Partida Rol por web

A pesar de que no pareces entrar con buen pie con la dueña de la pensión, ella te sonríe con sinceridad y asiente a tus explicaciones. Sí que parece la directora de un instituto, pero quizás es que quiere tenerlo todo bajo control y conocer a sus huéspedes. Lo que tienes claro es que la mujer seguramente te va a vigilar de cerca hasta que alcances cierta confianza. Lo curioso es que no menciona nada acerca de su hijo o de lo que pasó ayer. Ni de lo que ha debido pasar esta tarde en su cuarto. Te mira con aire inquisitivo,

-¿No comes más? Está muy rico. -La verdad es que sí, Rose cocina de fábula, con la ayuda de la chica tatuada. A ver si vas a tener que controlar la dieta. -Eso, anímala, que no le hace falta. -Rueda los ojos, luego acaricia el pelo de Brenda -Brenda es un sol – y le da un cariñoso beso en la mejilla.

-Ves, Alice me da la razón. Los tattoos marcan momentos, manera de pensar, son trascendentales. -Brenda mira donde dices a tu espalda- ¡Muy chuli! Carpe Diem. Sí. O en vertical…No se como quedaría mejor.

Rose se pone en pie – En las tetas. Ahí. Te puede dar problemas el día que te quedes embarazada. Estáis como cabras las dos. -pero lo comenta medio sonriendo, en broma, y empieza a recoger.

-Eh, que tú tienes uno en el culo. Se lo hizo de joven, me contó -te aclara Brenda, aunque Rose tan solo se ríe y no responde nada. La chica prepara tu ropa, la doblais juntas, ha quedado muy bien. -Uy, este pantalón necesita plancha, es loq ue te pones mañana, no? Deja que lo arreglo en un periquete.

Ríe con gracioso sonidito de cerdo ante el comentario de Rose de "estar como cabras" y Alice tarda un poco recuperarse.

-Como cabras si jajaja me encantaría.- comenta mientras se limpiaba una lagrimilla del ojo con el dorso del dedo para no estropearse el maquillaje. 

Luego de eso ayuda a recoger la mesa y a quitar los restos de comida de los mismos para que se pudieran meter en el lavavajillas sin problemas.

-Pues no se si en vertical me convence, habría que poner una letra encima de otra para poder leerlo de frente o elegir un lado para escribirlo sobre la columna...no tengo intención de tener hijos, no me preocupa lo de la epidural.- comenta, entendiendo que Rose se refería a eso con los problemas para el embarazo.

-¿Éste pantalón? Bueno no me había dado cuenta que era el de mañana...vale si, ahora mismo subo a cambiarme y te lo bajo antes de meterme en la cama...¿Os puedo ayudar en algo más?

-Horizontal entonces. No me hagas caso. Cuando te decidas, vamos a ver a mi colega -Brenda te da un beso en la mejilla y te susurra -Gracias por apoyarme. 

Poco después subes a tu cuarto. Te encuentras cansada, y a dormir. *

La mañana siguiente es un poco la rutina anterior. Desayuno, la cháchara de Brenda, las bromas de Robby, las miradas descaradas de Will. El chico está bueno, y tiene lo que tiene, pero tu cabeza está en otras cosas. Frank sigue huraño, a lo suyo, muy poco hablador, aunque siempre responde cuando se le habla, dos palabras como máximo, y no le ves reír. Shara ya se ha marchado hoy muy temprano, líos de trabajo.

Pasas la mañana entre una cosa y otra. Y por supuesto que, toda excitada, media hora antes ya estás en el restaurante. NO decepciona en vivo, es muy acogedor, con su música japonesa suave, luz tenue, silenciosos camareros y susurros entre los comensales. Está lleno, pero no más de veinte personas en el pequeño local. 

La ves llegar. Sonriente, atractiva. Una amiga. Una jefa. Una amante. Puede tener la edad de tu madre, eso a veces te hace qué pensar, pero...no es tu mamá. Es una mujer enigmática que te pone a cien. 

Alice había cambiado de opinión en el último momento, mientras ordenaba las ropas nuevas limpias y primorosamente planchadas de las que Brenda se había ocupado con tanto amor. Pero es que cuando la morena vio aquel vestido supo que era EL vestido para esta noche.

