Partida Rol por web

 En cuanto desapareces escuchas tras de tí los pasos de unas botas que corren por las escaleras hacía abajo, persiguiéndote. Al principio son dos, pero uno de ellos parece quedarse atrás y finalmente solo te persigue uno. Llegas a la calle, descalza, en una ciudad extraña y sintiendo como tu perseguidor te está ganado terreno, es el momento de tomar decisiones.

El corazón me late tan deprisa que siento que me va a estallar en el pecho. No entiendo qué ha podido suceder. No entiendo nada de lo que ha pasado. Pero no es momento de pensar, sino de huir. Ahora sólo me persigue uno de los hombres, y me aterroriza pensar qué pueden hacerme si descubren que soy aliada de Sugar, o de los federales o qué sé yo. 

La calle no está muy concurrida; es una ciudad elegante y en las ciudades elegantes la gente se desliza sobre el suelo con paso indolente y sin prisa, hacia lugares concretos; por lo que nunca se ven las aglomeraciones de las pequeñas ciudades fronterizas. Será más difícil perderme entre el gentío, especialmente con mi apariencia. 

Desesperada, miro a mi alrededor. Al otro lado de la calle hay una floristería repleta de cajas de madera y bolsas con hojas secas, así que me dirijo rápidamente hacia allí, sintiendo el duro y caliente asfalto bajo mis pies descalzos, y me oculto todo lo mejor que sé tras una pila de cajones apilados. Mi respiración se ha convertido en puros jadeos, y apenas puedo controlarla, por lo que me acuclillo sobre el suelo y apoyo la espalda contra un saco de tierra, cerrando los ojos. 

Que no me vea, que no me vea...

Ensordecida por el frenético bombeo de mi corazón, sólo puedo pensar...

...

¿Habrá sido Faraday?

Cuando entramos en el edificio, acepté la cecina que nos ofrecía la sirvienta, aunque hice un gesto de mano para rechazar la bebida. Lo que no rechacé, sin duda, fue el tabaco de mascar que nos ofreció Dumphy. No solía beber antes de realizar un trabajo, pero el tabaco de mascar siempre conseguía relajarme.

Escucho en silencio las palabras del que fuera casaca marrón. Tal y como suponía, el director del banco era un explotador sediento de poder y tierras, nada que no hubiera intuido ya. Puede que Dumphy no fuera un humilde granjero, pero sería siendo la víctima de aquella situación. Estábamos en el bando correcto, lo que implicaba que no sentiría remordimientos después de que diéramos un escarmiento a ese Blouse.

En el momento en que Dumphy mencionó que las escrituras que debíamos obtener se encontraban en la caja fuerte del banco, esbocé una ligera sonrisa mientras dirigía una mirada a Faraday. Al final íbamos a tener el robo al banco que habíamos propuesto desde el principio.

-Creo que esos veinte kilos suenan de maravilla -dije, mientras mascaba el tabaco, pensativo-. Aún tendremos que hablar con el Capitán, pero délo por hecho. Le conseguiremos esas escrituras. Como hijo de un casaca marrón e hijastro de un odioso federal de la Alianza, puede hacerse una idea de la ilusión que me hará atracar ese banco. -Sonrió, con picardía, mientras se preguntaba cuán distinta habría sido su vida de haber elegido ser un ladrón de bancos en vez de un cazarrecompensas-. ¿Qué opinas tú, Kovacs?

El tipo paso de largo sin verte, parece que le has despistado por ahora, aunque aún no puedes relajarte. Sabes que el otro anda cerca y que es posible que si no te encuentran, vuelvan sobre sus pasos para encontrarte. Necesitas un plan.

En cuanto escucho los pesados pasos del guardia de seguridad alejándose, alcanzo el intercomunicador que llevo guardado en el bolso y lo acciono, con dedos temblorosos.

-Tripulación de la Constanze, aquí Jun -no sé muy bien qué decir con pocas palabras, así que me limito a un somero y elocuente- S.O.S. Repito. S.O.S. ¿Alguien me recibe?

