Partida Rol por web

Zated no le dió mayor importancia al halago de Mi-Neb, no habían hecho más de lo que se esperaba de ellos. Pero sí que escuchó después las ideas del jedi con respecto a las llamadas. Gracias al droide consiguieron encontrar de dónde habían sido hechas, al parecer, un local pijo dentro de la estación. Zated no tenía demasiado claro que eso fuera a llevarles a algún lugar concreto o si estarían persiguiendo una pista sin sentido. No obstante, igual que Mi-Neb había confiado en él, decidió optar por escuchar y hacer caso al que -a ojos de Zated- era el más sabio del grupo. 

Con un gesto cariñoso, posó la mano sobre la cabeza del droide - Bien hecho R8. 

—Podemos acercarnos y antes de pagar la entrada de ese lugar, sentir la fuerza cerca. Yo sentí una presencia oscura acechándome, quizás le encontremos por allí. Si no le sentimos, no tiene sentido malgastar los créditos y deberíamos marcharnos. 

Encontrar al cereano muerto cambió su perspectiva, casi seguro que había sido amenazado. El droide que había luchado contra la mandaloriana bien podía haber sido reprogramado para servir de guardaespaldas. Seguía sin tener claras muchas cosas.

- En esta estación el lado oscuro parece tener muchos tentáculos. Hay alguien en la sombra detrás de la mujer y que puso al cereano contra nosotros. Es una técnica habitual entre los más sucios, poner contra las cuerdas a los demás para forzarles a la obediencia.

No sabiendo qué pensar, había que decidir cómo actuar ahora.

- Me imagino que vas a notar una presencia negra y nociva. Podemos probar. Si la sientes, sabríamos dónde está lo que nos permitiría volver otro día a por ella.

Los tres guerreros de la luz, y el droide, se llegaron a la zona común de la estación. Desde allí podían ir a cualquier sección. En cuanto se encaminaron a la zona alta vieron un puesto de control, fuertemente armado. A tods luces podían darse cuenta de que no era algo normal. Debía haber sucedido alguna cosa que obligase a incrementar la seguridad, muy posiblemente el encontronazo con el grupo sith que les comentó Vinto.
Si que era verdad que la zona a donde se accedería si pasaban el puesto de control se veía muy limpia y luminosa. Nada que ver con los lugares donde se habían estado moviendo. La diferencia de clases está en todas partes, y el dinero está claro que lo corrompe todo.

Hay gente con dinero en la estación, y desde ahí habían comprado al cereano para el ataque. Mi-Neb trató de sentir algo en la zona, ver si podía detectar la presencia oscura que había sentido poco tiempo antes, cuando volvía. Ahora no estaba sólo, estaba con sus aliados, no estaba preocupado por su situación, y podía tratar de encargarse de él. 

—Qué valor montar un restaurante en este lugar, en plena guerra lo deben tener complicado para obtener alimentos. 

Pocas veces Xostun venía a este tipo de entornos tan refinados, ver el gran cambio producido le sorprendió por los pocos metros que separaban ambas zonas. Entre tanto rico debían anidar multitud de serpientes, mas siendo escurridizas lo difícil era encontrarlas. Viendo que Mi-Neb trataba de usar sus sentidos místicos, el soldado se dedicó a pasar la mirada alrededor.

- Qué bien viven, y lejos de toda juridiscción.

Como se dedicaran a escarbar bien que podían encontrar porquería a raudales.

En cuanto llegaron a la zona de acceso Mi-Neb se concentró en la Fuerza. Pero no detectó nada extraño. O la presencia que sintió antes no estaba allí, o estaba protegida.

No obstante el grupo pudo ver como uno de los guardias se los quedaba mirando y avisaba a otro que parecía ser su superior. No salieron de su puesto, pero estaban atentos y vigilantes.

