Partida Rol por web

Tus ojos se abren, reconoces el techo como el de la sala de entrenamientos del templo jedi.

Recuerdas lo ocurrido y rápidamente te llevas las manos al vientre en busca de la herida.

Con una mano no palpas nada, pues ya no está unida a tu cuerpo. con la otra sientes el muñón calcinado y una enorme herida en la tripa, pero no te duele.

También palpas otra mano.

Te incorporas lentamente y ves el cadáver del maestro Plarion sobre casi encima tuya, tiene la mano derecha colocada sobre la herida que te hizo desmayarte de dolor.

Intenté levantarme, apoyándome en ambas manos. No pude, caí de nuevo al suelo. No podía levantarme apoyándome en ambas manos porque, no tenía dos manos. Pero esa era la costumbre que había adquirido durante toda mi vida.

Miré al maestro Plarion, lloré por su pérdida, no sabía si había muerto pensando de mí lo que los demás habían pensado. Solo quería salvarlos, hasta que ese maldito de Urt me atacó sin que yo lo viera, entonces lo recordé.Fué él quien me cortó el brazo. Y yo lo había matado o eso creía, mientras él me hacía la herida del vientre.

Miré en derredor, no había rastro de su cuerpo, supuse que los demás lo habían rescatado...pero a mí, a mí me habían dejado ahí tirado, cuando estuve dispuesto a dar mi vida y mi cordura para ayudarles. Me arratré por el suelo para salir de debajo del maestro.

Lo miré con ojos llorosos mientras me levantaba utilizando mi mano derecha. cuando me levanté me agaché al lado de su cadáver y tomé su sable láser -Adiós maestro, eres el único que ha luchado por mí hasta el final- me acerqué al cadáver del Sith que había muerto, estaba sin piernas y tomé su espada. Ahora no podía usar dos, pero era la costumbre.

Los Jedis eran unos traidores, su filosofía de paz y ayuda sólo les había llevado a dejarme tirado. Y los Sith eran la misma basura, habían intentado matarme, cuando había dicho que me unía a ellos.

Salí de la sala de entrenamiento en busca de la sala médica. Con suerte los droides aún estarían funcionables y me podrían poner un implante y hacer algo con la herida del vientre. O si no...siempre podía coger un implante aunque no me lo colocara, podría intentarlo yo mismo, no lo sabía, pero no podía ir así por este planeta, apenas podría defenderme.

Pensé en mi madre mientras caminaba, apoyado en las paredes. Había querido salvarlos a todos, pero ellos me habían dejado ahí y habían cogido a Urt, inclyuida Daesha. No se daban cuenta, ellos eran tan malvados cómo los Sith...cada uno en su estilo.

Cuando apartas la mano del maestro observas que la cicatriz que tienes en la tripa se tiene en cierto modo la forma de su propia mano.

Te fijas en su rostro, lágrimas secas manchan su rostro y una mueca de ligera alegría permanece inalterada en su boca.

En la sala no hay rastro del jedi de la túnica amarilla ni de la nautolan.

Vas a le enfermería y hay un droide médico, pero está partido por la mitad.

No hay rastro de implantes que te puedan servir, pero si hay algún material médico que puede evitar que las heridas se te infecten, así como analgésicos que calmarían tu dolor.

No me queda otra...tendré que seguir con lo que tengo.

Cojo una pomada mientras me la pongo en la boca para poder desenroscar el tapón, me echo sobre el muñón. Con un gran gesto de dolor...si la herida se me cerraba tebdría que abrirla de nuevo para ponerme un implante...

Bueno...eso siempre es fácil...siempre y cuando tenga la oportunidad.

Me volví a echar pomada en la tripa y tomé unos analgésicos, guardándome ambas cosas, por si el dolor se volvía muy intenso. Mientras registraba el tempol en busca de cominda, agua y dinero u otras cosas que pudieran ser de mi interés.

