Partida Rol por web

Still Waiting...

ROOM.4

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24/10/2008, 19:49
Director
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Notas de juego

Cita:

- Identificación que tanto él como el resto llevan en sus ropas.

El número pertenece normalmente a una habitación, la letra es para diferenciar sujetos, en éste caso sólo se ven "A" y "B". Ninguno ahí coincide con el número de Gorman, de hecho ninguno coincide con el de ninguno.

Cita:

- Composición del líquido con el que fué hecha la inscripción de la puerta ( pudo olerla desde muy cerca y quizá fué capaz de distinguir los elementos que la componen).

Básicamente parece una desagradable mezcla de agua fecal (propia de las alcantarillas) y sangre muy oxidada y antigua. Un foco de infecciones verdaderamente repulsivo.

Cita:

- Como médico forense, está familiarizado con el efecto de distintas sustancia sobre el cuerpo: ¿tiene la sensación o la sintomatología de haber sido drogado/sedado?.

Siente el cuerpo algo laxo, en efecto... Pero está recuperando la energía demasiado rápido como para haber sido un tóxico tan potente como para tumbarle y no permitirle recordar qué hizo horas antes.

Cita:

- ¿podría Gorman ajustar un período de tiempo aproximado entre su último acto consciente y el momento actual?. ¿Fué alimentado por sonda o alguna otra vía?.

Juraría que la cena, última comida que hizo, debió ser hará unas quince horas.

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24/10/2008, 20:25
Padre Roberts
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Tras un largo rato de meditación ahora se encuentra calmado. No había meditado en el sentido extricto de la palabra, pero había reflexionado, se había dado cuenta que de esa situación no iba a salir si estaba cegado y furioso. Tenía que relajarse y pensar, para de esa manera darse cuenta de los riesgos y oportunidades.

Contestando a la petición de presentación, se presententa austeramente: Soy el Padre Roberts

Una partede su ensimismamiento procedia de la extraña aura que emanaba ese hombre y su peculiar habla, así como los sentimientos y pensamientos que despertaba en él.

Se acerca a Alec deRoos y cuando le ofrece la moneda la observa con detenimiento, esperando encontrar algo, aunque sabe que no va a ser así. Ya sin poder esperar más mira a los ojos al hombre y dice:

Tengo la sensación de que eres especial, tienes algo, no se explicar el qué. Es como si estuvieras tocado por el Creador con un don maravilloso, y actuas como si tal. - Sabe que lo que dice puede ser una tontería, sea lo que sea, puede que nunca lo entienda o merezca saberlo, pero él tiene cara de querer comprenderlo - ¿Por qué estás aquí? Un hombre como vos... un hombre de Dios - Tras esto, decepcionado consigo mismo por su forma de hacer, sabe que lo que hace deberia estar bien. Sabe que debe llevar la rectitud, pero mira donde ha acabado-... Un hombre de buen hacer

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24/10/2008, 20:43
Director
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Ésta es la moneda que el padre Roberts tiene en su haber:

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25/10/2008, 04:33
Shanon Carradine
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¿Pero qué hace? ¡¡Nooo!! Aparté el brazo bruscamente cuando ella descubrió mi muñeca y volví a cubrírmela con la manga del pijama.

-N-no hagas eso -le dije incómoda-... por favor no lo vuelvas a hacer.

Ahora fui yo quien la tomó de la mano, pese a todo era consciente de que le hablé de modo brusco y no quería hacerla sentir mal.

Vuelven a mi cabeza los recuerdos pasados. Innumerables reproches, el ser apuntada con el dedo, el sufrimiento de la indiferencia y de la estigmatización. No quiero ser reconocida como la mujer de las heridas raras en los brazos, no quiero ser tachada de loca porque no lo estoy. Quiero que la gente me conozca por lo que soy, por lo que valgo, que me conozcan a mí, a Shanon, que me conozcan por Shanon, no por las heridas de Shanon... que me conozcan y me quieran por mí no por lo que tengo o padezco.

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25/10/2008, 11:51
Alec DeRoos
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Así pues, parecía que por el momento las extrañas voces del exterior se habían sofocado y, las presencias de las que provenían, dispersado. Nadie iba a molestar por el momento a los infelices de aquella habitación. Pero ahora quedaba una certeza bien clara: no estaban solos y, tarde o temprano, tendrían que enfrentarse a lo que hubiera fuera, ya sea en calidad de presos o en calidad de compañeros... Poco podía especular Alec sobre ello. El diálogo con sus captores, aunque tal vez necesario, lo veía como una posibilidad más que remota, mientras que la convivencia con otros compañeros de cautividad le resultaba más bien... Peligrosa. Si aquello era una prisión (y todo apuntaba en esa dirección) los ánimos no serían siempre buenos. Y, claro, en algún momento tendrían que alimentarse y beber agua.

DeRoos había estado en hospicios y cárceles militares y conocía bien el ambiente que se destilaba en ellos. Sus talentos en medicina de campaña no serían ni de lejos suficientes como para atender a una suerte de presos de Dios sabía qué naturaleza y, de cualquier modo, tampoco confiaba en que sus palabras fueran acogidas con la misma recepción que la que le habían dado sus compañeros de celda. No... Si lograban traspasar esa puerta, debería mantener la boca cerrada y encontrarse cerca de sus actuales compañeros, apoyándoles cuando fuera necesario.
Se apartó de la puerta con un leve suspiro debido al frío que se había pegado a su oreja irremediablamente por el contacto con la misma y se centró en Gorman, en primer lugar y en Shanon y Serena después, diríase enternecido con la actitud de ambas féminas.

