Partida Rol por web

Alicia había estado avanzando junto con el grupo en silencio, perdida en sus pensamientos tratando de encontrarles sentido a todo esto. No había tenido el más mínimo éxito hasta ahora, pero no por ello se iba a dar por vencida.

El apagón la tomó por sorpresa y casi se cae rodando por las escaleras cuando se vio envuelta en la oscuridad en medio de un paso.

-Yo estoy bien, gracias ¿Dónde está Kowalsky?

-Ese farsante... ¡les dije que era un actor! No puedo creerlo, por un momento hasta le di crédito...

Walker siguió mascullando juramentos y, aunque los demás no lograron entender una palabra, quedó claro que el doctor no estaba contento.

-Se habrá escondido por aquí, seguro. La gente no desaparece sin más, por muchos efectos especiales que puedan pagarse. Debería estar cerca.

A pesar de que sus palabras podían indicar que tomaba la iniciativa, se guardó muy mucho de llevarlas a la práctica. Más bien esperó a que alguien recogiera la sugerencia. El problema principal es que había olvidado coger su propia linterna, enterrada en la maleta arriba, en lo que ahora se le antojaba una acogedora y cálida mansión. Maldijo un par de veces en silencio y se frotó los párpados con las yemas de los dedos para tranquilizar su otra vez inoportuno tick.

Al darse cuenta que nadie sabía donde se había metido el extraño anciano, Enrique se encogió de hombros y miró con más cuidado la puerta. Dirigiéndose a las mujeres preguntó, sorprendentemente con más educación de la que parecía normal en el lugar - Por favor, alguna me sostiene la linterna. Quiero verificar si la puerta está abierta... no será muy sencillo encontrar la llave si no lo está - terminó preocupado.

Sin embargo antes de siquiera tantear el picaporte acercó la oreja a la puerta e intentó escuchar a través del metal. No estaba muy seguro de querer seguir. Menos tras la desaparición de Kowalsky. Pero parecía que no había muchas alternativas. Si realmente el viejo tenía razón no tenían tiempo para hacer algo distinto de seguir adelante.

Incluso quizas allí era donde se había escondido el anciano... aunque Quique estaba seguro que no había pasado a su lado estaba dispuesto a aceptar esa posibilidad antes de pensar en una desaparicón mágica.

Alicia se acercó al rugbier y le tendió su mano.

-Dame, yo te la sostengo.

Alicia alumbró a su alrededor al coger la linterna, apuntando en todas las direcciones e incluso hacia el techo. Nada. No había rastro de Kowalsky y tampoco se veía nada especial en las paredes. Aquello era desconcertante. Para huir, además, tendría que haber empujado forzosamente a Quique o a Jim ya que las escaleras no eran tan amplias, sino que a duras penas podían ir de dos en dos por ellas. ¿Qué había pasado con el viejo?

Ajeno ya al misterio del desaparecido doctor el rugbier apretó el pomo de la puerta de metal. No parecía estar cerrada con llave. A punto se encontraba de abrirla cuando algo se abalanzó contra ella desde el otro lado provocando un nuevo susto. El rugbier tuvo el impulso inmediato de empujarla para mantenerla cerrada y sintió como sus músculos se tensaban. Todavía con el pomo aferrado firmemente escuchaba como algo parecía deslizarse sobre la superficie contraria de la puerta. En algún lugar al otro lado, alejándose, se escuchaba una risita demencial...

-Oh, mierda...

Walker se abalanzó contra la puerta sin pensárselo dos veces. Su cuerpo era de tamaño reducido, a diferencia del rugbier que ahora trataba por todos los medios de mantener al otro lado de la puerta lo que fuera que intentaba colarse por ella. Aun así, tenía la esperanza de suplir la falta de masa corporal con buenas dosis de energía cinética y de que su pequeña aportación fuera suficiente para contrarrestar a la del loco tarado que por los ruidos que llegaban parecía querer demostrarles su afecto a todos y cada uno de ellos.