El agua y la comida no es difícil de encontrar en el comedor, pero recorriendo los dormitorios de los aprendices no encuentras crédito alguno.

Pero claro, en la sala del consejo y los aposentos de los maestros no has mirado.

Después de conseguir el agua y la comida necesarias, marché hacia la sala del consejo y las habitaciones de los maestros. Eran los lugares donde yo creía, habría más dinero...

Cuando investigas la sala del consejo te percatas de que en cada asiento hay un panel con botones.

Me acerqué al asiento que solía ocupar Plarion y observé el panel y si ponía para qué servía cada botón...si no habría que probar.*

Frente a ti aparece un holograma con datos financieros, observas un traspaso de muchos créditos del templo a otra cuenta.

Miro si me puedo hacer con los datos de la cuenta. O cómo puedo sacar dinero de ella...o al menos a nombre de quién o qué está.

Tras pulsar un par de botones más observas que está a nombre de un Hutt... de un Hutt de Daontine... de "él".

¡MALDITOS HIJOS DE PUTA! ¡HAN TRANSFERIDO TODO EL DINERO AL HUTT!

Miro si se pudiera piratear o tocar algo en el sistema de alguna manera para recuperar esos créditos...no era bueno con eso, pero tenía que intentarlo.

Empiezas a teclear y accedes a las comunicaciones con el Hutt.

En ellas el Hutt exigía la cabeza de Siria como pago por la muerte de un cliente, amenazando con que de no hacerlo cortarían el suministro de provisiones al templo y que no dejarían que nadie entrase ni saliese de él.

La orden realizó un pago astronómico por la vida de Siria.

Después de ello, las comunicaciones siguen, el templo pide el precio de Ashaa y el Hutt de nuevo pone otro precio totalmente desmedido. La orden lo paga.

Observas las fechas, y el último traspaso fue de hace un día.

Caí en el suelo de culo...eso no me lo esperaba, no eso. Ahora sí me sentía mal...no sabía lo que estaba correcto, ni qué era bueno ni qué malo.

No había dinero en la cuenta del templo...y todo por mi culpa, me levanté y fuí a buscar efectivo por las habitaciones de los maestros...aunque dudabva de que hubiera.

No encuentras dinero, algunos créditos sueltos, pero nada que te pueda solventar nada realmente.

Te llama la atención lo austeras de las habitaciones de los maestros, solo tienen una cama cada uno, nada más.

Salvo Plarion, reconoces su habitación al instante por el olor.

Bajo su cama hay un libro.

Me agacho, poniendo el muñon a buen recaudo sobre la cama e intentando coger el libro de Plarion. Al final con no poco es fuerzo, ya que no estaba acostumbrado a esa situación consigo cogerlo para mirarlo.

Cuando lo abres te sorprendes con su contenido. Las páginas del libro están dedicadas a todos y cada uno de los aprendices del templo, hay fotos en que se ve cómo ha ido creciendo cada uno. Observas que hay fotos también de alumnos una vez han dejado de ser aprendices, e incluso noticias escritas a mano sobre las hojas.

También hay algunos datos personales de algunos aprendices.

Me busco a mí mismo en el libro, así cómo a los que habían estado conmigo en la sala de entrenamiento. Pnorr, Koro, Daesha, Ben-ju y todos los que conocía.

Siria

Humano descendiente de Ashaa Kenpbrum y el esclavista Jhony Malk que la violó. Nativo de Felucia.
Fue localizada su sensibilidad a la fuerza cuando fue comprobada la de su hermanastra.

Cuando fuimos a llevarnos a Siria, su madre había sido contactada por la mafia Hutt a través de Jhony Malk, y estaba a punto de ser tomada por ellos para trabajar.
A pesar de que la sensibilidad con la fuerza de Siria era bastante reducida, Ashaa nos imploró que lo tomásemos y aquí está.

