Partida Rol por web

Llegáis a vuestro hogar al mismo tiempo que llega la noche.  Estáis todos hambrientos, doloridos —unos más que otros— y algo mojados por la leve lluvia que os acompañó durante la última etapa del camino. Ahora mismo daríais lo que fuera por una comida tranquila y un sueño largo para recuperaros del cansancio y de los atroces sucesos del día. El problema es que de hacerlo vuestro padre también descansaría, pero para siempre.

En casa os encontráis con vuestra madre María acompañada de una de las vecinas —de nombre Francisca, si no recordáis mal—. Se parecen bastante, siendo las dos anchotas y piel morena.  Ambas se levantan del banco de madera al veros entrar y os cosen a preguntas.

—¡¿Dónde os habéis metido, malditos?! —os grita la vecina—. Vuestra madre no está en su mejor momento, necios.

—¿Es que no os dais cuenta de lo que está pasando con vuestro padre? —dice vuestra madre sin daros tiempo a contestar— ¡Ay señor! ¿Y esa sangre? ¿Qué os ha pasado?

Vuestra madre se lanza rápidamente a comprobar la sangre de vuestras ropas.

Me abrazo a madre con los ojos brillantes, cuando le digo:

-Madre, Pedro está roto. Habría que remendarlo.

La miro con los ojos muy abiertos y le digo:

-Se cayó al suelo cuando cazábamos un conejo para la cena, yo lo pelé, lo cociné, y se lo comió él -señalo a Pedro- por eso no lo traemos. Ramiro se enfadó, lo empujó, y Pedro casi rompe una piedra con la cabeza.

Asiento mirando a mis hermanos sin decir nada mas.

Dando un capón a Teo, espeto a Madre—. ¡Pero Madre, hemos averiguado lo que ha pasado, podemos demostrar que Padre es inocente! ¡La culpa no fue suya, fue de un bicho feo que el sepulturero estaba criando en la cueva de los murciélagos!

Al ver que mis palabras pueden sonar raras, digo— Teo lo puede demostrar. ¡Enséñaselo!

Fulminé con la mirada a Teo pero estaba tan agotado que fui incapaz de darle ni un coscorrón.

- ¡Ay, ay, madre! Me duele mucho... cúrame primero... ¡ay! -me llevé la mano a la cabeza donde palpé la sangre que poco a poco iba secando.

Meto la uña en la herida de Pedro para que chille y acalle mi voz, y cuando lo hace, le digo a Ramiro en voz baja:

-No estoy muy seguro de que el monstruo -golpeo mi macuto- tenga mucho que ver con esto... yo seguiría investigando y primero haría la visita al sepulturero.

Luego miro a madre con cara de "preocupado" y le digo:

-Mire madre, cada vez sangra mas, debería hacer algo.

—¡Dejad de decir tonterías! —grita la vecina agarrando al pobre Pedro—. Siéntate acá y espera a que hierva el vino.

Parece que vuestra madre está tan derrotada que esta mujer ha tomado el mando de la casa. Apenas han prestado atención a vuestras palabras en un principio, pero mientras la vecina prepara los paños y el vino para limpiar la herida, vuestra madre se dirige a vosotros.

—¿Cómo que podéis demostrar la inocencia de Tobías? —dice tras digerir lentamente lo que dijisteis.

—¡De verdad, ya os vale! —contesta la nuca de la atareada vecina—. ¡Bastante tiene ya vuestra pobre madre con lo que ocurre para que lleguéis aquí a hurgar con idioteces! ¡Los dos sanos, tomad algo de queso con pan y echaros a dormir ya mismo!

Empiezo a comer como un lobo mientras sonrío al ver las curas y como chilla mi hermano.

-Ves Ramiro, ya te dije que iban a "ijnorarnos".

Comí todo lo que pude, y le dije...

-Esta noche tendremos que seguir, esto ya es una cuenta atrás. Tendremos que llevar al tullido... -digo señalando con la cabeza a Pedro

- ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy! PERO TÚ ERES TONTO -le grité a mi hermano sin preocuparme del estado en el que se encontraba madre.

Intenté alcanzarle para darle una fuerte colleja pero debido al golpe me dio tal vahído que a punto estuve de caerme al suelo por el mareo. Miré a la mujer que hacía compañía a madre y que no hacía más que dar órdenes, vieja bruja.

