Partida Rol por web

Anya estaba más preocupada de evitar ser un blanco para lo que acababa de entrar que en tratar de descubrir qué entraba o el número de ellos. Kah'in trató de concentrarse en las figuras que entraban, pero la influencia de la Sith que había venido en la nave imperial le perturbaba de tal manera que no conseguía concentrarse. El odio que proyectaba le golpeaba con violencia en su interior, haciéndole sentir un miedo irracional que le empujaba a buscar cualquier forma para salvar su vida, inhibiéndole las doctrinas que ya empezaban a estar olvidadas.

Un rápido vistazo sirvió a Ajax para ver por el lateral de la zona de taquillas para ver cómo entraban cuatro droides B1 en formación de a dos. La impresión de verles entrar le hizo buscar cobertura con rapidez, con tal mala fortuna que golpeó la taquilla con su brazo que emitió un fuerte sonido cuando esta se cerró. Todo quedó en silencio durante unos segundos hasta que el sonido de los blaster disparados golpeando contra la trasera de las taquillas llenó el ambiente.

Kilye abrió la puerta con extremo cuidado y entró al interior de la sala de mando sin emitir sonido alguno, como si estuviera conteniendo la respiración. Kaia la siguió como una cría de pato a su mamá, caminando en silencio y buscando la espalda de los dos sicarios que se encontraban en el interior. 

Nada más entrar pudieron ver los cadáveres de varios miembros de la seguridad del espaciopuerto tirados en el suelo, cortándolas el paso. Pasar por encima de ellos podía ser perturbador para una persona normal, pero en Nar Shaddaa podía ser el día a día de una persona. 

El comunicador de Kaia se acopló con la señal de la sala de control, emitiendo una estática bastante incómoda de escuchar. Los dos sicarios se giraron para mirar de dónde provenía aquel sonido infernal y cuando os vieron se quedaron en silencio. Fue sólo un instante, lo justo para comprender que dos personas andando sigilosas con sus armas en alto no podían venir con otra intención que no fuera usarlas. Echaron mano a su blaster dispuestos a defenderse.

Una vez escondida, espero a que pasen de largo en total y absoluto silencio, concentrándome en mantener una respiración suave y pausada. Es el sonido metálico de una de las taquillas que hace que me vuelva a mirar ceñuda en la dirección en la que están aquellos humanos, en un principio he pensado que era culpa del ciego, pero extrañamente el otro humano es aun más inútil. Quizás me hubiera ido mejor si estuviera muerto, al menos ahora habríamos tenido silencio.

El sonido de los blasters hace que deje de maldecir internamente al humano patoso y me asegure de mantener mi cuerpo a cubierto, en principio no tendrían por qué saber que estoy aquí, pero estoy bastante segura de que si vencen a esos dos, se aseguraran de que aquí no quede nadie.

En ese momento recuerdo el respirador que había visto al entrar. Bajo la vista para observar mis manos, los huesos de estas resaltan en mi cenicienta piel, y mis delgados y largos brazos no sé si tendrán la fuerza necesaria para abrir ese respiradero. Además, aun puedo ver los haces de los blasters cruzando la habitación. Demasiado arriesgado.

Mis ojos se mueven hasta el ciego, esperando a ver que hacía él y ver si así podía aprovecharme de ello para escapar de ahí. Tener mi esperanzas puestas en él hacen que piense en lo peligrosa que es la situación. Flexiono mi cuerpo y espero, dispuesta a salir a la menor oportunidad.

El sonido del comunicador delató su posición y aquellos gañanes no debieron reconocerla, si lo hubieran hecho no hubieran desenfundado tan rápido. Ahora tendría que matarlos, una pena para ellos, y potencialmente para los que estaban en el espacio pero eso no estaba de su mano ya.

-cago en la...- maldijo al sentir la estática ensordeciendola y de paso delatando sus intenciones – joder – volvió a maldecir asegurándose de sostener su blaster con firmeza...aquello no iba a acabar bien

Los instantes que pasaron entre que chocó con la taquilla y que empezaran los disparos fue una terrible agonía que termino en el peor escenario posible: hacer que los droides abriesen fuego. Ya no tenía escapatoria.

Temiendo que su muerte era inminente, por su mente pasaron algunos pensamientos absurdos: ¿Qué haría con sus cosas el casero de su apartamento? Era evidente que no iba a preocuparse de buscar a su familia, se lo quedaría todo y lo vendería. ¿Quién se comería los cinco sobres de "Sopa Galáctica" de verduras que tenía en el armario? ¿Le daría un buen uso su nuevo dueño a su caja de herramientas? Todo mierda que no le importaba realmente. Su única preocupación era intentar que su cagada no arrastrase a los otros dos a la muerte. Se despidió del mundo, quitó el seguro del blaster con un rápido movimiento del pulgar y comenzó a disparar.

