Partida Rol por web

Hijo, en la guerra, ningún plan sobrevive al campo de batalla.

Dicho esto, existe un matiz a tener en cuenta: los planes del Capitán Huxley son tan extravagantes que es el campo de batalla el que no sobrevive a ellos.

Diablos... ¿Qué estaban planeando estos Cowboys? Probablemente ni Huxley lo supiera, pero la cubierta de mando de la Serendipia estaba ON FIRE.

Drevlin no daba abastos con el terminal de comunicaciones pasando holollamadas de Huxley a las naves piratas y a la propia StarCo mientras Acid se equipaba su traje de combate con boina afrancesada y tomaba su 'Ardwolf personalizado en tono Call of Duty Modern Warfare Air Force One Edition. Nova tomó los mandos de la Serendipia reservando la RAM de Cortana para otros menesteres sabiendo que iba a tener que lucirse en el apartado acrobático para sacar a sus compañeros con vida de aquella tormenta de protones. Todos se habían puesto sus trajes de combate, salvo Drevlin, que se negaba rotundamente a quitarse ahora su camisa hawaiana táctica. El alien insistía a su Capitán en mantener su mascarada y culminar la operación con las identidades de sus alter egos.

Por su parte, Aponi hizo su ronda médica de reconocimiento inyectando a casa miembro de la tripulación una dosis de psicofármacos de combate diseñados para controlar la frecuencia cardíaca, reducir el estrés emocional de la inminente refriega y, en líneas generales, impedir un deshonroso infarto en caso de entablar combate con aquellas bestias parduzcas y verdosas que eran los orks. A Acid le pinchó en el trasero a traición, por supuesto. Añadiendo al episodio un siseante: 

—Ya hablaremos tú y yo si es que no te desintegran ahí fuera, mamón.

El jodido Acid ahora tenía un buen motivo para volver de una pieza (???).

Aponi abrazó a Epsi como si de un hermano se tratase antes de que lanzaran al dron por la escotilla de la Serendipia para interceptar la nave varada en el espacio del infeliz de Gary, el pastor de gallinasaurias.

—¡Transmitiendo holollamada a la estación StarCo, Capi! —dijo Drevlin mientras sus ojos reparaban en ARMORED Eisid.

—DAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAMN, MAN! YOU'RE HOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOT!

El funkotroniano simuló sufrir un vahído y cayose al suelo desparramado por la impresión como si fuese una colegiala adepta al movimiento Belieber. Se incorporó de un brinco sin emplear siquiera las manos y empezó a frotarse el mentón del que carecía, sus ojazos de brillante brea cósmica obnubilados por la boina de su colega Eisid.

—Debo agenciarme una de esas para mi personaje. A Costello le pega tener una boina ladeada. O mejor: una afro boina... YASSSS.

Con una acrobacia volvió a sentarse en su puesto y dijo:

—Operador. Sí. Transmito su mensaje al Capitán. Capi, otra holollamada. Esta proviene de la Fortaleza Negrata. Ouh, daaaamn. That sexy bitch is cold as ice. Dedicated to the preservation of funky hips —dijo el alien, muy emocionado ante la visión de la Capitana Beatrixx Zorbäass, la mujer a la que le sobraba una A en el apellido para conjuntar el instrumento favorito de un funkotroniano.

Apenas tuvo tiempo para intentar regatearle a Eisid por la boina, pues otra misteriosa llamada entró en el canal cifrado de la Serendipia.

—What is THISSSSSS? Cap... ¡Pssss! Cap... Undercover calling from DA DEEP... —Era como tener a un niño con una videoconsola de última generación. Tal era la contagiosa emoción de Drevlin. —¡Use su nombre en clave, Cap! ¡Úselo!

La cabreada y pixelada imagen en tres dimensiones de un bróntox equipado con un gorro de aviador hecho en piel de alguna bestia alienígena y dos gafas de piloto aparece ante Huxley. Se trata del malhumorado Nasty, jefe de la estación de servicio, no hay duda. Camina sobre las palmas de sus manos, utilizando sus poderosos brazos como si de piernas se tratasen. Los pies de los bróntox hacen la función de habilidosas manos, así que no es de extrañar que para un humano uno de estos aliens parezca una parodia vagamente equina y contrahecha de sí mismo.

—No me lo digáis... Vosotros también queréis mi jodido Slurm, ¿verdad? —inquiere mientras suelta un gruñido amenazador.

—Seguid dándome caña. Vais a tener que recoger ese cieno radioactivo en cuanto lo vierta al exterior. Al bueno de Nasty nadie lo amenaza, nooooo, señor.

Hosco y desconfiado, como todo buen bróntox. A buen seguro pensará que la Serendipia es una nave corrupta que quiere beneficiarse haciéndose con el Slurm con una extorsión de manual.

Huxley va a tener que emplear su encanto rústico para ganarse el favor de este curtido mercachifle alienígena.

La holo proveniente de la Fortaleza Negra revela el nacarado rostro de la renegada Beatrixx Zorbäass ante Huxley por primera vez.

—Capitán Huxley Jr., supongo —dice con una enigmática media sonrisa, afilada como un puñal de monofilamento de doble hoja.

—Definamos nuestras intenciones, Capitán.