Miro a ambos lados como si aquellas palabras no fueran hacia mi. Luego miro a la joven recepcionista. Una seductora sonrisa se dibuja en mi rostro y doy un paso al frente sin dejar de clavar mis ojos en la chica.

- Buenos días señorita.

Mi nombre es Jonathan Walton (*) - digo mi nombre alto y claro, no lo suficiente para parecer egocéntrico pero si para que puedan escucharlo otras personas en la sala. - He venido a este sistema con ciertos intereses comerciales, es la primera vez que lo visito y si las negociaciones son fructíferas - señalo a la chica con un dedo mientras niego con la cabeza sin dejar de sonreír, como si fuese una broma privada entre ambos - y las opiniones de cinco de mis seis abogados dicen que lo va a ser... Creo que vamos a abrir un gran negocio en este lugar.

Levanto la mano restando importancia - disculpe, disculpe, no quiero aburrirla con temas de negocios. - Me apoyo en el mostrado ligeramente y bajo el tono de voz, hablando con un tono grave y confidente - Si las cosas van bien, puede que haga una gran inversión en esta zona, y no puedo consentir los insidiosos aranceles por transferencia desde los bancos del núcleo. Creo que lo más sensato sería abrirme una cuenta personalizada aquí a nombre de mi empresa y guardar suficiente capital para poder financiar los negocios durante al menos un par de años.

No quiero dar por seguro nada todavía, pero me gusta tantear el terreno antes de ir a una guerra. Quería conocer su banco antes de decidirme.

Miro mi móvil de forma distraída y miro con gesto serio a mi joven ayudante si no está recto como un palo. Luego vuelvo a mirar a la joven con una sonrisa arrebatadora - Si señorita, este suele ser el momento en el que se levanta y me preparan un buen café antes de mostrarme las instalaciones y convencerme de que las prestaciones de su pequeño banco local suponen un importante beneficio que supere las insufribles comisiones del 0,04% de la transacción que esos usureros del núcleo hacen a los pobres inversores de la Alianza como yo cuyo trabajo ha levantado este poderoso imperio.

El señor Dumphy los invitó a pasar al interior de su casa mientras esperaban a que pudiera reunirse con ellos. Le llamó la atención el cambio en su actitud, aunque lo atribuyó a que el tema que iban a tratar seguramente no era del gusto de nadie. David con una sonrisa la bebida que le sirvió una criada, aunque apenas le había dado un par de sorbos cuando Dumphy estuvo de nuevo con ellos.

Les explicó de qué iba toda aquella historia, y aunque el caballero distaba mucho de ser un humilde y honrado granjero, si se tomaba su parte de la historia como cierta, no había duda de a qué bando iban a ayudar. Aunque no los ponía a todos en el mismo saco de corruptos y avidos de poder y riqueza, David no sentía simpatía alguna hacia los altos cargos de la Alianza. Tras la guerra había renegado de ella y había emigrado a la frontera en un a-saber-de-qué intento de hacerse pagar a sí mismo por lo que había hecho y de ayudar a los vencidos a llevar una vida mejor, con escasos grados de éxito. Y si bien su idea era la de ayudar a la gente común, echarle a una mano a ese viejo general también le parecía una buena causa.

Dejó que el peso de la conversación lo llevaran Nathan y Bill, casi le dio un golpecito al piloto cuando le pidió una recompensa a Dumphy pero al ver que el otro no solo no ponía pegas sino que además les ofrecía una buena cantidad de amapola azul... Bueno, no sabía si sería una buena cantidad en cuanto a precio, pero viente kilos de semillas eran muchas semillas, lo dejó estar. Había sido un movimiento atrevido, pero así era Nathan. Oyó que Bill se dirigía a él, de modo que intervino - Lo del atraco no me hace especial gracia... pero, con este trato, de un modo u otro le conseguiremos esas escrituras. Puede contar con ello, señor Dumphy.

De repente oís un mensaje entrecortado por el intercomunicador, llega con interferencias y entre las interferencias oís una voz femenina distorsionada:

.............Constanze,...........-hay una breve pausa- .....Repito. S.O...... ¿......... recibe?