Era bueno que comenzasen a confiar los unos en los otros pues, como apuntó el médico y escritor antes, los subterfugios y secretos jugaban en contra de todos. Sin embargo, la pregunta del mismo le cogió por sorpresa. Extrañado, su ceño se frunció levemente. No había considerado la posibilidad de que hubiera alguna moneda distinta cuando se dispuso a recogerlas y, después, a repartirlas. Alzó dos dedos con los que aferraba su propia moneda, que era la única que le quedaba ahora, y la dirigió hacia la única luz que iluminaba la estancia, observando su contorno, forma y caras.
-Acercad los vuesos pasos hasta quí, micer Gorman e comparemos los nuesos doblones... -expuso entonces, a la luz, la palma de su mano y, sobre ella, la moneda que le correspondía.

Posó los ojos sobre los de Gorman, con cierta inquietud en ellos, pues ignoraba si había actuado mal. Por supuesto ignoraba el orden en que las monedas habían estado dispuestas de inicio.
-Non reparé en aquesto ca deçís, micer... -dijo a su compañero, y la sinceridad hablaba por él-. Mas acudid a la lúmina con me e comparemos doblones -ofreció-. En verdat non pensé ca habría distintos doblones. ¿Podía ser importante?
Y, sin dejar de ofrecer su moneda a Gorman, se fijó en el padre Roberts, quien por fin se había presentado. Un hombre de Dios, en efecto, un pater.

Ante aquella presentación, Alec DeRoos llevó su mano libre al pecho, cerrando los ojos en señal de respeto por aquél hombre, un mensajero de la Palabra de Dios en este mundo que tanto la necesita.
-Io no soy espeçial, pater, mas soy honrado de haberme a la presençia de un home de Dios e del Ministerio*. Hisce enemigos en mi vida... Villanos e trufanes ca gustarían de darme muerte o castigo, aún sin meresçerlo... E creo ca esto es obra de aquestos. Mas aseguro a vuesa merced ca no fui tocado por Dio, el Nueso Señor, pues Él tovo mientes ha** todos los sus vástagos. Sabe voacé ca Él toca a todos con grant amor -concluyó con una amable y tierna sonrisa, pues el amor de Dios era grande y, al hablar de él, Alec seguía emocionándose como cuando era aún un chiquillo.

Notas de juego

*Ministerio: servicio religioso.
**Tovo mientes ha: se fijó en

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25/10/2008, 17:26
Director
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Un rostro asomó entonces por la ventanilla. Un rostro joven, cansado y surcado por Dios sabría qué traumas. Su aspecto no era en absoluto amenazador, aunque parecía temblar un poco, presa del miedo.

Lo que aquella chica pudo ver ahí fueron tres hombres y tres mujeres: Ellos de aspecto maduro y cuidado, ellas más jóvenes, dos de ellas debían estar desde hacía poco en la veintena, tal como ella misma...

Las dos más jóvenes estaban sentadas en una cama cogidas de la mano, mientras la otra mujer se sentaba junto a uno de los hombres. Otro miraba su moneda bajo la luz de la bombilla que, exáctamente igual que en su habitación, pendía del techo. A su lado, el otro hombre, ambos con el pelo largo...

Notas de juego

Un post para cada uno. Ahora sois siete.

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25/10/2008, 17:34
Laura Conner
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Ritmo, ritmo, lo oigo, como una marcha fúnebre lamiendo mi encéfalo con lascivia: ¡Se cogen de la mano! Son ideales, son perfectas por destrozar la imperfección de éste sórdido lugar. Adoro sus manos entrelazadas, pero sólo puedo sentir aire triste entre mis dedos, el vacío me completa ahora que me falta lo que tengo al otro lado de otra puerta. Mi criatura aguarda en la muñeca del hispano, no la dejaré escapar, quizás él me ame más.
Golpeo dos veces con la uña un trozo de cristal de la ventanilla, ¡miradme! ¡No soy más que una ilusión! Y yo os sacaré para hacer sonreír a Dave y a Sebastián.
Una canción alegre suena hilada por cabellos de sangre, aquí están las notas de su percusión, aquí tenemos el ritmo, el charco definitivo, algo de mugre ayudará a cerrar esa herida antes de que vuelva al polvo, al charco, pues todos somos esos charcos, ese discurso virulento sobre la locura y lo que es o no desechable. Yo he asumido ésta naturaleza, claro, y por eso es que sigo tocando rítmicamente el cristal.
- U-un hombre se muere y está buscando a D-Dios. ¿Está en ésta habitación? ¿Hola? - tartamudeo siseante y miro a las que se cogen de la mano - Vosotras tenéis cara de ser Dios, ¿me ayudáis? Creo que también estaba buscando a una hija y a una virgen. ¡Por favor, una lágrima se comió su muñeca, por favor! - suplico con repentinas lágrimas en los ojos, que me escuchen, que me sientan, necesito un médico.

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26/10/2008, 01:45
La-Shawn Rutherford
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Estaba concentrada en la respuesta de Gorman pero de pronto sentí un ligero escalofrío, como de cuando te están observando y no estaba equivocada. Miré directo hacia la ventana hecha trizas, como si algo me hubiera obligado a ello y aunque lo que vi en principio no me causó temor, si me cogió distraída así que sujeté con fuerza la mano de Gorman, quizás hasta demasiado fuerte y entonces, aguzando el oído pude oír lo que la joven decía.

Aquello parecía aún más irreal que todos nosotros allí esperando por quién sabes qué cosa, más irreal que el que todas las monedas fueran distintas, si al caso lo eran pues no las habíamos mostrado todas aún, mi corazón dio un vuelvo imaginando a esa virgen y su hija, a ese ´Dios y esa lágrima que había dado cuenta de la muñeca. Parecía simplemente que la joven desvariaba pero ¿acaso no lo haríamos todos en algún momento dado? Quizás la falta de aire puro y fresco a la larga nos tornara en unos desquiciados. Apreté más fuerte la mano de Gorman, si acaso se podía y entonces señalé a la chica.

