Partida Rol por web

Jenssar y Rico entraron en tropel a la cabina, abalanzándose sobre los controles e iniciando la secuencia de despegue.

- Esto es una maldita luna con un montón de árboles - gruñó Jenssar -. ¡¿A quién se le puede haber perdido nada aquí?!

- ¡A ella! - contestó Rico refiriéndose a sus nueva compañera, que estaba en la rampa de acceso disparando contra sus perseguidores.

Una serie de rayos bláster impactaron de forma inofensiva en los ventanales de la cabina.

- ¡Y A ELLOS! - casi gritó Rico señalando a los soldados de asalto que tomaban posiciones en la linde del bosque.

Un trabajo fácil y bien pagado, le había dicho Abert Densser. Bien pagado sí, porque le permitiría saldar en un cuarto la deuda que tenía con el bastardo; pero fácil... sólo en apariencia. Debían desplazarse a la Luna Santuario de Endor, tomar algunas imágenes aéreas e inspeccionar de cerca unas coordenadas. Lo que no esperaban era encontrar a una Nautolana ¡perseguida por soldados del Imperio!.

Por fin los motores de la nave comenzaron a rugir.

- ¡Cerrando rampa! - gritó sobre su propio hombro a la recién llegada.

En cuanto escuchó el sonido del cierre aumentó la potencia y accionó los mandos. La nave se elevó con un rugido alejándose velozmente de la superficie y los disparos Imperiales.

Casi suspiró aliviado. Hasta que los sensores de la nave detectaron tres cazas TIE en vector de ataque.

Jenssar activaba los escudos a toda la velocidad que le permitían sus largos dedos, mientras enganchaba su cinturón y revisaba los indicadores de motores.

 – ¡Latoso! Necesito coordenadas de hipersalto, cualquier sistema no imperial de mínimo riesgo de trayectoria y menos aún tiempo de cálculo. Y lo necesito en la computadora ASAP!

Maldita sea…  pensó para sí. Solía precalcular hipersaltos de salida cada vez que visitaba un planeta que sospechaba podía darle problemas… pero aquel planeta perdido de cualquier mapa… Imperiales… menuda sorpresa.

- Rico, cañones activados y linkados. No creo que esos TIE nos den aviso de salvas, así que sorpréndelos si tienes la chance. Volaré en evasivas hasta que tenga las coordenadas de salto; puede que no te ayude a apuntar, pero trataré de ser el blanco más difícil posible. Vamos, el menú de siempre…

Miró los sensores y vio los TIE acortar distancia, rápido, muy rápido. Tomo la palanca de mando y la Luna Errante salió disparada hacia el firmamento, buscando dejar atrás el pozo de gravedad del planeta. La vibración de los motores exigidos hacia vibrar toda la cabina. En el ascenso, Jenssar configuró los sensores de la nave para llenar las ondas de estática y tratar de impedir que registraran el transponder de la nave.

Gritó sobre el hombro, dirigiéndose a la Nautolana – ¡Y tú! A menos que seas una buena artillera, agarrate bien ¡y no toques nada!

Rico sabía que era mala idea juntarse con calaña mafiosa como había hecho Jenssar, peor era había sido hacerle caso y trabajar para él cuando lo normal era detenerlo por todos sus crímenes.

Cuando llegamos a Endor todo parecía tranquilo, un planeta verde y tranquilo, hasta que como siempre aparece el Imperio avasallando al personal, esa mujer puede que no fuera del todo inocente pero era enemiga del Imperio con eso bastaba.

Casi nos tragamos la nave con las prisas de entrar, enseguida Jenssar se pone a los mandos y entra en eficacia, hay que reconocer que trabaja bien bajo presión, pero no puedo quedarme parado en un momento como este, hay que defenderse para salir de aquí.

- Latoso! No falles ahora viejo cubo oxidado, más vale que calcules bien la ruta - hablándole a la nueva - si sabes disparar ponte en la torreta de estribor para cubrir la retirada, sino reza algo de tu fe para que salgamos de una pieza.

Me lanzo sobre el asiento de la torreta y activo el panel de control, enseguida el zumbido de los láseres cargándose inunda mis oídos y las insidiosas figuras de los TIE se recortan en el visor.

El tiempo en Endor me resultaba agradable. Podía meditar. Podía nadar. Los pequeños ewoks me habían aceptado como un animal más del bosque y, por suerte, no me consideraban comida. Simplemente me ignoraban como quien se cruza con una ardilla.

De hecho, había conseguido hacer algún negocio con ellos últimamente. Intercambios.

Pero sabía que no podía quedarme mucho más tiempo. Pero no tenía forma de irme, por desgracia. Tenía que esperar a que una nave descendiese.

Entonces la vi. Una nave con forma de huevo bajó cerca de donde estaba. Pero cuando me acercaba hacia ella, con la esperanza de poder seguir mi huida, me topé con los imperiales. No sé si me estaban buscando a mí, no creo, no soy nadie. Tal vez es que no querían testigos. El caso es que los blásters empezaron a zumbar. Salí corriendo, dando un rodeo hacia la nave.

Vaya tarjeta de presentación.

De pronto me topé con dos personas, un humano y un duros. En cuanto vieron a los imperiales, comenzaron a huir también.

Corrí con ellos. Eran mi única opción. Al llegar subieron a la nave y rápidamente se pusieron a preparar el despegue. Yo me quedé en la rampa disparando mi bláster contra los imperiales, cuando gritó alguien "cerrando rampa" disparé una última vez para saltar a la rampa cerrándose.

Una vez dentro, empecé a oír pitidos. Cazas TIE. Mierda.

El humano se dirigió a mi.

-Haré lo que pueda.

Rápidamente corrí a donde me señaló y ocupé el puesto de artillero. Me costó hacerme con los mandos, no es que fuese muy ducha en estos menesteres, pero al menos les haría tener cuidado.

Apunté el arma.