Partida Rol por web

Los enfrentamientos entre la gente de a pie, queriendo salir del espacio puerto, y los de seguridad, impidiéndoselo, era algo ajeno a Kaia. No era la primera vez que experimentaba algo así, mientras sus sentidos se expandían más allá de las cristaleras que las separaban de la pista de aterrizaje, una creciente sensación de intranquilidad se apoderaba por ella; y según sucedía su vista se nublaba por momentos, formando una neblinosa capa que cerraba su visión.

La angustia y confusión que aquello provoco en el rostro de la joven pronto se debió ver sustituida por la preocupación ante las palabras de su compañera, frunciendo sus labios en un mohín de desacuerdo, dejando a un lado lo que acababa de experimentar.

-¿¡estas de coña!? - replicó de manera audible para las dos pero sin pasarse de decibelios en su reacción - ¡pues claro que tengo! - aclaró como si le ofendiera que volviera a preguntarle por el arma, cuando ella misma le había insistido que nunca saliera sin un arma.

Bueno, lo había echo ella, Djon, Tovraak, Zallen, Jy, Gihk e incluso la pacifista de Amaia, conocedores de la tendencia de Kaia por meterse en lio sin pretenderlo, pero siempre se las había apañado para solo haber tenido que disparar el arma en un par de ocasiones que no habían sido para prácticas de tiro. Lo cuál en un planeta como Nar Shaddaa era todo un record.

-¿de que estas hablando? ¿quieres meterte eso? - señalo al otro lado de las cristaleras de seguridad, donde aún no se veía la batalla que debía estar teniendo lugar en algún pasillo o sala colindante a la zona de aterrizaje, reaccionando a las palabras de la cazarecompensas – por si no te has dado cuenta ellos están allí, nosotros aquí – siguió articulando con la manos – y todos esos también...alguien dice ¿fuego cruzado? - enfatizo llevándose la mano al oído – hay que sacar a toda esta gente de aquí, antes que los droides se aburran y decidan venir aquí, somos rehenes en un juego en el que no importamos nada ¿y tu quieres tirarte de cabeza?...hay que hacer algo aquí...¿pero el que?...estos atontados temen tanto a Nulha que no se atreverán a contradecir sus ordenes hasta que no vean peligrar su vida...si es que tienen ocasión...joder – maldijo siguiendo a Kilye posicionándose detrás de ella y sacando su arma como le había ordenado, aunque eso no suponía un impedimento para seguir quejándose por la situación y su peligrosidad – mierda...dudo que aquí haya nada para nosotras, ni tajada que sacar a nada...salvo a nosotras, claro.

Ella era una mujer de acción, sí, pero también prefería la sutileza de subterfugio y el sigilo, aquello sin duda no era de su agrado para nada.

-debería advertir a Djon o Qyl que se alejen, por lo que pudiera pasar, no vaya a ser que vayan a por las naves* – añadió entonces con renovada preocupación por los suyos, entre los presentes la única que le preocupaba era Kilye y tal vez Anya, aunque ligeramente menos por el momento.

Desde la posición que había tomado la cazarecompensas y cubriéndose la una a la otra, Kaia estudio las posibilidades y puntos de acceso; estaba la sala VIP, la cuál suponía que Kilye habría dado por perdida antes siquiera de plantearse usar sus encantos para traspasarla y con todo el alboroto quiza un cortocircuito bastase. Claro que con su buena mano acabaría electrocutada, así que parecía quedar descartado, aunque...

-y si probamos suerte con el acceso VIP, con algo de suerte se habrán cargado algún circuito – dijo acompañado de un encogimiento de hombros – no podemos quedarnos aquí esperando a que lleguen los tiros ¿o si?

El mecánico murmuró para si una serie de palabras y pequeñas frases que dejaban muy claro que no estaba nada feliz con la situación. Era el clase de lenguaje que uno aprende viajando en "cutrenaves" por la galaxia y que perfecciona trabajando en astropuertos de segunda. Expresiones escuchadas a estibadores y tripulantes de naves de carga, y que no pondrían contenta a su madre si se las oyese. 