-Quizás deberíamos ayudarla...-musité pero estaba segura que todo el mundo en la sala me había oído.

¿Ayudarla? ¿A qué? ¿A cambiar de encierro? Probablemente pero cualquier cosa era mejor que verla del otro lado con el semblante pálido y los temblores que quizás el frío le provocaban y entonces pensé en lo que pasaría de ser peligrosa. Uno de esos locos que matan y sólo quieren ver sangre y aún así, dejarla fuera me parecía una locura, además, éramos seis, podríamos defendernos.

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26/10/2008, 07:42
Winston Gorman
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La turbación de Sir Alec era una mácula casi insignificante justo en medio del porte sereno y virtuoso que caracterizaba su ánimo, pero, aunque minúscula, una mancha de tinta negra resalta sobre un suelo de porcelana blanca. La pregunta sobre las monedas lo había desconcertado y Gorman, que se sabe culpable de provocar aquello, niega con la cabeza y se encoge de hombros, quitándole hierro al asunto.

- No se preocupe. Es sólo...¿cómo le diría?..."deformación profesional": el examen del detalle siempre ha sido la base de mi trabajo.- Gorman desvía la mirada hacia la mano de La-Shawn, y agradece asintiendo con una media sonrisa que la dama le mostrase aquel pequeño trozo de metal de su pertenencia: confianza. Era curioso comprobar cómo, en qué téminos y entre qué individuos se establecían las conexiones empáticas.

- Echaremos un vistazo a esas monedas, claro- concede sin resquemor pero distraído: la actitud de las señoritas Loire y Carradine capta bruscamente su atención. El ceño se frunce y los labios se aprietan desaprobando aquello. Con los ojos clavados en esa dirección, finiquita de momento el affair monetario con DeRoos.
- No lamente haberlas mezclado: actuó usted de buena fé.

Es justo en ese instante cuando aparece el, hasta ahora, octavo pasajero: séis demandaban una explicación, uno había pedido silencio en aparición fugaz desde el exterior...y otra reclamaba ayuda divina desde la ventanilla. Las variables se acumulan, desordenadas. Trabajo y método.

Cita:

-Quizás deberíamos ayudarla...

- Y a fé que lo haremos, señorita Rutherford: probablemente así nos ayudemos a nosotros mismos.

Bajo esa presión, sometido a aquellas circunstancias, Gorman logra mantenerse sereno..., lo cual, para él, supone una minúscula pero extraordinariamente importante victoria del Método sobre la Entropía. Quizá la mano de La-Shawn ayudaba a conseguir ese triunfo: Gorman siente la piel fría, pero el tacto cálido y fuerte.
¿A quién no le agrada desatar una vena palidinesca de vez en cuando ?. Después de todo, ése había sido siempre su trabajo, más aún cuando la dama en apuros era una mujer del porte, la belleza y la distinción de Rutherford: aquellos andrajos no podían camuflar la elegancia de su formas.

- Con su permiso.- Gorman apoya con delicadeza su mano izquierda sobre la de La-Shawn y alivia la presión como lo haría un caballero: sin una caricia que pudiera ser malinterpretada, sin brusquedades,...pero sugiriendo que ese tacto ha sido agradable en extremo y que, al menos por su parte, volverá a servir de amparo y aliento siempre que sea requerido de nuevo.
Se incorpora, decidido, y asiente a DeRoos y Roberts buscando respaldo. Cerca ya de la puerta, alza un poco la voz.

- ¿Señorita? Si...- se aclara la garganta, manteniendo cierta distancia con respecto a la ventanilla. La voz suena clara y alberga menos dudas que los pies.- Señorita, escuche,...creo que podemos ayudarla. Si un hombre, como usted asegura, se muere...¿qué mejor que un buen médico y un buen cura?. Alivio para el cuerpo y para el alma...¿qué me dice?.

Gorman se acerca un paso más, esforzándose por distinguir mejor a la muchacha.

- ¿Tiene usted forma de abrir?.

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26/10/2008, 10:35
Serena Loire
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La candorosa expresión que desde el rostro de Serena replanteaba el sino de toda una vida se replegó súbitamente en cuanto el brazo de la pelirroja corrió a refugiarse del cariño que con aquellos gestos esperaba transmitirle a su propietaria. Una vez más, la alegría no era más que un ánimo efímero en su vida, y cuando se abría paso a través de la piel lo único que conseguía era provocar una deformidad en la carne; como esa mueca de la que Shanon acababa de renegar; como esa otra anomalía que descubrió por sorpresa bajo la suciedad del uniforme que también la cubría a ella. Tan iguales por fuera y tan distintas por dentro. Porque el ansia devoraba el libre albedrío de Serena, cuya desesperación no le permitía el lujo de la vergüenza. Sólo intentaba consolarte. Quería que te sintieras a gusto, y que me lo agradecieses. No me acordaba de eso... ¡¡No!! ¡Debería ser más sencillo! ¡Sólo quería compartirme con alguien, lo estaba haciendo todo tan bien! Ojalá yo tuviera a alguien que me hiciera cosquillas. Alguien que quisiera... Que me cuidara como yo intento cuidar siempre a los demás. Eres una boba, no me importa lo que te haya pasado, no me importa todo la malo que pueda haber en ti, sólo me importa que me quieras.

