Partida Rol por web

Caminaba siguiendo a las dos hermanas. Sumisa y aterrada por lo que una de ellas podía hacerme con solo desearlo sin que Ree pudisese evitarlo.

De hecho, de alguna manera veía como aquella hermana oscura disfrutaba haciendo salir emociones ocultas a Ree y yo no podía detenerlo. Y cuando me llamó amiga, me di cuenta de que nos había condenado a las dos. Le acababa de dar una poderosa arma a su hermana: yo.

Con mi dolor y mi sufrimiento, doblegaría a Ree a que hiciese lo que ella quería. Con mi muerte, ella buscaría venganza y yo no tenía salida alguna ya.

Mis ojos se llenaron de lágrimas que a penas pude contener, conociendo el futuro que me esperaba solo podía desear que mi muerte fuese lo más rápida posible.

Y llegamos a... no sabía donde estaba y la verdad era que me daba igual. Mi esperanza de sobrevivir se había esfumado metros atrás y ahora solo buscaba una cosa: morir deprisa.

Así que la llegada del senador y su presentación me resultaron útiles. Con suerte, el reverso tenebroso de Ree, su cruel hermana, volviese a aplicar aquel poder sobre mí y esta vez me dejase morir en sus manos. Así pues, con miedo pero determinación, di un paso al frente.

- Yakootah. Capitán Yakootah de la Lightsaber, la nave que han... "absorvido"- por no decir secuestrado. Me presenté, con los ojos llorosos aún y mirando de reojo a la twi'lek de piel roja, esperando que nuevamente aplicase aquel poder sobre mí y que esta vez, no me dejase respirar más...

Tuve que luchar con todas mis fuerzas para no salir de aquel escondrijo y no era solo por la peste ¿Como coño podría oler tan mal algo que sale de un cuerpo tan pequeño? sino por el miedo que tenía a que Yakoo sufriese por aquella decisión. Ahora se habían ido todos, estábamos solos, pero lo que dijo aquella mujer me hizo pensar...no le costaría nada torturar a mi amada con tal de sonsacarle a Ree todo lo que quisiera a costa del sufrimiento de Yakoo. Sabía que Ree intentaría evitarlo a toda costa, pero aún así a mí no me bastaba, tenía que salvarla y sacarla de allí cuanto antes y aquello pasaba por trazar un plan del que no tenía ni idea.

Salimos del escondite y dimos un silencioso barrido por la nave asegurándonos de que estábamos solos-Joder Hobo la próxima vez ponte un dedo en el culo de tapón, una granada de gas tóxico es mejor que esa peste-dije con disgusto-Bien, así está la cosa, no sabemos que nos espera fuera, en cuanto nos vean posiblemente sospechen de nosotros y tampoco sabemos dónde se han llevado a Yakoo y Ree-dije con rostro tenso llevándome la mano a la nuca pensativo-creo que deberíamos de tomar algún uniforme o algo que nos haga pasar desapercibidos en la nave para poder buscarlas, porque si nos atrapan estaremos jodidos ¿tenéis más ideas?-pregunté mirando a ambos, altamente preocupado -Yakoo cariño, aguanta, voy a por tí..-

Por unos momentos, se quedó mirando impertérrito a Marcus...

-Pues no esperéis que yo me disfrace de soldado... sería ridículo,... parecería que ahora reclutan niños... -Siguió mirando a Marcus- Tendría que ir con los pantalones remangados, y las mangas, también ... pero ... si ... contigo daría el pego... supongo que solo hay que esperar a que alguno pase por el hangar, hacer un poquíiiiito de ruido, que venga a investigar, y darle en la cabeza con una buena llave de las que tiene Kath...

No obstante quedó un detalle por añadir... Levantó un dedo de la mano izquierda... y se lo planto delante

-¿Que te crees? que no lo intenté??... pero salió igual.

Kath salió junto con sus compañeros de escondite. Fuera se tomó unos segundos para respirar aire puro y luego ayudó a mirara que toda la nave estuviera vacía de enemigos.

Luego se reunió con sus compañeros y escuchó sus planes. Asintió a la propuesta de Marcus, si bien ella tenía otra cosa pensada que el "poquiiiito" de ruido que proponía Hobo.

-No hay que hacer ruido. Bastará con que salte uno de los sistemas de presurización de la nave. Esta empezará a echar vapor por uno de los conductos y uno varios técnicos vendrán a cortarlo. Cuando estén dentro les decimos amablemente que se rindan, les amordazamos y nos llevamos sus trajes -dijo imaginándose todo aquello como si lo estuviera viviendo.

-De todas formas, tanto Hobo como una servidora, no tenemos muchas posibilidades de salir sin que se fijen en nosotros. Yo necesito una máscara o un traje que me tape los hullepis. Hobo... Hobo... -Kath miró a su pequeño amigo y negó con la cabeza-. ...con Hobo necesitamos un milagro.