>> Lo confieso: quiero ese Slurm, pero también deseo conservar el tipo para poder disfrutarlo en una playa en Beluga Beach.

>> ¿Y usted, Capitán? ¿Está aquí por el Slurm... o le ha enviado Daddy Tharkan para atraparme? —De nuevo, esa magnética sonrisa altamente letal para el píloro.

Los psicofármacos no están funcionando, ¿eh? ¡A Huxley se le ha disparado la presión arterial!

Drevlin aguanta la respiración mientras agita la manita mientras escucha todo.

La última holo, que no es técnicamente holo porque ni Huxley ni Drevlin pueden ver al interlocutor, es la más misteriosa de todas. Entra por el canal cifrado y va directa a la yugular:

—Capitanisch Huxley, de la Serendipia: ¿Me Recibe? Me diRijo a usted como un amigo y un aliado. Soy lo que podRíamos denominaR un buen samaRitano, ¿da?

Su acento áspero y rudo te resulta novedoso. Remarca tanto las errrrres que solo pueden escribirse en mayúscula. Y ese da lo repite hasta la saciedad, oiga. ¿Quién es este tipo?

—Me encuentRo en el inteRioR de la estación StaRCo, ¿da? Esos pielesveRdes van a tomaRla al asalto de un momento a otRo. El SluRm les vuelve absolutamente locos. No se aRRiesgaRán a peRdeRlo. Ellos son más numeRosos, peRo los pasillos de la estación son una RatoneRa natuRal, ¿da? Aquí hay civiles guaRecidos en el módulo cafeteRía. Les pRotegeRé mientRas pueda, peRo necesito más potencia de fuego.

—...Some people call meee Mauuuuuuriceeeee! —cantaba la radio a bordo de Scrapjack, la modesta y proletaria nave agrícola del humilde aventurero espacial Gary Stratton, ese que al pisar el planeta Fétidus Prime buscando una variedad de puerro dulzón para su huerta dijo las célebres y ahora inmortales palabras:

—Esto es un pequeño paso para el decimotercer hijo de Gladys Stratton, pero... ¡Oh, mierda! ¡Mis botas nuevas!

Era Gary un tipo sin demasiada suerte, a quién vamos a engañar. En esta concreta ocasión, debía confesarse a sí mismo -¡Y A NADIE MÁS!- que no había prestado mucha atención al medidor de materia oscura de su chatarra volante en el momento crítico, y es que un puñado de gallosaurios rex -dos viejos reincidentes conocidos como Pancho & Pinchito- se habían declarado la guerra por el amor de una gallinasauria -nombre en clave Marie Lou- con un plumaje de una variedad cromática Tormenta Solar Muy-Muy Roja, que en su tierra natal recibía el cariñoso apelativo de Rojo Honduras. Apaciguar los ánimos de unas criaturas tan agresivas le costó un meñique dolorosamente paralizado durante media hora y una frase lapidaria:

—Pancho. Pinchito. Tengo un paralizador nervioso y no dudaré en utilizarlo. Lo acabo de probar en mí mismo para ver si funcionaba... Y puedo aseguraros que duele. ¡Duh!

Cuando había amansado a las fieras con sus dotes de negociador hortofrutícola se dio cuenta, ya tarde, de que el depósito de Scrapjack estaba seco y tendría que aproximarse a la StarCo más cercana para repostar. Luego vino la sed por un Slurm Loco, una variante sobrenaturalmente deliciosa y que se paladeaba igual que un guantazo de sandía en el gaznate. Y luego vino todo aquel caos de protones en el que andaba metido y sin visos de poder salir, atrapado en su pequeña nave con una docena de gallinasaurias hiperexcitables y un último cartucho de gelatina de café.

Os preguntaréis: ¿Qué hizo Gary?

Se colocó la gelatina Wild Moka a sus morritos -Le llamaban Maaaaauriiiiiice-, sintonizó una balada de su Space Cowboy favorito y empezó a succionar un claro ejemplo de coloide esperando el Fin del Mundo y lamentando no regresar con sus gallinasaurias a su huerto en Fétidus Prime.

Fue entonces cuando escuchó un sospechoso CLANK! y el droide favorito de los espectadores se estampó contra la mampara de la cabina del piloto. 

Aquello le dio un susto de muerte al pobre Gary, que con la sonda Wild Moka aún ajustada a los labios solo pudo decir algo así como:

—¡MU CUGUU UN LU PUTUH! ¿¡CUGÑU US USUUUUH!?

Me cago en la puta, carajo. Como un torrente gélido y rebosante de octanos, Huxley sentía en su sistema circulatorio el cóctel Aponitroso como un fluido azul y acojonante a través de los latiguillos de su viejo Challenger RT Hemi del '70. Color uva terrestre, cómo no. Las referencias ISO de pintura y recubrimientos usados  hace dos milenios en la Tierra se habían perdido en la noche de los tiempos, terminando con el blanco hueso o el beige claro. Ahora cada chapista ponía los nombres que le salía de los huevos, esperando hacerse un hueco en la exclusiva lista de colores aceptados por la Federación, dando así con tonalidades tan populares como Tormenta Roja, Amarillo Casi Pero No o Verdemarrón Gárganos.