Zated pudo percibir como la gente a su alrededor, que no había mucha, les miraba con sentimientos diferentes. Los pocos que entraban a la zona pija parecían hacerlo con un aire de superioridad e indiferencia.
Los guardias en cambio parecían tener una mezcla de ira y miedo. Algunos estaban con ganas de que el grupo se acercase allí e hiciese algo hostil. Otros temían precisamente eso. Aunque desde luego no iban a dar el primer paso.

Por lo demás, la Fuerza no parecía indicarles mucho más.

Zated les comentó lo que había notado. No creía que pudieran sacar nada de allí. 

- Si alguien estuvo aquí e hizo la llamada, se ha marchado hace tiempo. Es mejor que nos movamos, o nos buscaremos problemas innecesarios. 

—Si tú no lo has encontrado, nadie puede. Espero que en el futuro pueda volver a reconocer esa sensación y encontrarle, creo que es un peligroso enemigo de la orden Jedi. 

Había creído que este lugar tendría un aura terrible que demostrara que la maldad anidaba siempre en los lugares más ricos. Al no detectar nada su amigo, solo pudo sentirse decepcionado, pero bien, significaba que habían preferido largarse que es lo mismo que parecía esperarles a ellos.

- Pobres, se vieron sobrepasados. Vamos entonces a la nave, nos espera ese divertido campo de asteroides.

Todo un ejercicio de reflejos, al menos llegaban con la Cimitarra en buen estado, bueno, Midrim Explorer, La Audaz...

Finalmente imperó la prudencia, y la necesidad de cumplir una misión, y el grupo volvió a su hangar.

Nadie parecía haber entrado mietras estaban fuera, por lo que prepararon la nave y se marcharon de la estación. Nadie les detuvo, o trató de hacerles nada. Simplemente salieron de Farlander V, puesieron las coordenadas del planeta Ambria y saltaron al hiperespacio.

Mientras. En el interior de la estación una figura femenina que permanecía en las sombras miraba al exterior, como si pudiera algo en la lejanía. Estuvo ahí hasta que entró otra mujer y encendió la luz. La armadura mandaloriana, algo chamuscada, destellaba ante la luz proyectada. La mujer se quitó el caso y lo lanzó contra un sofá.

La otra figura salió de las sombras y en su cara pálida se observaba una sonrisa.

-Sospecho que no ha ido como tú querías.-

La mandaloriana la fulminó con la mirada.

+No me toques las narices, vale. Esos tipos son mejores de lo que creía. Siguen teniendo mi nave. La Cimitarra. ¿Sabes lo peor? Lo que me va a decir Saran cuando la vea. Eso es lo que más me mortifica. Se va a estar riendo en mí cara un mes por lo menos.+

La otra mujer se encogió de hombros.

-Sí. No hay que subestimarlos. Yo le envié un par de esbirros que tenía aquí al otro jedi. Los despachó insultantemente facil. La próxima vez supongo que tendré que ir yo en persona.-

+Si es que hay próxima vez+

-Oh. La habrá. Algo me dice que la habrá.-

Mi-Neb entregó los cilindros al droide y le señaló el lugar. Sin embargo, el pequeño cabezudo no podía hacer el apaño. Probablemente era porque no era algo precisamente legal, algo para lo que programaran a un androide astromecánico, ni había vidas en peligro, con lo que no podía ir en contra de sus directrices. 

—Vaya, vales para reparar, y para más, pero no puedes enganchar ilegalmente traspondedores. Quién lo iba a decir. 

Xostun iba a ponerse manos a la obra cuando Mi-Neb empezó a demostrar su habilidad con los dispositivos y la electrónica. Tenía familiaridad con ellos aunque aquella tecnología se estaba resistiendo, fue por eso que trató de echar una mano.

- Te echo un cable. Ese cable, el rojo.

Señaló al que había que utilizar para realizar las conexiones necesarias.

Mientras viajaban en el hiperespacio Xostum consiguió, con ayuda del droide, conectar los cilindros con los códigos de identificación. Si el cereano no les había engañado, la próxima vez que tuvieran que mandar la señal de su transpondedor pordían elegir que fuesen La Cimitarra, la Midrim Explorer o la Audaz.