Partida Rol por web

El piloto imperial se rió al ver caer tan aparatosamente al estibador, y si no fuera por haber escuchado su nombre no os cabe duda alguna de que hubiera continuado con su vejación. La única pregunta que queda sin responder es: Hasta cuando. Miró hacia la Nagi durante unos segundos antes de cruzarse en el camino del joven mecánico, al que frenó poniéndole una mano en el pecho, y le empujó en la dirección en la que vino.

—Acaba con lo que tienes que hacer y baja al vertedero al que perteneces —dijo con desprecio marcado en su tono—. Y rápido.

Señaló con su dedo hacia el motor de la nave y caminó hacia la esclava con aparente despreocupación. Por su tono se le podía notar el disgusto de ver que alguien salió en ayuda del ciego. La pistola blaster que tenía en la cartuchera izquierda descansaba enfundada, pero no dejaba de buscar la empuñadura a cada pocos segundos. Al fijarse en el pad de datos que trajo la esclava la cogió sin esperar a que se lo dieran y lo observó con detenimiento. Un ligero atisbo de sorpresa se pudo intuir por su movimiento corporal.

—¿Quién te ha dado estas órdenes? ¿Y quién demonios eres? —preguntó quedándose mirando a la Nagi.

Se giró esperando que la muchacha le siguiera, puesto que si no lo hacía la agarraría del brazo para que caminara junto a él. Gritó para avisar a un par de soldados que salieron del interior, con sus rifles en las manos. 

—Que trabajen rápido y bajen de aquí.

—¡Ya habéis oído! ¡Rapidito y fuera! —añadió el que se situó a la derecha.

El estibador se incorporó y empezó a descargar las cajas que estaban en la bodega, que no eran pocas. La grúa emitió un sonido de queja al levantar la primera de ellas y bajó por la rampa, dejando la caja a un lateral de la rampa de descenso. Volvió a por la segunda de ellas. 

El piloto comenzó a teclear con rapidez en el terminal de control de la bodega. Pronto las cajas estarían descargadas.

El miembro de la seguridad se quedó mirando a la soldado con gesto extraño. Miró a su identificador y después a sus ojos, así varias veces, algo que aprovechó Kaia para sustraer el comunicador con habilidad, como si hubiera sido suyo de siempre y hubiera vuelto a por él. 

—Pero tú no eres la camarera del tugurio ese... —chascó los dedos varias veces—, sí, el de las bebidas exóticas...

Apartó la mirada de ella, como tratando de recordar, parecía mucho más interesado en recordar eso que en cualquier otra cosa que le hubiera podido decir. Como si no se tomase en serio la identificación. 

Mientras tanto, Kaia podía escuchar por el comunicador cierto caos operativo. Muchos de ellos no sabían qué estaba ocurriendo, mientras que el jefe de seguridad se afanaba por callarles y mantenerles concentrados. Lo que más le llamó la atención de la conversación que se estaba dando, fue una parte en la que parecían dudar.

—S1: ¿Pero por qué estamos bloqueando el espacio puerto?

—Jefe: ¡Por que Nulha lo ha ordenado!

—S1: ¿Pero no deberíamos avisar a Rogga? ¡Esto es muy raro!

—Jefe: ¿¡Quieres cerrar el pico y seguir las órdenes!? ¡No lo voy a volver a repetir, el que quiera seguirlas, adelante, el que no, ¡Que se encierre en la sala de seguridad y espere a que llegue!

El miembro de la seguridad que hablaba con Kilye se cruzó de brazos y asintió, fue el momento en el que se dio cuenta de la identificación que le mostraba, justo enfrente de su cara y se encogió de hombros. 

—No se qué decirte, guapa —puso gesto de interesante—, pero supongo que puedo enterarme de algo y hacértelo saber la primera, siempre y cuando... —movió los dedos de la mano en señal de dinero— sepas cómo recompensar esa información, y por adelantado...

Las cajas para descargar, una vez se mueven por acción de la grúa, emiten un sonido rítmico que os trae recuerdos. Puede que sea porque hayáis trabajado cerca de una línea de almacenaje, tengáis compañeros de trabajo droide que acaben su jornada en puestos de carga o hayáis combatido contra ejércitos de estos, pero el sonido que os llega desde aquellas anodinas cajas es igual que cuando se mueven los puestos de carga droide.