El senador miró con semblante serio a Yakoo, más serio de lo que lo había hecho unos segundos antes, pero rápidamente, volvió a adoptar aquel gesto... desenfadado.

-Ah, sí, sí, una verdadera lástima, mi querida capitana Yakootah, pero mucho me temo que estemos en una situación que nos obligue a tomar medidas desesperadas. ¿No es así... mi señora Lotta?

No hacía falta ser un jedi para darse cuenta de que entre el senador y Lotta, había tensión, y mucho más desagradado del que podría esperarse entre dos personas afines o que trabajaban juntas.

Lotta miró con desprecio al senador, pero no dijo nada sobre lo que había comentado. En lugar de eso, se paseó por la sala, ignorándolo.

-Mi querido senador no parece darse cuenta de la importancia de este momento. Continua pensando que todo es un juego. Pero no lo es. Dentro de poco, la República se dará cuenta de que tiene una guerra entre manos y eso... es lo que mi señor desea, ante todas las cosas. ¿Seguro que no quieres unirte a mí, hermanita? Te irá mejor a mi lado, créeme.

Las dos twi'lek se miraron a los ojos, sin pestañear, durante unos segundos, sopesando lo que una podía decirle a la otra y las acciones que les seguirían.

Negué con la cabeza.

No sabía que estaban tramando y era incapaz de comprender aquello en lo que se había convertido Lotta. Muy atrás quedaban los tiempos en los cuales ambas jugábamos juntas y reíamos, sin ser conscientes de las cosas terribles que había a nuestro alrededor. Ahora... todo era muy diferente y terrible.

Su mirada era como la de un chacal que estuviese a punto de lanzarse sobre su presa, y esa no éramos ni yo, ni Yakoo, sino toda la galaxia. 

¿Qué se propondría?

-No sé qué es lo que estás buscando, pero no puede salir bien. El Consejo Jedi sabe que los Sith estáis aquí. Por eso me han enviado y por eso tendré que detenerte... cueste lo que cueste. Y usted, Senador, no sabe con quién se asocia. Los Sith no buscan más que extender la maldad y no sacará nada bueno de esto, ni siquiera una pequeña fortuna personal y el poder... será efímero, tanto como su vida.

Y seguramente, igual que la nuestra.

Miré al senador y luego a Lotta. Había tensión entre ellos y si se pudiese explotar... pero luego recordé el poder de aquella twi'lek. ¿Merecía la pena intentarlo? Moriría en manos de la hermana de Ree y quizás le diese libertad a ella. Seguía con la idea de que mi muerte ayudaría a Ree con todo aquello. Ya no tendría que protegerme y a mí me había quedado claro que aquel era el final de mi viaje.

Cerré los ojos y pensé en Marcus antes de hablar buscando persuadir al Senador y quebrar esa alianza o encontrar mi propia muerte.

- Aliarse con el mal encarnado en un ser vivo no es algo muy inteligente. No es necesario ser muy inteligente, Senador, para darse cuenta que sus ansias de poder son ínfimas comparadas con la ambición de su aliada y que si está de su lado, es porque a ella misma le interesa.

» En cuanto logre lo que quiere, la marioneta pasará a ser un estorbo y no creo que necesite que le diga lo que hará con usted. - Miré desafiante a Lotta, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a temblar de miedo sabiendo lo que iba a pasar. - Lo mismo que hará con cualquiera que sea un simple molestia.

Tras decirle a sus compañeros lo que había pensado, la mecánico se dirigió hacia la sala de ingeniería. Al llegar empezó a manipular la consola y aflojó uno de los relés, lo que provocó que colapsara uno de los sistemas de presurización de la nave. Entonces el vapor se acumuló hasta que la nave lo detectó y lo sacó por uno de los conductos de refrigeración y expulsión de gases. Este problema común en las naves, era bastante sonoro y muy vistoso, por lo que no pasaría desapercibido.

- Ahora tenemos que escondernos, pues un técnico bastante incompetente sabe que se puede pasar así varios días, con lo que subirán y buscarán el relé para cerrarlo y que todo vuelva a la normalidad -aventuró Kath-. Venga escondámonos.

Dicho esto Kath se metió en uno de los armarios que estaba en la estación de ingeniería y esperó, arma en mano, a que vinieran a reparar la avería.

El plan sonaba bien... así que asintió y buscó otro sitio para esconderse; siendo el más canijo de los tres, sería el que menos problemas tendría para ello... pero... fué pasar ante la puerta, y no poder evitarlo: en el aseo, se metió en el aseo... ¿quién iba a buscar un relé en el aseo?... y también porque estaba cansado de esconderse siempre en el sitio más pequeño...

Y desde allí, con la luz apagada y la puerta apenas entrecerrada, esperó... acechante y con la pistola en la mano... porque no llegaría con algo contundente a dar al que entrase en la cabeza, salvo que pusiese un taburete...