Partida Rol por web

Sopa de Elegidos

El Puchero

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09/09/2008, 11:38
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Bienvenidos al Continente. A sus habitantes les gusta llamarlo así, El Continente, aunque son perfectamente conscientes de que más allá del mar que los rodea hay trozos de tierra demasiado grandes para llamarlos islas. No obstante, cuando los primeros navegantes temerarios arriesgaron sus vidas (y unas carísimas naves) para explorar nuevas tierras, se encontraron con que los demás habitantes del mundo ya habían escogido nombres para sus tierras, todos flamantes y cuajados de consonantes y apóstrofes, y a nadie se le había ocurrido un nombre más sencillo y genérico.

En un principio, el Continente estaba dividido por unas líneas invisibles. Un acuerdo tácito entre especies aseguraba que nadie rebasara los límites de sus tierras, a riesgo de perder la cabeza de un mazazo tácito por parte del invadido. Más adelante, conforme los humanos se fueron asentando, tuvo lugar la inevitable mezcla étnica y el racismo dejó de ser tácito, lo cuál resultó mucho más divertido para las especies más fuertes y proclives a la violencia, mientras que en el caso de las más pacíficas y blandengues desembocó en el nacimiento de términos como "comercio", "diplomacia" y "sociedad de bienestar".

En un imaginario juego de las pajitas, el asentamiento multirracial que resultó sacar la pajita más larga (el resto eran todas cortas) fue la Ciudad de Aleathán, que gozó de las numerosas ventajas de ser nombrada ciudad capital. También había inconvenientes, pero como resulta lógico, nadie gozó de ellos, más bien al contrario.

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09/09/2008, 12:02
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El Glorioso Levantamiento del Sexto Invernal, como aún hoy se recuerda la fecha en que estallaron las tensiones sociopolíticas en Ciudad de Aleathán, dio paso a una de las resoluciones más celebres y aplaudidas por el pueblo: la división de poderes.

El poder dejaba de concentrarse en el rey, para fragmentarse en un montón de consejerías, presididas por sus correspondientes funcionarios públicos, nombrados por voto popular y secreto*. De este modo, se garantizó que uno pudiese recibir sobornos por parte de todos los candidatos y acabar votando al que le diese la real gana. Gracias a este sistema, el capital se distribuyó algo mejor entre las clases altas y las bajas, y el pueblo enseguida volvió a la calma.

En principio, la idea de las consejerías era trabajar cada una por su lado y poner las cuentas en claro los unos con los otros en una asamblea que se celebraría dos veces al año. Como se partía de la idea general de que nadie valía más que otro, los consejeros hacían poco menos que lo que les venía en gana durante todo el año, y a ver quién era el guapo que los señalaba con el dedo en la asamblea, si nadie tenía potestad para llamarlos al orden.

Esta situación de vacaciones perpetuas duró hasta que el alcantarillado de la ciudad empezó a dar problemas, los precios se dispararon hasta el abuso en pro de la “libertad de comercio”, la milicia aleathana dejó de contar con nuevos reclutas, la delincuencia estuvo a punto de ser un oficio bien visto socialmente y, en pocas palabras, que se mascaba la decadencia, y el pueblo no lo podía arreglar retractándose, pues eso conllevaba desenterrar al rey, pegarle la cabeza al cuello con resina y sentarlo de nuevo al trono.

Este momento fue aprovechado por la vecina localidad de Alto Gevad. Esta había sido separada de Gevad Menor medio siglo antes, precisamente para evitar revueltas campesinas como la que había conducido a Ciudad de Aleathán a su situación actual. Los burgueses se construyeron una ciudad nueva y dejaron que los campesinos se quedaran con la tierra que tanto reclamaban para el que la trabajaba. A cambio de un diezmo periódico, por supuesto. El gobierno de Alto Gevad, consistente en un gobernador, un consejo general formado por militares de alta graduación, importantes figuras eclesiásticas, gente cualquiera con dinero para pagarse un puesto en el gobierno y algunas personas trabajadoras y aplicadas para terminar de llenar por completo la Sala de Consejo, que había sido construida con más asientos de los necesarios, decidió proponer una alianza a Ciudad de Aleathán. De este modo, Ciudad de Aleathán lograba algo de orden, y Alto Gevad pasaba a formar parte de la capital de la región, hinchándose sus arcas como la vejiga de un asiduo de tabernas. Así nació la Entente.

