Partida Rol por web

Los jaffas no parecieron muy dispuestos a dialogar. Con gestos violentos, y la traducción de Aldo, no tardaron en desarmar a los tau'ri. Entonces, uno de los jaffas se apartó para volver, en sucesivos viajes, con los ma'tok de sus compañeros. De este modo, comenzó el viaje de vuelta... hacia la pirámida escalonada. Los jaffas hicieron andar a los tau'ri en medio de su grupo, con las armas pequeñas en la mano y sin dudar en amenazar con ellas si alguien hacía alguna tontería. Sólo por comentarios sueltos pudo Aldo descifrar que aquellos jaffas servían a un nuevo dios, tras caer en desgracia con su anterior amo. Pero quién era aquel dios fue una incognita sin desvelar; cualquier pregunta al respecto era recibida con un despectivo "gusanos como vosotros no sóis dignos de escuchar su nombre" y un golpe de ma'tok como advertencia en el estómago.

A la entrada de la estructura, dos de los jaffas guardaron su pequeño arma. Con un distintivo sonido, ésta se plegó sobre sí misma y fue alojada en una suerte de pistolera que llevaban al cinto. En su lugar, empuñaron otros dispositivos de reducido tamaño, semejantes a cobras con la membrana de su cuello desplegada. Resultaron ser algo parecido a antorchas tecnológicas, que emitían una luz con un suave brillo azulado. El grupo se internó en la pirámide y atravesó con cierto temor reverencial la antesala de las columnas; los jaffas miraban a su alrededor con una mezcla de asombro y duda. Sólo su primado permanecía impasible, como si ya estuviera sobre alerta de lo que iba a encontrar. Fue también en esa estancia donde el SG-4 fue despojado del resto de su equipo, herramientas, chalecos, utensilios varios, todo acabó apilado en un rincón junto con las armas que los jaffas les quitaran inicialmente.

Finalmente, la comitiva avanzó por el pasillo hacia el oeste. El jaffa que dirigía el grupo examinaba con cierta atención las salas que se abrían a izquierda y derecha, como si buscase algo. Algo que encontró cerca de la esquina noroeste; a un gesto suyo, los tau'ri fueron introducidos en aquella cámara a empellones, siempre bajo la amenaza de las armas pequeñas. El estudio realizado a la estructura en los últimos días permitía adivinar el motivo por el que dicha habitación había sido elegida: era una de las pocas que tenían un mecanismo de cierre. Y con una carcajada, el primado accionó el dispositivo. Una pesada losa de piedra deslizante cayó lenta y suavemente desde su alojamiento en la pared mientras los jaffas les apuntaban. Paulatinamente, la suave luz azulada se volvía mortecina hasta que se apagó cuando la losa cubrió completamente el hueco de entrada. El SG-4 estaba encerrado en total oscuridad y del otro lado de la losa les llegó el sonido de pasos contra el suelo de piedra al alejarse.

La conversación entre los jaffa y el SG-4 no iba a ser, definitivamente, posible. El equipo era prisionero de aquellos jaffa y no se negó a dejarse llevar a la sala donde los iban a desequipar del todo.

Aldo sabía que iban a quitarle todas las pertenencias que llevaban, a excepción de la ropa, así que, durante el camino, intentó ocultar algunos efectos que pensó que podrían serles útiles.

Cuando llegaron al lugar donde comenzó el requisamiento, Aldo miró hacia todos los lados y a ninguno mal disimulando, como si no hubiera ocultado nada a propósito.

Cuando fueron encerrados en aquella habitación, comenzó a palpar los lugares donde había ocultado las herramientas intentando encontrar aquellos que no habían descubierto.

- Bueno pues, parece que estos jaffa no son rebeldes en si - dijo contestando al comentario de un buen rato antes de Vanessa -. Al parecer todos ellos cayeron en desgracia con su anterior amo y ahora sirven a un nuevo dios - se alzó de hombros sin tomar en cuenta que nadie le vería hacerlo, como un movimiento reflejo - ¿Os lo han quitado todo? - preguntó.

