Partida Rol por web

El V6 de Anderson espera en el aparcamiento, rodeado por la docena de flamantes aero-coches patrulla pintados de negro y blanco. Es una carraca vieja cubierta de óxido en las juntas.
Los muretes de hormigón rodean el patio de forma triangular y un guardia civil opera en la entrada controlando el tráfico desde el centro del cruce, de pie en el interior de un círculo pintado sobre el asfalto.

Os montáis y Anderson enciende el motor de repulsión, las tres delgadas patas de cabra se recojen y el vehículo queda flotando a metro y medio, es viejo y el es de los que calientan el aire de debajo deformando las imágenes.

Roy conduce, por supuesto, moviendo el volante con la dejadez de la experiencia. Giráis al oeste por Morton street empezando la ruta de patrulla. Whazlewood es una ancha avenida, con un parterre de árboles separando las dos direcciones de cuatro carriles y rodeada por algunos barrios de viviendas en domos de doce pisos. Al final, empalma con la gran autopista del paralelo 53, que atraviesa la capital y lleva al continente sur.

Mientras el V6 acelera por la larga recta, se pueden ver los altísimos abetos en fila de a uno del centro de la calle. Éstos árboles fueron los primeros en usarse para la terraformación en los planetas mineros del sistema y de ahí su utilización y extensión.
Los edificios de techo negro y fachadas color canela, ligeramente tintados por el polvo de azufre que sueltan los camiones de transporte.
Os deslizáis veloces sobre el asfalto negro mientras las marcas blancas indicadores pasan como borrones y se pierden detrás vuestro. El viento es gélido, un frente frío que baja de las montañas por las mañanas.

El V6, ligeramente inclinado hacia adelante ronronea apaciblemente repeliendo la fuerza de gravedad. Al fondo, la autopista P53, la gigantesca arteria de NJ, de varios kilómetros de ancho y que conecta los puntos industriales y comerciales más importantes del planeta, al llegar a la capital, sus carriles se dividen en estrechos corredores elevados entre los edificios, que sortean y zigzagean las construcciones, enredados en una enmarañada red de carretera y raíles de tren sobre urbano.

Roy conduce por el empalme, una rampa de hormigón que lleva a las vías de asfalto elevado, sujeto sobre columnas hercúleas y cambia de rumbo para ir al barrio antiguo, donde está el Tagliattelas, un local picante del Recodo Bohemio perteneciente a ese Vinie, supuesto amante de la música y pedante en extremo.
El barrio antiguo es el más peligroso y descontrolado de la ciudad, al menos de noche. Y el Tagiattelas es un viejo negocio de siglo y medio de existencia conocido por ser el agujero donde se cierran más tratos de negocios por noche. Traficantes, mafiosos, contrabandistas, matones y asesinos se dan cita en ese cubículo retro con pista de baile para comentar amigablemente sus asuntos. Terreno neutral... excepto para la poli.

 Desde luego no es buen lugar para pasar la noche- digo al sobrevolar por el lugar. Drogadictos, camellos,... toda la escoria junta- al menos para un poli.- iba a comentar algo más, pero es mejor que lo reserva, dado el "buen" carácter de mi compañero.

Me recuesto en mi asiento, esperando a que aterricemos de una maldita vez. Tengo ganas de estirar las pierna y un poco de marcha si puede ser.

La cabeza todavía le da algunas vueltas mientras conduce tranquilamente, de manera rutinaria, el viejo vehículo sobre la carretera de aquella ciudad. Con una mano toma el frasco de aspirinas y lanza un par en su boca, las cuales ayuda a bajar con un poco del Café de “Al`s” que había sobrado del desayuno.

-Necesito aire – piensa mientras enciende un cigarro y baja la ventanilla. Si bien escucha a su nuevo compañero, presta poca atención, simplemente no le contesta, sigue conduciendo rumbo al Tagliattelas.

- Tu arma y tu placa – dice al rato, rompiendo el silencio, casi llegando a su destino – no las muestres a menos que te lo diga – lanza una fugaz y penetrante mirada a Alexander, para luego volver a posar los ojos en la carretera – de hecho... no hagas nada que yo no te diga que nada... te comerán crudo.