Pero aquellas expresiones no iban a salvarle el culo. La cobertura y la fuga, si. El ciego era un hombre sabio, o al menos su plan era muy sensato. -¡Os sigo!- Dijo a la pareja dándoles tiempo para empezar la huida. Si salían vivos de esta tenía que preguntarle a larguirucha si haya donde iba se encontraba siempre una fiesta, porque de dos encuentros con ella, los dos habían terminado en jarana.

Se dispuso a seguir a los otros dos. Aunque lanzo un vistazo alrededor. Intentaría apoyar la huida de todos. No podía estar más de acuerdo en que este sitio no era un buen lugar para morir, ni para vivir ni para nada. Su paciencia con este planeta llegó a cero. Aunque no se arrepentía de ninguna de sus decisiones, si es que había llegado su hora. Apartó aquel pensamiento fatalista de su cabeza y se concentró en el presente

El sonido de los blaster retumbaron por toda la pista de aterrizaje, el avance metálico de los droidecas y los pasos pesados de los B1 y B2 era casi una sinfonía en perfecta sincronía. El olor a piel quemada, el grito de los heridos y los lloros de los civiles que no entendían qué estaba pasando no permitían pensar demasiado a nadie. Sólo se podía reaccionar. Kah'in y Ajax se conocían bien la pista de aterrizaje, pero avanzar descubiertos de parapeto en parapeto era una mala idea. El antiguo padawan lo sabía, no le hacía falta "ver" para entender que sacar la cabeza, para cualquiera de los tres, acabaría de la peor manera posible.

Ajax y Kah'in tenían sus armas en los vestuarios, que pese a no estar lejos deberían cruzar casi cincuenta metros descubiertos sin ningún parapeto cercano, desde los vestuarios llegar al intercambiador por los conductos de ventilación sería lo más sensato, del intercambiador a las puertas de salida no más de doscientos metros, pero con todo tipo de cobertura de por medio. No sería algo difícil de alcanzar, exceptuando correr los cincuenta metros cuando casi medio centenar de droides están disparando a todo lo que se mueve.

Anya puede observar a la mujer que la liberó del yugo de Nulha observándola desde la cristalera que da a la zona de aterrizaje. Nulha está a su lado, sonriendo complacido por el espectáculo. La mujer apenas mueve un músculo facial, como si estuviera esperando algo de ella.

Los disparos golpean el tren de aterrizaje de forma inocente, pero las pisadas de los droides a vuestro alrededor os indica que pronto tendrán tiro fácil contra vuestra posición descubierta. 

Un sonido metálico golpea contra el tren de aterrizaje, es la grúa activada mediante el link de proximidad con Kah'in.

Mi mirada se queda fija en mi nueva señora y mi antiguo señor que me muestra la misma sonrisa que he podido apreciar en incontables ocasiones, cuando las víctimas eran otros seres y no yo, e incluso cuando los mataba delante de él. La sensación de que sido abandonada por uno y traicionada por otra me resulta de alguna forma, dolorosa. Casi todos mis recuerdos son junto a ese hutt y toda mi vida me he esforzado en agradarle, para que ahora, se burle de mi final.

Bajo mis ojos hacia el pavimento. «Al menos si muero seré libre», pienso mientras inconscientemente acaricio mi cuello.

Un chirrido me anuncia la llegada de la grúa. No necesito pensarlo, sobrevivir es un impulso tan natural en mí, toda mi vida me he esforzado en ello y aunque la muerte sea liberadora, prefiero no encontrarme con ella. Me muevo grácil y ligera, aprovechando las mismas sombras que proyecta la nave para ocultarme hasta alcanzar la grúa. Acomodo mi delgado cuerpo a la forma de ella e intento ocultarme de mis agresores, mientras intento controlar mi respiración para que no me delate, como si todo estuviera en silencio. Poco puedo hacer por el ensordecedor sonido de mi corazón que late desbocado.

