Partida Rol por web

La pequeña Kin' miró nerviosa a uno y otro de sus compañeros en cuanto oyó mencionar que había algo extraño delante. Intentó abrirse paso para ver mejor, pero enseguida lo dejó correr. Tal vez se sentía más segura estando detrás de ellos.

- ¿Qué... qué es lo que veis...? -preguntó con aprensión.

Las pupilas completamente dilatadas de la gungan parpadearon antes de responder a la pequeña Twi'lek Una puerta...a la izquierda... debemos seguir...pero con cuidado Por un momento pensó en apagar los lasers para poder avanzar sin ser vistos, pero aunque Kin, Theen y ella misma pudiesen mas o menos ver el resto estarían completamente ciegos ante un ataque. Kin....una idea iluminó el cerebro de la gungan.

Kin. Ponte delante. No delante de todos, pero si en medio. Así, si nos atacan por detras seguiras protegida.

Y no tendremos a un desconocido a nuestras espaldas

El joven humano sonrió y asintió, confirmando las palabras de la padawan Gungan.

"Es extraño, pero parece que tienen un suministro de energia independiente... Y el pasillo es estrecho... Alia y Lyna son buenas luchadoras... pueden ir delante" Arion levantó la vista para mirar a sus compañeras y asintió rápidamente, pasando a la siguiente parte de su plan... "Mowar y Theen son competentes a la hora de percibir problemas. Ellos os cubriran" El joven padawan apoyó su mano en la asustada twi´lek, para tranquilizarla "Kin y yo podemos guardaros las espaldas sin estorbaros demasiado, ¿deacuerdo?"

Theen estaba molesto, el grupo actuaba completamente de forma irracional y eso podría costarles demasiado. El ímpetu en un Jedi era algo bueno, pero no había que confundirlo con el exceso de adrenalina y la hiperactividad. Resignado el pequeño Anx cruzo a duras penas aquel agujero debido a su amplio cuerpo, y solo por su entrenamiento y amplia agilidad, no le costo demasiado el hacerlo.

El Anx había optado por quedarse callado, pues de sus palabras solo surgirían reacciones irracionales, las cosas estaban hechas ya y lo mejor seria que avanzaran con el grupo, pero no sin antes mirar atrás para estar seguro de que nada ni nadie los seguía.

De la parte del complejo que habían dejado atrás no parecía venir ruido ni amenaza alguna. La retaguardia parecía estar segura, para tranquilidad de Theen.

El grupo estaba quieto en el pasillo, decidiendo si debían o no avanzar. Lyna asintió a las palabras de Arion y se dirigió al frente de la formación junto con la mandalore. Ahora, sólo restaba cruzar la puerta que daba a una negrura insondable. Con paso lento pero seguro, el grupo se movió hacia delante y en pocos pasos estuvieron frente al umbral abierto. Ni siquiera ahí podían distinguir lo que les esperaba, y la luz de los sables láser apenas iluminaba unos metros del suelo... que parecía ser curiosamente liso.

Lyna y Alia traspusieron el umbral y se internaron en la oscuridad, mientras el grupo las seguía. Cuando todos, incluídos Arion y Kin' hubieron cruzado la puerta, esta se cerró con rapidez, y un leve resplandor irisado la cubrió durante un instante. Justo entonces, se oyó un chirrido y la megafonía volvió a funcionar.

- ¡Bienvenidos, jovencitos! -dijo una voz que conocían demasiado bien-. ¡Habéis llegado antes de lo que pensaba, estoy realmente impresionado!

La repugnante voz del lord Sith volvía a escucharse por el circuito de comunicación, aunque no podían ver con claridad de dónde procedía. Pero debían de estar en una sala muy amplia, dado que la voz les llegaba con bastante eco.

Al oir la voz del anciano sith, Mowar se situó rapidamente junto a Alia, apagando su sable y posando la mano sobre el hombro de la chica para evitar que se lanzase sobre la primera sombra que se moviese y tratar de tranquilizarla. La gungan no habló simplemente trató de concentrarse en los vaivenes de la fuerza y en ver lo mejor posible en la oscuridad.