- Estoy bien, gracias -Respondió el joven miraluka, como siempre parco en palabras. De hecho, no contestó a la pregunta de si había caído al suelo involuntariamente o por un fallo de la grúa, pero puede que solo fuera una pregunta retórica hecha por el mecánico para quitar hierro al asunto. En cualquier caso, su voz sonaba agradable, agradecida, pese a la apariencia de hosquedad que habitualmente generaba el antiguo padawan. 

Aprovechando que el soldado de asalto había cambiado de objetivo, lo cual Kah'ín agradeció, el miraluka apoyó sus sucias manos en el suelo y se incorporó tratando de no mostrar un exceso de agilidad para evitar llamar más aún la atención. Se situó junto a la grúa, cogió el mando y agachó la cabeza para seguir con su trabajo.

Permanecía sereno, controlando su respiración y su pulso, manteniendo una apariencia relajada a la par que trataba de apartar sus sentimientos. Era una práctica habitual de meditación previa al trance, que Kah'ín realizaba todos los días y que ahora, más que nunca, debía poner en práctica si no quería llamar la atención de aquella presencia cargada de odio.

«¿De qué me suena ese sonido», pensó entonces Kah'ín, mientras movía las cajas de lugar, «Parecen droides...¿Estará Nulha el Hutt reuniendo un ejército personal de droides?».

Una chispa de amargura y crispación cruzó en ese momento la mente del miraluka al descrubrirse a sí mismo ayudando al Imperio a fortalecerse sirviendo como intermediario entre criminales y asesinos...

Camarera? Aquel desgraciado le había llamado camarera? Tenía ganas de estamparle los nudillos en la cara, un derechazo que le hundiera esa cara arrogante de guarda que lo único que era capaz era de aporrear sin pensar. Lo miró y le sonrió abiertamente, casi dulce, una sonrisa que cualquiera que hubiera estado en su bar hubiera augurado problemas. Con voz amistosa le dijo

"Creo que te confundes, al menos en parte, soy la dueña del local, y no servimos bebidas exóticas, servimos las mejores bebidas exóticas, o las serviríamos si el puerto espacial funcionara como es debido. Así que si hay algo que pueda hacer para que mejore la situación..." dijo abriendo los brazos intentando captar su atención y darle tiempo a Kaia para que cogiera el transmisor "no sé, invitar a unos guardas que trabajan tan duro a unas copas después de su turno, pues sería un placer, no suelen venir muchos chicos guapos al local."

Tuvo que luchar el impulso de mirar hacia atrás y comprobar si tenía el comunicador o no. Sabía que Kaia era muy versátil, que podía hacer muchas cosas y las hacía bien porque era rápida e inteligente, así que, mantener la conversación solo le haría sospechosa por lo que decidió despedirse, más cuando aquel desgraciado le pedía dinero

"Dinero? En serio?, no te preocupes, si prefieres quedarte aquí toda la noche de pie por tu sueldo adelante, yo estoy en mi día libre y estoy seguro que esto está plagado de cazarrecompensas y que todos te pagarán, estoy segurísima...y pensar que pensaba compartir la recompensa, en fin amigo, suerte en los negocios"

Era de primero de cazarrecompensas, no se daba dinero a nadie que no te daba algo palpable, y aun así había que mantener una sana desconfianza. Era mejor no hacer un negocio que hacer uno malo, y normalmente los guardas eran codiciosos, capaces de vender a sus madres por unos créditos, y sobre todo, poco fiables. Se giró y empezó a caminar hacia Kaia con una sonrisa, esperando que aquel guardia se desmoronara y se adecuara a sus formas de pago. Alzando la voz para que el guarda le oyera le dijo a Kaia

"Está todo controlado, estos fornidos guardas nos protegerán y podremos salir en cuanto sea seguro, estoy segura que será prontísimo. Vamos a sentarnos, si necesitan de mi ayuda ya vendrán"

Bajó el tono de voz mirando de reojo, localizando al guarda y esbozando una sonrisa traviesa

"Son tan tontos que hasta para encontrársela esperarían órdenes!. Lo tienes? Que se está cociendo?"

Cuando el piloto arranca el pad de datos de mi mano, lo miro sin mostrar ningún atisbo de malestar. Su forma de actuar no se aleja demasiado de la gente con la que trato a diario, no me parece nada extraño, los que están al mando deben hacer lo que crean necesario para mantener el orden y para conseguir con rapidez sus objetivos.