«¿Y ahora qué?», me pregunto, apoyando la mano sobre la grúa. Ni siquiera estoy segura de saber que camino debería tomar.

El sonido de metal rodando empezó a ser cada vez más audible para todos los presentes en el intercambiador del espaciopuerto y el sonido de gente gritando de miedo también se volvió más cercano. Los primeros disparos blaster cruzaron la zona civil impregnando el ambiente de un olor sintético a base de ozono. Pronto los droides rodantes pararon en las puertas y activaron sus escudos. La masacre comenzó con rapidez.

Miembros de seguridad, ciudadanos, droides de compañía, etc. Daba igual, todos eran objetivo de aquellos droides inclementes. Ancianos, jóvenes y niños, todo el que se movía en contra de los intereses de quien les hubiera programado.

Entre todo ese caos que se acaba de organizar, Kaia empezó a notar como si alguien intentara establecer contacto con ella. Su mirada se centro en lo que tenía delante y pudo reaccionar. Escuchó la estática y pudo entrever una especie de código en la apertura del canal. Os escondisteis detrás de unos asientos mientras lograba una conexión limpia.

—¡Kaia! —reconoció la voz del Ryn llamándola por su comunicador —. ¡Kaia! ¿Me recibes?

—¡Hay un destructor imperial en órbita baja atacándonos! —apremió tras un segundo de silencio—. Las defensas orbitales del espaciopuerto nos están apuntando ¿Qué está pasando?

El indicio de una muerte inminente fue suficiente estímulo como para que el miraluka pusiera toda su atención en su futuro próximo, y éste no pasaba por caer muerto presa de los disparos de los numerosos droides que plagaban la pista de aterrizaje. 

No obstante, estaba tan centrado en abandonar la escasa protección que le ofrecía el tren de aterrizaje de una nave que pretendía escapar de la contienda, confiando plenamente en sus habilidades y en el destino que le deparaba la Fuerza, que apenas se dio cuenta de que entre su posición y los vestuarios había un camino excesivamente largo como para ponerse a salvo tanto él como sus dos desdichados compañeros de infortunios. 

Cuando ya tenía los músculos en tensión, dispuesto a avanzar corriendo entre el fuego cruzado, el golpe de la grúa contra su cobertura hizo que se acordase de ella. Se golpeó ligeramente la frente al darse cuenta de la estupidez que hubiera cometido saliendo al descubierto y exponerse no solo a sí mismo sino también al mecánico y a la muchacha, pero agradeció el golpe de suerte. 

- Iremos a los vestuarios.

Sus palabras, aunque escasas, se mostraban cargadas de seguridad. Aquello no era algo que se pudiera elegir. Kah'ín creía que aquella opción era su única oportunidad de salir de allí con vida, de forma que la seguiría hasta las últimas consecuencias.

La situación estaba fuera de control, pero esperaba que la Fuerza le siguiera acompañando...

La escena que acontecía a su alrededor era un despliegue que iba a perseguirle en sus pesadillas y temores por mucho tiempo. Los disparos, golpes y gritos sonaban como una tormenta en sus oídos.

Por unos instantes se perdió en su mente. Se evadió de la situación, como si estuviese en su casa viendo cómodamente sentado con palomitas una película donde un estibador ciego, una esclava y un mecánico las pasaban muy putas. Pero, por desgracia, esa no era la realidad. La realidad era que él estaba en medio de aquel tiroteo. Él era el jodido mecánico de la película.

Las palabras de Kah´in le trajeron de vuelta a la realidad, no del todo pero al menos empezó a moverse. Con mucho cuidado se preparó para gatear junto a la grúa rezando porque su tosca pero robusta construcción les parapetase hasta llegar a una salida de aquel infierno.