No obstante, al golpear la puerta con el hombro en su frenética carga se dio cuenta, demasiado tarde, de que la puerta seguía cerrada y que no había necesidad para sujetarla. Miró avergonzado a Enrique y dejó de hacer presión, aunque eso sí, sin separarse mucho por si acaso. Con un poco de suerte al otro lado no habría pomo.

-¡Mierda, Joder! ¡Lo que faltaba!- había exclamado Jim cuando se apagaron las luces. Cuando el haz de luz de Enrique había dejado constancia de que Kowalsky había desaparecido, Jim trató de buscar en las paredes un hueco donde pudiera haberse escondido, pero no había nada. Y si hubiese pasado a su lado lo habría notado. Todo eso no tenía sentido. A pesar de todas las extrañas cosas que estaban ocurriendo aquella noche, se negaba a pensar que el viejo había desaparecido sin más.

Por eso comenzó a palpar las paredes, alumbrando con su zippo, en busca de algún resorte o algo similar que pudiese esconder algún tipo de puerta secreta en la pared. Era la única explicación medianamente lógica.

Pero cuando estaba en ello, alguien se abalanzó sobre la puerta que Quique intentaba abrir. Walker se le adelantó a ayudar a Quique a mantener la puerta cerrada. Cuando parecía que el loco al otro lado se alejaba, Jim se acercó hasta la puerta, sacando su revolver nuevamente.

-Ábrela apenas una rendija- comentó apuntando a la puerta, dispuesto a disparar si hubiese alguien tras ella.

El susto había hecho dar un respingo a la actriz pero controló el grito que parecía ir a emeger de su garganta. Respiró hondo y con el corazón aún palpitándole fuertemente pregunto entre susurros a Enrique -¿Se oye algo al otro lado...?-

Alicia casi dejó caer la linterna del susto, pero pudo recuperarse a tiempo.

-Mierda... -Alicia empezó a alejarse lentamente de la puerta, el haz de la linterna delataba su pulso tembloroso.

-Creo que esto está yendo demasiado lejos. No creo que sea buena idea abrir esa puerta.

El enorme rugbier estaba desconcertado - Ese ruido, esa risa... - murmuró perplejo - No puede ser Kowalsky, no, no puede ser - con todo el gesto de Jim de querer investigar el lugar lo obligó a tomar una decisión. Mirando a la Doctora intentó explicarse - No, a mi tampoco me gusta... pero parece que por aquí es donde encontraremos alguna respuesta, espero, a lo que está pasando -

Con una nueva sensación de respeto tocó el hombro del Dr Walker que se obligaba a hacer fuerza contra la puerta. Para el estaba claro que la escasa fortaleza física del hombre no era una gran ayuda, pero reconocía el gesto por lo que valía. Un intento de ayudar y eso, en cualquier equipo, era una buena señal - Tranquilo, mejor que aflojes un poco. Y estemos listos para cerrarla nuevamente si hace falta - le comentó tratándolo como a su igual en lo que se refería al esfuerzo físico. No por nada había sido capitán de tantos equipos de rugby durante tantos años. Sabía como valorar el esfuerzo de ssu compañeros.

Enrique apenas dió un paso atrás, mientasa desenvainaba el enorme cuchillo que había sacado de su maleta y se mantenía listo para empujar con sus hercúleos hombros sobre la puerta si hacía falta - Listos? - preguntó a los dos hombres. El si que lo estaba, con calma giró el picaporte y acercó la hoja de la puerta hacia si mismo, dejando que Jim pudiera espiar el interior de la nueva habitación y, si hacía falta disparar, mientras el se preparaba para cerrar la puerta (o por lo menos intentarlo) si lo que fuera que había golpeado quería salir.

Cuando el gigantón asomó su cabeza apenas por la rendija todos contuvieron la respiración...