—Estoy al servicio de una mujer de negro con una larga capa roja, señor— respondo, juntando mis manos sobre mi vientre e inclinando la cabeza levemente hacia él, a modo de saludo—. Mi nombre es Anya— continúo hablando mientras mi penetrante y melódica voz va extendiendo su eco por la zona de aterrizaje.

Hacía tiempo que no me preguntaban quién era y eso me causa una extraña ilusión, al parecer todos ellos se habían interesado con solo verme. «Curioso», pienso sin apartar la vista del piloto. Ahora que ya había cumplido mi cometido me encuentro algo confusa e indecisa, sin saber qué más debo hacer, tal vez volver por donde he venido. Veo como se gira y al quedarme parada tras él, debatiendo internamente si ya ha llegado el momento de marchar, puedo ver como se vuelve para tomarme del brazo. No me aparto, pero reacciono lo suficiente rápido para que no sea necesario que tire de mí.

—Voy, señor. Disculpe mi lentitud— me excuso, instantes antes de salir caminando a su lado.

No hago preguntas, ya que no necesito saber nada, simplemente me limito a esperar a que termine de hacer lo que quiera que haga mientras respiro de forma calmada, manteniendo un absoluto silencio.

Kah'ín se sorprendió al oír la voz de la joven. Entre los chirridos y sonidos electromecánicos de la grúa y sus pesadas cargas, y el intento por seguir el juego del soldado de asalto, apenas se percató de su presencia. 

«¿Qué hace ella aquí», pensó tras girar brevemente la cabeza y así observar a la mujer que había hablado, descubriendo que era la misma persona que había sentido tiempo atrás. 

Hasta hoy era una desconocida, pero la tal Anya había sido junto con la otra joven dos de las cuestiones que más vueltas habían dado en su cabeza en los últimos días. Y ahora estaba ahí...

Nuevamente se confirmaba que los caminos de la Fuerza son inexcrutables... 
 

Sin llegar a ocultarse de la vista, buscando un discreto segundo plano donde no llamar la atención, Kaia escuchaba disimuladamente lo que recibía el comunicador de aquel papanatas que parecía estar cabreando a Kilye.

-Nulha...mmm...ella – masculló para ella.

No había que ser un genio para juntar las piezas, aquello no pintaba nada bien. Su mirada recorrió el lugar tratando de presuponer como de mal podrían ponerse las cosas si los secuaces de Nulha enfadaban a los imperiales, era un señor del crimen Hutt en Nar Shaddaa pero el imperio era el imperio. Por fin se detuvo a observar la charleta entre Kilye y el soldado despistado, no pudo contener la sonrisa divertida, ni los pensamientos por el pobre desgraciado. No hacía falta estar presente pera saber que la sonrisa perfilada en los labios de la cantinera era una sonrisa peligrosa.

-no quisiera estar en tu pellejo si vuestros caminos se vuelven a cruzar, chaval – dijo divertida apartando la vista de ellos en cuanto vio como la expresión corporal de la mujer cambió ligeramente; la conversación llegaba su fin. Pronto le llegaron las palabras de la mujer, no volteándose a mirarla pero alzando una mano con el pulgar arriba - ¡wujuuuu! Salvadas – manifestó su entusiasmo ante las noticia, bajando la voz a un tono normal cuando Kilye estuvo con ella - ¿y suplicaran por tu ayuda o clemencia por su insolencia? - rió por lo bajo con una dulce sonrisa retorcida ante el chiste de la cantinera – cocer no se que se esta cociendo pero puedo afirmar que se gordo y seboso...Nulha -anunció el nombre del hutt que bien conocían – él es quien ha dado la orden de cerrar el espacio puerto, lo esperan en la sala de seguridad...es todo por ahora – se encogió de hombros tras dar la información – no pinta nada bien, Imperiales y Hutts...¿crees de veras que pueda haber algo beneficioso para nosotras ahí?...si uno de esos dos se calienta esto se puede convertir en un puñetero campo de batalla

Se abstuvo de mencionar a la Nagai, ambas sabían que la recién incorporada a la lista de potenciales amigos de Kaia estaría allí donde su señor Nulha estuviera. Para su desgracia Anya no tenia un comunicador con el que poder contactarla para saber que ocurría, y conociéndola como la conocía tampoco es que fuera a soltar prenda de lo que estaba pasando.