Tras asegurarse de que a Brenda no le parecía mal su cambio de idea, Alice sale hacia el restaurante llegando mucho antes de lo previsto, echa un manojo de nervios y con las manos entrelazadas sobre su bolsito de fiesta, luchando por no fumar otro cigarro para no coger ese desagradable olor antes de entrar en un lugar tan distinguido.

Cuando vio a Michelle acercarse sintió que sus nervios se disipaban en gran medida, pero ello daba paso a nuevas inseguridades; la mujer rubia estaba perfecta, ni muy arreglada ni muy deportiva, cómoda y desenfadada...ahora ella misma se veía demasiado elegante, tal vez demasiado ¿acaso aparentaba que esperaba mucho de esa cita? ¿le causaría la impresión a Michelle de habérselo tomado demasiado en serio? Alice se muerde el labio inferior tratando de acallar todas aquellas preguntas y sonríe ampliamente cuando la rubia se acercó, activando cada poro de su piel de una manera nunca sentida.

-Hola...vaya parece que me he arreglado demasiado...- comenta con una risilla nerviosa.

Al observar a Michelle entrar al restaurante te das cuenta, de una forma absoluta y completa, que eres la protagonista de tu propia vida. Que pase lo que pase estás decidiendo tú, que esa mujer puede representar un futuro a corto o largo plazo, no importa, lo verdaderamente importante es la decisión.

Michelle es mujer “de mundo”, nota tu nerviosismo, sonríe afable, te besa en las mejillas, pero no intenta más acercamiento, no quiere alterarte más, claro que te ha mirado al detalle. -Estás perfecta, Alice. Guapísima. Nunca dudes de tu aspecto. Piensa que somos los demás quienes no nos hemos arreglado demasiado. Eh, que yo me he pasado mi tiempo cubriendo arrugas y eligiendo mi ropa. Jajaja -ríe, distendida, para tranquilizarte.

-Disculpa las cancelaciones. El mundo de los negocios, chica, ya lo irás viendo. He cerrado un asunto, y como te he dado “plantón” en dos ocasiones, te he incluido en el porcentaje. Incluso si no te quedases conmigo. Es justo. Y si no lo es, es mi dinero. Vamos a comer. Has elegido bien, me gusta -mira en derredor, sonriendo, siempre.

Michelle te deja elegir, no es una fan de este tipo de comida pero que bien. Te observa, tus modales, tus formas, tus gestos, tu manera de hablar. No esconde que está examinándote. La charla es distendida, casi trivial, por ahora, sin entrar en detalles de trabajo o de tu vida. Te pregunta acerca de la pensión y lo que has hecho estos dos días, aparte de comprar ropa.

Alice se muestra bastante abierta y habladora, consigue relajarse contándole su vida a Michelle, esta mujer tiene un aura de seguridad y cercanía que hace que pueda contarle casi todo de su vida anterior. Le habla de la época del instituto, cuando era animadora y miembro del periódico de los estudiantes. Una vida normal, entre estudios y ensayos, algún novio, alguna pelea con alguna otra animadora...parecía una película americana de adolescentes.

Luego llega la graduación, el baile, la universidad...la residencia y centrarse en los estudios. Algunas fiestas mayormente moderadas, Alice no parecía haber sido ni una mojigata ni tampoco una vividora, más bien va explicando que ella se contenía...que siempre tuvo ganas de ir más lejos pero que el miedo al qué dirán o a meterse en líos con sus padres siempre la detuvo de probar la mayoría de las cosas. Y de esta manera fue pasando sin pena ni gloria esta etapa. Y conoció a su novio último, Henry, un chico de familia acomodada, hijo de un renombrado banquero, el chico bebía los vientos por ella y ella...bueno ella se conformaba. 

-Nunca me plantee si Henry era lo que yo quería...era un buen chico, todo el mundo me decía la suerte que tenía con él...- se encogió de hombros jugando pensativa con su copa de vino.

-​​​​​​Pero llegó un punto en que me vi...vi un anuncio de la tele ¿Sabes? Una teleserie de esas...y vi que mi vida iba..mina a ser como esa de la tele. Fue como ver el futuro y...era tan aburrido. - se ríe- Era como si estuvieran contándome todo lo que me iba a pasar, lo que iba a hacer, lo que iba a pensar...y me entró el pánico.