La coletilla del padawan zabrak se erizó cuando la trémula voz del sith invadió con un eco la oscura estancia en la que se encontraban. Sostuvo con firmeza su sable de luz y escudriñó las sombras con creciente tensión esperando que, en cualquier momento, algo o alguien se abalanzara sobre ellos.

La voz desapareció, pero el rostro de Nop seguía marcado y alerta ante cualquier peligro; la voz de aquel ser invadía su ser y parecía atraparle el alma, una sensación nada agradable para el joven zabrak.

- Maldición. - dijo Nop sin sorpresa, observando la oscuridad creciente que se cernía a su alrededor con el ceño fruncido, nada habitual en el zabrak - Ese sith está empezando a irritarme. ¿Alguien lleva por casualidad alguna barra luminosa? Podríamos lanzarla para comprobar que hay más allá sin arriesgarnos.

El padawan agarraba su sable de luz con ambas manos, frente a él, en actitud defensiva.

-¿Y cuando se supone que esperaban que llegásemos?- Clamó el pequeño Anx a viva voz desde atrás de todos sus compañeros, y no contento con esgrimir su duda, se apresuró a formular otra -¿Los demás no están impresionados?-

Cuando las palabras de los padawan se hubieron desvanecido en el aire, se hizo la luz. Una luz muy tenue y diáfana que iluminó la enorme sala en la que estaban. Se dieron cuenta de que era una estancia circular, de más o menos cien metros de diámetro, llena de cajas de mercancías, cables y depósitos. Había un par de naves en ella, con lo que quedaba bastante claro que se trataba de un hangar... aunque no se veía salida alguna al exterior.

En el centro de la estancia, el lord Sith y su aprendiz aguardaban envueltos en sus ropas oscuras. A su lado, inconscientes, estaban tres de los maestros de los jóvenes padawan. Los tres que se habían comunicado con sus alumnos momentos antes.

- Bienvenidos de nuevo -saludó el lord Sith con malicia-. Llegáis justo a tiempo para la fiesta. Estáis en presencia de Darth Maleng, y su joven aprendiz, Darth Phiras. Y a estos... bueno, supongo que ya les conocéis...

Se rió con una risa cruel y cascada, y le propinó un puntapié a Imara Tellmin, que gimió pero no se movió. A su lado, su aprendiz sonrió, cruzado de brazos, mientras miraba con deleite a los pequeños padawan.

Puede que segundos antes estuviese tratando de calmar a la pequeña mandalore, puede que hubiese conseguido mantener la calma durante todo el día, pero el ver a su maestra tendida en el suelo indefensa, y siendo golpeada por aquel maldito bastardo activo la parte más primitiva del cerebro de la gungan que con los ojos ardiendo de ira encendió el sable de nuevo.

¡DÉJALOS!-la gungan miró fijamente a los ojos de aquel hombre apretando la mandibula. La joven iba a continuar diciendo "no se te ocurra tocarles un pelo" pero se percató que eso haría que el hombre les dañase, solo por provocarles. Tambien se do cuenta que necesitaban ganar tiempo hasta que se les ocurrise un plan...y sobre todo calmarse...necesitaba calmarse, no podía atacar dejandose llevar por la ira-¿Donde estan los otros? Dinoslo y nosa marcharemos con ellos. No te molestaremos más.

Mientras hablaba, no quitaba ojo de encima a su maestra y al anciano, olvidando por completo las sospechas que había tenido sobre Kin y la necesidad de cubrirse las espaldas.

Arion se detuvo en seco al escuchar la ajada y autosuficiente voz de su oponente. Con un gesto nervioso, afianzó su sable luz en su puño, notando un poco de sudor en la palma. En la penumbra de la sala, la intermitente luz roja, confería a la estancia un aspecto malevolente y siniestro.

Percibiendo la tensión que se apoderaba de su grupo y de él mismo, el joven padawan musitó entre dientes una palabra tranquilizadora, aunque le temblaba la voz.

