Partida Rol por web

El viaje en avión desde Malasia había sido realmente largo. Sin embargo poder permitirse el lujo de tener una cama donde dormir en el avión ayuda mucho a que las horas pasen mucho más placenteras, aparte que el entrenamiento físico y psicológico permite que lo que hubiera sido un problema grave de jetlag se convierta en una ligera molestia, sin ninguna importancia.

Llego al aeropuerto con tiempo más que suficiente para poder desayunar en una habitación del hotel que allí ofrece sus servicios antes de salir, acompañado por mis bellas acompañantes y mi jefe de seguridad. La invitación al evento lleva en mi bolsillo desde que un fan me la entregó hace ya unas semanas.

Las calles de Madrid son muy monótonas y el tráfico es muy denso, aunque comparado con la ciudad en la que paso tantas semanas esto es poco más que una ligera retención. Un coche de 7 plazas con chofer no es fácil de llevar por las carreteras españolas, que resulta tan evidente que han sufrido el desgaste de unos políticos que han preferido dedicar el dinero a comprar coches de lujo para pasearse que a arreglar el asfalto sobre el que estos se mueven.

Llego en un coche de 7 plazas. Negro y con las lunas tintadas. Desde el interior sale música Heavy Metal y una luz verde suave lo baña todo. Nuestro conductor aparca en uno de los aparcamientos y yo mismo abro la puerta, de la que bajo el primero. Me acompañan 3 chicas preciosas y un caballero de alrededor de 2 metros, que se pone tras de mí, claramente dedicado a protegerme.

Visto con una chaqueta vaquera, unos pantalones a juego, una camisa a medio abrochar y unas zapatillas deportivas. Añado a esto un sombrero estilo detective.

En mi mano, al igual que en la de los demás, un maletín metálico en negro satinado.

-Por descontado. Respondió Guido a la pregunta sobre si le podían tutear. Tienes razón, mejor saber nuestros nombres de pila, si no esto puede ser una situación de lo más extraña. Mi nombre es Guido. Y si le apetece disfrutar de un sitio tranquilo donde practicar su hobby podemos hablar más adelante.

Miró la escena que se estaba montando alrededor del clérigo pensó en que esa era una raza que estaba más que acostumbrada a lidiar con ese tipo de gente y comentarios.

Solo espero que no saquen el tema de los curas y los niños o esto se pondrá aun mas interesante.

-Perdón señorita, me olvidaba de usted, así que su marido quería ir de viaje a Arabia pero no sabía que a usted no le gustaban los camellos, curiosa pareja.

Luego te preguntas por que sigues soltero. Sonó más parecido a una conciencia que a un pensamiento.

Iba Guido a dar su opinión sobre el jeque cuando de repente llegó una limusina con la música a todo volumen y de ella bajo un grupo de personas, Guido pudo contar tres chicas, un hombre enorme y alguien que no pegaba en todo aquello, por lo que debía ser el rico o famoso que pagaba a aquella gente. Juraría que lo he visto por la tele. Pensó mientras observaba al hombre del sombrero.

Cuando Judith escuchó a la señora, no sabía si indignarse o reír, más cosas buenas que ella, ella que se dedicaba a asegurar las comodidad de los demás, quitando de en medio los problemas, pero aun así, no pudo evitar una sonrisa - no diré que no haga algo importante, pero no entiendo las críticas, solo he dado la razón al señor, o es que tener razón... ¿también es pecado? Vaya amigo debe ser complicado ser usted, probar hoteles no es tan duro, aunque si muy sacrificado, a veces tengo que ir a spa's sin masajistas, o incluso ¡hoteles sin spa! ¿se lo puede creer? Que estresante sería la vida de muchos sin mi.

Convencida de haber aclarado el malentendido, la chica miró a Jesús - no seas desconsiderado, no pueden vender demasiado, ¿te imaginas su lugar de descanso sin spa? - volviendo a mirar al arzobispo - pero eminencia, quizás deberían ustedes gastar un poco en gimnasios, ¿no cree? Y le aconsejo otras cosas, no solo carne, aunque sería un honor si me invitan el día que coman oso panda, me gustaría probarlo antes de su extinción.

Por las palabras de su eminencia, no había duda de que Judith creía ferviente que comían carnes "protegidas", y por que perder esa oportunidad...

ella que se dedicaba a asegurar las comodidad de los demás, quitando de en medio los problemas,

Los Rocks estaban demorando mucho la espera. Decían que lo bueno siempre se hacía esperar, y aquella fiesta no había hecho más que empezar. Todo aquél que había querido tenía ya una copa en la mano y disfrutaba de la conversación que estaba manteniendo, o escuchaba a otros hablar entre ellos. Pero los Rocks seguían sin hacer aparición...