El desdén se le antojó áspero, aunque seguramente merecido. Algún tipo de barrera invisible que se interponía siempre entre ella y cualquier otra persona la había acompañado hasta aquel agujero, y se adueñaba una vez más de la situación. La esperanza la había arrojado a una falacia caldosa en la que ahora se ahogaban sus intenciones, lejos de todo y de todos. Menos de ti... Sabes que te quiero con toda mi alma, pero necesito que alguien se preocupe por mí como yo me preocupo por ti. Alguien a quien pueda contarle mis cosas, y que se interese por cómo me siento. Serena sólo podía anhelar. De hecho, es posible que sólo supiera hacer eso...

Todavía era de noche. Y se encontraba a la deriva, desorientada y zozobrante en medio de la tempestad por el atronar a sus espaldas de ese perturbador crepitar que la perseguía dondequiera que fuese, alimentado por los restos de cada naufragio bajo el que terminaba sepultada tras aventurarse a reclamarle unas migajas de felicidad al interminable crepúsculo en el que moraba. El incendio de sus pesadillas era glotón, casi tanto como los océanos que le servían de escondrijo en cuanto la realidad conseguía hacerse insoportable.

Cuando la madera está podrida no hay astillas con las que lastimarse:
los impactos son romos,
contundentes pero limpios,
desprovistos del espeso escarlata de la vida,
dejando huella únicamente en el interior,
allí donde las heridas se refugian para llorarse confidencias
las unas a las otras,
hermanas bastardas que se abandonan al plañir
en racimos purulentos que infectan la cordura de su mamá,
quien las odia con todas sus fuerzas.

Una maternidad que Serena repudiaba, pero que se veía obligada a gestar aun cuando el pretérito seguía estando difuminado en la vaguedad de una sombra. Contigo será diferente. Tú haces que sanen las heridas. Tú lo cambias todo.

La jovencita, a pesar de sentirse nuevamente embargada por la tristeza, dejaba descansar su mano entre las de Shanon, adherida a la acostumbrada pasividad sobre la que se arrojaba cuando necesitaba encajar las decepciones. Evitando el contacto visual con quien mantenía cautiva su extremidad, su vista peregrinó entre las pintadas de las paredes. La sola idea de tener algo que leer la tranquilizó levemente. Su mente se desperdigaba ociosa en tratar de descifrar lo que allí podía haber sido escrito, mientras escuchaba la pequeña conversación entre el hombre de las plegarias y Alec. Estúpidos 'doblones' - maldijo mientras se giraba para mirar de refilón hacia la mesilla de la cama en la que se había despertado, donde había puesto 'su' moneda. Ella misma se hubiera animado a escribir alguna tontería en las tétricas cuartillas de no haber sido interrumpida por un nuevo acontecimiento.

Los ruidos con los que la extraña chica rubia se anunció la sobresaltaron más de lo que cupiese esperar, haciendo que liberase su mano de entre las de Shanon en un acto tan raudo como mecánico y que se levantase de la cama. La aparición parecía haber estimulado la actividad dentro de aquella pequeña estancia: los tres hombres se apresuraban a negociar las condiciones de la posible relación, deseando quién sabe hasta qué punto lograr salir de allí antes que asistir a la afectada mujer. A Serena sus palabras la confundieron, no llegó a comprender de qué estaba hablando, ni qué era exactamente lo que quería. Si bien es cierto que estaba haciendo un gran esfuerzo para concentrarse en intentar dilucidar si la conocía o no de algo, por el momento no pudo sacar nada en limpio. Tampoco sabía si aquélla podría ser una ayuda realmente válida... Pero huir de allí era lo más importante, y tenía que aprovechar cualquier oportunidad que se le presentara.

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26/10/2008, 10:46
Serena Loire
Sólo para el director

Notas de juego

    Intento leer las pintadas que hay por las paredes de la habitación. Intento, también, reconocer a Laura Conner. Me gustaría saber el número que lleva Shanon en el pijama, se supone que lo debería haber visto sin problemas; también el de Alec, si puede ser. Y por curiosidad: ¿tenemos zapatillas o algún otro tipo de calzado? ¿Llevo ropa interior o cualquier otra cosas aparte del pijama?

    PERDÓN por no haber rellenado todavía el Estímula Rabia, no encontré nada que me llamase la atención... Dame un par de días más, por favor.

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26/10/2008, 10:57
Director
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Una imagen viene, lejana, a los ojos de Serena...

Ella se encuentra en un coche, observando desde la ventana. Parece estar frente a un campus universitario, y vigila tragando saliva, algo compungida, una escena que tenía lugar fuera de su alcance, desde su asiento, donde los protagonistas no podían percibir su presencia. Debía tratarse de un mercedes, algún coche caro europeo, con el salpicadero de madera y los asientos de cuero...
Acababa de retocarse frente al espejo de su polvera, pero todo el maquillaje del mundo no podía haber disimulado aquella expresión de desaprobación...

De espaldas al coche tres hombres cercaban a aquella criatura. ¿Veinte? ¿Veintiún años? Incluso diecinueve, a juzgar por aquella cara...

"Laura Conner". Recordó su nombre claramente, el nombre de una muñeca de porcelana que aguantaba con fuerza, a pesar de su evidente fragilidad, la amenazante presencia de aquellos tres hombres vestidos con trajes negros, un trío de buena planta y espaldas anchas que debían estar incomodándola, pues ella no dejaba de negar con la cabeza...

Llegados a un punto de aquella conversación que los tres hombres tenían con Laura, la chica adoptó una mueca de desagrado cuando uno de ellos le cogió de la mandíbula de forma insinuante, y envalentonada se deshizo con el codo de aquella mano, girándose para marcharse, ofendida. No obstante, uno de los hombres agarró su brazo con la mano, y la retuvo para dedicarle unas últimas palabras.