 Sonrió ante su comentario. ¿De verdad piensa que voy a sacar mi arma y mi placa en esta zona? Verdaderamente piensa que soy un novato.

No se preocupe, sabré apañármelas- cierro bien mi chaqueta ocultando mi pistola- bien, cuando usted diga, jefe

-Eso espero – contesta de manera seca mientras vuelve a mirar al frente, aunque realmente duda de que eso sea verdad. Se le ve muy verde, seguramente no duraría un segundo ahí afuera. En cualquier otra ocasión seguramente le pondría a prueba, lo mandaría a algún bar de segunda, algún antro, a ver como resuelve algún problema menor. Solo por diversión, claro. Pero no se encuentra de humor esa mañana, como de costumbre, por lo que continua conduciendo sin decir mas, directamente a su destino, pero sin prisas – Maldita jaqueca – piensa mientras se lleva una de las manos a la sien.

Aparcáis el V6 delante del Tagliattelas, que está situado en una ancha avenida central cubierta de adoquines y por la que los peatones pueden circular libremente. Es por la mañana y de la fiesta nocturna solo quedan los restos; basura, suciedad... el servicio público se afana en limpiarlo todo a pesar de que a la mañana siguiente estará exactamente igual. Los "aspiradores" avanzan por los laterales portando las largas mangueras de succión mientras el aero-camión se mueve lentamente con su ruido característico. En este barrio les acompaña una patrulla de la policía que les sigue a poca distancia.

Una vez el motor de repulsión se detiene y el V6 se sostiene sobre sus patas de cabra, bajáis y os dirigís al local. Hay un bonito cadillac aparcado en la entrada y en la fachada algunos carteles que prometen chicas bailando en su interior.

El interior es rancio, decadente. Al fondo hay una sala de baile con una bola de hologramas en el techo, mesas empotradas en la pared de la izquierda y otras tantas mesas redondas con taburetes estrechos y altos repartidas por aquí y por allá. A vuestra inmediata izquierda está la barra, que es larga y llega casi hasta la pista de bail; allí está Fred secando vasos con un trapo, es uno de los camareros del bar junto a ese hombre-pulpo que tanta gracia le hace a los que acuden por primera vez. Es difícil ver a un metalópodo fuera de su mundo natal.

Vinie debe estar por alguna parte, es el dueño.

 Finalmente nos detenemos en lo que parece ser nuestro destino: un tugurio de mala muerte. Desconozco cual son las intenciones de mi compañero tras llevarme aqui (de echo, desconozco por completo que diablos hacemos aqui), por lo que decido esperar a que actue primero Roy.

Roy baja del coche a medida que tira el cigarro a medio terminar y cierra la puerta de un sonoro portazo. Aquel lugar... puede decir que, en cierta forma, le agrada. No es bonito, pero es de su estilo, o tal vez pueda ser que ya se va acostumbrando a los lugares de esa calaña.

-Vamos – le dice a su compañero mientras se adentra en aquel antro. Observando, de manera casual, los alrededores de ese sitio, las mesas y a sus ocupantes, mientras se acerca a la barra y toma asiento. Vuelve a echar un vistazo rápido, para luego mirar al cantinero mientras golpea la barra levemente con sus dedos.

- Lo de siempre – le dice. Y ya se daba a entender que no viene al lugar solo por un trago, quiere ver a Vinie... ademas del trago.

-Marchando un Babaluma*. -Dice Fred mientras echa un liquido verde-azulado-transparente mas o menos denso en un largo vaso de cócteles y añade dirigiendose a Alex. -¿Y usted, señor?

Los taburetes son de bambú sintético y tienen quemaduras de colilla y otros descosidos y desperfectos.

-Enseguida estará aquí Vinie.

- Genial... - dice mientras toma el trago y lo acerca a el. Observa aquella cosa con detenimiento, revolviendo con la pajilla que lleva adentro. Si el color y la consistencia de aquella cosa ya le parecen repugnantes, entonces el saber de donde proviene hace que su interés sea nulo. Y eso es difícil para el tratándose de un trago.

- Esta cosa es maravillosa – le dice a Alex, sin observarle, mientras aleja el vaso de el – la miras unos segundos y te quita las ganas de beber durante toda la mañana.

