Partida Rol por web

No demasiada fuerza… no demasiado impulso…, se ordenó Ran a sí misma, sólo para caer en la cuenta que estaba mezclando las palabras en su cabeza. No, no es así… tenemos que darle impulso a la flecha, pero no estirar demasiado… sí… así…

Sostuvo la flecha entre sus dedos, la cuerda tensa, pero sin forzarla. Pensó: “¿No debemos tirar ya?”

Tampoco pude contener mi sonrisa y... Estoy conteniendo a duras penas mis ganas de arrojar la a la cama y comerle los labios a besos. 

-Emm... Si, es... Este último... Es el qué me queda-

Con sus hermosas facciones pegadas a mi rostro, obro por imitación, haciendo lo mismo que ella, noté como recogía su cabello, sintiendo el roce de su braso con el mío. 

Ya sin darme cuenta, lo terminamos sin mayores problemas, mi corazón aún latiendo con fuerza por su presencia, me aparto un poco de Mai para mirarle a los ojos. 

-Eso es todo, y... ¿Qué quieres hacer ahora?-

Pregunto con picardia y encanto a la hermosa chica. 

Me sonrojé mucho cuando Yaya-chan me dijo que se me daba muy bien esto, y me asusté cuando dijo que clavaría a la profesora una flecha -Va-vale Yaya-chan, pe-perdón...- me disculpé con ella mientras que volvía junto con ella y a Ran a escuchar a Hekima-san para pulir la postura que estaba adoptando para estar preparada.

Tres dedos para sujetar la flecha, indice, corazón y anular... tensar suavemente... sujetar no demasiada fuerte...- pensaba mientras intentaba imitar lo más exacta posible la postura de la sensei de tiro con arco y la de mis compañeras, intentando estar lo más relajada posible para que nuevo no se me escape de nuevo mi flecha. Esta vez... si le daba al centro, prefería hacerlo de forma voluntaria y consciente.

Nerviosa por estar tan cerca de la chica que quería y absorta en cada uno de sus movimientos, apenas me di cuenta de que habíamos terminado los problemas. ¿Cómo habíamos conseguido terminarlos tan rápido? Una mezcla de sentimientos de pena tener que separarnos y alegría por haber terminado se reflejaron en mi rostro. Rubí se había alejado de mi tan pronto como habíamos terminado. ¿Acaso se había dado cuenta de lo rápido que latía mi corazón?

- Eh... bueno, podemos ir a los jardines a tomar un poco de aire. La tarde está agradable - contesté notando su tono pícaro.

Lamentaba dejar la privacidad de la habitación, allí podíamos estar a solas sin ninguna mirada curiosa, pero los jardines nos daban un aire más romántico y estaba deseando ir a pasear con Rubí.

Hina esbozó una amplia sonrisa viendo a Becca disfrutar de la comida y dejó escapar una pequeña risita sin poder evitarla por más tiempo, ladeando la cabecita mientras alternaba su mirada con Ayami. -No seas modesta Becca-chan, tienes que reponer fuerzas después de sufrir esa aventura con las zarzas... ¿cómo vas a tener fuerzas de asistir al club de tiro con arco y luego practicar esgrima conmigo...?- Hina sin perder su sonrisa dejó escapar un suspiro alargado mientras mantenía el codo apoyado en la mesa y el mentón sobre la manita, de verdad que estaba muy ilusionada de asistir al club de tiro con arco aunque fuera solo de espectadora con Ayami, tal vez despertase su curiosidad y decidiese unirse al club también.

Alegre al ver que definitivamente tenía plan asentí ante las palabras de Hina -Y...¿Habías practicado antes tiro con arco o esgrima?- pregunté a Rebecca curiosa al respecto, entre otras cosas por averiguar si iba a enseñarle las bases de el último deporte que acababa por nombrar o solo querían ir más seguras a su primera clase. Me encontraba sentada moviendo mis piernas por debajo de la mesa mientras contemplaba como Rebecca comía -a mi los deportes siempre se me han dado mal  pero daré lo mejor de mí- expliqué refiriéndome al club de esgrima al que también me había apuntado haciendo un gesto de sacar bola.