"Dejadme-en-paz". Casi se pudo leer en sus labios.

Serena resopló y tragó saliva, apartando la mirada hacia la ventanilla del coche, hasta que el sonido de las puertas del mismo hizo entender que sus tres compañeros habían entrado en él, poniéndolo después en marcha, haciendo comentarios como:

- Valiente zorra... - rumiaba una de las tres voces - Se va a enterar...
- Y eso que se lo hemos dicho con toda la buena intención...

- ¿Porqué no dejáis en paz a esa pobre chica...? No es más que una cría... - se quejaba Serena.

- Nena: Su maridito me debe muchísima pasta, tú misma te escandalizaste al verlo, ¿o no? Le hemos dicho a su chica que renuncie a la universidad y lo pague, ¡queríamos dejarla en paz...!
- Pero la muy puta nos ha mandado a la mierda con palabras bonitas, y ha dicho que si nos vuelve a ver llamará a la policía
- el más rudo de ellos parecía francamente irritado - Estando como está de buena, se va a acordar de cuánto me voy a acercar a ella... Y su marido de los cojones también.

Serena suspiraba una vez más, cerrando los ojos... Y con aquel parpadeo volvió la habitación mugrienta, sus seis compañeros desconocidos... Entre ellos aquella versión ajada de una muñeca de porcelana llamada Laura Conner...

Notas de juego

Cita:

Intento leer las pintadas que hay por las paredes de la habitación.

Entre aquella vorágine de palabras escritas con aquella inmunda mezcla, lo que más se repite es la desesperación y la amenaza, no obstante, alguien parece querer contar una historia, una mente débil que no sabe hilar bien las frases...:

"Me sacaron de mi cuerpo y aquí me tienen cautivo. Aquí yacen los que una vez murieron, en un purgatorio para el cuerpo. Él la echaba de menos y ella le buscaba en cada verja, pero sus pulmones, que lo habían aguantado todo, murieron durante el asalto vespertino.

RUST, RUST, RUST!!... I love you. I miss you...

Las monedas salvan a todos, menos al indio..."

Cita:

Me gustaría saber el número que lleva Shanon en el pijama, se supone que lo debería haber visto sin problemas; también el de Alec, si puede ser.

Ésta partida va a tener cierta dinámica de "aventura gráfica" en el sentido en que si un jugador no se fija en un detalle, su personaje lo pasa por alto :) Pero ahora que te fijas, te diré cuáles son los números de tus compañeros sin problema ;)
Alec: Nº1311-B
La-Shawn: Nº1310-B
Roberts: Nº1312-A
Shanon: Nº1302-B
Winston: Nº1308-B

Cita:

¿tenemos zapatillas o algún otro tipo de calzado?

No, ni siquiera calcetines, estáis todos descalzos.

Cita:

¿Llevo ropa interior o cualquier otra cosas aparte del pijama?

Llevas ropa interior, conjunto básico color blanco.

Cita:

PERDÓN por no haber rellenado todavía el Estímula Rabia, no encontré nada que me llamase la atención... Dame un par de días más, por favor.

Te lo mereces por el buen roleo (constante, además) que estás llevando.

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28/10/2008, 10:53
Serena Loire
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Los acontecimientos se precipitaban a mayor velocidad de la que Serena podía encajar. A lo irracional de la situación en que se hallaba venía a sumarse el nuevo absurdo auspiciado por la incoherente muchacha; uno que resultaba apremiante y violento, como si no tuvieran suficiente con lo incierto y descarnado de aquello con lo que se habían encontrado al despertar. ¿Alguien pidiendo ayuda a un atajo de prisioneros? ¿De qué estrafalario infortunio podría ser presa alguien que se viera obligado a suplicar a suplicantes? La sinrazón parecía arbitrar a su antojo los diferentes movimientos de ese horror sinfónico bajo el que cohabitaba con Alec, Shanon, y el resto de desconocidos. ¿Cómo se llamaban ellos? ¿'Shawn'? Roberts, este es fácil. Y... ¿Winston? Jesús, mataría por un cigarrillo... Lo metafóricamente letal del pensamiento la devolvió a aquello potencialmente fúnebre que acababa de describir la recién llegada. "Un hombre se muere..." La muerte era una habitación mucho más repugnante que la que los retenía ahora. Y estaba quizás a la vuelta de la esquina: bastaría con seguir el rastro de espanto dejado por la muchacha en su itinerario.

Pero Serena se vio distraída en sus inquietudes por un dinamismo parecido al que se estaba desarrollando delante mismo de sus ojos; sólo que este otro tenía lugar justo detrás de las cuencas que los albergaban. Veía a la jovencita visiblemente turbada tras las brechas del cristal, y cómo los tres desconocidos masculinos se acercaban a ella. Sobre aquellas espaldas Serena podía reconocer una situación que ya le parecía haber vivido en otro momento. Pero ahora el escenario era tan repulsivo que casi parecía imposible que las imágenes que se formaban en su mente no fueran sino alguna suerte de alucinación. Recordaba el lujo, la placentera sensación de bienestar que el dinero había comprado para el disfrute de sus sentidos. Recordaba también la luz del sol, no sólo cayendo sobre los trajes oscuros sino emitiendo un brillo poderoso al tropezarse con la noble madera del salpicadero, una claridad que se hacía difícil de representar entre la penumbra reinante. Y sin embargo la única distorsión auténtica que podía observar en su mente era la creada por el cristal que la separaba del teatrillo que su cerebro iba poniendo en escena, con aquella chica rubia en apuros, al igual que ahora. Es la misma cara, sin duda. Una muñeca... de trapo esta vez. Aunque el meollo del argumento venía a ser el mismo: Serena no podía hacer nada para ayudarla.