-¡mierda!- exclamó con el mayor disimulo del que fue poseedora observando por encima del hombro de Kilye la aparición de los droides

Ambas mujeres se cobijaron fuera d ella vista de los asesinos mecánicos que estaban arrasando con todo a su alrededor sin compasión. Claro que siendo maquinas de guerra programadas para tal fin no podía esperarla. Antes que pudiera llevar a cabo sus propios pensamientos un mensaje entrante reclamaba su atención y llevándose el dedo al comunicador de su oído sus peores temores se hicieron reales. ¿¡Qyl!? No, era la voz de Djon el líder de los Ryn. Su padre adoptivo. Atónita entre lo que estaba presenciando y lo que oía no podía casi dar crédito a vivir semejante situación, aunque le quedaba el dudoso consuelo de no estar sola.

-¡Largaros! - dijo con suma claridad a su interlocutor con la esperanza que el mensaje llegar lo más claro posible – fijad un destino lejos de aquí y saltad en cuanto lo tengáis. Poneos a salvo. No miréis atrás. Sobrevivid...largaros ¡Ya! -no espero respuesta, centro su atención en sus problemas rezando porque los Ryn salieran de una pieza de aquel sinsentido y pudiera volver a verlos. Tras unos segundos de incertidumbre con su espalda pegada a la de Kilye sin ser capaz de pensar, o de moverse, pareció recuperar el control de si misma – bien, salvo que puedas sacarte un maldito cañón de iones de ese trasero tuyo sugiero que ambas lo movamos y pongamos distancia con esos rodadores antes que fijen blanco en nosotras – sentenció sosteniendo con firmeza su blaster – pues ni con un vendaval de mis pestañas nos libramos de esos...así que ¿donde?

Mierda, mierda, mierda y mierda.

Kylie miró a Kaia y por un momento la impaciencia estuvo a punto de desbordarla. Aquella chica era demasiado inteligente para su propio bien y un día eso le causaría problemas. No sabía estarse callada cuando debería hacerlo, siempre respondiendo, sin disciplina, parecía un potrillo salvaje y desbocado, se parecía tanto a ella, tanto. Kilye la miró de reojo y le dijo

"Sabes que pasará si las naves no pueden aterrizar? Hay que despejar, tu familia...." Si no conseguían hacer aterrizar la nave de su familia podían darse por perdidos. Los cazas no solían discriminar entre una nave y otra, y si había algún tipo de ataque en tierra estaba seguro que también estarían atacando de fuera de órbita. Su mente intentaba trazar un plan rápido pero esa era la especialidad de su hermana. La radio lo simplificó todo, no tenían tiempo, no si quería volver ver a su familia. Tenía una idea, pero era casi más arriesgada que luchar contra aquellos droides de combate, mucho peor, y era una idea que podía costarle la vida, su bar, todo. Lo iba a arriesgar todo por aquella chica?.

Se mordió el labio. Y empezó a hablar con tono marcial

"La sala de control. La única manera de que escapen es dirigiendo las defensas planetarias contra el destructor imperial. No podrán saltar si les atacan desde abajo y desde arriba, imposible, no sé lo que lleva esa nave Kaia, pero nadie se toma tantas molestias por una nave insignificante. Necesitan una distracción y nosotras un milagro, en marcha, y vigila la retaguardia. Me dejé el cañón de iones en los otros pantalones, habrá que conformarse con lo que tenemos. Aunque si tienes una mejor idea" dijo sonriendo irónicamente "estoy abierta a sugerencias. A fin de cuentas es tu familia...."

Las palabras de la ex soldado cobraron sentido en la cabeza de Kaia. No entendía porqué un destructor imperial podría estar abriendo fuego sobre las naves mercantes, ni mucho menos porqué se habían activado las defensas orbitales del espaciopuerto, pero si seguían en el intercambio de pasajeros tampoco lo iban a descubrir. Colarse entre los droidekas no resultó ser un trabajo complicado, las dos mujeres aprovecharon cada disparo que efectuaban sobre cualquier objetivo para cruzar los asientos de espera, paneles informativos, o decoraciones que les sirvieran de parapeto y dejaron atrás aquel caos de sala para moverse a través del pasillo izquierdo que les llevaría a la sala de mando.