- Yo también tengo hambre -Me había olvidado del trozo de queso que se escondía en uno de mis bolsillos, y en aquellos momentos no sabía qué me dolía más si la cabeza o el estómago. Con las manos apoyadas en la mesa me sujetaba la cabeza mientras esperaba que alguien me curara.

- Tullido te voy a dejar yo a ti de un guantazo si no dejas de decir estupideces. Tendremos que esperar a que madre se acueste para poder salir sin que nos vea.

- ¡Ayyyyyyyy! ¿Me cura ya o qué? -le solté a la vecina con rabia.

—Nada, nada... —digo a las vecinas. Puede que mis hermanos tuviesen razón, y sólo con eso no tengamos para demostrar nada.

Tendríamos que esperar, y ver qué pasa en la casa del sepulturero. Aún quedaba tiempo para Padre, aunque tampoco mucho...

La vecina lava con esmero —causando notables molestias— la herida de la cabeza de Pedro, haciendo que le chorree el vino caliente por la cara. Rápidamente, y sin decir nada, sale de la casa y al poco vuelve para pringarle bien la zona con un ungüento que ha traído de su hogar. Finalmente le pone una cinta de lino que rodea por la frente el cráneo.

—¡Apañado! Ahora marchando al jergón a descansar, que vuestra madre y yo tenemos que hablar aquí —dice echándoos a la otra habitación de la casa, donde está únicamente la gran cama que compartís toda la familia para mantener el calor en las frías noches.

Me meto en mi jergón, con el macuto en brazos y les digo a mis hermanos:

-Buenas noches.

Espero unos minutos, y les digo en un susurro:

-¿Nos vamos ya u os vais a quedar durmiendo?

—¿Y cómo lo hacemos? ¡Madre se dará cuenta de que no estamos aquí cuando venga! ¡Deberíamos de esperar a que venga y esté dormida! —contesto en un susurro a Teo.

Madre estaba enferma, y lo último que necesitaba es estar buscándonos por el pueblo de noche.

- Pero como esa bruja de la vecina no se marche pronto, madre es capaz de estar en vela toda la noche. ¿Qué pasaría entonces? -Me llevé la mano a la cabeza donde todavía me escocía la herida.- Tenemos que buscar la manera de escaparnos ahora. Seguro que si esperamos más tarde acabamos dormidos.

—Seguro que te duermes tú, que eres un ceporro... Lo que me sorprende es que estés despierto —contesto a Pedro. Tras esto, me levanto, a ver qué hace Madre, si va a estar en vela toda la noche, o va a venir a dormir...

Me levanto y hago un bulto con las pajas para que parezca que estoy dentro de mi cama, y miro a Pedro mientras me cruzo el macuto por la espalda...

-Tu no se como vas a disimular... yo me voy en cuanto pueda. ¿Ves algo Rami?

- Tu cabeza de melón será lo que ponga bajo la manta, borrico.

Puede que estuviera cansado y dolorido pero todavía era capaz de arrearle un buen guantazo a mi hermano. Me acerqué a la puerta intentando escuchar la conversación de madre con la vecina, pero por culpa del zumbido de mi cabeza apenas entendía nada de lo que se hablaba.

No os cuesta mucho escuchar y ver a vuestra madre sollozar en la estancia principal. No parece tener intención de marchar a la cama pronto —¿qué mujer podría descansar bien la noche antes a la muerte de su marido? — y la vecina tampoco parece mostrar prisa por marcharse.

La única salida posible por el momento es la ventana del dormitorio. Se podría salir por ella sin armar apenas barullo.

—Parece que Madre tardará mucho en venir —comento a mis hermanos mientras vuelvo a la cama—. Venga, tenemos tiempo para irnos por la ventana. ¡Pero tener cuidado y no hagáis ruido!

Dicho esto, me aproximo a la ventana, para señalar a mis hermanos que vayan saliendo.

Comienzo a bajar por la ventana, y me pongo el macuto con la cinta ne la frente para que n me moleste, mientras les susurro:

-Vuestro plan de contar la verdad no ha sido muy bueno, casi nos castigan por ello, así que, yo iría a ver al enterrador, si no recuerdo mal, tenía el anillo del joven asesinado, y de algún sitio lo tendrá que haber sacado.