Aunque había tratado de ser el ejemplo a seguir en esta espontánea huida, Kah'in se vio inmerso en una vorágine de sensaciones y sentimientos de la que no pudo escapar. A medida que se encogía bajo su poncho de camuflage tratando de ocultarse de los droides, esos viscerales sentimientos de odio lo golpeaban más y más, hasta el punto de apenas ser consciente de la situación, inmerso solamente en esa absorbente lucha interna para tratar de escapar de ese oscuro pozo. 

Para cuando se quiso dar cuenta, quién sabe si segundos, minutos u horas después, despertado de su forzado trance por el fuego de las armas de los Roger, la situación ya estaba prácticamente fuera de control. La situación era complicada de gobernar, y las posibilidades escasas.

Miró a su alrededor. Estaba claro que no era un gran observador, pero aquello que le quitó la naturaleza se lo dio la Fuerza, y esa visión le permitió ver la trampilla que podría significar otra oportunidad de escapar.  

- ¡Abre la salida de ventilación! -Gritó el miraluka hacia la joven de aspecto pálido, al tiempo que se abalanzaba, "bastón de ciego" en mano, sobre el primero de los droides que tenía al alcance. 

No obstante, a la vez que cargaba contra los droides, Kah'in sintió que algo iba a salir mal...

Ese segundo de indecisión tras el lamento de haber sido descubiertas fue suficiente para que uno de ellos lograra desenfundar su blaster y disparar en dirección a la que tenía más cerca: Kilye. La ex soldado reaccionó a tiempo apartándose de la trayectoria del disparo que arrancó unas chispas al golpear contra la pared. El asaltante maldijo y corrió a cobijarse tras el panel de mandos del espacio puerto. 

Anya duda sobre qué hacer, mira hacia sus compañeros esperando que tomen la iniciativa. El desconocimiento del entorno no ayuda a tomar una decisión que pueda servir para salir de ahí con vida. 

Los disparos de los B1 continuan golpeando contra las taquillas y los espejos a vuestro alrededor. Pese a estar cubiertos, el olor a ozono que dejan tras de sí los láser disparados llega a vosotros con facilidad. Ajax dispara a los tornillos del respiradero, pero el disparo es tan potente y acertado que en vez de soltarlo revienta el metal y parte de la pared abriendo un hueco suficiente para que pase una persona.

Se empieza a extender un fuego por la suciedad de la pared cercana al disparo de Ajax.

El técnico no había esperado tanta destrucción con su disparo. No se había parado a comparar la potencia de un blaster con la fragilidad de los endebles y baratos, sobretodo baratos, materiales de construcción del astropuerto. Por lo menos en las zonas del personal. Como decían en cierto planeta que visitó una vez: "a la ocasión la pintan calva"

-Por aquí.- gritó a la delgaducha mientras se lanzaba a través del boquete abierto. Ahora solo podía concentrarse en pensar cual era el camino más directo para abandonar el epicentro de la invasión droide a través del sistema de ventilación.

Los sicarios no se hicieron esperar dando paso al fragor de los blaster descargando sobre ellas. Aún con su oído zumbando por el acoplamiento del comunicador Kaia logro reaccionar a tiempo disparando a uno de ellos antes de buscar cobertura.

Desde mi escondite, veo la abertura que se ha abierto tras los disparos de Ajax. Escucho sus palabras y solo me pienso durante un segundo la idea de quedarme, ellos tenían armas y llamarían más la atención. «Es mi oportunidad», me digo, dirigiendo la mirada hacia el conducto de ventilación.

Le hago un gesto con el rostro al muchacho, advirtiéndole que le he entendido, y salgo corriendo. Intento aprovecharme del entorno lo mejor posible para no llamar la atención de los droides que nos atacan mientras me dirijo a la única salida posible.

Kah'ín pretendía haber saltado al ataque, bastón en mano, sobre los droides. Sin embargo, quizá esa acción le hubiera costado la vida, no sólo a él, sino también a sus dos compañeros de infortunios.

El antiguo padawan respiró hondo y tras ver como la joven pálida corría hacia la abertura de ventilación, él hizo lo propio y trató de llegar a tiempo, antes de que los droides comenzasen a disparar sobre ellos.