Afortunadamente dejaron atrás la sala VIP, si hubieran decidido entrar para buscar la forma de salir se hubieran encontrado con los droides B1 y B2 que entraron sin miramientos abriendo fuego. Lo único que se escuchaba era el "Roger, Roger" de aceptación de órdenes, continuo y entrecortado. Alguna de las unidades caían cortocircuitadas, y volvían a ponerse de pie tras el reinicio del sistema. Las unidades más dañadas y oxidadas no volvían a ponerse de pie. El comunicador de Kaia volvió a activarse.

—¡No podemos salir de aquí! —respondió el Ryn con tono de urgencia—. Sólo puedo revolotear alrededor de otras naves esperando que las fijen a ellas. ¡Los escudos aguantan! ¡De momento! —se silenció unos segundos—, pero los tenemos al 63%.

Por la radio pudo escuchar al resto de la familia dando instrucciones al piloto mientras este se concentraba en maniobrar, no parecía tenerlo fácil.

La sala de control estaba en el extremo más alejado del espaciopuerto, pero no encontraron resistencia alguna durante el camino, varios cadáveres de los cuerpos de seguridad se encontraban diseminados por el suelo, a juzgar por las heridas habían sido asesinados con armas blaster. Al fondo se podía observar la puerta entre abierta de la sala, y al menos un par de figuras que descansaban, tranquilos, recostados en las sillas de dentro. 

Hay pocas situaciones en las que varias personas puedan moverse de forma coordinada en tan poco espacio útil, quizá fue por el miedo de saber que si os fijaban como objetivo moriríais. El link de proximidad que mantenía la grúa siguiendo los movimientos del ciego resultó ser más útil de lo que le había resultado a Kah'in. Los droides, al perderos de vista tras moveros hacia el vestuario, se reagruparon entrando en el espaciopuerto sembrando el caos. Los gritos de sorpresa y dolor pronto inundaron cada rincón de aquel lugar que había supuesto vuestro puesto de trabajo.

El vestuario estaba tranquilo, pudisteis recoger vuestro equipo, pero hasta para el más temerario de todos los mercenarios de la galaxia sabía que enfrentarse al total de droides sería un suicidio.

Ajax reconoció el sonido de las defensas orbitales activándose, poco después escuchó como empezaban a disparar. No podríais jurarlo, pero mientras estabais trabajando en los puertos de atraque no visteis ninguna otra nave imperial en el cielo a la espera de aterrizar. Kah'in sólo puede sentir naves de contrabando típicas, como todos los días que ha estado descargando. Grakkus, el Hutt que controla el espaciopuerto jamás había atacado ninguna nave. Algo estaba pasando. Ponerse a salvo no iba a ser tarea fácil, entre los vestuarios y las salidas se encontraba gran parte de los droides de combate que habíais descargado, y por el sonido de los disparos no discriminaban entre civiles y miembros de la seguridad.

La puerta del vestuario se abrió y volvieron a escuchar el: "Roger, roger" de voz metalizada de los droides.

Acabo en lo que parecen unos vestuarios y mientras aquellos hombres recogen sus pertenencias, yo camino totalmente erguida, mi paso es lento como si no quisiera perderme detalle de aquel lugar o como si no supiera a donde donde dirigirme. Dentro de mí, mis pensamientos están lejos de aquel lugar, como si ese breve lapso de paz me hubiera hecho olvidar la amenaza que se había cernido sobre nosotros. Mi mente está recordando la conversación que había tenido momentos antes, junto a mi antiguo señor y aquella mujer. Estoy obcecada en saber que he hecho mal y siento como si mi cabeza se embotara cerrando mis sentidos al mundo, hasta que de nuevo, percibo el sonido de aquellos droides. Una alerta de la que ya conozco su significado.