-¿se te ocurre algo? ¿a quien puede estar buscando el imperio aquí, que sea tan importante como para que Nulha se presente aquí?

-Si señor. Disculpe- Respondió el mecánico mientras por dentro pensaba cosas no tan amables. El no pertenecía a ningún vertedero. El era un viajero y explorador. Había visto supernovas, eclipses en planetas con mas de siete lunas y bosques en continentes inhabitados. El vertedero era el sitio donde aquel maleducado se habia reclutado al servicio del autoritarismo. 

Ajax volvió a sus tareas. Al principio pensó que cable tendría que cortar y que resistencia dejar suelta para que los imperiales tuvieran un susto en su próxima reentada atmosferica. No iba a hacerlo, evidentemente, pero la fantasía era tentadora. A los cinco minutos volvió a su humor normal y alejó aquellas ideas. Preferiría ser la persona risueña de siempre y no dejar que esa clase de ideas enraizaran en su cabeza. En una hora habría pasado todo y el estaría sentado en su sofá. No iba a darle a aquel soldado el poder de malhumorarle.

“¿son eso droides?” Pensó intrigado. Esperaba que, de ser así, no fuesen modelos de combate. Bastante tenían ya en este planeta sin ellos.

Era lista, demasiado lista para su edad, y esa inteligencia sería la que la metería en problemas. Se parecían tanto que a veces dolía, pero era como estar viendo a una versión más joven de su hermana, descaro y encanto, de la que serían capaces de vender un árbol a un Ewok. Sonrió ante su comentario y le dijo de forma casual

"Me está entrando una especie de picor en la mano del bláster que solo se me quita cuando le bajo los humos a un gallito. " dijo riendo "Aunque debemos elegir nuestras batallas, ya sabes, somos hembras, débiles e indefensas y no debemos meternos en peleas que no podemos ganar....... o que sean demasiado fáciles de ganar, tal vez con 4 o 5 guardas más empezaría a preocuparme." La miró, asintiendo y riendo ante su broma "clemencia, siempre clemencia, aunque si me ofrecen a partir de 20000 créditos podemos saltarnos los preliminares"

Los Hutt estaban en ello, e iban en contra de su negocio, de mantener el puerto abierto. Kilye frunció el ceño mientras lo consideraba. Algo grande, algo mucho más grande que su negocio habitual, o alguien tan poderoso como para asustar a un Hutt, fuera lo que fuera las cosas se podían poner feas, muy feas. Miró a Kaia y reprodujo la conversación en su cabeza, le pediría que se fuera, se negaría, insistiría, se volvería a negar y así hasta que se rindiese. La miró y suspiro antes de reír entre dientes

"Algo gordo Kaia, o alguien. Nulha gana mucho manteniendo el puerto abierto, así que si está cerrado es por dos posibles motivos, o gana mucho más manteniéndolo cerrado o alguien al que teme se lo ha pedido, y teniendo al imperio por aquí lo lógico sería que fuera lo segundo. No sé que buscan, pero debe ser algo importante, tal vez un noble que usar para chantajear a un mundo, un líder religioso, cualquier cosa, y si lo quieren tiene valor, mucho valor, y lo que tiene valor se puede sacar de contrabando y cobrar una buena recompensa. Lo que tengo claro es que si el imperio no obtiene lo que quiere esto se va a poner feo, y sus soldados son mucho mejores que los guardias. Esto se va a convertir en una carnicería....Yo tengo un asunto pendiente con el imperio, y con el Hutt fofisano, me está hundiendo el negocio así que de aquí no me voy hasta que el puerto se abra aunque lo tenga que abrir a punta de bláster"

La miró y lo soltó, si tenían que discutir aquel era el momento

"No es un sitio adecuado para ti, te podría colar por los túneles y escapar con la noticia a Le Sphinx, seguro que te recompensarían por ese walkie." - sonrió irónica antes de preguntarle "Me harás caso por una vez? Sería un buen momento para romper con la estadística, esto no es una broma, podrías morir. Vas armada?"

A la expresión de diversión en el rostro de Kaia la coronaba una sonrisa pilla que se iba ensanchando con las palabras de la mujer, hasta el punto que tuvo que contener una carcajada mordiéndose la lengua, aunque no por mucho.