El Mayor Whiteface lanzó una mirada disimulada a Aldo cuando éste empezó a intentar guardarse algún objeto de manera muy poco disimulada. Era un riesgo. Un riesgo alto. Si le pillaban podían hacerle mucho daño, puede que incluso matarle, y nadie del equipo podría ayudarle.

Él por su parte no intentó esconder nada. No hasta que comprendieran del todo la situación. Este nuevo y desconocido Señor del Sistema era un jugador que había aparecido de la nada. Y eso era una incógnita. Necesitaban más información antes de intentar una locura, o incluso un plan de escape. Y ya después verían la forma de regresar a casa e informar.

Una vez encerrados, el militar esperó un tiempo prudencial hasta que dejó de escuchar los pasos mientras indicaba a los demás con un gesto del dedo índice que esperaran e hicieran lo mismo que él. Fue la voz de Aldo la que rompió el silencio.

- No hagamos ninguna tontería. De momento hay que seguirles el juego y obedecer. - Comentó confiando en que le hicieran caso. - Esperaremos la oportunidad para escapar y regresar a casa, pero antes necesitamos información sobre este nuevo amo. - 

Alan se dirigió a tientas hacia la pared tratando de dar con el mínimo resquicio que marcaba el borde de la puerta. 

- Busquemos una forma de salir de aquí, pero atentos por si regresan. -

Ya fuesen seguidores de algún señor Goaul, o estuviesen por su cuenta, los jaffas seguían siendo jaffas; duros, incorruptibles e insondables. Por mucho que hablaran con ellos, dudaba que diesen su brazo a torcer por sí solos, como así ocurrió finalmente. Ni siquiera Aldo pudo conseguir otra cosa que no fuesen miradas de furia contenida y movimientos que claramente nos invitaban a dejar de fastidiarles si no queríamos recibir una bonita descarga.

Al ver que iban a desarmarnos, intenté deslizar disimuladamente mi cuchillo por el interior del pantalón, para que acabase en con un extremo en el pie, tras el cuero de la bota. No es que fuese a ser de lo más cómodo a la hora de caminar, pero había pasado por cosas peores. Fingí tropezar y caerme, hacerme daño en el tobillo, y a partir de ahí, avancé cojeando, juntos con los demás, en dirección hacia donde nos empujaban.

De regreso a la pirámide.

Por lo que Aldo fue comentándonos, no estaba tan alejada de la verdad. No eran rebeldes, pero sí que servían a un nuevo "dios", que podía ser cualquiera sabía, pero que no podía resultar mucho peor que los habituales con los que nos habíamos encontrado. Sonreí ante sus comentarios indignados cuando le preguntamos por su señor, y continué caminando, fingiendo el dolor en el tobillo.

Desde luego, fuera quien fuese, provocaba el temor en los jaffas. Solo alguien cruel y con poder era capaz de hacer despertar aquella clase de sentimiento. Cada vez sentía más curiosidad por él.

Cuando tras terminar de desarmarnos nos metieron en aquella cámara oscura y la puerta se cerró, permanecí unos segundos sin moverme, mientras mis ojos intentaban acostumbrarse a la oscuridad e intentaban percibir cualquier atisbo de luz.

-Estupendo. Y encima a oscuras. Lo único positivo es que no tendré que fijarme en donde piso, aunque os agradecería que tuvieseis cuidado con lo que tocáis -bromeé, tras las palabras del Mayor.

Tras escuchar a Aldo, sonreí, aunque nadie pudiese verlo, y volví a bromear.

- Será mejor que os volváis. Voy a bajarme los pantalones.

Acto seguido, me desabroché los pantalones y me los bajé, agarré mi cuchillo, volví a subirme los pantalones y a atarlos.

-Tengo mi cuchillo. Supongo que es mejor que nada, ¿no?