Una de las primeras soluciones que se impusieron fue la creación de un nuevo puesto de bigobernadores, a razón de uno por ciudad, que ejercerían el papel de conductores de los demás consejeros y se cuidarían de mantenerlos a todos en el redil. Estos, a su vez, propusieron la creación de un nuevo sistema de control sanitario y económico destinado a regularizar la atención pormenorizada a cada rincón de la ciudad. Y más adelante, de la región. Y poco a poco, este nuevo sistema fue recopilando obligaciones conforme los consejeros descubrían lo cómodo que era asignar su trabajo a otros sin que su salario se resintiese. Así, paulatina e inadvertidamente, fue como los corregidores fueron ganando poder.

Notas de juego

*El rey también se fragmentó, sólo que en dos únicas partes.

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09/09/2008, 12:23
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Nuestra historia comienza en Gevad Menor, La Granja del Continente. Se trata de una población humilde y trabajadora, destino de comerciantes únicamente. Tranquila a partir de la puesta de sol, cuando incluso las tabernas cierran, pues las gentes están agotadas y prefieren volver a casa en lugar de pintar la mona. La noche en Gevad Menor es, por tanto, el momento ideal para tratos al margen de la ley, acuerdos de dudosa moralidad y, bueno... también se puede dormir en paz, sin griteríos etílicos ni peleas nocturnas. Pero eso no es precisamente lo que os ha traído aquí.

Ya sabéis, está ese asunto del ejército del oeste. Alguna clase de tarado, vestido con una armadura blanca, se ha dedicado a atraer hacia sí todas esas criaturas que uno asocia con trifulca, invasión y guerra: orcos, trasgos, ogros, osgos... e incluso algunas que no parecen variaciones de un mismo vocablo. El tarado en cuestión se hace llamar El Titán Impecable. Desembarcó hará un año y medio y desde entonces no ha hecho nada salvo provocar rumores. Nada que justificase la intervención de La Entente, aunque ganas no faltaban.

Sin embargo, su avance ha comenzado. Ya han caído varias poblaciones, y a cada paso que da, la Horda Impecable parece crecer y fortalecerse. Las tropas están listas para la defensa, todo el Continente se halla en estado de alarma general...

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09/09/2008, 12:42
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... ¿y qué tiene que ver todo eso contigo, Ezhelmer? Bueno, como muestra viviente de la unión racial (aunque una de tus etnias te echase a patadas), sientes que podrías hacer algo. No luchar en el frente, por supuesto, no eres más que un bardo. Pero algo a menor escala, quizá la nota discordante en la orquestada sinfonía del Titán Impecable...

De acuerdo, aquel tipo se presentó como un mensajero del corregidor O'Malley, indicándote este lugar y esta fecha, y dándote quince piezas de oro a cambio de nada, como muestra de credibilidad. Ningún hombre de a pie ha oído hablar sobre el corregidor. Sin embargo, los bardos no se rigen por los canales de información normales. Has sabido que O'Malley ostenta el cargo de corregidor de forma solapada. Es una especie de hombre de confianza del gobierno de la Entente, al que siempre se utiliza en situaciones desesperadas, cuando se considera que la publicidad sería contraproducente.

En pocas palabras, evita escándalos y se asegura de que la basura esté recogida.

Llegas a la desvencijada puerta y golpeas con los nudillos en la puerta. Esta se abre, regalando a tus oídos una breve serenata de bisagra oxidada. Un hombre bien armado te abre la puerta.