Con la armadura a medio poner y en medio de la bullente actividad de la Serendipia, Huxley apenas tuvo tiempo de ponerse su camisa hawaiana táctica modelo Rojo Waikiki, y atender la primera holollamada del poco agraciado Nasty, franquiciado de Star-Co. Mientras, hacía señas a Drevlin, es decir, agente especial Elvis Costello Abdul-Jabbar, AKA Velvet Thunder, pidiéndole que desencriptase la holollamada misteriosa del tercer canal. Por supuesto, era imperativo utilizar los nombres en clave en esta ocasión.

¿Acaso un héroe se había colado en medio de todo este sindiós?. Bastante poco probable, quizá Epsi lo podría haber calculado si no hubiera estado tan ocupado atravesando el no-eter espacial cual hombre-bala con huevos de torpedo y un montón de accesorios acojonantes y robóticos para hacer cualquier cosa para deleite de sus bolsacarnes favoritos. Diablos, ¿Podría utilizarle Acid para disparar sus torretas de modo remoto también? Este soldado neoplastiaceratrónico era cojonudo y versátil, y además motivado y energético como un videoclip de los 80. Buen candidato para el futuro Ascenso a Cabo, ups, spoiler, no, no, que me lo acabo de inventar. No hay nada hablado, soldados. Era broma. 

O no. 

Semillas aparte, Cortana tendría que esforzarse ganando algo de tiempo manteniendo a los otros en espera con estimulantes y adictivos arcaicos minijuegos como el Ghoust & Ghouls, Lego Elden Ring o Minecraft Lobotomy Ed., o el otro de colocar bloques, estallar bolitas y mierdicias por el estilo. El catálogo era inmenso y lleno de récords ridículamente inalcanzables.

En todos los juegos sin excepción, el número uno en las interminables clasificaciones online siempre era Drevcool, para deleite de los seguidores del Rey Funk del pensamiento Lateral, nuestro amado agente de nombre en clave Velvet Thunder, cuyos ojazos emocionados brillaban con una luz negra de lo más fiscal. ¿De dónde cojones había sacado esas gafas?.

Pronto aparecería otro nombre que comenzaría a arrebatarle sospechosamente sus puntuaciones. Y se iba a liar parda. Pero eso es otra historia y aquí queda mucha tela que cortar, así que no me vayan a tirar de la lengua que no estoy para lenguas hoy.

Apresuradamente, y sin un mostacho falso tras el que esconder su rostro cariacontecido, se asomó lo justo para hacer una presentación rápida y audaz, tratando de hacerse pasar por el agente Skywalker, nombre en clave Teddy Taxman.

—No me lo digáis... Vosotros también queréis mi jodido Slurm, ¿verdad? —inquiere mientras suelta un gruñido amenazador.

—Seguid dándome caña. Vais a tener que recoger ese cieno radioactivo en cuanto lo vierta al exterior. Al bueno de Nasty nadie lo amenaza, nooooo, señor.

- En el caso de que vertiera o vertiese, señor... Nasty... Como le decía, verter residuos sin la licencia correspondiente en un cuadrante no exento de tasas como este sería motivo más que suficiente para iniciar un expediente regulador de actividad sobre su negocio. Afortunadamente para usted, la refriega que está formada junto a su establecimiento no me permite oírle con burocrática claridad, por lo que obviaré en mi informe haber escuchado eso último. Además, es competencia del sector de Sánchez, que no del mío, aunque pudiera o pudiese actuar llegado el caso, téngalo en cuenta señor. 

- Soy el agente Skywalker y... ¿Qué estaba diciendo, dem...? Para su información, Señor Nasty, esta holollamada será grabada, almacenada y esprungeada por el departamiento de Hacienda Pública Intergaláctica. También por WARMARS, quién si no, y terceros.

-Puede ir respondiendo a las preguntas del cuestionario mientras el agente especial Elvis Costello Abdul-Jabbar y yo nos aproximamos a su ubicación. Puede indicar unas coordenadas de entrada a mi compañera Ta..la...veraqueen. Veraqueen Joplin, que a continuación procede a inicial la entrevista con usted. Ahora nos vemos para la Auditoría presencial, señor Nasty. Guarde sus mascotas si es que las tuviera o tuviese.

Huxley acercó hábilmente a Aponi frente al terminal de holollamadas, dejando a Nasty frente a su cara ceñuda y cojonuda. Que se ocupase ella, copón, que no había movido su magnífico y marcial culo de soldado acojonante número uno, aparte de para ponerles unas oportunas, cojonudas y sólo lisérgicas en el 16,66% de las veces banderillas FARMATANGMARS, una marca de WARMARS, quién si no. Ahora con más anabolizantes y extracto doloroso de criaturas alienígenas bebé lo suficiente distintas a nosotros para no crear empatía, en un nuevo formato más contaminante. Farmacia tradicional desde hace tres mil años.

Entonces pudo verla, y algo en el viejo pecho marcial y cojonudo de Huxley se desperezó en ese mismo instante, sacudiéndose el polvo y las moscas acumuladas durante su larga, laarga siesta al Sol de Artemisa. 

