Partida Rol por web

Diosa o demonio no me importa lo que sea.

Si, me aterra

si, me atrae

Si, quiero matarla mas que nada en el mundo.

En mis oidos resuenan los gritos de aquella noche, mi dolor y el de mis compañeros aprietan mis manos sobre la empuñadura. En mi mente el tajo esta claro. Puedo ver mi filo sesgando su cuello mientras mantiene la atencion en el elefante. Me gustaria recrearme mas con su sufrimiento pero ahora que se a convertido en una diosa, puede que no tengamos otra opcion de vencerla.

Al ver el evidente fracaso, el nómada decide hacer lo que mejor sabe....moverse hacia otro lado.
Apuntando a la diosa, dispara una nueva flecha y se aleja hacia la salida del templo, al menos hasta el sitio más alejado desde el cual pueda aun observar por unos instantes más el desenlace de la invocación de Perla.

 Thristan no comprendia bien la situacion, parecia mas un sueño que otra cosa, el habia logrado avanbzar bastante antes que uno de los minotauros lo embistiera y como era de esperarse, el filo de su arma se bañó con la sangre de la criatura antes de darse cuenta lo que estaba pasando. Un enorme elefante aparecia pero lo que mas le preocupo, fue la vision mas exquisita que jamas vio, era una demonio que no guardaba pudor, era la vicion mas bella y a la vez la mas terrible.

En nombre del padre, del hijo y del espiritu santo... dame fuerza para seguir...

Susurraba a si mismo sin saber porque dijo aquellas palabras, fue su instinto el que le pidio a gritos que resara meintras intentaba librarse de aquel minotauro. Aquella criatura de belleza indescriptible era peligrosa y a pesar de su belleza, el sabia que debian matarla sin importar el precio.

De esa forma una vez mas Thristan intentaba imponerse y con su espada bastarda bnuscaba dañar a aquel minotaruro, darle un final antes de continuar hacia la Demonio. El sabia que no estaba solo, el era conciente que era el mejor gladiador del pozo como tambien, era conciente que enfrentaria a algo terrible.

- Por Bel, y todos los dioses. Donde diablos me he metido. - las piernas le tiemblan al ver en lo que se ha convertido Perla - El destino me ha traido aquí, y parece que o salgo cubierto de gloria o con los pies por delante. Miralo por el lado bueno Diego, si sales de esta, tienes cerveza gratis acambio de contarlo durante unos cuantos años. Nadie me creera, pero seguro que les entretendrá.

- Hundra agacha esa preciosa cabeza - dice mientras hace girar un par de balines en su honda. Los dispara con un gesto seco. El primero parece bien dirigido, el segundo algo más desviado parece rebotar inofensivamente en su objetivo.

Sacando fuerzas de no sabéis donde, os enfrentáis a las bestias y demonios. Tanto de vuestra mente como los que tenéis delante.

Publius desecha sin miramientos al enemigo que tiene delante, herido y lisiado, agonizando de dolor, y salta por encima de él tras tirarlo al suelo, y carga directamente contra la enorme diablesa, preparando un golpe terrible, aprovechando que está entretenida con el elefante

 Publius descarga todo el poder de su enorme espada*, guiada por sus tremendos músculos animales sobre la diosa, cortándole a la altura del muslo. Un tajo tan profundo que llega hasta el mismísimo hueso de ese ser demoníaco. Del mismo golpe,ha cercenado varios de sus tentáculos, que caen al suelo sangrando una pasa verdosa y retorciéndose, mientras la diosa grita de dolor.

Eso es lo que necesitabais para alejar vuestros temores. Si sangra, si podéis herirla, tenéis una oportunidad.

Pero antes de eso, les toca el turno a los semblantes de Koptos, que no os lo piensan poner nada fácil. Cada uno de ellos pretende deshacerse de Moghcorb y de Thristan.

 Moghcorb esquiba el mazazo por pocos centímetros, pero al estar desarmado, es precisamente lo que él quería. Trhistán, por su parte, bloquea el golpe con el escudo, y contraataca, pero el semblante esquiva su espada con facilidad. Moghcorb, al contrario, se lanza sobre el semblante, agarrándolo de los cuernos. Moghcorb, de un alto, se pone detrás de él, atenazándolo con sus piernas, mientras se le marcan con fuerza todas las fibras de los muslos. Moghcorb aprieta con fuerza la cintura del minotauro para impedirle respirar, y con las manos estira fuertemente de los cuernos, retorciéndolos, tratándole de arrancar la cabeza con sus propias manos, mientras grita y maldice.