De pronto, una nueva pareja de camareros, parecían casi idénticos a los dos primeros que habían salido, traían en bandejas ahora de color negro, una gran variedad de canapés. Había pasado media hora desde que habían empezado a servir la bebida, y tomar alcohol con el estómago vacío no era nada sano. Así que había llegado el momento de llenar los estómagos y disfrutar de un numeroso y variado cóctel. 

La espera se estaba haciendo eterna, pero había que reconocer que el despliegue de medios para tenerlos a todos contentos estaba siendo excelente. No había ni un solo canapé que no estuviera a la altura del lujo que les rodeaba.

Alfredo Salinas se había quedado inmerso en sus propios pensamientos mientras jugaba con su moneda y llegaban personajes cada vez más variopintos; los observaba y escuchaba con atención a casi todos, porque vaya que le aburrían las conversaciones sobre autos "Lo mío es un descapotable rojo, o un Mercedes negro" pensaba sin saber realmente las marcas o modelos de los autos que tenía en mente. Igual y le pareció de lo más entretenida la conversación sobre el cura y la iglesia aunque no prestó especial atención en esas cosas que seguramente olvidaría después, lo que si no olvidaría es la actitud de muchos de los presentes.

Cuando pasaban los camareros éste los ignoraba pues recientemente había desayunado junto a Alina y estaba lleno, aunque le provocaba una copita de champán, pero tenía miedo de llenarse de aire como el tal Cabezón, así que las dejaba pasar. 

Ya había pasado bastante rato y se había quedado bastante apartado del grupo, el tiempo transcurría y Alfredo se mantenía tan paciente como cuando llegó. -Vaya vaya, parece que me he perdido en mis pensamientos mientras tienen charlas agradables. Espero no importunar, Alfredo Salinas a sus servicios- dice haciendo una pequeña reverencia quitándose el sombrero y mostrando su despeinada cabellera al grupo que se había formado por la discusión religiosa, se coloca el sombrero nuevamente y lo acomoda en su cabeza mostrando una sonrisa -Señorita, caballero- observa a Judith y a Jesus -Espero no molestarlos con mi opinión, pero no veo necesario discutir con un mero sirviente de la iglesia asuntos tan profundos como la hambre o la pobreza en el mundo- Alfredo trata de ser lo más cortés que puede, pero su acento denotaba su proveniencia de un lugar donde hablar bien no era costumbre -Y usted su eminencia, madam- dice ahora dirigiéndose claramente al Angelo y Emilia -No se ofendan con nuestra falta de moral eclesiástica, yo mismo no creo en la iglesia pero igual es preferible llevarnos todos con respeto- dice cogiendo la mano de Emilia y dándole un beso en su dorso imitando a todo un caballero y regalando una pequeña reverencia con la cabeza al arzobispo.

La sonrisa de María se había congelado. Miraba a la lejanía, perdida e inmóvil, excepto por el parpadeo del ojo derecho y un ligero temblor en el labio. Ni siquiera parecía notar que el cigarro se consumía en sus dedos. La sonrisa, poco a poco, se transformó en una mueca.

-Me llamo María -dijo de pronto.

Apuró el cigarro rápidamente y dirigió una mirada al italiano, añadiendo en un susurro:

-Mi marido lo sabe todo.

La voz con la que pronunció estas palabras estaba muy alejada de la que había usado hasta aquel momento. Era áspera y tajante. Sus mejillas enrojecieron.

Tras unos segundos carraspeó y se secó los ojos con la mano. Volvía a estar pálida. También se arregló un poco la ropa y el pelo, innecesariamente, y se dispuso a andar, como si estuviera un poco conmocionada.

-Encantada -le dijo a Daniel. -A ver si nos enseña las fotos de la subasta. Yo voy a buscar una tirita, me duele el pie. Y necesito una copa. Veo… veo que han traído pastitas.

Empezó a caminar dando traspiés hacia una de los camareros.

Por fin en Madrid.

La última vez que estube en esta ciudad fue para visitar una exposición de Régnier en el Museo del Prado. Recuerdo que fue en Febrero y el frío era intenso, cortante... La temperatura actual no tenía nada que ver. 

El día anterior había ido en taxi hasta la estación de Sants de Barcelona. Había reservado los billetes del AVE nada más recibir la invitación a la subasta. Llevaba meses esperándola...

Mi amigo Jesús había estado en la Mansión hacía unos años. Un día, hablando de antiguedades, me comentó que los objetos que se subastaban eran exquisitos, y eso despertó mi curiosidad. Entonces empecé a leer sobre ellos... ¡Qué gran invento esto de Internet! Encontré cosas de lo más curiosas... Y eso alimentó mis ganas de asistir personalmente a la subasta. Jesús tenía algunos contactos en las altas esferas, no le costó conseguirme una invitación. 

Y después de cinco meses y doce días y de tres horas y media de viaje, aquí estaba. 