Después de reventar cosas y follarme a cadetes incautas o tan zorronas como yo, lo que más me mola de estar en la Flota Estelar es ponerme Mi Puto Traje de Puto Amo. ¿Warmars? No: Mi Santa Polla™, ¿quién si no? Una vez que me he ceñido la pistola en el muslo y me he calado la gorra sobre la cabeza, agarro mi 'Ardwolf con las dos manos. Me siento como un puto dios. Soy un puto dios. Uno de esos viejos. ¿Cómo eran? ¿Un dios gringo? De esos, sí, ¿me entiendes?

—¡Tu puta madre! —grito entonces, al sentir el pinchazo que la muy hija de puta de Aponi me pone a traición en el culo. Me giro, pero al escuchar las palabras de la cabrona esa, esbozo una sonrisa maliciosa bajo mi máscara de puto dios gringo—. Claro, nena, ya «hablaremos» después. Nadie se resiste a los encantos de Spikey en su versión de puto dios gringo.

Al ver la reacción de Drevcool a mi atuendo, le llevo una mano al hombro mientras con la otra sujeto aún mi 'Ardwolf.

—No te preocupes, nene, cuando crezcas te darán otra igual.

La aparición del engendro ese en la pantalla con amenazas de arrojar el Slurm al aire me hace arquear una ceja y entonces escucho la respuesta del Capi.

—Esto no se hace así, hombre —digo mientras me abro paso hasta la holollamada y me inclino sobre el micrófono mientras aprieto el botón con toda mi mano—. Eh, tú, Nasty. No te pases de listo. Tú y yo sabemos que no te vas a deshacer de esa mierda así como así, ¿me entiendes? ¿Cuánto dinero tienes ahí? Joder, seguro que lo suficiente para vender esa puta tartana a la que llamas estación de servicio y darte el piro a un sistema cojonudo donde quemar tus riquezas hasta que esa papada que tienes te llegue al suelo de viejo. No nos toques los huevos con que vas a tirar todo tu puto futuro millonario por la borda, eso no se lo cree ni la zorra de mi puta madre, ¿me entiendes? Aquí nosotros somos tus únicos amigos, colega, así que relaja la raja y llegaremos a un buen acuerdo, ¿eh?

Después de decir eso, suelto el botón y me alejo del micrófono.

—A tomar por culo, hombre ya.

Pero entonces veo aparecer a la mujer esa en la pantalla, la piratona peligrosa. Joder.

—Eh, Capi, está buenorra, ¿eh? Yo le daba.

Pasan muchas cosas en la nave. Tela de cosas. Que si holollamadas, que si Tala pinchándonos a todos, que si Epsi saltando al espacio, que si Drev y el capi haciendo un plan tan demencial que solo puede salir bien… Pero a mí me la suda, qué quieres que te diga. Desde el mismo momento que le he dicho a Cortana que pasamos a modo manual ya no les escucho y ni de coña les miro. Nada de eso, joder. Toda mi atención está delante, en el espacio ante Tibusmiley y en su panel de control. 

—Venga, nenes, que vienen curvas —aviso con una sonrisilla de pilota malota que no hay quien me la quite. 

Enfoco la vista y se enciende el resplandor del ciberimplante bajo mi ojo derecho. Estoy concentrada, enfocada al doscientos por ciento. Y menos, mal, porque en cuanto le doy caña la lluvia de protones cae a nuestro alrededor. 

—Venga, venga, venga. —No hablo con ellos, hablo conmigo. Conmigo y con mi Tibusmiley. 

Tengo un objetivo claro: la estación de servicio. Y tengo que acercarme lo suficiente para poder soltar el caza con los inspectores fisc… ¿pero qué está diciendo Hux? Tomo aire. Pestañeo. «Que no me distraigan». 

Muevo los mandos con precisión milimétrica. Creo que uno de los disparos nos ha pasado rozando. Espero que no haya que pintar la chapa. Buah, es que estoy a tope, me lo noto, con la adrenalina corriendo por las venas, las pupilas como alfileres y la sonrisa afilada. Esto sí es una forma cojonuda de pasar la tarde y no el juego ese de las figuritas. Esos disparos son pan comido para la Flota Estelar. Tibusmiley es un borrón para esos piratas de mierda, una estela que ni ven y ya ha pasado. 

—Agarraos, joder. 

La que avisa no es traidora. Apenas lo he dicho y giro el volante para un tirabuzón. ¿Podría haber esquivado esa ráfaga en línea recta? Pues mira, sí, pero ¿qué gracia habría tenido eso? 

Suelto una carcajada de pura excitación y la luz del implante brilla un poco más fuerte.

—Cortana, ponme una banda sonora así la hostia de épica, anda. Algo como de esquivar putos disparos de protones. 

¿Que qué tengo en mente al pedir eso? Ah, pues…

Y así empezaba la marcha, todo en sincronía, por un plan en el que las partes separadas formaban un producto mayor al final. Sintió el chute que, en su caso, era una aguja especializada con influjo de energía, semi-plasmático/líquido que iba directo hacia sus sistemas y entre o desde su batería. No conocía muy bien el proceso real ya que la (Tecno)médica era Tala, pero entendía que últimamente funcionaba como algo por el estilo. Ante la interacción del sujeto Spike y Tala no pudo evitar pensar en lo irónico que era el elemento humano y sus contingencias, pero eso también era externo, irrelevante para lo que debía considerar ahora.