¿Por qué no la había ayudado en esa otra ocasión? ¿Tenía miedo de lo que aquellos tres gigantes pudieran hacerle a ella? ¿Se sentía demasiado cómoda en su burbuja de maquillaje y postín como para arriesgarse a que su conciencia lo arruinase todo? ¿O acaso todo estaba sucediendo conforme ella misma lo había dispuesto? "Tú misma te escandalizaste el verlo, ¿no?" Ella o alguien cercano a ella. Porque no se sintiera dueña de la situación. Se sintiera más parte del mobiliario. Exactamente igual que ahora pues, aun sabiendo que es el miedo lo que la mantiene apoyada contra la pared mientras deja que los hombres resuelvan la situación por ella, intuye que su presencia no va a afectar en modo alguno a los acontecimientos. Nadie allí contará con ella para resolver esa situación. Sólo es una mosca en la pared. Tanto ella como Laura -¿Por qué conozco su nombre?- no eran más que espectros descompuestos de las figuras que esa memoria evocaba en su cabeza. Pero el paso del tiempo no se había molestado en reforzar el carácter de Serena que, concesiva, se entregaba una vez más a la contemplación, temerosa meramente de que el desenlace no fuese el deseado por ella. En todo caso, en esta otra ocasión un nuevo temor la abordaba. ¿Se acordará ella de mí?

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29/10/2008, 12:54
Alec DeRoos
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Durante unos instantes de desconcierto debido a la repentina aparición de esa muchacha de aspecto roto y abatido, Alec se quedó clavado en el sitio en el que se encontraba. Sus palabras, por supuesto, tampoco ayudaban a escapar de aquella sorpresa inicial. Un hombre moribundo pío y devoto podía buscar perfectamente a Dios durante la hora final... Incluso aquellos que no expresaran de forma habitual una devoción exagerada, podían requerir la presencia del Altísimo al ver al Ángel de la Muerte acercarse a ellos. Pero... ¿Buscar a una virgen y a una hija? Aquello no sonaba nada bien... A brujería, más que a otra cosa... Había que andarse, pues, con mucho ojo con aquél hombre moribundo a quien DeRoos aún no había visto.

De cualquier modo, poco podían hacer en un momento como ese, encerrados como estaban los seis en una lúgubre prisión. Y lo que más llamaba la atención al hombre era que hubiera gente fuera, pues significaba que podrían ser aliados a la hora de escapar de su cautiverio y tratar de esclarecer qué es lo que estaba ocurriendo en aquél lugar. Aún más, quizá podrían saber qué era aquél lugar.
Asintió a Gorman cuando éste puso su mirada sobre él, dando su completa aprobación para que tomara las riendas de la situación. Al fin y al cabo sabía que no era conveniente hablar demasiado en aquél momento. Que sus compañeros de celda no hubieran reaccionado negativamente a su forma de hablar era algo que, sin duda, le desconcertaba, aunque de forma positiva. Mas no quería alarmar a otras personas, mucho menos estando en la situación en que parecían encontrarse.

Por eso decidió pasar a un discreto segundo plano tras lanzar una mirada sosegada y tranquilizadora a aquella mujer rubia que se asomaba por el ventanuco de su puerta. Sonrió, calmado, con ternura, tras lo que se dio la vuelta y se acercó hasta donde estaban Serena y Shanon y, lentamente, para que no se alarmaran, posó una mano sobre el hombro de cada una de ellas y, después, su mirada amable de ojos del color del cielo. Su mano se aferró con ligereza a aquellos dos hombros, para mostrar su apoyo hacia las féminas en cuanto pudieran necesitar.
-Non alberguéis temor alguno... Faceremos algo para salir de aqueste lugar, nobles damas...

Y, como ocurriera antes, salvo que esta vez de forma más intensa, pues su voz era un cálido susurro, utiizó su voz para que aquella fuera un bálsamo para sus compañeras, pues eran ellas precisamente quienes más afectadas parecían seguir con todo este extraño desenlace que habían tenido las vidas de todos los que poblaban aquél edificio bajo tierra. Intentaría hallar una vía de escape para todos sus compañeros tan pronto pudieran salir de la celda, y todo apuntaba que así sería, pues aquella joven de cabellos rubios suponía una luz esperanzadora entre toda aquella oscuridad que, repentinamente, había caído sobre ellos. Sí, intentaría escapar de ahí, pero lo haría junto a sus compañeros. Debían permanecer unidos a toda costa.

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30/10/2008, 04:43
La-Shawn Rutherford
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Sencillamente aquello me era ya insostenible, me di cuenta al sentir la mano de Gorman alejarse de la mía. Quizás había ido demasiado lejos sosteniéndome de él de esa manera, cuando ni siquiera le conocía o quizás le había incómodado y no sería para menos pero ¿cuándo me había importado a mí incomodar a alguien? ¿Cuándo había sido otro el motivo de mis preocupaciones cuando sólo era yo la que importaba? Lo viera como lo viera, no estábamos en una situación normal y era obvio que nos afectaba a todos de una u otra manera. No dudaba que si en lugar de aquel ser un encierro, fuera un salón de fiestas, aún con lo irónico de la comparación, muy probablemente no nos habríamos cruzado de ninguna manera.

Pero el destino era así, muchas veces se encaprichaba de una manera que nosotros no lograríamos entender y mal estaba ya si quería entender por qué nos había reunido en aquella habitación. Miré a los hombres dirigirse a la joven recién llegada y luego miré a mis antiguas compañeras; si es que había una especie de antigüedad allí, seguramente parecía muy segura de mí. Y no me sorprendería saber que en una vida normal, mientras caminaba en aquella calle, lo que más irradiaba era seguridad pero ahora me sentía perdida, vacía, como un poco de algo en mucho de ese otro poco.