Pasad, os esperábamos. La reunión dará comienzo en cuanto estemos todos.

Entras a lo que antaño fue una taberna. La barra, los anaqueles y la chimenea se encuentran en bastante buen estado. Las mesas y taburetes han sido dispuestos en una larga fila. Tomas asiento y esperas. Has sido el primero en llegar.

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09/09/2008, 13:08
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... mal momento para llenarse el bolsillo, señor Mirthern. Nadie contrata asesinos cuando los ojos de la sociedad están vueltos hacia todo un ejército. Empiezas a desesperarte mientras tu daga se embota en su funda, y has tenido que recurrir al hurto, algo tan bajo que te avergüenza profesionalmente hablando. En tu último trabajito, te diste el capricho de apuñalar a la víctima, por aquello de no perder práctica. ¡El estúpido acababa de dejarse todos sus ahorros en dos malditas pociones de curación! Pero también llevaba encima una nota, algo que te interesó... garabateado en un pedazo de pergamino, el pobre diablo había escrito lo siguiente:

Corregidor O'Malley. 400 oro. Cuarto Creciente.

Como delincuente, sabes que la taberna abandonada El Cuarto Creciente se utiliza en Gevad Menor para asuntos turbios. No tienes ni idea de quién puede ser ese maldito corregidor, pero sí sabes lo que son 400 piezas de oro. Has pasado la última semana visitando la estúpida taberna cada noche, hasta que por fin, parece haber movimiento...

Llamas a la puerta y cuando el zángano armado te abre, anuncias que has quedado con O'Malley. Este se retira y te indica que te sientes. Hay un semielfo con pinta de bardo sentado en una de las viejas mesas de la taberna, que han sido colocadas en fila, como para configurar una mesa de asambleas.

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09/09/2008, 13:33
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Al poco, entra en la sala un enano con ropas extravagantes, sombrero de ala ancha rematado con una pluma y unas pronunciadas ojeras y toma asiento. Después entran un par de elfos con ropa de exploradores y armados como tales.

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09/09/2008, 13:35
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... y tu bosque, en particular. Los sabios de tu tribu calculan que en tres meses La Horda habrá llegado hasta allí, y si consiguen reunir a la superpoblación de trolls que viven bajo tierra, tu comunidad será historia. Te enviaron junto a otros tres vigilantes y un diplomático para hablar con el gobierno de la Entente en Ciudad de Aleathán. Sin embargo, en momentos así, los asaltadores de caminos se aprovechan del movimiento de tropas para burlar las patrullas. Tu grupo fue exterminado y sólo quedaste tú para completar la misión.

A una semana de llegar a tu destino, diste con Ladanul Veemsen, un explorador elfo, proveniente del oscuro Bosque de Lerna. Se había citado con un corregidor en Gevad Menor, para tomar parte en una importante labor concerniente a La Horda Impecable. Quizás, te dijo, el corregidor podría transmitir tu mensaje de auxilio al gobierno de la Entente con mayor presteza y eficacia que si lo hicieras tú mismo, un cero a la izquierda en labores diplomáticas.

Desde entonces, habéis sido compañeros de viaje. Al anochecer, llegáis al lugar de la cita: El Cuarto Creciente, una taberna abandonada. El tipo armado que os abre la puerta os indica una fila de mesas a la que ya hay sentadas varias personas de variados aspectos.

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09/09/2008, 13:48
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... íbais a cambiar el mundo. Él y tú. Sus ojos, al contrario de aquel que eligieron tus padres años atrás, reflejaban amor por ti. Te enseñó a controlar tus poderes y te enseñó una magia mucho más importante y plena: la de la pasión.

Recuerdas la Torre Pálida, donde os acogieron. Donde podíais explorar los caminos de la magia, y vuestros propios y sinuosos caminos internos. El primer sitio al que pudiste llamar "hogar" desde tu huida desesperada. Recuerdas cómo aquella tarde, mientras yacíais juntos en la misma cama, compartiendo un silencio lleno de significados, sus caricias se interrumpieron cuando el estruendo azotó el lugar.