La morena la escucha con entusiasta atención, riendo y haciendo comentarios sobre las anécdotas, encantada de oír que esa mujer tan impresionante e interesante había tenido unos orígenes tan humildes como los de cualquiera. Sin duda había conseguido todo lo que tenía gracias a su inteligencia, su porte y ¿Porqué no? También sin duda habría algo de suerte.

-​​​​​​-¿La pensión? No está mal, es modestita, cuidada, el ambiente es muy familiar...casi excesivamente familiar- y, aunque no lo pretendía directamente, lo cierto es que su forma de decirlo había sonado casi como una pega- Horarios, preguntas...comida casera y servicio de lavandería. En ese sentido muy bien, pero estoy deseando ganar algo de dinero extra y poder buscar un apartamento. Necesito cierta independencia ¿Me comprendes? Los chicos son muy majos y la que trabaja allí es un encanto pero...estoy en un momento de mi vida en que necesito decidir con quién comparto mi tiempo en cada momento del día. O si decido no compartirlo. Y desde luego las normas de Rose...yo entiendo que tiene que haberlas pero...no son para mi. Aún así pues las cumpliré mientras viva allí, es lo correcto, por supuesto.

​​​​​​Hace una breve pausa para tomar un sorbo de vino y deja que Michelle termine de hablarle del empleo, poniendo una gran cara de póker para no demostrar que casi se la estaba ganando con cada palabra. Especialmente con el tema viajes.

-​​​​​​Menos mal...hubiera odiado quedarme en una oficina, ya tuve demasiado de eso...no es para mi.- afirma con sinceridad mientras coloca cuidadosamente las manos entrelazadas sobre la mesa en un gesto relajado pero que denotaba que habían llegado a una parte más formal de la conversación.

-Si tan claro tienes que voy a aceptar...¿A qué estamos esperando? ¿Donde tengo que firmar? Y...¿Cuándo lo celebramos?

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-Las normas son necesarias. -sonríe- De jovencita me salté algunas. Y de no tan joven. Incluso ahora. Comprendo a esa mujer, Rose, tú misma lo reconoces, es su casa, sus reglas, cuida de todos. También entiendo que pueda agobiar a tu libertad.

Aparta su plato casi vacío.-Yo te aconsejo que te quedes un tiempo ahí, el ambiente familiar es bueno, rodeada de personas que se preocupen y cuiden de ti. Ahorra dinero mientras tanto, los apartamentos son caros. Un par de meses, tres, conmigo, y tu cuenta habrá engordado. Ah, y recuerda que mis normas son muy estrictas. Si quiero un café, lo quiero ya. 

Te sirve un poco más de vino. -Qué animada te veo. Contagias tu entusiasmo, rejuveneceré contigo a mi lado. -ríe, sincera, divertida. -. Hoy mismo lo celebramos. Te vienes a mi piso. ¿Cómo quieres celebrarlo? Se sincera. -En sus ojos verdes brilla un diablillo burlón.

Alice se sonroja ante sus palabras y acepta que le sirva más vino. En verdad la morena no solía beber y ya notaba ese ligero hormigueo en la punta de los dedos y que le costaba borrar la continua sonrisa de sus labios al mirar a Michelle...especialmente tras sus últimas palabras.

Toma un sorbo más del tinto y apoya los codos en la mesa para posar luego la barbilla en el dorso de los dedos de éstas.

-Si eres capaz de hacerte más joven y estar aún más atractiva creo que moriré de síndrome de Stendhal, Michelle.-  dice como un mal chiste pero sincero acompañado de un guiño de ojo. Se notaba algo más desinhibida que de costumbre y el calor de sus mejillas denotaba un rubor divertido.

-¿Quieres que sea sincera? Muy bien...-  se ensancha su sonrisa y, bajo la mesa, se ha quitado un zapato y su pie enguantado en una fina media acaricia la pierna de la rubia suavemente con un gesto premeditado y provocativo- Quiero bailar para ti...y quiero ese masaje prometido...- añade con un tono lujurioso y sensual, mordiéndose el labio inferior.