Desarmada y totalmente a merced de aquellas cosas, me escabullo hacia una de las esquinas y encojo mi delgado y demacrado cuerpo para amoldarme a mi entorno y evitar ser vista por aquellos a los que ahora considero mis enemigos. Dejo de respirar y miro hacia aquellos hombres, esperando a que se escondan y no echen a perder la huida que habíamos protagonizado con éxito. 

La sala de control. Bien, ya tenían un destino. Uno que para ser alcanzado primero tenían que esquivar los droidekas. Claro, cómo no. La ruta más segura a escoger por supuesto. Kaia se guardo todos esos pensamientos, guardo silencio y se centro. Fundirse con las sombras para moverse por las calles de Nar Shaddaa era pan comido, en cambio aquello era más complicado, si no medían con cuidado serían blanco fácil. Así que las dos mujeres comenzaron a moverse, casi sincronizando sus medidos movimientos, precisos avances, casi podría interpretarse como una preciosa coreografía de lass que Pharah y Piebald estaban tan orgullosas de mostrar al publico de Le Sphinx.

Antes que nadie pudiera darse cuenta de sus intenciones, o los mismos droides se percataran de su “insolencia”, habían dejado todo ese caos atrás enfilando el pasillo que les llevaría a la sala de mando. Esa ruta les revelo el horror al que se estaba sometiendo al espacio puerto de Nar Shaddaa, en las salas adyacentes se podía escucha el eco de estática provocado por la destrucción de los droides, y Kaia comenzaba a ponerse algo nerviosa. No es que no lo estuviera ya, había mantenido una fachada de fanfarrona tía dura como bien había aprendido a aparentar cuando no dominaba la situación, pero ahora estos querían traicionarla con un leve temblor en la mano que sostenía su arma.

Avanzar por aquel “mar” de cadáveres no ayudo para nada, no era la primera vez que veía a alguien fulminado por un blaster pero aquello era desproporcionado.

-¿que demonios esta pasando aquí? - pregunto en medio tono solo para Kilye, con la confusión brillando en su joven voz – esta masacre no tiene sentido

En el lugar más alejado del espaciopuerto se encontraba su destino, así se lo remarco su compañera con un gesto de cabeza, siguieron avanzando. Nadie conocido, aparentemente, se encontraba entre los cuerpos de seguridad y algún que otro ingeniero. Eso era un alivio, aunque el único con quien se había cruzado alguna vez era aquel ciego que había hecho de buen samaritano hacía ya una eternidad librándola de aquellos matones. Realmente deseo que ese día no trabajara allí. No es que se sintiera en deuda con él pero no le gustaría estarlo con un muerto.

Apenas les separaban unos metros del acceso a la sala cuando otro mensaje entrante de la nave llego a la oreja de Kaia, quien palideció notablemente.

-aguantad, Djon....por favor...aguantad....- no tenía sentido, los ryn eran pacificos y no solían llevar más que contrabando menor, nada que llamara la atención del imperio y menos llevar pasajeros - ¿os apuntan solo a vosotros?...pero ¿que demonios quieren? ¿mercancía inusual a bordo? ¿registrasteis las bodegas antes de partir?...maldita sea...aguantad

Alcanzo a Kilye observando en el quicio de la puerta, dos figuras descansaban tranquilos en el interior, sospechoso cuando menos, no le gustaba. Trato de dar un vistazo al interior pero el angulo bueno lo tenía la ex-cazarrecompensas.

En el interior sólo hay dos hombres, se acaban de sentar en la sillas frente a los controles del espaciopuerto y hablan distendidamente entre ellos. No se han dado cuenta de que estáis ahí afuera y se ríen entre comentarios.

—Grakkus va a querer contraatacar. —dice el más alto de los dos.

—¡Qué le den! Me pagó la cuarta parte por el holocrón, Nulha será un sádico, pero paga bien. —respondió el otro.

—No me entiendes, idiota. Me refiero a que cuando acabemos aquí podemos pasarnos por el casino de la babosa coleccionista y ofrecernos para recuperar el espaciopuerto para él...