Esa criatura misteriosa, el Titán Impecable, estaba allí. Seguido de criaturas terribles guiadas por una insaciable sed de destrucción. Asesinaron a todos cuantos allí se encontraban, aprendices, maestros y sirvientes. A vosotros os cogieron poco después, y aunque os deshicisteis de unos cuantos, no fueron suficientes. Recuerdas despertar rodeada de cadáveres y aspirar el asfixiante hedor de la carne quemada.

Te arrastraste fuera de la pira antes de que el fuego se cebase contigo, sabiendo que detrás de ti dejabas todo aquello que, por última vez en tu vida, te hizo sentir feliz. Ni siquiera pudiste despedirte de él, ni darle un último beso. Pero preferiste vivir para vengarte. Harás todo cuanto esté en tu mano para que su muerte, y todas las de los habitantes de la Torre Pálida, no queden impunes.

Y algún día te reunirás con él. Y nada volverá a separaros.

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09/09/2008, 14:01
Kenneth O Malley
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Muy bien, señorita. ¿Preparada?

El corregidor O'Malley te dirige una de sus enigmáticas sonrisas. Nunca sabes si se está burlando de ti, si es simpatía lo que muestra, o quizás un rictus de preocupación que intenta disimular. Tiene un aspecto joven y demasiado excéntrico como para ocupar un puesto importante en el gobierno de la Entente, pero perfecto para estas situaciones al margen de la ley.

Parece que ese cabrón se ha dedicado a eliminar a cuantos lanzaconjuros encuentre, así que no puedo permitir que te hundas por un puñado de recuerdos. Todos hemos perdido algo, y te aseguro que vamos a perder mucho más. Arriba esos ojos, Iris. Cuando salgas ahí, quiero que nadie dude de tu grandeza.

Te recogió dos días después del ataque a la Torre Pálida. Estabas al borde de la muerte, y él se encargó de cuidarte. Ignoras si sus atenciones se basan totalmente en puro interés por tu condición de hechicera, o si en el fondo O'Malley es una persona compasiva. Si bajo esas ropas demenciales, late un corazón enorme.

Esa noche estáis en la taberna abandonada El Cuarto Creciente, en Gevad Menor. Sabes que hay una reunión de urgencia y que eres parte importante de ella, pero no se te ha revelado nada más. Ahora mismo estás en lo que antaño fue una trastienda, una suerte de cuarto polvoriento con una mesa desvencijada y aparte de la silla de O'Malley y la tuya, hay otras dos, desocupadas. Dos hombres armados montan guardia tras la cortina que lleva al salón de la taberna.

Aún queda un rato hasta que lleguen todos. Es probable que muchos no vengan, pero ya contamos con eso...

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09/09/2008, 14:11
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... entras en lo que antaño fue la taberna del Cuarto Creciente, en Gevad Menor. Desde que salvaste la vida del corregidor O'Malley en aquella accidentada travesía por el Bosque de Lerna —imbécil, cualquiera sabe lo peligroso que es ese bosque, de no haber aparecido tú en escena, lo habrían devorado aquellas arañas punzón, como al resto de su comitiva—, se ha asegurado de mantenerte a su lado como guardaespaldas en viajes peligrosos. El resto del tiempo, te has asegurado tu buen nombre en los alrededores de Gevad Menor como protector desinteresado. Aunque tu aspecto sigue siendo imponente para todo el mundo, son conocedores de tu buen hacer y has alcanzado el grado de héroe.

Últimamente, las cosas se han precipitado con todo eso del Titán Impecable y su horda. O'Malley tiene un nuevo cometido, para lo cuál ha citado a un grupo diverso de gente en ese local abandonado. Junto a él, está esa hechicera, Iris, por la que crees que siente algo más que interés profesional.