Michelle estalla en carcajadas con aquello de la juventud. -Dieta equilibrada, pocas calorías, mínimo azúcar, lo clásico. Hoy me lo estoy saltando. Gimnasia y piscina. Y, bueno, ya sabes, la sangre de jovencitas que caen en mis garras -ríe de nuevo.

Te escucha. -Vamos a ir dejando el vino, que es excelente. Que haya hueco para el champán. -También ella está algo achispada. Sin duda le gustas, pero mantiene una actitud distante, a la vez que sus palabras son cercanas. Es como el oleaje en la playa, las olas van y vienen. Acaricias su pierna con tu pie, ves como se estremece sin disimulo, sutil y discreta. -Y yo quiero que bailes para mí. – Su voz es aterciopelada, su mirada almíbar te recorre el cuerpo, desde la cabellera hasta los senos, parándose en tu boca. Casi te da la impresión de que ha iniciado el masaje de esa forma tan excitante.

-¿Y qué más te gusta, Alice? -te imita y adelanta la barbilla apoyada en sus manos - ¿Qué secretos inconfesables te guardas? ¿O qué deseas experimentar y nunca te has atrevido?

Alice se lleva una mano a los labios, acariciando estos como un gesto casual pero no lo era, las yemas de sus dedos recorrieron los puntos que miraba Michelle, como si deseara resaltarlos o exponerlos para, finalmente, llevarlos a su cabello y reordenarlo un poco distraídamente al tiempo que miraba a un lado y a otros sin perder la sonrisa pícara por el camino.

-​​​​​​-Lo quiero todo, Michelle. Llevo veinticinco años mirando la vida pasar sin zambullirme en sus aguas. En mi primer día en la pensión ya hice un trío con dos chicos y fue increíble...quiero más experiencias así, quiero que todo sea nuevo. Quiero que me enseñes todo lo que tú hayas probado.- le susurra tentadora y arrastrando las palabras pasando ahora sus manos sobre el mantel, pellizcando la tela entre sus dedos. 

​​​​Mientras tanto su pie sigue dibujando caricias en las piernas de la rubia atreviéndose a llegar cada vez más arriba.

-Eso si es...familiar...-se sorprende y bromea, Michelle. No cabe duda de que se ha quedado algo impactada por tu confesión. Ni para mal o para bien, tan solo, eso, sorprendida.

No hace amago de retirar las piernas -Me temo que te decepcionaré, Alice. No he probado muchas cosas. He sido modosita en ese terreno -tuerce la sonrisa, dejando flotar en el aire las palabras en un tono ambiguo. Su mirada es más soñadora ahora, puede que debido al alcohol y al momento de disfrute conjunto. Debajo de la mesa, tu pie descubre que sus muslos se separan un poco.

-A mi me gusta...-lees en sus labios la frase silenciosa -que me coman el coño. Hum. Casi en exclusividad. No me va la penetración. -Su lengua acaricia sus labios- Y complacer. Entiéndeme, no sumisión. El BDSM no es para mí. 

-Seguro que no me decepcionas...a poco has visto más mundo que yo y eso ya te da muchas cosas que enseñarme.- sin saber muy bien que estaba haciendo, tan sólo dejándose llevar por un instinto de "a ver que pasa", el pie descalzo de Alice continua su aventura entre los muslos de Michelle, acariciando el interior de las ingles despacio, como si estuviera adelantando el terreno que deseaba explorar con las manos.

- Si es lo que te gusta...procuraré dar lo mejor de mí...tú misma dijiste que "estoy a prueba"- dice con una risilla, sabiendo perfectamente que Michelle se refería al ámbito laboral pero a Dawson le pareció divertido tomárselo más literalmente- así que...pruébame.- y vuelve a morderse el labio inferior, terriblemente excitada, este coqueteo elegante la estaba poniendo a mil, no sabía cuánto podría aguantar sin empotrarla allí mismo, esa mujer despertaba una pasión y un deseo desconocido hasta entonces.

-A cada persona le va lo que le va, yo he leido algunos artículos sobre BDSM y me ha gustado lo que he visto, no te voy a mentir, seguro que es un campo que acabo explorando. Tal vez no hoy, tal ves no mañana...pero algún día.- añade con un suave encogimiento de hombros, no dándole importancia a esto en este momento.