—Ah... pues esa es muy buena.

—Sí, además no nos interesa que el Imperio tenga libre acceso por Nar Shaddaa. No les gusta que nadie se lleve su cuota de mercado. Nulha sólo quiere el control de puerto espacial para controlar la información, no piensa en el resto.

—¿Y por qué lo estamos haciendo?

—Pues porque paga bien. Ahora cállate y fija los objetivos en el resto de naves mercantes.

Kilye miró hacia atrás en un par de ocasiones para cerciorarse de la posición de Kaia y ambas veces volvió su atención hacia delante con una sonrisa. Se movía bien, teniendo en cuenta que no tenía entrenamiento militar de ningún tipo se movía muy bien pero eso era algo que no le iba a decir. Nunca. Ni por todos los créditos del imperio Hutt. Ya tenía demasiada buena imagen de si misma y demasiada confianza en su inteligencia, encanto y suerte como para alimentar ese fuego. Kilye sonrío de nuevo. Al menos esa vez no estaba protestando y estaba haciendo lo que le pedía, toda una novedad.

Fueron serpenteando a través del caos y la desolación que había causado el ataque. Kilye odiaba lo que veía y una parte de ella la impulsaba a saltar a la contienda, vaciar las unidades de energía de su bláster y recargar, y recargar, hasta que ni un solo atacante quedaba pero no tenía armamento pesado, y el tiempo se le agotaba a la familia de Kaia. La sala de control era la única esperanza y allí se dirigieron. La puerta de la sala estaba abierta y dos figuras charlaban tranquilamente, demasiado tranquilamente como para no tener que ver algo en aquello. Kilye se agachó e hizo la señal de parada, alzando el puño izquierdo por encima de su cabeza pero Kaia parecía no conocer las señales así que tuvo que agarrarla de la pierna para que parara. Del comunicador brotaron las palabras de lo mal que estaban las cosas allí arriba y mientras que Kaia se ponía al día Kilye se acercó hacia la puerta.

Aquellos hombres eran sicarios a sueldo y estaban entorpeciendo la llegada de sus preciosas bebidas. Aquellos capullos estaban a punto de hacerle cerrar.... Casi tenía ganas de matarlos pero necesitaba el apoyo de Kaia. Retrocedió con cuidado y la encontró pálida, con el comunicador agarrado con fuerza así que buscándole los ojos le dijo

"Son cazarrecompensas, sicarios al sueldo de Nulha. Quieren volar todos los cargueros para perjudicar los negocios de un tal Grakkus, y de paso ayudarle a recuperar el puerto espacial. Un clásico del negocio, secuestrar a alguien y cobrar por rescatarlo. Son dos y están de espaldas. Si los aturdimos podemos apuntar las defensas hacia el destructor imperial y dejar que nuestros amigos carguen con ello. Sabrías manejar el ordenador para cambiar los objetivos? No es mi fuerte....tu te encargas del de la izquierda, yo iré al de la derecha. Si puedes aturdirlo adelante, si no, atúrdelo permanentemente....yo intentaré que el otro se avenga a colaborar, una de mis radiantes sonrisas se encargará. "

Se encaminaría hacia el puesto de control con el blaster en posición de aturdir. Un blanco para Kaia, otro para ella. Se acercaría a ellos son sigilo sabiéndose cubierta por el fuego de Kilye y trataría de convencerles amablemente de que se avinieran a colaborar.  Si no, tendría que hacerlo a la antigua, apretar el gatillo y tocar botones y que fuera lo que tuviera que ser. Lo que tenía claro es que aquellos capullos no se iban a salir con la suya, que la nave de la familia de Kaia iba a poder escapar y que le iban a pagar el no haberla dejado recibir su género. El resto eran todo implicaciones que no quería mirar. Si el imperio descubría que habían sido ellas quienes habían dirigido las armas contra su nave...... bueno. Se acabaría su cantina. Sería una proscrita.