-claro...porque somo unas pobres damiselas en apuros – se burlo con cara de suplica antes de reír abiertamente – bah...como si esos pusilánimes tuviera algo que hacer contra nuestras dotes de persuasión – añadió guiñándole un ojo a Kilye – ah ah – negó la cabeza mas sería esta vez - ¿y que hay de divertido en saltarse los preliminares? - chasqueo la lengua – que pidan toda la clemencia que quieran pero la diversión es la diversión

Esos momentos eran de agradecer siempre que estaba con Kilye, además había que aparentar algo de normalidad durante un bloqueo. Una situación que podía ser provechosa para quien sabía verlo, en esta Kaia no encontraba nada a lo que aferrarse, salvo tal vez asegurarse que Anya saliera indemne del choque que pudiera darse entre esos dos titanes que eran el imperio y los hutt. Hasta que Kilye mostró sus intenciones.

-para el carro bonita – Kaia había adoptado una posición relajada pero el hecho que quisiera “deshacerse” de ella la puso inmediatamente en guardia – tu lo has dicho los soldados imperiales son mejores que estos mequetrefes, mi familia esta ahí arriba esperando – señalo el exterior donde las naves esperaban la re-apertura del espacio puerto – además...soy la única que tiene una “infiltrado” entre los hombres de Nulha...bueno...una amiga...colega...conocida...vale – hizo un aspaviento con los brazos ante la severa mirada de Kilye cuya perfilada ceja se iba alzando al escucharla – tengo a alguien con él...o que espero este con él...ya sabes a quien me refiero

Hacía unas semanas que había conocido a Anya gracias a uno de sus peludos hermanos Lurmen que formaban parte de su pandilla. Habían congeniado, o algo así. La Nagai poseía todo un don de la palabra para el silencio más absoluto, pero a Kaia le había caído bien y el hecho que tuviera aquel dichoso dispositivo dentro de ella que podía acabar con su vida sí su jefe tenía un mal día o si decidía traicionarlo, no hacía más que aumentar el deseo de Kaia por ayudarla a deshacerse del yugo al que estaba sometida.

-No es como si fuéramos a dar la vida la una por la otra pero creo que podemos confiar la una en la otra, quizá pueda decirnos que buscan y adelantarnos...cobrar esa recompensa, de haberla y de paso acelerar todo el tedioso proceso para que las naves que ambas esperamos puedan aterrizar – se explicaba de manera acelerada, casi no dejando que los pensamientos de aposentaran antes de expulsarlos por la boca - ¿estadísticas? - repitió señalando el arma escondida entre sus ropas, la que siempre llevaba con ella por si acaso y procuraba no usar nunca - ¿me vas a hablar de estadísticas?...tú sola contra una docena de soltados de asalto más esos tipos de negro y la pava que da un mal rollo que te cagas...eso sin mencionar a los hombres de Nulha, que seguro saben disparar mejor que esos huevos blancos por muy buena armadura que lleven...no, me necesitas. No seré un lastre y si la cosa se pone fea siempre puedo largarme sin ser vista, así que me quedo

Ahora sus ganas de disparar se estaban propagando para con Kaia. La condenada era tan terca y siempre sabía buscarle las vueltas, conocedora conscientemente o no, aunque la sospecha era que era consciente, para salirse con la suya. Tenía ese encanto natural de las que están acostumbradas a embaucar con mirada, voz y cuerpo, un poder al que era difícil resistirse, aunque eso no impidiera que en ese momento no tuviera ganas de azotarla y llevarla de una oreja a un lugar seguro. Estaba enfadada, pero finalmente bufó y mostró una pequeña sonrisa de derrota antes de preguntarle

"Al menos vendrás a trabajar a mi cantina, no?" - Era una broma recurrente de la que ya sabía la respuesta pero que sabía que seguro le pincharía. "Esta bien, no hay que dejar a la familia atrás, la familia es lo único sagrado" dijo con la voz más acerada de lo que la había usado antes. Cerró el puño en torno del blaster como si el contacto del arma la tranquilizara y sopesó sus opciones. Asintiendo dijo "Sí, un infiltrado podría venirnos bien aunque, si solo es una conocida, como sabes que no se lo dirá a su jefe en cuanto te des la vuelta? ... Son Hutts.." dijo extendiendo las manos y enseñando las palmas con frustración, un gesto que lo explicaba todo. Hutts, peligrosos, traicioneros, seres que convenía no contrariar. Torció los labios en una mueca de disgusto bastante divertida antes de regañar a Kaia "Harás que te maten, pero supongo que no tenemos muchas más opciones. Las cosas no van bien, si siguen así tendré que cerrar la cantina así que necesito este puto puerto abierto. Tienes forma de contactar con tu amiga?"