Tan pronto como Nakano se decidió a empezar, comenzó a disparar como una metralleta la lista de ingredientes que se necesitaban para preparar la receta y los primeros pasos del proceso. Aquella rapidez, unida al hecho de que Mitsuki aún se encontraba algo perdida en sus pensamientos por el suave beso que Momomi le había regalado en en la oreja (casi podía escuchar sus palabras revoloteando en el aire, y la zona que habían rozado sus labios se sentía cálida), hicieron que la alumna se encontrara algo confusa y perdida en un primer momento. 

Mitsuki quería, necesitaba que aquella receta saliera bien. Era la primera actividad que realizaba junto a Momomi, y quería dejarla impresionada. Además, era probable que regalara algunas de las pastas, quizá a Mai o a Yuki, por lo que tenían que salir de rechupete; así que no había tiempo para regodearse en su alegría. Rápidamente, y siguiendo la sugerencia de su compañera de cocina, la rubia sacó un pequeño bol de cristal transparente e imitó con toda la profesionalidad que pudo las cantidades de salsa de soja y mirin que Nanako mezclaba para la cobertura. También hizo caso a su consejo y añadió la cucharada de especias. Mezcló, mojó la parte de atrás de una cuchara, lo probó, y repitió la acción, esta vez llevando el líquido a Momomi, para que ella también comprobara si el sabor era el adecuado. 

Vale, muy bien chicas -dijo Hekima, que corrigió ligeramente a Yaya en su posición, y a otras chicas que estaban allí, pero no a Yukin a Ran.

-Ahora viene la parte más importante. Levantad el arco. Tenéis que hacerlo de manera fluida, ni muy rápido, ni muy lento, y pensando únicamente en el blanco que tenéis delante. No apretéis el cuerpo del arco ni la flecha, porque entonces se os disparará o peor aún, podríais perder el arco y que este impactara contra vuestra cara. ¡Lo he visto muchas veces, así que tened cuidado!

Las palabras de Hekima parecían llenas de experiencia y sin duda sabía lo que se hacía.

El codo tiene que estar paralelo al suelo y el arco, en posición vertical. La mano que maneja la cuerda tiene que estar al estirarse cerca de la barbilla, el oído o la esquina de la boca. A ese punto se le llama, punto de anclaje. Cuando estiréis, contener la respiración, y cuando soltéis la flecha o la cuerda, volved a tomar aire. Así que los pasos son... arco arriba, comprobad posición, aguantar la respiración, estirar la cuerda y comprobar de nuevo la posición, volved a respirar y soltar la cuerda. ¿Entendido? Probémoslo, sin tirar flechas, por favor -dijo, mirando de reojo a Yuki.

Uno, subid el arco, dos, comprobar que estáis paralelas al suelo, tres tensionar la cuerda hasta la barbilla sin respirar, cuatro comprobar que está en su sitio, cinco relajar la cuerda volviendo a respirar... bajad el arco, y otra vez. Uno, dos, tres, cuatro, uno....

Tras aquellas palabras que la peliblanco le dedicó a su bella senpai, las dos permanecieron a solas apreciando tan sólo el sonido de la cascada y la hermosa visión frente a ellas, reconfortándose en la presencia de la otra, sabiendo que no estaban solas, que podrían cuidarse a sí mismas cuando más lo necesitaran. La joven rebelde deseaba ofrecerle todo su apoyo a Kaname, y esperaba que ésta también estuviera para ella cuando la necesitara, cuando necesitara su cariño, su cálido abrazo y delicados labios que tanto adoraba. Nunca se había sentido de esa manera con otra chica, no como se sentía con ella. Su mirada capturaba por completo su alma, y a Fran se le hacía difícil respirar cada vez que la miraba directamente a los ojos o se derretía en sus brazos. La quería demasiado. Si fuera por ella, habría preferido no abandonar aquel paraíso terrenal, quedarse allí con su amada en ese hermoso lugar, lejos de los problemas, de las preocupaciones, de aquel compromiso que amenazaba su relación con la bella joven que parecía desear permanecer a su lado, sin importar lo que sucediera. A pesar de que no quería marcharse de allí, sabía que no tenía otra opción, que tenía cosas que hacer, y lo mismo se podía decir de su senpai. Después de todo, la guitarrista no deseaba robarle todo su tiempo a su senpai, incluso si sabía que ésta no estaría muy en contra de la idea.