No habría negociación con los jaffas, nunca tenía suerte el equipo en esas situaciones y esa no era una excepción. Los desarmaron rápidamente y no era demasiado malo, no los habían matado en el momento, lo que quizás no fuese ni bueno ni malo pensó Andrews. Los obligaron a caminar de nuevo, deshaciendo el camino que habían seguido desde las ruinas, al llegar a la entrada se dieron cuenta que era el edificio que habían estado revisando anteriormente, era algo inquietante saber que posiblemente habían tenido a alguno de ellos vigilándolos en algún momento. En la entrada, con la reducida visibilidad que había en algunos tramos, el científico trato de ocultar algunos objetos pequeños, como la pda que contenía el programa de topografía con los datos que habían estado recopilando y una brújula inercial, quién sabe si les podría servir más adelante. Pero se notaba la poca costumbre de esas prácticas y la pda acabó rodando hasta el suele de suerte que no se rompió por casualidad pero alertando de su presencia por lo que ya no podía ser pasada por alto. Cuando los llevaron a la sala más amplia para encarcelarlos pudieron hablar con libertad, Guerrero hizo algo extraño y comunicó al resto que tenía su cuchillo, mientras los demás trataban de ver si les quedaba algo. Bien por Guerrero. Pensó Andrews. - Tienes razón Evans, mis suposiciones iniciales eran erróneas por decir lo menos, ahora somos prisioneros de uno que se aprovecha del vacío de poder que parece vamos creando, no es malo para el comando aunque ahora nos ha tocado la china a nosotros. Creo que no he podído esconder nada, dejad que compruebe. Muy bien por ese cuchillo, puede ser muy útil.

- No te fustigues, mi querido Fern - dijo el lingüista quitándole importancia a lo que el biólogo acababa de decir -. Todo parecía indicar que no iban juntos antes de encontrarse aquí, creo que los cuatro hemos pensado en que podrían ser buenos aliados.

Entonces, Aldo pulsó el botón de la linterna cuando Vanessa informó de que tenía su cuchillo justo cuando se estaba abrochando los pantalones.

- Yo he logrado que no pillasen una de mis linternas, una brújula y un altímetro - dijo con una sonrisa y comprobando el estado de las dos herramientas de orientación con la luz, que apagaría una vez comprobados los instrumentales -. Ahorremos energía, de momento no la necesitamos - concluyó.

- Evans, alumbre por aquí, por favor. - Solicitó el mayor mientras colocaba sus dedos en la puerta que habían cerrado hacía apenas unos segundos sus captores. Esperó a que su compañero alumbrara y luego dejó deslizar sus manos lentamente por los bordes en busca de cualquier cosa que pudiera servirles para salir. Algo anómalo, quizá algún cierre o apertura oculta desde dentro.

- Voy - dijo Aldo diligente encendiendo la linterna y alumbrando donde Alan se encontraba.

La negrura de la estancia sólo era interrumpida por el haz de luz de la linterna que sostenía el lingüista. La movía de acuerdo a las indicaciones del ranger según éste tanteaba cada hueco, resquicio o agujero sospechoso a lo largo de la puerta. La operación se prolongó durante casi cinco minutos, tras los cuales el minucioso estudio desveló que no había ningún modo de abrir la puerta desde aquel lado, descartado el uso de explosivos que no tenían en ese momento.

En todo ese tiempo, no hubo signos de que los jaffas volvieran. Pero sí de una débil luminiscencia azulada que parecía proceder de los trazos que componían los pictógramas en las paredes o en los intersticios de los bloques de piedra del techo y que había ido apareciendo tímidamente durante el último minuto. Era un resplandor pálido que todavía no alcanzaba a iluminar los dibujos completamente, pero definitivamente no estaba ahí cuando los jaffas les encerraron en la sala. Y los miembros del SG-4 no habían constatado ningún fenómeno de ese tipo en los días previos, durante su investigación de la estructura.

No había nada que hacer, más que esperar. Algo hastiado Aldo suspiró y miró hacia las paredes en las cuales se comenzaba a dibujar los trazos de los pictogramas con luz.

- ¿Y eso? - preguntó señalando con la linterna a paredes y techo.

Apagó la linterna para ver si era la luz de su herramienta la que estaba generando aquel efecto desconocido.

Alan desistió de intentar abrir la puerta. Estaban completamente atrapados. Cuando Aldo preguntó por aquellos símbolos que se estaban empezando a pintar, el militar ya los estaba observando con curiosidad.