"Calma"

Arion tuvó que hacer un esfuerzo adicional para hacerse caso a si mismo cuando se hizo la luz en la sala, descubriendo, no solo las dimensiones y la forma de la estancia, sino una inquietante escena protagonizada por el siniestro personaje que parecia responsable de su encierro, su malencarado y autonombrado aprendiz... ¡Y tres de los Maestros perdidos!

El aprendiz percibió un movimiento a su izquierda, con el rabillo del ojo y, al girar la cabeza, vió a Mowar conteniendo a una frustrada Alia Kazu. Arion se volvió hacia Kin´y la apartó a un lado, escudandola con su cuerpo, mientras se movia a un lado.

"Traquila, Kin´. No estas sola... No pasará nada..."

Arion se situó a la derecha del grupo, manteniendose detras de los guardianes jedi, listo para intervenir. Sin embargo, una sombra de duda recorria su rostro.

"Este sitio no es como otros... Hay engaño... Duplicidad... Y nada es lo que parece... Bien... Estamos listos... Nuestros maestros nos han entrenado bien..."

Alia no dijo nada, pero nada más ver a los Sith se había aferrrado con fuerza a su sable púrpura y apretaba los dientes con rabia. Sus compañeros podían sentir la cólera que bullía en su interior, como un torrente de oscuridad que se arremolinaba y la asfixiaba por momentos.

- Maldito... -masculló la mandalore, fulminando al lord Sith con la mirada.

Pero hizo caso a Mowar y se mantuvo firme, aunque eso sí, sin abandonar su pose amenazadora ni aliviar la tensión que la atenazaba.

El oscuro señor del Sith se sonrió con malicia y diversión al comprobar la ira de los pequeños padawan. Se adelantó un par de pasos al escuchar la exigencia de Mowar, con mucha calma y parsimonia.

- Creo que no lo entiendes, joven gungan -dijo-. Ahora sois nuestros invitados y debéis mostrar cierta cortesía. Habéis superado el juego que os propuse... y más rápido de lo que pensaba. Os aplaudo por eso. Sin embargo...

Hizo una seña a su joven aprendiz, y este se rió entre dientes mientras activaba su sable láser. La luz roja iluminó a los tres Maestros que tenía a su lado, tendidos en el suelo.

- ... me temo que no podemos permitir que os llevéis a nuestra... protegida -continuó Darth Maleng. Era obvio que se refería a Kin', que se echó a temblar de miedo-. Entregádmela. Y también a la paqueña mandalore que me está mirando tan furiosa. Creo que podrá ser una discípula muy hábil.

Señaló a Alia con un dedo arrugado y pálido. Estaba claro que tenía decidido lo que quería y que todo aquello no era más que una treta para identificar a aquellos de entre los padawan que estaban más expuestos al Lado Oscuro. El Sith se aclaró la garganta y terminó sus demandas.

- Si lo hacéis sin rechistar, perdonaremos vuestras vidas y las de los Maestros que os quedan. Tenéis mi... palabra -dijo para acabar, aunque solo le había faltado reírse en sus caras para que aquello sonara completamente falso.

Arion se tensó, listo para intervenir... Sin embargo, el padawan relajó los hombros, expulsó el aire lentamente, controlando su respiración y tranquilizandose.

Cuando el joven aprendiz del repulsivo anciano activo un sable laser de color sanguineo, Arion se puso serio, colocando su propio sable en posición defensiva y media la distancia que les separaba con un rápido vistazo...

"Demasiado lejos... Aunque, quizá..."

El padawan humano se llevó la mano izquierda a la parte posterior de su cinturón y manipuló el cierre de su bolsa, mientras cambiaba el peso de un pie a otro, listo para echar a correr. Sin embargo, el lento y amenazante movimiento del anciano hizó que se quedase quieto, rigido y tenso, sin terminar de creer su amenaza...

"No podemos permitir que haga daño a un inocente ni a un indefenso..."