Su misión. Dejó el HUD holográfico para el manejo del caza y serviría como "router" lejano pero próximo, digamos. Con esto, recibió el abrazo de Tala y asintió, estaba listo y ahora sí sentía un algo extramo, humano, orgánico. Esto no era un exámen, una prueba ni una simulación, era real, era completamente verdadero y de alguna forma esta caótica tripulación mostraba sus aptitudes, su eficiencia, su franqueza, su rudeza, su destreza, su astucia y su valentía, últimamente. Pregunta: ¿Qué latido hacían los robos al palpitar? Respuesta: Ninguna de las anteriores. Se arrojó guiado del dron automatizado hacia el vacío absoluto, siendo capaz de percibir los últimos momentos y circunstancias a través del mismo HUD que dejó, al menos por un lapso hasta estar bastante lejos ya y ver a la nave alejarse a la vez.

- Epsilon-091 en camino. Desea que la Fuerza los acompañe.

Esto era un decir de viejas ficciones relacionadas a aventuras espaciales. ¿Fuera de lugar? ¿Enteramente errado? ¿Perfectamente apropiado? El tiempo lo diría, o no, o tal vez. Fuese como fuese, iba llegando y eventualmente hallaría el escenario de aquel que hizo el llamado S.O.S. entonces capturado por Drevlin. Su grupo hacía su trabajo y él el suyo, a veces una misión tan grande como esta requeriría eso. Distintos formarían un completo. Y quizá 1+1 fuese 1, pero uno más grande. Filosofías aparte, se estampó contra la ventana frontal de la nave Wandering Scrapjack del sujeto Gary Stratton, autónomo sindicalista. Otro detalle es que, en par con las armaduras de sus compañeros, su propia armadura de salida tenía un elemento más que agregar.

Un último añadido en su cara. Una máscara de gas, pero solamente en la boca, sin el visor, porque eso ya lo cumplían los visores que tenía en su gorro Ushanka el cual no tapaba ni afectaba su visión en nada, solo agregaba una estética que... ¿Por qué eligió si tampoco necesitaba procesar gases? Por ciertas referencias, aquí y allá, pero que no iban al caso especialmente ahora. Y ciertamente podía agregar un resultado final aterrador, pero buscaría explicarse ante la pregunta del habitante de esta nave y generador del S.O.S. el cual estaba "frente" suyo.

Epsilon-091 buscó explicarse, aquella pequeña nave no podría contra los otros tres colosos monstruosos. Tenía suerte de que estaba algo lejos de ellos pero tanta detonación sería un problema, eso y que por lo que el droide entendía, estaba varado del todo. Recordando su mensaje logró descifrar la mayoría pero entre que Drevlin lo obtuvo en un apuro y demás, debió considerar partes que faltaban, partes clave, por supuesto. Agitó un brazo y saludó amigablemente. Era precisamente el brazo que no tenía la (Si bien oculta e implantada internamente, pero de todos modos, solo por considerar la anti-ironía) escopeta dinámica, su brazo izquierdo.

- Saludos, Gary el Sindicalista. Soy E-091, droide funcional del Ejército de Stellaris. Provengo desde una de sus unidades de milicia para asistirlo tras escuchar su mensaje S.O.S.

Asumía que el brebaje estaba atascado en su boca temporalmente. Tuvo curiosidad de cómo las gallinasaurias reaccionarían, con esas bolsas de carne instintivas era distinto el tema, eran tan impredecibles como él era rígido, el opuesto contrario entre los dos lados ajenos a la humanidad central, el otro eje del caos.

- Aquí, cito y manifiesto:

—¡Socorro! ¡Soy Gary, el autónomo! ¡Me han dado! ¡Repito! ¡Me han dado! ¡Tengo a las gallinasaurias sueltas por toda la nave y están mu' locas! ¡He perdido todo mi ********** de ****! ¡Necesito ayuda o enloquecerán! ¡Por favor! ¡Ayuda! ¿Alguien puede ayudarme? ¡Soy un **** contribuyente! ¡Argh! ¡Manolita, en los h.... no! ¡En los h.... noooorrrrgh! ¡Socorro!

Manifestó efectivamente mediante Uplink directo en frente del Sindicalista Autónomo su mensaje, y lo que él mismo pudo descifrar con excepción de lo que había perdido y lo que era contribuyente, mientras que lo otro lo censuró por discreción al mismo respecto al lugar impactado. Tendría que revisarle si estaba herido, pero la prioridad sería, suponía, sacarle de ahí y/o ayudarle con lo que necesitaba.

- Mi nombre completo es Epsilon, si así lo requiere. -¿Tenía alguna prueba puntual de su pertenencia a Stellaris de Delta-Green, Artemisa? Él en particular podía conectar robóticamente, sí. Suponía que los demás tendrían algún implante menor semejante.- Hágame saber su requerimiento, por favor.

Había logrado mayormente hablar de forma normal, rígida pero no como hablaba de manera standard al estar con un ajeno. Y sí, seguía en medio del espacio fuera de la nave, como si nada, no iba a forzarse ni buscar la entrada hasta que el sujeto Gary le indicara, aunque el tiempo era oro... O antimateria altamente combustible, en este caso.