-Eres una exploradora -señaló, con doble sentido. Arrimó la silla hacia delante, para más fácil acceso de tu pie.

También ella observó la sala. Nadie se fijaba en vosotras, las conversaciones proseguían tranquilas, alguna risa, murmullos. Las camareras y camareros atareados. Michelle inclinó el torso más hacia ti, adelantó la cabeza. Sus ojos brillaban, latente el deseo en las miríadas de estrellitas de su iris. Sus labios húmedos, su boca entreabierta, desafiante, anhelante de la tuya.

-Dame. Quiero probarte…

La mujer que tiene delante es el pecado y la tentación en persona para ella, supone la ruptura con toda su vida pasada a todos los niveles...representa todo lo contrario a la normatividad que toda su vida la ha marcado. Tal vez por todo eso le resultaba tan excitante...y porque la mujer estaba muy potente, todo sea dicho.

En cualquier caso, lejos de amilanarse, Alice sube la apuesta y también se acerca, posando su talón en el asiento de la rubia de tal manera que sus dedos llegaban a acariciar sus íntimos labios rozándolos despacio.

-...y tú eres un terreno inexplorado.- susurra y entonces une sus labios con los de ella en un beso lento, superficial, como si te abrazara en un baile lento.

El beso se alarga y aumenta en intensidad. Sabes besar, lo haces muy bien, y ella no se queda atrás. Michelle te acompaña en los movimientos de tu boca, un baile, una danza de labios que eleva la temperatura del aire alrededor de las dos. Mientras, tus dedos del pie acarician ocultos baja la falda de tu acompañante. Su aliento se entrecorta

-Vámonos antes de que nos obliguen- murmura en tu boca, mordiéndote muy golosa.

El beso es un subidón para ambas que por poco no os ponéis encima de la mesa allí mismo a darle. Michelle se retira, riéndose. Llega el postre,  luego  café, ella no toma, y mientras teclea algo en su móvil, es la primera vez que lo coge de su bolso. Pagas la cuenta, que es un pico, compensa calidad precio, vas al baño.

Cuando regresas, ya salís juntas, manteniendo las formas, sonriendo picarona tu acompañante. Y entonces…

Hay un cochazo negro, con lunas tintadas, y chófer que te abre la puerta -Señorita -te saluda formal y amable. Michelle te anima a entrar. -Es un regalo, te vi tan ilusionada….Bueno, ya lo había preparado, no te voy a mentir. Soy  caprichosa, ya me irás conociendo.

En el asiento de atrás, confortable, amplio, íntimo, incluso perfumado con un aroma suave, floral, reservado a las miradas del exterior por los cristales tintados y a la zona del conductor , a cubierto de miradas indiscretas. -¿Qué te parece, Alice? -te pregunta, sentada a tu lado. -Aquí podemos continuar conociéndonos sin problema…

El vehículo se pone en marcha, silencioso, a un ritmo cadencioso con un run run lejano del motor.

La morena se queda de piedra cuando, al salir del restaurante, ve aquella limusina tan lujosa y espectacular, se lleva ambas manos al rostro tapándose la nariz y la boca con las manos en forma de pico y sus ojos brillan de ilusión:

-¡Oh dios mio! Ya me siento como una estrella de Hollywood.- dice emocionada apresurándose a entrar en el vehículo tratando de conservar la dignidad y no parecer una adolescente consentida.

Se acomoda en el asiento, cruzando las piernas y sin perder detalle de la tapicería, el acabado de las puertas y hasta de las costuras:

-Es una pasada...de verdad ¿te mueves así por la ciudad siempre? ¿Eres una especie de Bruce Wayne o algo asi? ¿te vistes de cuero por las noches? jaja- bromea intentando no sentirse abrumada, sonríe estúpidamente, aunque en realidad parecía imposible que dejase de hacerlo. 

-Si...creo que...¿por dónde íbamos?- su mirada brilla con un destello de lujuria cuando hace esta pregunta, retórica donde las haya, se arrastra por el asiento hasta quedar muy pegada a ella, lleva una mano a la mejilla de Michelle y vuelve a acercarse aún más con su cara y también con el resto de su cuerpo.