No soy nadie...

Mi corazón latía con fuerza, mirando las paredes que parecía que se iban a derrumbar sobre nosotros en cualquier momento, quizás incluso dejando ver el sol ¿o algo mucho peor? Me estremecí abrazándome con mis propios brazos, buscando un calor que no parecía encontrar. Paradójicamente estaba en la cama de un hombre, un hombre que fuera de allí sin duda sería uno de los blancos a perseguir por mi lasciva vida y mi enamoradizo corazón pero ahí, ahí era una figurita patética, un remedo de lo que había sido y de pronto me angustió la posibilidad de morir allí. Un temblor me recorrió por completo y nuevamente había dejado de pensar en los demás o eso creía.

Gorman, Gorman... ¿Le conozco?

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30/10/2008, 12:52
Laura Conner
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Asomé la mano abierta de mendigo por el ventanuco de la puerta, ¡como un barco! Señalé las cómodas junto a las camas.
- La moneda es la llave. Pasadlas por ésta ventana y el barquero las abrirá con sus manos frías, laceradas y enterradas como infieles... No quizás, seguro, como que el charco es cada uno.
Cervantes ha levantado la cabeza y ha vomitado la existencia de un hombre que habla recreando las páginas de algunas de mis noches, de cuando yo Era, antes de dejar de ser, crispada ante el deseo de huir, ¡huir de éste cuerpo! ¡Ayudar lejos de la tortura, aunque no se pueda! "Ten cuidado con lo que deseas".
- ¿Tu eres médico? - asentí mirando a Gorman, esbocé una sonrisa ansiosa - ¿E aqueste el home de Dío que fará por nos auxiliando sin más tributo quel de noso agradescer? Me encanta la historia del idioma, ¿a ustedes no? ¿Han leído las paredes? Es la raíz misma, el hombre lleva escribiendo con sangre desde que una vez salió a pasear. No volvió, pero pintó y escribió. La moneda paga la ausencia de una moderna pintura rupestre. Pásenlas por aquí y la bruja vendrá, cogerá lo que quiere y se irá.
Sonreí por no llorar.
Parecía un examen oral.
Quisiera... Librarme de ésta universidad.

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31/10/2008, 07:04
Shanon Carradine
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Miraba hacia la puerta con expresión de absoluta incredulidad. Mi mirada se posaba en Serena, en la mujer a la cual me pareció oír decía que debíamos ayudar a la loca que estaba del otro lado. Porque ella sí que estaba loca, ella sí que parecía tener su raciocinio trastocado... y lo que dijo me dio miedo, mucho miedo.

Mi miedo, mi desconfianza, no era hacia ella en particular sino a las cosas que decía. Hablaba de un hombre que moría. ¿Cómo saber si su agonía se debía a causas naturales o había sido ocasionada por aquellos con quienes compartía habitación?

Trataba, me esforzaba por dar coherencia a sus palabras. Dios... una hija... la virgen... ¿Había perdido, pues, ese hombre a su hija? Se refugiaba en su fe, Católica por lo que podía deducir, pues mencionaba a Dios y la virgen no podía ser otra que la Virgen María. No entendía, no entendía nada. ¿Por qué ese afán de las personas, cuerdos y no tan cuerdos, buenos y malos, de buscar explicaciones en un ente divino?

¿¡¡Abrir!!? De pronto me parece que la luz ilumina con mayor intensidad cuando escucho esa palabra. ¿Esperanza? ¿La luz de la esperanza? Puede ser, pero esa luz me dura poco, muy poco. No atino a moverme, he vuelto a abrazar mis piernas y fijar la vista en los que me rodean. Niego con la cabeza, tímidamente, gritándoles, sordamente, que no fueran a ningún sitio, no solos.

Miré la palma de mi mano derecha, allí descansaba mi moneda y cerré el puño con fuerza. Esa moneda era mía, por alguna extraña razón la habían dejado sobre la cajonera junto a mi cama. Quizás fuese la llave, como decía la mujer que estaba al otro lado de la puerta. Quizás fuese mi perdición, el boleto de un viaje sin retorno que me llevaría directo a la locura. Pero eso, eso era algo que yo y sólo yo debía descubrir y esa moneda me lo recordaba, las heridas de mis muñecas me lo recordaban.

Seis... seis... seis. Seis camas, seis monedas, seis cajoneras, seis personas. Seis. El número de la bestia...

De pronto sentí la mano sobre mi hombro y me sobresalté, abruptamente mi mente dejé de divagar con el número y alcé la vista para que el azul de mis ojos se contagiara del límpido de los suyos. Esbocé una sonrisa al oír sus palabras. El estaba de pie y pude ver que en el pecho de su pijama traía también impresos unos números.

-¡Los números! -exclamé pero sin alzar la voz en demasía- ¿Qué ponen los números en su pijama? -le pregunté, mas, a medida que hablaba mi voz se iba haciendo audible para todos- ¿Serena, qué dice el tuyo?... ¿Qué ponen los números en los pijamas de todos?

Me arrodillé en la cama, algo en mi interior me decía que en esos números existía una respuesta, la esperanza que también albergaba en las monedas.

-Esa mujer -me refería a la chica de la puerta... sin quererlo mis pensamientos se habían  hecho audibles- ¿Qué ponen los números de su pijama? ¿Alguien puede verlo? ¡Pregúntenle cuántas personas hay en su habitación!

Notas de juego

Mil disculpas por la demora...