- Eso es nuevo. ¿Alguno entiende el idioma? - Preguntó con algo de esperanza. Quizá Evans o Andrews podrían arrojar algo de luz sobre el tema. - ¿Cómo es posible que antes no los viéramos? - Preguntó tratando de buscar algún tipo de fuente de energía que estuviera iluminando esas zonas de la pared. Aunque sospechaba que no iba a encontrar nada. Quizá los símbolos estuvieran grabados, y la iluminación se produjera como reacción de los materiales que componían la pared a algo ajeno. 

La pequeña linterna de Aldo fue lo único que evitó que al menos en un principio, alguno de nosotros pudiera desesperarse. No había nada más terrorífico que carecer de los sentidos básicos y por mucho que pudiéramos movernos un poco y palpar, tocar el muro y saber que no estábamos solos, no era tan importante como poder vernos.

Pero el haz de luz sirvió para algo más. Estábamos encerrados y parecía que no íbamos a poder salir de allí hasta que los jaffas viniesen a buscarnos, pero en el techo había unos extraños símbolos que quizás fuesen fluorescentes y al ser iluminados, aparecieran y poco a poco fuesen volviéndose más claros.

-Sigue iluminando un poco más, Aldo. Puede que al recibir más luz se vean con mayor nitidez -le dije, intentando memorizar los rasgos.

Pero si ninguno de nosotros sabía lo que significaban, poco íbamos a sacar de ello.

Estaba el equipo encerrado con lo poco que habían logrado salvar del escrutinio de sus captores, Evans consiguió colar una linterna y la estaba usando para inspeccionar la sala junto con el mayor. Andrews se centró en escuchar por si había señales de vuelta de los jaffas, no debían descubrir su linterna. Revisando las paredes comenzó a mostrarse algo extraño, los símbolos de las paredes emitían una luz peculiar en contacto con la escasa iluminación que proporcionaba la linterna.

Era poco probable que tuviesen eso en un simple almacén pensó Andrews, quién sabía la utilidad de esa estancia y lo que significarían esos símbolos aparecidos.

- Una magnífica linterna, espero que nos ayude. Símbolos extraños ¿será alguna puerta a otro lugar?, no tenemos mucho que perder, supongo que no tendrán nada bueno preparado para nosotros.

Que apareciesen esos símbolos era algo relativamente bueno, ninguna prisión o almacén tendría símbolos como los aparecidos, más aún cuando se veían prácticamente en la oscuridad. Podrían tener una oportunidad de salir de allí.

Los pictogramas brillaban por sí mismos gracias a aquel suave fulgor azulado, igual que los huecos entre bloques de piedra del techo. El haz de luz de la linterna no parecía afectar a aquel fenómeno, pues el brillo aumentaba en intensidad paulatinamente incluso cuando Aldo no lo enfocaba. En un minuto más, las muescas y ranuras eran perfectamente visibles en la oscuridad y la piedra que los rodeaba estaba parcialmente iluminada por la luz azulada.

Los símbolos no eran distintos a los que ya habían visto por toda la estructura. Figuras humanoides en procesión hacia el edificio, postradas ante la pirámide, depositando ofrendas o presenciando cómo un rayo de algún tipo emanaba de la cima de la construcción hacia un sol. Aquella secuencia se repetía una y otra vez a lo largo de la pared, como lo hacía en el resto de pasillos y salas.

Entre tanto, la puerta permanecía cerrada y no llegaban sonidos desde el otro lado, ni siquiera amortiguados por la pesada losa.

- Ese rayo... Parece una forma de comunicación... o quizá de transporte. - Sugirió el Mayor. - A lo mejor todos esos que iban a reverenciar a su dios a la pirámide recibían la visita del Goa'uld de turno. - Añadió a su explicación.

- ¿Creéis que el hecho de que ahora esté encendido significa que se ha activado algún mecanismo de transporte? De algún sitio han tenido que salir esos jaffa. Llevamos varios días en el planeta sin ver señales de vida, y aunque puede que hayan venido por el mismo stargate que nosotros... quizá no sea así. - Comentó dejando que fueran los científicos quienes debatieran al respecto.