Y es cierto, solo por eso la pide. Levanta la cabeza mientras busca a Vinie con la mirada. No quiere tardarse demasiado, cuanto antes termine su ronda mejor, tiene planes para esa tarde.

Miro la carta de bebidas sin distinguir nada excepto la gaseocola. -Eh... si, tomaré lo mismo.

Fred le pone otro Babalumba a Andross y desaparece por la cortinilla de la trastienda. Un rato después llega Vinie, un hombre muy bajito y encorvado con el pelo rizado mas o menos peinado hacia arriba con gomina y unas gruesas gafas de asistencia a la ceguera sujetas por una goma. Lleva un paquete bajo el brazo.

-¡Hola! -Dice, se pasa una reseca lengua por los labios cortados y alisa una de las arrugas de su frente octogenaria con el anular derecho. Sonríe. -¿Os envía ese sabueso, el señor Orlowsky?

Roy dirige la mirada hacia la puerta de aquel antro aunque sin mirar nada en especial. Se relaja apoyando los codos en la barra y dando la espalda a esta, cuando Vinie aparece.

Voltea y clava la mirada en aquel tipo – que sujeto mas excéntrico – piensa mientras le observa. Ya le conoce, y no es la primera vez que le ve, pero por alguna razón no puede evitar tener el mismo pensamiento cada vez que se encuentra con el viejo Vinie.

- Si, nos manda Orlow... parece que hoy nos toca hacer de mensajeros – le dice a Vinie mientras mira de manera disimulada el paquete que lleva bajo el brazo.

Asi que este es el tal - pienso. No se me esacapa la mirada disimulada que le echa Roy al paquete, pero decido manterme de momento al margen. Supongo que el sabe lo que hace. oy un sorbo a la bebida- dios, está asquerosa- y espero.

-Emm... si, asi... ¿quien es él? -Dice Vinie señalando a Andross. No parece fiarse. Sujeta el paquete con fuerza, como si temiese perderlo y hace un extraño gesto con la boca, como saboreando el aire.

- ¿El? - dice girándose a Alexander y arqueando una ceja – oh, el es el chico nuevo – vuelve a mirar a Vinie – ya sabes, me trae el café, va a ala tienda a comprar los cigarros... esas cosas – continua diciéndole mientras se apoya en la barra – entonces... - mira el paquete - ¿es eso?

Trata de parecer lo mas amble posible, no quiere incomodar a Vinie. Realmente quiere pasar esa parte rápido.

Levanto la mano en señal de saludo. Despúes de eso, aparto mi bebida- esto no hay quien se lo beba- y espero pacientemente a que Vinie le de el paquete a Roy

-Bien, supongo que todo está bien... -Dice Vinie y a continuación te da el paquete. Tiene forma esférica y al cojerlo te das cuenta de que es una pelota envuelta en papel de embalar. Pesa como una pelota, tiene la misma forma, y bajo el embalaje notas la textura lista de esas pelotas de goma para crios.

Vinie se queda sonriendo, mirándote y añade. -Sed discretos. -Y sigue sonriendo.

Roy toma el paquete con ambas manos e inclina la cabeza levemente hacia el, como si intentara escuchar cualquier sonido que pudiera emitir. Lo hace mas que nada de manera instintiva, puesto no espera realmente encontrar nada sospechoso.

-Bien – dice mientras se da media vuelta – Nos vemos, Vinie – dice mientras sale de aquel antro, esperando a que su compañero le siga. No tiene muchas intenciones de seguir perdiendo tiempo ahí, prefiero hacer sus quehaceres rápido ese día y quedar libre lo antes posible, no quiere llegar tarde a su cita.

- Bien, vamos, terminemos con esto de una vez... – le dice a su compañero a la vez que entra de nuevo a su vehículo y deja el paquete en el asiento trasero, no de una forma muy sutil por cierto, por no decir que prácticamente lo avienta sobre su hombro a la vez que pone en marcha el V6.

Una vez Vinnie ha entregado el paquete, todo ha sucedido muy deprisa. Roy lo ha recogido, ha salido rápido del bar y en un abrir y cerrar de ojos, nos hemos montado en el coche. Me coloco el cinturón y espero que Roy arranca, rumbo esta vez a vete tu a saber donde.