Quique asomó apenas un poco la cabeza por le resquicio. Le sorprendió lo que veía: esperaba una especie de lóbrego sótano y sin embargo frente a él tenía un pasillo de hospital. Las luces, al igual que en la bajada de las escaleras, titilaban de forma continua amenazando en cualquier momento con apagarse. Desde su posición solo podía ver que el pasillo cruzaba por delante de sus ojos, de izquierda a derecha. En frente a él, al otro lado del pasillo, había una puerta de madera blanca entreabierta. Alguien se había preocupado de forzar su cerradura con algún objeto contundente para tal labor. El rugbier imaginó facilmente un hacha.

Un movimiento llamó su atención y miró hacia el suelo. Reprimió un gemido de sorpresa: el cuerpo de una enfermera de voluminosas dimensiones yacía frente a la puerta. Un charco de sangre crecía en el suelo lentamente mientras el fluído vital se derramaba desde su cuello. Estaba tumbada boca abajo, la mano todavía apoyada en la puerta... Sin duda el golpe que habían oído desde dentro era el provocado por la mujer al toparse con la puerta cerrada antes de que alguien le cortase la yugular.

- Un pasillo - Quique habló en voz alta, informando al resto mientras terminjaba de empujar la puerta - Y parece que alguien necesita un médico - completó mientras, aún con su cuchillo en la mano daba un par de pasos al interior del pasillo iluminado y dejaba que el resto ingresase al lugar

El deportista se mantuvo atento, con pocas ganas de recibir un golpe como el que había recibido la enfermera y cada vez con más miedo en su cuerpo - Supongo que deberiamos ir por esa puerta - indicó, señalando la forzada puerta blanca pero sin dar, todavía ningun paso en esa dirección - pero primero veamos que pasó aquí... - meneó la cabeza sin saber como reaccionar - Esto es cada vez más extraño... y no creo que ningún actor aceptase esto - señaló a la enfermera - Quizás Kowalsky tenía algo de razón y esto es... eh... distinto de lo que pensábamos -

Menenando la cabeza de un lado a otro esperó que los medicos presentes dieran su diagnóstico sobre la herida, aunque no parecía haber muchas posibilidades que la enfermera se mantuviera con vida. El sabía lo que un corte de esa naturaleza causaba. Pero en este lugar... quien sabe, quizás la pobre mujer tenía alguna oportunidad y les podía explicar algo más.

-¡Oh mierda! -Alicia, olvidándose momentáneamente de la situación en la que estaba, se lanzó hacia la enfermera para tratar de asistirla.

Se arrodilló junto a la mujer y, dejando la linterna a su lado en el piso, intentó dar vuelta el voluminoso cuerpo de la enfermera infructuosamente.

-¡Necesito una mano aquí! ¡Ayúdenme a ponerla boca arriba! -Le dijo en forma imperativa a los hombres que estaban más cerca de ella.

-¡Santo cielo!- la actriz miraba la sangre que cubría el suelo y el cuerpo de la mujer inerte. Era evidente que aquello no era una puesta en escena. No sabía lo que estaba pasando pero parecía que Price estaba jugando muy duro. Un cierto deje de desánimo comenzó a embriagarla al recorda que la únaca persona que parecía haber estado dispuestos a ayudarles o decirles algo había desaparecido misteriosamente. Ojala pudieran salvar a aquella mujer, aunque tal vez, lo único que consiguieran con ello fuera que desapareciera tan repentinamente como había hecho Kowalski.

-¡Joder!- la visión de la mujer desangrándose produjo un leve mareo en Jim. Apartó un segundo la mirada, pero tras respirar profundamente un par de veces pareció recuperarse. Avanzó hasta el pasillo, junto a Quique, manteniéndose alerta por si el culpable andaba cerca. Guardó nuevamente el revolver en el cinto, pero mantuvo el hacha bien agarrada.

-¿Y bien, Doc? Supongo que según tu esta será otra actriz… Espero que la hayan pagado bien.

Jim miró a ambos lados del pasillo, y finalmente a la puerta del frente. Quien hubiese rajado el cuello de la pobre mujer estaría aún cerca. Tal vez hubiese escapado por esa puerta, que tenía la cerradura forzada.

-Cuando juegas con fuego, te quemas -respondió Walker a la pregunta de Jim-. Parece que a Price se le está yendo la cosa de las manos.