Hace tres décadas los veranos eran más o menos como ahora en el cuadrante Vieja Láctea 1, aunque si añadimos una sensual y narrativamente oportuna cabina en un centro de criogenia cualquiera de los muchos que se pueden encontrar en el sector... tendremos a Huxley en un caluroso y festivo verano de la década de los 90 en la vieja Tierra, más concretamente 1998.

Ahh, deliciosa tecnología primitiva, suena un disco compacto en el flamante equipo nuevo con aspecto engañosamente vintage en el salpicadero del Dodge de Huxley, que disfruta del aroma de asfalto húmedo y salitre, en una sinuosa carretera de la costa inglesa sobre 425 caballos americanos, jóvenes y cojonudos. El rodaje se acabaría pronto, dejaría aquel sueño aparcado e ingresaría en la Academia; estaba deseando demostrarle a su padre como todo el éxito del mundo no conseguiría desviar ni un ápice la voluntad marcial del hijo de un soldado acojonante como era Huxley senior. Pero ahora nuestro joven Huxley formaba parte del elenco en una película europea underground y cojonuda, y disfrutaba de la vida.

Aquel verano el joven Hux se encontró de bruces con el amor. Ese que te convierte en un zombie empalagoso, disléxico, feliz y con toda la energía del mundo. Tan sencillo como torcer la esquina adecuada en el momento apropiado. 

Ella era una mochilera con un amor recalcitrante por la comida picante llamada Catalina, y Huxley un joven actor con nociones sobre el cultivo y cuidados de la guindilla vasca. ¿Qué podía salir mal?

En realidad, salir no salió nada, porque tras aquel mágico verano y sus noches de hogueras, playa y peyote, sencillamente la vida les separó. La llamada del deber por un lado, una oferta de vuelo ultrabarato en una compañía de segunda por otro y hasta hoy. 

Huxley no volvió a separarse del viejo iPhone en el que recibía sus llamadas...

***

Una sonora colleja impactó en la nuca de Acid, justo al tiempo que la lucecita del lateral de su cabeza parpadeaba, causando un efecto bastante curioso.

- Strike uno, mucha... - Huxley enmudeció al ver la representación holográfica de Beatrixx Zorbäas. Vamos a ver, el Capitán no era Acid, que calculaba la viabilidad de sus romances al peso; pero en aquel caso ni la diferencia más desopilante de edad, partido político o ideología filosófica podría hacer que Huxley no quisiera fugarse con aquella amazona con chaqueta de cuero a vivir su amor apasionado y hortofrutícola.

Por desgracia, las cosas no suelen funcionar así, como el endorfínico cerebro de Huxley las interpretaba en ese momento,  sumido en una especie de gelatinoso túnel del amor de brillantes colores arcoirisados. Quizá la Aponitrina tenía algo que ver, quizá no, pero qué cojones: Huxley se había enamorado. De un holograma, es cierto; Estaría necesitado el hombre, vaya usted a saber.

Además, posiblemente, aquella pirata espacial bella y beligerante se habría percatado de la cara de atontao™ que se le había quedado al buen Capi. Las fugitivas espaciales tendían a ser engañosas y manipuladoras en una proporción absolutamente aplastante sobre las que no, pero, ¿Quién sabe? Cosas más raras se han visto. Una vez cierta Morgi-doble-zurda, tahúr e ilusionista convertida en leyenda, sacó un 6. ¡Con un dado de 6, oiga!, pero eso es otra historia.

@Nova: —Cortana, ponme una banda sonora así la hostia de épica, anda. Algo como de esquivar putos disparos de protones. 

La IA respondió con diligencia.

—Poseo una vasta selección musical contaminada por el funk de [DREVLIN], pero te interesará saber que tengo una playlist denominada Patrulla Acrobática que puede resultar de tu agrado.

>> La reproduzco para ti, [NOVA ERIS]. Feliz vuelo.

A los oídos de todos los Cowboys llegó una melodía capaz de invocar seises como churros bañados en Slurm en una tirada trascendental basada en la habilidad pilotaje.

Bleeeargh.

La Serendipia se zambulló en aquella tormenta de protones mientras afuera estallaba todo a su alrededor.

La Azaltante Nokturna, esa icónica nave espacial con un atractivo parecido con un buque de guerra británico, activó toda su voluminosa artillería orkoide con la intención de arrasar la Fortaleza Negra. Bien es sabido que los orks nunca han sido demasiado buenos disparando, algo que compensan disparando muchos, pero que muuuuuuuchos al mismo tiempo, mientras cantan poseídos por una animosa psicosis: DAKKA-DAKKA-DAKKAAAAA!

Por algún motivo, cuando muchos orks hacen este ritual en combate, sus armas aciertan en el blanco, akribillándolo para máxima satisfacción de esos bárbaros pielesverdes. Los funkotronianos han estudiado este fenómeno de modo científico y concluyen que el canto gutural orky es otro excelente ejemplo del auténtico P.O.D.E.R. motivador de música. Es por eso que Drevlin denuncia habitualmente que el HeroQuest no tiene bardo ork.

