozco ninguna tropa que sea entrenada en ambas tareas. Díganos señorita Stark, ¿en que ejército y destino se hacía semejante chapuza de no compartimentar las habilidades de los soldados?

Miro al resto y junto todas las cartas tras barajarlas con habilidad - Otra ronda... ¿no?

Al Capitán le llego deslizándose la taza de café de Faraday, que termino justo el recorrido antes de chocarse con la del mismo, casi con la habilidad de un barman. Apoyo el mentón en la mano y escucho como quería seguir indagando en la vida de Pecas. Como si le interesara o le fuera a decir algo. Para el piloto, el Capitán era un blanco mucho más jugoso.
Primero dígame un ejército no hacen chapuzas, Kaine. dijo, relajado y sonriente. ¿Por cierto, como sabe que los ejércitos funcionan de esa forma? Perdón, pensé que estaban regalando preguntas y respuestas y me agencie un par. ¡De las cartas, por las siete fortunas!

En vez de incomodarse, el Piloto puso ambas manos en la nuca y se relajo, acomodando el cuerpo como si el peso de ella no fuera significativo para el movimiento, acomodando a ella en el proceso de sentarse encima de el, frotándose un poco. Era un movimiento descarado y lo sabía, pero ella también estaba jugando.
El piloto miraba el cielo. ¿A eso llamas venganza? Se apoyo los codos, incorporándose parcialmente. Pensaba que eras peligrosa. Me parece que no es tanto lo que hay que temer de ti.
Se empezó a poner en pie, como si los cien kilos divididos por dos de ella no fueran en absoluto significativos. Cuando apoyo los talones, hizo un buen esfuerzo y los levanto a ambos, sujetándola a ella de apoyando la mano en la baja espalda, de modo que cuando se incorporo ella estaba a la altura de el, casi rodeándolo con ambas piernas.
¿Y de esta altura que tal? Por cierto, si quieres, puedo darte mas motivos para que quieras vengarte de mi.

Al final Jun abandonó la sala, negándose a participar en el juego junto al resto. Ahora ya no podía haber más excusas a la hora de responder, los que quedaban estaban allí por que habían decidido acepar el riesgo y pagar las consecuencias si perdían. Por eso David puso los ojos en blanco al escuchar la respuesta de la mujer. Tanta tontería con que Jun saliera de allí para que no escuchara sus secretos, y luego les salía con sus evasivas de siempre. Bien, pues si Nikita quería hacerse la culoduro, allá ella.

Observó al capitán barajar y cogió la mano que le correspondía en silencio, ajeno a la conversación que tenía lugar en la mesa. No tenían nada que aportar así que se entretuvo poniendo en orden correcto las cartas que tenía en la mano.

Salgo de la cocina, todavía escuchando la conversación de sus ocupantes a mis espaldas, y deambulo sin prisa por la nave, buscando con la mirada a Mister Mittens. Con la misma parsimoniosa calma, me aproximo al camarote de Aria, y golpeo la puerta con los nudillos suavemente.

-¿Amor? ¿Estás ahí?

Finalmente, Jun había abandonado la estancia tras la sugerencia de Stark, quien de nuevo había respondido con bastantes evasivas. También a mí me había resultado extraña la respuesta que había ofrecido al capitán, aunque no dije nada.

Tomé la nueva mano de cartas, esperanzado en que, en aquella ocasión, obtuviera mejores cartas, aunque no había manera. Dejé escapar un hondo suspiro.