No obstante, al escuchar que Kaname deseaba ayudarla con la tarjeta, la peliblanco no pudo evitar sonreír de una manera encantadora, contenta ante el hecho de haber oído aquellas palabras por parte de quien ahora era su novia. - ¿En serio? Sí, me encantaría que me ayudaras. Gracias, Kana. Eres un amor. - Afirmó en un tono suave, amorosa, antes de abrazarla con todo el cariño que podía ofrecerle a la hermosa joven. No había esperado que la ayudara con la tarjeta, aunque estaba feliz de que se hubiera ofrecido para ayudarla, cuando no había duda de que necesitaría su ayuda, incluso si ya había estado pensando en el diseño de la tarjeta en cuestión. - Tienes razón, supongo que deberíamos volver. No tengo mucha tarea pero tengo que hacer eso... incluso si no tengo muchas ganas de irme, la verdad. - Admitió con cierta picardía mientras continuaba abrazándola, como si no estuviera dispuesta a despegarse de ella en ese momento. Le gustaba la calidez que Kaname le transmitía cuando la abrazaba de esa forma. La quería demasiado, y la joven lo sabía, y, por esa razón, no dudaría en enfrentarse a cualquiera que quisiera apartarlas cuando aquel no era el deseo de su senpai. A menos que Kaname deseara dejarla, y que fuera ella quien se lo dijera, la guitarrista no iba a aceptar que otros tomaran esa decisión por ella.

La peliblanco le dedicó una sonrisa cálida a su novia, en el momento en el que ésta entrelazaba sus dedos con los de ella, antes de sentir sus preciosos labios uniéndose a los suyos en un delicioso beso que, por un breve instante, le robó la capacidad de pensar a la guitarrista, quien tan sólo se quedó mirando a Kaname a los ojos, una vez que sus labios se separaron. - Yo también te quiero, Kana. Lo sabes, y puedo decírtelo todas las veces que quieras... aunque prefiero otro beso. - Comentó con picardía, en el instante en el que le dedicaba una sonrisa divertida. Sin embargo, al ver que su querida senpai ya estaba preparada para regresar, la joven rebelde no dudó en comenzar a caminar a su lado, disfrutando de la calidez de su mano, del saber que estaba allí con ella, incluso si los padres de Kaname tenían otros planes para ella. - No sé... creo que será lo contrario. No creo que sea una excelente tutora, la verdad. Aunque me gusta que creas en mí... así que continúa diciéndome cosas bonitas. - Susurró al final, melosa, a medida que caminaban hacia Ichigo. - Ya tengo pensado algo sobre el diseño de la tarjeta... aunque no sé. Quiero que sea algo que me identifique. - Luego vería que producía en su portátil, incluso si no era muy buena para diseñar cosas.

Sonrió al oir que Hina mencionaba las practicas, le alegraba que aún siguieran en pie aún después de que había desaparecido de la nada. -Solo esgrima con Hina - Respondió a la pregunta de Ayami, buscando con la mirada el reloj del comedor.

-Es tarde! - Apuró la comida, y se levantó de un salto para devolver la bandeja. - Vamos! - Tomó a ambas de la manga y tiro de ellas fuera del comedor, no conocía a la profesora de esgrima, pero no se le hacia buena idea empezar interrumpiendo la clase por llegar tarde.

Lamentaba escuchar esa respuesta, pero solo lo hacía en mi mente ya qué mi sonrisa nunca dejó de brillar. 

Absorta en sus ojos, perdiendo e por un instante en la magnificencia de su presencia por un instante, sin darme cuenta de que había respondido ya a mi pregunta. 

Aún qué de nuevo no era lo que esperaba, me hizo sentir bien nuevamente. 