El Kapitán Grishnak lanzó la orden de darle DAKKA-DAKKA a esas escuchimizadas amazonas espaciales y aunque en el espacio reina un silencio sepulcral, en el interior de la Serendipia tembló el fuselaje cuando los nueve zúperkañonazos lanzaron una azulada andanada de destrucción:

Los orks fallan una media de doce de cada nueve rayazos de destrucción, así que, cuando uno rozó el casco de la Fortaleza Negra, en el interior de la Azaltante resonó un jubiloso:

Kortezía del Jefazo en perzona: El Kapi Grishnak.

Nova efectuó varios tirabuzones haciendo una versión callejera de maniobra del tonel volcado con la Serendipia para evitar ser víctimas de una ráfaga perdida. Los orks se habían venido arriba y estaban empleándose a fondo hasta con misiles termoguiados y el rugir de todos sus cañones de cubierta. Aquello era un condenado Orktober Fest:

DAKKA-DAKKA-DAKKA-DAKKA-DAKKA-DAKKAAAA!!!

Sé que estaréis nerviosos.

Os preguntaréis: ¿Impactó algún misilazo en la nave de nuestros héroes favoritos?

Bueno, un gif correctamente loopeado vale más que mil palabras:

A pesar de la saturación de fuego que conseguían los orks con sus aparentemente inagotables andanadas de artillería, la habilidad de Nova Eris convertía la Serendipia en un blanco inalcanzable para un artillero competente ork. Y aquello estaba empezando a KABREAR al Kapi Grishnak a pesar de que tenía a todos sus chicoz coreando: ¡DAKKA-DAKKA-DAKKA!

¡En ese momento, la Fortaleza Negra hizo su movimiento con una fulgurante maniobra de ataque!

Grishnak odiaba esos rayitos rosa tonalidad Unicornio Hippy^TM que disparaban las lanzas estelares de la Fortaleza Negra. Los odiaba MUY FUERTE. Así que cuando uno de esos afeminados rayos de destrucción masiva cortó con precisión quirúrgica el blindaje de la Azaltante, el Kapitán Ork y sus muchachoz se vieron sacudidos por una sucesión de explosiones concatenadas que dejaron un zokavón en el casco de su imponente kruzero de kombate. Por desafiante respuesta, el jefazo de los pielesverdes y sus chicoz aullaron un premonitorio y bien sincronizado:

[El Amo de la Galaxia fustiga a los actores de doblaje]

¡NO PUEDO OÍROS, MADAFAKAAAAAAAS!

¡SONÁIS A ORKOS ANORÉXICOS! ¿¡SOIS ORKOS ANORÉXICOS!?

THAT'S RIGHT, BOOOOOYZ!

¿Distraían las piruetas de su amada Nova Eris al siempre profesional Drevlin Thaal Jhalinn?

La respuesta, en condiciones normales, habría de ser un rotundo YAAAAAAASSSSSS.

Pero en aquella cubierta de mando ya no existía Drevlin Thaal Jhalinn.

Ahora era un agente de aduanas encubierto llamado Elvis Costello Abdul Jabbar, Codename: VELVET THUNDERRRRRRR.

Cuando el Capi osó intentar usurparle la camisa hawaiana táctica Rojo Waikiki le soltó un papirotazo en la napia con sus kilométricos y nudosos dedos.

—La roja es mía, Ted. STRIKE UNO. Tú eres el poli bueno. En cambio, yo me crié en el infierno.

Oh, dioses del Funk. Ese funkotroniano era un actor de método.

Le tendió la Azul Polinesia a su amado -si bien duramente corregido- Capitán. Le subió el cuello de la camisa. Badass +1.

Mientras Huxley, ahora convertido en el agente Skywalker, alias Teddy Taxman, charloteaba con Nasty el mercachifle cabreado, Drevlin tomó de su compartimento para disfraces un rotulador de tinta negrata y pintose un moustache que figuraba en el reglamento como un Irish Boxer. Luego se ajustó unas gafas de sol cuyas lentes tenían forma de estrella. Parecía una versión alienígena del padre del Funk: Bootsy Collins. Se enfundó su AWIP en tono Groovy Madafaka en la sobaquera, se colgó del cuello una placa en la que rezaba Miami Vice con una foto tamaño carné de Drev con una peluca afro y en su cinturón, bajo la camisa, ajustó tres granadas de conmoción que soltaban un falsete redentor de lo más molesto. Por si acaso.

Finalmente, le acercó un puro a su Capitán y le dio fuego.

Ahora estaban listos para la acción más psicodélica.

A la orden de su Capi, Drev-Costello comenzó a desencriptar la transmisión secreta que había entrado como la tercera holollamada. El funkotroniano tardó relativamente poco tiempo en averiguar una buena pista:

—Ted, no te lo vas a creer, pero se trata de un canal militar privado. El tipo que nos ha enviado esa enigmática holo está en la mismísima StarCo y a juzgar por su acento... —Drev-Costello entrecerró con aire misterioso sus ojazos. —Es un veterano cazador del Ejército Tártaro. Puede que un kazak...

[Más intrigante información sobre los Kazaks en Trasfondo].

A Nasty aquel rollo de Hacienda era lo último que le faltaba por oír.