Se acercó a donde la doctora Izaguirre forcejeaba con el cuerpo de la todavía viva enfermera. Una enfermera bastante grande, por cierto. De alguna manera esperaba que al darle la vuelta y ponerla cara arriba iban a encontrarla carcajeándose con algún dispositivo para soltar la sangre alrededor de su perfectamente sano cuello.

Malditos efectos especiales.

Por otro lado tenía la sensación de que esta vez iba en serio. Era demasiado real. ¿Qué estaba pasando? Solo había una forma de saberlo.

Aferró el cuerpo de la enfermera con ambas manos y tiró para que rodara sobre sí misma. Sus ojos se desviaban constantemente hacia el charco de sangre que crecía por momentos, manchando el suelo del pasillo. Siempre era un engorro limpiar manchas de sangre.

Los doctores, ayudados por Kath, le dieron la vuelta a la enfermera. Jim pasó por encima de ellos apuntando con la pistola al pasillo, evidentemente nervioso y un tanto desconcertado. Quique se agazapaba junto al grupo principal con la mirada saltando del pasillo a Jim y de Jim a la enfermera.

Aquello no era atrezzo ni un muñeco. Era una mujer y estaba muerta. De hecho acababa de morir hacía muy poco porque aunque ya no tenía pulso el cuerpo estaba caliente. Y los dos médicos descartaron de inmediato cualquier truco: el corte en la yugular con un elemento muy afilado - posiblemente un escalpelo - no era maquillaje, ni la sangre tinte rojo. ¡Un cadaver! A estas alturas ya no podían dudar de nada pero sobre todo no quedaba ni una posibilidad de que aquello fuese un juego perveroso... ¡Era la obra de un demente!

Mientras tanto Jim y Quique miraban el pasillo. Ahora que estaban en él veían que la puerta de enfrente había sido destrozada desde fuera. El interior no se veía ya que la puerta estaba tan solo ligeramente entreabierta, pero por la rendija se colaba una luz amarillenta.

El pasillo avanzaba tanto hacia la derecha como a la izquierda durante unos nueve metros antes de girar en ambos casos hacia lo que los visitantes podrían considerar su norte, la zona que se encontraba justo en frente de ellos. Había otras dos puertas flanqueando aquella por la que habían bajado. La que se encontraba a la izquierda del grupo, según salían, era doble y con cristal esmerilado. Recordaba claramente a la puerta de un quirófano. Justo un poco más adelante, doblando la esquina, había otra igual. A la derecha del pasillo una puerta de hierro permanecía cerrada.

Todos notaron algo extraño en el ambiente. Repentinamente todo estaba en silencio, como si la propia mansión aguantase la respiración ante la llegada del grupo...

Alicia tomó la linterna que había dejado en el suelo y se incorporó lentamente.

-Bueno, esto ha dejado oficialmente de ser un juego. Ésta mujer ha sido asesinada, no son efectos especiales ni trucos. -La doctora hablaba en voz baja y pausadamente. -O Bien Price es un asesino o, cómo dijo el doctor Walker, las cosas se le fueron de las manos. En cualquier caso, estamos en peligro.

El deportista tragó saliva y volvió a mirar a su alrededor. La situación cada vez le gustaba menos - Es una locura - se lo oyó decir tras mirar a la difunta. Con todo no parecía demasiado impresionado por el baño de sangre. Miró con cuidado alrededor del cadaver mientras comentaba - Que corte extraño... quizás una navaja? estará por aquí? -

Sin embargo no dedicó demasiado tiempo a su búsqueda. Era el momento de protegerse. Alguien estaba matando gente y el no tenía la intención de ser la próxima victima.

- Quizás debamos retirarnos... aunque de que servirá? - tras encogerse de hombros miró a los presentes y dió su opinión - prefiero ser yo el que elije donde ir... y no esperar que un loco me degolle en una cama. No podemos salir así que... supongo que lo mejor es continuar - Quique espero la respuesta de sus compañeros antes de preguntar - Por esa puerta? - señalando a la puerta doble