Partida Rol por web

Star Wars: Fantasmas

Compactador de Basuras

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07/10/2017, 11:09
Director
Sólo para el director

Jenssar y Rico entraron en tropel a la cabina, abalanzándose sobre los controles e iniciando la secuencia de despegue.

- Esto es una maldita luna con un montón de árboles - gruñó Jenssar -. ¡¿A quién se le puede haber perdido nada aquí?!

- ¡A ella! - contestó Rico refiriéndose a sus nueva compañera, que estaba en la rampa de acceso disparando contra sus perseguidores.

Una serie de rayos bláster impactaron de forma inofensiva en los ventanales de la cabina.

- ¡Y A ELLOS! - casi gritó Rico señalando a los soldados de asalto que tomaban posiciones en la linde del bosque.

Un trabajo fácil y bien pagado, le había dicho Abert Densser. Bien pagado sí, porque le permitiría saldar en un cuarto la deuda que tenía con el bastardo; pero fácil... sólo en apariencia. Debían desplazarse a la Luna Santuario de Endor, tomar algunas imágenes aéreas e inspeccionar de cerca unas coordenadas. Lo que no esperaban era encontrar a una Nautolana ¡perseguida por soldados del Imperio!.

Por fin los motores de la nave comenzaron a rugir.

- ¡Cerrando rampa! - gritó sobre su propio hombro a la recién llegada.

En cuanto escuchó el sonido del cierre aumentó la potencia y accionó los mandos. La nave se elevó con un rugido alejándose velozmente de la superficie y los disparos Imperiales.

Casi suspiró aliviado. Hasta que los sensores de la nave detectaron tres cazas TIE en vector de ataque.

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10/10/2017, 17:40
Director
Sólo para el director

No era la primera vez que veías uno de esos grandes ingenios. Las grandes bestias de metal eran raras, aunque no tanto como para que pasaran años hasta ver otro. Cada cierto tiempo, alguna sobrevolaba el bosque, y eso era lo único que ocurría. Pasaban de largo, unas más ruidosas que otras, con intenciones que sólo ellas conocían. Sin embargo, últimamente aparecían con más frecuencia y cercanía. Grandes bestias grises con alas y enormes crestas que parecían acechar desde el cielo y prestas a abalanzarse sobre su presa.

Ya habías hecho alguna incursión con algunos de tus amigos cazadores, para acercarte a su nido y echar un vistazo. Desde una distancia segura, pudiste ver su nido, una plataforma completamente lisa de un extraño y duro material, rodeada de frías luces. De la bestia habían salido unos seres grandes, con caparazones muy blancos, que se afanaban a su alrededor.

Una noche, una de esas bestias pasó tan cerca de tu hogar que te despertó. Estabas seguro que esta vez se había posado más cerca de lo normal. Tras coger tu lanza saliste a investigar. Se había posado en un claro cercano. Si hubiera sido la primera vez que veías una, habrías pensado en ella como una de esas grandes y feroces bestias que habitaban tu mundo. Bestias de carne, nacidas, que devoraban otros seres para alimentarse. Pero ya habías llegado a la conclusión de que estas bestias habían sido creadas por otros seres, seres como aquellos altos que salían de ellas. Sabías que eran como los planeadores que tú mismo construías.

Cuando la bestia abrió sus fauces viste salir a dos de esos seres. Uno de ellos era como los que llevaban las corazas blancas; el otro era... diferente. Era muy alto, sin pelo, verde y con unos profundos ojos anaranjados. Los estuviste observando bastante tiempo. Durante un par de días, hablaban, se movían de un lado a otro con unos aparatos, y se perdieron en el bosque. Estuvieron un par de días yendo y viniendo, montados en un artefacto volador, parecido a los que le habías visto los otros.

En un momento que se alejaron y se perdieron de vista, decidiste que había llegado el momento. Te armaste de valor, y silenciosamente, te deslizaste hasta las fauces de la bestia. Como esperabas, no se movió. Entraste. La atmósfera olía rara. Olía a cerrado, no al frescor de los árboles y la vegetación en la que vivías. El toque de tu lanza en el suelo y las paredes emitía un sonido hueco y resonante. Y se escuchaba un zumbido permanente. El interior de la bestia estaba dividida en cámaras de diferentes tamaños y había luces por todas partes. Había objetos extraños por todas partes.

De repente oíste gritos. La gente grande volvía. Y volvían a toda prisa y alarmados. Escondido tras unos grandes arcones los viste pasar corriendo hasta la cámara con unas grandes ventanas y montones de luces que habías visto. Desde tu posición también viste que había entrado otro de esos seres. Parecía una hembra y no la habías visto salir de la bestia. Su piel era verde y tenía grandes ojos negros. Des su cabeza salían tentáculos. La hembra sacó un artefacto y comenzó a disparar flechas de luz roja.

La bestia rugió y, antes de que cerrara sus fauces, pudiste ver que se acercaban los seres altos de coraza blanca.

Con un rugido más fuerte, la bestia se sacudió bruscamente y caíste al frío suelo.