Arion giró la cabeza, mirando de soslayo a su compañera, buscando transmitirle algo de animo y esperanza. La última frase del anciano, más burla que amenaza, encrespó los animos del naturalmente tranquilo aprendiz... Que enfocó sus sentidos sobre el malcarado aprendiz de Darth Maleng, tratando de percibir alguna duda en su animo.

La ira que había luchado por dominar el espiritu de la gungan se iba reconduciendo poco a poco. Era un trabajo muy complicado, pero tenía que hacerlo. Mowar miró a su alrededor tratando de pensar... allí faltaban tres maestros... aquello fallaba. Sí hubiesen matado a los otros tres maestros les habrían enseñado sus cadaveres para desmoralizarlos, pero aquel hombre solo hacía falsas insinuaciones.

Mowar se interpuso entre Alia y el sith con el sable activado. La joven tenía la intención de acercarse lentamente a los maestros pero las palabras del sith hicieron que parara en seco. Los ojos de la gungan se abrieron desmesuradamente al oir a Darth Maleng, reflejando el verdor de la luz de su sable...hasta que soltó una risita despectiva.

-¿De verdad? con todos mis respetos...no creo que ellas quieran ir con usted... y nosotros las defenderemos

Con el ceño fruncido, Nop permanecía inmóvil, en vanguardia, con el sable de luz encendido a pesar de que la luz había vuelto a la estancia. Percibió la malicia del Lord Sith y sintió lástima por su aprendiz. En cualquier caso, no permitiría que se llevasen a nadie por la fuerza y menos aún que mataran a los indefensos maestros.

Dio un paso firme y sostuvo el sable con ambas manos. Reconoció en su interior el miedo, mas este no pudo apoderarse del joven padawan ya que el amor que profesaba por su maestro era comparable al de un padre, muy a pesar de las lecciones de apego que había recibido de Tam-Ung Kbahr.

El zabrak sabía que un combate contra el Lord Oscuro estaba perdido de antemano, ¿pero qué opciones tenían? Tenía que pensar en algo...

Theen se encontraba seriamente intrigado por lo que sucedía, aun cuando tenia claras sus ideas sobre lo que estaba sucediendo en aquel lugar, tenía bien claro que de equivocarse las cosas saldrían muy mal. A la par, de tener razón, no pasaría absolutamente nada. El riesgo era grande y ante él no había otra opción mas que reaccionar cuanto antes y con cordura.

-Tal como están las cosas, es imposible que venzamos a un Lord Sith exclamó Theen a Arion y Nop telepaticamente por separado . Es nuestro deber sin embargo erradicar todo rastro del lado oscuro de la fuerza; debemos ser inteligentes, encárguense todos del discípulo oscuro, yo les daré tiempo distrayendo a su maestro. Después..., después esperemos que la fuerza este de nuestro lado.-

Sin embargo el pequeño Anx no mencionó algo importante que rondaba por su mente. Si las cosas eran tal como ahora se gestaban y eran derrotados, era completamente seguro que Alia y Kin cayeran al lado oscuro, y eso simplemente no podía permitirlo. De algún modo Theen se encargaría de evitarlo.

Kin' se echó a temblar en cuanto el Lord Sith pronunció aquella perorata, pues estaba muy claro que ella era uno de sus objetivos y que no iba a dejarla escapar. Escuchó la contestación de Mowar y enseguida empezó a sollozar. Todo rastro del valor Jedi que hubiera empezado a aprender en el Templo se desvaneció, pues no estaba preparada para eso. Se abrazó a una de las largas piernas de la gungan mientras lloraba.

- ¡No, no! ¡No quiero quedarme aquí! ¡Quiero volver a casa!

Arion intentó penetrar con sigilo y atención en la mente del joven Sith, esperando que hubiera una fisura, por pequeña que fuera, en su determinación. Sin embargo, no pudo conseguirlo. Su rival estaba sin duda bien entrenado y se notaba que se deleitaba con la situación, lo cual sin duda era un puntal para su seguridad.

Habría que probar otra cosa...