Tiene demasiadio odio por los humanos y es muy impulsivo, pero eso no quita que siga siendo un buen chico. Apostaría cualquier cosa a que daría su vida si fuese necesario por proteger a sus compañeros.
El problema que tiene es que es demasiado orgulloso y no trata de comprender puntos de vista diferentes al suyo.

Se escapa muy frecuentemente para visitar a su madre, probablemente crea que solo nos enteramos unas cuentas veces, pero no vamos a impedirle que visite a su madre si tiene ocasión de hacerlo.

Hoy Siria ha asesinado a un hombre.

Siria ha confesado lo que ha hecho, y cuando lo hemos amenazado con quitarle su vínculo a la fuerza ha entrado en cólera.
Por suerte y gracias a que no ha huido, he conseguido que el consejo le de otra oportunidad antes de mandarlo a las granjas.

Pnorr

Gand descendiente de Glot y Fnar.
Como todos los gand, Pnorr es la personificación del deber, la honradez y la sencillez.
Lo hemos designado como compañero de Siria para que ambos se complementen, quizás Pnorr consiga otorgar algo de paz a Siria al escucharle cuando lo necesite y apoyarlo incondicionalmente conque este se lo pida.
Sin duda no podríamos ponerle un mejor compañero a Siria.

Koro Koon

Demasiado serio para ser solo un crío, se considera a si mismo como la solución a todos los problemas, pero no desde un punto de vista del egoísmo, sino del autosacrificio. Si estuviese herido se levantaría solo para que nadie más fuese herido. Quizás es demasiado estricto, pero ha decidido tomarse las normas de la orden a pecho y eso le conseguirá otorgar algo de paz.

Daesha Vrey

Twi'lek descendiente de  Ashaa Kenpbrum y el famoso diplomático Torlak Vrey. Fue secuestrada por Jhony Malk para ser vendida como esclava. Durante ese evento, tanto su madre como su padre se revelaron y opusieron resistencia.
A Torlak Vrey le pusieron un collar bomba y lo mandaron a trabajar a las minas del borde exterior, a Ashaa Kenpbrum la violó.

El esclavista secuestró a la hija de Ashaa Kenpbrum y Torlak Vrey, Daesha Vrey para venderla como esclava a la mafia Hutt local.

No es conocedora de nada de esto y mejor que siga siendo así, el dolor puede ser demasiado grande.

Ben-ju

Descendiente de una pareja de granjeros se localizó su sensibilidad a la fuerza a corta edad y fue traído al templo.
Es un buen chico alegre y sincero, quizás demasiado sincero para llegar a ser feliz.
Es evidente que quiere encontrar el amor, y en su corazón han latido dos nombres, solo espero que no dañe a ninguna de ambas, porque a pesar de que él quizás sea capaz de amar y no llegar a caer en los errores que ello implica, ellas no.

Fue contactado por un grupo de Siths para unirse a ellos, pero un maestro lo cubrió cuando dio su negativa y permitió que saliese ileso.

-Daesha es...mi hermana, no puede ser.-No me lo podía creer, pero una vena a mi orgullo herido latió a sabiendas de que no era merecedor de estar en el templo. Sólo había entrado ahí por Daesha y por mi madre ¿Me había mentido Plarion cuando dijo que llegaría a ser uin gran caballero? Al parecer sí, él mismo había escrito de su puño y letra que mi sensibilidad con la Fuerza era demasiado baja, y que sólo me cogieron porque mi madre se lo imploró.

Pero me daba igual. No podía creerlo pero me daba igual que no pudiera ser un buen Jedi, me daba igual. Ahora sólo quería una cosa, ver a mi hermana. Plarion había escrito que mejor que no lo supiera pero...no podía ocultarselo. Quería ver a mi hermana, no sabía donde estaría y no tenía suficiente poder cómo para sentirla. Pero lo haría de la manera tradicional. buscando.

Me levanté y volví con el libro bajo el brazo bueno para salir del templo y seguir el rastro de Daesha.