Kah'in suspiró ligeramente aliviado al llegar al vestuario. Hacía años que no sentía la presión de sentirse perseguido, en peligro, pero trataba de mantener la calma en todo momento pese a la difícil situación. En ello le instruyó el Maestro Karo Bassar, y él seguía tratando de poner en práctica aquellas antiguas enseñanzas. 

- ¿Estáis bien? -Preguntó girando la cabeza hacia sus dos compañeros, primero hacia uno y luego hacia el otro, dando claramente a entender que podía percibirlos pese a su ceguera. No obstante, aquello fue una pregunta retórica, dado que el antiguo padawan se puso en marcha en dirección a su taquilla sin esperar a escuchar la respuesta. 

Rápidamente recogió sus cosas, dejó el bastón apoyado contra la taquilla metálica y colgó bajo su poncho aquella empuñadura metálica en un claro intento de ocultarla de miradas indiscretas. De momento no quería usar su espada láser, pero si no quedaba más remedio que encender su azulada hoja de plasma para sobrevivir, lo haría.

De pronto la puerta se abrió y se escuchó la metálica voz de los droides de combate. El miraluka se encogió, copiando la idea de Anya, y usó su poncho de camuflaje para tratar de pasar desapercibido. 

Esperaba no tener que entablar combate aún ya que quedaba poco para llegar al intercambiador desde el vestuario, pero aun así agarró con firmeza su bastón por si debía saltar sobre los droides para luchar con ellos. 

"Tomasa" la vieja y rechinante grúa que era poco más que una transpaleta adaptada a las necesidades del ciego sin más utilidad que trasportar mercancías de un lugar a otro había cumplido una ultima misión importantísima. Su metálica estructura había servido de parapeto móvil para una huida desesperada hacia una situación no menos incierta.

El mecánico de profesión aunque quizá ya no en servicio (no iba a reclamar la jornadalaboral  de hoy  en su próxima nómina) se abalanzó a su taquilla. El tacto metálico del blaster le dio una momentánea sensación de seguridad.

-Yo...- Fue toda su respuesta. No añadió "estoy bien". Su expresión se quedó en una respuesta retórica para una pregunta retórica. El hilo de sus pensamientos se perdió en como era posible que el ciego le viese. En otras circustancias menos apremiantes habría tardado menos de dos segundos en llegar a la palabra "miraluca" pero ahora mismo no estaba en situación de pensar. Y menos cuando se escuchó el ruido mecánico de las torres antiaéreas del astropuerto desplegándose y disparar.

"La A-4 sigue desacompasada" pensó. No era un problema si funcionaba, pero alguien debería encontrar el motivo de que reaccionase un segundo después de las otras. Pero como intuía que su contrato laboral se había extinguido hacia cinco minutos apartó aquellos pensamientos de su cabeza, volviendo al estrés del que le habían distraído.

Cuando la puerta se abrió imitó a sus dos compañeros y se pegó al costado de las taquillas, rezando por no ser visto. "¿Quién mierda será Roger?" pensó mientras intentaba no respirar y apretaba el blaster con tanta fuerza que se hacía daño en la mano.

Las buenas nuevas que Kilye compartía con ella no es que fueran alentadoras, como respuesta nego con la cabeza. Sabía utilizar la tecnología sabía sacarle partido otra cosa es que supiera utilizar los controles de mando de un espacio puerto y menos aún dirigir las defensas planetarias sobre un destructor imperial, no salvo que tuviera manual para tontos o un gran botón que dijera “pulsa aquí y tus deseos se harán realidad.

-si le pongo esto en la nuca – dijo alzando su arma y posicionandola en aturdir, junto con una afilada sonrisa ladeando la cabeza – dudo que se resista a mi lullaby

Los nervios podrían traicionarla, era una posibilidad pero había que intentarlo, la vida de aquellos que la habían criado como una de los suyos y otras tantas naves, que poco le importaban para ser sincera – quizá la mercancía de Kilye - , estaban en peligro, si podía hacer algo al respecto ese era el momento.