Partida Rol por web

—¡Wohoo! Pan comido. —dijo Saran, ajena a la lucha mental que acababa de sufrir la devaroniana a su lado— Hora de aterrizar.

Sin más demora, Saran comenzó la maniobra de aterrizaje.

— Excelente trabajo Saran. —

Karak se acercó a Reedha al verla casi desvanecerse.

— ¿Qué ocurre? — 

Había sido capaz de percibir como su compañera usaba la fuerza; que podría ser lo que había provocado aquello en la devaroniana.

— Déjame probar a mi. — Dijo mientras Saran procedía con la maniobra de aterrizaje.

Prevenido, quizás, por lo que le pasó a Reedha, Karak se concentró también en ver el interior. Chocandose también con la barrera puesta. Aunque al contrario que ella no recibió ningún ataque o golpe.
Eso sí, notó que quién fuera que hubiese puesto aquella barrera allí era alguien del lado Oscuro de la Fuerza. Alguien muy poderoso además.

Mientras tanto Saran aterrizó la nave sin problema al haber destruido las torretas.

En cuanto la nave se posó se abrieron algunas compuertas de la base, de donde salió un robótico comité de bienvenida. Parecía casi como si les estuvieran esperando.

Karak comunicó sus sensaciones a Reedha justo antes de que salieran los droides de combate...

— Recupera la compostura... tenemos compañía. — 

Cerró los ojos y trató de centrarse, recordando la última lección de su maestro. Pudo notar todavía los golpes que no pudo detener o esquivar. Expulsó el aire de su pecho para cogerlo de nuevo mientras encendía su sable de luz.

—Joder, eso no es escuadrilla de droides, es casi un ejército...

Dijo Saran abriendo los controles de misiles.

Reedha miró el sable de su compañero.

— Yo suelo disfrutar de una buena pelea, pero ¿qué tal si para variar les dispara Saran desde aquí y nosotros nos limitamos a destrozarles a distancia? Cuando estén tocados, ya podremos ir a freirles con un relámpago o dos... — Se volvió hacia la piloto. — Las armas que llevan, ¿suponen algún peligro para el casco y los escudos de la nave?

Aún se estaban enfriando los motores cuando Saran los encendió de nuevo, elevando la nave apenas unos cuantos metros del suelo, pero lo suficiente para poder lanzar los misiles desde la panza de la nave hasta el nutrido grupo de droides de combate.

—¿Esos robotitos? No deberían hacernos ningún rasguño, estamos más seguros aquí dentro. Marchando un regalito.

Pulsó los botones de la consola disparando uno de los misiles de concusión que voló brevemente antes de estallar haciendo saltar por los aires a muchos de los droides.

Saran no tuvo ningún problema en despachar al grupo de droides más cercano con uno de los misiles de la nave. Eran armas preparadas para destrozar naves acorazadas, por lo que aquellos robots no tenían la más mínima posibilidad.

Los que estaban más alejados empezaron a moverse y a disparar. Pero al contrario que los misiles, los blasters que llevaban no podían atravesar el blindaje de la nave. Por lo que a pesar de los impactos, que dieron todos, no hicieron más que rascar la pintura.

A Karak le pareció percibir algo, pero la explosión del misil le hizo perder el hilo de lo que estaba empezando a notar.

—Esos son los fuegos artificales que a mi me gustan...

El humo aún no se había disipado, pero el otro grupo de droides que había aparecido se había dividido en dos y avanzaban raudos hacia la nave. Fijó los sistemas de armamento sobre el grupo más compacto y cercano y lanzó otro de aquellos misiles, que surcó el aire entre la humareda y destrozó sus blancos.

—¡Kaboom! Sólo quedan un puñado, ¿vais bajando? Tampoco quiero acaparar...

— Buen trabajo Saran... Esos droides seguro que nos hubieran dado problemas —

Asintió cuando indicó si íbamos bajando, accionando la rampa de bajada. Buscó posicionarse en el suelo dejando la nave colocada entre su posición y la de los droides. Siendo que iba a disparar lo mejor sería usar la propia nave de escudo y dejar que terminara el trabajo.

Reedha asintió al ver el efecto del misil. Iban con retraso, así que cualquier cosa que les permitiese ahorrar tiempo sería bienvenida, aunque ella prefería los combates más personales.

— ¿Hay algo que se pueda hacer con esos otros? — preguntó señalando a los que estaban en lo alto.

Un nuevo misil y un nuevo grupo de robots destrozado. Así era todo mucho más fácil la verdad.

Mientras Saran se divertia Karak abrió la puerta, pero estaban un poco altos para saltar facilmente. Aunque tampoco es que fuese nada complicado para un par de guerreros sith bien adiestados.

Finalmente ambos sith decidieron esperar a que Saran bajase la nave, si es que lo hacía, antes de bajar. Por si acaso.

Los droides seguían bajando por los accesos tratando de hacerle algo a la nave. Pero con su armamento aquello sería más bien un milagro.

—Puedo intentar abatirlos con los cañones láser, pero si aceleran mucho no podré darles, quizá será mejor que terminéis el trabajo vosotros.

Mientras hablaba, Saran maniobró la nave para devolverla al suelo, dejando los motores en stand-by por si acaso mientras durara el combate. Las patas de aterrizaje y la rampa trasera extendida crujieron al apoyarse contra el suelo montañoso de la base.

Mientras no hubiera impedimentos, Saran seguiría disparando, así que apuntó, con los cañones láser esta vez, y disparó una ráfaga contra los droides restantes, haciendo saltar en pedazos a dos de ellos.

Reedha asintió.

— Despeja lo que puedas y avísanos cuando quieras que bajemos — dijo encaminándose a la rampa mientras cogía el sable de luz.

Saran logró eliminar a dos droides más, pero los restantes siguieron avanzando como si la cosa no fuera con ellos. La Chiss había bajado ya la nave, y los sith pudieron descender sin dificultad. De hecho tan de cerca la nave tenía un poco más dificil el acertar, pero a los dos usuarios de la Fuerza aquello les traia sin cuidado.

Reedha sólo tenía ojos para los droides, por lo que no se fijó. Pero Karak se dio cuenta que la antena que hace unos momentos estaba activa y localizando a la nave para que pudieran dispararles, en estos momentos estaba desactivada. Apuntaba hacia abajo como si se hubiese quedado sin energía.

Con el sable encendido ya en tierra, Reedha observó a los dos droides. Caminó hacia ellos con calma y, cuando estuvo colocada, alzó su mano izquierda. Una luz azulada surgió de la punta de sus dedos, creando un relámpago que impactó en ellos. Probablemente sería suficiente como para fundir sus circuitos.

Reedha fue demasiado calmada hacia los droides. No es que tuvieran ninguna prisa tampoco. Y con sólo dos no representaban ningún peligro.
El relampago de pura Fuerza oscura destruyó sin miramientos al primero que estaba, pero gracias a que lo tenía delante el otro apenas recibió daño. Quedando en pie y delante de la sith.
Ya habían podido comprobar antes como impactaban certeramente a la nave, aún sin hacerle nada, pero claro eso era un blanco enorme. La usuaria de la Fuerza no era un enemigo tan fácil de abatir.

O eso pensaban todos, porque lo cierto es que el droide siguió moviéndose hacia la nave. Y mientras lo hacía disparó a Reedha dandole de lleno en el estómago.