La lógica de Kaia al respecto era impecable, demasiado lista para lo que le convenía, y las cuentas eran impecables. Era rápida, probablemente de las más rápidas del planeta, pero no sería capaz de encargarse de todos los hombres del Hutt y del imperio sola. Juntas, bueno, era poco probable pero era posible, así que tuvo que claudicar de nuevo aunque no lo hizo de buena gana

"He salido de peores cosas que esta sola..... Está bien, te quedas, pero si te digo que te vayas te vas, y si no lo haces te llevaré a patadas en el culo a Le Sphinx, está claro?" Esperó su respuesta antes de decirle "Si puedes localizar a tu amiga puedo dar una vuelta por el puerto, tal vez vea lo que esos lerdos no ven. Si hay alguien sospechoso por aquí se estará escondiendo, y tengo mucha más experiencia que ellos sacando ratas de sus cubiles"

-tal vez la próxima estación – respondió en un gentil toque de complacencia en su habitual juego de voluntades, regalando su más radiante sonrisa, esa de quien se ha salido con la suya – pero no garantizo nada, estudiaremos las condiciones y veremos – enlazo su brazo con el de ella e hizo chocar su cadera contra la de ella en un golpe juguetón – confiando...es difícil de explicar ¿cabe la posibilidad que nos traiciones? Hombres pues para ser honestas, sí....Anya vive bajo la premisa de servir a su señor, teme no complacerle pero también ansia la libertad...aunque aún no es plenamente consciente de ello – se encogió de hombros aun cogida al brazo de Kilye apoyando su cabeza en el hombro de esta poniéndole ojitos – tu no dejaras que me maten ¿verdad? - pestañeando en plan encantador y ante la posibilidad de acabar con su paciencia la soltó dando un paso atrás para encarar el asunto frente a frente y tratando de ponerse sería

No había conseguido engatusar a Anya para que se hiciera con un comunicador con el que estar en contacto, así que el comunicarse con ella iba a ser tarea ardua complicada. Tampoco tenía claro que estuviera con su señor, las posibilidades eran altas para que negarlo, la cosa era llamar su atención pero eso implicaría meterse de lleno donde estaban los problemas. No, Anya solo les serviría si no estaba con Nulha.

-Señor. Sí, señor. Comprendido, señor – se cuadró dando un golpe con los pies antes de reir nuevamente – vamos, no te pongas tan seria. Tengo un gran instinto de autopreservación, si hay que correr...correré – se sincero con toda la naturalidad del mundo – ahora bien, Anya no lleva comunicador alguno, así que salvo que se separe de los suyos no podremos sacar nada...quizá debamos movernos primero y ver que se esta cociendo y deberíamos ponernos ya...somos de las pocas que no están avasallando a los guardas por nuestros derechos y demás

Cinco cajas, pesadas como naves, son el total que se descargan. La bodega quedó completamente vacía, e incluso el olor y la sensación de la estática empieza a ser perceptible para todos los ahí congregados. Cuando el piloto terminó de teclear en su terminal la pantalla mostró una orden de comando de activación, miró a la Nagi y le hizo una seña con el brazo, llamando la atención de la muchacha sobre lo que estaba haciendo. 

—No has venido con nosotros —comentó sin darle importancia a sus palabras—. Pero no importa. Ve a decirle a tu "señora" que ya está hecho. Aunque bueno, lo sabrá.

El piloto se la quedó mirando mientras pulsaba unos controles en el pad de datos, en la pantalla se pudo ver cómo una barra de progreso se llenaba hasta alcanzar el 100%. En ese momento se giró hacia los soldados y asintió. Avanzaron hacia el mecánico, haciéndolo retroceder hasta el final de la rampa de descenso, y allí abajo os encontrasteis los tres.

En cuanto llegasteis abajo el piloto recogió la rampa mientras que las cajas empezaron a moverse y a sonar como si se estuvieran activando. De repente estallaron, todas ellas. Varias filas de antiguos droides de la federación de comercio se empezaron a despertar. El metal estaba mellado y corroído por el óxido, pero parecían funcionar a pleno rendimiento. 