Hundra por su parte, trata de rodear a la diosa, para sacar la mayor ventaja del combate, suponiendo que Moghcorb y Thristan no tardarán en unirse a Publius y ella.

Diego, por su parte, se dedicaba a dispersar, aturdir y conseguir que las demás confesoras huyan a base de pedradas certeras en cabeza caderas y rodillas que poco a poco dejan a las chicas tendidas en el suelo, o huyendo a toda prisa.

Eban y Ahnknut se dirijen hacia la criatura invocada a través del camino que ha abierto el elefante entre sus filas.

Sigueme! tenemos que alcanzar el altar para tratar de revertir esto. Esa no es mi diosa, y no voy a dejar que profane este templo!

Le grita el Estigio al sanador Shemita, mientras tratan de llegar al estanque donde iniciaban la invocación, pero tiene que detenerse en seco cuando el animal que habia convocado Eban se detien y hace un tremendo estruendo con su trompa.

La diablesa ha contraatacado al animal. Tres de sus tentáculos serpentinos que brotan de su cabeza, a modo de cabellos, se han clavado en el vientre y cuello del elefante, con tal fuerza, que dos de ellos asoman por el lado opuesto al de la entrada, haciendo sangrar al animal. Con otros dos de sus mechones mantiene a Publius entretenido.

Ella, con una demostración de fuerza digna de su tamaño y su naturaleza agena a este mundo, retuerce los colmillos del elefante, hasta hacerlo desequilibrar, ahora que está eturdido por el dolor, y lo levanta mas de tres metros sobre el suelo justo antes de lanzarlo a través de la habitación contra el suelo, con la intención de aplastar a los dos Sabios, que no reaccionan a tiempo.

El animal cae sobre ellos, aplastándolos con todo su peso. Eban logra salir de debajo del enorme montón de carne y grasa, con algunos huesos astillados y articulaciones torcidas, pero Ahnknut está atrapado de cintura para abajo por el animal, que aun se mueve y se lamenta agonizando. El elefante debe de tener la cadera rota y sangra bastante.

Ahnknut, impotente, y flustrado por el dolor dice a Eban entre expresiones y gemidos de dolor:

Traeme el pergamino! Tendré ... CoF CoF! Tosió sangre. que desdifrarlo desde aquí...

Si ya es complicado descifrar un pergamino tan antiguo como aquel, y expulsar a un demonio de ese calibre al infierno que le corresponda, hacerlo con un elefante encima será todavía mas complicado.

Qué hacéis?

Y bien?

 TEnian todo en contra, por un momento la presencia del elefante habia sido algo alentador, disperso a las fuerzas enemigas y les dio la ventaja que tanto necesitaban. Thristan aun no comprendia que sucedia, estaban alli para buscar a una bruja y en cambio, lo que tenian delante era una criatura que atravesaba y abatía a un elefante sin esfuerzo alguno o al menos, esa imprecion le haia dado al rubio. 

Pero el estaba lejos aun y tenia otros problemas mas urgentes por el momento, aquel "minotauro" que parecia mejor luchador que muchos de los gladiadores que enfrento en el Foso y con aquel pensamientos, el solo podia sonreir pensando en el espectaculo que podrian estar dando... Era una lastima que no estuviera ese esclavista para lanzarle una espada.

Con fuerza Thristan intenta librarse de aquel semblante de una vez por todas, el caos habia dispersado a los enemigos "menores" y la prioridad era destruir aquella "diosa", algo que no podia dejar en manos de otros o al menos, no podia dejar que le robaran la gloria de demostrar que era el mejor.

Apartate!!!

Gritaba Thristan mientras daba un salto hacia el semblante abriendo su guardia para poder descargar con fuerza un golpe descendente con su espada, era como si el quisiera partirlo al medio, pero el rubio se conformaba con dejarlo herido de tal forma, que no pudiera incorporarse de nuevo.

Aquello era ya una guerra abierta, me importaba poco el resto. En mi cabeza solo estaba la idea de terminar con Perla.

Cargando fui a por ella con todas mis fuerzas. Muerta la perra acabaria la rabia, al menos eso pensaba.

Diego trata de distraer a aquellos con los que pelea Hundra en su afán de llegar a Perla, pero por miedo a darle a la cimmeria sus piedras salen muy desviadas.

Golpa a golpe, os abrís paso entre los enemigos, dejando a los semblantes moribundos en el suelo, bramando como un toro mientras lo sacrifican.
Las sacerdotisas y conjesoras se han dispersado o huído, y el Sumo Sacerdote de Derketo yace inmobil en el suelo junto el altar.