-De acuerdo, vamos al patio, pero busquemos un lugar donde estar nosotras dos solas... Lejos de las demas-

Comenté en el mismo tono pícaro que antes. 

Hina aguardó pacientemente hasta que Becca hubo comido lo suficiente y de vez en cuando dejaba libres algunas risitas viendo lo sonrojada que estaba por recibir tanta atención de su parte y de Ayami. -Seguro que haces una entrada triunfal en la clase de tiro con arco, ¡nosotras te animaremos, Becca-chan! Cuenta con ello.- Dijo completamente decidida Hina a la vez que se acomodaba las gafas sobre la nariz y buscaba con su mirada redondeada el apoyo de Ayami.

Al ver como Becca se puso en pie luego de comprobar el reloj, ella también se había olvidado completamente y no dudó en ponerse en pie, aunque el relámpago de Becca la tomó de la manga antes de que pudiese reaccionar siquiera y fue sacada del comedor junto con Ayami. -¡Qu-qué velocidad, Becca-chan!- Dijo una vez fuera dejando libre una tenue risa nasal y se dispuso a marchar con ambas al club de arco.

Las tres chicas, Ayami, Hina y Rebeca, se fueron rápidamente hacia el campo de tiro con arco, en donde ya estaban en pleno funcionamiento. De hecho, allí estaban Ran, Yuki y Yaya, con un arco en las manos, aprendiendo cómo sostenerlo, y también visteis que había un par de flechas en las dianas.

Nuestra sensei nos estuvo corrigiendo a alguna de nosotras con la postura; pero no a mi ni a Ran... ¿eso era buena señal o mala? ¿Significaba que lo estábamos haciendo muy bien, o que lo hacíamos tan mal que ya se daba por vencida y pasaba de ayudarnos? Esperaba que fuera la primera opción... aunque mejor no pensaba en ello.

Escuché las indicaciones finales de Hekima-san y su advertencia sobre que no nos saliera volando el arco y nos golpeara la cara... así que para que no me pasara, intenté hacerlo exactamente como me había indicado la chica -Movimiento fluido, codo paralelo al suelo, arco vertical...- me iba repitiendo todas las palabras y pasos que nos decía la chica -Arco arriba, comprobad posición, aguantar la respiración, estirar la cuerda y comprobar de nuevo la posición, volved a respirar, soltar la cuerda... me ha mirado a mi ¿verdad?- pensé enumerando los pasos... aunque me puse nerviosa y sonrojé avergonzada cuando noté su mirada de reojo a mi. No iba a soltar otra vez la flecha... dudo que volviera a acertar en el centro y no quería volverla a molestar con un fallo así.

Estaba lo más concentrada posible en no fallar... pero veía de reojo que habían llegado Ayami, Hina y Rebecca. Intenté no echar cuenta de su presencia... ¿y si me giraba y de repente se me disparaba la flecha y montaba una escena horrible? Primero que nos hagan disparar, y una vez no tenga ninguna flecha con la que poder hacer daño las saludaré y veré si necesitaban algo.

Asentí ante las palabras de Hina sobre la entrada de nuestra acompañante antes de ponerme en pie de un saltito y ser arrastrada por el ímpetu de Rebecca -¡allá vamos!- dije animada mientras nos abríamos camino hacia el club de arco. Como era de esperar ya habían comenzado, alcé la mano con la intención de saludarlas a todas y cuando estuve a punto de gritar con esa misma intención, percatándome de la concentración de algunas de las presentes me contuve -corre, ve- dije bajito, acompañándolo de un gesto, para que Rebecca se les uniese -parecen esforzarse mucho- murmuré llevando mis manos atrás y esbozando una amplia sonrisa.

Takari estaba contando en voz alta, dando las instrucciones, cuando vio llegar a tres chicas que venían corriendo. Sin duda, llegaban tarde. Pero nunca era demasiado para entrar en el club.

-Hola, chicas. ¡Bienvenidas! ¿Venís a mirar o a uniros? Si estáis interesadas, coged un arco y ahora estaré con vosotras, en cuanto pueda -les dijo muy sonriente.