Mi hotel se encontraba en el centro. Era un hotel coqueto. Por una vez que viajaba no iba a reparar en gastos, y 475€ no me pareció excesivo para tres noches. 

Pedí un taxi en recepción, pensé que sería la opción más rápida. Pero mi desconocimiento de la ciudad y el tráfico (y mis nervios, para que nos vamos a engañar) no me permitieron llegar a la hora esperada. 

Siempre tienes que dar la nota, Alfredo...

Maravilloso. Simplemente impresionante. Un sueño... No tengo palabras. 

La Mansión le pareció más espectacular de lo que había imaginado. En las pocas fotos que había podido encontrar por Internet no se apreciaba toda aquella majestuosidad...

Se apresuró para llegar al lugar del jardín donde se encontraba la gran mayoría de los invitados. No quería parecer grosero, así que aflojó el ritmo antes de alcanzarlos e intentó disimular su retraso cogiendo un par de canapés de la bandeja de uno de los camareros. 

-Buenas noches -dijo con una sonrisa amable- No vean como está el tráfico... ¿A ustedes también les ha costado llegar hasta aquí?

-Encantado,yo soy Jesus-dije al recien llegado,Alfredo-No estaba discutiendo con monseñor,pues mi comentario no creo que nadie lo ponga en duda.Simplemente he querido hacer una aclaracion ya que cuando Judith le ha preguntado si no podia beber,el ha respondido con una retahila de versiculos y otras historias fantasticas de la iglesia y no me he podido reprimir,si he molestado pido disculpas pero no me retracto ni una coma en lo dicho.

Miro detras de mi interlocutor y veo aparecer un tipo acompañado de un guardaespaldas y varias chicas.-He aqui alguien a quien no le gusta llamar la atencion-pense.Automaticamente mi vista volvio al grupo y me fije en un tipo con bigote y entradas,parecia nervioso.

Salvador estaba viendo como los jóvenes, demostrando un profundo desprecio por una institución tan noble como la santa iglesia, se lanzaban como hienas contra Monseñor, así que con su orgullo torero decidió echarle un capote.

- Usted no se preocupe señoría, que a estos perroflautas los pongo yo en su sitio... 

Salvador se dirigió a Judith.

- Vamos a ver, señorita, lo primero es tenerle un respeto a este señor, porque ahí donde usted lo vé, este hombre es un enviado de Dios y a Dios hay que tenerle respeto, supongo que eso se lo han enseñado en la ESO. En segundo lugar este hombre ha tenido que trabajar mucho para llegar a donde está, no le ha caído el cargo del cielo como a otros, ¿sabe usted la cantidad de mocos de negritos que este hombre a tenido que sonar? ¿no verdad? Y ya no hablemos de los estudios que tiene, ya le gustaría a usted y a su amigo "el ketama" haber aprobado tantos exámenes como este hombre, usted se piensa que llegar a cura es fácil, no señorita, llegar a cura es tan dificil como aprobar una oposición al ayuntamiento y se lo digo yo que conozco a unos cuantos del ayuntamiento.  Igual piensa usted que está hablando con un Don Nadie, pero nada más lejos de la realidad...

- Y usted caballero, dijo dirigiendose a Jesús. Antes de reprochar nada debería demostrar educación y sacarse el gorrito, pues está delante de señoras. Vamos hombre!

Se gira hacia monseñor y añade.

- ¡Y oiga!, lo mismo le digo a usted excelencia, sáquese usted la tapa roja esa de la cabeza delante de estas señoras. Como le dijo Jesús a sus discípulos, ¡A Predicar con el ejemplo, Coño!

Luego de su intervención, Salvador orgulloso cambió el tono de su conversación a uno más cordial y desenfadado.

- Y ahora que les veo a todos más relajados, permítanme una observación. Tardan mucho estos "Crocks", ¿no les parece?. A este paso vamos a entrar a la cena ya sin hambre. Por cierto, supongo que a estos aperitivos estamos invitados, no me gustaría luego tener que pagar a escote y más viendo como pimpla la señora y su santidad. jejeje. Dice Salvador guiñando un ojo a los presentes al tiempo que su bigote dibuja una obscena sonrisa. 

- ¡Oh! Salvador, debería dejar de beber, amigo. - dijo el arzobispo con una sonrisa - Mi cabeza lleva liberada desde que llegué. Y bueno, no se preocupe por estos chicos, es normal que todos tengamos dudas alguna vez, ¿verdad? Yo mismo pasé una vez por una enorme falta de fe. Pero Dios me bendijo con su sabiduría, y volví como la oveja descarriada, como el hijo pródigo a la senda del Señor.

El eclesiástico miró a su alrededor en busca de otro panecillo. Los de salmón parecían estar realmente buenos. Cogió uno de esos biscotes con un color verdoso extraño, y pegó otro pequeño sorbo a su copa. Luego continuó la conversación con los allí presentes:

- Bueno, a ver si llegan ya los anfitriones, ¿no?