Publius, Thristhán, Hundra y Moghcorb rodean al ser demoníaco, que ahora podeis apreciar ante vuestras narices con todo su esplendor y horror.
Mientras Diego y Bît-Yakin disparan flechas y piedras a la cara, mas para distraerla que para herirla, los que están junto a ella lanzan golpes de espadas y hachas contra sus rodillas, tobillos, muslos e ingles. La piel de la demonia es dura como el hielo y suave como la seda fina, por lo que la mayoría de vuestros golpes resvalan o rebotan sin perforarla, pero de tanto en tanto abrís una brecha en su carne de la que mana un líquido de brillante como la plata pulida.

Mientras tanto, ella os ataca con sus garras, pisotones y sobretodo, con los tentáculos que le brotan del cabello, que os apresan y constriñen antes de lanzaros cruzando la habitación por los aires. Hundra por su parte salta sobre la espalda de la enorme figura femenina y trata de trepar por ella, buscando algún punto debil donde incar su espada, alguna arteria u órgano que pueda detenerla de una vez por todas.

La diablesa trata de lanzar conjuros y maleficios, pero su magia negra se disipa antes de completar los rituales y señas, debido a los golpes que le propináis.

Mientrastanto, el sabio estigio se encuentra atrapado bajo el peso del elefante moribundo. Anhknut tiene seguramente las piernas rotas, pero le ha dado las instrucciones precisas a Eban.

Eban corre por la gran sala, esquivando cadaveres y enemigos hasta llegar al altar, donde recoge el papiro que Urkenethets leía para llevar a cabo la invocación.

Mientras regresa hasta Anhknut, tiene que esquivar a Moghcorb que ha salido despedido por uno de los tentáculos y le ayuda a levantarse. Moghcorb se lo agradece y vuelve a la carga tras escupir al suelo y lanzar una maldición.

Al llegar hasta Anhknut, le entrega el pergamino. El Estigio lo lee con ojos ansiosos, pero nublados por el dolor.

-Tal como suponía. Eso no es nuestra Diosa. Urkenethets cometió un error guiado por su locura. HMMM Gruñó por el dolor de las piernas.Segun esto, ese demonio es Kara Prama, un ser impío que se alimenta de corrupción y de lujuria, amores rotos y engaños.

Eban, tienes que ayudarme. El acero no la detendrá mucho tiempo. Hay que revertir la invocación, pero solo no puedo...

Si tuviéramos la sangre de una virgen podríamos. Podríamos... Pero ya casi no quedan vírgenes en varias leguas de distancia. Tendremos que expulsarla.

Siguiendo las indicacions de Anhknut, los dos sabios inician un ritual a marchas forzadas. Su poder es insuficiente para completar correctamente el conjuro por lo que tienen que drenar parte del poder de las confesoras inconscientes y del elefante.

Cuando el combate casi está perdido, y vuestras fuerzas están llegando ya a su límite, una luz clara y cálida mana de las manos de Eban y Anhknut, unidas para sumar sus fuerzas. El haz de luz incide sobre la cara de Kara Prama, cegándola y haciéndola retorcerse de dolor, con un chillido que recuerda dos piezas de metal rasgándose.

El grito es tan ensordecedor que tenéis que deteneros un instante y taparos los oidos, pero Kara Prama no contraataca. De cada una de las heridas que le habéis hecho, una grieta de luz mana, expandiéndose poco a poco por su cuerpo, hasta cubrirla totalmente por una tela de arña hecha de luz que se va haciendo cada vez mas intensa hasta que estalla en llamas todo su cuerpo y explota en cientos de pedazos de carne verdosa, suave, cubierta del líquido plateado y llamas rojas, que podrían caberos en la palma de la mano si fueseis tan estúpidos como para recogerlas.

Cuando alzáis la vista, Perla está suspendida en el aire, con el cuerpo lleno de heridas, en los lugares análogos en su cuerpo a los que habiais dañado en Kara Prama. Perla , tras un instante en el aire, cae al suelo dándose un fuerte golpe y quedando tendida allí.

Perla parece que aun está viva, pero inmobil, desangrándose en el suelo y respirando con dificultad. Vosotros estáis heridos, magullados y agotados, pero el combate ha terminado y tratáis de recuperar el aliento.

Ahnknut sigue atrapado bajo el elefante mal herido, Urkenethets sigue inconsciente, y las confesoras que aun quedaban en la sala huyen tratando de no quemarse con los fragmentos en llamas de la diablesa.

Qué hacéis?