Un mensaje de radio os llega mediante el intercomunicador, la voz suena metálica y entrecortada, pero parece la voz de Jun Vasilis.

Tripulación de la Constanze, aquí Jun -Tras una breve pausa- S.O.S. Repito. S.O.S. ¿Alguien me recibe?

Tras sonar el mensaje la empleada del banco os mira con gesto desconfiado, mientras lleva su mano hacía la parte baja del escritorio.

Me extrañó escuchar aquella voz femenina que, al parecer, estaba pidiendo ayuda. ¿Sería la señorita Vasilis? ¿O Stark y el capitán habrían tenido problemas en su visita al banco?

-Aquí Spencer. Le recibo -transmití mediante el intercomunicador-. Hay interferencias. ¿Necesitan ayuda?

El piloto escucho como algunos se comprometían más de la cuenta, y decidió volver al cauce del rio interviniendo.
De Acuerdo General. Transmitiré su oferta a nuestro Jefe. 20 kilos de simiente de amapola azul, 50 kilos de comida fresca de pallas, dos cajas de tabaco de mascar y una caja del finísimo bourbon del que hace gala, general y nos encargaremos de que alguna botella le llegue a nuestro amigo en común, el buen viejo Donny. dijo, sumando al trato cosas que le eran insignificantes al terrateniente comparadas con la semilla de amapola, pero muy valiosas para una tripulación espacial con tiempo que matar en los viajes.
Recibieron una señal de auxilio, y Bill fue el primero en responder, aunque no estaba seguro de el conociera la jerga de uso, lo cierto es que su respuesta fue… apropiada.
Con su permiso, General. se levanto de la mesa, haciendo un gesto cortes, y un poco aparte, se llevo a Bill, para que ellos solos fueran quienes escuchaban el mensaje, junto con Kovacs..

Os miró afablemente.

Vayan, parece que una dama requiere de su auxilio. Dijo sonriendo con gesto magnánimo.

Un mensaje con voz masculina te respondió

-.......Spencer. ,...... -El mensaje tenía interferencias.-. ................. ayuda....

Me aseguro de que no hay nadie peligroso en los alrededores y avanzo hacia el final del callejón para salir al otro lado del edificio, en la calle paralela. Sigo descalza pero afortunadamente el largo del vestido lo disimula, por lo que espero encontrar algún aerodeslizador que pueda llevarme de vuelta al puerto. 
Al recibir el mensaje de Spencer, sin embargo, me detengo, y cojo el comunicador con las dos manos, apretando el PTT rápidamente.

-Repitan el mensaje, por favor. 

David casi se echó encima del piloto cuando empezó a recitar toda aquella retahíla de "bonificaciones" a lo que ya iban a cobrar de por sí, que no sería poco. Dumphy ya había sido bastante generoso añadiendo los veinte kilos cuando no tenía porqué hacerlo, así que mejor no presionar el asunto. Mejor aceptar los veinte kilos y no arriesgarse quedarse con nada... y con un contacto resentido si no conseguían cumplir lo acordado.

La llamada los distrajo a todos. Bill respondió a alguien que trataba de comunicarse con ellos, una mujer, pero había demasiadas interferencias para que la conversación fuera fluida. Nathan los llevó a un lugar apartado de los oídos de Dumphy por si eran Jun o Nikita y querían tratar algún tema confidencial, de modo que él se mantuvo a la espera de que aquella mujer siguiera hablando.

-Creo que es Jun -murmuré, recordando los grupos en los que nos habíamos distribuido-. Ella tenía que reunirse con Blouse para obtener información, e iba sola. Puede que haya tenido problemas con esa rata...

Dirigí una mirada de preocupación a mis dos compañeros. Sabía lo que yo haría para solucionar el problema de haber estado solo, pero ahora éramos un equipo y teníamos que pensar no sólo en la seguridad del grupo y de la Constanze, sino también en la resolución de nuestra misión.

-Deberíamos mandar un mensaje al capitán -le sugerí a mis dos compañeros, resoplando-. Si han capturado a Vasilis, esto puede salirnos muy mal.