La palabra Hacienda tiene una mística especial para cualquier empresario intergaláctico. Ni siquiera la aparición espontánea de un Call of Duty con boina a la francesa te sobrecoge cuando alguien ha dicho la palabra que empieza por H.

«Soy un inspector de Hacienda.»

Eso había dicho el Skywalker ese.

Era lo mismo que decir:

Don't. Forget. 'Bout ma moneyyyyyy!

El bróntox echó un vistazo por la escotilla de su cabina y al contemplar con absoluta perplejidad cómo la nave de los agentes de aduanas evitaba la muerte por deflagración en aquel océano de luz, fuego y destrucción, lo supo al instante:

—Mierda... Es Hacienda. ¡Solo Hacienda podría salir ilesa de semejante tormenta de protones para llevar a cabo una auditoría sorpresa con la que freír vivo a un contribuyente moderadamente honesto! ¡Solo Hacienda es más inexorable que la muerte! ¡Me cago en la leche, que es Hacienda!

Nasty tomó el comunicador y dijo:

—¡Claro, claro! Lo que usted diga, agente Skymoonwalker. Pueden entrar por el hangar de carga si llegan vivos. Le mandaré el formulario completo a su oficial Veraqueen Joplin... 

Cerró el comunicador, angustiado ante la cantidad de irregularidades y explicaciones de índole fiscal que tendría que dar a ese Skymoonwalker. Explicaciones que derivarían en un soporífero e interminable trámite burocrático durante el cual le cerrarían el chiringuito. Nasty estaba tan irritado que se formuló una pregunta de lo más lógica:

—¿¡QUÉ PUTO NOMBRE ES VERAQUEEN JOPLIN, JODEEEEEER!?

Pero he aquí, amigos, que Nasty oculta un sucio secretito.

El bróntox sintonizó un canal privado conectado con la Liga Intergaláctica Bounties R' Beauties.

—Eh, chavales. Tengo un chollo para vosotros: Slurm gratis si me quitáis de en medio a unos plastas de Hacienda y a unos jodidos piratones espaciales. Si estáis leyendo las noticias intergalácticas, sabéis el precio al que se está poniendo ese cieno. ¡No tengo mucho tiempo, joder!

Al otro lado del comunicador pudo escucharse casi instantáneamente el característico amartillar de un seguro de un arma de un calibre obsceno.

—Dígame, patrón... ¿Con qué nivel de gore lo quiere?

Tala puso los brazos en los costados adoptando una pose inquisitiva.

—Tsk... ¿En serio me ve como una Joplin? —preguntó mientras su cabello mitad verde mitad fucsia cubría su ojo derecho, dando a la pregunta un matiz peligrosamente felino. Felino como una pantera a punto de abalanzarse hacia la yugular de su oficial al mando. 

—Capitán, su pulso se ha acelerado. A pesar del psicofármaco.

Aponi entrecerró los ojos mientras analizaba el silencio bobalicón de su Capitán contemplando la holollamada de esa zorra pirata de Beatrixx Zorbäss.

—Debe ser una puta broma...

La oficial médica notó una aviesa presencia a su espalda.

Era Drevlin.

Quiero decir, Costello.

Estaba armado con un rotulador negro que se dirigía hacia el labio superior de Aponi con intenciones claramente artísticas.

Énfasis: Dirigía.

Se había detenido en seco en su trayectoria.

—Adelante. Inténtalo. Por favor —siseó Aponi, más Veraqueen que nunca, con la diestra cerrada en una amalgama de hueso y carne tornándose roca madre dispuesta a partirle la cara al funkotroniano.

Drevlin enseñó sus perfectos dientes y decidió seguir conservándolos en su bien alineada simetría.

La pirata saboreó el silencio creciente entre Huxley y ella, esbozando una media y embrujadísima sonrisa de encantadora de serpientes.

—¿Se le ha comido la lengua el krogan, Capitán Huxley? Acabo de asestarle un golpe casi definitivo a la nave de ese troglodita de Grishnak. Ahora mis chicas y yo haremos lo mismo con Lo Celsius. ¿Qué le parece un Pacto de No Agresión por esta vez? Si usted asegura el cargamento en la estación StarCo, aceptaré repartir el Slurm con usted.

Beatrixx guiñó un ojo a nuestro Capitán favorito y dijo:

—No se confíe, Huxley. Puede que los pielesverdes que hayan perdido la capacidad de acribillarnos con toda su artillería desde su crucero de batalla, pero aún están a distancia de intentar un salto teleportado a la estación. Si acceden a ella será una matanza. Las vidas de los civiles que trabajan en StarCo dependen de usted. Yo tengo asuntos pendientes con el Hombre No Euclidiano.

>> Buena suerte... Capitán. Vuelva de una sola pieza. Podrían avecinarse... noches interesantes.

Lamentablemente, Huxley había fallado hará lo menos diez entradas la tirada de Atontamiento y no captó la sutil referencia a una maldición chinesca de lo más perversa.

Huxley solo escuchaba en modo bucle a Bill THE THRILL Withers diciendo:

Con un mini Drevlin bailongo haciendo virguerías en una barra americana.

¿QUIÉN SI NO?