—Roger, roger —se escuchaba por todos lados.

Era el sonido de aceptación de nuevas órdenes, todos ellos sacaron su rifle blaster a la vez, con mecánica sincronía y adoptaron posición de combate, tras ellos, los droides B2, que también habían tenido momentos mejores, levantaron su brazo y sacaron su cañón, preparados para el combate. Los droidekas avanzaron rodando en dirección al interior del espacio puerto y se abrieron, activando sus escudos reflectores y abriendo fuego. 

—Establecer perímetro defensivo y emprender ataque.

Repitieron entre ellos terminando por cercar la lanzadera imperial. Un miembro de la seguridad del espacio puerto vio la situación y sacó su comunicador, pero antes de que pudiera articular palabra uno de los droides le disparó y lo mató en el acto. Una lluvia de haces rojos bañó la pista de aterrizaje, los droides avanzaron disparando a todo lo que se movía. Vosotros no erais una excepción. 

Corristeis hasta cobijaros tras el tren de aterrizaje de otra nave posada en tierra, pero no llegasteis a tiempo de entrar en el interior, pues la rampa de acceso fue recogida en cuanto empezó el ataque.

Los motores de la nave empezaron a calentarse. Al parecer, la intención del piloto no era quedarse a ver cómo acababa esta contienda.

Los únicos comportamientos extraños que Kilye fue capaz de observar fueron los de la gente que trataba de salir y no pudo. Varios se encararon a los miembros de seguridad, pero fueron aplacados a base de golpes. Un par de personas pudo llegar a las puertas, pero estas estaban cerradas, el cierre magnético había sido activado y en cuanto los de seguridad se dieron cuenta de que estaban intentando salir, los echaron de allí. 

Kaia, por el contrario, no se fijó en la gente de alrededor, si no en la del interior, pudo observar como algo se ganaba la atención de los que estaban más próximos a la pista de aterrizaje, pero era incapaz de observar qué era lo que estaba pasando. Una sensación de intranquilidad se apoderó de la chica y empezó a notar que perdía la vista a medida que los nervios se apoderaban de ella. Su sensación pronto se confirmó, el comunicador reveló la conversación que se empezó a dar entre la seguridad del espacio puerto.

—¡Nos atacan!

—¿Qué? ¿Qué dices?

—¿Quién nos ataca?

—¡Droides! ¡Droides de combate!

—¿Droides? ¡Le has dado demasiado al Grog Novaniano!

—¡Son Droides! ¡De la federación de comercio!

—¡Dice la verdad! ¡Están atacando a todo el mundo!

—¡Se han cargado a Rohin! ¡Lo han dejado frito, joder!

—Si esto es una puta broma, no tiene puta gracia, joder.

—¡NOS ATACAN, JODER! ¡NOS ATACAN!

Kah'ín no era más que un Padawan durante las guerras clon, pero uno muy avispado. Había sido instruido durante su etapa como Iniciado del Clan del Oso por los mejores Maestros Jedi, y era un joven muy astuto para su corta edad. 

Algo que aprendió en aquella etapa, y de lo que nunca se olvidó, fue que los droides podrían ser un enemigo formidable al que no menospreciar. Eso mismo le advirtió en más de una ocasión su Mestro.

El miraluka chasqeuó la lengua y respiró hondo. Estaba claro que estaba disgustado de no haber percibido antes esta situación. «¿Qué podía salir mal tratando con el Imperio?». Agazapado tras un tren de aterrizaje, veía haces de luz por doquier y cómo la nave que le servía de parapeto pretendía salir de allí dejándolos a su suerte. A su lado, el mecánico y la tal Anya parecían compartir su destino. La situación se había descontrolado totalmente.

- Hay que salir de aquí -Se dijo a si mismo, aunque con la voz lo suficientemente alta como para que el resto le oyera. Los otros dos perfectamente podrían haber pensado que les hablaba a ellos, aunque ahora mismo sólo pensaba en él. Es lo que tenía haber pasado tantos años tratando de sobrevivir a un purga.

Giró la cabeza hacia los dos desdichados que estaban junto a él, y se dispuso a salir corriendo aprovechando la cobertura de la nave que ahora les protegía. Era rápido, y tenía a favor el conocimiento del lugar, pero no las tenía todas consigo.