- O puede que nos hayan estado vigilando atentamente - dijo Aldo haciendo una pausa -. Es decir, no me malinterpretéis, sois muy buenos - aclaró para Vanessa y Alan -. Pero no cabe duda de que estos jaffa conocen mejor el terreno que nosotros. Igualmente, sería demasiada coincidencia que nos hubieran atrapado, nos hubieran encarcelado y comenzásemos a ver como estos pictogramas se iluminan, parece haber una relación más allá del puro azar, quizá la pirámide sea una maquina en si para activar ese rayo - añadió señalando el pictograma del rayo -, y los jaffa estén encendiéndola, pero algo me dice que pronto sabremos porque nos han traído aquí, tampoco eran muy habladores - bromeó.

Se guardó la linterna apagada, si alguien más la necesitaba deberían pedirla, pero si no era necesario para mantener los dibujos encendidos, lo mejor sería ahorrar en pilas.

Aquellos símbolos brillaban cada vez con más fuerza a cada momento que pasaba. Daban la sensación de ser representaciones del pueblo que había habitado alrededor de aquella pirámide, como los que había en la Tierra. Era por tanto de interés sobre todo para los científicos, pero no parecía que fuesen a ayudarnos a salir de allí.

El mayor hablaba de un transporte, quizás refiriéndose al sistema de anillos, pero no creía que para nosotros supusiera alguna diferencia.

-Lo que parece claro es que no vamos a salir de aquí hasta que no abran las puertas y que nuestro objetivo es llegar al stargate, ni más ni menos. Cuando abran las puertas, si no son demasiados, creo que deberíamos intentar acabar con ellos. Creo que podría conseguirlo con el cuchillo, hacernos con una de sus armas y contraatacar... si no son muchos -expliqué, sentándome en el frío suelo.

Al recibir las palabras de Aldo, sonrió.

-No me ha ofendido, señor Evans. Siempre hay alguien mejor y si no se acepta eso, difícilmente se conseguirá sobrevivir durante mucho tiempo.

Atareados en observar la luminiscencia o discutir sobre la funcionalidad de la estructura, una hora pasó sin que nada reseñable ocurriera para los tau'ri. En ese tiempo, la luz siguió ganando en intensidad hasta llegar al punto en que su tonalidad se volvía blanquecina e iluminaba la estancia lo suficiente como para dejarla en penumbra. En un momento dado de aquella espera, tal vez hacia la mitad de dicho periodo, el eco de unos pasos producidos por botas pesadas se habían escuchado al otro lado de la losa de piedra que hacía las veces de puerta; pero nadie la abrió y el sonido se volvió a desvanecer poco a poco, como si se perdiera a lo lejos. Pasados algunos minutos más tras este suceso, el ruido no se volvió a repetir y el silencio reinó, sólo interrumpido por la ocasional charla de los miembros del SG-4.

- Podríamos llamar a ver si aparece alguien y nos dan alguna explicación, al fin... - propuso Aldo ya un poco aburrido de estar esperando, de oír pasos, pero de ver como todo el mundo fuera los ignoraba - ¿Creéis que serán amables y hablarán con nosotros de forma amable? Sino, podríamos atacarles con el cuchillo y hacernos con una de sus armas - dijo.

Estar en aquella sala, a oscuras, salvo por aquellos símbolos que resplandecían al iluminarnos, no nos proporcionaba absolutamente nada qué hacer.

Aquellos pasos que por un momento habían interrumpido nuestras cavilaciones, acabaron siendo nada, y al quedarnos de nuevo como estábamos, noté como la desesperación crecía en mi interior, a la par que mi frustración porque nadie supiese qué hacer con aquellos símbolos.

-Dudo que nos expliquen nada. Pero ese mensaje tiene que significar algo. Pero yo no soy científica, ni he estudiado esa clase de cosas. Aunque por otro lado...

Entonces se me ocurrió algo que me hizo permanecer en silencio unos segundos, antes de continuar.

-Quizás no se trate solo de leerlos sino de presionarlos. A lo mejor si los tocamos en algún orden concreto consigamos algo, como que se abra la puerta o alguna clase de pasadizo. Pero necesitaríamos saber qué significan para no tener que hacerlo al azar.

Y necesitaríamos que los supuestos cerebritos empezaran a hacer algo, pensé.