Partida Rol por web

-Creo tener una mejor idea. -Dijo Alicia antes de que todos entraran al quirófano. -En un quirófano, las puertas suelen poder abrirse para ambos lados sin dificultad. Creo que lo mejor sería que solo dos de nosotros entráramos a preguntar y el resto se quedara aquí afuera. En caso de que algo no salga bien, siempre se puede salir sin problemas porque las puertas deberían poder abrirse hacia afuera. Yo me ofrezco a entrar con el doctor, en todo caso.

El rugbier asintió, moviendo su cabeza arriba y abajo y permaneció fuera del quirófano, preparado para entrar si resultaban necesarios sus músculos y rogando por lo bajo que no le pasara nada a los que entraban.

No estaba acostumbrado a esperar. El siempre había sido la punta de lanza, tanto en su vida profesional, como jugador de rugby, como durante la investigación previa en la casa. Estaba nervioso. Eso de esperar no iba con el, pero, era consciente que, en este caso era lo mejor, por lo que, conteniéndose, esperó.

-Tendríamos que estar preparados al otro lado por si las cosas no fueran bien, pero al menos contaríamos con cierto elemento sorpresa- la actriz sopesó la situación antes de dar su opinión -creó que es buena idea... Ellos esperarán a dos personas pero se encontrarán con cinco...

-Bien, basta de cháchara entonces. Si oís algo no os lo penséis demasiado antes de entrar ahí y coserlos a tiros.

Walker ofreció el brazo a la doctora para retirarlo en seguida al darse cuenta de lo absurdo de la situación. Por suerte la oscuridad no le había puesto en evidencia. O eso esperaba.

Se acercó a las puertas dobles del quirófano y echó un vistazo al interior antes de abrir las puertas. Con un poco de suerte ya no había nadie y podían ir a otro sitio.

-¿Preparada?

Alicia respiró hondo antes de responder a la pregunta de su colega.

-Todo lo preparada que se pueda estar en esta situcaión. -Dijo finalmente y se aprestó a entrar al quirófano.

El grupo se encaminó hacia las puertas el quirófano. En aquel momento era posible cortar la tensión con un cuchillo y si todos aguantasen la respiración podrían escuchar los latidos desencajados de varios corazones galopando.

Quique, Kathleen y Jim quedaron a un lado de las puertas dejando que el doctor Walker y Alicia avanzasen hacia la entrada. Alicia, con más aplomo que Walker, que aferraba nervioso su hacha a la espalda, fue la que empujó las puertas de la dependencia y dio los primeros pasos en el interior. Les costó un poco hacerse con la situación. El quirófano estaría totalmente a oscuras si no fuera por la iluminación procedente de unas pantallas de la pared sobre las que normalmente se situaban las radiografías. La luz blanca de aquellas viejísimas pantallas - los doctores recordaron que la ambientación citaba los años 30 - iluminaba pálidamente la habitación. Aquel no era un entorno para una operación. Y sin embargo las dos figuras de bata blanca que se encontraban agachadas junto a la camilla central parecían estar trabajando. Una pierna masculina asomaba por debajo de las sábanas y en ese momento los dos recién llegados sintieron una súbita arcada al comprender que estaba pasando. ¡Estaban realizando una vivisección! Si iban a decir o preguntar algo las palabras murieron en sus bocas. Los dos "doctores" se giraron dejando ver unos rostros espantosamente deformados. Sus encías salían por encima de la boca y los ojos eran meros globos rojos inyectados en sangre. Totalmente calvos y con la piel llena de virulentas marcas abrieron aquellas espantosas cavidades bucales mostrando unas lenguas bífidas repugnantes, mientras emitían un desagradable ruido similar al de un gato que es escaldado con agua hirviendo. Sus batas blancas estaban cubiertas sangre que se deslizaba lentamente y en sus manos portaban unos enormes cuchillos que nada tenían de quirúrgicos, sino que eran meras herramientas de carnicero. La visión era ya de por si bastante aterradora, pero por si no fuera suficiente al girarse dejaban ver el torso abierto y sangrante de un hombre joven, de unos treinta años, que se retorcía y gemía escupiendo sangre por la boca. El joven miraba hacia el techo con los ojos desencajados. Los médicos ni siquiera podían comprender como podía seguir vivo y respirando...

La actriz se quedóa parada al otro lado de la puerta, para que en el caso de que Alicia y Walker salieran con prisa, le diera tiempo a golpear con la puerta en las narices de cualquiera que viniera tras ellos.

Walker se detuvo en seco y luchó por mantener el control de sus temblorosas piernas.

-Dios mio... qué es esto...

Retrocedió un par de pasos a la vez que casi dejaba caer el hacha, sujetándola en el último momento con la diestra. Tenía que ser un disfraz, tenía que serlo. Y sin embargo, parecía tan real que las dudas empezaron a atenazarle el corazón.

Sus ojos seguían fijos en las grotescas facciones de los supuestos doctores y en sus cuchillos. La palabra matasanos de repente cobraba un significado nuevo para él, bastante acertado dadas las circunstancias. El cabrón de Price había hecho un buen trabajo si esto era obra suya. Era incapaz de verle la trampa al truco pero aun así siguió repitiéndose mentalmente que era una máscara de plástico. No era real.

-¿Enrique? -dijo con un hilo de voz prácticamente inaudible.

Los amenazantes engendros chasqueaban sus lenguas. Walker sacó su hacha de la espalda y la puso al frente, sintiendo como las piernas le temblaban ligeramente. ¡Que vinieran ellos! O mejor aún... ¡que llegara el enorme Enrique!

Al otro lado de la puerta todos oyeron la voz del doctor llamando al rugbier. Kathleen dudó un momento al ver que el doctor no salía...

Al oir su nombre, cualquier duda que Enrique pudiera haber tenido se desvaneció. Con decisión abrió la puerta y dió un par de pasos al interior del quirófano, mientras mantenía firmemente aferrado el cuchillo en su mano - Aquí estoy! - respondió seguro.

Por un moemento recordó la cantidad de veces que sus compañeros lo habian llamado durante un partido para dar una mano para recuperar una pelota, o apoyarlos en ataque... pero esta vez era distinto. No hablaban de una pelota y el equipo rival estaba armado con cuchillos de carnicero, tan peligrosos como el que portaba el rugbier. Pero eran dos y esa cara... uf!... Sacudiendo la cabeza, el deportista intentó olvidarse de lo feos que eran y prestar atención solo a los cuchillos. Su vida dependía de eso.

Enrique se situó entre el doctor y Alicia dispuesto a usar su cuchillo sin ningún tipo de remordimientos. Uno de los 'doctores' alcanzó también la posición donde se encontraban Walker y sus acompañantes. De cerca el hedor que emanaba de su piel era tan repugnate como su aspecto...

Alicia consiguió reprimir una arcada al ver a los "doctores" y de qué se trataba la operación, pero no pudo evitar un momentáneo lapso de parálisis por el terror. Cuando pudo recuperarse vio que Quique estaba entre ella y Walker.

Trastabillando empezó a moverse hacia el pasillo.