Bit, arco en mano y con una flecha aun presta, se adentra una vez más a la gran sala en donde ocurriera el ritual. Al ver que las cosas se han calmado, guarda la flecha y se cuelga su arco shemita, mientras esquiva a las confesoras que huyen acercandose hacha en mano al cuerpo de Perla.
Sorprendido, sin habla, observa unos trozos de fuego que arden sin consumir nada, y con curiosidad por el extraño fuego divino acerca el filo a las llamas, arrastrandolas por el suelo como si las barriera.
Increible. Murmura con voz queda, y sigue caminando hacia la mujer tatuada.

Al ver a Hundra algo magullada cerca del cuerpo inconsciente de Perla, mira hacia Akhnut y dandole una palmada en el hombro, que no le produce más que dolor, murmura...
Lo siento, pero no he dejado muchas virgenes por aqui cerca...y puedo asegurarte que Hundra no lo es...

Y asi, hacha en mano, el nomade se dirige hacia Perla...

 Habia sido una buena batalla, esa era la impresión de Thristan a pesar de apenas haber comprendido lo que sucedio, alli pasaron tantas cosas juntas, que solamente sirvieron para confundirlo mas pero aun asi, habia sido una buena batalla. Su escudo estaba en malas condiciones, el filo de su espada mellada y aunque no tuvo tantas heridas como algunos de los desconocidos, sentia el sabor de la sangre en su propia boca.

Aquel templo habia quedado destrozado, nadie mas se les oponia mientras que entre los heridos y muertos parecia dominar el silencio. Aun asi aquella criatura impura estaba tirada ante ellos, tanto poder tenia y aun asi fue derrotada por ellos. Tal vez si habia un dios observandolos, pero sea cual sea la verdad, la razon por la que reconocio algunas palabras que no recordaba haber escuchado nunca o como es que Pubilos termino yendo a ese sitio, ellos aun tenian que darle final a esa criatura.

Terminemos con esto antes que se levante de nuevo.

Comentaba caminando decididamente hacia Perla, siguiendo la iniciatiba de uno de esos hombres que no conocia y sabiendo que seguramente, pensaba lo mismo que el. Alguien asi no podia existir, menos si era para esclavizar y someter usando su poder "superior".

- ¡Quieto donde estas, niñita!.- Gruño Hundra levantandose adolorida del suelo, no tenia heridas visibles pero estaba segura de que algun hueso se le habia roto por dentro, le dolia el costado, las costillas, la espalda... pero se mantuvo en pien. No dejaria que otro le robara su merecida venganza.- Perla es mia... pero primero hay que deshacer el maldito encantamiento. 

- Bit... no se porque te jaztas de saberlo tambien, por lo que aguantaste no sera....- Miro al viejo atrapado sabiendo que posiblemente perdiera las piernas, aplastadas por la bestia. No sabia como quitar a ese bicho de alli pero otra idea se le ocurrio.-¿No tienes ningun encantamiento para que me vuelva a salir el virgo?.- pregunto con interes.- Si sabes hacer eso yo misma te sirvo, si no es asi me temo que tendremos que buscar un bebe porque en esta ciudad pierden la virginidad antes que los dientes de leche.

Estoy extenuado, al borde del desmayo. El ritual no sólo ha drenado todo mi poder si no también toda mi energía. El pecho duele horrores al respirar. Mentalmente hago un repaso de mi estado actual. Varias costillas fracturadas, un hombro dislocado, unas cuantas contusiones y varios tajos adornan mi cuerpo. Pero Anhknut aún está mucho peor que yo. Debemos sacarlo de debajo del elefante o tal vez no sobreviva.

Sé que los demás están tan agotados como nosotros y que aún Perla vive. Alguien tendrá que encargarse de ella. Mientras, me acerco al sacerdote para darle unas palabras de confort antes de moverme otra vez.

-Resiste Anhknut. Lo peor ya pasó. Ahora encontraremos la manera de sacarte de aquí. Gracias por salvarnos.

Me levanto con dificultad. Todas la sarticulaciones me duelen y las heridas que comenzaban a cerrarse vuelven a sangrar. Miro a mi alrededor. Necesitamso algo con qué hacer palanca para mover esa mole de allí. Por todos lados hay restos de columnas de piedra destruídas, estatuas que ahora yacen en el piso, candelabros rotos... pero no veo nada que pueda servirme para quitar al menos en parte el cuerpo del elefante caído.

Cuando estoy a punto de darme por vencido mis ojos topan con el madero que sirve de traba para la gran puerta del templo. A toda la velocidad que puedo, voy en su búsqueda. -¡Necesito ayuda! No podré cargar yo solo con el madero para correr el elefante. ¡Vamos! ¡La vida de Anhknut está en peligro!