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01/11/2008, 20:33
Winston Gorman
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La respuesta delirante de la muchacha y, sobre todo, la impetuosa intervención de Shanon hace que Gorman quede anclado al piso. En su cerebro se dibujaba la esperanza en forma de toda una suerte de despropósitos e inconveniencias: sólo un error, sólo un disparate provocado por la incompetencia podía haber sido la causa de tan gravísimo desatino. Él no debería estar ahí.

Sin embargo, esa teoría no explicaba la presencia de las monedas, de esa chiquila trastornada pululando por el pasillo. No. El error no era una opción..., y Gorman toma consciencia definitiva de ello tragando saliva y masticando sus propias palabras.

¿Salir?. ¿Ahora?

- No puedo ver su identificación desde aquí...- dice con la voz quebrada en respuesta a Shanon. De puntillas, estira el cuello sin dar un sólo paso más en dirección a la puerta. Demasiado cerca está, más que ninguno de ellos. Actuó de buena fé y pecó de inocente, precipitándose quizá alentado por el vigor de DeRoos. Cierra el puño aferrando su moneda y chasquea la lengua.

No volverá a pasar, se dice. No hasta que sea absolutamente imprescidible.
En silencio ahora, los ojos de Gorman escrutan por primera vez la habitación con ojos de un profesional. Aquí y allá se detiene, ignorando completamente a la muchacha trastornada, chantajista, potencialmente más peligrosa - concluye - que sus compañeros forzosos.

- Quizá no sea buena idea salir ahí fuera.- dice para todos, desandando el camino que nunca debió recorrer.-No de momento, al menos.

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01/11/2008, 21:16
Winston Gorman
Sólo para el director

Notas de juego

Varias cosas:

1.- Cuando te pregunté...

Cita:

Identificación que tanto él como el resto llevan en sus ropas.

...me contestaste...

Cita:

El número pertenece normalmente a una habitación, la letra es para diferenciar sujetos, en éste caso sólo se ven "A" y "B". Ninguno ahí coincide con el número de Gorman, de hecho ninguno coincide con el de ninguno.

El que no me dijeras exactamente qúe números tiene Gorman y el resto lo interpreté como que esa identificación era atrezzo para la partida, algo sin importancia en la resolución del misterio.
De no ser así, me gustaría saber qué identificación concreta lleva cada uno ( y si Gorman puede ver la de la chiquilla trastornada de fuera, mucho mejor).

2.- Gorman pudo ver las monedas de Alec y La-Shawn. Las comparó con la suya. ¿son iguales?. De haber diferencias, ¿cuales serían?.

3.- Al estar tan cerca de la puerta, Winston ha podido examinar la cerradura. ¿Tiene alguna forma poco habitual?. ¿Hay algo en ella o en en la misma puerta fuera de lo común?.

4.- Las inscripciones, tanto de las paredes como del suelo: ¿ha podido encontrar Gorman, tras un barrido visual, algo en relación con esta situación?. ¿Números?. ¿Nombres?. ¿Algún aviso/consejo/mapa/pista?.

5.- Los restos de cristal. Por la descripción, entiendo que están en la ventana como lo que queda de lo que fué una pequeña cristalera. ¿Los hay en el suelo también?.

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03/11/2008, 06:05
La-Shawn Rutherford
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De pronto, escuchando las palabras de Gorman me doy cuenta que estoy cometiendo el mismo error que antaño han cometido todos conmigo: confiar demasiado. Me siento especialmente vulnerable, me desagrada no tener control de la situación pero me mantengo sentada en la cama de Gorman, aunque sólo por unos instantes. Me miro las manos, veo la moneda en ella y luego busco desesperadamente los ojos de la pequeña que no deja ver su número en el pecho pero no los encuentro, entonces me levanto de la cama de un salto y camino hasta Gorman.

No sé si es aquella extraña vida que se me refleja como un sueño o es algo más, pero lo cierto es que tengo la sensación de que no me queda más opción que hacer aquello. Por allí se dice que arrepentirse es una buena idea a veces y sí no tenemos más razones para seguir adelante es mejor estar tan mal como comenzamos a empeorar las cosas. Me paro justo tras él que ha empezado a retroceder y sujeto su mano derecha desde atrás, no alcanzo a distinguir si es la mano donde trae su moneda y no es tampoco un vulgar y burdo acto de sutil seducción, espero que él sepa comprenderlo cuando le hablo por encima de su hombro poniéndome en puntillas pero dejando que todos escuchen.

-Será mejor que venga conmigo, señor Gorman... Me disculpo si pedí algo que no debía, solía ser una caprichosa allá afuera o donde sea y no he pensado...

Aprieto su mano, buscando entrelazar mis dedos con los suyos, poniendo la otra mano en su hombro para que se dé vuelta.

-No vayas-suplico.

En cualquier otro momento le habría conminado a seguir adelante porque era algo que yo deseaba pero allí no soy la misma Rutherford, allí tengo un poco más de escrúpulos es como si las cosas buenas de mí se recrudecieran aunque quizás eso signifique que lo hagan también las malas pero por el momento es así, debo aprovecharme de aquello y he ahí el momento. Sujetando la mano de aquel hombre.

¿Le conozco?

Me miro en los ojos de Shannon, quizás pueda ayudarme. Quizás nadie pueda hacerlo, ni siquiera Alec calmándome como lo consigue con sólo su voz o quizás sí. ¿Qué hay del cura? ¿Qué de la torturada Serena que parece más callada que al principio? Una angustia grande crece en mi pecho pero nadie sabe por qué, nadie podría ni aunque quisiéramos, no somos nada o quizás somos todo.

-¿Gorman?...-murmuro esperando por su respuesta.