El hombre de la puerta, Jeremiah, te hace una señal. Parece que ya puede comenzar la reunión. Entras en la trastienda, donde sentados a una mesa desvencijada encuentras a O'Malley, con su aspecto de golfo juvenil, y a Iris, una hermosa y delicada humana rubia con aspecto de modelo para tallas en mármol blanco.

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09/09/2008, 14:20
Kenneth O Malley
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¿Sí, Xet? —digo, sonriente, al ver entrar a la criatura.

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09/09/2008, 14:22
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La sala se va llenando poco a poco de viajeros con pinta diversa. Sin embargo, y aunque muchos de ellos vienen por parejas, hay un silencio sepulcral.

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09/09/2008, 14:24
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La criatura que ha entrado responde al nombre de Xet Buru. Es una criatura muy extraña, parece el resultado de cruzar un semiorco y un carnero. Mide unos ocho pies y, aunque nunca lo has visto en acción, deduces que debe de ser un luchador con experiencia.

Se trata del guardaespaldas de O'Malley, y aunque habéis coincidido muchas veces, nunca os habéis dirigido la palabra.

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09/09/2008, 14:17
Iris Networth
Sólo para el director

Levanto la mirada y observo a O'Malley, por una parte deseo poder vengarme, acabar con ese cabrón y vengar de esta manera la muerte de él, no hay día en que no lo tenga presente, pobla mis sueños el recuerdo de esa destrucción...

Se que si no hubiera perdido la conciencia ahora mismo estaría a su lado, me siento débil aunque dentro de mi bulle el odio, y el fuego de la venganza.

Paso el dorso de la mano por mis ojos, para borrar toda huella de lágrimas, suspiro profundamente, si, creo que estoy preparada...

Estoy preparada, aunque todavía no me habeis explicado a que se debe todo esto, que es lo que esperais de mi.

Juego un poco tamborileando con los dedos sobre la mesa, impaciente...

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09/09/2008, 15:43
Ezhelmer
Sólo para el director

mientras esperan a la reunión, Ezhelmer coge su laúd y toca una alegre y melódica canción, y así romper el silencio, que aunque la cosa esté tan mal, una canción nunca viene mal (según la forma de pensar de Ezhelmer) esperando recibir alguna monedilla.

Cuando la canción finaliza, Ezhelmer saluda alegremente a los presentes, uno a uno. 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d20(+10)
Motivo: interpretar (laud)
Resultado: 7(+10)=17

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09/09/2008, 15:57
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El semielfo que ya estaba en la sala cuando fueron llegando los demás entona una melodía con su laúd. Lo hace bastante bien, tanto que se puede percibir en su música algo más que un mero talento musical... está claro que es un bardo. Y uno bastante bueno.

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09/09/2008, 16:38
Oréganon
Sólo para el director

Oréganon entró en la taberna abandonada y se sentó a escuchar al bardo tocar. Tiene talento. Se saca su cantimplora con agua fresca y se echa un trago para remojarse el gaznate, estaba cansado ya de andar.

Notas de juego

Cuando dinero dices que tenemos?

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09/09/2008, 16:45
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Cita:

Desde entonces, habéis sido compañeros de viaje. Al anochecer, llegáis al lugar de la cita: El Cuarto Creciente, una taberna abandonada.
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09/09/2008, 16:52
Inuil Ebdrath
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Me inclino para hablar con Oréganon.

Ve con cuidado, hay tipos aquí que no me gustan nada. Ten las armas a mano, por si acaso.

Me siento y hago una seña a mi compañero para que se siente conmigo. Como el bardo tiene pinta de inofensivo, me siento a su lado.

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09/09/2008, 16:55
Oréganon
Sólo para el director

- No hay de que preocuparse, aqui todos venimos a lo mismo.- Contesta Oréganon. Su compañero podia ver como su mano estaba a menos de medio palmo de un cuchillo arrojadizo.