Partida Rol por web

A pesar de tu minuciosa busqueda no encuentras ningún botiquín en el lugar, pero te haces con una idea detallada del sitio: 3 cabinas con su respectivo retrete (una de ellas cerrada a cal y canto demostrando que hay alguien en su interior), 4 meaderos contra la pared y un lavabo con un espejito cascado y agrietado y todo.

En medio de todo el jaleo el ruido de una cisterna de las tres cabinas con retrete vaciandose os sobresalta. Es ahora cuando os dais cuenta de que una de ellas tiene la puerta cerrada y que se oyen ruidos extraños detrás de la puerta de cuyo retrete viene el ruido de agua llendose por el desagüe.

Patxi cuenta a sus compañeros con su enorme dedo.

-1...

-2...

-...

-...

-...

-3...

-4...

Y luego se señala el mismo

-5... Entonces... ¿quien esta en el kakaleku?

Curt se yergue instantaneamente y saca la pistola con un rápido movimiento. Todo el mareo ha desaparecido y está completamente alerta. Busca algo en sus bolsillos, pero al no encontrarlo parece enfurecerse.
-¡Tú, mole inmensa! ¿Tienes un cigarro? Me muero de ganas de quemar el aire a mi alrededor.
Acto seguido lanza un inmenso escupitajo al suelo. La voz es mucho más ronca de lo que todos recuerdan. La mirada se ha endurecido y algo parecido a odio se trasluce en su mirada. Incluso su olor a es diferente, más...violento.

-¿Eh? ¿Un cigarro? No gracias, no fumo- dice Patxi sin quitar la vista de la puerta del vater.

-¿Y alguno de vosotros? Tengo prisa.
Poco a poco se acerca al váter del que salió el ruido. Pega una fuerte patada en la puerta y apunta dentro con la pistola.

- Sí, hombre, estoy rebuscándome los bolsillos para sacar una bolsita de caramelos de fresa, y ahora me pides un cigarro...será pohible... -Dice Sergy, dejando traslucir su acento del sur del Reino de Alejo...

Dicho esto, Sergio además tose, utilizando una vieja táctica secreta para enviar mensajes, en lo que viene siendo un intento de decir "eeejem-disimulemos-y-no-montemos-jaleo-ejem"

La puerta se abrió estridentemente y con un sonoro portazo al tiempo que un agudo chillido salía del interior de la cabina, revelando su interior y al ocupante que con cara de susto miraba con curiosidad a los individuos que le habían sobresaltado.

Curt apunta directamente a la cabeza y le grita:
¡Jodido bastardo! ¿Qué cojones haces aquí?¿Qué has oido?¡Maldito cerdo, te voy a hacer sudar sangre!

-Skeeeeeeee, tirp, litrig piruiiiiigggfrmñl...

Sonidos inarticulables por garganta humana alguna y completamente alienígenas salieron de la boca del ser que se encontraba en el interior de la cabina y que acababa de tirar de la cadena. Ataviado con unos extraños atuendos que parecían licra y de llamativos colores fosforitos se dirigió a los heroes con lo que parecía una lengua de otra galaxia.

- ¿Habla usted terráqueo, españoloide o Yoda? -pregunta educadamente Sergio

-O euskera.- puntualiza Patxi, que nunca había visto a alguien de otro planeta. (Además de al ex-lehendakari Ibarretxe, se entiende)

Sergio rebuscaba en sus bolsillos mientras preguntaba indiferentemente al extraterrestre sobre su idioma cuando abriendo los ojos como platos encontró algo en uno de ellos. Sacó la mano triunfálmente si dejar de esperar la respuesta del alienígena y todos pudieron observar una bolsa llena de caramelos de sabor fresa.

-Brrrooighfl gluc, prefffftrigl blorg

El alien trató inutilmente de comunicarse con los miembros de la Resistencia pero al ver que estos callaban ante sus extraterrenas palabras se dió por vencido.

Salió de la cabina pasando al lado del estupefacto Curt y todos pudieron ver como urgaba en uno de sus bolsillos, indiferente a las caras y preguntas de los Narizones. Sacó una cámara de fotos de aspecto futurista, les hizo señas para que se juntaran un poco entre ellos y después de trastear en los botones de la máquina la dejó en el lavabo enfocándoles. Luego se situó entre los heroes y poniendo el símbolo de victoria con dos de los tres dedos de su enorme pero esbelta mano posó mientras la cámara hacía un característico Click y flasheaba a todo el mundo con un haz de luz mas potente que los focos del Bernabeu.

Sin inmutarse y haciendo gala de una sorprendente normalidad recogió su cámara, le tendió la mano a Curt (mejor dicho, se la estrechó para despedirse ya que el estado del Narizón seguía siendo catatónico) y se marchó con viento fresco.