- ¡Vamos! -Gritó. En sus rostros pudo verse cierta incredulidad al tener que seguir al ciego, y que este no fuera realmente la carga del grupo-. ¡Este no es lugar para morir!

Sigo junto al piloto, mirando por encima de su hombro y atendiendo a lo que hace. Guardo silencio hasta que con una seña, hace que centre aun más mi atención en su trabajo. Fuera lo que fuera, se ha completado.

—No, señor— respondo, negando a su vez con un movimiento de mi rostro—. Así lo haré.

Una vez abajo, junto a los otros dos hombres, miro de reojo hacia Ajax, y estoy apunto de girarme para volver a marchar por donde había venido cuando el estallido hace que me proteja el rostro con mis brazos antes de fijarme de donde proviene y saber que está ocurriendo exactamente. Nunca había temido a los droides, hasta este momento eran los seres más agradables con los que me había cruzado. No solían menospreciar a nadie y siempre cumplían su función. Eso pensaba.

Al ver que empiezan a disparar, rasgo la tela de mi toga para permitirme mover más rápidamente y salgo corriendo, con una gracilidad que no parece apropiada para mi altura, y finalmente que me lanzo tras el tren de aterrizaje, sentándome en el suelo. Encojo mis rodillas hasta pegarlas contra mi pecho y me cubro los laterales de mi cabeza con las manos, reduciendo mi tamaño lo máximo posible. No estoy acostumbrada a ser atacada de improviso, en situaciones así, siempre suelo partir con mucha ventaja y no suelo actuar contra seres tan preparados.

Las palabras del miraluka no me alientan en absoluto, sé perfectamente que es mejor estar en cualquier otro lado, aunque el sonido de los motores si me motivan más para salir de ahí cuanto antes. Miro hacia el ciego, estupefacta, casi prefiero seguir mis instintos.

—Te sigo— digo con un tono vibrante, carente de seguridad, y aun así, sigue resultando profundo.

Joder, joder, joder y más joder. Se habían metido en medio de un ataque por intereses comerciales y eso solo podía significar una cosa problemas, para los guardas y para cualquiera que se pusiera por medio. Los ataques por motivos comerciales solían funcionar en base a erosionar la seguridad de un sitio, hacerlo menos apetecible para posibles inversores y robar rutas comerciales, un negocio que ofrecía pingües beneficios siempre que no se tuvieran los reparos en matar a algunos cuantos civiles y destruir algunas propiedades.

Luego los Hutt se vengarán y así hasta que se acabe el universo....

La relajación de Kilye se tornó en concentración, las manos vacías se llenaron del blaster en un movimiento fluido y miró hacia atrás para asegurarse de que Kaia estuviera allí. Miró las puertas de servicio y la sala VIP pero tenía el pálpito que todo estaría cerrado a cal y canto así que su única posibilidad sería abrirse paso a través de lo que viniera y tener la esperanza de que los droides no fueran pesados ni tuvieran escudos, si no, bueno, las posibilidades de victoria se reducían a pocas. Se mordió el labio y le dijo a Kaia en voz cortante

"Muy tarde para irnos. Los droides seguro que estarán programados para tirar a matar y no distinguirán entre guardias y civiles, así que, si no tienes un arma búscala, si no la encuentras permanece detrás de mi y por el amor de dios, no discutas o te arrancaré la piel a tiras cuando salgamos de esta." - miró de reojo para ver si le había comprendido y utilizando ese sentido del humor tan mordaz cuando entraba en modo cazarrecompensas dijo - "vamos, esos que están muriendo podrían ser clientes míos, o de tus patrones, así que nos conviene mantenerlos vivos.... Si se mueve y hace mala cara le disparas, si te mira mal le disparas, y si te dispara..... vacíale el cargador. Y si con esa mirada pizpireta y penetrante encuentras algo más pesado que una blaster para disparar avísame, todo lo que tengamos a nuestra favor será poco, un caza para destrozar la nave que haya podido traer a los droides nos podría venir bien...así que adelante, tu vigilas, yo disparo...."

Tomando una posición donde minimizara el blanco salió hacia donde se suponía que venía el ataque. No quería hacerse la heroína, pero si la familia de Kaia venía en alguna de esas naves se les podía poner las cosas muy feas. Tenía que hacer algo, realmente la apreciaba, ya había perdido su familia como para dejar que la chica perdiera la suya. Con una vez era más que suficiente....