El tipo nervioso del bigotillo intento intercerder por monseñor faltando el respeto de Judith y el mio,pero viendo la falta de modales y el escaso bocabulario penso que solo era un pobre diablo y que no merecia la pena discutir con el,si seguia faltando al respeto cuando acabara la subasta le enseñaria modales de una forma que sin duda entenderia.
-Por si no me escuchaste mi nombre es Jesus-dije al tipo del bigote.
-Ketama es el nombre de una montaña del norte de Africa y el nombre de un grupo musical,del cual no soy fan.

Alfredo no pudo sino reír silenciosamente en su cabeza mientras habla Salvador, pensaba que el tenía lo que en el mundo se consideraba un acento chistoso pero Salvador le ganó! 

-La verdad es que si, ya es hora que aparezcan los ¿crocks? ¿qué es eso?- dijo con una mueca desconcertada en el rostro. 

Por ahora me limito a ver cómo los demás se relacionan voy tomando notas y mientras voy practicando algunos trucos muy básicos con Nora, más por entretenerme que por necesitar practicar unos trucos que aprendí a hacer con 4 años.

Llegaron los canapés y Emilia no se paró a mirarlos demasiado. No solo no quería comer, sino que la conversación que estaba teniendo en el jardín le había cerrado el estómago. Excepto para el champán, claro. Que estaba muy rico.

Cada vez gente más rara rodeaba a Su Eminencia. Entre la muchacha hereje, el gitano –también hereje- y el del sombrerito –que también parecía un hereje, aunque más respetuoso-, le iba a dar un infarto al Cardenal. Menos mal que el enviado del Papa tenía buen humor y se lo tomó a bien. Incluso Emilia sonrió cuando el del sombrerito, Alfredo, le besó la mano-. Mucho gusto, caballero. Tiene usted razón. Mejor llevarse bien. Mis hijos no son muy devotos tampoco. Pero ahí estamos, todas las Navidades juntos sin pelearnos ni nada. Y a mí me duele que no quieran acompañarme a la misa del Gallo, pero no me gustan las discusiones, así que me callo.

Saludó al recién llegado, un calvo de, más o menos, la edad de sus hijos-. Muy buenas, señor. Yo soy Emilia –Y, respondiendo a su pregunta, continuó:- Uy, a mí nada. He venido hace ya un rato y no había nada de tráfico. Yo es que he cogido el taxi, ¿sabe? Y los taxistas saben por dónde meterse para no coger un atasco -Emilia pensaba que solo por eso merecía la pena las tarifas que cobraban. De hecho, solo por eso no le tiró el bolso a la cabeza al de esta mañana después de anunciarle la desorbitada cifra que tenía que pagar.

Llegó el momento en el que tuvo que contenerse con la bebida. El señor Cabezón, que si bien tenía buenas ideas católicas, no tenía habilidades sociales demasiado desarrolladas. Soltó un comentario sobre ella que le hizo sonrojar-. Uy, uy, uy, no, ¿eh? No. ¡Que esta es solo mi segunda copita! –Exclamó recuperando su color pálido natural. Pero quizás sí debería ir más despacio. Termino esta y paro ya. No estaba acostumbrada a tomar tanto y las burbujas se le iban a subir a la cabeza-. Y sí estamos invitados. Hombre, por Dios. Que esta gente es de mucho parné. Les da igual sacar cien que doscientas bandejas, se lo digo yo.

Tomó otro sorbito de la copa y, tras relamerse, comentó:-. No son los “Crocks”. Son los “Ross” –dijo, muy entendida ella, pues, aunque no había estudiado inglés nunca, no le costaba hacerse con la pronunciación. Era una habilidad nata que tenía. O eso creía.

Sin duda las bandejas que salían le daban igual, ella no estaba allí para comer, aun que empezaba a pensar que estaban publicitando algún restaurante local, daba golpecitos en el suelo, la paciencia no era su fuerte, y para colmo tenía que soportar que le dijeran cosas que no iban con ella. No había faltado el respeto de nadie, y no pensaba disculparse por que los demás le malinterpretaran, ¿por que discutían con ella si era obvio que solo había dicho la verdad? - libre albedrío ¿verdad cura? Esa palabra la conoce hasta una inculta misma - decía saludando con su botellín de agua al bigotudo irrespetuoso, igual podía ser cierto que no hubiera estudiado tanto como el moncherry pero no era algo que le preocupara, todos tenían sus propios intereses, y pese a haber estudiado en una buena universidad, no sabía tanto como otras personas, ella solo sabía sobre "lo suyo", y no es que pensara mal de la religión, solo veía agujeros demasiado enormes como para creer en ella.